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Introducción
En nuestro trabajo, hablaremos sobre la Diabetes Mellitus, que es una enfermedad producida por una
alteración del metabolismo de los carbohidratos en la que aparece una cantidad excesiva de azúcar en la
sangre y en la orina..
Se distinguen dos formas de diabetes mellitus. La tipo I, o diabetes mellitus insulino−dependiente (DMID),
denominada también diabetes juvenil, afecta a niños y adolescentes y la tipo II, o diabetes mellitus
no−insulino−dependiente (DMNID), o diabetes del adulto, suele aparecer en personas mayores de 40 años y
es de evolución lenta.
Acá, en este trabajo hablaremos detalladamente de esta enfermedad, como por ejemplo su historia, su
tratamiento, los tipos de diaebetes mellitus, sus causas, sus síntomas y trataremos de dejar todo lo más claro
posible.
Desarrollo
Definición
La Diabetes Mellitus (DM), es la enfermedad metabólica que se caracteriza por un aumento persistente de la
glicemia (glucosa en la sangre), por encima de 125 mgdl. Este aumento de la glicemia (hiperglicemia) es la
causa de las complicaciones agudas y crónicas de la enfermedad. Se produce por dos mecanismos principales:
• Por resistencia a la acción metabólica de la insulina y progresivo deterioro n la secreción de esta hormona
(diabetes mellitus tipo 2) en 90% de los casos.
2− Por ausencia parcial o absoluta de insulina que deja de ser producida por las células beta del páncreas
(diabetes mellitus tipo 1), representa el 10 % de los casos. Hay otras causas menos frecuentes también, pero
como estas dos son las más comunes le quitan importancia al resto.
La diabetes mellitus es una enfermedad frecuente y aumenta cada día más. El problema se origina por factores
diversos, siendo los más importantes: la herencia y la acción de factores adquiridos, por hábitos poco
saludables que llevan a la obesidad, especialmente cuando esta "gordura" se acumula en el abdomen, lo que
nosotros conocemos como barriga. Cuyo origen suele ser el sedentarismo (falta de ejercicio físico), y una
alimentación rica en grasas y azúcares, típicos de la comida rápida urbana "comida chatarra" muy popular en
nuestra forma de alimentación. Simultáneamente confluyen otros factores como la hipertensión arterial, el
aumento de las grasas en sangre, el hábito de fumar y el estrés, entre otros elementos que son responsables del
síndrome metabólico que suele preceder en muchos años a la aparición de la diabetes. Incluso en niños y
adolescentes se esta observando el incremento epidémico de la diabetes tipo 2 que es característica de las
personas mayores de 40 años. En algunos países como Estados Unidos, durante los últimos años se esta
observando con asombro que hasta un 30 % de los adolescentes diabéticos especialmente de origen hispano,
japones o afroamericanos están presentando diabetes tipo 2. Esto quiere decir que debemos actuar
positivamente en la prevención de la diabetes desde la niñez, inculcándonos desde pequeños la importancia
del ejercicio, el deporte y la sana alimentación. Cuando la determinación de la glucosa en la sangre (glicemia)
−en ayunas− supera los valores normales de 110 mgdl, debemos estar más alertas y reforzar las medidas
preventivas de nutrición y ejercicio. Si es posible prevenir la diabetes, especialmente si logramos combatir el
sobrepeso y la obesidad, alcanzando el peso ideal. Con la única forma racional de lograrlo que es a través de
una alimentación adecuada y ejercicio aeróbico regular. Cuando la glicemia en ayunas alcanza o supera los
126 mgdl y esto se repite en otra oportunidad podemos afirmar el diagnóstico de diabetes mellitus.
