XVI ENCUENTRO ARGENTINO DEL ENFOQUE CENTRADO EN LA PERSONA UN NUEVO PARADIGMA EN LA SALUD MENTAL Ley Nacional de Salud Mental N*26.657 Lic. Natalia A. Paradiso Lic. Viviana M. Senese Mar del Plata 2011 La institucionalización psiquiátrica y la medicalización son estrategias de aniquilación del sujeto” (Emiliano Galende) El 2 de Diciembre de 2010 fue sancionada la Ley nacional de salud mental N° 26.657 , motivo por el cual nos abocamos a su lectura y encontramos que su espíritu refleja el respeto a la dignidad humana, derecho a recibir la mejor atención, a ser protegidas frente a cualquier explotación y discriminación ; a conservar todos sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales; a la protección de sus intereses; a vivir y trabajar en la medida de lo posible en la comunidad en la que vive, evitando el aislamiento de sus vínculos afectivos ; a respetarle sus antecedentes culturales; a ser atendido de acuerdo a sus necesidades de salud con las mismas normas de los demás enfermos; a ser protegido de cualquier daño, de la administración injustificada de medicamentos, de malos tratos; a ser tratado en un ambiente lo menos restrictivo posible ,respetando sus necesidades y la seguridad de terceros; a recibir un tratamiento examinado con él y desarrollado por personal calificado de acuerdo a las normas éticas. El tratamiento preservará y estimulará la independencia personal y salvo en casos específicos ninguno se administrará sin su consentimiento. Tendrá derecho a acceder a la información relativa a él en el historial médico. También se creará un órgano de revisión que garantice el cumplimiento de lo establecido en la Ley. Nos encontramos frente a una nueva ley de Salud Mental que finalmente concibe a quien posee un padecimiento mental; como “persona”; dotada de capacidades, habilidades y derechos. 2 En el Capítulo II Art 3…” reconoce a la salud mental como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona. Se debe partir de la presunción de capacidad de todas las personas.”… Para quienes en nuestro quehacer cotidiano , partimos de una concepción que define al hombre como un ser libre, básicamente digno de confianza, activo, dotado de una capacidad creativa para construir su porvenir, guiado por sus creencias y su cognición; en el contexto de una sociedad y que por ello entendemos una modalidad de abordaje que no podrá dejar de contemplar las intenciones, ideologías, historia, revoluciones sociales y culturales; nos encontramos con una ley que protege su libertad, la preservación de sus vínculos y que reconoce su capacidad frente a la toma decisiones en relación a su atención y tratamiento. Asimismo esta Ley contempla un nuevo lugar para el psicólogo habilitándolo para ocupar cargos de conducción y gestión de los servicios y las instituciones de salud mental. Haciendo historia… Nos pareció oportuno revisar la historia para ilustrar los cambios ideológicos y por consiguiente las prácticas, que se han ido sucediendo en el ámbito de la salud mental. 3 El uso de herramientas y conceptos médicos inadecuados han sido las críticas más frecuentes hechas a la psiquiatría convencional, acusada del tratamiento dominante e involuntario de la persona, violando sus derechos. Entre las prácticas más controvertidas se incluyen el electroshock y la lobotomía, las que en los años ’30 fueron cuestionadas en tanto inmorales y de efectos nocivos. Algunas drogas sustituyeron estos tratamientos hasta comprobarse sus efectos adversos. Asimismo grupos no vinculados a la psiquiatría comenzaron a resistirse a la institucionalización y pregonaron la conveniencia de restituir a la persona a la comunidad. David Cooper y Ronald Laing, en los años ‘60, a través del movimiento denominado “antipsiquiatría” desafiaron las prácticas de la psiquiatría convencional. Los propios pacientes argumentaban el daño sufrido y la posibilidad de recibir tratamientos alternativos más beneficiosos. Thomás Szasz, en esta misma línea introduce el mito de la “enfermedad mental”, con el objeto de legitimar