cuaderno - Ben Baso

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Asociación de profesores para la Difusión y Protección del Patrimonio “Ben Baso”
MONASTERIO DE SAN LEANDRO
Fue fundado en 1295 por las madres agustinas en un lugar extramuros, junto a la
Puerta de Córdoba. Trasladado en 1367 a un lugar de la collación de San Marcos, dos
años más tarde se instaló definitivamente en el lugar que hoy ocupa, con fachada a las
plazas de San Ildefonso y San Leandro, unidas por la calle Zamudio, y la calle Imperial,
dando al Este a lo que más tarde fue la Casa Pilatos.
A fines del XVI se levantó la iglesia que hoy vemos, obra que Pacheco atribuyó a Juan
de Oviedo. Ocupa un extremo del convento, con una portada que da a la plaza de San
Leandro, y es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón con lunetos, teniendo a
los pies los coros bajo y alto.
1.- Iglesia. 2.- Coro bajo. 3.- Sacristía de afuera. 4.- Confesonario. 5.- Puerta reglar. 6.- Torno. 7.Locutorios. 8.- Claustro. 9.- Refectorio. 10.- Cocinas. 11.- Sala Capitular. 12.- Despacho de la abadesa.
13.- Cementerio (bajo el coro, se accede desde el Patio de la Bóveda). 14.- Sacristía interior. 15.- Jardín.
16.- Núcleo del noviciado. 17.- Patio del noviciado. 18.- Núcleo de la enfermería. 19.- Patio de la cruz.
20.- Antigua cocina. 21.- Puerta de obras. 22.- Compás. 23.- Núcleo del obrador. 24.- Patio de San José.
25.- Vivienda del capellán. 26.- Vivienda del portero. 27.- Pozo. 28.- Local en régimen de alquiler. 29.Lavaderos.
El plano del convento denuncia su origen complejo, producto de la unión de varias
casas, destacando su gran claustro, de planta levemente romboidal; así como el jardín,
frontero al de la Casa Pilatos; la iglesia, la Sala Capitular y el refectorio; siendo el resto
un verdadero laberinto de patios menores, callejas y habitáculos
Un pequeño compás que da a la plaza de San Ildefonso sirve de entrada al convento.
Desde él, por la puerta reglar y a través de un pasillo en codo, se llega al claustro, obra
también de la segunda mitad del XVI. Presenta doble galería de arcos peraltados sobre
columnas, estando solado todo el espacio y teniendo una fuente en el centro. Son
interesantes los zócalos adornados con azulejos de cuenca y arista.
Alrededor del él podemos ver la iglesia, cuyo análisis dejaremos para el final; el antiguo
dormitorio, hoy Sala Capitular, en el lado Norte; el refectorio, en el oriental, donde
entre otras obras podemos ver una Inmaculada de Domingo Martínez; y el obrador y
otras estancias en el meridional. Sobre el refectorio se hallan las celdas de las monjas,
si bien podemos encontrar algunas más en otras zonas del convento.
De la trama restante debemos citar tres estructuras cuyo origen de casa privada
parece incontestable: la correspondiente al compás; la que ocupa el espacio que hace
esquina entre la plaza de San Ildefonso y la calle Zamudio, alrededor del llamado
“patio de San José”; y la del extremo sureste de la planta del convento, que se sitúa
alrededor del llamado “patio del noviciado”.
En alzado destaca su mirador, construido sobre el coro alto.
Puerta del compás
Puerta de la iglesia
En cuanto a la iglesia, como hemos citado, fue levantada a fines del XVI. En su interior
se guardan una serie de retablos de gran calidad artística algunos de los cuales
tuvieron como autores primeros espadas de la imaginería sevillana.
El retablo mayor, de estilo barroco y sin dorar, fue diseño de Pedro Duque Cornejo,
siendo la ejecución de Felipe Fernández del Castillo. Se puede datar entre septiembre
de 1747 y enero de 1748. Además de las imágenes de esta fecha, el retablo acoge una
serie de seis relieves pertenecientes al antiguo retablo ejecutado por Jerónimo
Hernández en 1583: El Bautismo de Cristo, la Flagelación, la adoración de los Reyes, la
Asunción de la Virgen, la Oración en el Huerto y San Agustín.
PADRE ETERNO
CRISTO
VIRGEN
S. AGUSTÍN
(positus in medio)
ASUNCIÓN VIRGEN
ORACION HUERTO
ADORACION REYES
S. AGUSTÍN
S. AGUSTÍN
BAUTISMO XTO
STA BARBARA
FLAGELACION
SAGRADO CORAZON
STA TERESA
En el contrato de 1747, Pedro Duque Cornejo se compromete con un intermediario de
la comunidad a entregar dos esculturas de tamaño natural, correspondientes de Santa
Teresa de Jesús y Santa Bárbara, junto a … “un pazo del señor San Agustín, el positus in
medio, que se a de componer de señor San Agustín de estatura mayor que el natural,
una nuve y seis angeles que mantengan los bancos del dicho retablo y dos querubines
de media vara”. La obra se terminó en cuatro meses. Aquí el artista exhibe un
repertorio de elementos característicos de su repertorio, si bien sin llegar a las cotas
alcanzadas en San Luis de los Franceses o en la parroquia de Umbrete. Probablemente
porque su cabeza está en el magno proyecto del coro de la catedral de Córdoba. La
valentía, el carácter pictórico y claroscurista de la talla, el enérgico dinamismo que
caracteriza sus mejores obras, brillan aquí por su ausencia. Las de San Leandro son
esculturas pausadas, serenas, carentes de artificio, pero de ejecución digna.
