SINDROME DE NEUROTOXICIDAD POR OPIOIDES EN PACIENTES ONCOLOGICOS EN CUIDADO PALIATIVO Autor principal Dra. Gabriela Sarmiento Brecher Médico y Cirujano Universidad Nacional Máster Cuidados Paliativos Universidad de Valladolid Director Programa Soporte Oncológico y Cuidado Paliativo Clínica Colsanitas Co-autor Dr. Juan Carlos Hernández Grosso Médico y Cirujano Pontificia Universidad Javeriana Máster Cuidados Paliativos Universidad de Valladolid Docente Facilitador Ciencias Básicas y Electiva Cuidados Paliativos Fundación Universitaria Sanitas Dirección: Calle 22B No. 66-46 piso 7 Correo: [email protected] Telefono: 5948650 Ext: 5716726 Resumen La Neurotoxicidad por opioides es un síndrome neuropsiquiátrico de hiperexitabilidad neuronal asociado a la toxicidad por opioides. El objetivo de esta revisión es determinar cuál es la evidencia existente en los últimos 10 años acerca de la fisiopatología, el diagnóstico, la prevención y el tratamiento de esta entidad, con el fin de generar recomendaciones claras al respecto. Se realizo una revisión exhaustiva de la literatura disponible en diferentes bases de datos; encontrando al final solo 28 artículos que cumplían los criterios de inclusión. Los resultados de este estudio mostraron que en cuanto a la fisiopatología de la NIO se relaciona con una inhibición del sistema colinérgico y dopaminergico del SNC, acumulación de metabolitos tóxicos de los opioides y a una pérdida de la regulación endógena del dolor. En cuanto a los criterios diagnósticos se encontró que los síntomas más frecuentes son: delirium, alucinaciones, mioclonías, hiperalgesia, alodinia y convulsiones. En cuanto a la prevención es importante determinar los factores de mal pronóstico para el manejo del dolor, antecedentes de NIO previos entre otros. Los hallazgos en cuanto al tratamiento están relacionados con corregir los posibles factores desencadenantes del NIO, evaluar la dosis y las indicaciones de los opioides antes de iniciarlos y finalmente la recomendación más importante es rotar a otro opioide como medida para mejorar los síntomas del NIO. En conclusión el síndrome de neurotoxicidad por opioides es uno de los efectos secundarios que se están observando con mayor frecuencia, provocando un cuadro de disfunción neurológica que puede alterar de forma severa la calidad de vida de los pacientes y familia, dificultando un adecuado tratamiento del dolor. Es prevenible y de fácil diagnóstico y el pilar del tratamiento tiene que ver con la identificación de los factores desencadenantes, hidratación y la rotación del opioide. Palabras claves: Neurotoxicidad por opioides NIO, metabolitos tóxicos, delirium, hiperalgesia, alodinia, rotación de opioides. Introducción El Síndrome de neurotoxicidad por Opioides (NIO) es un síndrome de efectos neuropsiquiátricos secundarios a la terapia con opioides (1). Pacientes que desarrollan NIO presentan uno o más de los siguientes síntomas: alteraciones cognitivas, delirium, alucinaciones, mioclonías, alodinia, hiperalgesia y convulsiones (1,2,3,4,10,22), en algunos casos los síntomas no pueden ser bien diferenciados de aquellos síntomas relacionados con la progresión de la enfermedad o comorbilidades subyacentes (3). Existen ciertas condiciones o factores de riesgo para desencadenar este cuadro, que son importantes de tener en consideración al indicar opioides (1,2,3,7,10) 1. Factores dependientes de opioides: Inicio de la terapia analgésica opioide usando altas dosis. Tiempos prolongados de tratamiento con opioides. Uso continuo de opioides con rápida escalada de su dosis. (28) Medicamento opioide elegido: Mayor incidencia de NIO con opioides con metabolitos activos como morfina, codeína, meperidina e hidromorfona (en menor grado), la oxicodona tiene metabolitos activos pero su repercusión clínica es aun debatida (7). Menor incidencia con Metadona y Fentanyl (1,28). No se incluye la meperidina, puesto que no es un opioide de uso frecuente en dolor por Cáncer ni en Cuidado paliativo, porque tiene alta rata de toxicidad; aproximadamente el 60% es metabolizada a normeperidina, que es su