la utilización de la fuerza psiquiátrica ante cualquier desvío de las convenciones y normas sociales. El lugar de poder del psiquiatra en la sociedad para institucionalizar, etiquetar y estigmatizar, fueron también criticados por Michel Foucault, Illich y Goffman A partir de los años ´70 los pacientes comenzaron a reclamar la restitución del poder sobre sus propias vidas propiciando la restricción de las prácticas vividas como maltrato y la posibilidad de recuperación total. El movimiento antipsiquiátrico se solidariza con este reclamo apoyando acciones tendientes a la participación en la sociedad de las personas con padecimiento mental evitando la estigmatización y discriminación. 4 También Rogers, en “La política de las profesiones asistenciales”, se suma a la crítica al modelo médico: … “En el modelo médico el individuo es antes que nada un paciente y no una persona. Se le diagnostica y explícita o implícitamente se le hace saber que tiene una “enfermedad”, una locura que debe ser eliminada a través de una fuerte medicación o terapia de shock, o aún ser recluido, si es necesario. Es evidente que hay algo “equivocado” en su estado y que de alguna manera el debe ser traído al estado “correcto”… Es una política de supresión y control por el poder profesional, y tiene un resultado muy pobre tal como es indicado por el síndrome de “puerta giratoria” de los hospitales psiquiátricos… “ En la Argentina … …comenzaron a tener repercusión los movimientos que se gestaron en el año ´56 en Estados Unidos e Inglaterra, con una mirada crítica hacia los manicomios. La OMS se hace eco y a partir de ello, propone un nuevo modelo de atención “global de la salud”. En tiempos de la dictadura de Aramburu, se propone poner fin al modelo de atención psiquiátrica de consultorio externo y hospital o colonia, enfocándose en el cuidado de la salud. Con esta finalidad se convoca a los directores de las colonias de alienados de todo el país, pero tratándose de psiquiatras tradicionales, estas colonias, pensadas en principio como lugares de rehabilitación, resultaron ser depósitos de pacientes que llegaban directamente o venían derivados de algún otro hospital psiquiátrico que necesitaba liberar camas. Estos profesionales crean la Comisión Nacional de Salud Mental, cuyo objetivo era el asesoramiento en esta nueva modalidad de atención en salud mental. No tardaron en aparecer quienes se mostraban en disidencia como por ejemplo Gregorio Berman, que dirigía una clínica psiquiátrica en Córdoba, y que junto a Pichón Riviere, organizaron las Jornadas Nacionales de Psicoterapia con la 5 finalidad de promover alternativas a la psiquiatría tradicional. Al mismo tiempo empezaba a perfilarse una nueva figura: el psiquiatra- psicoanalista, médicos psiquiatras que desde diferentes lugares del país, llegaban a Buenos Aires a recibir formación psicoanalítica, creando una Comisión Nacional Asesora gremial y científica, que se denomino Federación Argentina de Psiquiatras. A partir del año 1957 tres hechos son fundamentales para lo que empieza a denominarse “el Campo de la Salud Mental: 1) Se crea el Instituto Nacional de Salud Mental, con lo cual se da cuenta de este campo, ya que hasta el momento las prácticas en el área de lo psi, de la subjetividad eran patrimonio de los psiquiatras. Se abre este campo a otras profesiones, psicólogos, asistentes sociales, psicopedagogos y luego asistentes sociales. Ya no es un campo estrictamente médico 2) Se crea la carrera de Psicología, en Buenos Aires, aunque antes se crea en Rosario. Siendo en Bs.As donde se desarrolla masivamente. 3) Creación del Servicio de Psicopatología en un hospital general, el Hospital Lanús a cargo de Mauricio Goldemberg que si bien no fue el primero, adquiere relevancia por las experiencias que trascendiendo el ámbito médico de la psiquiatría, llegaba hasta la comunidad. Estos hechos que estuvieron en consonancia con el panorama mundial de esos años, implicaron una ruptura con la psiquiatría manicomial dentro de lo que denominamos el campo de la salud mental. 