Lamentablemente entre esta cifra y los 180 mgdl no hay síntomas evidentes de la enfermedad que avisen a la
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persona para que consulte al médico. Por eso es recomendable a toda persona adulta, la realización de una
glicemia en ayunas por lo menos una vez al año. Todo este proceso de incremento progresivo de las cifras de
glicemia (hiperglicemias) se va dando en forma insidiosa, en lapsos de meses o años. Cuando la glicemia
supera los 180 mgdl, comienza a filtrarse hacia la orina (cruces de glucosa en orina o glucosuria), o cifras por
ejemplo de 200, 250 o como su caso de 295 mgdl, se presentan los llamados síntomas clásicos de la diabetes:
orina excesiva (poliuria), mucha sed (polidipsia), apetito aumentado (polifagia) y pérdida de peso. En estas
circunstancias uno debe consultar a su médico más cercano, internista o endocrinólogo, para que lo eduque al
respecto y le suministre el tratamiento médico que si podrá evitar efectivamente las temibles complicaciones
agudas o crónicas de la enfermedad. Seguramente le indicará un plan nutricional y de ejercicios, así le
prescribirá pastillas que con certeza llevaran sus cifras de hiperglicemia a la normalidad.
Con el tratamiento y controles sucesivos (hechos por tu médico), debes lograr glicemias en ayunas,
idealmente inferiores a 120 mgdl y una hora después de las comidas inferiores a 160 mgdl. Cada tres o cuatro
meses el paciente debe realizarse la determinación de un examen de sangre, llamado hemoglobina glicosilada
cuya normalidad le podrá asegurar que ha dominado la enfermedad y así puede alcanzar una vida normal y
productiva. Así mismo, deberá controlar eficientemente su tensión arterial y sus grasas en sangre, además es
indispensable que no fume.
En las últimas décadas se ha producido un extraordinario aumento de los casos de diabetes mellitus en el
mundo entero. Se estima que cada 15 años se está duplicando la población de diabéticos, causando un impacto
negativo para la calidad de la salud mundial; con severas repercusiones personales, familiares y sociales. Esta
enfermedad, es un grave problema da salud pública y de muy altos costos, sin distinguir edades o niveles
socio−económicos. Es necesario poner una barrera de contención ante esa avalancha esperada de diabéticos y
sus complicaciones. Esa "represa" no es otra cosa que la prevención. En un mundo como en el que vivimos
hoy, no queda otro remedio, es necesario que las instituciones sanitarias inviertan en prevención y control de
las enfermedades crónicas, para mejorar la calidad de vida de la población y así también tratar de evitar los
tremendos costos de los problemas médicos y quirúrgicos, visuales, renales, cardiovasculares, las neuropatías
y las lesiones de los pies características de esta enfermedad.
La prevención de la diabetes, así como de cualquier otra enfermedad, puede dividirse en tres etápas:
Prevención Primaria: Son aquellas actividades dirigidas a prevenir en la población general o en los individuos
con factores de riesgo, la aparición de la diabetes. La herencia es un factor de riesgo irreversible. En hijos de
personas con diabetes insulino− dependiente (tipo I), tienen un riesgo aproximado de 5 % (2−3 % si la madre
es diabética y el doble es decir 5−6 % si es el padre quien tiene la enfermedad). En la población general de
raza blanca, este riesgo diabético es de 0,2 − 0,5 %, es decir que personas con familiares en primer grado de
diabéticos tipo I tienen 10 veces mayor riesgo de tener la diabetes tipo I. Las estrategias para evitar la diabetes
mellitus tipo I (representan el 15 % de todos los casos de diabetes mellitus), se están definiendo y se
encuentran en etapas avanzadas de investigación. Entre ellas el papel de la lactancia materna (Se sabe que
alimentar al niño recién nacido, durante los primeros meses de la vida, con lactancia materna, disminuye el
riesgo de tener diabetes mellitus tipo I). Las otras intervenciones preventivas consisten en tratamientos
dirigidos al origen inmunológico de la enfermedad con inmunosupresores, inmunomoduladores, nicotinamida,
insulinoterapia, vacunaciones, etc. En el futuro no muy lejano se podrán prevenir un buen número de casos.
