La reforma agraria del siglo XXI - Sindicato Andaluz de Trabajadores

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La reforma agraria del siglo XXI.
1.- El modelo agroindustrial y las crisis mundiales.
La liberalización del mercado agrícola conduce a la crisis. La actual
crisis revela que la liberación del mercado agrícola conduce al
hambre y a la pobreza.
Más del 75 por ciento de las personas desnutridas y que pasan hambre
viven en áreas rurales. La mitad de estas personas son pequeños
agricultores y agricultoras, más de dos tercios son mujeres. Sin embargo,
las mujeres a nivel mundial sólo disponen de un 1% de las tierras, aunque
producen el 70% de los alimentos del mundo. Unos y otras apenas
pueden sobrevivir en las circunstancias actuales. La mayoría de la
cuarta parte restante fueron familias campesinas condenadas al éxodo
hacia los suburbios urbanos huyendo de la pobreza y el hambre. En gran
medida, todos este campesinado y ex-campesinado pobre es víctima
de las políticas de comercio agroalimentario a escala mundial
practicadas por muchos gobiernos orientados por organismos e
instituciones multilaterales.
Las políticas agrícolas nacionales, tanto en el norte como en el sur, están
marginándolos sin destinar ningún apoyo a satisfacer sus necesidades.
Las políticas agrícolas internacionales fuerzan a competir frente a
grandes corporaciones que dominan los mercados, los precios, los
paquetes tecnológicos, las semillas. Las agendas de desarrollo
internacional están claramente influenciadas a favor de la privatización
de los recursos naturales y los servicios básicos como garantía del
llamado uso eficiente de tales recursos. Estas tendencias nacionales e
internacionales están amenazando la supervivencia económica y
cultural de muchos productores y productoras rurales.
La crisis de alimentos de los últimos años y el cambio climático, que
ya es una evidencia, son el resultado de la aplicación de la
revolución verde y las políticas de comercio en la agricultura a nivel
mundial.
La razón fundamental es que los gobiernos nacionales, con frecuencia
a instancias de instituciones financieras internacionales como el Banco
Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización
Mundial del Comercio (OMC) han implementado un conjunto de
políticas comerciales, macroeconómicas y sectoriales que han
socavado la viabilidad económica de los/as pequeños productores,
1

la liberalización del comercio y la consiguiente entrada masiva
en los mercados locales de alimentos baratos importados a
precios de dumping, contra los cuales los agricultores locales no
pueden competir;

la reducción de las ayudas y subvenciones a los precios en favor
de los productores alimentarios;

la privatización de los créditos, la comercialización y la asistencia
técnica;

el fomento excesivo de las exportaciones;

la concesión de patentes para los recursos genéticos agrícolas; y
una preferencia en el ámbito de las investigaciones agrícolas por
las tecnologías caras, como la ingeniería genética.

Las cadenas de productos agrícolas, tanto en lo que respecta a
los insumos (semillas) como el comercio, se han concentrado
progresivamente en manos de un limitado número de
corporaciones transnacionales, que por constituir prácticamente
monopolios consiguen fijar costos y precios.

La implementación a gran escala de un modelo de producción
agrícola industrial, monocultivo, energívoro y con gran demanda
de fertilizantes y agrotóxicos.
Crisis ambiental: cambio climático.
El modelo de agricultura industrial que abastece al sistema alimentario
mundial funciona esencialmente mediante la conversión de petróleo en
comida, produciendo en el proceso cantidades enormes de gases de
efecto invernadero. Tiene la responsabilidad del 30% de las emisiones
de estos gases.
El calentamiento global ha puesto en evidencia un secreto a voces:
el fracaso y la insostenibilidad del actual modelo de desarrollo,
basado en el consumo de energía fósil, la sobreproducción y el libre
comercio.
