SeLa mansión refleja el esplendor de la época y de la explotación

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La mansión refleja el esplendor de la época y de la explotación, así como el refinado
gusto de sus moradores. De planta cuadrangular y con patio interior, la villa nos
sorprende por la asombrosa variedad de mosaicos llenos de colorido con figuras
humanas, medallones, escenas de caza, de héroes como Aquiles, motivos florales…
Destaca entre ellos el bello mosaico de la gran sala de recepciones con tres temas
distintos que convierte a la Olmeda en uno de los más bellos y mejor conservados
mosaicos del mundo, para la mayoría de los expertos se trata del más grandiosos
mosaico policromado del mundo.
Junto a la villa se han hallado enterramientos que corresponden a la Edad de Hierro,
bajo Imperio Romano y medievales, en los que se han encontrado numerosos
testimonios de objetos de las distintas épocas como monedas, vidrios, terra sigillata
hispánica, collares, bronces, sílex, depositados todos ellos en el Museo Arqueológico de
la Saldaña.
Os dejo un video donde explican todo con más detalle
trata de una gran mansión de finales de la época romana, centro de una explotación
agrícola donde los gustos y formación aristocrática del dueño están magníficamente
reflejados.
En torno a un patio rectangular, con cuatro galerías de mosaico, se distribuyen todas las
habitaciones y dependencias de la villa. Cuatro torres en los extremos, dos cuadradas en
la fachada norte y dos octogonales en la fachada sur. Entre estas últimas, una gran
galería o pórtico de columnas.
Caídos en el interior del patio se encontraron unos arcos de ladrillo que constituían los
elementos arquitectónicos de paso de la galería sur al patio central. Completan este
esquema de la villa las termas, situadas al NE del gran edificio.
Lo más atractivo de esta villa son la serie de mosaicos que cubren la mayor parte de las
habitaciones; elementos geométricos, vegetales y figurativos se combinan y repiten con
gran profusión. Destaca entre ellos el bello mosaico de la gran sala de recepciones con
tres temas distintos.
La escena principal con la historia del descubrimiento de Aquiles por Ulises en el
gineceo de Licomedes, en la isla de Skiros.
En torno a esta escena central una serie de medallones con retratos familiares, con la
representación de las estaciones en los ángulos. Una espléndida escena de cacería, con
una variada representación de animales en distintas posturas entremezclados con
cazadores y motivos vegetales.
Rodeando todo una amplia cenefa con escudos hexagonales entrelazados, formando
grandes cuadros florales de una gran belleza y riqueza de color.
Son muy interesantes los mosaicos de los corredores que ya se pueden admirar en su
totalidad. La distribución simétrica de algunas habitaciones y las estructuras
arquitectónicas de la casa, que van poniendo de manifiesto las excavaciones, forma todo
un conjunto que permiten estudiar el contexto arqueológico de la villa.
Muy próxima al edificio principal se descubrió la necrópolis, con provisión de ajuares
funerarios, ricos y variados, cuya exposición puede admirarse en el Museo Monográfico
istalado en la iglesia de San Pedro en Saldaña. Es el perfecto complemento y obligada
visita para tener una visión general del conjunto.
Los vestigios arqueológicos de esta villa romana se sitúan en las inmediaciones de
Pedrosa de la Vega (Palencia), siendo su acceso, partiendo de la carretera general de
Palencia a Saldaña, una carretera que se inicia en la localidad de Gañinas y que conduce
directamente al yacimiento arqueológico.
Los primeros sondeos se iniciaron en el año 1.968 y fueron efectuados por Don Javier
Cortes, propietario de la finca y persona amante del Pasado, tras el previo hallazgo
fortuito de diversos vestigios de época romana. A partir de 1.969 comenzaron las
excavaciones metódicas, dirigidas por Don Pedro de Palol. Hasta 1.980 la financiación
de los trabajos fue sufragada por el Sr. Cortés, quien posteriormente donó el conjunto a
la Diputación Provincial de Palencia, creándose con ese motivo un Patronato de las
excavaciones, lo que ha facilitado la consolidación y musealización del yacimiento.
Ello permite que la persona que actualmente desee visitar esta antigua villa romana
tenga acceso a los vestigios "de un mundo aristocrático rural, culto y refinado, en el que
durante los años más difíciles del final del Imperio, se había refugiado una gran parte de
la cultura y del arte de Roma, dentro de un ambiente autosuficiente tanto desde un punto
de vista de producción de riqueza y de consumo, como también, muchas veces, en su
potente y perdurable espiritualidad, ya sea defendiendo sus viejas y cultas tradiciones
paganas literarias y religiosas o bien incorporándose plenamente a las corrientes nuevas
cristianas, en un intento de eludir el naufragio fatal de la estructura política, militar y
social del viejo Imperio romano".