La gran mayoría de los casos de diabetes es la diabetes mellitus No insulino−dependiente (tipo II), representan
el 85 % de todos los casos. Los factores de riesgo para desarrollar este tipo de diabetes son los siguientes:
• Tener mas de 40 años
• Sobrepeso u obesidad
• Historia familiar de diabetes
• Tener hipertensión arterial, colesterol o triglicéridos elevados
• Tener obesidad central ("Barriga prominente")
• Haber tenido diabetes durante el embarazo (gestacional)
• Haber tenido hijos con peso al nacer superior a 4 Kg.
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¿Entonces, como podemos prevenir la diabetes?. Ya se ha determinado categóricamente que el cambio en el
"estilo de vida" puede evitar y algunas veces revertir la presencia de esta enfermedad. Evitando o corrigiendo
el sobrepeso y la obesidad mediante un plan nutricional adecuado, comiendo menos grasas y azúcares
refinados, incrementando la actividad física aeróbica (por ejemplo, caminar diariamente 45 minutos o una
hora).
En algunos casos puede utilizarse medicamentos útiles para mejorar la tolerancia glucosada. Ninguno de estos
objetivos puede lograrse sin el desarrollo de la educación sanitaria, nutricional y diabetológica.
Historia de la Diabetes Mellitus
La diabetes mellitus es una enfermedad conocida desde la edad antigua. Aparece descrita por primera vez en
el papiro de Ebers (1500 a.C.) como una enfermedad caracterizada por poliuria. El griego Areteo de
Capadocia (81−138 d. C.) utiliza la palabra Diabetes ("sifón") por primera vez. Thomas Willis (1621−1725)
comprobó el sabor dulce de la orina de los diabéticos como "imbuida en miel", diferenciándola de la diabetes
insípida. Cien años después otro médico inglés Mathew Dobson probó el suero sanguíneo de un paciente
diabético y lo encontró "dulce, pero no tan dulce como la orina". J. Rollo (1740−1809) describe ampliamente
la enfermedad y algunas de sus complicaciones. Claudio Bernard en 1848, descubre la función glucogénica
del hígado. J. C. Brunner (1653−1727) realizó pancreatectomía en un perro y fue el primero en observar en
forma experimental la poliuria, polidipsia y polifagia, aunque este descubrimiento fue poco difundido. Fue en
1889 cuando Von Mering y Minkowski publicaron sus resultados sobre el estudio de diabetes en perros
pancreatectomizados, estableciendo sin lugar a dudas que en el páncreas se produce una sustancia que
prevenía la diabetes. Ya en 1869, Paul Langerhans había descrito los islotes de células diferentes al resto del
tejido pancreático que Von Mering y Minkowski, veinte años después, postularon como el posible tejido
asociado con la protección contra la diabetes. Esta hipotética sustancia protectora fue denominada "insuline"
por el científico belga J. De Meyer en 1909 y el 1916, el fisiólogo ingles Sharpey−Schaffer denominó
"insulin". Es en 1921, cuando los canadienses Frederick Banting y Charles Best logran aislar la insulina, con
la ayuda del fisiólogo J. J. R. Macleod y del bioquímico J. B. Collip. Mucha gente pensó entonces que los
problemas del diabético habían terminado con el descubrimiento de la "milagrosa" insulina, pero en realidad
el incremento en la expectativa de vida de los diabéticos permitió observar el desarrollo de las complicaciones
crónicas. En 1926 J.J. Abel logra cristalizar la insulina. En 1935, Hagedorn produce la insulina de depósito.
Kimmelstiel y Wilson publican las lesiones características de la nefropatía diabética (1936). Janbon y
Loubatieres, descubren el poder hipoglicemiante de sulfamidas administradas por vía oral, en 1942. En la
década de los 70, se define el receptor de la insulina, comienza el uso clínico de la determinación de
hemoglobina glicosilada para la evaluación del control metabólico y el uso de los glucómetros portátiles para
determinación de glucemia capilar. En esta misma época Leona Miller demuestra que es posible mediante la
atención multidisciplinaria y basada especialmente en educación disminuir las hospitalizaciones, así como las
complicaciones agudas y crónicas. Más recientemente J. P. Assal, en el Servicio de Medicina Interna del
Hospital Universitario de Ginebra demuestra que la "educación terapéutica" al paciente diabético disminuye
los costos hospitalarios y logra reducir hasta en 75 % las amputaciones. En 1980 comienza a utilizarse la
insulina humana biosintética. En esta década con el desarrollo de nuevas drogas inmunosupresoras se obtienen
resultados satisfactorios con trasplantes de páncreas en centros especializados. En la década de los 90 queda
fehacientemente demostrado, con los estudios clínicos prospectivos y controlados, comparando el excelente
control metabólico y el tratamiento convencional, que las complicaciones crónicas de la diabetes mellitus
pueden ser prevenidas y su progresión puede detenerse.
