EL SISTEMA BANCARIO MEXICANO Y EL BANCO CENTRAL *

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EL SISTEMA BANCARIO MEXICANO Y EL BANCO CENTRAL *
Aunque desde el siglo pasado existían bancos de diversos tipos, el actual sistema
bancario mexicano tiene sus orígenes en 1925, cuando se creó el Banco de México con
la intención de que funcionara como eje central del nuevo sistema. Recordemos que la
Revolución de 1910, en su etapa violenta, había destruido la estructura bancaria
heredada del Porfiriato, sistema que, por cierto, había tropezado con serias dificultades
ya antes de la Revolución.
Las nuevas leyes monetarias y bancarias de 1932 y el funcionamiento eficaz del Banco
de México fueron el punto de partida para el desarrollo y fortalecimiento del sistema
bancario mexicano, al grado que en nuestros días, se reconoce por propios y extraños 1
como uno de los más eficaces y elaborados del grupo de países que se encuentra en
una etapa de desarrollo económico similar a la de México.
Son dos los sectores principales del sistema bancario mexicano: el de la banca oficial o
del Estado, integrada por las instituciones nacionales de crédito, y el sector privado
compuesto de siete tipos de instituciones de crédito y de cuatro clases de
organizaciones auxiliares. La importancia de ambos sectores es análoga, ya que cada
uno de ellos posee la mitad de los recursos bancarios totales del país.
El establecimiento de instituciones nacionales de crédito que contribuyan al desarrollo
económico del país satisfaciendo un orden lógico de necesidades, ha sido una labor
especialmente importante de los gobiernos de México. Las áreas de operación original
de las instituciones públicas coinciden precisamente con las que la Revolución
Mexicana señaló como de mayor urgencia en el conjunto de las necesidades
nacionales. No se puede decir que las instituciones oficiales de crédito compitan con la
banca privada, porque ellas encauzan su financiamiento hacia aquellos sectores de la
economía nacional de importancia básica, cuyas necesidades de crédito no hayan sido
o no puedan ser atendidas por los bancos privados.
El sector crediticio público se ha desarrollado en un orden lógico, porque comenzó por
el establecimiento de las instituciones que pudieran reorganizar el sistema financiero
privado, tan gravemente dañado por la etapa violenta de a Revolución. A tal efecto, en
1924 se fundó la Comisión Nacional Bancaria, y, al año siguiente, el Banco de México.
Comenzaron después a atenderse los aspectos básicos del desarrollo económico: el
sector agrícola en primer término, como es natural de un país fundamentalmente
agropecuario; después, la inversión para obras públicas necesarias para fortalecer la
infraestructura económica y, por último, la industrialización integral del país. Una vez
* Texto de la conferencia sustentada por el autor,Gerente del Banco de México, ante el Instituto
Mexicano de Ingenieros Químicos el 13 de mayo de 1963.
1 En la presentación del libro titulado “Evolución de las instituciones financieras en México”, de la
que es autor Ernesto Moore, Ex-Gerente de Estudios Económicos del Banco de la Reserva Federal de
New York, se explica que se ha elegido a México como primer país objeto de esta clase de investigación
porque “el sistema financiero mexicano es el más complejo de cuantos existen en América Latina por lo
que respecta a la diversidad de instituciones, y en consecuencia, su análisis puede crear un cúmulo de
experiencias útiles para futuros trabajos en otros lugares”. Pág. 7.
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cubiertos esos tres sectores fundamentales, se han venido creando nuevas
instituciones nacionales de crédito que sirven para complementar a las anteriores
actuando en sectores especiales de la actividad económica nacional. Es conveniente
destacar que la banca nacional, en su conjunto, no es sólo un agente financiero para
beneficio del sector público, sino que, por el contrario, ha servido para canalizar
recursos provenientes del Gobierno federal del exterior, hacia diversas actividades
productivas, fundamentalmente de particulares, que no han sido atendidas en
proporción suficiente por la banca privada. Más aún, los nuevos Fondos Especiales
que operan como fideicomisos del Gobierno federal en el Banco de México o en
Nacional Financiera en materia de agricultura y ganadería, de industria mediana y
pequeña y de turismo, y, próximamente, en el campo de la vivienda y en el del
financiamiento a las exportaciones de productos manufacturados nacionales, no sólo
destinan sus recursos a los particulares, sino que también los canalizan a través de las
instituciones de crédito privadas, operando como bancos de segundo piso con respecto
de ellas.
