ALGUNOS ASPECTOS SOBRE LA APROPIACION Y RENTA DE LA TIERRA EN COLOMBIA Diego Roldán Luna, Académico de número Aunque este epígrafe me compromete con este selecto auditorio de colegas y amigos en relación con la extensión y profundidad que un tema de este calibre requeriría, me es útil, sin embargo, para introducir y compartir con ustedes en una temeraria síntesis, algunas inquietudes académicas en el marco de la coyuntura actual de la nación colombiana. En este tema voy a referirme fundamentalmente al espacio rural apartándome de lo concerniente a la propiedad urbana y todos los temas conexos Cuando hablamos de la tierra nos estamos refiriendo a un conjunto de recursos inherentes al suelo y al subsuelo y por lo tanto este concepto trasciende el espacio destinado a la siembra de cultivos y cría de ganado, e incluye entonces otros recursos como bosques, yacimientos minerales, fauna y flora, fuentes de agua, entre otros. El concepto de renta capitalista de la tierra en los clásicos Aunque para muchos el orden propuesto en este trabajo no sería el más apropiado históricamente, he querido iniciar esta disertación trayendo algunas precisiones sobre el concepto de renta capitalista de la tierra, por cuanto, como se verá más adelante en el texto, es éste un referente importante frente a la enorme complejidad que el fenómeno de la propiedad y de la renta de la tierra en Colombia, presenta a través de formas y connotaciones sociales y políticas diferentes. Para el ilustre pensador inglés David Ricardo, sagaz corredor de bolsa y posteriormente próspero terrateniente, la naturaleza de la renta de la tierra se explicaba estrictamente a partir de dos elementos constitutivos: la propiedad sobre la tierra y el o los productos que de su uso o explotación se obtuvieran. Esta primera afirmación de Ricardo estaba, a mi juicio, relacionada con dos inquietudes que le surgen en su reflexión, a saber: 1 a) La necesidad de aclarar si la apropiación de la tierra y la creación consecuente de la renta ocasionarían alguna variación en el valor relativo de los bienes obtenidos en ese suelo, independientemente de la cantidad de trabajo necesario para producirlos. Es decir si esa apropiación y su renta derivada influirían en el precio natural de esos bienes. b) La necesidad de distinguir el concepto de renta, por una parte del que surge en el lenguaje popular que identificaba la renta como cualquier suma anual pagada por el agricultor a su terrateniente por el uso del suelo y, por otra, de la tradicional concepción que de renta existía aplicada al interés y la utilidad del capital, lo cual para él no era, por supuesto, el caso. “La renta es aquella parte del producto de la tierra que se paga al terrateniente por el uso de las energías originarias e indestructibles del suelo1 escribía en 1817 el inglés, como parte de su libro “Sobre los Principios de Economía Política y Tributación”. Esta concepción de renta constituye para Ricardo el punto de partida para introducir la diferencia de quantum de rentas debida a distintas condiciones del suelo, lo cual trae a colación con su conocido ejemplo de dos haciendas vecinas de la misma extensión y de la misma fertilidad natural, una de las cuales poseyera todas las posibilidades ofrecidas por edificios agrícolas y que además estuviera debidamente abonada y drenada y ventajosamente distribuida por cercas, vallas o muros, y, la otra no poseyendo esas mismas ventajas, concluyendo entonces que se pagaría una remuneración mayor por el uso de la primera que por el de la segunda, pero que en ambos casos la remuneración en cuestión se denominaría renta. En otras palabras, Ricardo ilustraba como solo una porción del dinero o equivalente, pagado como renta por la hacienda mejorada, se daría por las “energías originarias e indestructibles del suelo” y la otra por la introducción del capital para mejorar la calidad del suelo y para erigir los edificios necesarios a la obtención y conservación del producto obtenido. 1 / Principios de Economia Política y Tributación Cap II pag 51, F.C E 1985 2 Cuarenta años después, dentro de su profundo análisis del Capitalismo, Carlos Marx elabora y decanta esta reflexión ricardiana, aportando respectivamente los conceptos de Renta Absoluta y las dos formas de Renta diferencial. 