El sistema agroalimentario actual es petrolero y viajero. Tanto la
producción como la transformación y distribución de los alimentos
industriales requiere una gran cantidad de energía y la principal fuente
de la misma es el petróleo. Por otro lado, la modificación de los hábitos
del consumo, impulsada por el mismo agronegocio, hace que el flujo
internacional de alimentos siga una tendencia creciente.
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Esto es debido a que:








El modelo de agricultura industrial utiliza cada vez más tierras.
Promueve el monocultivo, miles de hectáreas con una misma
especie, con la consiguiente destrucción de tierras y bosques.
Sobreexplota los suelos extrayendo una cosecha tras otra.
Aplica fertilizantes químicos para obtener buen rendimiento en las
cosechas.
Los agroquímicos que se usan para matar plantas e insectos y
para fertilizar los suelos se fabrican a partir del petróleo
(combustible fósil)
Para aplicar los agroquímicos se usan aviones y para realizar las
tareas de siembra, labranza y cosecha se utiliza maquinaria
agrícola que consumen gran cantidad de combustibles fósiles.
Este modelo impuso que los granos entren en el mercado global
como mercancías de exportación, lo que exige su traslado a
lugares remotos
Sumado a los fenómenos climáticos están las reglas de juego
político y económico que no reconocen la existencia de otros
modos de producción agrícola que no sea el industrial y
obstaculizan y persiguen a los campesinos y las campesinas que
realizan otras prácticas.
Las consecuencias que está teniendo en todo el planeta se perciben en
los desordenes climáticos y los fenómenos extremos, cada vez más
frecuentes; el aumento de la temperatura de la Tierra; el impacto social
en las condiciones de vida de mucha gente; pérdida de
biodiversidad,…
Crisis sociales: crisis alimentaria, aumento del hambre
El planeta, que según la FAO puede alimentar 12 mil millones de
habitantes, no carece globalmente de alimentación. El problema es el
acceso de las poblaciones pobres a esta alimentación y la
dependencia de numerosos países de las importaciones, favorecida por
las instituciones internacionales. Algunos le echan la culpa de esta
situación a la subida de precios de los granos, a los agrocombustibles, a
la sequía, a la disminución de reservas, al aumento del precio del
petróleo…. Si bien estas pueden ser causas inmediatas, es necesario
bucear en las causas profundas, que tienen más que ver con las
políticas que se han venido implantando de destrucción de las
producciones nacionales de alimentos, a través de la generalización de
los modelos y paquetes tecnológicos de la revolución verde; y a través
de los planes de ajuste estructural que permitió que se diera el dumping
por parte de los países del norte.
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El abasto global de alimentos está cada vez más controlado por un
pequeño número de transnacionales que tienen el cuasi-monopolio de
toda la cadena alimentaria, de las semillas a los supermercados. La
cantidad de capital especulativo en el comercio agrícola va también
en aumento. En este contexto, cualquier perturbación del
abastecimiento de alimentos, o incluso la simple percepción de que
hay problemas, puede provocar aumentos tumultuosos en los precios y
una acaparamiento inmenso de ganancias por parte de los
especuladores, lo que hace inaccesibles los alimentos para los sectores
urbanos más pobres y provoca todo tipo de alteraciones en la
producción agrícola en el campo.
Y otro de los elementos novedosos que influyen en la falta de acceso a
los alimentos es el desarrollo de la producción de agrocombustibles, que
ha provocado una reducción fuerte de las reservas alimentarias. La
decisión política muy intervencionista de la UE de financiar su desarrollo
y de obligar el mercado a incorporarlos, acentuó la perspectiva de
competencia con las producciones alimentarias.
La privatización y concentración de los recursos. Nuevo acaparamiento
de tierras
En las últimas décadas, desde que la agricultura forma parte de los
acuerdos de la Organización Mundial del Comercio se ha visto
acelerado el proceso de privatización y acaparamiento de tierras por
parte de las grandes compañías transnacionales. Estas invaden tierras
familiares, comunales que históricamente han sido utilizadas para
producir alimentos, para dedicarlas a monocultivos de exportación, o a
otros usos no agrícolas, como infraestructuras o complejos turísticos.