La banca oficial está integrada por un buen número de instituciones entre las que
destacan por su importancia el Banco de México, Nacional Financiera, S.A., el Banco
Nacional Hipotecario Urbano y de Obras Públicas, S.A. y el Banco Nacional de
Comercio Exterior, S.A.
Nacional Financiera, S. A. es el banco oficial de fomento. Tiene como tarea principal el
financiamiento a largo plazo de industrias básicas para el desarrollo económico,
actividad mediante la que ha hecho una aportación fundamental a nuestro proceso de
industrialización. Esta institución se halla también encargada de intervenir en la
regulación del mercado de valores, así como de ejercer funciones de agente financiero
internacional del Gobierno federal. Con este último carácter ha canalizado una buena
parte de los recursos que las instituciones bancarias del exterior han puesto a
disposición de nuestro país, para financiar su desarrollo, generalmente a través de
préstamos a largo plazo.
Es conveniente aclarar que estos préstamos del extranjero son otorgados cada vez a
plazos más largos y, con frecuencia, a tipos menores de interés, de tal manera que no
resultan un gravamen excesivo respecto de la capacidad de pago del país y sirven para
financiar proyectos autoamortizables capaces de producir, en el periodo de vigencia del
crédito, lo suficiente para pagarlo oportuna y completamente. El departamento
fiduciario de Nacional Financiera tiene a su cargo el manejo de dos importantes Fondos
de Fomento: el de la mediana y pequeña Industrial y el de Turismo, que redescuentan
papel de los bancos privados.
El Banco Nacional Hipotecario Urbano y de Obras Públicas, S.A. tiene por misión
fundamental promover y dirigir la inversión de capital en obras y servicios públicos y en
viviendas populares; quizá su más reciente y espectacular logro en este último campo
es el enorme conjunto de alojamientos Nonolco-Tlatelolco.
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El Banco Nacional de Comercio Exterior, S.A., promueve el financiamiento de la
producción de bienes agrícolas y manufacturados, fundamentalmente con propósito de
exportación y de sustitución de importaciones. Entre las recientes adiciones a sus
tareas originales figuran la presidencial del Comité para el Control de las Importaciones
del Sector Público, la Secretaría Ejecutiva de la Comisión para la Protección del
Comercio Exterior de México y la participación en el Comité Coordinador de las
actividades de los agregados comerciales a nuestras embajadas.
Además de los Bancos Nacionales de Crédito Agrícola y Ejidal, la importancia de cuyas
funciones es evidente en un país en el que todavía el 50% de la población vive de las
labores agropecuaria, cabe mencionar otras instituciones nacionales de crédito cuya
denominación indica ya el giro de las mismas: los Bancos Nacionales del Ejército y la
Armada, Cinematográfico, de Fomento Cooperativo, de Transportes, del Pequeño
Comercio, Unión Nacional de Productores de Azúcar, Financiera Nacional Azucarera y
Almacenes Nacionales de Depósito. Para que el panorama de las instituciones
oficiales de crédito sea más completo deben agregarse algunos fideicomisos que el
Gobierno federal ha constituido. En el departamento fiduciario del Banco de México,
S.A., operan dos importantes Fondos de Fomento, que redescuentan créditos a la
banca privada: el de Agricultura, Ganadería y Avicultura y el de Exportaciones de
Productos Manufacturados, éste último en proceso y para iniciar próximamente sus
operaciones. También las comenzará muy en breve el Fondo de Operación y
Descuento Bancario de la Vivienda.
Las instituciones bancarias del Estado llenan una función de particular utilidad y han
coadyuvado, con diverso grado de eficacia, a solucionar urgentes problemas de la
economía mexicana. Además, han atendido necesidades crediticias que la banca
privada no ha cubierto y han contribuido a resolver problemas políticos cuya atención
ha sido de especial urgencia.