2/ La Renta absoluta la define como la parte de la plusvalía de que se apropian los terratenientes gracias al monopolio de la propiedad privada sobre la tierra, independientemente de la fertilidad del suelo y del lugar de emplazamiento de las haciendas, así como del rendimiento de las inversiones adicionales de capital en un mismo terreno. En términos muy generales, por supuesto, para el caso de la forma I de diferencial, Renta Marx la define como el excedente de la ganancia obtenida como consecuencia de la diferente productividad de los capitales invertidos en tierras desiguales por su fertilidad natural o por su situación respecto al mercado y, para el caso de la forma II de Renta Diferencial, que tiene su punto de partida en la I, considera como ese excedente sobre la ganancia obtenido la gracias a inversiones adicionales de capital, relativamente mas productivas. En esta ultima instancia, a diferencia de lo que ocurre con el caso I, la renta II nace debido a la intensificación de la agricultura y sería típica del capitalismo rural que ha alcanzado un nivel mas elevado de desarrollo. Por supuesto que un avance de Marx sobre el análisis ricardiano, fue mostrar que la renta diferencial no necesariamente se obtiene al pasar sucesivamente de cultivar las tierras mejores a cultivar las peores, como argumentaba Ricardo, sino que, por el contrario, se dan también casos inversos, donde tierras de una clase inferior determinada se trasforman en tierras de otra clase superior, gracias a los progresos de la técnica agrícola y por lo tanto a una mayor inversión de capital. Al final de su capítulo sobre la renta, Ricardo presenta una interesante síntesis de su reflexión, concluyendo que “al hablar de la renta del terrateniente, la hemos considerado más bien como la proporción del producto obtenido con un cierto capital en una hacienda determinada, sin referirnos a su valor de cambio. Pero como la dificultad de producción, eleva el valor de cambio del producto primario y eleva también la / Marx, C “EL CAPITAL, Tomo III, Capítulos XXXVIII, XXXIX, XL, XLI, XLII, XLIII, XLIV y XLV, F.de C. Económica 5ª edición 1968, páginas 596-716 2 3 proporción del producto primario pagado al terrateniente por concepto de renta, es obvio que el terrateniente se beneficia doblemente con la dificultad de producción: primero obtiene una mayor parte y, segundo, el bien con que se le paga alcanza un valor más elevado”3/ A esta altura de su análisis, Ricardo concluye que los precios de los productos tienen una dinámica diferente a la del quantum de renta del suelo donde se producen, pero que los primeros y la segunda están efectivamente vinculados. Lo que descubre Ricardo, entonces, es que el precio de lo bienes depende de la productividad del trabajo asociada al capital empleado y que la renta no es un elemento de ese precio, sino que constituye una porción de la ganancia obtenida por dicho capital. En otras palabras, hace parte del excedente o plusvalía global obtenido por el capital. La propiedad y renta de la tierra en otros contextos no capitalistas de producción Hasta aquí una mirada a la renta de la tierra en el marco de la producción agraria mercantil capitalista, a la cual, de manera diferenciada y en distintos niveles, ha estado vinculada en Colombia buena parte de la producción agrícola, forestal y una menor porción de la explotación ganadera y minera especialmente en el discurrir tecnificadas, todo ello del siglo XX anterior y el actual de la historia colombiana. Sin embargo, en Colombia, distintas formas de propiedad, uso y renta de la tierra han coexistido y más aún se han reproducido dialécticamente, vinculadas en mayor o menor grado a relaciones no capitalistas de producción y de propiedad de la tierra, así éstas sean, en mayor o menor grado, funcionales a la economía de mercado capitalista. Es así como el latifundio o gran propiedad no capitalista territorial, la pequeña propiedad campesina, las tierras de comunidades indígenas, negras y otras minorías étnicas, el colonaje y la aparcería en sus distintas formas y arreglos, han sido parte de la historia social y política de Colombia y por supuesto sus actores sociales han sido protagonistas en el conflicto social que hoy, por voluntad política de unos cuantos, se quiere mágicamente desconocer como existente en este país. Por supuesto 3/ Ibídem Pág. 63. 