Pintura guatemalteca del Siglo XX Esbozo Histórico Josefina Alonso de Rodríguez 1968 Si para Guatemala, el siglo se iniciaba con perspectivas muy poco halagüeñas en el aspecto político, en materia de arte el horizonte a vislumbrar -ahora que podemos recorrerlo en su dimensión de medio siglo- resultaba bastante prometedor. El saldo artístico del siglo que terminaba no era desfavorable, si consideramos las sacudidas nacionales que se produjeron al impulso de los vaivenes políticos, consecuencia en gran parte del choque de intereses entre conservadores y liberales, y a que la política y sus problemas ocupaban la atención de gran parte de la población. El país había sido escenario, durante la colonia, de una producción artística de altísima calidad, y desde fines del siglo XVIII la recién fundada Sociedad Económica de Amigos del País se había ocupado de la creación de una Escuela de Dibujo, Grabado y Pintura, que en su primera época formó a los artistas que iban a ser los más relevantes exponentes de la pintura del siglo XIX; entre ellos, Francisco Cabrera, miniaturista por excelencia, de hábil técnica y sensibilidad definida en el retrato, que no sólo dejó una magnífica galería de personajes de la sociedad guatemalteca de la época, sino que, con ellos, nos legó un documento fiel por el cual podemos apreciar que la pintura en su siglo no se hallaba rezagada en sus nexos con el arte de Occidente, pues en estilo y factura respondía plenamente al espíritu de su tiempo. Infortunada mente muchas de sus miniaturas han desaparecido, por falta de cuidado de sus poseedores, o porque han sido llevadas fuera del país y no localizadas para su catalogación; 1 aunque una buena parte permanece aún en poder de particulares, siendo la mejor colección, afortunadamente, la del pintor Humberto Garavito. Debo aclarar, que aunque no se ha hecho una investigación a fondo sobre el arte del siglo XIX en Guatemala, como para poder externar un criterio bien cimentado en torno a sus quehaceres plásticos, si extendemos la mirada sobre los pocos elementos informativos con que contamos, el juicio, de momento, no resulta de ninguna manera desfavorable. La Escuela de Dibujo y Pintura de la Sociedad Económica tuvo, es cierto, problemas para subsistir por cuestiones económicas, pero en su primera época dejó cuando menos una simiente productiva en los discípulos del maestro Garci-Aguirre que fuera su primer director. Todavía, en 1878, el general Justo Rufino Barrios se preocupaba de la situación precaria de la Sociedad y por el hecho de no haberse podido establecer en ella la escuela de pintura y escultura por carencia de fondos 2 después de haber existido por lo menos en dos oportunidades-, circunstancia que, unida a otras, que no es del caso analizar en este momento, hacen que el General Presidente firme el decreto de supresión de la Sociedad, acordado por la Asamblea Nacional Legislativa en 1881. 3 Quizás lo que nos hace estar más seguros de que no todo estuvo perdido para el arte del siglo XIX en Guatemala, es que, aparte de los pocos artistas que conocemos, hay una constante preocupación de los gobiernos por estimular las artes, por crear una y otra vez la Escuela de Bellas Artes, alguna vez en intento brillante pero fallido; otras, logrando establecerla, aunque no conocemos los resultados de los establecimientos sucesivos, pues, repito, una investigación se hace necesaria en torno a ello, para aclarar verdaderamente cuál fue la situación del arte, sobre todo, en la última mitad del siglo. Como muestra de tal preocupación existen los siguientes datos -además de otros que seguramente no conozco: Un proyecto de estatutos de la Academia de Pintura, Grabado y Modelación que es sometido a la consideración del Supremo Gobierno, en 1883, suscrito por las siguientes personas: B. Murga, Francisco C. Monterroso, J. E. Frener, Manuel R. Ortega, Ronald C. Jaquemot, Manuel Penedo (h), Baldomero Yela, 4 José Aranda, Jno. C. Hill. 5 Dicho proyecto es aprobado por Justo Rufino Barrios, en acuerdo de 31 de agosto de 1883. 