Desde hace tiempo se deja sentir la necesidad de establecer mecanismos de
coordinación entre estas instituciones nacionales de crédito, las cuales, y sólo de
manera indirecta, caen dentro de la regencia monetaria del Banco Central. Constituye
una muestra de esta preocupación el Reglamento de Instituciones de Crédito y
Organizaciones Auxiliares Nacionales de Crédito, expedido el 29 de junio de 1959, que
creó un Comité Coordinador de dichas entidades, presidido por el Secretario de
Hacienda y Crédito Público -la más alta autoridad en materia monetaria y financiera
dentro del cuerpo auxiliar del Presidente de la República- y cuyo vicepresidente es el
director del Banco de México. El Comité tiene facultades de consultor del Poder
Ejecutivo, función que realiza mediante estudio y dictamen de asuntos tales como
delimitación de competencias, planes conjuntos de financiamiento, colaboración
permanente entre los bancos privados y las instituciones nacionales, y de éstas entre
sí, promoción de actividades fundamentales, etc.
II
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La red bancaria privada se rige por la Ley General de Instituciones de Crédito y
Organizaciones Auxiliares, mientras que las instituciones nacionales tienen, por lo
general, su propia Ley Orgánica o se rigen por sus estatutos particulares.
La Ley General de Instituciones de Crédito y Organizaciones Auxiliares -a la que
frecuentemente se le llama tan sólo Ley Bancaria- es de carácter federal, lo que
significa que se aplica en toda la República y que los Estados de la Federación no
tienen facultades para legislar en esta materia. Esa ley señala como instituciones de
crédito las siguientes: bancos de depósito, bancos de ahorro, sociedades financieras,
sociedad de crédito hipotecario, sociedades de capitalización, instituciones fiduciarias y
bancos de ahorro y préstamo para la vivienda familiar. Las organizaciones auxiliares
de crédito son: los almacenes generales de depósito, las cámaras de compensación,
las bolsas de valores, y las uniones de crédito. Para dedicarse al ejercicio de la banca
y del crédito se requiere obtener concesión del Gobierno federal, que compete otorgar
discrecionalmente a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, oyendo previamente
la opinión de la Comisión Nacional Bancaria y del Banco de México.
En principio, el sistema bancario de México opera sobre la base de un criterio de
especialización, esto es, que los diferentes tipos de instituciones más o menos
delimitado en cuanto a obtención de recursos -operaciones pasivas- y al otorgamiento
de créditos -operaciones activas. Los servicios bancarios -que son operaciones
neutras- los prestan también las instituciones bancarias en relación con la naturaleza
de sus operaciones activas y pasivas. Sin embargo, es conveniente aclarar que la
especialización bancaria mexicana dista mucho de ser rígida; antes bien, es flexible y
permite, hasta cierto punto, una yuxtaposición de funciones.
La banca de depósito, junto con la de ahorro constituye lo que se llama comúnmente la
banca comercial. Sus operaciones pasivas básicas, en la rama de depósito, se
canalizan fundamentalmente a través de los depósitos de dinero a la vista en cuenta de
cheques y de los depósitos de dinero a plazo fijo o previo aviso. Los bancos de
depósito otorgan principalmente créditos a corto plazo (hasta 360 días) atendiendo a
las necesidades de capital de trabajo de su clientela; tales créditos revisten la forma de
descuentos, créditos directos, reportos, anticipos sobre valores, etc. Sin embargo, con
el propósito de que determinado tipo de actividades productivas cuente con un
financiamiento más estable, la ley permite que cierta proporción de la cartera de los
bancos pueda estar integrada por créditos a mediano y largo plazos: créditos de avío
hasta de dos años, créditos a la exportación de productos manufacturados hasta de
tres años y créditos refaccionarios hasta de diez. Claro está que la suma de estos
créditos no puede exceder del 30% del pasivo de los bancos, pues de otra manera su
liquidez podría verse afectada.