metabolito toxico, que se ha asociado con convulsiones en el uso crónico. (1) 2. Deshidratación: se ha demostrado que la deshidratación es factor contribuyente para la acumulación de metabolitos opioides especialmente en pacientes que debutan con delirium por NIO (nivel de evidencia II)(10) 3. Insuficiencia renal: hay pruebas fehacientes que demuestran el incremento de los índices de metabolitos opioides en relación con el deterioro renal (nivel de evidencia II) (10) La falla renal per se o la elevación de metabolitos secundaria a la misma ha sido objeto de varios estudios y se ha demostrado estrecha relación con la aparición de NIO (17) 4. Infección. 5. Alteración cognitiva previa. 6. Uso concomitante de fármacos psicoactivos, hipnóticos benzodiacepinicos y no benzodiacepinicos, antidepresivos tricíclicos. 7. Edad avanzada 8. Episodio previo de NIO En la práctica clínica del Cuidado Paliativo existen amplias posibilidades de intervención farmacológica con opioides para el control de síntomas, en especial del dolor severo, sin embargo, existen aun vacios en el conocimiento sobre los posibles cuadros clínicos que se pueden presentar como consecuencia de este tratamiento. Adicionalmente, el uso de opioides para el manejo del dolor severo, se ha venido incrementado de forma importante en los últimos años y esto se puede deber entre otras cosas, a la aparición de nuevos medicamentos, la implementación de nuevas presentaciones y vías de administración y también a una mayor disponibilidad de estos en el mercado. Todo esto ha hecho que se amplíe cada vez más el conocimiento no solo de su farmacología sino también en cuanto a sus indicaciones tanto para dolor oncológico como para el dolor crónico benigno. Con el mayor uso de los opioides para el tratamiento del dolor por cáncer, se han ido describiendo diferentes efectos secundarios de tipo neuropsiquiatrico que configuran el Síndrome de neurotoxicidad por opioides (2). Por lo que es una necesidad para los equipos de cuidado paliativo que se profundice en el conocimiento de este síndrome NIO y se tenga mayor claridad en cuanto a su fisiopatología, su abordaje diagnóstico, su prevención y su tratamiento, con lo que se haría aun más fácil el manejo del dolor y la toma de decisiones médicas con respecto a su tratamiento farmacológico, minimizando así los efectos tóxicos de los opioides, repercutiendo a la larga, en el alivio y confort del paciente. Por lo tanto, el Objeto de esta revisión sistemática de la literatura, es encontrar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Cuál es la evidencia existente sobre de la fisiopatología, diagnóstico, prevención y tratamiento del síndrome de Neurotoxicidad por Opioides (NIO)? Materiales y Métodos Este es un Estudio descriptivo integrativo de tipo Revisión Sistemática, que parte de la búsqueda de información científica publicada en inglés y español, con niveles de Evidencia I, II, y III, en las bases de datos Medline, Medscape, Cochrane, Up to Date, Trip Data Base y RIMA (Red informática de Medicina Avanzada) en los últimos 10 años. Se realizo una búsqueda exhaustiva obteniendo un total de 50 artículos entre resúmenes y artículos en texto completo; a los cuales se les aplicaron los siguientes criterios de inclusión: Mencionar en cualquier parte del artículo la palabra toxicidad por opioides, artículos del año 2002 al 2012, ser artículos en texto completo, dentro del articulo mencionar fisiopatología, criterios diagnósticos, factores prevenibles y tratamiento del síndrome de Neurotoxicidad por opioides, ser evaluados dentro de niveles de evidencia I, II, III. Los criterios de exclusión fueron: artículos de tipo Revisiones de Caso (10), artículos de tipo Opinión de Expertos (3), resúmenes de artículos y bibliografía con mayor antigüedad de 10 años (2002 para atrás). De los artículos encontrados se excluyeron 12 resúmenes, 5 artículos que mencionaban Neurotoxicidad por causas diferentes a los opioides y 5 artículos de opinión de expertos. Para la búsqueda en las bases de datos se introdujeron los siguientes términos “neurotoxicidad”, “opioides”, “hiperalgesia”, “delirium por opioides” y la combinación de “Neurotoxicidad por opioides” y “efectos neuroexitatorios de opioides” en español. Además, se usaron en ingles términos como “delirium induced by drugs”, “opioid-induced neurotoxicity”, “NIO”. Resultados Se revisaron 28 artículos que cumplieron los criterios de inclusión de los cuales 2 tienen nivel de evidencia I y 26 con nivel de evidencia II y III. Los hallazgos más relevantes de esta revisión tienen que ver con la escasa evidencia encontrada en los últimos 10 años y con que la mayoría de los artículos eran revisiones sistemáticas de la literatura y no ensayos clínicos ni metanálisis. Los resultados de este estudio se clasificaron en hallazgos en cuanto a: fisiopatología, prevención y tratamiento del NIO, con el fin de responder la pregunta de esta investigación. Fisiopatología Los efectos adversos en el Sistema Nervioso Central inducidos por opioides tienen 3 mecanismos de patogénesis: 1. Inhibición de la actividad colinérgica central a nivel cortical y subcortical asociado a un disbalance de los sistemas colinérgico y dopaminérgico en sistema nervioso central. 2. Acumulación de metabolitos tóxicos: Utilizando la Morfina como opioide “gold standard”, existen tres metabolitos resultantes de su metabolismo hepático (2): Morfina 6 glucurónido M6G (10%) con gran afinidad por los receptores mu y responsable de la analgesia y de los efectos secundarios clásicos de los opioides (nauseas, vomito, constipación, depresión respiratoria)(2). Morfina 3 glucurónido M3G (55%) con muy poca afinidad por los receptores mu, pero mayor afinidad por los receptores N-metil-D-aspartato NDMA, localizados a nivel espinal y supra espinal, receptores activados por glutamato, principal neurotransmisor exitatorio del organismo, que genera la entrada masiva de calcio al interior de las neuronas, con elevación del oxido nítrico intracelular, lo cual lleva a una despolarización celular mantenida y una consecuente hiperexitabilidad (2,5). Este metabolito produciría hiperexitabilidad neuronal y pareciera ser responsable de los síntomas de NIO (1,2), sin embargo la evidencia al respecto es conflictiva. Gong et al. En 1992 reporto que M3G no producía efectos excitatorios y antianalgésicos en ratas y Person et al: en 2001, descarto neurotoxicidad en voluntarios saludables sometidos a bajas dosis de M3G. (1) Un estudio retrospectivo de Daniel Thwaites de la Comunidad de hospicios en California en 2005 bajo la revisión de 48 historias clínicas de pacientes con infusión continua de hidromorfona para control de dolor cursaron con agitación, mioclonías y convulsiones. La agitación fue asociado a enfermedad metastásica cerebral (P<.01), pero el conjunto de síntomas, se asoció a altas dosis de hidromorfona (P<0.05) y al tiempo de infusión continua parenteral. Los investigadores sugieren que el metabolito M3G es el responsable del incremento de síntomas neuroexitatorios (6). Normorfina (5%): El 10% de la morfina se excreta sin cambios por la orina, porcentaje que varia según la depuración de creatinina. La normorfina juega un rol prominente en la neurotoxicidad inducida por altas dosis o tratamientos prolongados con morfina como en el caso de la Meperidina (1). 3. Una pérdida de la regulación endógena del dolor a causa de la administración de opioides exógenos, mediado por diferentes mecanismos moleculares y celulares tales como los receptores TRP-V1y citokinas en la periferia y a nivel central los receptores NMDA, sustancia P, receptores NK1-R, receptores 5HT3 en las vías descendentes y la colecistokinina en la cara ventral de la medula espinal.