EL SISTEMA BANCARIO MEXICANO Y EL BANCO CENTRAL * Aunque desde el siglo pasado existían bancos de diversos tipos, el actual sistema bancario mexicano tiene sus orígenes en 1925, cuando se creó el Banco de México con la intención de que funcionara como eje central del nuevo sistema. Recordemos que la Revolución de 1910, en su etapa violenta, había destruido la estructura bancaria heredada del Porfiriato, sistema que, por cierto, había tropezado con serias dificultades ya antes de la Revolución. Las nuevas leyes monetarias y bancarias de 1932 y el funcionamiento eficaz del Banco de México fueron el punto de partida para el desarrollo y fortalecimiento del sistema bancario mexicano, al grado que en nuestros días, se reconoce por propios y extraños 1 como uno de los más eficaces y elaborados del grupo de países que se encuentra en una etapa de desarrollo económico similar a la de México. Son dos los sectores principales del sistema bancario mexicano: el de la banca oficial o del Estado, integrada por las instituciones nacionales de crédito, y el sector privado compuesto de siete tipos de instituciones de crédito y de cuatro clases de organizaciones auxiliares. La importancia de ambos sectores es análoga, ya que cada uno de ellos posee la mitad de los recursos bancarios totales del país. El establecimiento de instituciones nacionales de crédito que contribuyan al desarrollo económico del país satisfaciendo un orden lógico de necesidades, ha sido una labor especialmente importante de los gobiernos de México. Las áreas de operación original de las instituciones públicas coinciden precisamente con las que la Revolución Mexicana señaló como de mayor urgencia en el conjunto de las necesidades nacionales. No se puede decir que las instituciones oficiales de crédito compitan con la banca privada, porque ellas encauzan su financiamiento hacia aquellos sectores de la economía nacional de importancia básica, cuyas necesidades de crédito no hayan sido o no puedan ser atendidas por los bancos privados. El sector crediticio público se ha desarrollado en un orden lógico, porque comenzó por el establecimiento de las instituciones que pudieran reorganizar el sistema financiero privado, tan gravemente dañado por la etapa violenta de a Revolución. A tal efecto, en 1924 se fundó la Comisión Nacional Bancaria, y, al año siguiente, el Banco de México. Comenzaron después a atenderse los aspectos básicos del desarrollo económico: el sector agrícola en primer término, como es natural de un país fundamentalmente agropecuario; después, la inversión para obras públicas necesarias para fortalecer la infraestructura económica y, por último, la industrialización integral del país. Una vez * Texto de la conferencia sustentada por el autor,Gerente del Banco de México, ante el Instituto Mexicano de Ingenieros Químicos el 13 de mayo de 1963. 1 En la presentación del libro titulado “Evolución de las instituciones financieras en México”, de la que es autor Ernesto Moore, Ex-Gerente de Estudios Económicos del Banco de la Reserva Federal de New York, se explica que se ha elegido a México como primer país objeto de esta clase de investigación porque “el sistema financiero mexicano es el más complejo de cuantos existen en América Latina por lo que respecta a la diversidad de instituciones, y en consecuencia, su análisis puede crear un cúmulo de experiencias útiles para futuros trabajos en otros lugares”. Pág. 7. 1 cubiertos esos tres sectores fundamentales, se han venido creando nuevas instituciones nacionales de crédito que sirven para complementar a las anteriores actuando en sectores especiales de la actividad económica nacional. Es conveniente destacar que la banca nacional, en su conjunto, no es sólo un agente financiero para beneficio del sector público, sino que, por el contrario, ha servido para canalizar recursos provenientes del Gobierno federal del exterior, hacia diversas actividades productivas, fundamentalmente de particulares, que no han sido atendidas en proporción suficiente por la banca privada. Más aún, los nuevos Fondos Especiales que operan como fideicomisos del Gobierno federal en el Banco de México o en Nacional Financiera en materia de agricultura y ganadería, de industria mediana y pequeña y de turismo, y, próximamente, en el campo de la vivienda y en el del financiamiento a