PATRIMONIO AMBIENTAL DE BELLO Para acercarnos al concepto general debemos subdividir esta idea en dos vocablos iniciales: Patrimonio, hace referencia a un bien positivo, que es real, que se puede probar, que posee un individuo o una colectividad, ya sea tangible o intangible y por último que pueda ser heredable. Ambiental habla del medio en el que se desenvuelve un cuerpo, en este caso la sociedad humana. Se ha generalizado la idea de que es el entorno natural del las actividades humanas. Cuando decimos “Patrimonio Ambiental de Bello” queremos darle un límite territorial que en este caso no es posible, ya que queremos acomodar a una condición geopolítica un espacio que posee otras reglas para entenderlo. Los flujos bióticos y abióticos están conectados globalmente. “Una mariposa bate las alas en Singapur y llueve en Nueva York. No se arranca el pétalo de una flor sin que lo sienta una estrella”. Es común entre los pobladores de Bello pensar que nuestro patrimonio ambiental se circunscribe a las montañas, a los ríos, a los árboles y tal vez a algunos pájaros que aun quedan, y en el ámbito escolar al manejo de las basuras y al aseo. Esta posición aunque no es equivocada es muy estrecha, porque lo ambiental en un sentido maduro hace referencia principalmente a las relaciones entre los individuos humanos de una comunidad, de las comunidades humanas entre sí, de sus relaciones de poder, de sus hábitos de consumo, de su concepción del mundo, en última instancia de su cultura frente a lo natural. La posición geoplanetaria de Bello es privilegiada en comparación con otros lugares de la tierra, estamos lejos de los volcanes, pero algo de sus cenizas abonó nuestros suelos, estamos en un lugar donde llueve todo el año, todos los años y de una manera medianamente predecible, el calor nunca es lo bastante fuerte para sofocarnos ni el frío para congelarnos, muchas otras especies animales y vegetales también han descubierto esas condiciones y también han transitado o se han instalado en este lugar. En otras palabras un edén. 2 ¿Pero, entonces, de dónde surge el problema? ¿Qué podemos hacer para resolverlo? Algunas cosas en la naturaleza son irreversibles, pero otras no. Cuando Bello aun se llamaba Hato Viejo las condiciones de este lugar y de casi todo el planeta eran distintas, el agua corría limpia por todo el territorio y entre bosques espesos se movía toda clase de fauna para la admiración de los pocos pobladores; pero desde ese tiempo ya se tenía una idea de progreso que aun sobrevive y con pesar de decirlo todavía se escucha: “La naturaleza estorba para los intereses humanos”. Con el más reciente desarrollo urbano en las mangas de Niquía se oye decir: “Cómo ha progresado Bello”. Así pues, la concepción capitalista del mundo nos pone en competencia entre nosotros y a todos contra la naturaleza. Entonces, lo ambiental hoy en día no son solo los entornos naturales, ellos solo se constituyen en un testimonio de nuestra concepción del mundo. Desde 1975 el italiano Ettore Tibaldi en su libro de Antiecología ya hacía claridad sobre la intencionada desviación de los conceptos por parte de las potencias mundiales del consumo y para el consumo; alertaba sobre la invención del concepto de la sostenibilidad y de la concepción que ellos plantearían. “Todo en el mundo está bien, solo tenemos que mantenerlo”, mantenerlo para que algunos consuman más. Esa es una lógica inmoral inadmisible que se reproduce a escala en el ordenamiento de la ciudad. Pero no es la única locura que se ha planteado, está el crecimiento desmedido de la población, porque para ellos, si hay más personas, posiblemente habrá más consumidores. En Bello, tenemos todavía muchas cosas qué hacer, con nuestros pequeños actos de consumidores, con nuestra solidaridad individual y con nuestra resistencia cultural y política para defender nuestros espacios, todo esto tiene que verse finalmente reflejado en nuestro bienestar y por ende en el de las generaciones futuras, aquí y en el planeta. Elaboró: JOSÉ MIGUEL FRANCO RESTREPO Corporación Semiósfera Corporación Ecohumano