RAÍCES HEBRAICAS: EL ORIGEN DE LA INMERSIÓN

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Vol. #771105S
RAÍCES HEBRAICAS:
EL ORIGEN DE LA INMERSIÓN
La historia de la inmersión ha sido opacada por las aguas turbias del tiempo. Una cosa es segura: el
bautismo significa inmersión, y la inmersión fue la manera original de realizar el bautismo. Aunque
hubo otras formas de cumplir con la inmersión, fuese el candidato un bebé o creyente, el bautismo
siempre ha sido un asunto de debate histórico y contemporáneo. Sería bueno si pudiéramos tener algún
consenso respecto a sus orígenes, pero no lo hay. Gordon Lathrop dijo: “Tras la liturgia oral está la
sinagoga; tras la cena cristiana están los patrones de cena del judaísmo helenístico. No existe ese tipo
de consenso en torno a los orígenes del bautismo cristiano” (Lathrop, 505).
Una definición precisa sobre el bautismo ayudaría a revelar el origen y la forma de conducir dicha
sencilla, pero controversial, práctica de la Iglesia. Considerando que esa práctica comenzó mucho antes
de Juan el Bautista en el desierto, nos conviene examinar la inmersión pre-Nuevo Testamentaria. El
bautismo de Juan será el próximo asunto de interés, especialmente cuando Yeshúa (Jesús) preguntó:
“¿De dónde era el bautismo de Juan?...” (Mat. 21:25a, LBLA). Finalmente, la práctica del bautismo
durante la temprana Iglesia Judía aclarará las aguas turbias del origen de la inmersión.
DEFINICIÓN del Bautismo
El griego nos ayuda mucho para comprender el término del bautismo. T.J. Conant declaró de manera
sencilla: “La palabra griega baptizein expresa solamente el acto de la inmersión; el significado
religioso se deriva de las circunstancias con las que se asocia” (Conant, 101). Los eruditos
ampliamente concuerdan que esa palabra griega por sí sola significa sumergir, con la idea de una
inmersión total. W.A. Jarrel ofrece lo siguiente: “La literatura griega demuestra que baptizo es usado
para indicar que uno es llevado dentro y debajo [del agua], cualquiera que fuese el modo de hacerlo,
sea por una inundación, un barco que se hunda, u otra cosa. Pero, cualquiera que fuese el modo de
efectuar la inmersión, es siempre una inmersión” (Jarrel, 4). Quizás si la palabra se usara según su
verdadero significado, los pastores hoy día no dirían “yo bautizo por aspersión.”
El énfasis de la palabra griega baptizo está en el resultado de la inmersión en lugar de su acto.
Bíblicamente, e históricamente (de otros escritos griegos), el verbo aplicaba a cualquier tipo de
sumergimiento. Por ejemplo, cuando una tela es sumergida en tinte, el comprador está mucho más
interesado en la tela ricamente teñida que en el esfuerzo por teñirla. De igual forma, en un bautismo
cristiano, es mucho más valioso el resultado de un siervo plenamente obediente, y por ende sumergido
en Yeshúa, que el debate que surge respecto a cómo se debe hacer.
David Dockery señala que “la forma del sustantivo baptisma no se encuentra fuera del Nuevo
Testamento, y sólo se halla en el singular. El término implica no solamente el acto externo del
bautismo, sino también el significado interno y el poder del acto” (Dockery, 5). Eso parece estar muy
acorde al corazón de Dios. Él siempre procura un cambio interno con resultados externos. Dios otorga
una realidad interna al acto externo de obediencia.
