Pastor Gabriel Gil Arancibia Profesor de Teología, Biblia e Historia

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Pastor Gabriel Gil Arancibia
Profesor de Teología, Biblia e Historia de la Iglesia - SEMISUD
APLASTANDO GIGANTES, DERRIBANDO FORTALEZAS
Introducción.
La historia que se explicará a continuación es real –
siempre y cuando creamos que la Biblia es veráz-. Dicha
historia ocurrió mucho antes de la era cristiana, allá por
el 1250 a.C.. Esta historia la ubicamos en el Antiguo
Testamento, específicamente en los libros de Números y
Josué.
I. APLASTANDO GIGANTES (Números 13:17 hasta el 14:10)
Los israelitas habían estado esclavizados en Egipto por 400
años hasta que Dios los libera por medio de su siervo
Moisés (Éxodo 1, 13 y 14).
La liberación total consistía no sólo en abandonar el país
opresor, sino, establecerse en una nueva tierra, una zona
geográfica distante miles de kilómetros de Egipto. Esa
región a la cual debían dirigirse es llamada “la tierra
prometida” (Canaán), que comprende la zona de Palestina en
la actualidad1.
En Números 13:17 hasta el 14:10 se nos relata que cuando
los israelitas estaban a punto de entrar a la Tierra
Prometida, Moisés decide enviar doce espías (uno por cada
tribu), que inspeccionaran el lugar antes de que el pueblo
llegara para establecerse.
Los israelitas estaban acampando en el desierto de Parán,
una zona intermedia entre Egipto y Canaán. Desde ahí
enviaron a los espías y todo el pueblo esperaba los
informes de éstos. Leamos el pasaje bíblico en Números
13:17-33.
¿Cómo era la Tierra Prometida?
La tierra inspeccionada por los espías era en extremo
buena, era fértil y apta para vivir, cultivar y criar
ganado; los frutos de la tierra así lo demostraban (leer
13:23-24). Era una tierra que “fluía leche y miel”.
1
La migración desde Egipto hacia Canaán no debía tardar más de 2 años
(considerando que los israelitas liberados sobrepasaban los dos millones de
personas, sin contar el ganado), pero demoró 40 años, ¿Qué pasó? ¿Por qué la
tardanza exagerada de 4 décadas?
¿Quiénes habitaban esta tierra?
Al leer cuidadosamente el texto bíblico (leer 13:28-29)
encontramos que Canaán estaba habitada por personajes que
produjeron espanto y dolor en los israelitas: Gente
preparada para la guerra (Amalecitas, Hititas, Jebuseos,
Amorreos
y
Cananitas);
Habían
ciudades
amuralladas
(difíciles de conquistar); y por si fuera poco, habitaban
ahí los hijos de ANAC. Los anacenos (hijos de Anac) eran
una raza de hombres y mujeres de gran estatura, se les
conocía por su fiereza y salvajismo en las batallas.
¿Cómo se sintieron los espías ante esta situación?
Los espías son drásticos a la hora de dar el reporte a
Moisés y el pueblo. Literalmente ellos se desmoralizan ante
la situación que vieron sus ojos. En 13:31 los espías
dijeron: “No podremos pelear contra aquel pueblo, porque es
más fuerte que nosotros”. En 13:32 dijeron: “La tierra por
donde pasamos es tierra que traga a sus moradores, y todo
el pueblo que vimos en ella es gente de gran estatura
(gigantes)”. Y por si fuera poco, en 13:33, los espías
dicen: “Éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas;
y así les parecíamos a ellos”.
¿Cómo reaccionó el pueblo ante este Informe?
En Números 14:1-4 se relata que el pueblo comenzó a hablar
mal de Dios diciendo: “Ojalá hubiésemos muerto en Egipto,
ojalá muriéramos en el desierto”. También quisieron
derrocar a Moisés y designar caudillos que los llevaran de
vuelta a Egipto2.
Caleb, un espía Diferente (Números 13:30 y 14:6-9.