De esta forma, la tierra se ha convertido en una mercancía que se rige
por las leyes del mercado, y que tras la crisis financiera se ha convertido
en un valor seguro para la inversión, no solo de las grandes compañías
que se dedican a la producción agrícola a gran escala, sino para otras
empresas financieras. Las necesidades alimentarias mundiales
garantizan unos buenos precios, por lo que, naturalmente se dedican a
la producción intensiva
a gran escala para la exportación,
desplazando al campesinado y a las producciones locales de
alimentos.
No solo la tierra, las grandes corporaciones también privatizan el acceso
al agua y la biodiversidad, a través de las patentes se semillas y de los
transgénicos que igualmente son controlados por 5 empresas a nivel
mundial. Así el control de los elementos necesarios para la producción
de alimentos queda en manos del mercado y concentrado en pocas
empresas.
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Las instituciones internacionales como el FMI y el BM han apoyado este
proceso a través de las condiciones impuestas (desregulación y
liberalización del mercado de alimentos y de tierras) a los países para la
concesión de ayudas y créditos.
El acaparamiento de tierras a gran escala y el modelo agroindustrial
ha supuesto la generalización de la “inseguridad alimentaria”
Así, han desaparecido las políticas nacionales de apoyo a la
producción de alimentos para el consumo nacional. Los países del
Tercer Mundo, y también otros, han perdido su capacidad de auto
alimentarse.
Éxodo rural y desaparición del campesinado
Los agricultores y agricultoras del Sur al no poder competir con las
grandes explotaciones y la importación de grano barato han tenido
que abandonar la agricultura. El éxodo rural a los cinturones de miseria
de las grandes ciudades o su conversión en trabajadores agrícolas sin
derechos ha sido otro de los grandes “logros” de este modelo.
Entre las personas que se van de sus territorios están los que
denominamos refugiados ambientales. Estos desplazamientos de
población también deben formar parte del debate de la deuda
ecológica.
Igualmente en el norte, las políticas agrarias han primado las grandes
explotaciones, haciendo que apenas quede campesinado dedicado a
la producción a pequeña escala. Que igualmente no pueden competir
en las condiciones de mercado actuales.
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2.- La PAC y el campesinado europeo: desaparición del campesinado;
desregulación del mercado.
La última reforma de la PAC (2003), ha sido la reforma de la
desregulación, del desacoplamiento, que ha consolidado aún más la
propiedad de la tierra y su concentración, al vincular las ayudas no a la
producción sino a la propiedad.
Desde la creación de la OMC todas las reformas han sido dictadas
según sus criterios, que ha favorecido la agricultura industrial y la gran
propiedad frente a la agricultura familiar, campesina y multifuncional.
La liberalización de los mercados agrícolas en Europa está implicando
una disminución de población campesina, una concentración de las
producciones en explotaciones industriales, importaciones a precios
demasiado bajos y el refuerzo de un modelo productivista y
contaminador. La PAC actual, por el dumping de los excedentes en los
mercados exteriores, afecta negativamente a los campesinos y a las
campesinas de otras regiones del mundo. Además, carece de
legitimidad social ya que menos de 20% de las explotaciones reciben
más del 80% de los pagos; no cumple con las exigencias
medioambientales, de calidad, y de salud de las poblaciones europeas
y hace de campesinos y campesinas personas asistidas sin
reconocimiento económico y social.
Hay una falta importante de posibilidad de acceso a los recursos de
quien quiere dedicarse a la agricultura y la ganadería, y toda la
regulación sanitaria y de mercado está llevando al abandono de esta
actividad por parte de los/as pequeños/as agricultores/as y
ganaderos/as, dejándolo en manos de las grandes empresas.