las exportaciones de productos manufacturados nacionales, no sólo destinan sus recursos a los particulares, sino que también los canalizan a través de las instituciones de crédito privadas, operando como bancos de segundo piso con respecto de ellas. La banca oficial está integrada por un buen número de instituciones entre las que destacan por su importancia el Banco de México, Nacional Financiera, S.A., el Banco Nacional Hipotecario Urbano y de Obras Públicas, S.A. y el Banco Nacional de Comercio Exterior, S.A. Nacional Financiera, S. A. es el banco oficial de fomento. Tiene como tarea principal el financiamiento a largo plazo de industrias básicas para el desarrollo económico, actividad mediante la que ha hecho una aportación fundamental a nuestro proceso de industrialización. Esta institución se halla también encargada de intervenir en la regulación del mercado de valores, así como de ejercer funciones de agente financiero internacional del Gobierno federal. Con este último carácter ha canalizado una buena parte de los recursos que las instituciones bancarias del exterior han puesto a disposición de nuestro país, para financiar su desarrollo, generalmente a través de préstamos a largo plazo. Es conveniente aclarar que estos préstamos del extranjero son otorgados cada vez a plazos más largos y, con frecuencia, a tipos menores de interés, de tal manera que no resultan un gravamen excesivo respecto de la capacidad de pago del país y sirven para financiar proyectos autoamortizables capaces de producir, en el periodo de vigencia del crédito, lo suficiente para pagarlo oportuna y completamente. El departamento fiduciario de Nacional Financiera tiene a su cargo el manejo de dos importantes Fondos de Fomento: el de la mediana y pequeña Industrial y el de Turismo, que redescuentan papel de los bancos privados. El Banco Nacional Hipotecario Urbano y de Obras Públicas, S.A. tiene por misión fundamental promover y dirigir la inversión de capital en obras y servicios públicos y en viviendas populares; quizá su más reciente y espectacular logro en este último campo es el enorme conjunto de alojamientos Nonolco-Tlatelolco. 2 El Banco Nacional de Comercio Exterior, S.A., promueve el financiamiento de la producción de bienes agrícolas y manufacturados, fundamentalmente con propósito de exportación y de sustitución de importaciones. Entre las recientes adiciones a sus tareas originales figuran la presidencial del Comité para el Control de las Importaciones del Sector Público, la Secretaría Ejecutiva de la Comisión para la Protección del Comercio Exterior de México y la participación en el Comité Coordinador de las actividades de los agregados comerciales a nuestras embajadas. Además de los Bancos Nacionales de Crédito Agrícola y Ejidal, la importancia de cuyas funciones es evidente en un país en el que todavía el 50% de la población vive de las labores agropecuaria, cabe mencionar otras instituciones nacionales de crédito cuya denominación indica ya el giro de las mismas: los Bancos Nacionales del Ejército y la Armada, Cinematográfico, de Fomento Cooperativo, de Transportes, del Pequeño Comercio, Unión Nacional de Productores de Azúcar, Financiera Nacional Azucarera y Almacenes Nacionales de Depósito. Para que el panorama de las instituciones oficiales de crédito sea más completo deben agregarse algunos fideicomisos que el Gobierno federal ha constituido. En el departamento fiduciario del Banco de México, S.A., operan dos importantes Fondos de Fomento, que redescuentan créditos a la banca privada: el de Agricultura, Ganadería y Avicultura y el de Exportaciones de Productos Manufacturados, éste último en proceso y para iniciar próximamente sus operaciones. También las comenzará muy en breve el Fondo de Operación y Descuento Bancario de la Vivienda. Las instituciones bancarias del Estado llenan una función de particular utilidad y han coadyuvado, con diverso grado de eficacia, a solucionar urgentes problemas de la economía mexicana. Además, han atendido necesidades crediticias que la banca privada no ha cubierto y han contribuido a resolver problemas políticos cuya atención ha sido de especial urgencia. Desde hace tiempo se deja sentir la necesidad de establecer mecanismos de coordinación entre estas instituciones nacionales de crédito, las cuales, y sólo de manera indirecta, caen