Caleb vio los mismos gigantes y las mismas ciudades
amuralladas que los otros espías, pero los 10 espías
regresaron para transmitir un pesimista “informe malvado”.
Las palabras de Caleb proclamaron una convicción, una
confesión de fe ante todo Israel: “más podremos nosotros
que ellos” (Núm. 13:30). Él había reconocido el terreno,
algo que nos recuerda que la fe no es ciega. La fe no niega
la realidad o la dificultad; declara el poder de Dios.
En 14:6-9 Caleb y Josué declaran al pueblo que “Dios nos
llevará a esta tierra que fluye leche y miel, nos la
entregará… Porque nosotros los comeremos (a los gigantes)
como pan”.
2
A esto se le conoce como el “síndrome del exilio”. Se refiere a que cuando
las cosas salen mal es común en los humanos querer volver, retroceder,
renunciar y culpar a otros de las desgracias propias.
¿Qué aprendemos de esta Historia?
Todas las personas tenemos gigantes en nuestras vidas,
gigantes que debemos enfrentar. Algunos ejemplos: Problemas
en
nuestro
matrimonio;
crisis
con
nuestros
hijos;
dificultades en nuestras empresas, negocios o proyectos;
depresiones
internas,
crisis
emocionales,
dramas
personales, etc. Los gigantes son una realidad y a veces
son gigantes enormes, pero éstos pueden ser aplastados si
confiamos en Dios.
¿Cuál fue la diferencia entre los 10 espías pesimistas y
Caleb y Josué? Estos últimos miraron a los gigantes a
través de los ojos de Dios.
II. DERRIBANDO FORTALEZAS (Josué 6:1-10 y 20)
Cuarenta años habían pasado desde el incidente del informe
de los espías, en el desierto de Parán. Ahora Josué
lideraba a Israel ya que Moisés había partido con el Señor.
La misión de Josué era sencilla en teoría, pero difícil en
la práctica: Debía introducir y establecer a Israel en
Canaán, la Tierra Prometida. Sin embargo, como vimos en la
historia anterior, esta zona geografía (actual Palestina)
estaba habitada por gigantes, hombres de guerra y ciudades
amuralladas.
La primera ciudad que Josué debía tomar era Jericó. Según
los arqueólogos, una de las primeras ciudades del mundo en
ser construida. Lo particular de esta ciudad eran sus
enormes muros de contención, construidos para repeler y
resistir
cualquier
ataque
de
ejércitos
extranjeros,
saqueadores o desastres naturales. Jericó era una obra de
arquitectura única en su tiempo. Tenía un doble muro de 9
metros de alto que recorrían la ciudad. El muro exterior
tenía un grosor de 3,70 metros de ancho, el muro interior,
1,80 metros de ancho. Entre un muro y otro había una
distancia de 4 a 8 metros. Los muros se unían a intervalos
por
puentes
y
torres
de
vigilancia
ubicados
estratégicamente en diferentes puntos de la ciudad. En
teoría, era imposible penetrar tal fortaleza.
¿Qué hacer frente a tal Situación?
Los israelitas tenían orden de Dios de conquistar la
ciudad, no evitarla, no ignorarla; sino, conquistarla,
pero, ¡¿Cómo?!
La estrategia no convencional sugerida por Dios incluía
caminar en silencio y esperar. Esto a los humanos no nos
gusta puesto que tener el control y crear soluciones es
algo que nos pone en dominio de cualquier situación, pero
silenciar y esperar nos desespera porque cedemos el control
a otro, en este caso a Dios. Esta peculiar marcha, repetida
día a día, sin aparentes resultados, constituía una prueba
de obediencia y confianza de parte del pueblo. Leamos el
Salmo 37:34, “Espera en Dios y cumple su voluntad, Él te
pondrá muy en alto y te dará la tierra prometida. ¡Ya verás
con tus propios ojos cuando los malvados sean destruidos!”.
Josué 6:10, El Silenciamiento de la Incredulidad.
