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UNA MIRADA DESDE EL INFIERNO
Ramón Guzmán Ramos
El presente texto fue leído
en ocasión de la presentación de la novela “Descifrar tu Mirada”,
de los autores Miguel Escobar Guerrero,
Merary Vieyra Carmona, Mayra Silva Estrada y Cora Jiménez Narcia,
el 4 de marzo pasado
en el auditorio de la Sección XVIII del SNTE.
1. Eros y Tánatos
Hay signos que marcan de manera profunda las épocas de la historia. No es
exagerado decir que el tiempo que estamos viviendo en México es el de la muerte.
Me refiero a la muerte como una pulsión que nace en algún lugar oscuro del
corazón humano y se convierte en acción destructora, en una fuerza ciega que
todo lo arrasa sin apelación alguna. Es como si la barbarie estuviera triunfando
sobre la civilización. No hay sistema que sea capaz de mantener su cohesión, los
controles sobre sí mismo y sobre los demás. Lo que tenemos es la desarticulación
y la dispersión caótica de los elementos que constituyen el organismo social. Los
demonios han quedado sueltos y actúan por su cuenta, sin responder a nada que
no sea el fortalecimiento de este círculo infernal.
Pero aun en las circunstancias extremas, en eso que suele llamarse las
situaciones límite, que es la línea que define la frontera entre lo primitivo y lo
civilizado, la vida resiste y encuentra su camino. No sólo la vida como condición
biológica, como instinto de sobrevivencia, sino como una orientación creativa, de
realización y satisfacción humanas. Es Eros, el dios del amor, la pulsión contraria
que se alimenta de la luz del día, de la vastedad de horizontes, de los mundos que
inventamos como una alternativa a esta realidad de oprobio que nos tiene
prisioneros, que se levanta sobre las sombras para mostrar el esplendor que
irradia de la vida. Eros y Tánatos. La pulsión de vida y la pulsión de muerte. La
lucha entre dos contrarios que en este mundo que tenemos no se excluyen
mutuamente.
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La vida y la muerte son componentes del mismo proceso. Todos sabemos que
vamos a morir. Es la conciencia de la muerte lo que, precisamente, hace que
tengamos una concepción trascendental de la vida. La orientación natural es a
permanecer. Y son las obras, la construcción de las culturas, lo que nos vuelve
eternos, lo que hace posible la posteridad. En un proceso así es posible ver a la
muerte como algo natural. La muerte se deja impregnar de la trascendencia y el
esplendor de la vida, sobre todo cuando la vida, como bien lo dejó registrado Erich
Fromm, ha seguido una orientación constructiva, creadora. Cuando la vida se vive
con conocimiento y con una práctica de trascendencia, la muerte no puede ser
vista con horror, como un rechazo o como una fascinación de carácter patológico.
Exactamente como sucede ahora.
La idea de que un mundo distinto es posible parte de una circunstancia específica:
estamos sometidos bajo un sistema que no sólo inhibe sino que sofoca, incluso
con violencia, la pulsión de vida, la tendencia natural hacia la realización humana.
En este mundo que tenemos la dicha es sólo una ilusión. Pero hay un grado
importante de satisfacción en la lucha por construir ese otro mundo donde
podamos caber todos con las mismas oportunidades. La dicha plena no existe. Lo
que tenemos es un proceso desigual de apertura y seguimiento de caminos, un
horizonte que nos motiva con su luz, con su vastedad profunda. La alegría tiene
que ver con los logros que vamos obteniendo, pero también nos puede sorprender
el horror. Por eso, en esta etapa oscura que atravesamos lo que realmente vale es
la lucha, la disposición a mantener el esfuerzo a pesar de todo, la conciencia
lúcida de la realidad, el descubrimiento de su potencial de cambio, la visión de la
utopía igualitaria.
