El impresionismo y la intertextualidad en los capítulos de Doña Inés

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El impresionismo y la intertextualidad en los capítulos de Doña Inés
Hace tiempo cuando estuve leyendo a Doña Inés empecé a darme cuenta de la enorme
cantidad de referencias que Azorín utiliza de otros autores, ya sean escritores o pintores,
por eso consideré interesante comenzar a analizar este aspecto en la obra de Azorín.
Mi análisis se va a centrar exclusivamente en algunos de los capítulos de la novela que, a
mi parecer, expresan muy claramente esta intertextualidad (ya sea literaria o pictórica).
En Azorín se ha de destacar una característica común que está presente en la gran
mayoría de sus obras, y que no puede pasar por desapercibida para aquel lector que se
inicie en las lecturas de este escritor. Me refiero a los reflejos impresionistas que se
entrelazan entre los párrafos de sus novelas. Algunos críticos han sugerido emplear el
término impresionismo en la narrativa, dejando el concepto de simbolismo circunscrito a la
poesía. No obstante, se cree que en la narrativa, especialmente en el caso de Azorín,
existe una yuxtaposición de ambos movimientos que imposibilita el estudio por separado
de una u otra tendencia (Romero 30). Pero… los impresionistas literarios ¿ Estaban
intentando recrear los objetivos de los pintores? No existe evidencia de ello, lo que si que
se sabe es que los escritores empezaron a ver el impresionismo como un fenómeno
cultural” ( Stowell 47). Por impresionismo se ha de entender el "sistema pictórico y
escultórico que consiste en reproducir la naturaleza atendiendo más a la impresión que
nos produce que a ella misma en realidad" (Real Academia de la Lengua Española). Esta
es la idea que quiso plasmar Azorín en sus novelas, intentar transmitir a sus lectores lo
que pensaba en ese momento o lo que él quería que el lector pensase. Este último
propósito es el que se va a analizar en el trabajo. Estoy convencida que Azorín lo que
quería transmitir en sus novelas era esta doble intertextualidad. Él quería que sus novelas
no fueran sólo novelas literarias sino que fueran un poco más allá, es decir, que una frase
le llevase a otra novela o que un párrafo le llevase a la visualización de un cuadro. Estas
dos ideas las vamos a mostrar en este análisis con ejemplos puntuales y con referencias
explícitas.
Azorín hace uso de un lenguaje impresionista, para ello “abandona la estructura regular
de la frase y del período, destruye el orden lógico de la sintaxis evitando las conjunciones
subordinantes, y construye oraciones nominales en forma esquemática y dispersa. Este
tipo de estructuración hace que el lector recoja la narración, enfocando su atención en las
particularidades del cuadro total que quiere presentar el autor” (Romero 35).
Uno de los capítulos que se va a explorar en este análisis es El Retrato presentado en la
novela de Doña Inés. En este capitulo Azorín comienza mostrándonos una escena
gráfica:
“Taroncher está pintando el retrato de Doña Inés. Todos los días el pintor
viene por la mañana a casa de la dama. En una sala clara del piso principal,
Doña Inés permanece inmóvil durante una hora, con breves descansos, ante
el retratista. Don Pablo suele venir alguna vez y conversa con su sobrina y
con el pintor. Taroncher está dando los últimos retoques a su obra. Cada
día, cuando la labor termina, el pintor encierra en el armario el lienzo; no
permite tampoco Taroncher que nadie esté mirando su obra en tanto que él
pinta”.
Al leer esta cita lo primero que me vino a la memoria es un libro que leí no hace mucho
tiempo y que refleja exactamente la misma idea que Azorín quiere reflejar en este párrafo.
El ensayista pretende que el lector visualice la escena tal y como sucede diariamente, es
decir cada mañana se repite una misma acción y seguirá sucediendo hasta que el cuadro
esté terminado. Como decía anteriormente, este párrafo me hizo pensar en el libro The
picture of Dorian Gray escrito por Oscar Wilde. En el primer capítulo también se aprecia la
misma escena cuando Basil esta retratando a Dorian Gray:
“The painter had been busy mixing his colours and getting his brushes ready.