6 Un acuerdo que crea un Instituto de Bellas Artes, en el cual se hace constar que éste sería integrado, por el momento, con las Escuelas de Dibujo y Grabado, Arquitectura y Pintura. Tal instituto, muy bien reglamentado, para su tiempo, corresponde al gobierno de Reyna Barrios, uno de los presidentes que más favorecieron las artes en Guatemala durante el pasado siglo. Este acuerdo es de 10 de mayo de 1892 7 y parece que el establecimiento de dicho instituto sí se llevó a cabo, según lo confirman otras disposiciones gubernativas al respecto, como: 1. 2. 3. 4. 5. 6. el acuerdo de 17 de mayo de 1892, 8 que manda erogar la cantidad de tres mil sesenta y dos pesos, para invertirse en los gastos de instalación de la Escuela de Bellas Artes y de Comercio (creada esta última dos días después de la primera); el acuerdo con el cual se aprueba la solicitud del grabador D. Próspero Calderón, relativa a la fundación en la Escuela Nacional de Bellas Artes de una sección de fotograbado nombrándole para el cargo de Profesor de dicha sección y a la creación de un periódico ilustrado “cuya propiedad y administración corresponderán al mismo señor Calderón por el tiempo que dure su buen comportamiento, en la inteligencia de que esa publicación se dedicará preferentemente a dar a conocer el país en el exterior y difundir entre las clases populares la mayor suma de conocimientos útiles.” Se le autoriza, inclusive, la cantidad indispensable para hacer venir del extranjero los útiles necesarios para la fundación del taller y su instalación; 9 el acuerdo de 7 de septiembre de 1892, que establece que no habiéndose contemplado “en el presupuesto general de gastos la cantidad de doscientos pesos mensuales que importa el alquiler de la casa que ocupa la Escuela de Bellas Artes de esta ciudad”, se erogue dicha cantidad para invertirla mensualmente en el objeto que se indica; 10 el acuerdo de 18 de noviembre del mismo año, que considera “que es un deber del gobierno impulsar, hasta dónde le sea posible, el estudio de las Bellas Artes, para que artistas guatemaltecos puedan llenar en no lejano día las exigencias del país en los ramos de que se trata; que es además un deseo del gobierno que todas las obras que embellezcan a Guatemala y en las cuales el arte ostente sus maravillas, sean producto de la inteligencia y del trabajo de los guatemaltecos, dando así una muestra de su cultura artística, y obteniendo que los capitales invertidos en las construcciones y objetos de arte, queden en el país, con lo cual se aumentará el estímulo por el trabajo y el estudio”, e introduce modificaciones en la organización del Instituto de Bellas Artes “que indican la necesidad y la experiencia”. 11 Aun más, en el año siguiente el Director del Instituto de Bellas Artes presenta el reglamento de la “Escuela Nacional de Bellas Artes”, en el cual se dice, en el artículo 19, que “es un establecimiento sostenido con fondos de la Nación donde gratuitamente se imparte la enseñanza artística”. 12 Dicho reglamento fue aprobado por acuerdo de 23 de marzo del mismo año (1893). 13 Por último, un acuerdo del 17 de junio de 1899, firmado por Estrada Cabrera, ya presidente, en favor del señor Rafael Pilli, para que se le pague cierta cantidad que se le adeudaba por materiales proporcionados a la Escuela de Bellas Artes de 1892 a 1895, en el que también se le menciona como catedrático de escultura y modelado de la misma. 