6 A los fines de este trabajo lo que nos interesa destacar es la iniciativa para el desarrollo de experiencias novedosas en el campo de la salud mental, en el intento de transformar las prácticas de la psiquiatría manicomial y la hegemonía médica. A partir de los años 60 las nuevas concepciones teóricas (sistémica, gestálticas, rogersianas) derivan en una nueva forma de abordaje en la que la persona es asistida en hospitales generales, en hospitales de día, en la comunidad y las internaciones son de tipo parcial. Se desarrollan distintas clases de psicoterapias: individual, grupal, abordajes familiares y comunitarios. Las comunidades terapéuticas y los abordajes grupales constituyen un giro fundamental en el tratamiento de la salud mental. Asimismo durante la década del 60 Jorge García Badaracco crea, el primer hospital de día dentro del Hospital Borda. La creación de nuevas carreras y sus concepciones teóricas abren un panorama más amplio en la mirada de este campo, y a través de la lucha de diferentes profesionales por la legalización de sus prácticas se logra poner fin a la hegemonía del psiquiatra (en el caso de los Psicólogos fue a partir del año 1985). En el año 1961, comienza la represión hacia algunos psicólogos, y en 1962 se crea la Asociación de Psicólogos, quienes a pesar de ser un número reducido sostenían la idea de darse formas organizativas en una constante búsqueda de poder para acceder a los objetivos profesionales y sociales, entre otros. En el año 1966, grandes grupos de psiquiatras del interior que ingresaban en el psicoanálisis comenzaron a desarrollar nuevas propuestas. El servicio de Mauricio Goldemberg en Lanús estaba integrado por reflexólogos, asimismo tenía lugar lo interaccional y, si bien había psicoanalistas y médicos psiquiatras, nunca 7 fueron mayoría. Este servicio atrajo a profesionales extranjeros que llegaban para formarse en otras líneas teóricas. Se habían creado ya las primeras carreras de terapia ocupacional, de asistente social. Todo este movimiento creaba expectativas de cambio en Argentina. Pero llega la dictadura de Onganía, la intervención de la universidad, los profesores de la facultad emigran y cierra la Universidad. Los militares no sabían que hacer con el Instituto Nacional de Salud Mental, nombran a un cirujano el Coronel Estévez para encargarse del Instituto, quien convoca, a un grupo de personas provenientes de distintos países y desarrollan un plan de Salud Mental, el del año 67, el primero de Argentina. El dispositivo creado es el de comunidades terapéuticas, basándose en las recomendaciones de la OMS. Se organizan a lo largo del territorio, con una modalidad democrática que suponía la participación del paciente en recuperación, pero a la hora de querer abandonar el lugar, no se le permitía la salida, por lo tanto bajo la apariencia de ser una modalidad diferente, perduraba el modelo tradicional de encierro. Aun así, en ese año se crea el Plan de Salud de la Universidad de Buenos Aires, con características progresista promoviendo la instalación de servicios de psicopatología en hospitales psiquiátricos, impulsado este movimiento por Mauricio Goldemberg y con el apoyo de los psicoanalistas de APA, logra la instalación de servicios y la creación de dos centros de salud mental. Merece un párrafo aparte la experiencia de comunidad terapéutica intramural desarrollado por el Dr. Raul Camino en Entre Ríos entre 1967 / 1976 quien siguió los principios de Maxwell Jones adaptados a la realidad del momento. No trabajó con profesionales sino con personal que él mismo se encargó de capacitar en forma constante. Organizó una estructura social comunitaria basada 8 en la igualdad entre los “pacientes” y el personal. Incluyó al personal administrativo y de mantenimiento. La modalidad de trabajo era de asambleas comunitarias masivas y abiertas; que eran el encuentro en tiempo y espacio de todos los miembros de la institución y donde se llevaban todas las cosas vividas en la comunidad. A estas asambleas podían ir