Y peor aún es la situación específica de las mujeres productoras en la
Unión Europea, pues las ayudas directas concedidas para “compensar
parcialmente” la caída de los precios, son recibidas en mayor
proporción por los hombres, al ser ellos los que mayoritariamente los
dueños de las explotaciones y por lo tanto los perceptores de ayudas.
En cuanto a los países del Este que aún poseen un porcentaje
importante de población dedicada a la agricultura y ganadería su
entrada en la PAC tiene consecuencias catastróficas para los pequeños
agricultores tanto de estos países como de los de Europa Occidental. La
competencia entre naciones con diferentes niveles sociales y
económicos ha aumentado la competitividad dentro de la UE. Los de
los países del Este son empujados a dejar la agricultura, y los de
occidente sufren la competencia de las grandes explotaciones.
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3.- Reforma agraria. Agroecología, soberanía alimentaria y equidad.
No se puede entender la RA solo como la distribución de la Tierra, es
necesario que forme parte de la construcción de un modelo de
producción agrícola y de desarrollo alternativo al que nos domina. Una
RA que se inscribe en la Soberanía Alimentaria, que lucha contra los
efectos de la Revolución Verde, y que promueve la Agroecología. Es
decir, la armonía entre la producción, la naturaleza y el medio
ambiente. Que en síntesis es: Desarrollo Rural Sustentable,
transformación social, mayor aporte del estado, fortalecimiento de la
organización campesina, igualdad entre hombres y mujeres, respeto al
medio ambiente, y a la propia identidad.
En la construcción de esta nueva propuesta tenemos que tener
presente que el desarrollo de estas formas de vida sostenibles procede
en gran parte de la cultura generada por las mujeres rurales y
campesinas, para las que la soberanía alimentaria es consustancial a su
propia existencia y definición social, pues su universo ha sido
históricamente construido, en gran parte en torno al proceso creativo
de la producción alimentaria. Siempre manteniendo patrones de
consumo congruente con el cuidado de la tierra y de la colectividad.
No es únicamente el campesinado sin tierra el que tiene interés en el
establecimiento de mecanismos más equitativos de acceso a la tierra.
También interesa a los sectores sociales urbanos, a los consumidores y
consumidoras, al empresariado, a los agricultores y agricultoras de los
países desarrollados. Todos ellos ven amenazada su supervivencia o su
crecimiento. A todos les preocupa la destrucción de los ecosistemas, la
ruptura de equilibrios ecológicos a nivel del planeta y los conflictos de
nuevo tipo generados por las formas de acceso a la tierra y de gestión
del territorio. Todo ello obliga a actualizar las políticas de Reforma
Agraria.
Agroecología y agricultura campesina:
La emisión de gases con efecto invernadero está íntimamente ligada al
surgimiento de la agricultura industrial y a la expansión de sistema
alimentario en manos de las transnacionales. Así también la alta
dependencia del petróleo y la gran huella de carbono que provoca el
transportar alimentos e insumos por todo el mundo en todo tipo de
envases plásticos colabora a estos efectos.
La diferencia en el uso de energía entre la agricultura industrial y los
sistemas agrícolas tradicionales no podía ser más extremo. Se habla
mucho de lo eficiente y mucho más productivo que es la agricultura
industrial si se le compara con el modo de cultivo tradicional, pero si
tomamos en consideración la eficiencia energética, nada puede estar
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más alejado de la verdad. La FAO calcula que, en promedio, la
agricultura de los países industrializados consume cinco veces más
energía comercial para producir un kilo de cereal que agricultura
tradicional.
La agricultura campesina es un modo de producción de alimentos
muy eficiente, de bajo consumo de energía y de mínimo nivel de
emisión de gases con efecto de invernadero.