14 Se infiere por éstos y otros documentos que la Escuela en tiempos de Reyna Barrios se mantuvo desde 1892 hasta 1897, con dos direcciones: la primera hasta 1895, y, la segunda a cargo del escultor español Justo de Gandarias, desde 1895, en que fuera contratado en Madrid por el Ministro de Guatemala en España, año en que viene a Guatemala, hasta mediados de 1897, cuando se cierra la Escuela. 15 Así va finalizando el siglo, y en 1898 es asesinado el presidente Reyna Barrios, subiendo al poder el primer designado, licenciado Manuel Estrada Cabrera “uno de los gobernantes de la historia más negra de Guatemala”, 16 y que ejerció una dictadura que se adentró veinte años en el siglo que comenzaba. No he hecho referencia a los otros aspectos del impulso a las artes que se diera en época de Reyna Barrios, así como tampoco haré mención de lo sucedido en la época de Estrada Cabrera en los aspectos de la escultura y la arquitectura, porque ya se han referido a ello los conferenciantes que me han precedido. He enfatizado el interés en la creación de escuelas de bellas artes, porque éstas parecen haber desempeñado una función quizás más importante en la rama de la pintura – recuérdese que casi siempre, al principio, se las mencionan como escuelas de pintura y dibujo, costumbre que se remonta a la primera escuela fundada por la Sociedad Económica de Amigos del País, en 1797, y porque, inexplicablemente, la existencia de escuelas de bellas artes a fines del siglo pasado y principios de éste yace en el olvido para algunas personas, o es desconocida por la mayor parte. Sólo haré referencia a que de la época de la presidencia de Estrada Cabrera únicamente he encontrado datos sobre la creación de tres escuelas oficiales de bellas artes, aparentemente de manera improvisada y sólo para llenar el vacío, pues en los acuerdos de referencia no aparece siquiera el interés por una reglamentación. Estas tres escuelas. en el orden cronológico como fueran fundadas son las siguientes: Una anexa al Instituto Nacional Central de Varones, creada en 1901. 17 De esta escuela fue director hacia 1904 el señor Eduardo Aqueche, según consta en las referencias sobre premios otorgados en la primera Exposición Nacional “15 de Septiembre”, efectuada el mismo año. Otra, fundada en 1907 con el nombre de "Academia de Dibujo y Pintura", para la que se nombra director y profesor al señor Ernesto Bravo, 18 que según parece funcionó durante algunos años en una pequeña sala situada a la entrada de la Dirección General de Cuentas. 19 Y otra, quizás la misma anexa al Instituto Nacional Central de Varones, que aparece con el nombre de Escuela de Bellas Artes, anexa a la Escuela de Varones “José Francisco Barrundia”, y posiblemente la más importante, y a la cual se le suprime la denominación -a escasos tres meses de haber subido a la presidencia Carlos Herrera- por acuerdo del 12 de junio de 1920, a consecuencia de haberse creado un mes antes -el 10 de mayo- la Academia de Bellas Artes. 20 Por último, a casi un mes de la caída de Estrada Cabrera se funda la Academia de Bellas Artes, mencionada en el párrafo anterior -en el acuerdo de organización aparece con el nombre de Academia de Dibujo y Pintura-, 21 para la que se nombra director al escultor y pintor Rafael Rodríguez Padilla; 22 y que continúa con el nombre de Academia de Bellas Artes hasta el año de 1947; de entonces hasta la fecha con el nombre de “Escuela Nacional de Artes Plásticas”. Pero, si en el plano oficial no sucedían hechos importantes que renovaran las artes, y en especial la pintura, en