¿Es Internet un medio de comunicación más? Cayetano López, director de Multimedia I+D del Grupo Prisa http://www.es.ibm.com/infosociedad/ideas/index.htm La aparición de Internet provoca un replanteamiento del futuro de los medios de comunicación tradicionales. Para Cayetano López, director de Multimedia I+D del Grupo Prisa, la solución para competir y coexistir con la extraordinaria capacidad de difusión masiva e instantánea de información de la Red supone una evolución hacia el análisis, las intrepretaciones o la contextualización de la información. En 1920 tuvo lugar la primera emisión de radio comercial de la historia. Ocurrió en los Estados Unidos y tuvo una audiencia de apenas un millar de personas. A partir de ese momento, la popularidad del nuevo medio creció rápidamente hasta el punto de que en 1927 un editorial de la revista Editor&Publisher auguraba malos tiempos para la prensa escrita: "Si podemos acceder a las noticias a través de la radio no hay un incentivo lógico para comprar un periódico", se afirmaba. Lo cierto es que la radio se extendió masivamente hasta convertirse en un medio de comunicación omnipresente en las sociedades modernas, pero los periódicos no desaparecieron. Tuvieron que adaptarse y evolucionar. Ambos medios han coexistido desde entonces acometiendo tareas distintas y ofreciendo al público servicios diferenciados y valiosos. Más tarde, en los años cincuenta, ocurrió algo parecido con la televisión. Su impacto ha sido quizá mayor que el de la radio, y ha obligado a un mayor esfuerzo de adaptación por parte de la prensa escrita y de la misma radio, pero la coexistencia más o menos pacífica está hoy asegurada. Cosas similares a las que se dijeron en esos casos de irrupción de nuevos medios de comunicación empiezan a oírse ahora a propósito de Internet y del presumible negro futuro de los medios tradicionales, especialmente los impresos, confrontados a tan peculiar como potente nuevo vehículo de información. El pasado 11 de septiembre se produjo un acontecimiento representativo de lo que puede dar de sí Internet como medio de comunicación, de su relación/confrontación con los medios convencionales y las ventajas y los inconvenientes que presenta. Ese día, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos decidió hacer público el contenido del informe Starr sobre las relaciones del presidente Clinton con Mónica Lewinsky y utilizar Internet para difundirlo rápida y masivamente. Apenas dos horas después de que se tomara esa decisión, el informe ya circulaba por la Red, e inmediatamente se incorporó a los medios digitales en todo el mundo. Millones de personas pudieron leerlo de primera mano y de manera completa, lo que provocó un aumento del tráfico electrónico sin precedentes. Con ese motivo se ha intensificado el debate acerca de las virtudes y defectos de Internet como medio de comunicación. En primer lugar, se ha insistido en que el nuevo medio atenta gravemente contra el derecho a la intimidad de las personas, tomando como evidencia la escandalosa exposición al escrutinio público, en ese día y siguientes, de los detalles de una relación personal estrictamente privada. Yo, desde luego, creo que en todo este asunto hay claros elementos de intromisión en la vida privada de las personas, por muy presidentes que sean y por muy exigente que se muestre la tradición norteamericana en el control de sus dirigentes. Pero me parece que achacar esos males a Internet es confundir los efectos con las causas. En todo caso, la primera intromisión estuvo en la misma elaboración del informe, y la segunda y más importante en la decisión de la Cámara de difundirlo en su totalidad. Fue esa decisión, tomada por quien tenía la potestad de hacerlo y con motivaciones en nada relacionadas con la Red, la que posibilitó que muchos se lanzaran ávidamente sobre sus páginas-web atraídos por el morbo de la situación o por su lenguaje explícito. Morbo y lenguaje que estaban en el documento difundido y no creados en el proceso de difusión digital. Una verdadera telaraña Lo cierto es que Internet fue, a partir de esos momentos, un medio extremadamente eficaz de difundir información conforme a decisiones tomadas por agentes externos a la propia Red. Pasó la más importante prueba a la que se ha enfrentado hasta el momento como genuino medio de comunicación de masas. Millones de personas pudieron leer el informe completo sin que se produjeran colapsos de importancia debido a que funcionó como verdadera tela de araña. El texto fue emigrando con enorme rapidez a los servidores de medios de comunicación de todo el mundo, evitando así una concentración de tráfico letal para el sistema. En realidad, ya antes de ese día se había afirmado entre el público la idea de que Internet es un medio que puede ofrecer prestaciones más completas y rápidas que