Bautismo Pre-Nuevo Testamentario
El bautismo no originó con Juan el Bautista en el desierto. La inmersión fue practicada muchos siglos
antes, usualmente como un rito de purificación. William Lumpkin dice: “Algunos de los antecedentes
del rito pueden hallarse en la religión judía. Todas las religiones orientales parecen haber tenido un
tipo de ablución, pero en el judaísmo, ese lavado e inmersión en agua ocupaba un lugar importante”
(Lumpkin, 5). Quizás el uso más importante de la inmersión fue el rito conocido como el “bautismo
del prosélito.” Lumpkin señala: “Antes de la era cristiana, los judíos…utilizaban purificaciones
privadas para marcar la transición del individuo entre un estado de vida a otro, desde una adoración
pagana a una verdadera” (Lumpkin, 5). Parece que la inmersión total de un converso por voluntad
propia nunca era cuestionada como la forma aceptable y correcta para realizar el bautismo.
El distanciamiento en la Iglesia de sus orígenes bíblicos y hebraicos parece haber contribuido a su
profunda ignorancia respecto a la inmersión en el acto del bautismo. Refiriéndose al origen judío de la
Iglesia, G.R. Beasley-Murray explica: “Así también, el rito purificador del agua fue practicado desde la
antigüedad inmemorable, y si su historia fue mayormente olvidada, las asociaciones con éste han
demostrado una extraordinaria tenacidad por sobrevivir (Beasley-Murray, 1).
El autor judío Alfred Kolatch trae una perspectiva contemporánea: “Algunos hombres muy ortodoxos
todavía siguen una antigua práctica de inmersión en el mikvá (el antiguo rito de inmersión o el lugar en
que se practicaba) antes del Shabat y los días festivos. Los escribas, cuando escriben un rollo de la
Torá (Génesis a Deuteronomio), se sumergen previo a iniciar el proceso…” (Kolatch, 123). Uno puede
ir a los libros de Levítico y Números para encontrar el rito de la purificación por inmersión, lo cual la
mayoría de judíos fieles a la Torá todavía practican hoy día. Dockery aclara: “Los ritos de la
purificación en el judaísmo enfatizaban la limpieza y la importancia de servir al Señor (Levítico 13-17;
Números 19)” (Dockery, 6). Los autores del Nuevo Testamento, en Marcos 7:1-5 y Hebreos 9:19-20,
hicieron referencia a ritos de purificación por medio del lavado en agua y el rociado de sangre. Esos
lavados y aspersiones para lograr la purificación podrían haber dado fundamento a otro tipo de
bautismo además de la inmersión. Sin embargo, la común aplicación judía de una total inmersión en
agua sirve como testimonio personal de una conversión a Dios.
El Bautismo de Juan el Bautista
¿De dónde vino el bautismo de Juan el Bautista? Incluso Yeshúa hizo esa pregunta. Si Yeshúa la hizo,
entonces la respuesta debe ser muy importante. Le preguntó a los sumos sacerdotes y ancianos del
Templo en Jerusalén si el bautismo de Juan era del cielo o de los hombres (Matt. 21:23-27). ¿Podría
ser de ambos? Jesús no dio la respuesta, sino que dejó que su audiencia ponderara el asunto.
Una pregunta aún más importante podría ser: ¿De dónde vino Juan? Beasly-Murray dijo: “Gracias al
descubrimiento de los rollos del Mar Muerto, ahora poseemos el testimonio de primera mano de uno
de los grupos más influyentes que practicaban el bautismo (Beasly-Murray, 12). Ese autor se refiere a
la comunidad de Qumran, que provee fuerte evidencia de ser precursora a la secta esenia del judaísmo.
Es muy probable que Yojanan (Juan), conocido como el que bautizaba, procediera de dicho grupo en el
desierto. Él es conocido mejor por su nombre menos específico y su título: Juan el Bautista.
Beasly-Murray provee un profundo análisis de Juan y su bautismo, y concluye su estudio sobre los
antecedentes del bautismo cristiano diciendo: “En él, las antiguas tradiciones de inmersión ritual,
combinadas con la anticipación de juicio y redención, hallaron un medio en Israel entre las abluciones
del hombre que señalaban hacia la redención. El éxito del acto fue mayor de lo que pudo haber soñado:
a éste se sometió el propio Mesías, y luego lo invistió de poder para la comunidad del Reino” (BeaslyMurray, 44). Dios, en Su infinita sabiduría y Su obra a través de la historia, unió el cielo con la tierra a
través de la inmersión de Su profeta-siervo, Juan.