4 que este conflicto ha tenido, en buena parte, que ver precisamente con la apropiación de tierras y con el desplazamiento forzoso de una considerable parte de esos actores sociales, y la consiguiente agudización de la concentración de la tierra en pocas manos. Concomitante a lo anterior, formas no capitalistas de renta se han desarrollado inherentes a estas distintas formas de propiedad, apropiación y uso de la tierra: la renta en especie a partir de arreglos diferentes de aparcería, donde el dueño de la tierra comparte en distintas proporciones el producto obtenido por el aparcero; la renta en trabajo como forma feudal recreada en algunas zonas del país pero además presente en distintas modalidades de intercambio de trabajo entre pequeños productores; y, finalmente, la renta en dinero como parte de la práctica productiva y de uso y acceso a la tierra en el marco de la pequeña y mediana propiedades a partir de pequeños arrendatarios. En este contexto, las formas salariales de remuneración capitalista expresadas principalmente en el jornaleo, permanecen y se recrean como formas suplementarias o complementarias de contratación de fuerza de trabajo necesaria para la realización permanente o estacional de tareas relacionadas con la producción agraria. Una mirada a las múltiples cifras suficientemente conocidas, sobre la aberrante concentración de la tierra en Colombia, nos sugiere con mucha elocuencia que las formas predominantes de tenencia son precisamente aquellas en cuyo marco no se desarrollan explotaciones agrícolas y ganaderas capitalistas y, que por lo tanto la fuente de sus rentas correspondientes, provienen mayoritariamente de formas atrasadas de producción basadas en la propiedad y apropiación coactiva del suelo y la sobre-explotación de la fuerza de trabajo. Rentas de Monopolio de la Tierra Permítanme introducir esta sección, compartiendo con ustedes las siguientes frases tomadas del texto “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”. Marx nos dice: “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias 5 elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias existentes con las cuales ellos se encuentran directamente y que les han sido legadas por el pasado.” Y continua: “La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su exilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal.”4/ Habiendo sido la tierra durante siglos la fuente de la producción, su posesión y concentración ha significado poder. Los hombres para dominar a otros han utilizado la fuerza, nos dice Alexis de Tocqueville 5/ y “no se reconoce más origen del poder que la propiedad territorial”. No es casual que en su teoría de la renta, David Ricardo utilice complementariamente los términos “apropiación y propiedad de la tierra”, mostrando, quizás sin proponérselo, como el primero de esos términos, apropiación, expresa un proceso y, el segundo, propiedad, indica una consolidación en Derecho. De igual manera, Carlos Marx, con lujo de detalles y basado en exhaustiva información fruto de sus incansables investigaciones, nos ilustra en el capítulo XXIV del primer tomo del Capital, como la propiedad histórica de la tierra se ha dado en un contexto de acumulación originaria, la cual, nos dice el pensador alemán “no es, pues, más que el proceso histórico de disociación entre el productor y los medios de producción.” En ese trabajo y tomando la experiencia de la Inglaterra del siglo XIV como referente, Marx ilustra como “Los grandes señores feudales, levantándose tenazmente contra la monarquía y el parlamento, crearon un proletariado incomparablemente mayor, al arrojar violentamente a los campesinos de las tierras que cultivaban y sobre las que éstos tenían los mismos títulos jurídicos feudales que ellos, y al usurparles sus bienes / Marx, C “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” en C. Marx/F. Engels: Obras escogidas en tres tomos, Editorial Progreso Moscú 1981, Tomo I, página 404. 5 / De Tocqueville, “La Democracia en América”, Alianza Editorial Madrid ,1980, pág. 10 4 6 comunales.” 6/Marx además nos ilustra cómo fue precisamente el auge de las manufacturas laneras de Flandes y la consiguiente alza de los precios de este producto, lo que sirvió de estímulo directo para estos abusos en Inglaterra. Un producto económicamente avasallante, en este caso, legal, provocó hace casi seis siglos estos cruentos desplazamientos. Conocemos muy bien como se dio la apropiación institucional de la tierra en el marco de la Conquista y principios de la Colonia en América Hispana. Esta estructura colonial no se modifica con la llamada independencia, pues la tierra siguió siendo un factor fundamental de contradicción social, con claras económicas. Los intereses de comerciantes, connotaciones políticas y artesanos y fabricantes