los medios tradicionales, como pudo comprobarse a raíz de los bombardeos norteamericanos de Sudán y Afganistán, y del accidente aéreo de Swissair. En este último caso, además, la posibilidad de interacción entre los parientes y amigos de los pasajeros del avión y la compañía aérea añadió una virtualidad nueva a la simple recepción de información. Los aspectos positivos de esa capacidad para difundir instantáneamente documentos extensos, junto con imágenes y sonido, están claros; quedan por ver las contraindicaciones. La primera y más evidente tiene que ver con la fiabilidad, ya que no están hoy tan claros en Internet como lo están en el papel cuáles son los medios fiables y cuáles pueden difundir información falsa o no contrastada, por interés o por falta de profesionalidad. No hay duda de que es más fácil actuar irresponsablemente en Internet que en la prensa escrita. De hecho, en bastantes ocasiones, una de las cuales se remonta precisamente a los orígenes del caso Lewinsky, se ha utilizado Internet para difundir rumores o difamaciones con apariencia de información. El resultado es que los medios escritos se han visto influidos por la existencia del nuevo medio electrónico. En el caso que nos ocupa, la mayoría de los diarios decidieron publicar el informe íntegro en sus ediciones dominicales. Muchos de ellos han reconocido que de no mediar su previa disponibilidad en línea, jamás lo hubieran publicado en su completa literalidad; hubieran dado fragmentos cuidadosamente elegidos para no herir la sensibilidad o los usos en esos medios. Con mayor razón hubiera habido una labor de edición, –o de censura según califican los más rigurosos a esa labor de maquillaje, en los medios audiovisuales– en los que la tolerancia a temas sexuales es aún menor que en los escritos. Información versus intimidad Puede discutirse si, de no mediar Internet, el poder de los medios convencionales para editar ese u otro documento y presentarlo de una manera más apropiada según su particular opinión, es algo positivo o negativo en la siempre delicada conjugación del derecho a saber o a difundir información, por una parte, y el derecho a la intimidad por otra. Conviene observar, en este caso, que la información publicada no era el resultado de las pesquisas de los periodistas sobre la vida privada de tal o cual persona, seguida de la decisión autónoma de hacerla pública, sino una información oficial facilitada por el poder legislativo de los Estados Unidos precisamente para ser difundida. Los motivos de que la Cámara de Representantes tomara semejante decisión pueden ser, o parecernos, espurios o lamentables, pero cabe discutir si la prensa tiene derecho a interponerse entre los ciudadanos y sus representantes cuando éstos quieren hacer llegar a aquellos informaciones que estiman deben ser conocidas. Por supuesto, todo lo dicho anteriormente se aplica a lo ocurrido el día 21 de ese mismo mes de septiembre, con ocasión de la difusión del vídeo con la declaración de Clinton ante el Gran Jurado. De nuevo medió una voluntad deliberada de que ese vídeo se difundiera y de nuevo se utilizó Internet como el medio con más posibilidades para transmitir masiva e instantáneamente una información. Además, en este caso se incorporaba imagen y sonido, algo que hacía aún más complicado cumplir con las expectativas de acceso masivo creadas y que añadía elementos que iban más allá de lo que resulta posible en los otros medios. El hecho es que, independientemente del análisis de este caso particular, los medios tradicionales están empezando a ser influidos por la emergencia de un nuevo medio con una notable capacidad para la difusión masiva e instantánea de información. Y, por lo tanto, deberán evolucionar proporcionando algo más que la información bruta. En un previsible futuro de expansión generalizada de Internet, lo verdaderamente valioso serán los análisis, las interpretaciones o las puestas en contexto de esa información. Nada nuevo, por lo demás; la prensa escrita ha venido evolucionando desde hace décadas como consecuencia de la aparición de la radio en los años veinte y la televisión en los cincuenta. No hay duda de que Internet es ya un nuevo medio de comunicación, pero no es como los otros: tiene ventajas e inconvenientes específicos y el tiempo nos dirá si somos capaces de amplificar las ventajas y minimizar los inconvenientes. Y en todo caso, Internet no acabará con los medios de comunicación tradicionales, pero es posible que contribuya a mejorarlos. Cosas similares a las que se dijeron con la aparición de nuevos medios de comunicación, como la radio o la televisión, empiezan a oírse ahora a propósito de Internet y del presumible negro futuro de los medios tradicionales, especialmente los impresos, confrontados a tan peculiar como potente nuevo vehículo de información.