dentro de la regencia monetaria del Banco Central. Constituye una muestra de esta preocupación el Reglamento de Instituciones de Crédito y Organizaciones Auxiliares Nacionales de Crédito, expedido el 29 de junio de 1959, que creó un Comité Coordinador de dichas entidades, presidido por el Secretario de Hacienda y Crédito Público -la más alta autoridad en materia monetaria y financiera dentro del cuerpo auxiliar del Presidente de la República- y cuyo vicepresidente es el director del Banco de México. El Comité tiene facultades de consultor del Poder Ejecutivo, función que realiza mediante estudio y dictamen de asuntos tales como delimitación de competencias, planes conjuntos de financiamiento, colaboración permanente entre los bancos privados y las instituciones nacionales, y de éstas entre sí, promoción de actividades fundamentales, etc. II 3 La red bancaria privada se rige por la Ley General de Instituciones de Crédito y Organizaciones Auxiliares, mientras que las instituciones nacionales tienen, por lo general, su propia Ley Orgánica o se rigen por sus estatutos particulares. La Ley General de Instituciones de Crédito y Organizaciones Auxiliares -a la que frecuentemente se le llama tan sólo Ley Bancaria- es de carácter federal, lo que significa que se aplica en toda la República y que los Estados de la Federación no tienen facultades para legislar en esta materia. Esa ley señala como instituciones de crédito las siguientes: bancos de depósito, bancos de ahorro, sociedades financieras, sociedad de crédito hipotecario, sociedades de capitalización, instituciones fiduciarias y bancos de ahorro y préstamo para la vivienda familiar. Las organizaciones auxiliares de crédito son: los almacenes generales de depósito, las cámaras de compensación, las bolsas de valores, y las uniones de crédito. Para dedicarse al ejercicio de la banca y del crédito se requiere obtener concesión del Gobierno federal, que compete otorgar discrecionalmente a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, oyendo previamente la opinión de la Comisión Nacional Bancaria y del Banco de México. En principio, el sistema bancario de México opera sobre la base de un criterio de especialización, esto es, que los diferentes tipos de instituciones más o menos delimitado en cuanto a obtención de recursos -operaciones pasivas- y al otorgamiento de créditos -operaciones activas. Los servicios bancarios -que son operaciones neutras- los prestan también las instituciones bancarias en relación con la naturaleza de sus operaciones activas y pasivas. Sin embargo, es conveniente aclarar que la especialización bancaria mexicana dista mucho de ser rígida; antes bien, es flexible y permite, hasta cierto punto, una yuxtaposición de funciones. La banca de depósito, junto con la de ahorro constituye lo que se llama comúnmente la banca comercial. Sus operaciones pasivas básicas, en la rama de depósito, se canalizan fundamentalmente a través de los depósitos de dinero a la vista en cuenta de cheques y de los depósitos de dinero a plazo fijo o previo aviso. Los bancos de depósito otorgan principalmente créditos a corto plazo (hasta 360 días) atendiendo a las necesidades de capital de trabajo de su clientela; tales créditos revisten la forma de descuentos, créditos directos, reportos, anticipos sobre valores, etc. Sin embargo, con el propósito de que determinado tipo de actividades productivas cuente con un financiamiento más estable, la ley permite que cierta proporción de la cartera de los bancos pueda estar integrada por créditos a mediano y largo plazos: créditos de avío hasta de dos años, créditos a la exportación de productos manufacturados hasta de tres años y créditos refaccionarios hasta de diez. Claro está que la suma de estos créditos no puede exceder del 30% del pasivo de los bancos, pues de otra manera su liquidez podría verse afectada. En la rama de ahorro, la banca comercial capta sus recursos fundamentalmente mediante depósitos de ahorro. También a través de la emisión de bonos y estampillas -aunque esto es sólo teóricamente porque esta práctica ha caído en desuso-, y conforme al as reformas legales de 1962, por medio de planes especiales de ahorro de fomento de la vivienda popular. as operaciones activas de los departamentos de ahorro consisten en créditos a corto, mediano y largo