Para la coronación y remate del retablo las madres agustinas apostaron por uno de los
temas de visión y éxtasis atribuidos al fundador de la orden. Aquel que representa la
contemplación de Cristo y la Virgen por el obispo de Hipona, el cual duda entre la
recepción de la sangre de Cristo o la leche de la Virgen, conocido como positus in
medio, tal como dice la letra del contrato. Las esculturas carecen de la adecuada
interrelación anímica y expresiva. Advierten una clara concepción individualizada. La
figura de Cristo resulta inexpresiva, revelando la intensa participación del taller. Mejor
cuidado están el rostro del santo y la escultura de la Virgen caracterizada por la cara
aniñada y el claroscurista juego de pliegues, si bien es lamentable la desagradable
coloración. En cuanto al Padre Eterno y el conjunto de ángeles, no figuran en el
contrato, pero sí lo están los atlantes y los querubines.
En cuanto a la figura del titular, San Leandro, es de fechas próximas a las anteriores, y
aunque en el contrato no se hace mención a ella, sus rasgos formales la aproximan a
Duque, por lo que pudiera tratarse de obra de taller.
Retablo de la Virgen de la Virtudes: Es del segundo cuarto del siglo XVIII, y se atribuye
a José Maestre. Posee gran efecto escenográfico hallándose coronado por la imagen
dieciochesca de Jesús Nazareno. La titular aparece flanqueada por San Antonio de
Padua y San Fernando.
JESUS NAZARENO
S. ANTº PADUA
VIRGEN DE LAS
VIRTUDES
S. FERNANDO
Retablo de San Juan Bautista: Diseñado por Juan de Oviedo el Mozo, fue contratado
por Juan Martínez Montañés en 1621 y su motivo principal es un relieve del Bautista
sobre el que se sitúa una cabeza del mismo, realizadas ambas por el artista
anteriormente mencionado. Al taller pertenecen el resto de las esculturas del retablo:
la Virgen, San José, Santa Isabel y Zacarías, así como el relieve del Bautismo de Cristo.
STA ISABEL
BAUTISMO DE JESÚS
ZACARÍAS
CABEZA DEL BAUTISTA
VIRGEN MARIA
SAN JUAN BAUTISTA
S. JOSÉ
La figura de Juan, grande y corpulenta y en apasionada actitud contemplativa, señala al Manso
Cordero que es llevado al sacrificio. Vestido con piel de camello, su dinámica cabellera inscribe
el rostro con gesto de profunda espiritualidad. En el relieve ha entrado ya cierto barroquismo,
con un logrado dibujo, composición, talla y policromía. Lo mejor del retablo es la testa
degollada del Bautista que está tratada como una rica pieza de orfebrería. Presenta
grandiosidad conceptiva y hermosura de ejecución y su análisis lleva a datarla a fines del
cuarto decenio, o sea, en la etapa más barroca de la labor de Montañés.
En el texto de abajo se puede leer: “A mayor gloria de dios Nuestro Señor y honra del mayor de
los nacidos San Juan Bautista lo mandaron hacer Juan Peñate de Narváez y Doña Ana Ximenez
su mujer para sí y para sus herederos. Año de 1622 años”.
Retablo de San Juan Evangelista en Patmos: Situado frente al anterior, fue también
contratado por Juan Martínez Montañés y ejecutado entre 1621 y 1622, siendo
demorada su policromía (1633) bien por razones económicas del convento o laborales
del artista.
La figura central, obra de Montañés, se sitúa en un paisaje rocoso y arbolado, sedente,
la pluma en alto, dispuesta a redactar su evangelio en un pergamino donde se lee “In
principium erat Verbum …”. Es una obra de gran dinamismo, bien lograda de expresión
y ropaje.
VIRGEN DEL BUEN CONSEJO
SANTIAGO EL MENOR
MARÍA CLEOFÁS
S. JUAN EN LA TINA
SANTIAGO EL MAYOR
S. JUAN EVANGEL.
MARÍA SALOMÉ
Por el contrario, el resto de las obras pueden atribuirse al taller, atribuyéndose a
Francisco de Ocampos el relieve del martirio del evangelista (San Juan en la tina) y las
esculturas laterales. Por su parte, la Virgen del Buen Consejo revela la colaboración del
taller, probablemente por su situación en altura, aunque es de gran calidad.
Retablo de San Agustín: Fue contratado por Francisco de Ribas en 1650. Además del
titular, aparecen Santo Tomás de Villanueva, San Nicolás de Tolentino, Santa Rita y
Santa Clara de Montefalco. De tamaño menor son los relieves con San Agustín y Santa
Mónica en el puerto de Ostia, La Virgen con el Niño, la Fe y la Esperanza.
FE
STA RITA
STO TOMÁS
VILLANUEVA
LA VIRGEN Y EL NIÑO
ESPERANZA
S.AGUSTIN Y STA MÓNICA
STA. CLARA
EN OSTIA
DE MONTEFALCO
S. AGUSTÍN
STO NICOLÁS
TOLENTINO
Retablo de Santa Rita de Casia: Este retablo neoclásico guarda la imagen de Santa Rita
de Casia, objeto de gran veneración y motivo por el cual la iglesia se ve frecuentada
especialmente los días 22 de cada mes.
Retablo de la Virgen de Consolación:
Este retablo, parejo al anterior, acoge la Virgen de Consolación, escultura que podría
datarse en el XIX. La titular se halla flanqueada por San Antonio de Padua y San
Francisco de Paula.
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