(28) A pesar de los amplios estudios de los metabolitos tóxicos de los opioides, se han reportado casos de NIO con el uso de opioides sin metabolitos activos como Metadona y Fentanilo, aunque en menor proporción, lo cual confirma que aunque su mecanismos de acción ha sido ampliamente estudiado, no está muy claro aún, pero se cree que por lo menos en el caso de la metadona tendría que ver algunas veces con una supresión transitoria debido a un mal esquema de dosificación (1,28); estudios que comparan niveles de opioide séricos o sus metabolitos (M3G Y M6G) y niveles de disfunción cognitiva durante el tratamiento con opioides aportan resultados conflictivos (17) aunque en general éste tipo de opioides son mejor tolerados (7). Diagnostico clínico Antes de diagnosticar un paciente con NIO, se deben descartar otras posibles causas de neurotoxicidad como los son, anormalidades metabólicas secundarias a deshidratación, metástasis cerebrales e hipoxia. Drogas no opioides puede desencadenar cuadros similares a NIO (3). El NIO típicamente se desarrolla dentro de los primeros días hasta la primera semana del inicio de un opioides, o en el momento en que el incremento de la dosis genere incremento de metabolitos (7). Pacientes que reciben dosis estables de opioides por lapsos de tiempo mayores de 2 semanas, tiene baja probabilidad de cursar con un NIO a menos que exista un factor clínico agudo que lo precipite (Deshidratación, infección, interacción medicamentosa o falla renal) (7) Los 6 síntomas típicos que constituyen el síndrome son: Alucinaciones: Las alucinaciones tienden a ser visuales o táctiles, y pueden o no ser parte de un cuadro de delirium. Delirium: En un estudio de cohortes prospectivo con 261 pacientes, se comparó el riesgo de delirium en pacientes con tratamientos con morfina, lorazepam y dexametasona, encontrando que el riesgo se duplicaba con dosis equivalentes de morfina > 90 mg/día, lorazepam > 2 mg día y una elevación del riesgo de 2.7% con dosis mayores de 15 mg/día de dexametasona. Este estudio concluye que el delirium inducido por drogas se produce como primera causa por opioides, pero también puede ocurrir relacionado con otros medicamentos como corticoides, benzodiacepinas, anticolinérgicos y antidepresivos (1). El delirium es caracterizado por una alteración del estado de conciencia dado por alteraciones cognitivas y perceptuales que incluye alteraciones del ciclo circadiano, alteraciones psicomotoras y labilidad emocional; típicamente tiene un curso agudo, es decir, se desarrolla en horas o días. El DSM IV lo cataloga como de etiología multifactorial, un estudio prospectivo del 2000 en pacientes con cáncer en cuidados paliativos reveló que los opioides y la deshidratación fueron la causa mas frecuente de delirium (49%). La experiencia clínica sugiere que es más común el delirium hipoactivo en pacientes tratados con opioides por el efecto sedante del opioide, sin embargo en casos de toxicidad asociada a uso crónico de opioides en pacientes con cáncer, la literatura sugiere una predominancia del delirium hiperactivo (17). Es muy importante hacer un diagnostico temprano de Delirium, en la práctica clínica es frecuentemente subdiagnósticado aún por médicos y enfermeras con experiencia, un estudio en 1992 documento que médicos y enfermeras omitieron el diagnóstico en un 23% y un 20% respectivamente (1,17). Esta descrito un subdiagnóstico de delirium de un 5 a 40% en pacientes referidos por médicos generales a psiquiatría con diagnostico de depresión (1). Se atribuye el subdiagnóstico del delirium a la no aplicación regular de métodos de screening (1, 17). Históricamente, el Minimental Test (MMSE) ha sido utilizado en múltiples estudios sobre trastornos cognitivo en pacientes oncológicos con delirium(1,17), sin embargo el MMSE sólo accede a evaluar la función cognitiva. Hoy día hay muchas otras herramientas de diagnóstico específicas para delirium: 1. “Confusion Assesment Method (CAM): está validado para su aplicación en cuidados paliativos, es de utilidad diagnóstica y de fácil y rápida aplicación pero no mide la severidad del cuadro clínico ni permite seguimiento. 2. “Memorial Delirium Assesment Scale (MDAS): Sirve para diagnóstico y medir severidad, es un instrumento validado pero es complejo, consta de 10 ítems a evaluar con un rango de puntaje entre 0 y 30 (1). 