He was looking worried, and when he heard Lord Henry's last remark, he
glanced at him, hesitated for a moment, and then said, "Harry, I want to finish
this picture to-day. Would you think it awfull rude of me if I asked you to go
away?" Lord Henry smiled and looked at Dorian Gray."Am I to go, Mr. Gray?"
he asked.
"Oh, please don't, Lord Henry. I see that Basil is in one of his sulky moods,
and I can't bear him when he sulks. Besides, I want you to tell me why I
should not go in for philanthropy.”
En estas dos escenas que hemos presentado se puede ver la estrecha relación que existe
entre ambas. Cada una de ellas está describiendo una escena diferente pero al mismo
tiempo una misma escena. Esta es la idea que Azorín quiso mostrar en sus novelas y
vemos cómo Oscar Wilde también se aventuró a este tipo de recurso impresionista, por
tanto podemos decir que Oscar Wilde (1854 –1900) y Azorín (1904-1967) a pesar de
pertenecer a generaciones diferentes, se preocuparon por mostrar un visión impresionista
en sus novelas. Se ha de destacar que el impresionismo surgió en París en 1874, y que
Oscar Wilde escribió esta novela en 1917, por tanto no es arriesgado decir, que Wilde ya
conocía el impresionismo cuando escribió su novela.
Continuando con el análisis del capitulo El Retrato, se llega a otro de los puntos que
considero importante resaltar. Azorín dice en este capítulo:
- Muy bonito, Don Pablo; pero perdóneme; a mí no me gusta nada más que
Valencia.
Y Doña Inés:
-¿Y por qué no le gusta a usted nada más que Valencia, querido Taroncher?
-¡Por que Valencia es lo mejor de España!
-¿Y por qué es Valencia lo mejor de España?
Y el pintor, dando en su cuadro una briosa pincelada:
-¡Lo mejor de España y del mundo!.
La pregunta que ahora mismo se estará haciendo el lector es la misma pregunta que yo
me hice cuando leí por primera vez la novela: ¿Por qué Azorín en este capitulo que habla
sobre el retrato de Doña Inés, comienza a hablar sobre Valencia como la mejor ciudad de
España? No dudo que no lo sea, pero el hecho de que Azorín hable de Valencia de esta
manera tiene su explicación muy bien argumentada.
Azorín, como buen miembro de la generación del 98 sintió un gran amor hacia su tierra,
que no es otra sino Valencia. “Los escritores de la generación del 98 escriben empujados
por un profundo amor a España, a sus paisajes, a sus pueblos y a sus gentes” (Zardoya
16). Esta es la razón principal por la que Azorín decide incluir esta referencia de Valencia.
“Entre ellos emergió una honda, angustiada y obsesiva preocupación por España”
(Zardoya 13) y este profundo amor hacia las tierras españolas se reflejó en todas las
obras de cada uno de los escritores noventayochistas. En Azorín podemos ver que
“primero fueron los campos de Monóvar, de Yecla, la luminosidad valenciana; luego, en
eclosión entusiasta, el enfervorizado descubrimiento de Castilla. Azorín es, sin ningún
género de dudas, el escritor más español de su generación. Quizás, por eso, es también
uno de los más universales” (Tudela 39).
Tras este diálogo presentado acerca de la ciudad de Valencia, Azorín incluye unas
nuevas pinceladas acerca de su tierra. Incluye una descripción detallada de la mujer
valenciana, y como es ya normal en él, se puede apreciar que esta descripción está unida
a la visión de un cuadro impresionista.
“- Usted, amigo Don Pablo, ¿ha visto nunca una valenciana vestida de
negro? Que me perdone la señora; Doña Inés de Silva está por encima de
todo. Una valenciana vestida de negro es un prodigio. La tez es blanca,
marfileña, de una blancura mate, suave; las facciones son llenas, con
redondeces mórbidas; acaso en la blancura se advierten las ramificaciones
sutiles de las venillas azules. Y lo negro hace resaltar la blancura
maravillosa de esta piel y pone un poco de veladura melancólica en la
languidez de la mirada.”