Estos modelos basados en la agricultura campesina y la agroecología
incluyen la agricultura y la gestión forestal que practican éticas
ecológicas y biodiversas, ya que pueden incrementar la producción
alimentaria y reducir la huella climática de la agricultura, así como jugar
un papel muy relevante en la restauración y el mantenimiento de los
ecosistemas. La agricultura debería ser reconocida como una actividad
con múltiples funciones: no sólo produce alimentos, medicinas,
materiales, fibras y demás, y por otro lado recicla residuos de forma
efectiva utilizándolos para la restauración del suelo, sino que hace
mucho más: protege la biodiversidad, los suelos y las fuentes de agua, y
además satisface las necesidades culturales, paisajísticas y de bienestar
de las personas, por encima de la mera necesidad de alimento.
Una gran responsabilidad en todas estas funciones ha estado siempre
en las mujeres, sin embargo, la realidad es que mientras que el conjunto
de trabajos realizados por mujeres son de una importancia social y
económica enorme, no se reconocen, no se valoran socialmente y no
aparecen en las estadísticas económicas
Finalmente, es un depósito del conocimiento construido a lo largo de
múltiples generaciones, cuya pérdida será a nuestra cuenta y riesgo.
¿Qué se requiere para lograrlo? Lo que los/as agricultores/as y
productores/as de alimentos han estado defendiendo y pidiendo
desde hace décadas: la descentralización de la producción y la
distribución, un apoyo eficaz a prácticas agrícolas basadas en
procesos agroecológicos, la biodiversidad y los conocimientos
locales, y una profunda reforma agraria
Hay que volver a poner las semillas a manos campesinas, eliminar los
pesticidas y fertilizantes químicos, integrar al ganado a formas de
producción mixta, y organizar nuestros sistemas alimentarios de forma tal
que todos tengamos suficientes alimentos sanos y nutritivos. La
agricultura sostenible a pequeña escala y el consumo local de
alimentos va a invertir la devastación actual y sustentar a millones de
familias campesinas. La agricultura también puede contribuir a enfriar la
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tierra usando prácticas agrícolas que reduzcan las emisiones de CO2 y
el uso de energía.
La agroecología ofrece pues, un modelo centrado en la regeneración y
conservación de los recursos, en la diversidad biológica, la reutilización
de nutrientes, una relación sinérgica entre los cultivos, el ganado, los
suelos y otros componentes biológicos. Ofrece a su vez la única forma
práctica de restaurar los terrenos agrícolas degradados por prácticas
agronómicas convencionales, con las implicancias que la recuperación
de materia orgánica tiene como mitigador del cambio climático.
Soberanía alimentaria como marco
La opción agroecológica se inserta en el paradigma de la soberanía
alimentaria, con una revalorización de la agricultura con función social,
el apoyo a los sistemas locales de conocimiento, la recuperación de la
diversidad de las variedades de semillas campesinas, la prioridad de los
mercados locales y una correcta gestión del territorio. Esta opción
brinda las posibilidades para el reconocimiento de los saberes,
cuidados, trabajos y luchas que las mujeres campesinas de todos los
continentes aportan en la defensa de la soberanía alimentaria.
La formulación desde nuestras organizaciones de una perspectiva
feminista para la soberanía alimentaria está asociada a la vindicación
de una de las áreas de producción y conocimientos más devaluadas
socialmente: la producción de alimentos. Para su desarrollo han sido
necesarios siglos de investigación, creación y producción de
conocimientos que ellas han generado.
En este marco, el territorio se entiende como un patrimonio, una
realidad compleja y frágil, en el que se contemplan valores culturales,
sociales, políticos y ecológicos, y que en ningún caso puede reducirse al
precio del suelo.
La Soberanía Alimentaria implica transformar el sistema alimentario
actual para asegurar que aquellos y aquellas que producen los
alimentos tengan un acceso equitativo y el control sobre la tierra, el
agua, las semillas, la pesca y la biodiversidad agrícola. Toda persona
tiene el derecho y la responsabilidad de participar en la decisión de
cómo se producen y distribuyen los alimentos. Los gobiernos deben
respetar, proteger y garantizar el derecho a la alimentación, definido
como el derecho a alimentos adecuados, disponibles, asequibles,
culturalmente aceptables y nutritivos.