Prevención
Con toda seguridad en la década de los 90´s ha quedado absolutamente demostrado la tremenda importancia
que tiene el excelente control metabólico para prevenir las complicaciones crónicas de la Diabetes Mellitus.
Todo el mundo debe saber que la diabetes mellitus es la enfermedad que se caracteriza por tener niveles
elevados en la sangre de un "azúcar" (glucosa), por encima de los valores normales (hiperglicemia). Estos
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niveles se consideran anormales por encima de 110 mg% y hasta 125 mg% reflejan el diagnóstico de posible
intolerancia glucosada, asociado a un riesgo mayor de enfermedades cardiovasculares. Cuando tenemos
glicemia (en ayunas), igual o mayor a 126 mg%, en por lo menos dos días diferentes, queda completamente
establecido el diagnóstico de diabetes mellitus. Este nivel de hiperglicemia es la cifra límite para el
diagnóstico porque es a partir de allí que la glucosa en exceso en la sangre es capaz de producir daño en la
microcirculación, es decir en los pequeños vasos del ojo, del riñón y de los nervios periféricos. En cada una de
estas complicaciones la diabetes mellitus es la enfermedad líder en ceguera, insuficiencia renal terminal que
requiere diálisis o trasplante y en lesiones del pié que requieren amputación. Durante muchos meses o años el
paciente puede tener cifras de glicemia entre 126 y 180 mg%, y no va a tener síntomas. A partir de esta última
cifra es cuando comienza a filtrarse la glucosa por el riñón y se detecta en la orina (glucosuria), lo que
produce aumento en la frecuencia urinaria (poliuria), mucha sed (polidipsia) y pérdida de peso, que son los
síntomas clásicos de la enfermedad. De allí la necesidad de que personas mayores de 35 años se realicen al
menos una determinación anual de glicemia en ayunas, muy especialmente si tienen los factores ya antes
mencionados; para detectar la enfermedad en sus comienzos antes de que tenga el tiempo necesario para
producir daño en los órganos que son su "blanco" preferido como comentamos previamente. Esto ha sido
claramente demostrado tanto en diabetes mellitus tipo 1 (la que comienza en la juventud y siempre necesita
insulina para el tratamiento), así como en la diabetes mellitus tipo 2, (afecta al adulto mayor de 35 años, casi
siempre obeso, que puede ser tratado con dieta y ejercicio, pastillas o insulina), como la que presenta nuestra
lectora, y es por mucho la diabetes mellitus más frecuente (90 % de los casos). Debe quedar muy claro que no
todos los diabéticos están condenados a presentar complicaciones. Cuando podemos controlar las cifras de
glicemia, durante todo el día, lo más cercano posible a los valores normales, la vida del diabético será igual o
mejor que la del no diabético.
