SEMBLANZA DE MI HERMANO MIGUEL ANGEL Santiago Maunez Vizcarrondo Mis padres, Juana Vizcarrondo Velázquez y Santiago Z. Maunez, tuvieron ocho hijos: seis varones y dos hembras. Yo fui el primero y Miguel Angel el tercero. Mi padre jamás usó el apellido de su padre el que convirtió simplemente en una Z. Por aquello de Zenón. Mi hermano Miguel Angel quiso diferir y, eventualmente, uso el apellido que mi abuela había despreciado. Eso significó poco entre nosotros. Miguel, como siempre le llamamos, desde muy niño demostró interés por la música especialmente el piano que mi tía Carmen tocaba todos los días temprano desde por la mañana en nuestra casa en la calle Esmeralda Número 10 donde nacimos los ocho hermanos. Cruzando la calle estaba la pequeña casa de mi abuela, doña Eleuteria Maunez, donde vivía la familia Peña-Plaza o sea el Maestro Juan Peña Reyes, su esposa doña Berta Plaza y sus 7 hijos. Angel “Lito” Peña era el mayor de los varones y ya sabía tocar piano. Mi hermano Miguel estudió solfeo cantado con el Maestro Peña como era la costumbre en aquellos tiempos y piano con Lito Peña. Luego, para ampliar sus conocimientos de técnica, estudió con doña Carmen Fulladosa empezando con los estudios de Stamati y Czerny. A la misma vez estudió con el Maestro Peña su primer instrumento de viento y pistones el onobeno y el trombón de vara que más tarde usaría como su instrumento en bandas militares. Como a los 15 años continuó estudios de piano más avanzados con don Enrique Pedreira, que para mi opinión era el mejor ejecutante de la danza puertorriqueña. Antes de cumplir los 18 años y siendo miembro de una orquesta de baile de Mayagüez, le convencieron para que ingresara al ejército de los Estados Unidos, cuando se le estaba diligenciando una beca con don Ernesto Ramos Antonini para estudiar en la Sorbona de París con el gran pianista Alfredo Cortót, socio de don Pablo Casals. Esto es lo que alguien llamó errores de juventud pero que le dieron otra mirada al mundo que desde Humacao no tenía. En el ejercito se distinguió como un excelente músico del trombón de vara pero continuó sus prácticas del piano que era su instrumento favorito. Estando en la Zona del canal de Panamá contrajo matrimonio con la panameña Rosa Castillo y tuvo tres hijos Carlos, Cesar y Teresa. Allí conoció al eminente músico español Manuel Fuster con quien hizo una gran amistad y le ayudó mucho a mejorar su estilo y sus conocimientos musicales. Luego le transfieren a Clark Ville Tennesi donde conoció a la eminente pianista Virginia Clinton, durante los años en que Martin Luther King estaba luchando por los derechos de los negros norteamericanos. La vida militar de mi hermano Miguel continúa con todos sus avatares de aquí y de allá y le transfieren a Alaska donde se conecta con el cura de la iglesia católica que, según Miguel era un verdadero “ají”, o sea demasiado estricto. El caso es que Miguel tocaba el órgano durante cuatro misas dominicales, con posibilidades muy religiosas. El Padre Rivera le había bautizado en Humacao siendo aún muy niño y había estudiado en la Academia San José sus primeros grados. Pero Miguel siempre tuvo una mente muy liberal, tocaba para diferentes iglesias donde siempre le pagaban excelentemente apreciando su arte musical. Miguel me dijo que un día, el cura católico al que él consideraba una “ají”, le convenció para que le acompañara al club de oficiales a tomarse unos refrescos como amigos, lo que Miguel aceptó. Cuando Miguel entró al club de oficiales le recibió el capellán muy amigable pero, de tal modo, que Miguel no pudo retroceder, y le llevó a una mesa donde estaba el cura “ají” junto otros oficiales. Allí, de donde no podía escapar y salir inmediatamente, tuvo que sentarse. Le hicieron un gran reconocimiento por su aportación artística durante las misas, delante de tanta gente, imagínenselo. Me escribió sede Alaska, y me pidió que cuando fuéramos, Josefina y yo, a España, en el 1969, investigara como era el ambiente en el Conservatorio de Madrid y así lo hice. Es que ya tenía planes de retirarse del ejercito. Recuerdo que cuando entré al Conservatorio alguien tocaba al piano el Concierto de Von Weber, el mismo que aprendió con don Enrique Pedreira y que luego no quiso tocarlo públicamente. Así es la vida. Eventualmente se licenció del ejercito jubilándose con honores e ingresó en el Conservatorio de Puerto Rico estudiando piano con Narciso Figueroa y codeándose con Sanromá quien le dijo que a los 40 años ya estaba viejo para ser concertista porque No memorizaría debidamente. Algunos maestros no saben como estimular a los estudiantes, sin importar edades. Participó como pianista acompañante durante una presentación ante varios maestros del Conservatorio donde se encontraba don Pablo Casal, esa vez de acompañante de su buen amigo el ex juez Luis Felipe Mojica, al que cariñosamente llamamos Brigo. También fue pianista acompañante durante las clases de canto que daban las distinguidas sopranos puertorriqueñas María Esther Robles, Olga Iglesias Y Raquel Gandía. Sin embargo en el Conservatorio se recibió con honores como maestro de música y no como pianista. El “sistema” le forzó a irse a la UPR a terminar el bachillerato regular para trabajar como maestro de música en la Escuela Libre de Música de Caguas de donde también se jubiló. Esa es la mentalidad de nuestro Departamento de Educación y del Conservatorio. Mi hermano Miguel ha vivido una vida muy interesante que no puedo describir en estas paginas para no cansarles. Se divorció, de su primera esposa manteniendo siempre buenas relaciones con su familia. Se casó con la maestra Myrna Pérez y tuvo dos hijos que viven con él. Fue arreglista y tocaba las claves en la Orquesta de cuerdas Paquito López Cruz que dirige Myrna Pérez. Actualmente está retirado en su casa en la Calle del Sol en Yabucoa, desde donde admira la salida del sol casi todos los días y rememora sus hazañas y andanzas musicales. Entre tiempo toca el órgano de la iglesia católica Dulce Nombre de Jesús en Humacao la iglesia donde su padrino el Padre Rivera ofició por 25 años. Debo decir, ante el fallecimiento de nuestro gran bailarín y coreógrafo internacional Doctor Honris Causa José Parés, mi hermano Miguel fue su primer pianista cuando eran muchachos allá en la casa del distinguido humacaeño y flautista don Víctor Hernández Peña.