Debe basarse en los alimentos locales y en la producción artesanal y en
aquellos cuyas vidas dependen de estas actividades. Las políticas
agrícolas nacionales deben apoyar la agricultura a pequeña escala y
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asegurar que los productores y productoras, concretamente las mujeres,
tengan un acceso seguro a sus recursos productivos. Reconociendo así
los derechos de las campesinas que desempeñan un papel esencial en
la producción agrícola y en la alimentación.
Las decisiones básicas de la economía tienen que ver con qué se
produce, cómo se produce, cómo se distribuye ¿podemos cambiar eso?
Estamos condenadas/os a movernos en el campo de los 'impactos', de
las determinaciones de quienes están diciendo qué producimos o cómo
producimos? En qué medida seremos capaces de participar en estas
decisiones?
En el futuro, es importante concebir el conjunto de las producciones,
servicios y políticas públicas bajo un enfoque mundial e integral, que
esté centrado en la conservación de los medios de vida desde
modelos ecosistémicos. En cualquier caso, es inevitable el paso a
estructuras sociales y productivas de un nivel de complejidad e
interrelación inferior al actual a escala global. Además, las actuales
estructuras de poder, estatales y empresariales (en especial, las grandes
empresas transnacionales), serán incapaces de mantenerse en pie,
pues se han desarrollado y se basan en un modelo de consumo
energético y de desprecio por las necesidades básicas insostenibles.
Función social de la tierra
La reforma agraria debe comenzar por un amplio proceso de
distribución de la propiedad de la tierra. La posesión y uso de la tierra
deben estar subordinados al principio de que sólo tiene derecho a
tierra, quien en ella trabaja, depende de ella y en ella reside con su
familia. La tierra es un bien de la naturaleza que debe estar al servicio
del bien común. La tierra no es y no puede ser una mercancía. Toda
Reforma se ha de caracterizar por democratizar la estructura agraria, lo
que presupone transformar las relaciones de poder económico y
político, causantes de la reproducción de la concentración agraria.
Las propuestas de construcción de este proceso de redistribución de la
tierra tienen que garantizar que las mujeres tendrán acceso a ellas, y
para ello es necesario implementar medidas de acción positiva para
favorecer que las mujeres accedan a la tierra.
Toda reforma agraria debe incluir:
a) Una política de estructuras: regadío, caminos rurales, electricidad,
etc.
b) Una política de ordenación del territorio que delimite zonas agrícolas,
zonas rurales y zonas urbanas.
c) Catalogación de actividades que evite la ocupación de las zonas
rurales con objetivos urbanos.
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Territorio
La concepción del territorio históricamente ha faltado dentro los
procesos de reforma agraria. Ninguna reforma agraria es aceptable si
solo se piensa en distribución de la tierra. Consideramos que la nueva
Reforma Agraria debe incluir las cosmovisiones de territorio de las
comunidades campesinas, y todas las que basan su trabajo en la
producción de alimentos y que sostienen una relación de respeto y
armonía con la Tierra y con los océanos. Todo lo anterior constituye el
reconocimiento de la libre-determinación y autonomía de los pueblos.
Los precios y la comercialización
Los gobiernos deben adoptar una política de precios remunerativos y
medidas que garanticen la democratización de los medios de
producción y del control de la comercialización, que estimulen la
agricultura familiar y cooperativa, por medio de créditos, seguro
agrícola. Se promuevan circuitos cortos de producción y
comercialización. Y se fortalezcan las redes alimentarias rural-urbanas.
Modelos tecnológicos y de investigación. Conocimiento campesino
El sofisticado conocimiento que los campesinos y las campesinas han
adquirido a través de siglos y que les ha permitido interactuar con la
naturaleza proveen soluciones a la actual crisis ecológica y social. Estos
productores y productoras usan la experiencia acumulada y el
conocimiento de los recursos locales, obteniendo la óptima cantidad y
la mejor calidad de los alimentos con muy pocos insumos externos.