Leímos en una página de internet, que en Septiembre del año pasado, en el Congreso de la Asociación
Europea para el Estudio de la Diabetes, realizado en Barcelona, España, se presentaron los resultados de una
de los estudios clínicos más esperados por su extraordinaria importancia. El UKPDS (United Kingdom
Prospective Diabetes Study) para diabetes mellitus tipo 2. Esta investigación realizada en 23 centros
hospitalarios de Inglaterra, con la participación de 5102 personas con diagnóstico de diabetes mellitus tipo 2,
se inició hace 21 años (1977). Se realizó con la finalidad de responder las siguientes preguntas: El excelente
control, logrado con un tratamiento más intenso evita o retarda las complicaciones, ventajas y desventajas
entre los tratamientos antidiabéticos: Cual es el papel de la hipertensión arterial en las complicaciones y las
ventajas o desventajas del tratamiento antihipertensivo. La conclusión de este estudio es que efectivamente los
resultados estadísticos son contundentes en demostrar que todas las personas afectadas por diabetes mellitus
deben realizar su mejor esfuerzo junto con su médico tratante para normalizar los niveles de glicemia y de
presión arterial (en el caso de hipertensión asociada), dentro de límites lo mas cercanos posible a lo normal y
todos los días, para poder evitar con eficacia las complicaciones crónicas. La determinación de hemoglobina
glicosilada (Hb A1c) es una prueba de laboratorio que todo diabético debe practicarse periódicamente, pues
nos revela como ha sido la calidad del control de la glicemia, en promedio durante los últimos tres meses. En
el estudio UKPDS se demostró que durante un promedio de 11 años y medio, la reducción mínima de 1 % en
la Hb A1c, tiene la fuerza de reducir el daño en ojos, riñón y nervios en 35 %. Si además hay eficiente control
de las cifras de presión arterial se reduce el riesgo de insuficiencia cardíaca en 56 %, de accidentes
cerebrovasculares en 44 % y mortalidad por DM en 32 %. Esta investigación ha sido reportada en artículos
publicados en las prestigiosas revistas Lancet y BMJ.
Diagnóstico
En primer lugar, la educación del paciente sobre la enfermedad, el reconocimiento y conducta ante una
complicación aguda como la hipoglicemia ("baja de azúcar") o la cetoacidósis. Los síntomas de hiperglicemia.
La adecuada nutrición. El ejercicio. La importancia y forma correcta de inyectarse la insulina o de tomar las
pastillas hipoglicemiantes, antihipertensivos, etc. El cuidado de los pies. Así como muy especialmente el
autocontrol o autovigilancia de la glicemia. La forma más práctica y eficiente para el autocontrol es con la
utilización de los aparatos llamados glucómetros, para la determinación de glicemia capilar. Todo diabético
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tipo 1 debiera tenerlo, igualmente muchos diabéticos tipo 2 especialmente si están recibiendo tratamiento con
insulina. Con una sola gota de sangre, extraída por una mínima punción realizada en un dedo, podemos saber
inmediatamente las cifras de glicemia, con gran precisión. La determinación por lo menos una vez a la semana
de un perfil de glicemias, realizado antes de cada comida y una hora después de las comidas, es una
extraordinaria guía para hacer las modificaciones pertinentes en las dosis de insulina, alimentación o ejercicio
diario. También puede hacerse siempre que quiera o se sienta mal, o si hay inestabilidad en el control, o tiene
gripe, infecciones, diarrea, etc. O embarazo, o cambios en la dosificación de insulina o pastillas, se requiere
las determinaciones de glicemia todos los días. Estos resultados anotados en un cuaderno o agenda para tal
efecto, con el día y las horas de las mediciones, son la mejor guía para que el médico y el propio paciente
hagan los ajustes necesarios al tratamiento que garanticen el mejor control metabólico posible. También la
autovigilancia puede hacerse por la determinación de glucosa en orina (glucosuria), mediante el uso de cintas,
pastillas o líquidos reactivos. Es menos eficiente, no mide hipoglicemias ni detecta hiperglicemias en cifras
inferiores a 180 mgdl. Tampoco tiene validez cuando el riñón está afectado. La glucosa se detecta en la orina
solamente cuando las cifras de glicemia superan los 180 mgdl. Se puede realizar un perfil diario de
glucosurias haciendo la prueba en orina antes y una hora después de cada comida. Debe utilizarse orina nueva,
es decir la persona orina y espera para realizar la prueba con una nueva orina que se recoja unos 15 o 30
minutos después. Pero si el paciente logra negativizar la glucosuria antes y una hora después de las comidas
será un gran logro para su propio control.