En la rama de ahorro, la banca comercial capta sus recursos fundamentalmente
mediante depósitos de ahorro. También a través de la emisión de bonos y estampillas
-aunque esto es sólo teóricamente porque esta práctica ha caído en desuso-, y
conforme al as reformas legales de 1962, por medio de planes especiales de ahorro de
fomento de la vivienda popular. as operaciones activas de los departamentos de
ahorro consisten en créditos a corto, mediano y largo plazos, con formas parecidas a
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las mencionadas en el caso de la banca de depósito, pero, además los recursos
derivados de créditos para adquisición de bienes duraderos de consumo y en créditos
par el fomento de la vivienda popular; estos últimos pueden ascender hasta al 80% del
valor de la garantía correspondiente, de acuerdo con el plan financiero de promoción de
la vivienda, cuyo primer paso consistió en la introducción de reformas legales de
fundamental importancia a la Ley Bancaria, efectuadas por el Congreso de la Unión en
diciembre de 1962.
Dentro de ciertos límites, tanto la banca de depósito como la de ahorro, pueden invertir
en valores, así como prestar diversos servicios a su clientela
La sociedades financieras tiene como función típica legal la promoción de empresas y
la intermediación en el financiamiento a mediano y largo plazos. Sin embargo en virtud
de una reforma legal llevada a cabo en 1950, quedaron autorizadas para recibir fondos
a corto plazo en calidad de préstamos de los particulares; esto propició un espectacular
desarrollo de las financieras que, si bien las colocó en el segundo lugar de importancia
de nuestro sistema bancario privado -después de la banca comercial- las desvió de sus
funciones típicas antes señaladas. Las medidas por las autoridades monetarias desde
1957 y después, en 1960, han tendido a desalentar a las sociedades financieras en la
captación de recursos a corto plazo y a estimularlas para que, volviendo a su
naturaleza original, recojan sus recursos a mediano y a largo plazo, principalmente a
través de la emisión de bonos financieros.
En cuanto a su función promotora, las financieras están autorizadas para gestionar la
organización o transformación de toda clase de empresas o sociedades mercantiles,
conservando, si lo desean, participación es su capital: aunque la última reforma legal
limito esta participación al 25% del capital social de la empresa promovida, pueden
también suscribir y colocar obligaciones emitidas por tercero, prestando o no su
garantía , actuar como representante común de los obligacionistas y dar servicio de
caja y tesorería a su clientela. El financiamiento que otorgan estas sociedades reviste
varias formas; inversiones en valores, prestamos con garantía de documentos
provenientes de compraventa de mercancías en abonos; créditos de avíos y
reaccionarios; créditos a la industria, a la agricultura, o a la ganadería con garantía
hipotecaria o fiduciaria, cartas de crédito, aceptaciones, endoso y avales; préstamos
simples o en cuenta corriente; créditos para la construcción de obras públicas etc. las
financieras también pueden prestar diversos servicios bancarios a su clientela.
Las sociedades de crédito hipotecario tienen como función básica captar recursos a
largo plazo en el mercado de valores, tanto a través de la emisión de bonos, como
mediante su intervención en la emisión y colocación de cédulas hipotecarias. como
operaciones activas les corresponde, básicamente, el financiamiento a largo plazo de la
industria de la construcción y, en general, el de las actividades productivas.
El nuevo plan financiero de la vivienda atribuye a estas instituciones de crédito
hipotecario un papel de especial importancia en las tareas promotoras de la habitación
popular. Medidas recientes dictas por la Comisión Nacional Bancaria y el Banco de
México inducen a la sociedades hipotecarias a canalizar sus créditos , en una
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proporción importante, al fomento de casa-habitación de bajo precio par personas de
ingresos limitados, permitiéndose que en este caso el monto del préstamo pueda ser
hasta por el 80% o más de la garantía, en contraste con la práctica tradicional
establecida en nuestra ley, de que el crédito se diera sólo por l 50% del valor de la
garantía:
Las sociedades de capitalización, que habían venido perdiendo importancia en los
últimos años, tenían hasta las reformas legales de 1962, la función de captar recursos
de los pequeños y medianos ahorradores mediante contratos en virtud de los cuales el
particular se obliga a entregar al banco primas periódicas, con el fin de que,
transcurrido cierto tiempo, se constituya una cantidad predeterminada de dinero, a cuya
entrega se obliga la institución capitalizadora. Por lo común estos contratos tiene el
aliciente de sorteos periódicos, cuyo premio consiste en adelantar la fecha de la
capitalización, ganado el ahorrador la diferencia entre lo que ha entregado y la suma a
capitalizar.
