LA BELLEZA OPRESORA Cánones estéticos de otras culturas nos escandalizan, mientras nuestra sociedad se ve inmersa en un modelo opresor que afecta a nuestra sexualidad por miedo al rechazo, a no sentirse deseables. Cuando llega el verano se aligeran las ropas que nos protegen del frío y también de nuestros complejos corporales. Nuestro cuerpo queda expuesto a las miradas de los demás. La playa y la piscina no admiten muchos tapujos. Muchas personas se resignan y dejan a un lado las imposiciones estéticas, pero otras se someten a dietas o a otros métodos más contundentes para encarar mejor las desnudeces. Finalmente, la historia no suele tener un final feliz, y puede repetirse compulsivamente cada año. Esta situación es sólo la punta del iceberg de los problemas que en nuestra sociedad producen las exigencias de un modelo estético dominante que nos castiga y penaliza sin compasión a la mayoría. Un modelo estético que se lleva la palma del mundo en crueldad y como instrumento represor de la sexualidad y de la mujer. Al norte de la península indochina, entre Myanmar (Birmania) y Tailandia, vive un pueblo: los padaungs. Sus mujeres son conocidas como “las mujeres jirafa”. Su belleza se mide por el número de anillos que tienen alrededor del cuello. Los padaungs insertan anillos metálicos en el cuello de las niñas, que se van alargando progresivamente de forma cruel y artificial. Desde que hace 300 años los hombres tomaron el poder en la sociedad padaung, cuando una mujer comete adulterio le retiran los anillos, dejándole impedida, con la amenaza permanente de fractura en su columna cervical. Estas imposiciones estéticas pueden parecernos terribles; pero si reflexionamos sobre las nuestras, las de los padaungs son una pequeñez. Podríamos hacer un paseo a través de otras culturas y sería difícil encontrar una estética tan cruel y restrictiva como la nuestra, sobre todo con la mujer. Cierto es que algunas partes del cuerpo son alteradas en algunas culturas, como en el caso del empequeñecimiento de los pies de las mujeres chinas o la inserción de enormes discos labiales en las mujeres saras, de la región de Ubangui - Cari, en África. Pero en nuestra cultura, prácticamente todas las partes del cuerpo, y el cuerpo en su totalidad, pueden verse implicados. Liposucciones, ¨liftings¨, siliconas, distas peligrosas, tatuajes, ¨piercings¨, depilaciones dolorosas, bronceados compulsivos... La piel sensible, agredida y maltratada; el cuerpo ávido de placer, sometido a torturas sin fin; la mente creadora, esclava de una obsesión absurda y compulsiva: la atracción sexual, reducida a una mera apariencia. Y además, todo para casi nada. Ser guapos o guapas es una tarea imposible para la mayoría, porque nuestra estética, la que nos hemos impuesto, es tan restrictiva que cualquier motivo puede significar un grave obstáculo. Esta obsesión por un modelo estético prácticamente inalcanzable produce problemas muy graves, como la anorexia nerviosa; pero sobre todo, lo que supone es un importante golpe a la autoestima. Y sobre la vida sexual ejerce una forma muy sutil y muy cruel de represión y de discriminación, porque deja directamente fuera del mercado a muchas personas, y a otras les impulsa a la autoexclusión, lo cual suele ser más cruel, porque las primeras ya han tirado la toalla, pero para las que no se alejan tanto del modelo puede ser parecido a lo del palo y la zanahoria. De hecho, en los muchos talleres de dinámica corporal que se realizan actualmente, las personas más cercanas a la belleza oficialmente instituida se han mostrado más descontentas con su cuerpo y con más complejos que las demás. Los complejos más frecuentes suelen estar referidos a los pechos y a las caderas, en las mujeres, y al pene y la barriga, en los hombres. Aunque el resto del cuerpo tampoco se libra, y las consecuencias para la sexualidad pueden ser importantes. Es frecuente el miedo al rechazo, por tanto, la evitación del cortejo y de la seducción. No aceptarse a sí mismo aumenta el miedo a no ser aceptado y fomenta el rechazo de las relaciones sexuales y de la sexualidad. Además, no sentirse deseable puede inhibir a su vez el deseo. En nuestra estética, solamente son oficialmente atractivas las personas delgadas y sin arrugas. Y a las mujeres se les exige los labios prominentes, los pechos turgentes, la ausencia de canas, etcétera. Porque el modelo es restrictivo con todos, pero bastante más con la mujer. Sin embargo últimamente los hombres llamados metrosexuales se han autoimpuesto un modelo igualmente alienante. Pero la sexualidad tiene que ver más con las capacidades comunicativas, las vivencias, la sensibilidad o los sentimientos que con las meras apariencias. Hay que reaccionar contra este modelo estético opresor y cruel para casi todos, que intenta alejarnos a unos de otros agudizando nuestros defectos físicos. DECÁLOGO PARA REBELARSE CONTRA LAS IMPOSICIONES ESTÉTICAS 1. Cultivar el gusto por la variedad: la perfección es aburrida. 2. La verdadera belleza esta en el interior. Los ojos son las ventanas a través de las cuales vemos lo que hay fuera, y también vemos lo que hay dentro. 3. El cuerpo es bello cuando es esbelto e igualmente bello cuando ofrece redondeces. 4. La belleza exultante de la juventud y la belleza serena de la madurez. Tanto monta, monta tanto. 5. La belleza física no es un seguro para obtener más placer ni más afecto de los demás. 6. El cuerpo agredido y la mente obsesionada son enemigos de la sexualidad. 7. Liposucciones, liftings y siliconas pueden cambiar la apariencia, pero no son un seguro para la felicidad. 8. La actitud suele impactar más que la apariencia física. 9. El maquillaje que embellece más es una sonrisa sincera. 10. Al mirarse al espejo por las mañanas, en lugar de mirarse las arrugas hay que pensar: ¡olé!, ¡lo que se va esta mañana a la calle! De otra manera: cultivar la autoestima y la aceptación de lo que somos.