plazos, con formas parecidas a 4 las mencionadas en el caso de la banca de depósito, pero, además los recursos derivados de créditos para adquisición de bienes duraderos de consumo y en créditos par el fomento de la vivienda popular; estos últimos pueden ascender hasta al 80% del valor de la garantía correspondiente, de acuerdo con el plan financiero de promoción de la vivienda, cuyo primer paso consistió en la introducción de reformas legales de fundamental importancia a la Ley Bancaria, efectuadas por el Congreso de la Unión en diciembre de 1962. Dentro de ciertos límites, tanto la banca de depósito como la de ahorro, pueden invertir en valores, así como prestar diversos servicios a su clientela La sociedades financieras tiene como función típica legal la promoción de empresas y la intermediación en el financiamiento a mediano y largo plazos. Sin embargo en virtud de una reforma legal llevada a cabo en 1950, quedaron autorizadas para recibir fondos a corto plazo en calidad de préstamos de los particulares; esto propició un espectacular desarrollo de las financieras que, si bien las colocó en el segundo lugar de importancia de nuestro sistema bancario privado -después de la banca comercial- las desvió de sus funciones típicas antes señaladas. Las medidas por las autoridades monetarias desde 1957 y después, en 1960, han tendido a desalentar a las sociedades financieras en la captación de recursos a corto plazo y a estimularlas para que, volviendo a su naturaleza original, recojan sus recursos a mediano y a largo plazo, principalmente a través de la emisión de bonos financieros. En cuanto a su función promotora, las financieras están autorizadas para gestionar la organización o transformación de toda clase de empresas o sociedades mercantiles, conservando, si lo desean, participación es su capital: aunque la última reforma legal limito esta participación al 25% del capital social de la empresa promovida, pueden también suscribir y colocar obligaciones emitidas por tercero, prestando o no su garantía , actuar como representante común de los obligacionistas y dar servicio de caja y tesorería a su clientela. El financiamiento que otorgan estas sociedades reviste varias formas; inversiones en valores, prestamos con garantía de documentos provenientes de compraventa de mercancías en abonos; créditos de avíos y reaccionarios; créditos a la industria, a la agricultura, o a la ganadería con garantía hipotecaria o fiduciaria, cartas de crédito, aceptaciones, endoso y avales; préstamos simples o en cuenta corriente; créditos para la construcción de obras públicas etc. las financieras también pueden prestar diversos servicios bancarios a su clientela. Las sociedades de crédito hipotecario tienen como función básica captar recursos a largo plazo en el mercado de valores, tanto a través de la emisión de bonos, como mediante su intervención en la emisión y colocación de cédulas hipotecarias. como operaciones activas les corresponde, básicamente, el financiamiento a largo plazo de la industria de la construcción y, en general, el de las actividades productivas. El nuevo plan financiero de la vivienda atribuye a estas instituciones de crédito hipotecario un papel de especial importancia en las tareas promotoras de la habitación popular. Medidas recientes dictas por la Comisión Nacional Bancaria y el Banco de México inducen a la sociedades hipotecarias a canalizar sus créditos , en una 5 proporción importante, al fomento de casa-habitación de bajo precio par personas de ingresos limitados, permitiéndose que en este caso el monto del préstamo pueda ser hasta por el 80% o más de la garantía, en contraste con la práctica tradicional establecida en nuestra ley, de que el crédito se diera sólo por l 50% del valor de la garantía: Las sociedades de capitalización, que habían venido perdiendo importancia en los últimos años, tenían hasta las reformas legales de 1962, la función de captar recursos de los pequeños y medianos ahorradores mediante contratos en virtud de los cuales el particular se obliga a entregar al banco primas periódicas, con el fin de que, transcurrido cierto tiempo, se constituya una cantidad predeterminada de dinero, a cuya entrega se obliga la institución capitalizadora. Por lo común estos contratos tiene el aliciente de sorteos periódicos, cuyo premio consiste en