La Tierra – Nuestro hogar

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La Tierra – Nuestro hogar
Reflexión de Shalini Podimattam sobre el cuidado de la Tierra y la Reconciliación
En el principio, cuando Dios terminó la obra de la creación, ‘Dios vio que todo era muy bueno’. Los humanos fueron
colocados en el seno de la Madre Tierra, la cual los nutría. Ella abrazaba a sus humanos con el calor del sol, con la pureza
del aire y la frescura del agua. Ella les proporcionaba recursos naturales y abundantes. A los humanos se les confió la
responsabilidad de mejorar la vitalidad y la belleza de la naturaleza.
Los humanos, a medida que nos desarrollábamos, nos desprendíamos de esta relación de respeto y de cuidado. Hemos
cavado profundo en el corazón de la Madre Tierra en busca de minerales, hemos envenenado la tierra con elementos
químicos y fertilizantes, hemos desnudado las tierras selváticas, hemos arrollado completamente los océanos, todo en busca
de rápidos resultados y de lucro excesivo. Hemos echado al lecho marítimo los desechos nucleares y no-biodegradables de
nuestro desarrollo contaminando las aguas y destruyendo la vida. Hemos invadido, saqueado y matado a nuestros hermanos
y hermanas para acumular riqueza. Si la justicia es la relación correcta, entonces nosotros nos hemos portado injustamente.
La naturaleza reacciona violentamente, como lo hemos visto en el tsunami de Asia, el terremoto del sudeste de Asia, las
inundaciones de Guatemala, los huracanes Katrina y Wilma (nombres previamente designados solamente con nombres de
mujeres (¡!), olas de calor, sequías prolongadas en África, lluvias torrenciales y lluvia ácida causada por la contaminación
del aire. Hablamos de estos agotamientos complejos como calenta
miento global. La destrucción de los hábitats naturales de los animales provoca nuevas y virulentas enfermedades y
pandemias, tales como la actual gripe aviar. Los portadores de enfermedades amenazantes han sido víctimas de la
contaminación y de la destrucción medioambiental causada por los humanos.
Los expertos dicen que la amenaza más grande para nosotros y para las generaciones futuras puede venir del conflicto entre
los humanos y la naturaleza. Así es, “arrancar” una flor afecta a una estrella distante” poetisa Frances Thompson
“Estamos en un momento crítico de la historia de la Tierra, un tiempo cuando la humanidad debe escoger su futuro...
Debemos unirnos para producir una sociedad global sostenible fundada en el respeto por la naturaleza, los derechos
humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz” Preámbulo de la Carta de la Tierra, 2000
El Capítulo General de 2003 nos estimula a “promover una cultura de paz y de no-violencia para que los derechos de todas
las personas y de toda la creación sean respetados”.
Nuestro compromiso por la paz y la no-violencia nos llama a:
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Promover una espiritualidad de inclusión;·
Promover valores de relación, de respeto y de cuidado de la vida de los humanos y de la vida de los animales y de
las plantas;
Preservar la integridad de los ecosistemas
Reemplazar el individualismo con la relación cooperativa, el consumismo con el uso cuidadoso de las cosas y los
hábitos de usar-y-botar los bienes con la costumbre de reciclarlos;
Unirnos a grupos de acción y de estudio con los jóvenes para una reeducación y una vida sostenibles;
Ratificar la igualdad de los géneros – apoyar los derechos humanos, la oportunidad económica y la atención de
salud para las mujeres;
Influir en los gobiernos en pro de políticas y legislación que favorezcan a los pobres.
¿Cómo podemos tomar parte activa en la restauración de la vida y la dignidad para todos, especialmente donde están más
disminuidas? ¿Cómo pueden nuestra espiritualidad, nuestros programas de formación y nuestros ministerios contribuir a
ello? ¿Cómo puede nuestro carisma impulsar nuestra acción?
“Paz con Dios – Paz con toda la Creación.”
Que este mensaje del Papa Juan Pablo II en el Día Mundial de la Paz 1990 sea nuestra oración y nuestra acción.
Para más información sobre la Carta de la Tierra, visitar: http://www.earthcharter.org/
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