el plano no oficial sí sucedían acontecimientos que posteriormente alcanzarían gran trascendencia. La llegada a Guatemala de Santiago González, 23 el escultor venezolano que venía de París, después de haber sido alumno de Rodin, y que promovió cierto entusiasmo entre los estudiosos del arte de principios de siglo. El pintor guatemalteco Agustín Iriarte, que fuera su discípulo, se refiere a él con gran admiración “... de modesta presencia, pero de simpática atracción, con el lápiz en la mano y la sonrisa en los labios, comenzó a llamarnos la atención por su destreza y maestría en el dibujo; en dos o tres líneas bosquejaba nuestro retrato o hacía el croquis de cualquier cosa que le interesara ... sus dibujos fuertes y de corrección impecable, nos recordaban a Gustavo Doré. Era el maestro; ante la madre naturaleza nos electrizaba. La chispa había encendido y la seguimos por todas partes.” 24 Según Iriarte, Santiago González abrió una escuela entre los muros del exconvento de San Francisco a donde llegaban a estudiar J. Antonio Torres, Miguel Leal A., Julio Dubois, Emilio Valenti, Alberto Guzmán, Jordán Alegría y el propio Iriarte, y a donde más tarde llegaron también Carlos Valenti, Carlos Mérida, Rafael Yela Günther, Hernán Martínez Sobral, Héctor Asturias, José Morales Mazorra, Rafael Rodríguez Padilla, los hermanos de la Riva, Rafael Castro Gamero, etcétera. 25 Pero, quien quizás influyó más decisivamente en la obra de los pintores de esa época fue un español, Jaime Sabartés, que llegó a Guatemala lleno de las impresiones de la Barcelona de principios de siglo, donde se maduraban grandes momentos para el arte europeo, y que, como animador, reunía una peña de artistas en su propia casa, donde se hablaba, se discutía y se exponían las corrientes más recientes del arte, que Sabartés les ofrecía con verdadero conocimiento, abriéndoles la mente y la imaginación hacia ideas más atrevidas y tentadoras; allí descubrieron las primicias del cubismo. En esa peña artística conoció Carlos Mérida a su inolvidable amigo Carlos Valenti, “Tenía yo apenas diecisiete años de edad. Me encontré entonces con un grupo de jóvenes pintores que laboraban en gran cohesión, y que capitaneaba Jaime Sabartés, un catalán venido a Guatemala en busca de fortuna, comerciante por accidente, pero animador de artes plásticas por naturaleza. Su casa era centro favorito de reunión para hilar eternas discusiones que tenían la virtud de suscitar estímulos y crear estados anímicos vivos y actuantes”. 26 Oscar González Goyri, pintor y maestro de pintores, que ya cumplió hace algunos años sus bodas de plata como profesor de la Academia Nacional de Artes Plásticas, menciona a Jaime Sabartés -al hablar del retrato que de él hiciera Rodríguez Padilla y que hoy se encuentra en el Museo de Historia y Bellas Artes, refiriéndose a él como “nuestro profesor de perspectiva”. 27 Sabartés regresó a Europa, donde, desde entonces, es secretario de su compatriota Pablo Picasso; pero la semilla de la inquietud que sembró en Guatemala fructificó, y bien pronto. Había también a principios de siglo talleres particulares de escultores y pintores; en 1914, a su regreso de Europa -donde fue confidente epistolar de Carlos Valenti- fundó Agustín Iriarte una academia particular de dibujo y pintura, 28 a la que asistieron algunos de los más sobresalientes pintores de nuestro siglo. Oscar González Goyri menciona entre ellos a Julio Urruela Vásquez, Alfredo Gálvez Suárez, Rafael Pérez de León y José Antonio Torres, hijo. El Libro Azul, editado en 1915, dedica dos páginas a la Academia de Bellas Artes de Guatemala, de Spiro y Frida Rossolimo, academia aparentemente particular, pero