2. Los signos confusos de tu mirada
Es lo que le sucede a Lisa. Su compromiso visceral con las causas sociales, sobre
todo con la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, la de los zapatistas de
Marcos, el subcomandante, la lleva por un camino donde lo que prevalece es la
pulsión de vida, incluso cuando la muerte, o precisamente por eso, llega a ser una
presencia constante, una sombra que no se desea pero que tampoco se teme, no
al menos con esa otra pulsión que es su contrario irreconciliable. Lisa anda por el
mundo con la mirada puesta en un horizonte que muchos comparten. Hay un
entusiasmo juvenil en su entrega que se contagia. Es con lo que alimenta también
el amor que siente por Marcos, el otro, el profesor universitario que se plantea
hacer una lectura profunda de la realidad desde el aula. Digamos que Lisa, en
esta etapa de su vida, sabe disfrutar de sus acciones: el amor erótico por Marcos,
el profesor, y el amor a la causa de Marcos, ese Marcos que somos todos, el
Marcos de Chiapas y de los mundos intergalácticos, el de mandar obedeciendo.
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Pero el subcomandante Marcos lleva consigo, a lo largo de su Otra Campaña, un
signo de vida que muchos se proponen invertir. Es en Atenco donde se abre un
hoyo al infierno. Y por allí cae Lisa en su intento por conseguir medicinas para
atender a uno de los heridos. Las mujeres, llegó a decir el Delegado Zero, se
convirtieron en botín de guerra en ese ataque brutal contra los habitantes de este
pueblo heroico. Los agentes policíacos no sólo las reprimieron con saña, como lo
hicieron con todos los demás, sino que a ellas les infringieron otra humillación, una
que es propia de mujer: la violación sexual, la denigración brutal del cuerpo y el
asesinato del alma, con todas las modalidades que se le pudieran ocurrir a la
mente más enferma del planeta, a los súbditos febriles de Tánatos. Marcos, el
otro, el amante que hace de la nostalgia un alimento vigoroso para la memoria,
para la reconstrucción de la vida, se propone llenar la distancia, la separación, la
pérdida involuntaria, la tragedia personal que se vuelve tragedia de muchos, con la
evocación, con la búsqueda irrenunciable, con el lenguaje que es recuperación de
la realidad.
Y lo hace. Obra el milagro. Es con su amor en efervescencia constante, con la
solidaridad humana de los compañeros y compañeras con que Lisa ha compartido
la lucha, que logra salir del infierno y recuperarse para la vida, para Eros, para la
sensualidad vuelta a ser el jardín de su piel. La lección no puede ser más obvia.
Primero es la conciencia del mundo en que vivimos, el darnos cuenta de que éste
no es el mundo que merecemos; y luego la voluntad y la convicción de pertenecer
al movimiento que se propone transformarlo, hacerlo otro, donde todos tengamos
un lugar para compartir la vida; y la lucha directa, la acción transformadora, que
educa a las masas y nos educa a todos, que nos convierte en objeto y en sujeto
de nuestro propio destino. Lisa conoce el infierno por amor, y es por amor que
logra sobrevivirlo. Hay también infiernos interiores que se pegan al alma para
corroerla, para hacerla sucumbir. Lisa se refugió en una cueva oscura y profunda
para que el infierno no la alcanzara, aunque iba con ella. Pero no podía haber
lugar dónde conseguir amparo. Era necesario llevarle la luz. Fue lo que hizo
Marcos, su amante irrenunciable.
No siempre los dramas y las tragedias de la lucha social terminan así. Hay cientos,
miles de historias que siguen abiertas, que mantienen abierta la herida, tanto en la
memoria de los otros, los que quedaron desprendidos, como en la memoria
histórica. El camino hacia la liberación está empedrado con los huesos y la sangre
de todos los que han caído, de los que se han podido recuperar, como Lisa, y de
los que no han vuelto del infierno, de ese mundo de sombras que domina la
época. Pero no tenemos más remedio que la persistencia. El horizonte no se
puede quedar allí para siempre. Es necesario que abramos caminos cada vez más
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anchos para conectarlos. Porque de pronto cae la noche oscura y nos hunde en
una época de horror, donde Tánatos impone su trono y su dominio, cubriéndolo
todo con su sombra deletérea.