Y cuando hablamos de conocimiento campesino no podemos dejar de
resaltar que la alimentación es indisociable de la supervivencia
humana, su descubrimiento y evolución corresponden a un largo
proceso de investigación y creación históricamente encabezado por las
mujeres. El 90% de los conocimientos campesinos han surgido de las
mujeres.
Es necesario desarrollar modelos tecnológicos, que sean oportunos para
el aumento de la producción y productividad del trabajo, sin perjudicar
la salud de los/as productores/as y de la población en general, así
como sean adecuados a la preservación de los recursos naturales,
además de que sean públicos, de acceso gratuito y esté garantizado el
control de las nuevas tecnologías.
Se requiere mucha precaución a la hora de adoptar nuevas prácticas
agrícolas y técnicas. Las soluciones al cambio climático y a las crisis no
son esencialmente tecnológicas; las más importantes son sociales y
culturales. Es urgente que cambiemos el enfoque, nos apartemos de la
promesa de futuros tecnoparches y miremos hacia los recursos
verdaderamente accesibles como son el conocimiento, la experiencia y
el ingenio de las comunidades locales.
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Recursos naturales
Es necesario que el control de los recursos, no solo la tierra, sino todos
aquellos necesarios para garantizar el derecho a la producción, como
semillas, agua y otros vuelva a estar en manos de los productores y las
productoras, y no de las corporaciones, como ha sido históricamente.
Derechos que debe garantizar
La realización de los DDHH como el derecho a la alimentación, la
vivienda, el trabajo, a la cultura propia, a participar en los asuntos
públicos y los derechos ambientales no es posible si no se plantea una
Reforma Agraria redistributiva e integral.
Cada uno de los Estados está obligado entonces a respetar, proteger y
garantizar el acceso a los recursos productivos. El derecho internacional
de derechos humanos sienta estándares vinculantes, posibilita su control
por parte de las ciudadanas y ciudadanos. Las obligaciones legales
hacen posible, además, el reclamo de los derechos ante los tribunales y
abre la posibilidad de someter al escrutinio público la actuación de los
Estados.
Autodeterminación
Los Estados tienen el derecho y la obligación de definir soberanamente
y sin condicionamientos externos sus propias políticas agrarias, agrícolas,
pesqueras y alimentarias de manera que ellas garanticen el derecho a
la alimentación y los demás derechos económicos, sociales y culturales
de toda su población.
Tienen que proteger y regular adecuadamente los mercados
nacionales de alimentos; y garantizar su derecho a producir, al mismo
tiempo que una implementación del derecho a la alimentación
adecuada
Europa y la PAC
La solución no es como se empieza a discutir el desmantelamiento de la
PAC o su renacionalización, que solo beneficiaría a los países más ricos
en detrimento de la solidaridad, ni su sustitución por una política de
desarrollo rural que suavizaría los efectos del mercado. Una agricultura
dual, donde coexistiesen grandes empresas agrícolas que trabajan en
un mercado mundializado con explotaciones campesinas remanentes
sobreviviendo en mercados locales, no tiene futuro.
Es por tanto imprescindible que se mantenga una política agraria común,
pero definida por los europeos y no por la OMC. Se debe recuperar el
derecho a definir las políticas agrícolas, sin dumping frente a los terceros
países.
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Debe contemplar una buena repartición de las producciones en todo el
territorio y la creación de empleo. Tendría que favorecer el desarrollo de
circuitos de comercialización cortos, garantizar precios remuneradores y
apoyar métodos de producción sostenibles. La soberanía alimentaria es
la condición necesaria.
