PATRIMONIO RELIGIOSO CUBANO. REPORTE DE VISITA A LA IGLESIA ORTODOXA. AUTOR:

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PATRIMONIO RELIGIOSO CUBANO.
REPORTE DE VISITA A LA IGLESIA ORTODOXA.
AUTOR: DUWANE J. COATES.
V AÑO. ISA. 2010.
LICENCIATURA EN CONSERVACION Y RESTAURACION DE BIENES
MUEBLES.
Icono, representación pictórica de un santo o de otra figura sagrada, especialmente
en la Iglesia de Oriente. La palabra proviene del griego eikon, que significa
“parecido” o “semejanza”. Se considera que la imagen es sagrada y que ayuda a
establecer contacto con la figura que representa.
Después del siglo IV, el término se aplicaba a todo el arte religioso, incluyendo
mosaicos, relieves y pinturas, relacionado con la Iglesia cristiana primitiva (250600). En la actualidad el término se refiere a tablas de pequeño formato en las que
está representada la cabeza de Jesucristo, de la Virgen María o de otras figuras, casi
siempre en colores oscuros sobre un fondo dorado o adornado con piedras
preciosas.
De los iconos más antiguos pintados que han llegado hasta nosotros, destaca un
pequeño grupo de encáusticas sobre tabla de madera de los siglos VI y VII,
procedentes del monasterio de Santa Catalina en el monte Sinaí, que representan
rostros reales y naturales animados por grandes ojos y expresiones intensas. Se
realizaban pequeñas piezas destinadas a las devociones privadas, frecuentemente
en forma de miniaturas en mosaicos, como el San Juan Crisóstomo (principios del
siglo XIV) perteneciente a la Dumbarton Oaks Byzantine Collection de la ciudad de
Washington.
La iconoclasia, movimiento que se originó en el siglo VIII acarreó la destrucción de
gran parte del arte religioso de todo el mundo cristiano bizantino, y hasta el siglo
siguiente no recuperaron su antiguo lugar como objetos de culto. Los iconos
pintados representando a Jesucristo, a la Virgen y a varios santos —que con
frecuencia estaban colgados unos junto a otros en un iconostasio, o especie de
biombo— se convirtieron en las imágenes religiosas fundamentales de las iglesias
bizantina, ortodoxa griega y ortodoxa rusa. Para evitar que pudieran relacionarse
con objetos de idolatría, se creaban con un aspecto deliberadamente estilizado y
formal, dando mayor realce a su desapego del mundo que a los sentimientos o a la
sensiblería. Solían tener el fondo de pan de oro o de metal y se preferían los
dibujos muy geométricos —que subrayaban la angularidad o largas curvas
sinuosas. Si bien generalmente los pintores de iconos permanecían en el
anonimato, se conocen los nombres de dos de ellos, Teófanes el Griego y Andréi
Rublev. Estos artistas, que desarrollaron su actividad en Rusia a finales del siglo
XIV y principios del XV, son las figuras cumbres de este género y sus obras son
una combinación de gracia espiritual y de perfección técnica difícil de igualar.
El arte religioso del cristianismo ortodoxo supone una forma de confesión de fe a
través de la representación pictórica y una vía para lograr tener una experiencia
religiosa. Se considera que este arte resulta inseparable de la tradición litúrgica.
La función principal de estas imágenes religiosas, denominadas iconos (sin
precedentes en otras tradiciones cristianas), fue definida tras finalizar el
movimiento iconoclasta bizantino en el 843. Los iconoclastas se acogían a la
prohibición del Antiguo Testamento de adorar imágenes grabadas y rechazaban
los iconos por considerarlos ídolos. Por su parte, los teólogos ortodoxos basaban
sus argumentos en la específica doctrina de Cristo que se refiere a la encarnación:
en efecto, Dios es, en su esencia, invisible e indescriptible, pero cuando el Hijo de
Dios se hizo hombre, de forma voluntaria asumió todas las características de la
naturaleza creada, incluyendo el hecho de poder ser descrito. Por eso, las imágenes
de Cristo como hombre confirman la encarnación de Dios.
Considerando que la vida divina resplandece por medio de la humanidad de
Cristo, resucitada y gloriosa, la función del artista consiste en lograr comunicar el
verdadero misterio de la fe cristiana a través del arte. Además, puesto que los
iconos representan a Cristo y a los santos, aportan un contacto personal directo con
la persona santa en ellos representada, por lo que estas imágenes deben ser objeto
de veneración (proskynesis), concepto diferente al de culto (latreia) que es dirigido
sólo a Dios. El triunfo de esta concepción teológica sobre la iconoclasia consiguió
que se expandiera en gran medida el uso de la iconografía en el ámbito de la
Iglesia ortodoxa; también significó una fuente de inspiración para grandes
pintores, la mayoría de los cuales trabajó en el anonimato. Algunos de estos
trabajos alcanzaron un gran valor, tanto espiritual como artístico.
Los iconos que se encuentran en la Iglesia Ortodoxa situada en los jardines del
Convento de San Francisco de Asís, en La Habana Vieja, se encuentran en muy
buen estado de conservación, a pesar de encontrarse en un ambiente tan hostil por
su cercanía a la Bahía de la Habana. Tengo que añadir que el local se encuentra
climatizado, por lo que favorece en gran medida a su conservación.
Este tipo de piezas por lo general se encuentran sobre soportes de madera, por lo
que a la hora de asumir una restauración esto se debe tener en cuenta. Además,
estas llevan una preparación sobre el anverso, generalmente de tela aunque
también se ha encontrado pergamino. Después llevan varias capas de preparación
de yeso con cola, y finalmente, la capa pictórica. Si la pintura lleva pan de oro,
llevara además, una capa de bol en las zonas a dorar.
Las alteraciones que presentan las pinturas sobre tablas pueden darse por el
soporte (degradación de la madera), las capas de preparación, o la capa pictórica.
La madera puede presentar deformaciones como alabeamientos, problemas en los
travesaños, o dificultades por el ataque de insectos y hongos. En primer lugar es
necesario determinar las causas y estudiar la estructura de las piezas. Antes de
cualquier tratamiento en el soporte la capa pictórica se debe proteger con un
empapelado o cartonaje. Las fisuras, grietas o fendas se deben limpiar para evitar
que se conviertan en focos de microorganismos.
Las preparaciones pueden ser estudiadas por radiografías, que permiten identificar
las zonas con tela o estopa y los clavos que, en muchos casos provocan importantes
alteraciones por su hinchamiento a causa de la corrosión. Las fijaciones de la capa
de preparación, se suelen realizar con colas afines a las originales, por
impregnación o inyección, y con por calor o peso.
En relación con la capa pictórica, se aplican los tratamientos correspondientes a la
técnica empleada, temple, técnica mixta, oleo, y al dorado, teniendo siempre en
cuenta que , en gran parte, sus alteraciones son efecto de los problemas del soporte.
Es frecuente en la intervenciones de pintura sobre tabla, además de los
tratamientos fungicidas e insecticidas, la aplicación de consolidantes a la madera,
o protectores, con el objetivo de aislarla de la humedad, tales como ceras, resinas
naturales o sintéticas.
Las pinturas sobre tablas están consideradas objetos muy frágiles,
por su
antigüedad frecuentemente, pero sobre todo por la sensibilidad de sus materiales a
los cambios ambientales, por ello en muchos casos se instalan en vitrinas
climatizadas.
BIBLIOGRAFÍA.
Calvo, Ana, Conservación y Restauración. Materiales, técnicas y procedimientos.
De la A a la Z. Ediciones del Serbal, Barcelona, 1997.
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