3. “Nursing Delirium screening Scale” (NuDESC): Es una escala observacional que incluye 5 ítems, desorientación, alteración del comportamiento, alteración de la comunicación, alunaciones y retardo psicomotor. Tiene utilidad diagnóstica y de evaluación de la severidad, es de aplicación rápida y esta en proceso de validación con reportes preliminares de sensibilidad de 85.7% y especificidad del 86.8% (17) Mioclonías y convulsiones: La mioclonías se define como temblor incontrolable y espasmo de un músculo o de un grupo de músculos que usualmente ocurre en las extremidades; el cuadro puede ocurrir con un episodio espasmódico ocasional por lo cual usualmente es el paciente quien primero lo identifica. Con la continua administración de opioides, los espasmos pueden incrementarse y asociarse con otros síntomas neuroexitatorios hasta llegar a las convulsiones (8). La etiología puede ser multifactorial, que incluye otros medicamentos y desequilibrios metabólicos (9) Hiperalgesia y alodinia: La sensibilidad anormal al dolor ocurre fisiológicamente en cuadros de dolor de tipo neuropático, que se manifiestan por hiperalgesia, que es la respuesta exagerada o desproporcionada ante un estímulo doloroso, y por alodinia que corresponde a una respuesta dolorosa ante un estímulo inocuo. La fisiopatología implicada en la hiperalgesia por opioides es similar a la del dolor neuropático (12) y tiene tres mecanismos neurobiológicos ampliamente estudiados: el sistema glutaminérgico central (metabolitos tóxicos, activación de los receptores NMDA, glutamina), el incremento en la actividad de la dynorfina espinal y la facilitación descendente que involucra los cordones espinales posteriores (11,13,28). El fenómeno de la hiperalgesia por opioides ha sido claramente demostrado en modelos animales (11,13) pero hoy día es una realidad en humanos(28), hay amplia evidencia clínica que demuestra que la hiperalgesia es una realidad en pacientes con uso crónico, continuo y con incrementos progresivos en la dosis de los opioides (9,13,14,15,28) La tolerancia es un fenómenos relacionado con la hiperalgesia por opioides. La tolerancia es un concepto farmacológico que hace referencia a que ante la ausencia de respuesta a una dosis de opioide utilizada crónicamente, se requiere del incremento de esta para obtener la misma respuesta; pero la hiperalgesia por opioides no es un indicador de tolerancia, la diferencia radica en que en la tolerancia mientras se requiere de un incremento de la dosis de opioides para aliviar dolor, en la hiperalgesia este se intensifica al incrementar la dosis en lugar de aliviar. (11,13, 28). La hiperalgesia debe ser sospechada en todo paciente con dolor en progresión que no responde al incremento del opioide (9,11,28), y el médico debe estar en capacidad de hacer el diagnóstico diferencial entre hiperalgesia por opioide y la exacerbación clínica de un dolor preexistente. Típicamente, la hiperalgesia por opioide se manifiesta por un dolor difuso, menos definido, que se extiende a otras áreas de distribución más amplias que las del dolor preexistente, si el dolor preexistente es subtratado o si existe tolerancia farmacológica, el incremento del opioide resultará en reducción del síntoma, si ocurre lo contrario, se trata de una hiperalgesia por opioide (9, 13, 16). Adicionalmente, se debe hacer un diagnostico diferencial entre la hiperalgesia por opioides y algunos síntomas del fenómeno de abstinencia por supresión abrupta sobretodo en pacientes con uso crónico o dependencia a estos medicamentos. (28) Prevención Una adecuada estrategia preventiva del NIO es fundamental. Identificar factores de mal pronóstico para control de dolor (Edmonton) como dolor incidental, componente neuropático, disestress emocional o conductas adictivas, permiten al médico buscar la mas eficaz intervención farmacológica y no farmacológica y ayuda a prevenir el requerimiento de rápidas escaladas de opioides y de NIO (1,2). Estrategias de prevención a considerar (1,2): 1. Educación a la familia en la identificación temprana de síntomas de NIO (1,22) 2. Monitoreo objetivo de la función cognitiva del paciente. 3. Ajustar dosis de opioides en pacientes ancianos y con deterioro de la función renal. 4. Suspender o minimizar el uso de medicamentos innecesarios, específicamente con propiedades psicotrópicas. 