LA CIUDAD ROMANA (JOAN ALBERICH et alii, Griegos y romanos. Alhambra) 1. CEREMONIA DE FUNDACIÓN DE UNA CIUDAD ROMANA. La construcción de una ciudad de nueva planta iba precedida de una serie de ceremonias rituales. Un augur consultaba los presagios examinando las entrañas de un animal sacrificado para intuir la voluntad de los dioses. Si los signos eran favorables, el augur delimitaba en el terreno el lugar preciso que ocuparía la nueva ciudad. El perímetro del núcleo urbano era marcado por el surco de un arado. Esta ceremonia constituía la inauguratio. Después de la ceremonia de la inauguratio, los agrimensores, con aparatos topográficos muy precisos, distribuían y delimitaban el área urbana. 2. EL TRAZADO DE LA CIUDAD. Desde el punto de vista urbanístico cabe distinguir en el mundo romano dos sistemas de trazado de las ciudades: natural y planificado. El trazado natural. Era el modelo habitual en las primitivas aldeas prerromanas de Italia y de todo el occidente mediterráneo. Este tipo de trazado buscaba la adaptación al medio físico en que se asentaban normalmente un lugar elevado, y la mejor defensa contra los enemigos. Solían ser recintos amurallados de pequeña extensión, que no respondían a ningún plan preconcebido y estaban prácticamente sin urbanizar. Se designaban con la palabra oppidum. El trazado planificado o hipodámico (por el arquitecto Hipodamo de Mileto). Se había ido desarrollando por el Mediterráneo occidental y también entre los etruscos. De estos últimos lo copiaron los romanos, que luego lo extenderían por el imperio. Respondía a un trazado rectangular y cuadriculado, con series de calles que se cruzaban perpendicularmente formando una red viaria dominada por la simetría. Cada cuadrado o rectángulo resultante constituía una manzana o insula, “isla”. Las dos calles principales que se cruzaban eran denominadas cardo maximus (de norte a sur) y decumanus maximus (de este a oeste). Después de haber escogido el lugar de asentamiento de una ciudad, se delimitaban las distintas zonas y su función: una zona sagrada, dedicada a los templos; otra pública, donde emplazaban el mercado, las termas, el foro, los gimnasios, los edificios para los espectáculos públicos, etc.; y otra privada o residencial, destinada a albergar las viviendas particulares. 3. LA MURALLA. Las grandes murallas que rodeaban las ciudades antiguas fueron edificadas en momentos difíciles, en que el problema más urgente era defenderse de los enemigos exteriores y evitar la desaparición del núcleo urbano. 4. EL FORO. Todas las ciudades romanas tenían un foro (y algunas incluso más). El foro era una gran plaza rectangular abierta y rodeada por un pórtico con columnas, donde estaban situados los edificios públicos más importantes de la ciudad, como era la curia, una gran sala rectangular donde se celebraban las reuniones del senado local, y la basílica, edificio con tres naves separadas por columnas en las que tenían lugar los procesos públicos, los negocios y las transacciones comerciales. También solía haber en el foro un templo, o varios; delante de los ellos había un ara destinada a los sacrificios. Bajo los pórticos del foro había tiendas o tabernae, e incluso, en algunos lugares, un mercado en donde estaban instaladas las distintas tabernae. Sin embargo, con el paso del tiempo, a medida que los edificios públicos llenaban el foro, las tabernae fueron desplazadas de este lugar, pero siempre se situaban en las calles más próximas a la plaza. En el foro, se colocaban esculturas que representaban a las divinidades, a los emperadores y sus familiares, y a las personas ilustres de la ciudad. El foro era un centro político (curia), jurídico (basílica), religioso (templo) y comercial (mercado); pero además era también un lugar de diversión y esparcimiento. Efectivamente, en el foro se celebraban los juegos públicos, así como toda clase de actividades, lúdicas o no, que concernían a la comunidad: los sacrificios a los dioses, las procesiones con sus imágenes, los banquetes públicos, las arengas que los oradores dirigían al pueblo desde la tribuna o podium, las ejecuciones de los condenados, etc... Era, en definitiva, el escenario de la vida pública de la ciudad, en el que se desarrollaba una intensa actividad desde las primeras horas de la mañana hasta la caída de la tarde. 5. EL ABASTECIMIENTO DE AGUA. El abastecimiento de agua a las ciudades fue un problema de solución prioritaria para los pueblos de la antigüedad. Griegos y romanos idearon soluciones similares: pozos, cisternas y fuentes. Además los romanos aportaron una innovación para su transporte: los acueductos sostenidos por arquerías. Los tres primeros sistemas presuponen la existencia de agua en la ciudad o muy cerca de ella, y su extracción con medios manuales o mecánicos. En cambio, el acueducto implica el transporte del agua desde un lugar alejado de la ciudad, generalmente un manantial permanente que garantiza su caudal regular durante todo el año. Su construcción exige el conocimiento y aplicación de técnicas de ingeniería que posibiliten un transporte de agua continuo, y que puedan salvar los obstáculos geográficos que se interponen en su camino. 6. LA RED DE CLOACAS. El sistema de saneamiento de las ciudades fue resuelto de forma sencilla pero eficaz: mediante canalizaciones cerradas con losas planas, que en ocasiones formaban parte del pavimento de las calles, y con canales cubiertos con bóvedas de medio punto. Ambos sistemas constituían una amplia red de cloacas, que recorría la mayor de la ciudad siguiendo el trazado hipodámico de sus calles y que conducían las aguas residuales hasta verterlas en los campos o, más frecuentemente, en los ríos cercanos. 7. OTROS ELEMENTOS DE LA CIUDAD Además de todo lo mencionado, los romanos construían en sus ciudades edificios destinados a los espectáculos públicos (teatro, anfiteatro, circo,…).