de algunas manufacturas representaban uno de los polos de la contradicción, estando en el otro extremo los terratenientes y los mineros que defendían su enorme patrimonio. El latifundio crece aún más después de la independencia. El siglo XX, en sus primeras décadas, muestra ya un panorama de tenencia de la tierra con características de gran concentración. Al mismo tiempo, una sucesión de muy conocidas leyes agrarias con intencionalidad redistributiva aparecen a partir de los años 30. Pero como, al respecto, nos recuerda el economista John Galbraith 7 /: “Desafortunadamente algo de nuestra actual discusión de la reforma agraria en los países subdesarrollados procede como si ella fuera algo que los gobiernos proclaman en una bella mañana, de dar tierra a los que la cultivan de la misma manera como podrían dar pensiones a los antiguos soldados o como podrían reformar la justicia. De hecho, una reforma agraria es un paso revolucionario; ella transfiere poder, propiedad y estatus de un grupo de la comunidad a otro. Si el gobierno de un país es dominado o fuertemente influenciado por grupos terratenientes - de aquellos que están perdiendo sus prerrogativas - nadie podría esperar una legislación de tierras como un acto de gracia “ Datos del 2003 del Instituto Geográfico Agustín Codazzi 8/ indican cómo solo el 1,15% de los predios rurales inscritos en el IGAC, tenían una superficie mayor a 200 has, promedio representaban un poco más del 65% del área total titulada en /Marx, C “EL CAPITAL”, Tomo I, Cap XXIV, sección 2, F.de C. Económica 5ª edición 1968, pág 611 Ver Galbraith ( 1951, 695-96) Nota : Traducción nuestra. 8 /Martínez M Jovanny, “ Tenencia de la Tierra en Colombia”, Ponencia Sociedad Geográfica de Colombia, IGAG, 15/07/ 2003 6 7/ 7 Colombia y correspondían al 1,35% del total de propietarios. En cambio, el 94,5 % de los predios, tenían una superficie promedio menor a 50 Has, representaban un poco menos del 19% del área total titulada y correspondían al 93,74% del total de propietarios. Por otra parte, “los desplazamientos por la violencia son un fenómeno de vieja data en Colombia” nos recuerda Darío Fajardo 9/. Entre fines de la década de los años cuarenta y la mitad de la década de los 60, “una parte importante de las migraciones campo - ciudad fueron motivadas por la guerra civil desatada entonces; al mismo tiempo, la acelerada ampliación de la frontera agrícola producida a partir de los años sesenta fue dinamizada igualmente por la evicción forzada de habitantes de varias regiones del país.” 10/. A partir de la década de los 80 y especialmente de los 90, la presencia de la narcoeconomía en Colombia, ha disparado de manera alarmante la expulsión de población y la apropiación violenta de grandes porciones del territorio nacional, ya sea por abandono de esa tierra o por su venta, que bajo amenaza, se hace a precios irrisorios. Todo ello, por su puesto, se da en el marco del enfrentamiento entre grupos armados, y con el objetivo prioritario de ampliar y ganar territorios bajo su control, valorizar esas tierras y, fundamentalmente como recurso importante para la producción de determinados bienes históricamente estratégicos y por lo tanto portadores de rentas. De acuerdo con el Observatorio sobre Desplazamiento Forzado, Conflicto Armado y Derechos Humanos CODHES, en su reciente intervención ante la Corte Constitucional, por lo menos 4.8 millones de hectáreas de tierra han sido abandonadas y cambiaron de dueño en el marco del desplazamiento forzado y el conflicto armado interno en los últimos años. La producción y comercialización de los cultivos ilícitos como la marihuana, coca y la amapola, han sido, pues, la piedra angular de este conflicto rural y en general en la / Fajardo M Darío, COLOMBIA: REFORMA AGRARIA EN LA SOLUCIÓN DE CONFLICTOS ARMADOS, Profesor Universidad Nacional de Colombia, Consultor IICA 9 10/ Ibidem 8 sociedad colombiana y, como nos aporta Darío Fajardo, “han afectado las relaciones políticas a nivel nacional e internacional, la consistencia y eficacia de las instituciones, en concreto las referidas a la injusticia y a la salvaguardia de la ley, la cohesión social, las relaciones económicas e, incluso, el patrimonio nacional de recursos naturales. 