3. Novela de tesis
Descifrar tu Mirada es una novela de tesis. Es obvio que el autor, o mejor dicho los
autores, se proponen mostrar y demostrar, a través de sus personajes, una idea
del mundo tal como lo tenemos, y la necesidad de transformarlo en el sentido que
los propios personajes plantean. El mundo de la novela se ve a través del cristal
de una ideología específica, la de la lucha de clases, y de una teoría sobre el
comportamiento humano: el psicoanálisis. Se llega a la redención a través del
sufrimiento, del horror, de la violencia extrema. Los luchadores sociales escalan
niveles superiores de heroísmo. Son capaces de sacrificarlo todo en aras de sus
ideales, de esa visión utópica de una realidad que aún no es, que pertenece a otro
tiempo. Por una causa así es justo ofrendarse como prenda de sacrificio. El amor
nos salva de nuestros propios infiernos. Hay que luchar para cambiar el mundo y
podamos tener condiciones para que la dicha que nos merecemos desde ahora
sea plena y para todos.
Uno de los géneros más difíciles de lograr es precisamente éste. La novela
reflexiva sustituye la acción por la idea, por el argumento, por la razón. Los
personajes suelen ser marionetas en manos de su titiritero. Han de actuar en
función de lo que el autor presupone y determina. Carecen de la libertad que hace
de los personajes criaturas de carne y hueso, seres verosímiles sujetos a las
contradicciones propias del ser humano. En este caso son personajes que
encarnan la ideología del autor. No se atreven, por ejemplo, a asumir una actitud
crítica ante su propia causa, ante el movimiento con el que comulgan. No una
crítica, por supuesto, que justifique lo injustificable: la pulsión de muerte y el
horror, sino que muestre las contradicciones de un movimiento que se fue
reduciendo a su mínima expresión. La literatura es invención de realidades. Es por
ello que resulta tan subversiva. Al mostrarnos la realidad tal como es, la niega y
muestra la necesidad de una realidad diferente. El verdadero drama se encuentra
en el conflicto que surge entre los personajes y su tiempo histórico, pero también
en el seno mismo de las propuestas que se asumen como alternativas. La realidad
se puede negar en varios sentidos: para desplazarla por una nueva, o para
plantear correcciones y ajustes. Una novela que se propusiera moverse en este
sentido tendría que plantearse la negación total de la realidad que se desea
transformar a fondo, y la crítica a la otra realidad: la que se empieza a construir
desde ahora para que sustituya a la otra.
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Descifrar tu Mirada, obra escrita por Miguel Escobar Guerrero, Merary Vieyra
Carmona, Mayra Silva Estrada y Cora Jiménez Narcia, nos muestra un mundo
atrapado en las sombras oscuras del horror, la violencia y la muerte, pero surcado
también por la esperanza, por la convicción, por el erotismo, por la nostalgia, por
el amor que se vuelve una fuerza vital y liberadora. Es una novela en la que los
personajes hacen de la distancia un espacio lleno de signos encontrados. Es
también un mundo habitado por el lenguaje. El lenguaje es el otro personaje. Es
con el lenguaje que Marcos convierte a Lisa en una evocación permanente, y
luego en una realidad liberada. He de decir que la leí de un solo tirón. Las
situaciones que allí se narran forman parte de un mundo que muchos hemos
cruzado. Pero es necesario luchar también contra el olvido, como bien lo dicen los
zapatistas. Y hay aquí un esfuerzo creativo por mantener palpitante la memoria.
Lisa y Marcos son personajes que podemos encontrar en este lado de la realidad.
A veces entrañables, a veces un tanto inocentes, se van convirtiendo a lo largo de
la lectura en una parte de nosotros. Lisa rinde homenaje a todas las mujeres que
han decidido arriesgar su cuerpo y su vida en aras de un mundo donde puedan
llegar a ser dueñas completas de su cuerpo y de su vida. Es el mejor homenaje.
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