que según se hace constar gozó del amplio apoyo de Estrada Cabrera. En 1919, Rodríguez Padilla dirigía una academia particular de pintura, y al año siguiente organizaba un estudio junto con su amigo el también pintor Eduardo de la Riva; en ese año precisamente caía Estrada Cabrera y subía al poder Herrera e inmediatamente se fundaba la Academia de Bellas Artes, -de la que va a ser director, como ya lo liemos dicho- quedando ésta desde entonces completamente ligada a la evolución de las artes en Guatemala. Europa es un faro que atrae; los artistas de Guatemala, al igual que los del resto del mundo, ansían cruzar el Atlántico y respirar sus aires artísticos. En 1908, Agustín Iriarte marcha a Italia, para regresar seis años más tarde. También, por los primeros años del siglo, precisamente en España, había estudiado Rodríguez Padilla, de donde regresa en 1915. Más tarde, en 1921 viaja a España Humberto Garavito -antes había viajado a México- y va a París en 1925. En 1912, -así como lo habían hecho en 1900 Picasso y Casagemas- Carlos Mérida y Carlos Valenti marcharon juntos a París, y allí -de igual manera que el amigo de Picasso--, el gran amigo de Mérida, va a escapar de la vida por medio del suicidio, uno de los más infortunados sucesos para el arte de Guatemala. Unos van y regresan; otros, regresan y se vuelven a marchar, y las ideas plásticas se airean, se renuevan. Después del academismo que enlaza los dos siglos, la técnica impresionista es la primera en hacer adeptos; la mayor parte pasan por ella como en un tránsito necesario, el caso de Garavito hacia 1920, el caso de Mérida, el caso del mismo Valenti. Ya este último, antes de ir a Europa, había vislumbrado algo más que le pedía el espíritu y encontrado la forma de “expresarlo” en líneas nerviosas y rasgos precisos. Es él el primer expresionista de la pintura guatemalteca. Rodríguez Padilla, como pintor, se revela adepto de la escuela de Sorolla, de lo que es buena muestra su cuadro Desnudo, del Museo de Historia y Bellas Artes. Mérida, a su regreso de Paris en 1914, redescubre a Guatemala en sus temas indígenas aunque con sentido de síntesis y de eliminación de detalles accesorios; con un sentida de geometría plana, que es claro indicio de que esta fase es el preludio de su posterior recorrido plástico hacia la abstracción. Mérida es de los que se marchan; va a México en 1919, donde permanece desde entonces, no obstante sus salidas a Europa y a Guatemala frecuentemente; pero Mérida no es un desertor de su patria, en México ha seguido siendo un guatemalteco que pinta con la fibra de su estirpe, convirtiendo lo guatemalteco en un mensaje universal. Humberto Garavito y Alfredo Gálvez Suárez siguen la línea americanista del indigenismo con una extraordinaria riqueza. Garavito y Gálvez Suárez han dado a Guatemala una colección de carácter en sus figuras de indígenas; digo de carácter, porque no se quedaron en lo externo; muchas de sus figuras constituyen un estudio sutil y profundo de ese señorío del indígena, que impone un valladar de respeto entre él y los demás seres de la creación. Es posible que Gálvez Suárez derivara en la última época de su vida hacia un sentido más decorativista. Garavito, con su amor al lago de Atitlán y a la naturaleza de Guatemala en sus imponentes paisajes, vigoriza una tendencia que tiene en nuestro país no pocos cultivadores y que constituye uno de los dos grandes sectores de la corriente pictórica actual, tendencia que ya había sido inaugurada por Iriarte y por Valenti años atrás. Afiliados actualmente a esta corriente paisajista, además del artista ya mencionado, citaremos a José Luis Álvarez, Oscar González Goyri, Hilary