visitas, personas del pueblo y familiares. Se realizaban 3 veces por semana y duraban 2 hs o más. En estas se fue formando la “cultura terapéutica”. También se le dio énfasis a la rehabilitación laboral. Los pacientes participaban en todos los sistemas del hospital. Tenían posibilidad de salir al pueblo y participar de diferentes actividades. El cambio generado a partir de los 70 en las prácticas de salud mental ha sido de gran impacto para el paciente, la familia, y para la comunidad, es una alternativa muy diferente con respecto a la vieja modalidad: alguien consulta luego de un episodio, es observado por un médico que decidirá a partir de un diagnóstico, si se queda en el lugar o se va, sin posibilidad de hablar y ser escuchado, cuya única opción de tratamiento es la internación. Con la vuelta de la democracia en 1983 se convoca a una reunión de alcance nacional a todos los trabajadores de la salud mental, para no perder el terreno ya ganado, y darle continuidad. En 1993, tiene lugar en la provincia de San Luis, bajo la dirección del Dr. Jorge Luis Pellegrini una experiencia de transformación institucional en la que se pasó de un tipo de hospital psiquiátrico clásico a un hospital con participación democrática. Se decidió no internar a pacientes cronificados y sacar el hospital a la calle. Toda esta transformación se llevaría a cabo con el mismo personal que había trabajado en el modelo clásico y durante muchos años. El Dr. Pellegrini argumentaba que la enfermedad mental no necesariamente tendería a cronificarse sino que dependía de su tratamiento. Confiaba en las técnicas psicoterapéuticas, psicofarmacológicas, las terapias grupales, etc. Las internaciones no deberían superar los 20 días. “Salir a la calle 9 donde la enfermedad se produce no donde va a parar … La institución nunca había ayudado a los familiares a ayudar, porque los había dejado del otro lado de la puerta. … Los manicomios van despojando a las personas de todo lo que pueden decidir libremente, los internos no deciden el horario en que se levantan o se acuestan, la ropa que usan, el largo del pelo que tienen, no deciden nada. Se van volviendo dependientes, se van institucionalizando, de modo que cada día que pasa suma dificultades para la reinserción social. “(Dr. Jorge L. Pellegrini). En su modalidad de abordaje se propuso disminuir la medicación, propiciar las salidas de la institución; reinsertarlos en la sociedad construyendo un sistema de puntos de apoyo social; muchos fueron atendidos en forma domiciliaria; para otros se generó un sistema de familias sustitutas que los acogían. En 1997 se transformó un hospital monovalente en polivalente. Desde 1998 los pacientes en crisis comienzan a internarse con su familia e inician una terapia familiar en plena crisis, situación que permite comprender dinámicas familiares. A partir de la nueva ley hay un cambio de escena Si bien a lo largo de la historia se desarrollaron practicas tendientes a humanizar el tratamiento del padecimiento mental, la nueva legislación da un salto cualitativo en tanto y en cuanto los avala jurídicamente y facilita la implementación de dispositivos y nuevas modalidades como por ejemplo la atención domiciliaria, en consonancia con la convicción de que el restablecimiento de la salud es posible dentro del ámbito social y en pleno ejercicio de la libertad. Como sostiene el Dr. Emiliano Galende “…quienes trabajamos en el área de la salud mental no tenemos que olvidar algo que es clave: todo lo que llamamos enfermedad mental comienza con la pérdida de capacidades sociales para poder integrarse a un mundo simbólico, de participar de los intercambios culturales, económicos y sociales, entre otros.” En esta Ley se parte de la presunción de capacidad de la persona; se incluyen las adicciones dentro de las políticas de la salud mental y la existencia de diagnóstico no nos presume riesgo de daño ni incapacidad. 