5. Mantener adecuadas condiciones de hidratación y precaución con el uso de diuréticos. 6. Evaluar al paciente de forma multidimencional. 7. Identificar factores de pobre pronóstico para control de dolor. 8. Optimizar la utilización de terapias adyuvantes maximizando las intervenciones no farmacológicas. 9. Adoptar una aproximación proactiva: detección e intervención tempranas. 10. Considerar intervencionismo analgésico y radioterapia para control de dolor en los casos en que está indicado (2) Tratamiento La piedra angular para el manejo de la neurotoxicidad por opioides requiere el diagnóstico de las condiciones etiológicas subyacentes al cuadro de NIO y la valoración sistemática multidimencional del paciente (1). El médico debe considerar: medicamentos psicotrópicos, deshidratación, desequilibrio hidroelectrolítico, infección, desordenes metabólicos e hipoxia (1,9). Cualquier intervención en Cuidados al final de la vida debe ser siempre evaluada a la luz en términos de riesgo-beneficio, es decir debe haber un balance entre analgesia óptima y minimización de efectos adversos (17). A la luz de éste principio el tratamiento del NIO es multidimencional e incluye las siguientes consideraciones (1): 1. Selección adecuada del opioide inicial, por ejemplo, evitar opioide con metabolitos tóxicos en pacientes con falla renal conocida (1,15). 2. Hidratación adecuada oral, parenteral o subcutánea (1,6,11,22,25,27) para favorecer la eliminación de metabolitos tóxicos (2). 3. Reducción de la dosis del opioide con o sin analgésicos coadyuvantes, según el caso (1,6,9,11,15,17,22,25,27). Se considera pertinente la reducción de la dosis si el dolor está controlado a razón de 25 a 50% de la dosis(2). Si el dolor no está controlado se prefiere elegir la rotación del opioide (9). 4. La adyuvancia: Estudios retrospectivos sugieren que reforzar la adyuvancia para el control de síntomas es eficaz en el control de efectos adversos de la terapia opioide (6,9,11,18). Definitivamente el uso de co analgésicos no opioides minimiza las dosis opioides requeridas y la posibilidad de efectos adversos. Las técnicas intervencionistas de control de dolor tienen gran utilidad para romper el círculo de dolor, hiperalgesia, tolerancia y adicción (15). 5. Rotar el opioide (Grado de recomendación II): Un estudio retrospectivo en Chile en 2008 de 76 pacientes con cáncer colorrectal sometido a rotación de opioides a fentanilo y buprenorfina transdérmico, demostró la utilidad de la rotación del opioide tanto en disminuír los efectos tóxicos del opioide como en optimizar la analgesia (2,6,9,10,11,19,22,26). La rotación del opioide es importante en el manejo de la NIO por dos motivos, primero, permite retirar el opioide responsable de los síntomas, eliminando sus metabolitos tóxicos, esa es la razón de preferir rotar a opioides que no presenten metabolitos clínicamente significativos, oxicodona, metadona y fentanilo; y segundo, reducir la dosis equianalgésicas del nuevo opioide de un 30 a 50% (1) y así, teniendo el segundo opioide diferente afinidad por los receptores, hay menor tolerancia cruzada, lo cual permite menores dosis para la misma analgesia, con menor toxicidad (2). 6. La evidencia muestra que cambiar la ruta de administración del opioide también es una estrategia que reduce la acumulación de metabolitos tóxicos. Las vías a utilizar son parenteral, subcutánea, transdérmica y epidural (Grado de recomendación II) (2,9,10). 7. Suspender los otros medicamentos que coadyuven al cuadro como hipnóticos. 