Conclusión
Desde su origen como rito judío para la purificación, la inmersión es un asunto perdido y
redescubierto. Ciertamente, la primera iglesia era una iglesia judía, y no tuvo que cuestionar la antigua
práctica de la inmersión para representar el evento de la conversión. Marvin Wilson explica cómo se
efectuaba el auto-bautismo de un prosélito al judaísmo: “El candidato [desvestido]…se sumergía en las
aguas, simbólicamente limpiándose de su anterior contaminación. Con su pasado atrás, emergía para
pararse junto al pueblo de Israel” (Wilson, 22).
No es difícil imaginar cómo la primera iglesia bautizó a sus primeros 3,000 conversos en Jerusalén
durante Shavuot (Pentecostés). Los mikvot (plural de baño ritual) todavía se pueden hallar a la entrada
del Monte del Templo. Sin ceremonia, y probablemente sin uno que los bautizara en esa pequeña
reserva de agua, los nuevos creyentes en Yeshúa se sumergieron, como siempre lo hacían antes de
subir al Templo. Sin embargo, ahora en Yeshúa, lo hacían para representar su entrada al Reino, el cual
había bajado a la tierra.
William Lumpkin observó: “Esa inmersión fue la manera apropiada para bautizar, y la Iglesia nunca lo
cuestionó durante los primeros 1,000 años o más de su historia. Por lo tanto, ¿de dónde vino la
aspersión?” (Lumpkin, 12). Esa es una pregunta para otro estudio. Lo que es seguro es que existe
fuerte evidencia de que la inmersión en la Iglesia proviene de sus ricas raíces judías.
De la misma manera en que Dios canalizó, por medio de Israel, muchas otras riquezas para el bien del
mundo y para el establecimiento de Su Reino en la tierra, el origen de la inmersión ritual fue
parcialmente perdido, pero recientemente ha sido redescubierto. Como el modo de bautismo que más
honra a Dios y nuestra herencia, la inmersión proclama el poder transformador del Redentor dentro del
ser humano.
Rev. William (Bill) Adams
Coordinador de Área de Puentes para la Paz
Sector Noreste, Estados Unidos
BIBLIOGRAFÍA:
Beasley-Murray, G. R. Baptism in the New Testament. Grand Rapids: Eerdmans Publishing, 1962.
Bridge, Donald. The Water that Divides. Downers Grove: Intervarsity Press, 1977.
Campell, Alexander. Christian Baptism. St. Louis: Christian Board of Publication, 1822.
Conant, T. J. The Meaning and Use of Baptizein. New York: American Bible Union, 1868.
Dockery, David. “Baptism in the New Testament.” Southwestern Journal of Theology XLIII:2 (Spring 2001): 4-16
Gilmore, A. Christian Baptism. Chicago: The Judson Press, 1959.
Jarrel, W. A. Baptizo-Dip-Only. Dallas: The Texas Baptist Book House, 1910.
Kolatch, Alfred. The Jewish Book of Why. New York: Jonathan David Publishers, 1985.
Lathrop, Gordon. “The Origins and Early Meanings of Christian Baptism: A Proposal.” Worship 68:6 (November 1994): 504-521
Lumpkin, William. The History of Immersion. Nashville: Broadman Press, 1962.
Shulan, Joseph. A Commentary of the Jewish Roots of Romans. Baltimore: Messianic Jewish Publishers, 1997.
Stern, David. Jewish New Testament Commentary. Clarksville, Maryland: Jewish New Testament Publications, 1992.
Wilson, Marvin. Our Father Abraham. Grand Rapids: Eerdmans Publishing, 1989.
Las citas bíblicas son tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS. Derechos Reservados ©1986,
1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usada con permiso, www.LBLA.com .
Traducido por: Teri S. Riddering
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