UNA MIRADA SOBRE EL LAZARILLO DE TORMES

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LAZARILLO DE TORMES: AUTOR NO CONOCIDO, CONOCIDA OBRA
José Ronaldo Batista de Luna (UFPE)
Orientador: Profesor Dr. Alfredo Cordiviola
1. A modo de introducción: breves consideraciones sobre el surgimiento del Lazarillo
y del pícaro
Efectivamente, el Lazarillo de Tormes marca un momento muy importante en la
literatura occidental, en la medida en que es uno de los fundamentos de la modernidad
literaria. Pues que representa el nacimiento de la novela picaresca, y con ella, la novela
moderna. Cuando surgió el Lazarillo, la palabra pícaro designaba los mozos que ayudaban
en las cocinas. Pero después su valor semántico se extendió a todos los desocupados o
subempleados que sobrevivían por su astucia. Así, en finales del siglo XVI se hablaba de
novelas picarescas, de las cuales Lazarillo de Tormes es su punto inicial.
El rasgo formal principal de la picaresca es su carácter autobiográfico, es decir, un
narrador de primera persona. Además de esto, el protagonista es la figura de un anti-héroe,
socialmente marginado, que narra sus aventuras, que representa la síntesis crítica de la
ascensión social por la astucia, como también una sátira que refleja la sociedad
contemporánea del pícaro.
2. En qué momento surge
El siglo XVI es de veras la representación de un marco histórico para el Occidente.
Ultrapasados los siglos de la Edad Media, surgía una época llamada genéricamente Siglos
de Oro (la transición del siglo XV al XVI). En estos momentos, España alcanza un
máximo esplendor territorial y político. Desde el punto de vista literario, es el periodo más
importante de su historia. Efectivamente, es ése el momento que marca el surgimiento del
Lazarillo.
Es de conocimiento general que La vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y
adversidades fue publicada en España en la segunda mitad del siglo XVI. Las primeras
ediciones conocidas son de 1554.
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Del año 1554 datan las tres primeras ediciones conservadas de La vida de
Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades (según rezan las
cubiertas, por más que difícilmente pudo ser ese el título previsto por el
autor): una de Burgos, “en casa de Juan de Junta”; otra de Amberes, “en
casa de Martín Nucio”; y todavía una más, de Alcalá de Henares,
estampada por Salcedo. (RICO, 2008, p. 13)
Ninguna de ellas nos indica el nombre de su autor. Los estudiosos apuntan que hubo dos
ediciones anteriores perdidas, que fueron la base para aquella que nos ha llegado hasta
nuestros días.
3. Quién lo escribió
De acuerdo con un raciocinio lógico, obra y autor están necesariamente
relacionados. O sea, no hay una sin otro, obra sin autor. Aunque se desconozca, el autor
existe. Pues difícilmente se concibe que una obra se hizo por si misma. En este sentido,
decimos que el autor es anónimo.
La autoría del Lazarillo fue tema para larga polémica, en la cual constituye uno de
los mayores misterios de la historia de la literatura. Pero hoy, es unanimidad la aceptación
del carácter anónimo del texto. Delante de tal hecho, hay quién lo explique de la forma
siguiente: el Lazarillo tendría que ser publicado anónimamente porque, para sus lectores,
quien narra su propia vida es Lázaro de Tormes. Como la gran novedad era que un
marginado narrase su propia historia, no había sentido para la verosimilitud de la obra –
que se apoya en una absoluta apariencia de verdad – que un otro estuviese en la función de
autor en la capa del libro (cf. BLECUA, 1998, p. 51).
En otro sentido, se puede pensar también que el anonimato dejaba que el autor se
quedase libre de las posibles consecuencias de la publicación de una obra que denunciaba
de modo mordaz la corrupción del organismo social de la época (siglo XVI). Mucho más
cuando esas “denuncias” (hablamos con respecto al contenido de las páginas del libro)
tocaban de modo más directo al clero. Así, la motivación realista del texto llevó a un
recurso – el anonimato – que sirvió de protección para el autor con respecto a los
socialmente dominantes.
Ahora bien, si el término realista puede ser aplicado al Lazarillo de Tormes, es que,
al tiempo de su publicación pretendía pasar por real, así que se nos ofrece como de veras
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escrito por un pregonero de Toledo. Según RICO eso explica el hecho de que el texto no
llevaba otra firma que el nombre del protagonista. En este sentido, concluye afirmando:
“El Lazarillo, nacido apócrifo, sigue en su impenetrable anonimato”. (2008, p. 44).
4. A propósito del género del Lazarillo
Observando más allá de lo que fue dicho con respecto a la autoría del Lazarillo, lo
que más interesa para la literatura, es la gran innovación que esa obra significa en la
modernidad narrativa. Es innegable que ese bellísimo texto abre camino para la novela.
La narración se presenta como una carta escrita por el protagonista a un personaje
desconocido, “Vuestra Merced”: “Y pues Vuestra Merced escribe se le escriba y relate el
caso muy por extenso, parescióme no tomalle por el medio, sino del principio, porque se
tenga entera noticia de mi persona” (RICO, 2008, pp. 10 y 11). Estructuralmente la obra
se encuentra dividida en un Prólogo – en el cual el narrador expone los motivos por que va
a escribirla: “Yo por bien tengo que cosas tan señaladas, y por ventura nunca oídas ni
vistas, vengan a noticia de muchos y no se entierren en la sepultura del olvido…” (p. 3) –
y siete Tractados donde se desarrolla el contenido de la narrativa.