8. Tratamiento farmacológico específico para cada síntoma (1) El 75% al 80% de episodios de NIO resuelve por la acción de rotar el opioide, hidratación y descontinuar otras drogas coadyuvantes del cuadro (1) dentro de un periodo de 3 a 5 días. Tratamientos específicos: El manejo específico de los síntomas neurológicos del paciente con NIO se debe realizar de forma conjunta con las recomendaciones antes mencionadas Tratamiento específico para mioclonías y convulsiones Hay muy pocos estudios sobre el manejo de mioclonías por opioides (2), sin embargo, el Colegio médico de Winsconsin sugiere que ante un cuadro leve de mioclonías en un paciente con dolor controlado, la conducta es observación y explicar al paciente la situación; si el síntoma interfiere con la calidad de vida del paciente o progresa, se puede considerar la reducción de la dosis, pero no se puede reducir las mioclonías a expensas de un aumento de dolor del paciente, en cuyo caso la rotación del opioide es la indicación (21,23). Adicionar al manejo benzodiacepinas reduce las mioclonías sin requerir alterar la dosis de opioide aunque aumente la sedación, lo cual puede ser también un efecto indeseable. Como alternativa, se plantea baclofen, gabapentín o nifedipino (21,23). Las crisis convulsivas requieren las medidas habituales de soporte, benzodiacepinas parenterales, anticonvulsivantes y rotar el opioide (2). Tratamiento específico para Delirium En pacientes con delirium hipoactivo, o sedación por opioides, se recomienda el uso de psicoestimulantes como metilfenidato (grado de recomendación II) (2,6,9,1,10), sin embargo se requieren mas estudios al respecto. Hay algunos reportes de caso que sugieren la utilidad de inhibidores de acetil-colinesterasa como Donepezilo para aumentar los niveles de acetilcolina intracerebral como estimulante, aprobado para enfermedad de Alzheimer, pero no hay estudios que soporten sus beneficios en el contexto de la sedación por opioides. (1,2,6) En pacientes con Delirium hiperactivo inducido por opioides, además del manejo general, el control sintomático contempla neurolépticos como el Haloperidol como primera alternativa farmacológica, siendo la clorpromazina una alternativa útil (Grado de recomendación I) (2,10). Tienen la ventaja de estar disponibles, tener bajo costo y tener presentación oral y parenteral, pero tienen efectos adversos como hipotensión, arritmias y extrapiramidalismo, por lo cual se recomiendan en dosis bajas y por periodos cortos (2). Datos preliminares indican que algunos antipsicóticos atípicos, actualmente disponibles, como risperidona, olanzapina y quetiapina, pueden disminuir los requerimientos de opioides en pacientes con dolor y delirium leve con ansiedad, con minimización de efectos adversos (recomendación II) (2,10). En cuadros de Delirium no reversible, se recomienda adicionar Midazolam, que es el medicamento de elección en sedación paliativa para manejo de síntomas refractarios, entre ellos, el delirium (9). Tratamiento específico de la hiperalgesia por opioides Históricamente, la metadona y el fentanilo han sido considerados las mejores opciones de rotación de opioides, puesto que carecen de los metabolitos tóxicos causante de del NIO, sin embargo no hay estudios clínicos importantes que apoyen o desestimen su uso (21). Claramente, la mejor opción de tratamiento en el momento disponible para la hiperalgesia por opioides son los NMDA antagonistas, puesto que la reducción de la dosis no es una opción de tratamiento viable en pacientes con dolor severo (12). Se ha descrito que la dexametasona a dosis altas disminuye neuropéptidos de la sustancia P e induce la producción de acido kinurénico, que antagoniza el receptor NMDA (16) El uso de metadona y buprenorfina se ha convertido en una opción muy atractiva. Está descrito que la metadona, siendo un agonista mu puro, y teniendo antagonismo no competitivo por los receptores NMDA, previene o reduce la incidencia de hiperalgesia por opioides, aunque hay evidencia de casos de hiperalgesia por opioides asociado a metadona (2,15). La buprenorfina, que es un agonista parcial con antagonismo por los receptores kappa, tendría utilidad en el manejo de dolor crónico y de la hiperalgesia por opioides, estudios con buprenorfina sublingual lo demuestran (15). La rotación a fentanilo también esta descrita como estrategia de manejo, pero al igual que con metadona, hay múltiples reportes de caso con evidencia de hiperalgesia por fentanilo (11) La Ketamina ha sido estudiada ampliamente para el tratamiento de hiperalgesia por opioides y como analgésico coadyuvante en dolor crónico porque tiene propiedades