Las reformas legales de 1962 adicionaron a las facultades de estas sociedades las de
ofrecer al público planes de capitalización destinados a la adquisición o reposición de
maquinaria o equipo industrial o agrícola o par el fomento de actividades básicas, así
como también planes destinados a la adquisición de bienes duraderos de consumo. en
virtud de estos nuevos sistemas, el ahorrados se obliga a integrar una suma a
capitalizar mediante el pago de primas periódicas, cumpliendo lo cual la institución
capitalizadora queda obligada a otorgar un crédito, cuyo monto, adicionado al de la
suma ahorrada, sirve para financiar las operaciones antes indicadas. Estos planes
tiene también el atractivo de sorteos periódicos, cuyo premio es la integración
anticipada de la capitalización y la anticipación del otorgamiento del crédito. Las
sociedades de capitalización operan también créditos a corto plazo, de habilitación o
avío a 3 años, para la habitación popular, etc.
Los bancos de ahorro y préstamo para la vivienda familiar, se han convertido en pieza
fundamental del nuevo plan financiero de promoción de la vivienda. Su función
primordial ha sido operar contratos y planes conjuntos de ahorro y préstamo con el
objeto de que sus titulares adquieran, amplíen o reparen su casa-habitación. También
en estas operaciones el particular se obliga a integrar una cantidad determinada, hecho
lo cual, el banco le otorga un crédito cuyo monto, sumado a aquella, sirve para los fines
indicados. Diversos ajustes legales, además de otros mecanismos financieros que de
un momento a otro empezarán a operar, revigorizan a estos bancos que no había
logrado crecer en los últimos años, capacitándolos para el cumplimiento de su misión.
Esta reorganización permite prever un aumento considerable de sus operaciones en el
futuro próximo.
Las operaciones fiduciarias pueden ser llevadas a cabo por las instituciones de los
diversos tipos antes descritos, pero de manera separada del resto de sus operaciones,
para lo cual tienen que establecer un departamento de fideicomiso que requiere
autorización especial de la Secretaría de Hacienda . en virtud del fideicomiso una
persona destina ciertos bienes a un fin determinado, encomendando la realización de
ese fin a una institución fiduciaria. El fideicomiso, heredado del sistema anglosajón, es
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básicamente una institución de servicio, pero en México las operaciones fiduciarias
tienen múltiples aplicaciones y modalidades que ha convertido a muchas de ellas en
operaciones de intermediación en el crédito que son propiamente bancarias.
III
La actividad bancaria en México, dada su trascendencia para el interés público, está
regulada legalmente por distintos ordenamientos jurídicos. En lo relativo a la banca
privada, es la Ley General de Instituciones de Crédito y Organizaciones Auxiliares la
que establece su marco institucional. Además de la concesión antes mencionada, la
ley fija ciertos requisitos para la organización y funcionamiento de las instituciones de
crédito, que tienden a dar mayor protección a quienes operan con los bancos y mayor
estabilidad al sistema bancario en su conjunto. Tal sucede, por ejemplo, cuando obliga
a las empresas bancarias a constituirse en forma de sociedad anónima; les fija el
capital mínimo que debe estar íntegramente suscrito y pagado; fija reglas especiales
respecto a las características del capital; determina que será el órgano obligatorio de
administración de dichas empresas bancarias un consejo, integrado cuando menos por
cinco personas; establece ciertas normas especiales en cuanto a la celebración de las
asambleas; preceptúa la obligación de formar un fondo de reserva capital, con el 10%
anual de sus utilidades, por lo menos; establece procedimientos especiales de
rehabilitación, o liquidación en su caso, para las sociedades bancaria. Además dispone
que toda modificación a la escritura constitutiva de los bancos debe ser autorizada por
la Secretaría de Hacienda.