11 Importante documentación y análisis sobre todos estos temas han sido aportados también por colegas y otros estudiosos, entre ellos Francisco Thoumi, Absalón Machado, Alcides Gómez, Mauricio Uribe, Jesús Bejarano, Camilo Domínguez, Héctor Mondragón, Alfredo Rangel, Sergio Uribe, y otros cuyos nombres se me pueden escapar en este momento. Legalización más no legitimación de la apropiación de tierras en Colombia. Esta mirada retrospectiva de la formación de la nación colombiana nos muestra, pues, que el discurrir de la propiedad de la tierra en Colombia, ha sido una elocuente historia de repetidos despojos y de pocas restauraciones, que tienen su génesis en la conquista y la colonia y que se va consolidando a partir de las guerras de independencia y a través de los distinto episodios republicanos hasta nuestros días. De hecho la historia regional de la acumulación de tierras está preñada de episodios donde al amparo del conflicto las cercas se corren y no pocos “pescan en río revuelto”. En este proceso, la apropiación de la tierra se va legalizando como propiedad a través de una especie de sucesión no necesariamente regular de ascendentes y sus picos máximos estarían asociados a ciclos, cuyas fases distintos grados de virulencia de los conflictos sociales (dentro de los cuales el despojo de la tierra puede ser causa y efecto al mismo tiempo del conflicto), pero en cuyas fases descendentes y en sus cortos o prolongados valles, se va consolidando la tradición de la titulación acreditada institucionalmente, en el marco de la llamada “democracia”. Decimos legalización más no legitimación, dado que éstos, claramente, son conceptos que muchas veces pueden ser socialmente opuestos y/o responder a procesos sociales 11) Fajardo D, Ibidem 9 de apropiación de la tierra, con génesis diferente. Como bien lo expresa Thoumi 12/ “la legitimidad de cualquier actividad social se basa en la existencia de un amplio consenso social respecto a que ésta se puede llevar a cabo de la forma en que se realiza…..es decir, la legitimidad como el poder, radica en el pueblo, y es la sociedad misma, y no la ley, la que decide si una acción económica es legítima” El profesor Ciro Roldán reafirma la diferencia de los dos conceptos cuando afirma que “ La legitimidad pertenece a la constitución misma del consentimiento para delegar el poder en un soberano, mientras que la legalidad es la forma positiva que adquiere el poder cuando tiene que traducir sus ordenamientos a leyes civiles……La legalidad independiente de la legitimidad quiere aprovechar para asuntos particulares las ventajas del Estado.”13/ De hecho, ya estamos observando como se insinúa la aparición de una buena tanda de legalizaciones de tierras apropiadas, que podríamos denominar “versión Santafé de Ralito”, a través de las cuales buena parte de esas tierras de despojo van a ir conformando nuevas agro-empresas. “Qué mejor alternativa a la restauración y devolución de tierras que la creación de empleo y de progreso, entre otras cosas, para los desplazados mismos”, podrían argüir algunos de los líderes desmovilizados. El periódico El Tiempo, en su edición del pasado Domingo 3 de Julio (2005), ofrece datos ilustrativos, que son indicativos de esta dinámica de legalización de tierras expropiadas violentamente. Algunos de esos informes, según el Tiempo, se basan en investigaciones mismas de los organismos de seguridad. Se menciona entre otros: a. Movimientos de los paramilitares para ocultar y legalizar tierras a través de una enorme cadena de testaferrato. b. Lavado de capitales a través de negocios que “hace rato trascendieron las inversiones en tierras y ganado. c. Compras de tierras en el eje cafetero adquiridas a bajos precios por narcos y jefes paras, aprovechando la crisis de ese sector. /Thoumi, F “ Legitimidad, lavado de activos y divisas, drogas ilegales y corrupción en Colombia”, Ponencia de ingreso como miembro correspondiente a la Academia Colombiana de Ciencias Económicas, publicado en “ Ensayos sobre Teoría Económica, Economía Urbana y Regional, Desarrollo Energético”, Raúl Alameda prologuista y compilador , A.C de C. Económicas, Colección Aportes, Bogotá, 1999, página 295 13/ Roldán C, “Los Dilemas de Legitimidad y Seguridad de la Soberanía Estatal” artículo en el libro “Pensar la Crisis, (actualmente en prensa), sobre el coloquio internacional de Filosofía y Crisis. Compilador: Rubén Sierra, Universidad Nacional de Colombia (Bogotá), 2005 12 10 d. Cuestionamiento por parte de la Defensoría del Pueblo de la adquisición de cerca de 21.000 hectáreas de los territorios colectivos de comunidades negras en el Chocó y que hoy aparecen a nombre de empresas productoras de palma de aceite. El INCODER mismo