analgésicas intrínsecas y antagonismo por los receptores NMDA (2,15,20). Hoy día la FDA aprueba el uso de ketamina parenteral como anestésico, sin embargo en los últimos 10 años ha habido numerosos reportes de caso que demuestran sus propiedades a dosis subanestésicas por varias rutas de administración. Por lo menos 3 meta-análisis de alivio de dolor agudo soportan su uso (11,15), sin embargo su utilidad en dolor crónico oncológico y no oncológico sigue siendo controversial. La evidencia sugiere que la utilidad analgésica de la ketamina es menor que su utilidad antihiperalgésica y antialodínica (nivel de evidencia II) (20). Múltiples estudios y revisiones avalan el uso de la Ketamina como analgésico en dolor oncológico, entre ellos hay que destacar la revisión Cochrane de Bell y cols, donde analizaron 32 ensayos abiertos, con un total de 246 pacientes en que se describió mejoría del efecto analgésico de los opioide al añadir ketamina como coadyuvancia (5). Aunque se vislumbra como una excelente opción terapéutica, aun estamos lejos de recomendarla de forma estandarizada a falta de estudios randomizados bien diseñados con muestras suficientemente grandes, se precisa mayor conocimiento de sus efectos secundarios y la FDA no ha aprobado aun su uso en las indicaciones descritas, por tanto se concluye que la evidencia de su uso aun es baja. . La Clonidina, que es un alfa 2 agonista, ha sido utilizado en dolor neuropático, dolor postoperatorio y dolor por cáncer, es ampliamente utilizado en procesos de destete a opioides en dolor crónico, pero en estudios experimentales en ratas, se ha documentado la aparición de dolor paradójico (15). Conclusiones El síndrome de neurotoxicidad por opioides es uno de los efectos secundarios que se están observando con mayor frecuencia, provocando un cuadro de disfunción neurológica que puede alterar de forma severa la calidad de vida de los pacientes y familia, dificultando un adecuado tratamiento del dolor. Es una condición clínica prevenible, de allí la importancia de tener presente los factores de riesgo para su aparición y sus posibles causas. Después de identificar un paciente con probable Neurotoxicidad por opioide, es decir que curse mínimo con uno síntoma de los descritos (Delirium, convulsiones, hiperalgesia y alucinaciones); el médico debe realizar un examen físico completo buscando mioclonías, evaluando el grado de hidratación del paciente y la presencia de delirium, debe además hacer una revisión sistemática de la historia clínica del paciente (8) evaluando episodios previos de NIO, record de administración de opioides de los últimos días o semanas, otros medicamentos que puedan exacerbar el cuadro y estudios paraclínicos recientes como sodio, magnesio, glucosa, y pruebas de función renal y hepática (4,8). Finalmente, a través de esta revisión se puede concluir que se requiere mayor investigación en cuanto a la fisiopatología del Síndrome para esclarecer el mecanismo de inducción de NIO con opioides no productores de metabolitos tóxicos para ampliar las opciones de prevención y tratamiento. Se requieren estudios clínicos para validar más ampliamente herramientas de diagnóstico y seguimiento de delirium, específicamente del “Nursing Delirium screening Scale” (NuDESC) que está en proceso de validación y que parece perfilarse como el mas completo y practico de aplicar. Aunque se vislumbra la Ketamina como una excelente opción terapéutica, aun estamos lejos de utilizarla de forma estandarizada a falta de estudios randomizados bien diseñados con muestras suficientemente grandes. Se precisa mayor conocimiento de sus efectos secundarios y la aprobación de la FDA en las indicaciones descritas, por tanto se concluye que la evidencia de su uso aun es baja. Tener la sospecha diagnóstica de NIO y adoptar medidas de intervención tempranas, son estrategias fundamentales para lograr efectividad analgésica y disminuir toxicidad, con miras en afectar al mínimo posible el confort y lograr el control del dolor del paciente. Bibliografía 1. Bush SH. Bruera E. 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