adelantar la fecha de la capitalización, ganado el ahorrador la diferencia entre lo que ha entregado y la suma a capitalizar. Las reformas legales de 1962 adicionaron a las facultades de estas sociedades las de ofrecer al público planes de capitalización destinados a la adquisición o reposición de maquinaria o equipo industrial o agrícola o par el fomento de actividades básicas, así como también planes destinados a la adquisición de bienes duraderos de consumo. en virtud de estos nuevos sistemas, el ahorrados se obliga a integrar una suma a capitalizar mediante el pago de primas periódicas, cumpliendo lo cual la institución capitalizadora queda obligada a otorgar un crédito, cuyo monto, adicionado al de la suma ahorrada, sirve para financiar las operaciones antes indicadas. Estos planes tiene también el atractivo de sorteos periódicos, cuyo premio es la integración anticipada de la capitalización y la anticipación del otorgamiento del crédito. Las sociedades de capitalización operan también créditos a corto plazo, de habilitación o avío a 3 años, para la habitación popular, etc. Los bancos de ahorro y préstamo para la vivienda familiar, se han convertido en pieza fundamental del nuevo plan financiero de promoción de la vivienda. Su función primordial ha sido operar contratos y planes conjuntos de ahorro y préstamo con el objeto de que sus titulares adquieran, amplíen o reparen su casa-habitación. También en estas operaciones el particular se obliga a integrar una cantidad determinada, hecho lo cual, el banco le otorga un crédito cuyo monto, sumado a aquella, sirve para los fines indicados. Diversos ajustes legales, además de otros mecanismos financieros que de un momento a otro empezarán a operar, revigorizan a estos bancos que no había logrado crecer en los últimos años, capacitándolos para el cumplimiento de su misión. Esta reorganización permite prever un aumento considerable de sus operaciones en el futuro próximo. Las operaciones fiduciarias pueden ser llevadas a cabo por las instituciones de los diversos tipos antes descritos, pero de manera separada del resto de sus operaciones, para lo cual tienen que establecer un departamento de fideicomiso que requiere autorización especial de la Secretaría de Hacienda . en virtud del fideicomiso una persona destina ciertos bienes a un fin determinado, encomendando la realización de ese fin a una institución fiduciaria. El fideicomiso, heredado del sistema anglosajón, es 6 básicamente una institución de servicio, pero en México las operaciones fiduciarias tienen múltiples aplicaciones y modalidades que ha convertido a muchas de ellas en operaciones de intermediación en el crédito que son propiamente bancarias. III La actividad bancaria en México, dada su trascendencia para el interés público, está regulada legalmente por distintos ordenamientos jurídicos. En lo relativo a la banca privada, es la Ley General de Instituciones de Crédito y Organizaciones Auxiliares la que establece su marco institucional. Además de la concesión antes mencionada, la ley fija ciertos requisitos para la organización y funcionamiento de las instituciones de crédito, que tienden a dar mayor protección a quienes operan con los bancos y mayor estabilidad al sistema bancario en su conjunto. Tal sucede, por ejemplo, cuando obliga a las empresas bancarias a constituirse en forma de sociedad anónima; les fija el capital mínimo que debe estar íntegramente suscrito y pagado; fija reglas especiales respecto a las características del capital; determina que será el órgano obligatorio de administración de dichas empresas bancarias un consejo, integrado cuando menos por cinco personas; establece ciertas normas especiales en cuanto a la celebración de las asambleas; preceptúa la obligación de formar un fondo de reserva capital, con el 10% anual de sus utilidades, por lo menos; establece procedimientos especiales de rehabilitación, o liquidación en su caso, para las sociedades bancaria. Además dispone que toda modificación a la escritura constitutiva de los bancos debe ser autorizada por la Secretaría de Hacienda. Además de regular, en capítulos por separado, los siete distintos tipos de instituciones de crédito existentes, la Ley Bancaria fija los límites máximos de absorción de pasivo en relación con los recursos propios, establece lineamientos generales