10 Queda prohibida la creación de nuevos manicomios o instituciones monovalentes promoviéndose dispositivos alternativos como hospitales de día; casas de convivencia etc. Las instituciones existentes deben ir adaptándose a los objetivos y principios de esta ley hasta la sustitución definitiva. Las internaciones, que se harán en hospitales generales; deberán ser voluntarias; previo “consentimiento informado” a la persona y serán un recurso terapéutico de la mayor brevedad posible y de uso restrictivo solo para cuando sea más beneficioso que el realizado dentro del entorno familiar. En todo momento se promoverá el mantenimiento de los lazos familiares, de afectos, laborales y sociales como el resguardo de su identidad En el caso de internaciones involuntarias requerirán de una evaluación interdisciplinaria firmada por dos de los profesionales intervinientes uno de los cuales será el psicólogo o el psiquiatra para la posterior autorización del Juez a quien se le ha suprimido la posibilidad de ordenar internaciones como de autorizar las altas. También, las internaciones involuntarias, quedan restringidas y sujetas a control por un órgano de revisión en el que participarán organismos de derechos humanos. El período de este tipo de internación esta acotado en 90 días siendo sujeto a nuevas evaluaciones por el órgano de revisión que en caso de desacuerdo concluirán con la libertad de la persona. Se modifica el Código Civil para impedir las internaciones de personas por su “peligrosidad”; concepto que anteriormente obedecía a la noción de “peligrosidad para sí o para terceros”, por la constatación de “riesgo cierto e inminente”. También el sistema de inhabilitaciones que hacía que la persona perdiera para siempre todos sus derechos y la capacidad para administrar sus bienes; ahora “no podrá extenderse por más de tres años y deberá especificar las 11 funciones y actos que se limitan, procurando que la afectación de la autonomía personal sea la menor posible”. Además los asistidos, sus abogados o familiares tienen derecho a acceder a las historias clínicas y a tomar decisiones relacionadas con su tratamiento”. Al mismo tiempo los profesionales y empleados en instituciones psiquiátricas serán “responsables de informar, al juez y al órgano de revisión, sobre cualquier trato indigno o inhumano”. El órgano de revisión estará formado por representantes de asociaciones de usuarios y familiares, de los profesionales y otros trabajadores de la salud, de organizaciones de defensa de los derechos humanos, de las defensorías oficiales y del Poder Ejecutivo. Sus funciones incluirán “supervisar de oficio o por denuncia de particulares las condiciones de internaciones por salud mental en el ámbito público y privado”. La ley también ordena realizar un censo nacional de las personas internadas en instituciones públicas y privadas. Dedicamos este apartado a la descripción del dispositivo de atención domiciliaria, modalidad que, si bien ya ha sido implementada, hoy está legitimada por la ley. Nuestro especial interés en el dispositivo reside en que su principal propósito es preservar los vínculos con familiares y amigos, evitando el aislamiento y la privación respecto de hábitos cotidianos, además facilitando a futuro, la reinserción social una vez finalizada la internación. La atención domiciliaria se convierte en una alternativa que hace posible poner fin a la manicomialización y a las internaciones que se eternizan en el tiempo, uno de los objetivo de la ley 26657. Este nuevo recurso le permite restablecer su salud en un clima de libertad que no lo “objetiviza” y deshumaniza. La institución despoja a las personas de todo lo que pueden decidir libremente, en cuanto horario ( a qué hora se acuesta , a qué hora se levanta), a la vestimenta, a la apariencia de su cabello, entre otras cuestiones, lo que favorece la dependencia y va “institucionalizando” 12 a la persona. Por tanto se torna imprescindible generar este tipo de espacios que se asemejan lo más posible a la comunidad y a la vida social real. Habitualmente está pensada para desarrollarse en el domicilio de la persona y con su grupo familiar, lo cual implica para cada integrante