Nuevos sistemas para la determinación de glicemia, con registro contínuo e indoloro, son dos sistemas
presentados en el Congreso Anual de la Asociación Americana de Diabetes, realizado en San Diego,
California (Junio 99). Basados en el registro contínuo de la glucosa medida en el líquido intersticial a
intervalos de cada 17 minutos, es un pequeño aparato parecido a un reloj llamado GlucoWatch. Otro
procedimiento muy similar aspira el líquido intersticial (o linfa) por succión desde orificios casi
imperceptibles (microporos) producidos por láser que penetra la epidermis y produce resultados muy
comparables con la determinación simultánea de glicemias capilares o venosas.
Control Metabólico
Primero tenemos que definir lo que significa eficacia en el tratamiento para la diabetes mellitus. Como todos
deben saber, esta enfermedad se caracteriza por la incapacidad que tiene el diabético de mantener los niveles
de un "azúcar" (glucosa) en la sangre (glicemia), dentro de un estrecho rango de niveles considerados
normales, antes y después de las comidas. Este defecto se produce porque las células de todo el cuerpo se han
hecho resistentes a la acción de la insulina (diabetes mellitus tipo 2). Esta es la hormona que permite el paso
de glucosa al interior de las células para que luego se transforme en energía. Por ello, la glucosa que no se está
utilizando se acumula en la sangre y se produce su aumento por encima del nivel que se considera diagnóstico
(igual o mayor a 126 mg/dl). En otras ocasiones la enfermedad se produce porque las células beta que se
encuentran en el páncreas se dañan y dejan de fabricar insulina (diabetes mellitus tipo 1). Durante las últimas
décadas, un extraordinario volumen de investigación científica ha demostrado, sin lugar a dudas, que la
eficacia en el tratamiento de la diabetes mellitus consiste en lograr disminuir la glicemia, lo mas cercano
posible a los valores normales, antes y después de las comidas, durante todos los días, durante toda la vida. Es
la única manera de impedir las complicaciones. También la eficacia se mide en lograr alcanzar un control
estricto de los síntomas, de los factores de riesgo cardiovascular, lograr un crecimiento y desarrollo normal,
lograr embarazos sin complicaciones materno−fetales, y en definitiva obtener una calidad y cantidad de vida
satisfactoria.
Si la glucosa de la sangre proviene de la digestión y absorción de los alimentos que consumimos, es obvio que
un plan nutricional adecuado puede lograr disminuir la glicemia. Igualmente, la realización de ejercicios
diariamente consume glucosa y también mejora la capacidad de acción de la propia insulina. Disponemos de
pastillas que estimulan la secreción pancreática de insulina, disminuyen la producción hepática de glucosa,
disminuyen la resistencia celular a la acción de la insulina o retardan la absorción de los azúcares a nivel
intestinal. En otros casos utilizamos directamente la insulina para poder lograr el mejor control metabólico
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posible. Hasta ahora, todo parece muy fácil pero el "excelente control" no lo están alcanzando la gran mayoría
de las personas diabéticas.
Cosas que un diabético debería saber
Una alimentación adecuada y el hábito de realizar ejercicios regularmente puede prevenir la aparición de la
más frecuente de los tipos de diabetes mellitus (DM), la DM tipo 2, que la presentan especialmente los adultos
obesos de mayor edad. En general, los epidemiólogos dicen que cumpliendo un régimen de alimentación
saludable (baja en grasas y en azúcares refinados, así como rico en vegetales y fibras) y con un programa de
ejercicio físico moderado (al menos tres veces por semana), se obtendrían modestas reducciones de peso, en
promedio unos 5 kgs, para reducir el riesgo de desarrollar diabetes mellitus tipo 2 en 58%. Además también
para mejorar las cifras de tensión arterial y de "grasas" sanguíneas (colesterol, LDL, HDL y triglicéridos).
Entonces si hay una persona diabética, y sus parientes, por ser propensos a esta enfermedad, siguen este
régimen, es posible que la eviten. Igualmente si la persona es obeso, hipertensa o tiene antecedentes de una
prueba de tolerancia glucosada o niveles anormales de las grasas sanguíneas o de diabetes durante el
embarazo (DM Gestacional).