sobre cierto tipo de operaciones, tales como las que tienen por objeto valores, divisas, etc.; impone obligaciones para constituir depósitos obligatorios proporcionales a los pasivos en el banco central; señala limites mínimos o máximos para cierta clase de inversiones; particularmente se limitan las inversiones en mobiliario, inmuebles, derechos reales y gastos legales de instalación. La ley regula también la emisión y características de los valores bancarios; en algunos casos establece también los plazos en que pueden operar las instituciones y fija facultades para que se reglamenten los tipo de interiores. Contiene también reglas encaminadas a evitar la concentración del crédito, limitando a ciertos porcentajes las responsabilidades de una sola persona o empresa a favor de la institución, así como la posibilidad de operación con los consejeros, funcionarios y accionistas mayoritarios de la institución. Finalmente, se señalan en cada capítulo las prohibiciones que afectan a las instituciones mismas, prohibiciones que sirven para reforzar ciertas reglas de operación para evitar que las instituciones se desvíen de sus naturales cometidos. 7 Las autoridades encargadas de vigilar el cumplimiento por parte de las instituciones bancarias de las normas legales correspondientes son la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la Comisión Nacional Bancaria y el Banco de México. Pero las facultades de las autoridades monetarias no son de mera vigilancia, sino que les permiten adoptar una serie de decisiones que influyen directa o indirectamente en el comportamiento de las entidades financieras del país y, en general, en los fenómenos monetarios y crediticios. El Banco de México, como antes se ha señalado, es el eje del sistema bancario mexicano. Puesto que una de las metas fundamentales que persigue el Gobierno de México consiste en acelerar el ritmo de desarrollo, corresponde al banco central, como uno de los elementos del mecanismos económico, tratar de que, al perseguirse ese objetivo gubernamental, el progreso del país se efectúe conservando el poder adquisitivo del dinero. El banco central tiene que esforzarse, además por que los recursos que se encuentran en manos de los particulares no se malgasten en especulaciones o se apliquen a actividades relativamente poco productivas; le corresponde, pues, estudiar y determinar cual es el volumen de crédito que estimulará la actividad económica promoviendo el desarrollo industrial y agrícola, pero sin provocar graves elevaciones de los precios o devaluaciones de la moneda. Las funciones que por su Ley Orgánica están encomendadas al Banco de México, con fundamento en el Artículo 28 constitucional, consisten en regular la emisión y circulación de la moneda y los cambios sobre el exterior, operar como banco de reserva de las instituciones a él asociadas y fungir, respecto de ellas, como cámara de compensación; constituir y manejar las reservas que se requieran para estos fines; revisar las resoluciones de la Comisión Nacional Bancaria en cuanto afectan a los fines señalados; actuar como agentes financiero del Gobierno federal y representarlo en los organismos crediticios internacionales. Las funciones indicadas tienen un gran alcance y se encuentran reglamentadas con amplitud en su Ley Orgánica y en las demás disposiciones legales relativas, pudiendo resumir todas ellas en la responsabilidad fundamental de regulación del crédito y de las operaciones en los mercados financieros y de cambio. El Banco de México tiene facultad para lograr su propósito de regulación a través de múltiples instrumentos, tales como variaciones en la tasa de redescuento, compraventa de valores en el mercado abierto, cambios en la tasa de depósito obligatorio, fijación de tasas máximas y mínimas al interés que puedan cobrar los bancos privados, señalamiento del porcentaje del pasivo de estos con respeto a su capital y reservas, persuasión moral sobre los bancos asociados etc. Sin embargo, la estructura económica y social de México tiene en sí misma una serie de elementos que oponen una barrera a la eficacia de algunas de esas medidas consideradas como esenciales para la banca central incluso en países económicamente más desarrollados y con un sistema bancario más antiguo, y mejor organizado que el mexicano. Por eso frente a un mercado