Sobre Corea: Tomado de Robledo, Jorge Enrique, www

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Sobre Corea:
Tomado de Robledo, Jorge Enrique, www.neoliberalismo.com.co, El Áncora
editores, 2000.
Además, el gobierno se constituyó en el principal orientador de la
industrialización, “utilizando licencias industriales para determinar qué,
cuándo y cuánto producir a través de sopesadas decisiones de inversión”72 y
definiendo cuáles empresas podían vincularse a los diferentes sectores. De
igual manera, escogió las áreas a que se debían dedicar ciertas empresas,
dispuso vetos a las grandes industrias para ingresar en campos reservados a las
pequeñas y prohibiciones para que las empresas mayores sirvieran de
proveedoras de sus similares. Tampoco se permitió la total libertad de los
precios internos. Para 1986 existían 110 productos que tenían los suyos bajo
control, entre los que estaban harina, azúcar, café, pimienta, electricidad, gas,
acero, químicos, fibras sintéticas, papel, drogas, medias de nylon, automóviles
y televisores.
Negando también los discursos neoliberales, la gran industria coreana nació
como una industria orientada hacia el mercado interno, bajo el amparo de
fuertes aranceles proteccionistas, subsidios directos y tasas de interés
inferiores a las del mercado. Cuando las textileras coreanas fueron
autosuficientes en 1957, se prohibieron las importaciones de esos productos y
el Estado respaldó vigorosamente sus exportaciones. En el caso de la
producción de acero y la fabricación de buques —dos sectores especialmente
respaldados por el gobierno— pudo exportarse al mismo momento en que se
controló el mercado interno. Pero ello no ocurrió así en productos químicos y
en maquinaria, en los que sólo se exportó diez años después de atenderse la
demanda del país, o en el caso de los automóviles, que apenas compitieron en
el exterior veinte años después de atender las necesidades de los coreanos. Si
Corea logró exportar productos electrónicos fue porque ello se definió como
un propósito desde 1969, con la Ley de Promoción de la Industria Electrónica,
que diseñó y puso a andar una estrategia para superar la etapa del simple
ensamblaje.
Y si, por supuesto, Corea no poseía ninguna “ventaja comparativa” en la
industria electrónica y de computadores cuando decidió adentrarse en ella —
en un momento en que su producto per cápita era bastante bajo, similar al de
Colombia en ese entonces—, menos ventajas tenía en la producción de acero y
en la construcción de buques, otras dos actividades que ha desarrollado con
éxito a escala mundial.
Cuando el Estado decidió crear, ¡a un costo de 3.600 millones de dólares!,
la Pohang Iron and Steel Company (POSCO), una planta integrada para
producir hierro y acero, toda la lógica neoliberal de las “ventajas
comparativas” negaba el acierto de la decisión. Se trataba de un negocio
intensivo en capital, el mercado interno era relativamente pequeño, no poseían
fuentes de mineral de hierro y estaban lejos de los sitios donde podían
adquirirlo, y su vecino, el Japón, era el productor de acero más eficiente del
mundo. Sin embargo, POSCO llegó a producir acero más barato que nadie y,
lo que es más importante aún, la factoría le permitió a Corea ingresar en los
mercados de la industria pesada.
En conclusión, según Amsden,
la iniciativa para incursionar en nuevas ramas de la manufactura ha nacido
primordialmente de las esferas públicas. Excluyendo el decenio de 1950
(...), todos los cambios importantes en la diversificación industrial, durante
los decenios de 1960 y 1970, fueron impulsados por el Estado. El Estado
ideó los primeros proyectos de sustitución de importaciones en las
industrias de cementos, fertilizantes, refinación de petróleo y fibras
sintéticas, mejorando estas últimas, en gran medida, la rentabilidad de una
industria textil sobredimensionada. El Estado también mantuvo abiertas
algunas fábricas no rentables, heredadas del período colonial, que
eventualmente suministraron personal clave para las industrias modernas
de maquinaria general y arquitectura naval, promovidas también por el
Estado. La transformación de industria liviana a pesada también se dio por
consigna del Estado, en la forma de las acerías integradas, promovidas por
el gobierno, a comienzos del decenio del sesenta (al parecer muy
temprano), y luego manejadas por el Estado desde finales de ese decenio.
El gobierno desempeñó el papel visionario en el caso del primer gran
astillero coreano, y fue responsable del Gran Empujón dado a la
maquinaria pesada y a la industria química a finales del decenio de 1970.
También sentó las bases para la nueva ola de sustitución de importaciones
que siguió a la industrialización pesada, guiando a las industrias
electrónicas y automotriz más allá de la simple etapa de ensamblaje. Ya en
1962, el gobierno promulgó la ley de protección de la industria
automotriz, como parte de su primer plan quinquenal de desarrollo
económico. Conjuntamente con esta decisión, promovió la industria de
refinación de petróleo. En resumen, importantes piedras angulares de la
industrialización coreana fueron fruto de decisiones adoptadas por el
Estado73.
Por otra parte, y como ocurre en otros países del mundo, ha sido el Estado
coreano el que ha corrido con las mayores inversiones en las nuevas plantas,
sobre todo en las más intensivas en capital.
La iniciativa de la diversificación, dirigida particularmente hacia
proyectos de inversión más intensivos en capital, tiende a recaer sobre el
Estado, porque estos proyectos requieren paquetes más completos de
incentivos para hacerlos más atractivos financieramente a las empresas
privadas. Las empresas privadas coreanas contribuyeron con muy poco
capital propio en la mayoría de los proyectos de inversión. Por ley, el 30
por ciento de los costos totales de montaje de una planta debía ser cubierto
por sus propietarios. Sin embargo, en la práctica, la financiación aportada
internamente por las empresas, en el período 1963-1973, representó sólo
el 20 por ciento de la financiación total (comparada con el 32.5 por ciento
en el Japón (1954-1967) y 65 por ciento en Estados Unidos (1947-1963).
Se dice que en 1983 el sector manufacturero de Corea solo financió el 9.9
por ciento de sus negocios con utilidades retenidas e incrementos de
capital. El resto del capital fue altamente subsidiado, siendo mayores los
subsidios entre más intensiva en capital fuera la industria74.
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