En cierto sentido es posible percibir un eje de relacionamiento con los libros de
caballería. Por una parte, hay un punto de vista de parodia. Así, Lázaro de Tormes, como
Amadís de Gaula, nace en la margen de un río; el autor utiliza expresiones típicas del
lenguaje de los libros de caballería: “de toda su fuerza” (p. 45), “contóme su hacienda” (p.
98). Por otra parte hay muchos puntos que se oponen a la narrativa caballeresca:
sustitución del narrador omnisciente por un narrador-protagonista (o sea, de primera
persona); el protagonista deja de ser un héroe modelar para dar lugar a un verdadero antihéroe, una persona marginada; utilización de un “grosero estilo” propositivamente
adoptado y el realismo presente en la narrativa.
Con todo esto y principalmente con la instauración del anti-héroe como
protagonista, el Lazarillo de Tormes se presenta como un texto extremamente innovador.
El héroe de las novelas de caballería era caracterizado por una serie de calidades vistas
como positivas por sus lectores contemporáneos. Así, el ejercicio de las virtudes del
caballero andante se verifica en el sentido de proyectar beneficios para más allá de si
propio, hasta poniendo en riesgo su vida. Lázaro de Tormes surge como un negativo de ese
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héroe, puesto que no sólo carece de virtudes, sino porque todas sus acciones se proyectan
en provecho propio.
El sentido anti-heroico del protagonista no sólo se encuentra en el carácter paródico
del texto con respecto a las obras caballerescas, pero también en la oposición al valor
fundamental de la sociedad de la época: el honor. Desde el Prólogo es posible reconocerla,
en la exposición de una genealogía nada honrosa de Lázaro. Hay por tanto, una derribada
de los mitos de la heroicidad con la denuncia del vacío en que se apoya la sociedad de
apariencia que hace culto a ese mito.
Consideraciones finales
Como se puede detectar en la lectura, el Lazarillo de Tormes se caracteriza por ser
una novela cargada de verosimilitud. En ella, después de Lázaro, hay un personaje de gran
importancia: Vuestra Merced. Los demás aparecen como forma de pretexto, pues todos
pasan, sólo quedando estos que hemos mencionado.
Lázaro empieza su narrativa haciendo una exposición de sus orígenes, o sea, su
genealogía. Donde se va desarrollando la vida y las costumbres de la sociedad española de
su época. Proveniente de las clases bajas – que a su vez suelen ser exploradas – nuestro
personaje sufre varias dificultades, entre ellas el hambre. Pero nunca se queja ni se lamenta
de nada, sólo cuenta su sufrimiento.
Así, el hambre se torna el tema central de los tres primeros Tractados, que se
desarrollan alrededor de sus respectivos amos: el Ciego, el Clérigo y el Escudero. A lo
largo de las páginas, se percibe que el hambre se va intensificando: Lázaro sufre más
hambre con el Clérigo que con el Ciego; ya con respecto al Escudero, el hambre parece ser
casi infinita. Con los dos primeros (mayormente el representante de la Iglesia) tomamos
contacto con la hipocresía de aquella sociedad. Muy bien marcados por la apariencia
social, estos personajes nos dejan ver un poco del hombre dominado por la avaricia.
Con esto, el Lazarillo de Tormes es, a su vez, un documento social del hombre y de
la tierra de España del siglo XVI. La obra se caracteriza, por supuesto, como una crítica
movida entre dos polos. Si por un lado es esencialmente de burlas, por otro, es de denuncia
social. Todo eso está muy evidente a lo largo de la trayectoria de Lázaro, que sólo se
depara con personas que, en esencia, niegan en sus acciones aquello que aparentan ser.
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Pero parece que, en el conjunto, lo más grave no es la hipocresía de los miembros
de la Iglesia – sin duda, punto principal de la crítica – ni la caricatura del honor realizada
con base en el Escudero. Curiosamente lo más grave es la incapacidad de Lázaro – en el
final de la narrativa – de verse a si propio como miembro del mismo universo corrompido
de que hace denuncia. Incapacidad de percibir que el arcipreste de Sant Salvador, que
ahora le da protección, puede ser tan corrupto cuanto todos sus antiguos amos. En este
sentido, ¿es posible aplicarle sus propias palabras?: “! Cuántos debe de haber en el mundo
que huyen de otros porque no se veen a sí mesmos!” (p. 18).
Referencias
BLECUA, Alberto. Lengua castellana y literatura: literatura I. Madrid: Grup
Promotor/Grupo Santillana de Ediciones, 1998. 127 p.
CERVANTES, M. de. Don Quijote de La Mancha. Edición del IV Centenario. Real
Academia Española. Asociación de Academias de la lengua española. San Pablo,
Santillana Ediciones Generales, 2004.
LÓPEZ, José García. Historia de la literatura española. 20ª ed. Barcelona: Vivens Vives.
RICO, Francisco. Lazarillo de Tormes. Madrid: Cátedra, 2008.
RIQUER, M. de. Aproximación al Quijote. Estella (Navarra): Salvat Editores, 1983.
ZÚÑIGA, Francesillo de. Crónica burlesca del emperador Carlos V. Madrid: Edición
D. Pamp de Avalle-Arce, 1981.
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