Existe un pintor conocido por su pintura clásica española pero con influencias
impresionistas a causa de su formación en París, que responde fielmente a las
descripciones que Azorín hace acerca de la mujer valenciana. Me refiero a Ignacio
Zuloaga. Este pintor se caracteriza por pintar a las mujeres con vestidos negros, algunos
de los ejemplos que podemos destacar, entre otros, son el de Valentine Dethomas, el de
Clotilde con traje negro, el Retrato de doña Adela de Quintana Moreno, de Madame
Malinowska…
Todas estas mujeres fueron pintadas por Zuloaga de la misma manera en que Azorín
describe a las mujeres valencianas. ¿Podemos hablar de coincidencia entre el pintor y el
literato?. Hay críticos que afirman que Azorín conoció a Zuloaga en Segovia y esta puede
que sea la clave para esclarecer la razón por la cual existe tanta semejanza entre los dos
artistas. Lo que si que resulta claro es el carácter intertextual que existe entre ambos,
independientemente de si se llegaron a conocer o no en Segovia.
Azorín en El Retrato continúa con las referencias a Valencia, primero fue la ciudad, luego
la mujer valenciana y ahora diferentes lugares de la Valencia:
"- Sí, sí me gusta todo eso –replica el pintor-; pero, perdóneme usted,
señora; me gustan más la sequia de Vera, la Pechina, la Volta del Rosignol,
els Albres de Salvá".
Todas estas referencias son lugares que se encuentran en la ciudad de Valencia, por
ejemplo la Séquia de Vera es una acequia, de la partida rural de Vera, que es un ramal de
la séquia de Mestalla. La Pechina es una construcción ornamental en forma de concha de
grandes dimensiones, en el pretil derecho del río Turia cerca del jardín botánico,
construida en el siglo XVIII. Estuvo sepultada por los aluviones del río, pero hoy en día ha
sido recuperada y se puede apreciar en el cauce del río un concha de piedra de enormes
dimensiones. La Volta del Rosignol es una calleja que sale de las inmediaciones del
puente de la Trinidad y comienza en la calle de Alboraya. Els arbres de Salvá es una
pequeña alameda que había en el pretil derecho del Turia, junto a Montolivet.
Con todas estas referencias a lugares de la ciudad de Valencia vemos de nuevo el reflejo
de “estos escritores de la generación del 98, que recorren enamoradamente las tierras
españolas, se adentran en el espíritu de sus viejos pueblos y ciudades, penetran el
sentido de sus paisajes y conocen a sus hombres (Zardoya 13).
Continuando con la lectura de este capítulo se observa una nueva referencia a Valencia,
esta vez la referencia se centra en el cielo de Valencia, un cielo que ha sido descrito por
muchos escritores y pintado por muchos pintores.
“- ¿Ustedes han visto el cielo de Valencia en un atardecer de primavera, en
la huerta? Ese cielo es de un azul tan fino y tan pálido, que es casi imposible
copiarlo con colores”.
La última idea que se va a analizar en este capitulo de El Retrato traslada al lector de
nuevo a la obra de Oscar Wilde The Picture of Dorian Gray. En el capitulo de Azorín se
encuentra la siguiente referencia:
“El retrato está terminado. Doña Inés y Don Pablo van a poder contemplarlo.
El pintor se ha separado del caballete, y el caballero y la dama están frente
al retrato. Inés, en el retrato, tiene un vivo parecido con Doña Beatriz. […]
¿Existe el tiempo? ¿Quién era ella: Inés o Beatriz? Profundo silencio se ha
hecho durante un instante en la sala. Don Pablo comenzaba también a
sentirse preocupado. Una obsesión turbadora de su quietud –lo más
desagradable para él- se iniciaba en su espíritu.”
Esta última referencia intertextual esta estrechamente relacionada con la obra de Oscar
Wilde. Basil acaba también su retrato de Dorian Gray y tras observarlo se crea el mismo
silencio creado en Azorín.
