Fuera de Ruta Escasez Lorenia Velázquez Contreras * “Es la escasez del agua y no solamente su importancia para la existencia lo que le da su valor; donde el agua no es escasa, no es valorable”. Eso lo dijo el destacado economista y profesor del MIT (Massachusetts Institute of Technology) Franklin M. Fisher, quien en los últimos años ha desarrollado una serie de trabajos relacionando la economía con la gestión del agua. Para quienes vivimos en zonas áridas, no es necesario contar con galardones universitarios para darnos cuenta de ello. Es algo así como traer a la actualidad aquel vocablo de nuestros abuelos “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”. Eso nos pasó con el agua: ¿quién no se duele ahora cuando ve una fuga de agua potable corriendo por la calle? Muy lejos quedó de nuestra memoria –o más bien de nuestra conciencia- aquello de “agua que no has de beber déjala correr”. No podríamos cometer tal falta en contra de las generaciones venideras. Como originaria del desierto, jamás me he vuelto a sentir tan fuera de lugar como el primer verano de tres que viví en el DF, cuando ver llover iluminaba mi rostro y era lo más importante para mí en esos momentos. Mis compañeros defeños nunca entendieron mi exagerado gusto por la lluvia; para ellos significaba una contingencia más que había que sortear en esa caótica y fascinante ciudad. Dejando las añoranzas de lado, retorno al tema que me trae con ustedes en esta ocasión. Para la economía, el hecho de que el agua sea escasa la convierte automáticamente en parte de su campo de acción. Recordemos que esta ciencia estudia cómo los hombres asignan los recursos escasos para la producción de bienes y servicios y cómo estos bienes y servicios se distribuyen para su consumo entre la sociedad. Por lo tanto, si el agua se considera como un recurso económico (escaso), entonces el uso de modelos apropiados facilitaría su gestión óptima y su asignación eficiente entre los usuarios, sean personas, sectores económicos, regiones geográficas e incluso naciones. Conforme la demanda por agua sobrepasa la disponibilidad (escasea), el primer problema que surge es quién de los usuarios tendrá acceso al agua y quién enfrentará su racionamiento, lo cual será inevitable. Es entonces cuando se vuelve necesaria la distinción entre lo “económicamente eficiente” y lo “socialmente justo”. Una política de manejo de agua integral tratará de equilibrar estos dos aspectos. Para ello es necesario primero cuantificar el volumen exacto de agua disponible y descontar la cantidad comprometida con los distintos usos y usuarios del recurso, para finalmente contar con un inventario confiable de la cantidad que permanecerá disponible. Este enfoque permitirá identificar oportunidades para el ahorro de agua e incrementar su productividad actuando en un contexto de múltiples usuarios, mediante el desarrollo de estrategias efectivas para su dotación presente y futura. Aparte de su importancia como dadora de vida e impulsora del desarrollo económico y social, el agua puede llegar a jugar un rol muy importante en los tiempos electorales que hoy vivimos, sobre todo si éstos coinciden con el alargamiento del período de sequía. Por ello, se debe ser cauteloso a la hora de hacer inventario de los recursos hídricos con los que contamos y agotar todas las herramientas posibles para que los resultados técnicos sean lo más cercano a la realidad. Asumamos la escasez. De otra manera, estaríamos dando los primeros pasos sobre un terreno incierto y con pocas probabilidades de avanzar de manera exitosa hacia el manejo sustentable del agua, minando con ello la posibilidad de alcanzar niveles más altos de desarrollo y bienestar. *Profesora-Investigadora en el Programa de Estudios Económicos y Demográficos de El Colegio de Sonora [email protected] Resumen: Aparte de su importancia como dadora de vida e impulsora del desarrollo económico y social, el agua puede llegar a jugar un rol muy importante en los tiempos electorales que hoy vivimos, sobre todo si éstos coinciden con el alargamiento del período de sequía. Se debe ser cauteloso a la hora de hacer inventario de los recursos hídricos con los que contamos y agotar todas las herramientas posibles para que los resultados técnicos sean lo más cercano a la realidad. Asumamos la escasez. De otra manera, estaríamos dando los primeros pasos sobre un terreno incierto y con pocas probabilidades de avanzar de manera exitosa hacia el manejo sustentable del agua, minando con ello la posibilidad de alcanzar niveles más altos de desarrollo y bienestar.