1. Describa el contexto histórico, cultural y filosófico del texto de Platón (427-347 a. d. C) CONTEXTO HISTÓRICO La “utopía” que presenta Platón en esta obra, La República, es el resultado de su reacción frente a las circunstancias socio-políticas de su tiempo. Nacido en Atenas en el año 427 a. d. C., el contexto histórico de la filosofía platónica es el de polis griega durante el último tercio del s. V a. d. C. y la primera mitad del s. IV a.C. y, en particular, el de la ciudad de Atenas, que ha sido derrotada por los espartanos en la Guerra del Peloponeso y durante un tiempo se ha visto sometida a la hegemonía de Esparta que le ha impuesto el gobierno de los Treinta Tiranos. La ciudad, que había gozado de la hegemonía política y del esplendor cultural bajo el gobierno de Pericles ( 495- 429 a.d.C.), sufre una grave crisis tras el triunfo de Esparta. El período histórico que vive Platón es muy agitado e inestable política y socialmente ya que se producen continuas crisis de gobierno y luchas internas por el poder. La primera mitad del siglo IV supone la ruina económica de Atenas y se extiende un clima de cuestionamiento generalizado del modelo educativo y del régimen político que ha dado lugar a esta situación. Platón participó activamente en este clima de inquietud socio-política. Intentó intervenir directamente en la política de su tiempo tras la condena a muerte de su maestro, Sócrates, por parte del gobierno democrático y elaboró una alternativa política a la democracia, La República. Tras la muerte de Sócrates en año 399 a. d. C., Platón decidió refugiarse en Megara. Hacia el año 390 a. d. C., Platón visita algunas de las ciudades del sur de Italia donde traba amistad con el joven Dion. En el año 388 a. d. C. Dionisio I, tirano de la ciudad de Siracusa, por sugerencia de Dion, invita como consejero a Platón, quien intentará influir en su gobierno. Los consejos filosóficos de Platón no gustaron a Dionisio I, quien lo vendió como esclavo, pero pronto fue comprado y liberado por los amigos de Dion. Tras el fracaso de su primera aventura política, Platón regresa a Atenas (387 a. d. C.) acompañado por Dion, que se convertirá en su discípulo, y funda La Academia, dedicándose a la enseñanza durante veinte años. A la muerte de Dionisio I de Siracusa, le sucede su hijo Dionisio II, cuñado de Dion. A petición de Dion, tentado por la oportunidad de realizar un gobierno de filósofos, viajará en dos ocasiones más a Siracusa, hasta que el asesinato de Dion le hace renunciar a la práctica política definitivamente. A partir del año 361 a. d. C. deja casi por completo la dirección de La Academia en manos de Heráclides de Ponto. Platón dedicó sus últimos años a escribir, falleciendo en el año 347 a. d. C. CONTEXTO CULTURAL Tanto Sócrates como Platón y Aristóteles se ubican dentro de lo que se ha denominado la Ilustración Griega del siglo V a.d.C., un período de enorme esplendor sociopolítico y cultural. Los cambios sucedidos en la estructura social y política de la polis ateniense precipitaron un giro en la orientación de la filosofía griega. Atenas se convirtió en el foco cultural de Grecia y en ella se concentraron los pensadores más importantes procedentes de otras polis, entre ellos los sofistas, que aún sin ser ciudadanos atenienses llegaron a tener gran influencia en las decisiones políticas y en la educación de la clase dirigente. La nueva situación política y económica de Atenas propició un gran desarrollo de las artes, las ciencias y la cultura pero el elemento más influyente en la filosofía del siglo V a. d. C. es la democracia ateniense. La acrópolis de Atenas, que los persas habían destuido el año 482 a.d.C., fue reconstruida y engrandecida bajo el gobierno de Pericles (443-429 a. d. C). El arquitecto Ictinos y el escultor Fidias fueron los encargados de poner en práctica las obras durante quince años. Las esculturas del periodo clásico (s. V y IV a. d. C.) se caracterizan por unas proporciones corporales perfectas, la idealización y la serenidad de la representaciones, el equilibrio entre movimiento y estabilidad, ( El Discóbolo de Mirón es un claro ejemplo de ello). En el siglo V a.d.C. se produce en Atenas la