Para mantener a largo plazo explotaciones campesinas, la renta
campesina debe proceder esencialmente de los precios y no de las
primas. Para eso, los precios del mercado deben vincularse con los
costes de producción europeos, que son más elevados que en muchos
otros países. Para llegar a esto, es necesario a la vez un mercado
controlado a nivel europeo, para impedir excedentes estructurales, y
derechos de aduana para impedir importaciones a bajo precio, a
condición de la prohibición del dumping actual.
El acceso a la tierra, al agua, a las semillas, al crédito debe ser un
derecho: incluye el derecho campesino a salvaguardar su semillas y a
mejorar su variedades vegetales. Así mismo debe favorecerse la
instalación de jóvenes, facilitando su acceso a los recursos y volviendo a
hacer de la profesión algo motivante, económica y socialmente.
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4.- Resistencias y luchas
Frente a los organismos internacionales que frente a las crisis vuelven a
proponer las mismas soluciones que de forma evidente han creado esas
mismas crisis: más revolución verde (transgénicos y agrocombustibles),
más liberalización del mercado, reforma agraria basada en el
mercado… Los distintos sectores sociales de forma más o menos
organizada están reinventando soluciones alternativas y creativas que
podrían ayudarnos a salir de la actual situación.
Sectores urbanos, comunidades locales, se organizan y se alían para
crear nuevas alternativas. En líneas generales se empiezan a proponer
otros mundos posibles. Desde la defensa del medio ambiente, el
derecho a saber lo que comemos; la resistencia frente a proyecto de
infraestructuras o turismo faraónico, todas ellas van en la dirección de la
construcción de la soberanía alimentaria como una forma de resistir la
imposición de políticas neoliberales y desarrollar visiones colectivas de
futuro.
Esos posibles mundos futuros, deberán ser menso urbanizados, bastante
menos globalizados e interdependientes, mucho más localizados,
autónomos y descentralizados, sustancialmente menos industrializados,
seguramente menos poblados, y con una diversidad y pluralidad de
mundos rurales vivos. Pero también deberían ser más justos e igualitarios,
y menos violentos y patriarcales que el actual.
En cuanto a las acciones concretas deben ir dirigidas a:
 que se identifiquen y eliminen políticas tales como las leyes
restrictivas de semillas, los regímenes de propiedad intelectual, los
contratos y acuerdos comerciales que representan barreras para
los agricultores en lo que hace a cultivo, conservación e
intercambio de semillas.
 Lo que ahora se pone de evidencia es el coste grandísimo de
haber renunciado a la banca pública. Hay que reivindicarla. Pero
la crisis también enseña que no basta con que haya bancos o
mecanismos públicos de intervención. Lo público no es en sí
mismo lo adecuado. Lo que hay que lograr es que el espacio
público, y en este caso el imprescindible espacio financiero
público, responda a una lógica diferente a la del privado.
 Participación en las políticas y acuerdos internacionales sobre
agricultura y alimentación
 La agricultura fuera de la OCM.
 Derecho a producir y consumir productos locales, respetuosos con
el medio ambiente y culturalmente apropiados
 Derecho de acceso a los recursos productivos: tierra, agua,
semillas,…
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Cuestiones:
Elementos de discusión: privatización y acaparamiento
 uso prioritario de la tierra,
 papel de los estados en el proceso de acaparamiento de tierras
 BM y su certificado de “todos ganan” en la compra y concesión de
tierras
 la compra de tierras y el modelo agroindustrial como la “exportación de
inseguridad alimentaria”
 la OCM y la agricultura.
 Pérdida de soberanía de los países
 Condiciones del BM y el FMI
 El negocio de la tierra y de la producción
 En Europa ¿pasa lo mismo?
 ¿Y Europa del Este?
 La PAC y el acaparamiento de tierras
Elementos de discusión: viejas soluciones




los organismos internacionales imponen un desarrollo basado en el
mercado y los recursos privados
agrocombustibles y su papel en el “nuevo desarrollo”
los transgénicos y las patentes de semillas híbridas y mejoradas
conocimientos locales e investigación
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