de valores débil y poco desarrollado que resta eficiencia a las operaciones de mercado abierto, y ante tasas de interés un tanto anárquicas y relativamente elevadas que dificultan el uso de variaciones en la tasa de redescuento como instrumento de acción monetaria, el Banco de México ha utilizado, de manera principal, 8 además de numerosos medidas indirectas, las variaciones en los requisitos legales de reserva para poner en práctica su política de manejo dl crédito, tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo. Por otra parte, el depósito obligatorio es también el mecanismo a través del cual nuestro instituto central realiza la mayor parte de sus operaciones de compraventa de valores. Tanto la Ley General de Instituciones de Crédito como la orgánica del banco central, imponen a los bancos de depósito y ahorro -y a través de reformas legales relativamente recientes, también a las sociedades financieras y, en cierta medida, a las hipotecarias- la obligación de mantener en el banco central una parte proporcional de los recursos del público captado por dichos establecimientos. El Banco de México tiene facultad para fijar como reserva legal obligatoria entre el 15% y el 50% del pasivo de los bancos de depósito; no obstante, ese 50%, fijado como máximo, puede ser elevado, si lo requiriesen necesidades monetarias y crediticias a juicio del propio Banco de México, hasta el 100% de los incrementos en esos pasivos. En ejercicio de esta facultad, el banco central ha mantenido elevados al máximo los requisitos de reserva obligatoria para bancos de depósito; pero persiguiendo una canalización de estos recursos hacia actividades productivas, ha permitido que tales bancos mantengan un depósito en efectivo, sin intereses, de tan sólo el 15% que es el mínimo legal, autorizado que el 85% restante se invierta, una vez deducidas las existencias en caja, parte en valores del Estado, parte en valores industriales señalados por las propias autoridades monetarias, parte en determinadas clases de créditos a actividades productivas, también señaladas por las autoridades, y otra parte en créditos escogidos por los bancos, generalmente utilizados para el financiamiento de las actividades comerciales. Cuando los bancos no cumplen con estas inversiones obligatorias, deben mantener la diferencia entre la proporción señalada por las disposiciones del Banco de México y la inversión realmente efectuada, ya sea en efectivo o en valores del Estado de bajo rendimiento. En caso de que no cumplan con ninguna de estas obligaciones alternativas, los bancos se hacen acreedores a una sanción consistente en un interés penal que el Banco de México tiene atribuciones para imponer. Actualmente la tasa de este interés es del 24% anual sobre el depósito que hayan dejado de constituir o sobre las inversiones obligatorias que hayan dejado de realizar. Para controlar el funcionamiento de este régimen, se exige a los bancos privados el envío al banco central de un informe semanal con datos diarios que sirven de base para el cómputo respectivo y, en su caso, para imponer los intereses penales a que haya lugar. Este sistema, no exento de complicaciones, ha servido de base a una serie de medidas cuyo propósito no sólo consiste en controlar los medios de pago y la liquidez del sistema económico sino, además, logra la canalización de una parte del ahorro disponible hacia la promoción del desarrollo económico a través del sector público, pero también, y principalmente, a través del privado. Cabe subrayar que la acción directa del Banco de México no comprende la totalidad del sistema bancario. Dentro del sector privado de la banca, ha sido la banca comercial depósito y ahorro-, por su naturaleza, la que primero fue objeto de vigilancia, y quedo bajo la influencia del banco central. Posteriormente, las sociedades financieras 9 quedaron también bajo la jurisdicción del instituto central cuando éste quedó facultado para fijar un depósito proporcional al monto de sus pasivos; gradualmente, el Banco de México ha ido extendiendo su influencia, aunque de manera limitada, a las sociedades hipotecarias, a las fiduciarias, etc. IV La acción del Banco de México ha sido un factor de primera importancia en la consolidación, desarrollo y prestigio del sistema bancario mexicano. Hay que destacar que su presencia efectiva