Además de regular, en capítulos por separado, los siete distintos tipos de instituciones
de crédito existentes, la Ley Bancaria fija los límites máximos de absorción de pasivo
en relación con los recursos propios, establece lineamientos generales sobre cierto tipo
de operaciones, tales como las que tienen por objeto valores, divisas, etc.; impone
obligaciones para constituir depósitos obligatorios proporcionales a los pasivos en el
banco central; señala limites mínimos o máximos para cierta clase de inversiones;
particularmente se limitan las inversiones en mobiliario, inmuebles, derechos reales y
gastos legales de instalación.
La ley regula también la emisión y características de los valores bancarios; en algunos
casos establece también los plazos en que pueden operar las instituciones y fija
facultades para que se reglamenten los tipo de interiores. Contiene también reglas
encaminadas a evitar la concentración del crédito, limitando a ciertos porcentajes las
responsabilidades de una sola persona o empresa a favor de la institución, así como la
posibilidad de operación con los consejeros, funcionarios y accionistas mayoritarios de
la institución.
Finalmente, se señalan en cada capítulo las prohibiciones que afectan a las
instituciones mismas, prohibiciones que sirven para reforzar ciertas reglas de operación
para evitar que las instituciones se desvíen de sus naturales cometidos.
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Las autoridades encargadas de vigilar el cumplimiento por parte de las instituciones
bancarias de las normas legales correspondientes son la Secretaría de Hacienda y
Crédito Público, la Comisión Nacional Bancaria y el Banco de México. Pero las
facultades de las autoridades monetarias no son de mera vigilancia, sino que les
permiten adoptar una serie de decisiones que influyen directa o indirectamente en el
comportamiento de las entidades financieras del país y, en general, en los fenómenos
monetarios y crediticios.
El Banco de México, como antes se ha señalado, es el eje del sistema bancario
mexicano. Puesto que una de las metas fundamentales que persigue el Gobierno de
México consiste en acelerar el ritmo de desarrollo, corresponde al banco central, como
uno de los elementos del mecanismos económico, tratar de que, al perseguirse ese
objetivo gubernamental, el progreso del país se efectúe conservando el poder
adquisitivo del dinero. El banco central tiene que esforzarse, además por que los
recursos que se encuentran en manos de los particulares no se malgasten en
especulaciones o se apliquen a actividades relativamente poco productivas; le
corresponde, pues, estudiar y determinar cual es el volumen de crédito que estimulará
la actividad económica promoviendo el desarrollo industrial y agrícola, pero sin provocar
graves elevaciones de los precios o devaluaciones de la moneda.
Las funciones que por su Ley Orgánica están encomendadas al Banco de México, con
fundamento en el Artículo 28 constitucional, consisten en regular la emisión y
circulación de la moneda y los cambios sobre el exterior, operar como banco de reserva
de las instituciones a él asociadas y fungir, respecto de ellas, como cámara de
compensación; constituir y manejar las reservas que se requieran para estos fines;
revisar las resoluciones de la Comisión Nacional Bancaria en cuanto afectan a los fines
señalados; actuar como agentes financiero del Gobierno federal y representarlo en los
organismos crediticios internacionales. Las funciones indicadas tienen un gran alcance
y se encuentran reglamentadas con amplitud en su Ley Orgánica y en las demás
disposiciones legales relativas, pudiendo resumir todas ellas en la responsabilidad
fundamental de regulación del crédito y de las operaciones en los mercados financieros
y de cambio.