culminación del género literario de la tragedia y del género histórico. La tragedia griega se originó en torno al culto a Dionisos y evolucionó hasta la forma clásica de las tragedias de Sófocles (496-406 a.d.C.) y Eurípides (480-400 a. d. C.). Herodoto (484-420 a.d.C.) y Tucídides (460-400 a.d.C.) fueron los fundadores del el género histórico, verdadera seña de identidad del pueblo griego. CONTEXTO FILOSÓFICO El sistema democrático impulsó el debate sobre la justicia y la moralidad de las normas sociales y las costumbres, el origen de la justicia y la finalidad del Estado. Hay que destacar la importancia que se da en Atenas a la educación (la padeia) para el pleno desarrollo de la persona desde el punto de vista humano y a la participación en vida pública (la politeia) para la mejora de la comunidad. La influencia del conjunto de estos factores socio-culturales produce un cambio en las motivaciones de la filosofía griega del siglo V a. d. C., en la que la reflexión de los filósofos se centra en cuestiones más antropológicas y ético-políticas que físicas, a diferencia de lo que ocurrió en la filosofía de los presocráticos. La participación de los ciudadanos en las decisiones políticas a través de la discusión pública y la votación en la Asamblea democrática, hizo relevante el debate sobre la importancia de la retórica y de la educación (la paideia). Es precisamente sobre esta última cuestión, sobre el modelo educativo, donde surgieron las discrepancias entre los “maestros en retórica” (los sofistas) y los “amantes de la filosofía” (los filósofos Sócrates y Platón). El modelo educativo de los sofistas tenía por objetivo el éxito social y político, mientras que el modelo de los filósofos Sócrates y Platón tenía como finalidad el desarrollo intelectual y moral de la persona. No obstante, ambas corrientes de pensamiento comparten la preocupación por las cuestiones sociales y políticas. Platón y Aristóteles ofrecieron una explicación ontológica y epistemológica muy amplia y sistemática, intentando dar respuesta a las cuestiones que anteriormente se habían planteado los filósofos presocráticos. No obstante, la motivación de los sofistas y de Sócrates, Platón y Aristóteles es fundamentalmente antropológica y ético-política. La afirmación de Aristóteles “el hombre es un animal político” resume el elemento común de los filósofos de este periodo; la idea de que la felicidad y el pleno desarrollo del ser humano depende de que viva en una comunidad con una organización política justa. Los sofistas fueron duramente criticados por Sócrates, Platón y Aristóteles debido a la defensa que estos hacían de su convencionalismo, escepticismo y relativismo moral. El pensamiento de Platón debe entenderse en conjunto, como una lucha desesperada por instaurar un sistema político justo que suponga el fin de la decadencia de la democracia ateniense, decadencia que Platón consideró causada por las enseñanzas de los sofistas. El intento por instaurar La República en Siracusa es la demostración del compromiso de Platón con su comunidad, sin duda, inspirado por el que con anterioridad tuvo su maestro, Sócrates. Platón asume del pitagorismo la relevancia de la matemática en el conocimiento de la estructura de lo real y la concepción sobre la inmortalidad del alma. Aplica la noción de ser parmenídea a su concepción del mundo inteligible. Para Platón, cada idea es única, eterna e inmutable, como el ser de Parménides y constituyen el verdadero objeto de conocimiento. De Heráclito toma el carácter contradictorio y cambiante del mundo sensible y la concepción dialéctica del conocimiento. El nous de Anaxágoras resuena en la noción platónica del demiurgo o dios artesano que es el productor del mundo sensible. La más fundamental de sus influencias filosóficas será la de su maestro, Sócrates, del que tomará su concepción intelectual de la moral y la defensa de la universalidad de los conceptos. La profunda asimilación de estos aspectos de la filosofía anterior permite a Platón superar el abismo entre el ser y el no-ser planteado por Parménides, aunque será su discípulo Aristóteles, el que encontrará una explicación más sadisfactoria al problema del cambio.