avala las denuncias de que este proceso fue consecuencia directa de la violencia paramilitar contra los verdaderos dueños de los territorios ancestrales. e. En relación con lo anterior, una resolución de la defensoría emplazó a siete empresas de palma africana de Urabá y tres ganaderas para que suspendan de manera inmediata el avance de los cultivos en territorios colectivos de Jiguamiandó y Curvaradó en el Chocó.14 f. Denuncia en los corregimientos de Pueblo Bello sobre la toma de arriendo de 400 hectáreas con opción de compra que no se pagaron ni se devolvieron las tierras, y en los corregimientos de El Dos y El Tres, donde los paramilitares habrían pagado la irrisoria suma de ocho millones de pesos por mil hectáreas de tierra. Condiciones para la concepción de tierras con nuevas características de renta diferencial Para terminar esta apretada reflexión, quiero presentar a ustedes algunas inquietudes y preguntas que nos surgen, acerca de si estamos o no asistiendo históricamente al surgimiento dialéctico de otras nuevas condiciones y calificaciones de Renta Diferencial, que le asignan ventajas a ciertas tierras, en términos de la percepción que éstas logran de ese tipo de renta. Precisemos algunos elementos, presentándolos en términos de oposición: 1. Tierras con ventajas locativas, en razón de su cercanía a mercados y a buena infraestructura vial que facilitan la salida de productos agropecuarios de la zona, versus tierras aisladas y controladas por grupos armados, con poca o nula presencia del Estado y con condiciones óptimas para mimetizar el cultivo de psicotrópicos y la infraestructura para su procesamiento. 2. Tierras con ventajas locativas con respecto a zonas portuarias necesarias para la exportación de productos agropecuarios y agroindustriales, versus tierras / a. Personalmente consultamos la página WEB de la Defensoría y encontramos efectivamente la Resolución Defensorial número 39 de Junio 2 del 2005, donde se da el nombre de las empresas y en uno de cuyos artículos “se exhorta a los Ministerios del Interior y de Justicia y al Ministerio de Agricultura y de Desarrollo Rural, a adelantar todas las actuaciones tendientes a la restitución material de los territorios colectivos y resguardos indígenas afectados por la siembra de palma aceitera, así como los destinados a la ganadería y a la explotación maderera”. 14 11 aisladas, pero que se constituyen o engloban corredores de salida de la droga hacia el exterior, y que están controladas por grupos armados, a lo cual coadyuva la intervención de miembros corruptos de las fuerzas armadas que permiten libertad de movimiento de la droga. 3. Tierras con condiciones de fertilidad óptima para ciertos cultivos y dotadas de infraestructura a partir de inversiones modernas de capital, versus tierras con vocación forestal o de biodiversidad, poseedoras de climas y hasta cierto punto de condiciones de algún tipo de protección alelopática, que permiten el desarrollo relativamente seguro de cultivos ilícitos, y con relativo bajo requerimiento de inversiones notables de capital. 4. Tierras aptas con cultivos legales cuya producción empresarial está sujeta a la intervención del Estado en términos de gravámenes impositivos, por ejemplo, versus tierras no controladas por el fisco y que además disfrutan, muchas veces con complicidad política, de la imposibilidad de ser gravadas racionalmente y por lo tanto con mayor acumulación de excedentes rentables. Sabemos que el único origen de la renta del suelo es la apropiación territorial y el trabajo excedente resultante de cualquier tipo de intervención productiva, en este caso ilícita, la cual se mantiene a pesar de las fumigaciones y otras medidas de fuerza tomadas por el Gobierno contra los cultivadores, comerciantes y narcotraficantes. Por ello, en todos estos casos, el plus de renta para los grupos que se han apropiado o tienen posesión de la tierra a través de su control armado, se consolida por los impuestos o gramajes que ellos reciben por parte de los narcotraficantes productores que operan con esquema de fuerza de trabajo local altamente explotada. Renta, por supuesto, en dinero o en especie, esta última sujeta a comercialización o a intercambio por armas y equipo estratégico de comunicación. Estas inquietudes planteadas, podrían, creemos, ser objeto de ejercicios investigativos y de reflexión, en el mediano plazo. 12 Muchas gracias. Academia Colombiana de Ciencias Económicas, Bogotá, siete de Julio, 2005 13