Arathoon, Carmen de Pettersen, Salvador Saravia Miguel Ángel Ríos, Antonio Tejeda Fonseca y otros. Pero volvamos atrás. Los años siguen su curso natural. Rodríguez Padilla se fuga de la vida, como Valenti, par la vía del suicidio, en 1929. Ya en 1928 le había sucedido en la dirección de la Academia de Bellas Artes Humberto Garavito, quien a su vez fue sustituido en 1935 por Rafael Yela Günther. Ahora ya se puede hablar de continuidad. La primera generación de nuestro siglo inicia los pasos de la generación que le sucede, y así, cerca de los años treinta comienzan a formarse los primeros grupos de artistas y escritores, en los cuales unen sus inquietudes artísticas los jóvenes de su tiempo y surgen en orden cronológico los siguientes: Triana, Tepeus, Asociación de Artistas y Escritores Jóvenes de Guatemala, Asociación de Profesores y Estudiantes de Bellas Artes (APEBA), Asociación Guatemalteca de Escritores y Artistas Revolucionarios (AGEAR), Saker-ti, Arcada, Grupo Americanista de Intelectuales y Artistas, y Corporación de Pintores y Escultores Plasticistas de Guatemala. Estos son los que surgieron hasta 1953. Origen Documento: Rodríguez, Josefina de. “Pintura Guatemalteca del Siglo XX: Esbozo Histórico”. Texto del libro “Arte Contemporáneo”. Universidad de San Carlos, Facultad de Humanidades. Guatemala, 1968. Garavito, Humberto, “Francisco Cabrera, miniaturista guatemalteco”. Tipografía Nacional, 1945. (Para un catálogo de las obras del artista). 1 Recopilación de Leyes emitidas por el Gobierno Democrático de la República de Guatemala, desde el 3 de junio de 1871, hasta el 30 de junio de 1881. Tomo II, Tipografía El Progreso, Guatemala, 1881, pp. 159-160. 2 3 4 Ibid., Decreto N9 18, pp. 570-571. Probablemente el padre del escultor Rafael Yela Günther. Leyes emitidas par el Gobierno Democrático de la República de Guatemala y por la Asamblea Nacional Constituyente y Legislativa. Del 19 de julio de 1883 al 31 de diciembre de 1885. Recopiladas por Viviano Guerra. Tomo IV. Guatemala, Tipografía de Pedro Arenales, 1886, pp. 34-38. 5 6 Ibid., p. 38. Recopilación de Leyes de la República de, Guatemala 1892-1893. Torno XI. Encuadernación y Tipografía Nacional, 1894, pp. 32-36. 7 8 Ibid.. p. 39. 9 10 11 Recopilación de Leyes de la República de Guatemala. Tomo XI, p. 75. Ibid., pp. 209-210. Ibid., PP. 290-293. Recopilación de Leyes de la República de Guatemala. 1893-1894. Contiene este volumen las disposiciones emitidas del 15 de marzo de 1893 al 14 del mismo mes de 1894. Tomo XII. Guatemala, Tipografía y Encuadernación Nacional, 1895, pp. 7-11. 12 13 Ibid., p. 11 Recopilación de Leyes de la República de Guatemala. 1899-1900. Contiene este volumen las disposiciones emitidas del 15 de marzo de 1899 al 14 del mismo mes de 1900. Coleccionadas por don Felipe Estrada Paniagua. Tomo XVIII. Guatemala, Tipografía y Encuadernación de Arturo Síguere & Co., 1909, P. 105. 14 Recopilación de Leyes de la República de Guatemala. 1898-1899. En este volumen se hallan las disposiciones emitidas del 15 de marzo de 1898 al 14 del mismo mes de 1899. Coleccionadas por don Felipe Estrada Paniagua Guatemala, Tipografía Nacional, 1908. Torno XVII, p. 119. 15 Contreras R., J. Daniel. Breve Historia de Guatemala. Biblioteca de Cultura Popular "20 de Octubre---, Vol. 15. Editorial del Ministerio de Educación Pública, Guatemala, C. A., 1951. p. 130. 16 Recopilación de Leyes de la República de Guatemala 1900-1901. Coleccionadas por don Felipe Estrada Paniagua. Tomo XIX. Guatemala, Tipografía y Encuadernación Nacional, 1908. pp. 231-232. 17 Recopilación de Leyes de la República de Guatemala. 1906-1907. Coleccionadas por don Felipe Estrada Paniagua. Tomo XXV. Tipografía Nacional. Guatemala. 