en el país coincide con el periodo en que no se ha registrado en él ni una sola quiebra bancaria. Sin embargo, también cabe insistir en que el banco central aún no tiene en México el control completo sobre otras entidades que, sin ser instituciones de crédito, participan activamente en el financiamiento de diversos tipos de actividades. Por otra parte, debe tenerse en cuenta que la política monetaria, aunque muy importante es sólo una parte de la política económica general del país que determina el desarrollo. Al lado de la monetaria, se encuentran siempre, como sectores de la política económica general, la fiscal, la de gasto publico, la de fomento, etc., que se influyen recíprocamente con los fenómenos monetarios y crediticios. Por otra parte, los elementos estructurales de todo sistema económico son factores que condicionan la eficacia de la política económica en general, y muy particularmente los aspectos monetarios de la misma Aunque sus funciones sólo cubren una parte del fenómeno económico, una de las preocupaciones fundamentales del banco central debe consistir en procurar mantener la estabilidad monetaria del país, tanto en su aspecto interno, en cuanto significa que no se altere el poder adquisitivo del dinero en el mercado nacional; como en el aspecto externo que se traduce en el mantenimiento de la paridad cambiaría frente a las divisas extranjeras. La estabilidad monetaria exige una política financiera sana y firme, que al mismo tiempo que genere los recursos necesarios para el desarrollo económico del país, evite la inflación. Esa estabilidad no se concibe en modo alguno como una meta autónoma, sino como instrumento que propicia la confianza, la propensión al ahorro y el aumento de la inversión. Durante los últimos años en que se ha mantenido en México la estabilidad monetaria, no ha sido la ausencia o restricción de créditos la causa de que la economía hay crecido a una tasa menor a la que el país ha estado acostumbrado. El financiamiento otorgado por el sistema bancario mexicano se ha duplicado en los cuatro años últimos, elevándose de 26,500 millones de pesos en diciembre de 1958 a 53164 millones en diciembre de 1962. El clima de confianza creado por la estabilidad monetaria ha impedido una falta más acusada de dinamismo económico como la que ha ocurrido en muchos otros países latinoamericanos, los que no sólo han crecido a tasas muy modestas, sino que han tenido que devaluar sus monedas o recurrir al establecimiento de controles de cambios. Estas naciones, incluso las que cuentan con mayor potencialidad en cuanto a recursos naturales, se hallan ante trastornos sociales y 10 políticos muy serios. Más aún, cuando se decidan, como seguramente tendrán que hacerlo, a adoptar programas de estabilización, sus esfuerzos tendrán que redoblarse y sus sacrificios serán mucho mayores para dominar los efectos de la inflación y recuperar su tasa de desarrollo ordenado. Por lo que se refiere a México, el clima de incertidumbre internacional, característico de los últimos años, y otros fenómenos de naturaleza estructural que se dibujan en la economía, podrán ser superados en el futuro, más fácilmente si se mantiene la política de estabilidad, que recurriendo al expediente fácil, pero artificial y deleznable, de crear medios de pago superiores a lo que permite el ritmo real del crecimiento económico. La política de estabilidad monetaria no sólo tiene ventajas de carácter económico, sino que el crecimiento estable y ordenado que la misma implica, consiste un desarrollo social más justo, al no imponer a los sectores de ingresos fijos -los más directamente dañados por la inflación- sacrificios adicionales en su ya bajo nivel de vida. El empeoramiento en la distribución de la riqueza producida por el país, que la inflación lleva consigo, es muy grave no sólo por las tensiones sociales que exacerba, sino porque el mercado interno estrecho y la estructura social rudimentaria representan un serio obstáculo para el crecimiento de la economía. Aunque, evidentemente, la estabilidad monetaria no es una panacea que cure todos los males económicos y sociales, la ausencia de ella, sin favorecer el progreso efectivo, dificulta seriamente la aplicación de otras medidas encaminadas a eliminar los obstáculos estructurales que se oponen al desarrollo. Mario Ramón Beteta 11