Muchos pasajes en la Biblia nos instruyen a esperar en
Dios, a estar quietos y callados en su presencia (Éxodo
14:13-14; 2ª Crónicas 15-17; Salmos 37:7-8; Salmos 40:1;
Salmos 42:5, entre otros). En este versículo (6:10), Josué
manda a los hijos de Israel que mantengan silencio mientras
caminan alrededor de la ciudad de Jericó. No cabe duda de
que Josué guardaba el recuerdo de que los 40 años de
castigo en el desierto se debieron a la murmuración
incrédula del pueblo. En esa ocasión, los espías regresaron
con un reporte motivado por lo que la gente ve cuando no
está conectada con Dios3. Su destino quedó sellado cuando
pusieron en duda la capacidad del pueblo para tomar la
Tierra Prometida4.
Con estas lecciones históricas en mente, la directriz de
Josué
sobre
mantenerse
en
silencio
constituye
una
advertencia para nosotros. Cuando confrontes grandes retos,
no permitas que tus labios pronuncien palabras incrédulas.
No te atrevas a pronunciar palabras desmoralizadoras. ¡Las
palabras pueden atar o desatar, de ahí la orden de guardar
silencio! En ocasiones no podemos decidir lo que vemos o
escuchamos, pero la renuncia a manifestar duda o temor
inclinará nuestros corazones hacia lo que Dios puede hacer
(Proverbios 16:23-24; Proverbios 30:32).
¿Qué aprendemos de esta Historia?
En Josué 6:20 se nos dice que los muros de Jericó cayeron y
luego el pueblo “conquistó la ciudad inconquistable”.
¿Cómo ocurrió esto? Debemos notar que la estrategia
utilizada en esta conquista no fue humana, sino divina. Fue
Recuerda el antiguo dicho popular: “Tu ves lo que quieres ver”.
Para entender el castigo de los cuarenta años en el desierto, sírvase leer
Números 14:11-38. Los expertos en arqueología bíblica e histórica aseguran que
el viaje de los israelitas desde Egipto a Canaán se podía hacer en un máximo
de dos años.
3
4
Dios quien le dijo a Josué lo que debía hacer. A veces
pensamos que Dios habla sólo a cierto tipo de personas,
quizás las más espirituales, pero la verdad es que Dios
habla a todos los seres humanos. A algunos les habla para
corregirlos, a otros para animarlos y a otros para
indicarles el camino. La diferencia entre aquel que escucha
a Dios y el que no es precisamente eso: ¡Hay que escuchar a
Dios! Dios habla de muchas maneras, por diferentes medios y
siempre a tiempo. Cuando aprendamos a escuchar a Dios y
obedecerle,
seguramente
nuestras
vidas
cambiarán
positivamente (leer Mateo 7:24-27).
Todos los aquí presentes tenemos fortalezas en nuestras
vidas. Las fortalezas se diferencian de los gigantes porque
éstas simbolizan un conglomerado, agrupación o varios
problemas que juntos, conforman muros altos y gruesos que
no nos permiten alcanzar la plenitud que Dios ha prometido
para nosotros (Juan 10:10).
¿Qué hacer frente a estas fortalezas? Si ya has probado con
estrategias humanas, ¿has pensado en callar tu boca y
esperar en Dios? ¡Tal vez eso fue lo que debimos hacer
desde el principio!
Pastor Gabriel Gil Arancibia
Profesor de Teología, Biblia e Historia de la Iglesia - SEMISUD
APLASTANDO GIGANTES, DERRIBANDO FORTALEZAS
¿Cuáles son los gigantes y fortalezas
que enfrentas en tu vida Hoy? Escríbelos:
¿Qué harás para aplastar y derribar estos gigantes
y fortalezas en tu Vida? Decláralo:
Recuerda siempre esto:
“Encomienda a Dios tu camino y confía en Él; y Él
hará”
Salmos 37:5 (versión Reina Valera)
“Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en
Él,
y Él actuará en tu favor”
Salmos 37:5 (versión Lenguaje Sencillo)
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