la aceptación de las modificaciones que sufrirá su espacio al transformarse en un lugar disponible para el tratamiento, por un lado, y por otro, para la participación más o menos activa en el tratamiento. Asimismo puede tener lugar en un domicilio especialmente preparado para ello, el que será habitado solo por la persona tratada y los integrantes del equipo. El equipo tratante está integrado por un psicoterapeuta, un médico para la administración de la medicación, enfermeros, en caso de que la medicación no sea por vía oral, un operador terapéutico que diseñará los aspectos organizativos y normativos, un trabajador social que promoverá la inserción en el contexto social de la persona y acompañantes terapéuticos que funcionarán, en los diferentes momentos del proceso, como punto de apoyo del dispositivo. Dice Emiliano Galende…“El problema no es estrictamente psicopatológico, lo que está en riesgo es la capacidad subjetiva de esa persona de subsistir en un medio social. Esa capacidad de subsistencia, de desarrollar su vida en un medio social, también está en relación con los recursos que esa persona pueda encontrar en el ámbito de la salud mental. En ese sentido ningún trastorno se limita a la sintomatología propia del sujeto que lo padece, dado que provoca además un desorden en todos los ámbitos de su vida social, de sus relaciones familiares, de trabajo, compañeros, amigos, incluye su economía, su hábitat, es decir, una problemática compleja que incluye dimensiones sociales y a veces culturales más amplias. Esa complejidad implicaría que los recursos que hay que tener para atender también deben ser complejos.” 13 Para concluir, en este recorrido, hemos querido destacar que la Ley 26657; a través de sus principios promueve prácticas transformadoras y humanizadoras , aportando un enlace entre salud mental y derechos humanos en el contexto de la universalización del derecho a la salud , en la confluencia del desarrollo teórico, técnico y la decisión política para llevarlo a cabo legitimándolo a través de la ley. Este nuevo paradigma de la salud mental comprende principios planteados por Rogers cuando reconoce el poder de la persona en la toma de decisiones, de ser dueño de sí mismo y la capacidad de mantener su propia totalidad y salud. Donde el ser humano es básicamente digno de confianza, capaz de evaluar la situación; comprenderse a sí mismo en su contexto, de hacer elecciones constructivas de vida en base a sus elecciones. Otro hecho importante de esta Ley, a nuestro entender, es el lugar que se le otorga al psicólogo; en estos espacios que fueron propiedad exclusiva del médico. Carl Rogers en sus libros “El proceso de convertirse en persona” y en ¨La persona como centro¨ menciona las batallas libradas para el control jurídico del espacio de la psicoterapia. Aquí y ahora la ley le da un nuevo lugar en la toma de decisiones y en la posibilidad de dirigir instituciones de Salud Mental. 14 Bibliografía Carpintero, E. Vaine, A 2004. Las Huellas de la memoria tomo ll Ed. Psicoanálisis Sociedad y Cultura Derecho y salud. Internación domiciliaria: Abordaje de las crisis, externación y desmanicomialización. En http://mariacristinacortesi.blogspot.com/2011/08/la-internacion-domiciliariauna.html Galende, E. 1998 De un horizonte incierto. Buenos Aires. Paidós Label, H. 2003. El hospital psiquiátrico de San Luis: Una experiencia de transformación institucional dirigida por el Dr. Pellegrini. En Perspectivas Sistémicas, Nº 76. Goti, E. 1990. La comunidad terapéutica. Buenos Aires. Nueva Visión Laing, R. 1974 El yo dividido.Fondo de cultura econcomica May, R. 1985 La psicología y el dilema del hombre. Buenos Aires. Gedisa Szasz, T.1976. Ideología y salud mental. Buenos Aires. Amorrortu. Szasz, T. 1982 .El mito de la enfermedad mental. Buenos Aires. Amorrortu Vilanova, A. 1990. Historia de la Psicología Clínica. En Boletín Argentino de Psicología, III, (6), 7-19. Vilanova, A. 1993. La formación de Psicólogos en Ibero América. 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