También hay nuevas insulinas (análogos), algunas de acción ultra−rápida (Lispro) permiten un control más
fisiológico de los incrementos de glucosa sanguínea que se producen por la digestión y absorción de los
alimentos, en los minutos y horas consecutivas a las comidas. Así también nuevas insulinas de acción
prolongada o "basal", con actividad durante 24 horas, sin "picos" de acción que aumenten el riesgo de "bajas
de azúcar" (hipoglicemias), como la llamada insulina Glargina que fue aprobada para su uso. Además es muy
interesante la experiencia acumulada ya, en estudio de un año de seguimiento a pacientes diabéticos en control
con insulina inhalada (en forma de polvo que se inhala desde la boca) que es absorbido eficientemente en el
tejido pulmonar y es muy bien tolerado con eficacia similar a la insulina inyectada en forma subcutánea. Esta
posibilidad que libera a los pacientes diabéticos de sus diarias inyecciones de insulina, ya es una realidad.
Después de muchos años sin novedades terapéuticas, en los últimos años, nuevos y diferentes mecanismos de
tratamientos antidiabéticos en pastillas han sido comercializados. Además de las muy importantes
sulfonilureas: glibenclamida, glipizida, glicazida y glimepirida. También existe la repaglinida y nateglinida
con un mecanismo de acción similar, quienes tienen una rápida acción, estimulando la secreción pancreática
de insulina, en forma fisiológica, con menos riesgo de hipoglicemia. Hay que mencionar la existencia de
pastillas que actúan directamente contra la resistencia insulínica, clave del problema metabólico en la diabetes
mellitus tipo 2, como lo son el metformin, la rosiglitazona y la pioglitazona.
Un paciente diabético jamás debe automedicarse. Siempre debe ser orientado por su médico internista,
endocrinólogo o diabetólogo. Si el control metabólico es inadecuado, con hemoglobinas glicosiladas con
valores superiores a 8 %, es necesario que el paciente y su médico tomen una iniciativa o acción que logre
optimizar su control. En los últimos años también se avanza en la posibilidad de una "curación quirúrgica" de
la diabetes mellitus, a través del transplante de páncreas o de islotes pancreáticos. Los transplantes de
páncreas se iniciaron en el año de 1966 y actualmente más de 10.000 personas diabéticas a nivel mundial, se
han beneficiado de este procedimiento, que se realiza especialmente cuando se transplanta un riñón, en forma
simultánea. Menos invasivo y costoso son los transplantes de islotes pancreáticos (pequeñas islas de tejido
pancreático que contienen las células beta que son las productoras de insulina).
El futuro de la diabetes mellitus y de otras muchas enfermedades crónica consiste en la prevención, el
diagnóstico temprano, la educación terapéutica, el control excelente y muy posiblemente hasta la cura
definitiva de esta enfermedad.
Día Mundial de la Diabetes
El 14 de Noviembre es el Día Mundial de la Diabetes, fecha seleccionada por la Federación Internacional de
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Diabetes (IDF) y la Organización Mundial de la Salud, como una estrategia publicitaria para llamar la
atención a la comunidad en general sobre la creciente importancia sanitaria que reviste la Diabetes Mellitus en
el mundo entero. Se escogió esta fecha en homenaje al natalicio del Dr. Frederick Banting, principal
descubridor de la insulina. Cuando en 1922, esta hormona pancreática recién descubierta, comenzó a salvar
vidas por todo el mundo, mucha gente pensó que con ella se resolvía completamente el problema diabético.