El Banco de México tiene facultad para lograr su propósito de regulación a través de
múltiples instrumentos, tales como variaciones en la tasa de redescuento, compraventa
de valores en el mercado abierto, cambios en la tasa de depósito obligatorio, fijación de
tasas máximas y mínimas al interés que puedan cobrar los bancos privados,
señalamiento del porcentaje del pasivo de estos con respeto a su capital y reservas,
persuasión moral sobre los bancos asociados etc. Sin embargo, la estructura
económica y social de México tiene en sí misma una serie de elementos que oponen
una barrera a la eficacia de algunas de esas medidas consideradas como esenciales
para la banca central incluso en países económicamente más desarrollados y con un
sistema bancario más antiguo, y mejor organizado que el mexicano. Por eso frente a
un mercado de valores débil y poco desarrollado que resta eficiencia a las operaciones
de mercado abierto, y ante tasas de interés un tanto anárquicas y relativamente
elevadas que dificultan el uso de variaciones en la tasa de redescuento como
instrumento de acción monetaria, el Banco de México ha utilizado, de manera principal,
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además de numerosos medidas indirectas, las variaciones en los requisitos legales de
reserva para poner en práctica su política de manejo dl crédito, tanto desde el punto de
vista cuantitativo como cualitativo. Por otra parte, el depósito obligatorio es también el
mecanismo a través del cual nuestro instituto central realiza la mayor parte de sus
operaciones de compraventa de valores.
Tanto la Ley General de Instituciones de Crédito como la orgánica del banco central,
imponen a los bancos de depósito y ahorro -y a través de reformas legales
relativamente recientes, también a las sociedades financieras y, en cierta medida, a las
hipotecarias- la obligación de mantener en el banco central una parte proporcional de
los recursos del público captado por dichos establecimientos. El Banco de México tiene
facultad para fijar como reserva legal obligatoria entre el 15% y el 50% del pasivo de los
bancos de depósito; no obstante, ese 50%, fijado como máximo, puede ser elevado, si
lo requiriesen necesidades monetarias y crediticias a juicio del propio Banco de México,
hasta el 100% de los incrementos en esos pasivos. En ejercicio de esta facultad, el
banco central ha mantenido elevados al máximo los requisitos de reserva obligatoria
para bancos de depósito; pero persiguiendo una canalización de estos recursos hacia
actividades productivas, ha permitido que tales bancos mantengan un depósito en
efectivo, sin intereses, de tan sólo el 15% que es el mínimo legal, autorizado que el
85% restante se invierta, una vez deducidas las existencias en caja, parte en valores
del Estado, parte en valores industriales señalados por las propias autoridades
monetarias, parte en determinadas clases de créditos a actividades productivas,
también señaladas por las autoridades, y otra parte en créditos escogidos por los
bancos, generalmente utilizados para el financiamiento de las actividades comerciales.
Cuando los bancos no cumplen con estas inversiones obligatorias, deben mantener la
diferencia entre la proporción señalada por las disposiciones del Banco de México y la
inversión realmente efectuada, ya sea en efectivo o en valores del Estado de bajo
rendimiento. En caso de que no cumplan con ninguna de estas obligaciones
alternativas, los bancos se hacen acreedores a una sanción consistente en un interés
penal que el Banco de México tiene atribuciones para imponer. Actualmente la tasa de
este interés es del 24% anual sobre el depósito que hayan dejado de constituir o sobre
las inversiones obligatorias que hayan dejado de realizar.
Para controlar el
funcionamiento de este régimen, se exige a los bancos privados el envío al banco
central de un informe semanal con datos diarios que sirven de base para el cómputo
respectivo y, en su caso, para imponer los intereses penales a que haya lugar.
Este sistema, no exento de complicaciones, ha servido de base a una serie de medidas
cuyo propósito no sólo consiste en controlar los medios de pago y la liquidez del
sistema económico sino, además, logra la canalización de una parte del ahorro
disponible hacia la promoción del desarrollo económico a través del sector público, pero
también, y principalmente, a través del privado.
Cabe subrayar que la acción directa del Banco de México no comprende la totalidad del
sistema bancario. Dentro del sector privado de la banca, ha sido la banca comercial depósito y ahorro-, por su naturaleza, la que primero fue objeto de vigilancia, y quedo
bajo la influencia del banco central. Posteriormente, las sociedades financieras
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quedaron también bajo la jurisdicción del instituto central cuando éste quedó facultado
para fijar un depósito proporcional al monto de sus pasivos; gradualmente, el Banco de
México ha ido extendiendo su influencia, aunque de manera limitada, a las sociedades
hipotecarias, a las fiduciarias, etc.
IV
La acción del Banco de México ha sido un factor de primera importancia en la
consolidación, desarrollo y prestigio del sistema bancario mexicano. Hay que destacar
que su presencia efectiva en el país coincide con el periodo en que no se ha registrado
en él ni una sola quiebra bancaria.