La villa romana de La Olmeda es una de las más completas y ricas que el Pasado nos ha
legado en toda la Hispania romana, siendo de destacar, además, que sus mosaicos
polícromos se incluyen entre los más bellos de todo el Occidente del mundo
tardorromano.
Arquitectónicamente la villa de La Olmeda es un edificio cuya estructura gira en torno a
un gran patio de forma rectangular, rodeado de cuatro galerías a las que acceden las
diferentes habitaciones. Cuatro torres, cuadradas en la fachada Norte y octogonales en la
del Sur, se sitúan en los flancos de la villa. El edificio hubo de tener dos plantas, ya que
se han podido identificar los vestigios de las escaleras que accedían a las habitaciones
del piso superior.
Los inicios de esta villa romana parecen remontarse a los años finales del siglo I d.C.,
alcanzando su ocupación hasta los postrimerías del siglo III, momento de fuerte crisis
económica y social. Durante el siglo IV la villa fue reedificada, de nueva planta y en
distinto lugar, estimándose que es en tiempos de Teodosio, finales del siglo IV, cuando
alcanza su mejor momento de esplendor. Es ahora cuando se colocan en los suelos de
sus estancias los más bellos mosaicos de la casa. Los "honestiores" que residieron en la
villa de La Olmeda supieron, sin duda, dotar a su residencia campestre de los más
exquisitos lujos que la vida urbana podía ofrecer en ese momento; los vestigios
arqueológicos conservados lo acreditan de forma fehaciente.
A finales del siglo V, o quizás ya en el siglo VI, la residencia es abandonada de forma
precipitada. Se desconocen las causas concretas de la violencia y destrucción que se
acusan en la villa, pero lo cierto es que nadie quiso, o pudo, pararse a recuperar los
abundantes utensilios que quedaron abandonados entre las ruinas. Así al excavar la villa
fue frecuente encontrar útiles de bronce o hierro atrapados, a veces, debajo de muros
caídos o entre niveles de techumbre y cenizas.
Los mosaicos que decoran los suelos de la villa son, sin duda, el principal atractivo que
ésta ofrece a sus visitantes. Como pieza realmente de excepción sobresale el mosaico
que pavimenta el "oecus", que representa el momento en que Aquiles es descubierto por
Ulises en el gineceo de Licomedes, en donde lleva una vida placentera a la que habrá de
renunciar para ayudar a los griegos en su lucha contra la ciudad de Troya. En la
representación, una de las hijas de Licomedes, Deidamía, sujeta con fuerza al héroe
intentando evitar que acuda a la llamada de Ulises.
Esta escena principal, formada por doce figuras de cuerpo entero, de tamaño mayor que
el natural, está rodeada por un amplio marco en el que se representan en medallones
situados entre ánades los retratos de diferentes personajes, posiblemente los distintos
miembros de la familia del propietario de la villa. En las esquinas se sitúan las imágenes
de las Cuatro Estaciones del año y en otro cuadro ubicado en la parte inferior del de
Aquiles figuran escenas de cacería, "venationes", que nos hablan de uno de los placeres
que la vida campestre ofrecía a estos ricos propietarios bajo-imperiales. En ella se
representan tanto animales propios de la zona (jabalí u oso) como exóticos (león, tigre,
etc.).
Otros mosaicos de la villa contiene representaciones polícromas de asuntos de tipo
geométrico, destacando entre ellas la decoración de la habitación número 20, en la que
figura un gran octógono en cuyos ocho lados se desarrollan sendos cuadrados, unidos a
su vez entre sí por rombos o triángulos. El conjunto de la composición sobresale por su
belleza y borroquismo.
En las inmediaciones de la villa de La Olmeda, a unos 400 metros al Sur, se identificó
una importante necrópolis en la que se han excavado más de 500 enterramientos, en los
que, frecuentemente, se han encontrado diferentes ofrendas al difunto (ajuares
funerarios). Entre ellas se incluyen puñales del tipo denominado "Simancas", broches de
cinturón de bronce para la sujeción del puñal, puntas de lanza, etc. Este tipo de ajuar,
frecuente en las necrópolis del "limes" germano, parece sugerir que algunos de los que
vivieron y murieron en La Olmeda pudieron pertenecer a esos grupos de colonos
armados, los "laeti" o "limitanei", que habrían entrado al servicio de los grandes señores
latifundistas, prestándoles servicios tanto de trabajo agrícola como de carácter
defensivo-militar.
Los diversos materiales de uso cotidiano encontrados al excavar la villa, así como los
que proceden de los enterramientos, pueden ser contemplados por el visitante en el
Museo Monográfico existente en la Iglesia de San Pedro, en la cercana población de
Saldaña. Con la creación de ese Museo se pretendía "mantener unido todo el material
arqueológico y lo más cercano posible a los restos de la villa, para facilitar su estudio y
no perder de vista el aspecto unitario que, como documento histórico, tienen".
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