1910. p. 193. 18 El maestro Oscar González Goyri, que fuera alumno, por corto tiempo, del señor Bravo, se refiere en un artículo a dicha Escuela. con una clara y justa apreciación en la siguiente forma: “Allí tenía su asiento una modesta academia de pintura durante el gobierno de Estrada Cabrera, tan modesta como se verá en seguida: la dirigía don Ernesto Bravo, escenógrafo chiapaneco, amigo de gran confianza del dictador y, ¡calcúlese cómo era aquel centro de arte en que todo su personal y profesorado lo constituía don Ernesto! ¿Modelos? ¿Material didáctico? Unas escasas litografías, reproduciendo dibujos de Leonardo da Vinci, Miguel Angel, y contadas copias litográficas de estatuaria griega. Sin embargo, como no había otra cosa, a esa pobreza, pomposamente llamada “academia” asistíamos: José Luis Balcárcel, Rafael Pérez de León, Rafael Chinchilla y el que escribe estas notas; nos alargaríamos demasiado si dijéramos que allí había más de diez alumnos inscritos. Funcionaba de tres a cinco de la tarde. Si para dibujar nos batíamos con muestras impresas, para pintar, todo se reducía a copiar tricromías de la revista Blanco y Negro o de otras publicaciones, que por montones, le enviaban al señor Bravo de la Secretaría presidencia!. El método era que nosotros trabajáramos en tanto que el buen director fumaba pipa tras pipa, leía revistas y periódicos cuando estaba activo, y cuando no, echaba sus dulces dormidas con sonoros y orquestales ronquidos. Sucedía esto por el año de 1913. Sólo aquel año soportamos con Pérez de León y los demás compañeros tan peregrino sistema de enseñanza”. Tomado de su artículo “Julio Urruela Vásquez”, Revista Salón 13, Vol. III, No 3, septiembre 1962, p. 55. 19 Recopilación de Leyes de la República de Guatemala. 1920-1921. Contiene este volumen las disposiciones emitidas del 15 de marzo de 1920 al 14 del mismo mes de 1921. Coleccionadas por don Rosendo P. Méndez. Tomo XXXIX, 1925. Tipografía Nacional, Guatemala, p. 394. 20 21 Ibid., p. 282. 22 Ibid., p. 411. Hay divergencia de opiniones en torno a la fecha de llegada de don Santiago González a Guatemala casi todos los autores la sitúan a principios del siglo; sin embargo, se le menciona como autor de un retrato el carbón de Rafael Yela Günther cuando éste tenía sólo siete años es decir, en 1895, pues Yela Günther había nacido en 1888.* Como simple hipótesis, pues es algo que no he podido comprobar, se me ocurre que tal ves la última afirmación sea la acertada, ya que es posible que haya venido contratado como profesor de modelación de la Escuela, de Bellas Artes, en 1895. cuando viene también don Justo de Gandarias a hacerse cargo de la Dirección de la Escuela: y que posteriormente. al cierre de dicha Escuela, en 1897, haya permanecido en Guatemala, asociado al taller de Doninelli y en su propia academia hasta 1908, fecha en que muere, según don Ricardo Toledo Palomo. * “Rafael Yela Günther” artículo publicado en el Boletín Oficial de la Lotería Chica, Guatemala, 90 de octubre de 1969. 23 Iriarte, Agustín. “Pintores y Pinturas de Guatemala”, en la publicación mensual Cultura Popular, Nos. 3-4, Guatemala, 1949. 24 25 Iriarte, Agustín, Op. cit. Mérida, Carlos. “Carlos Valenti” inédito (trabajo que me fuera proporcionado por el escultor Roberto González Goyri). posteriormente publicado en la Revista Salón 13, Vol. II, No 2, mayo de 1961. 26 27 González Goyri, Oscar “Rafael Rodríguez Padilla”. Revista Salón 13. Vol. III, N9 1, marzo de 1962. p. 58. Recopilación de Leyes de la de Guatemala 1914-1915. Coleccionadas por el licenciado Juan Mata C., Tomo XXXIII, Tipografía Nacional, Guatemala, 1916, p. 122. 28