Sin embargo, también cabe insistir en que el banco central aún no tiene en México el
control completo sobre otras entidades que, sin ser instituciones de crédito, participan
activamente en el financiamiento de diversos tipos de actividades. Por otra parte, debe
tenerse en cuenta que la política monetaria, aunque muy importante es sólo una parte
de la política económica general del país que determina el desarrollo. Al lado de la
monetaria, se encuentran siempre, como sectores de la política económica general, la
fiscal, la de gasto publico, la de fomento, etc., que se influyen recíprocamente con los
fenómenos monetarios y crediticios. Por otra parte, los elementos estructurales de todo
sistema económico son factores que condicionan la eficacia de la política económica en
general, y muy particularmente los aspectos monetarios de la misma
Aunque sus funciones sólo cubren una parte del fenómeno económico, una de las
preocupaciones fundamentales del banco central debe consistir en procurar mantener
la estabilidad monetaria del país, tanto en su aspecto interno, en cuanto significa que
no se altere el poder adquisitivo del dinero en el mercado nacional; como en el aspecto
externo que se traduce en el mantenimiento de la paridad cambiaría frente a las divisas
extranjeras. La estabilidad monetaria exige una política financiera sana y firme, que al
mismo tiempo que genere los recursos necesarios para el desarrollo económico del
país, evite la inflación. Esa estabilidad no se concibe en modo alguno como una meta
autónoma, sino como instrumento que propicia la confianza, la propensión al ahorro y el
aumento de la inversión.
Durante los últimos años en que se ha mantenido en México la estabilidad monetaria,
no ha sido la ausencia o restricción de créditos la causa de que la economía hay
crecido a una tasa menor a la que el país ha estado acostumbrado. El financiamiento
otorgado por el sistema bancario mexicano se ha duplicado en los cuatro años últimos,
elevándose de 26,500 millones de pesos en diciembre de 1958 a 53164 millones en
diciembre de 1962. El clima de confianza creado por la estabilidad monetaria ha
impedido una falta más acusada de dinamismo económico como la que ha ocurrido en
muchos otros países latinoamericanos, los que no sólo han crecido a tasas muy
modestas, sino que han tenido que devaluar sus monedas o recurrir al establecimiento
de controles de cambios. Estas naciones, incluso las que cuentan con mayor
potencialidad en cuanto a recursos naturales, se hallan ante trastornos sociales y
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políticos muy serios. Más aún, cuando se decidan, como seguramente tendrán que
hacerlo, a adoptar programas de estabilización, sus esfuerzos tendrán que redoblarse y
sus sacrificios serán mucho mayores para dominar los efectos de la inflación y
recuperar su tasa de desarrollo ordenado. Por lo que se refiere a México, el clima de
incertidumbre internacional, característico de los últimos años, y otros fenómenos de
naturaleza estructural que se dibujan en la economía, podrán ser superados en el
futuro, más fácilmente si se mantiene la política de estabilidad, que recurriendo al
expediente fácil, pero artificial y deleznable, de crear medios de pago superiores a lo
que permite el ritmo real del crecimiento económico.
La política de estabilidad monetaria no sólo tiene ventajas de carácter económico, sino
que el crecimiento estable y ordenado que la misma implica, consiste un desarrollo
social más justo, al no imponer a los sectores de ingresos fijos -los más directamente
dañados por la inflación- sacrificios adicionales en su ya bajo nivel de vida. El
empeoramiento en la distribución de la riqueza producida por el país, que la inflación
lleva consigo, es muy grave no sólo por las tensiones sociales que exacerba, sino
porque el mercado interno estrecho y la estructura social rudimentaria representan un
serio obstáculo para el crecimiento de la economía. Aunque, evidentemente, la
estabilidad monetaria no es una panacea que cure todos los males económicos y
sociales, la ausencia de ella, sin favorecer el progreso efectivo, dificulta seriamente la
aplicación de otras medidas encaminadas a eliminar los obstáculos estructurales que
se oponen al desarrollo.
Mario Ramón Beteta
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