Una reflexión sobre nuestra historia más reciente Presentación del trabajo “El siglo XX en los libros de texto” realizado por la Asociación de la Memoria Social y Democrática (AMESDE) Jaime Ruiz, presidente ejecutivo de AMESDE, expuso en su introducción que “el proyecto era parte de una reflexión que en la asociación se ha venido realizando sobre la presencia de la historia española más reciente, la de la segunda mitad del siglo XX, en los libros de texto y sobre la forma en que los estudiantes la veían y su nivel de comprensión de la materia”. En AMESDE, señaló Ruiz, había levantado curiosidad, por un lado, y temor por otro, el debate sobre la impartición de la materia de Historia y su importancia curricular en los ambientes pedagógicos, debido a la preocupante irrupción en el mundo editorial de una serie de autores empeñados en la reescritura y revisión de nuestro pasado reciente, en la misma línea en que se había realizado la propaganda durante la dictadura, por parte de los vencedores de la contienda civil, y que volvía a poner de actualidad un modelo histórico que tenía “poco de ciencia y mucho de ideología”. Jaime Ruiz Reig: “No pretendíamos abordar el tema en toda su complejidad sino hacer una aproximación” El presidente Ejecutivo de AMESDE (asociación que cogestiona, junto a la Universidad Complutense de Madrid, la “Cátedra Extraordinaria de la Memoria del Siglo XX”) comenzó por explicar la estructura del trabajo . Una de las primeras peculiaridades es “la ausencia de elementos, que es característica de nuestro país, y que en el resto de Europa e incluso en LatinoAmerica no se produce”. Esa ausencia se refiere al hecho de que, sobre la historia reciente, no hay una utilización compartida de una misma terminología a la hora de denominar a esa etapa histórica”. Como ejemplo de esta tesis señaló el hecho de que “la dictadura de Franco se denomina de varias formas, unas veces es una dictadura militar, otras es una dictadura fascista, otras es un régimen autoritario”. Una anomalía que demuestra que no existe un mínimo consenso a la hora de poner nombre a periodos de nuestra historia reciente, denominarlos y trasladarlo a las nuevas generaciones. Ruiz Reig hizo hincapié en la humildad del trabajo realizado, que no pretendía “abordar el tema en toda su complejidad” sino hacer una aproximación con centros de la Comunidad de Madrid, como referencia. El trabajo, en una segunda fase, estaba previsto que se llevara a cabo en las comunidades que tienen cultura y lenguas propias con el objetivo de comprobar si en el contenido de la historia que se relata en los libros de texto, había o no diferencias fundamentales. En este aspecto se detuvo Jaime Ruiz, pues señaló que circulan dos tópicos que convenía desterrar: “Uno es que las nuevas generaciones son ignorantes”. Un argumento que no se sostiene, en su opinión, cuando son las nuevas generaciones las únicas que han cumplido el periodo de escolaridad obligatorio en nuestro país y cuando el número de jóvenes en la universidad es el mayor que ha habido nunca en nuestra historia. “Y el otro es que en cada Comunidad hacen una historia a su medida y explican una historia limitada”. Otro tópico basado en intereses de propaganda política y que nunca se ha sostenido en una investigación rigurosa. Quiso destacar de la metodología del trabajo, la configuración de un taller de reflexión en el que distintos profesores habían debatido sobre la situación de la historia y la docencia en este momento en los institutos. Una experiencia novedosa en nuestro país, pero de probada eficacia en países, “que han elaborado una reflexión sobre su propia historia en la que incorporan muchos elementos de la memoria que nosotros todavía no tenemos”. Por último, Jaime Ruiz señaló que la parte más valiosa, a su juicio, del trabajo es la referida a las recomendaciones, que podrían mantener vivo el debate en el entorno en el que se ha desarrollado el trabajo. “Hay una reflexión sobre la conveniencia de que los libros de texto no sean los únicos materiales, sobre lo imprescindible que es el conocimiento de la historia, sobre la necesidad de incorporar otros elementos y materiales de visitas, de salidas programadas, de encuentros con la memoria viva, exposiciones y talleres”, subrayó Ruiz Reig. Concluyó su exposición el presidente de AMESDE citando a Josep Fontana al afirmar que “hay tantas historias verdaderas como proyectos de sociedad”. Jesús Ruiz: “En muchos casos lo que queda es la ideología que subyace” Intervino en segundo lugar el profesor de Historia, Jesús Ruiz, que comenzó su intervención con una autocrítica, señalando que “muchas veces en nuestras clases se siguen repartiendo dogmas. Se continúan explicando cosas como la Reconquista, el descubrimiento de América o la unidad española con los Reyes Católicos. Y como podéis comprender esto, a nosotros, nos causa un problema: como hay tanto dogma, al siglo XX no llegamos. Si a esto añadimos que resulta conflictivo, el siglo XX queda camuflado”. Esa manera de ejercer la docencia tiene para Jesús Ruiz un efecto en los receptores: “con respecto a los alumnos, todos estos dogmas les interesan “muchísimo”, se los aprenden de memoria y en cuanto terminan el examen, hay un detector de borrado al final de la clase y se olvidan de ellos completamente. En muchos casos, lo que queda es la ideología que subyace”. Jesús Ruiz quiso señalar a la soledad como uno de los problemas del docente de Historia: “Tenemos centros educativos que no cuentan con equipos, el trabajo que hacemos es tremendamente individual”. Una soledad que resulta agravada por el carácter