PROTOCOLO DE KIOTO. ¿Qué es el protocolo de Kioto? Los gobiernos acordaron en 1997 el Protocolo de Kioto del Convenio Marco sobre Cambio Climático de la ONU (UNFCCC). El acuerdo ha entrado en vigor sólo después de que 55 naciones que suman el 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero lo ha ratificado. En la actualidad 129 países, lo han ratificado alcanzando el 61,6 % de las emisiones como indica el barómetro de la UNFCCC El objetivo del Protocolo de Kioto es conseguir reducir un 5,2% las emisiones de gases de efecto invernadero globales sobre los niveles de 1990 para el periodo 208-2012. Este es el único mecanismo internacional para empezar a hacer frente al cambio climático y minimizar sus impactos. Para ello contiene objetivos legalmente obligatorios para que los países industrializados reducan las emisiones de los 6 gases de efecto invernadero de origen humano como dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), además de tres gases industriales fluorados: hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6). Los países más favorables al Protocolo de Kioto son sus signatarios. En el documento consensuado se dice: "Nos comprometemos a liderar la reducción de emisión de gases de efecto invernadero, fortaleciendo y aplicando los programas y acciones nacionales". Entre ellos, con distinto grado de compromiso en la defensa del medio ambiente, están todos los países de la Unión Europea. Estados Unidos encabeza la lista de los que se niegan a firmar, lo que supone una seria amenaza a la eficacia del Protocolo, ya que se trata del país con las mayores emisiones de gases que provocan el efecto invernadero. A la estela de Estados Unidos se sumaron Japón y Australia, finalmente mucho más dispuestos a recapacitar su posición que los americanos. Jaume Matas, ministro de Medio Ambiente, acude a la Cumbre de Bonn confiado en que la Unión Europea convencerá a Estados Unidos para que firme el Protocolo de Kioto, una vez consensuadas modificaciones. Aznar, sin embargo, evitó el tema en la reciente estancia de Bush en nuestro país. En cumplimiento del Protocolo, España no debería aumentar sus emisiones más de un 15% respecto a los niveles de 1990. Sin embargo, el aumento supera ya el 20%. Gerhard Schröeder, presidente de uno de los países europeos donde la causa ecológica es más popular, aprovechó la reciente visita de George Bush a su país para recordarle que Estados Unidos es el consumidor más voraz de energía del mundo y para instarle a que firme el Protocolo. Göran Persson, primer ministro sueco, es otro de los partidarios de que la Unión Europea firme el Protocolo, pero le recuerda a los no firmantes que el del cambio climático es un problema que afecta no sólo a la Unión Europea, sino a todo el mundo. El mayor contaminador, el mayor opositor al Protocolo y el máximo responsable de su fracaso si finalmente no se llega a un acuerdo. La elección de George W. Bush no ha hecho más que empeorar las cosas: su negativa la fundamenta en que la firma supondría una disminución del PIB nacional y en que se prevén excepciones para países que no se deben considerar pobres, como China o India. Bush considera que su país no tiene cubiertas sus necesidades energéticas (lo cual se traduce, entre otras cosas, en la construcción de más centrales nucleares) y dice que no tolerará que la Unión Europea le imponga su política en esa materia. Japón echó un jarro de agua fría sobre la cumbre de Bonn, al anunciar que posponía hasta octubre su decisión de ratificar el Protocolo de Kioto. Finalmente, las concesiones que se le han hecho en el acuerdo final, en el que se le exime temporalmente de firmar el protocolo, han conseguido que apoyara el compromiso alcanzado en Bonn. Anunció que no firmaría el Protocolo si no lo hacía también Estados Unidos, pero cree en la necesidad de un compromiso medio ambiental que implique a todos los países. Por eso ha dado tambien su visto bueno al acuerdo de Bonn. Los tres puntos que separan a Europa de EE UU Sumideros: La vegetación, sobre todo los árboles, tiene capacidad para absorber dióxido de carbono y por tanto, retirar parte de este gas de efecto invernadero de la atmósfera terrestre. El problema es que este proceso está plagado de incertidumbres científicas,para contabilizar su efecto de manera que un país pueda, por ejemplo, apuntarse en su balance de emisiones las toneladas de CO2, restadas por sus actividades de reforestación o de agricultura. Estados Unidos insistió en La Haya en estipular en el Protocolo de Kioto unos mecanismos de contabilización de los sumideros demasiado flexibles, según criterio de los europeos, lo que le permitiría al principal pais emisor del planeta descontarse demasiadas emisiones por esta vía. Sanciones: En caso de que entrase en vigor, ¿qué medidas se tomarían contra los países que no cumpliesen sus compromisos de reducción de emisiones estipulados en Kioto?. En este punto de enfrentamiento, Estados Unidos fue partidario de no aprobar ninguna sanción ni medida coercitiva, mientras que la UE defendió fórmulas que garanticen un sistema de cumplimiento eficaz. Financiación: La cuestión que más interesa a los paises en vías de desarrollo es la ayuda financiera y la transferencia de tecnología por parte de los paises desarrollados para hacer frente a los impactos del cambio climático. En La Haya se propuso dedicar un fondo de 1.000 millones de dólares de aquí a 2005. Ahora, con la retirada de Estados Unidos del Protocolo de Kioto, este punto se complica, porque el resto de los países que tendrían que poner el dinero se preguntan qué hacer con la parte correspondiente a Washington, ya que no se consideraría un buen precedente que si un país se retira de un compromiso, los demás asuman sus obligaciones. Además, el reparto de esos 1.000 millones de dólares, ¿se haría según las contribuciones de las Naciones Unidas, -y a Estados Unidos le corresponde un 25%-, o según las emisiones generadas por cada país, en cuyo caso Washington es responsable de casi el 40%? España ha aumentado ya sus emisiones un 23%, el doble de lo estipulado por la UE En el reparto interno en la UE de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero acordada en Kioto, a España se le consiente aumentar hasta un 15% las suyas en el plazo 2008-2009, respecto al nivel de 1990. Sin embargo, la cifra oficial de emisiones brutas en 1999 (último año para el que existen datos), es del 23%. Los ecologistas calculan que las emisiones están ya en torno al 29% por encima de las del año base del acuerdo. Pese a este panorama, el Gobierno no tiene aún elaborado una Estrategia Nacional del Clima para controlar las emisiones que prometió la anterior ministra de Medio Ambiente, Isabel Tocino, en 1998. 