“After about a quarter of an hour Hallward stopped painting, looked for a long
time at Dorian Gray, and then for a long time at the picture, biting the end of
one of his huge brushes and frowning. "It is quite finished," he cried at last,
and stooping down he wrote his name in long vermilion letters on the lefthand corner of the canvas. […] I am jealous of everything whose beauty
does not die. I am jealous of the portrait you have painted of me. Why should
it keep what I must lose? Every moment that passes takes something from
me, and gives something to it. […] As the door closed behind them, the
painter flung himself down on a sofa, and a look of pain came into his face”.
En estos dos textos que se acaban de presentar se van a destacar tres aspectos que
resultan comunes en las dos novelas. El primero de ellos es la semejanza de acciones; es
decir, en los dos fragmentos se describe a un pintor que ha terminado de retratar a un
personaje, en el primer caso a Doña Inés y en el segundo a Dorian Gray. Los dos
describen la misma acción, cuando el pintor termina el retrato los personajes que están en
la sala se acercan al caballete para observar la obra de arte. El segundo aspecto de
intertextualidad que se presenta entre las dos novelas es la idea del paso del tiempo, sin
embargo este paso del tiempo está expresado de diferente manera. Para Azorín el tiempo
parece como si no hubiera pasado “¿Existe el tiempo?”; sin embargo, para Wilde el
tiempo adquiere uno de los papeles más importantes en su novela “Every moment that
passes takes something from me, and gives something to it”.
El tercer y último aspecto intertextual de estos dos fragmentos se encuentra en las últimas
frases del capitulo. El silencio es la parte clave de la novela, y “es utilizado por el autor
para concentrar nuestra atención en el movimiento” (Montes 366).
Este silencio viene unido al desarrollo argumental de la novela; es decir, al final de las dos
novelas nos damos cuenta de la importancia de este aspecto. Pero…¿Por qué se produce
este silencio? “Todo retrato, al menos el logrado, no sólo debe presentar lo somático y lo
psicológico, sino es otra dimensión del hombre, la del espíritu, tan fundamental en el
artista. El retrato de un escritor debe llevar consigo, sobre las pigmentaciones de la carne
y la inefable huella del alma, los postulados de su estética” (Granell 27). Este es el
aspecto que los dos escritores han querido mostrar en sus novelas, han intentado
expresar en la literatura esa impresión que se pretende conseguir en la pintura,
concretamente en el retrato, y no es otra sino la unión del retrato pintado con el alma del
personaje.
No se puede acabar este ensayo sin mencionar otras nuevas referencias impresionistas
que puedan resultar interesantes para el lector. El capitulo titulado la carta es uno de los
ejemplos más característicos. En él se puede ver cómo Azorín ha sabido describir de una
manera muy gráfica un acto tan sencillo como es el de abrir una carta. Si nos imaginamos
esta escena tal y como nos la describe Azorín se puede apreciar una gran habilidad
expresiva.
Otra de las escenas impresionistas aparece en el capitulo titulado Aquelarre en Segovia.
En este capitulo se ha de destacar tanto el carácter impresionista de su escritura como la
intertextualidad que presenta con uno de los cuadros de Zuloaga titulado Las Brujas de
San Millán. La imagen que describe Azorín de las “viejecitas andorreras” coincide, en gran
medida, con el cuadro que Zuloaga pintó en 1907.
A lo largo de este análisis se ha intentado acercar al lector a un punto de vista diferente al
de la literatura; es decir, lo que se ha pretendido y a su vez conseguido es hacer que el
lector sea capaz de apreciar la obra de Azorín desde otro punto de vista diferente al de la
literatura. Si tras leer este análisis el lector comienza a leer a Azorín desde una nueva
perspectiva impresionista, me daré por satisfecha con este análisis que no ha pretendido
hacer otra cosa sino enfatizar la tendencia impresionista que muestra Azorín en sus
obras, al mismo tiempo que intentar intercalar referencias intertextuales con otras novelas.
Se ha dicho que Azorín muestra en sus novelas una tendencia impresionista, “el arte de
Azorín se ha nutrido de lo pintoresco en la Naturaleza y de lo pintoresco en la vida”
(Villaronga 39), de ahí el interés por acercar al lector esta perspectiva impresionista.
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