hermético de la institución: “En la escuela no entran otras fuentes que no sean las estrictamente establecidas. Nos encontramos, por ejemplo, que cuestiones como la memoria histórica, difícilmente tienen entrada en la escuela”. El ponente se preguntó posteriormente quién marca los contenidos o los objetivos que se tienen que cumplir. La repuesta se recibió con inquietud y más cuando en el libro quedan descritas las páginas que los libros de texto dedican a cuestiones fundamentales del siglo XX: “Curiosamente, quien lo hace son las editoriales”, afirmó. Finalmente Jesús Ruiz apuntó soluciones: “El trabajo que se hace en los centros tiene que ser de grupo, que aborde la realidad. Que aborde cuál debe ser el enfoque que se debe dar a la historia. O, por lo menos, que se discuta sin ningún dogma establecido, que se hable, que se genere conflicto. Y, por último, que la escuela se abra a todas esas fuentes”. David Seiz: “Conviene preguntarse ¿cúal es la utilidad de la Historia?” Intervino en tercer lugar el también historiador, y profesor de la materia, David Séiz. Para éste, la principal obligación del profesor de Historia es la lucha contra el olvido: “El olvido es la construcción de los vencedores. Y nosotros como historiadores somos especialistas en recordar, somos especialistas en memoria”. Séiz señaló que, observada con detención, la asignatura que imparte es “en buena medida un relato victorioso, un relato progresivo finalista”. Un relato que, además, oculta en su interior un mensaje subyacente: se trata de que nosotros vivimos en el mejor de los mundos posibles. Todo lo que ha pasado tenía razón de ser, y el sufrimiento que ha sido relatado de una manera superficial a lo largo de todas estas páginas merecía la pena porque, después de todo, nosotros estamos aquí y andamos encantados de habernos conocido”. Para corregir ese modelo de docencia, señaló Séiz que hay que comenzar por preguntarse ¿cuál es la utilidad de la Historia? Para responder que, en su opinión, “la utilidad es ayudar al establecimiento de juicios”. Una afirmación de origen kantiano, que recoge Rafael Altamira, uno de los primeros grandes historiadores de nuestro país, que además estuvo detrás de la formación del Tribunal Internacional de la Haya. Sin embargo, huyendo de esa trascendental responsabilidad, Séiz señaló que la asignatura se imparte como una historia sagrada, “dado que ambas son finalistas. Si la historia sagrada acababa con la llegada de Jesucristo, y la esperanza de que volvería a salvar a los justos, la historia nacional, todas las historias que se forman en el siglo XIX, y particularmente las historias escolares, son historias nacionales. Acaban finalmente en esa gloria de la configuración final de la nación en estado”. ¿Podemos escapar de esa historia finalista? Lo que es seguro es que para lograrlo - apuntó Séiz- “quizás tengamos que partir del presente. Quizás la cuestión primordial no sea que tengamos más horas lectivas, sino que empecemos por el presente. Hay incluso quien, como Benjamin, planteaba que cualquier punto de la historia que cojamos, cualquier momento, nos sirve para explicar toda la historia, porque no es que la historia se repita, es que el conflicto existe en todos sus puntos. Los juegos de poder existen en cualquier periodo y el sufrimiento es una constante a lo largo de toda la historia”. Séiz hizo hincapié en la responsabilidad social de los que enseñan la materia recordando que “las dos grandes guerras mundiales, y particularmente la primera, están armadas no sólo por militares, sino por historiadores que exacerbaron el nacionalismo europeo, el nacionalismo de las naciones europeas de esa época”. Jaume Carbonell: “Sorprende y no sorprende que un tercio de los encuestados no sabe, no contesta” Cerró el acto el periodista y director de “Cuadernos de Pedagogía”, Jaume Carbonell, quien señaló, en primer lugar, su sorpresa al constatar tras la lectura del libro “el desconocimiento de los alumnos de Secundaria de la II República y la Guerra Civil”, subrayando la cifra de que “un tercio aproximadamente de los encuestados, no sabe, no contesta”. Una sorpresa relativa si se tiene en cuenta “la desmemoria histórica que existe en este país”. Una situación que abochorna más “si la comparamos con la conciencia que tienen de su pasado dictatorial, de su propia historia, en Argentina, en Chile y no digamos en Alemania, donde el conocimiento de su pasado contemporáneo es mucho mayor”. Un hecho que, en opinión de Carbonell, debía suscitar una larga reflexión. Recordó, el director de Cuadernos de Pedagogía, a la pedagoga Marta Mata y el esfuerzo educativo de la II República y el enorme vacío posterior que generó la dictadura: “Jamás un país, España, había ido tan lejos en la reforma de la enseñanza y jamás, en la dictadura, un sistema educativo había retrocedido tanto”, recordó que afirmaba la maestra de maestros. Carbonell defendió de manera particular lo que constituye, a su entender, uno de los objetivos de la asignatura de Historia: “desarrollar la conciencia crítica, el criterio moral autónomo en los estudiantes. Que sepan qué significa democracia, qué quiere decir libertad, qué es el miedo en una dictadura”. Carbonell terminó su intervención criticando el revisionismo histórico que se está produciendo y mostró su oposición a la manera de explicar el periodo de la Transición, basado en la gestión de las elites políticas del país, en vez de mostrar al tejido social que la hizo posible. Un rico debate, con amplia participación de profesores que hablaron sobre su experiencia docente cotidiana, puso fin al acto. Mariano Crespo