'Estamos reestructurando la composición del Consejo Nacional del Clima para que sea más operativo, y ese órgano es el que debe promover la estrategia y hacer su seguimiento', explicaba la semana pasada Germán Glaría, Director General de Calidad Ambiental. 'Queremos crear un consejo Nacional del Clima con amplia representación y saldrá en un Real Decreto en las próximas semanas o meses'. Mientras tanto, el Ministerio de Medio Ambiente se vuelca en las negociaciones internacionales a través de la UE -en este semestre forma parte de la troica comunitaria- pero no destaca su actuación en el ámbito nacional, pese a la recién creada Oficina del Clima. Una de sus deficiencias más notóricas es la sensibilización social acerca del problema del cambio climático, pese a que España, dada la cantidad de costas que tiene, la aridez de gran parte de su territorio y la sensibilidad de sectores claves como el turismo, será uno de los países más afectados de Europa por el calentamiento global, según todos los estudios de predicción realizados. CAMBIO CLIMÁTICO Durante muchos millones de años, el efecto invernadero natural ha mantenido el clima de la Tierra a una temperatura media relativamente estable y permitía que se desarrollase la vida. Los gases invernadero retenían el calor del sol cerca de la superficie de la tierra, ayudando a la evaporación del agua superficial para formar las nubes, las cuales devuelven el agua a la Tierra.La lluvia y el calor del sol permitían a las plantas crecer, al suelo formarse y mantenían todas las formas de vida en el proceso. Las plantas y el suelo absorbían el dióxido de carbono y otros gases invernadero del aire. Una compleja mezcla de sistemas biológicos e hidrológicos desprendían la cantidad justa de dióxido de carbono para mantener un equilibrio estable de estos gases en el aire. En los últimos 160.000 años, la tierra ha pasado dos períodos en los que las temperaturas medias globales fueron alrededor de 5ºC más bajas de las actuales. El cambio fue lento, transcurrieron varios miles de años para salir de la "era glacial". Ahora, sin embargo, las concentraciones de gases invernadero en la atmósfera están creciendo rápidamente, como consecuencia de que el mundo quema cantidades cada vez mayores de combustibles fósiles y destruye los bosques y praderas, que de otro modo podrían absorber CO2. Así ha sido estudiado, confirmado y evaluado por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC). Este grupo es la principal fuente de asesoramiento científico a los gobiernos sobre cambio climático, su ciencia, impactos y opciones para responder a él, reuniendo cerca de 3.000 expertos de 150 países. Fue establecido en 1988 por las Naciones Unidas para conseguir una mejor comprensión del cambio climático y para proporcionar información científica autorizada a los responsables políticos. Se divide en 3 Grupos de Trabajo de los cuales el Grupo de Trabajo I se encarga de revisar la última información científica sobre cambio climático. El Grupo de Trabajo II considera los impactos y adaptación al cambio climático, y el Grupo de Trabajo III aborda la economía de las políticas de cambio climático para responder a este problema. El Primer Informe de Evaluación fue publicado por el IPCC en 1990, y formó la base científica para la negociación del Convenio Marco de la ONU sobre Cambio Climático, que fue concluido en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro en 1992. El Segundo Informe de Evaluación fue publicado en 1995, y su conclusión clave fue: "El conjunto de las evidencias sugiere una influencia humana discernible sobre el clima global SITUACIÓN DE EMISIONES DE GASES DE EFECTO INVERNADERO La Unión Europea se ha comprometido, dentro del Protocolo de Kioto, a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero un 8% sobre los niveles de 1990 para el período 2008-2012. Dentro de las negociaciones internas en Europa para un correcto reparto de compromisos de reducción, y con objeto de llegar a la convergencia económica europea, España se comprometió a no aumentar sus emisiones de gases de efecto invernadero por encima del 15% sobre los niveles de 1990. En esos momentos, el nivel económico de España estaba 22 puntos por debajo de la media europea, por lo que era coherente no permitir a España un aumento superior al 15%, lo cual corresponde a una diferencia de 23 puntos respecto al compromiso europeo de reducir las emisiones un 8%. EN 2002 EMITIMOS UN 38% MÁS DE GASES INVERNADERO QUE EN 1990 El consumo de energía primaria en España ha pasado de cerca de 90 millones de toneladas equivalentes de petróleo en 1990 a más de 130 Mtep en el año 2002, un 46% de aumento. Lamentablemente, la política energética del Gobierno ha hecho que nuestras emisiones de gases de efecto invernadero hay crecido constantemente, llegándose hasta un aumento del 38% sobre los niveles de 1990, lo cual supone que hemos superado en 23 puntos nuestro límite máximo de emisiones. Esta situación hace que sea necesario cambiar la política energética y de control de emisiones pues, mientras que nuestro compromiso nos permitía aumentar las emisiones, nos encontramos en una situación en la que DEBEMOS reducirlas