Pocos años más tarde, al prolongarse la vida de estos pacientes se pudo constatar la cruda realidad de las
complicaciones crónicas. Obviamente, los diabéticos podían vivir más y se hicieron proclives a presentar este
tipo de complicaciones. Tales como la retinopatía, que se produce por daño de la pequeña circulación de la
zona sensible del ojo que es la retina, además facilita la aparición del glaucoma y cataratas, causas más que
suficientes y aliadas a la hipertensión arterial para darle a la diabetes mellitus el primer lugar entre las causas
de pérdida total de la visión. Además la hiperglicemia crónica (cifras de glicemia iguales o superiores a 126
mgdl) produce su complicación más frecuente; la neuropatía. Produce la insensibilidad de las extremidades
especialmente las inferiores, condiciona uno de los problemas más incapacitantes el "sindrome del pié
diabético". Así por ejemplo, un callo, excoriación, traumatismo o uña encarnada puede dar origen a una
infección, o úlcera crónica; si se asocia enfermedad arterial que es muy frecuente en diabetes mellitus,
tenemos una combinación explosiva que puede avanzar hasta la necesidad de amputaciones. Por otra parte el
riñón sufre paralelamente el daño por las "glicemias altas" y puede dañar su funcionalidad hasta el nivel
extremo de la insuficiencia renal que sólo puede ser tratado por la onerosa diálisis o el transplante de riñón.
Como si fuera poco, la enfermedad arterioesclerótica del corazón, cerebro y arterias periféricas es dos o tres
veces más frecuente y severa en los diabéticos mal controlados. Sin embargo, el pronóstico del diabético hoy
por hoy, no es tan sombrío como parece sugerirlo esta larga lista de complicaciones. La última década del
siglo XX ha sido muy rica en evidencias científicas categóricas que permiten afirmar que el control
metabólico excelente evita, frena, impide la aparición y progresión de las complicaciones crónicas; como los
muy trascendentes estudios realizados en diabetes mellitus tipo 1 (DCCT) y en diabetes mellitus tipo 2
(UKPDS) en Estados Unidos e Inglaterra respectivamente. Es la hiperglicemia sostenida en el tiempo la
principal responsable de todas estas calamidades y actualmente la ciencia médica dispone de excelentes
recursos para el excelente control de la diabetes mellitus. Siempre este binomio médico paciente debe tratar de
alcanzar los objetivos y metas terapéuticas. Cumpliendo una alimentación adecuada (baja en grasas y en
azúcares refinados, rica en fibras y vegetales), realizar ejercicios aeróbicos con frecuencia, aprender con
ayuda de su médico y otros profesionales que lo atienden a conocer la enfermedad, autovigilar las cifras de
glicemia en sangre y en general aprender todo aquello que le permita enfrentar con ventaja las diferentes
alternativas de vivir con esta enfermedad crónica. Son objetivos terapéuticos específicos: insistir en lograr
glicemias en ayunas inferiores a 140 mgdl y una hora después de las comidas niveles inferiores de 160 mgdl.
Cada cuatro meses realizar una determinación de hemoglobina glicosilada (Hb A1c), que siendo un simple
examen de sangre nos aporta una extraordinaria información; es la "brújula" que nos orienta para saber si el
tratamiento es adecuado. Cifras inferiores a 7% garantizan que el proceso de daño crónico a los órganos que
son blanco de la diabetes, está detenido. Además debe controlar su hipertensión arterial en forma eficiente,
con cifras inferiores a 140/90 mmHg, e idealmente por debajo de 135/mmHg. Cifras de colesterol inferior a
200 mgdl, y mejor si está por debajo de 190 mgdl. LDL colesterol inferior a 130 mgdl y el HDL colesterol por
encima de 45 mgdl. Alcanzar estos parámetros de "buen control" ameritan un esfuerzo personal pero lo
importante es que si es posible lograrlo, con la ayuda de su médico.
Conclusiones
En este trabajo, sacamos distintas conclusiones puntuales sobre lo que es la diabetes mellitus, los tipos, como
prevenirla, etc.
Las conclusiones las detallamos a continuación:
• Es una enfermedad producida por una alteración del metabolismo de los carbohidratos en la que
aparece una cantidad excesiva de azúcar en la sangre y en la orina.
• Afecta de un 1 a un 2% de la población, aunque en el 50% de los casos no se llega al diagnóstico.
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• Es una enfermedad multiorgánica ya que puede lesionar los ojos, riñones, el corazón y las
extremidades.
• Se distinguen dos formas de diabetes mellitus:
• La tipo I, o diabetes mellitus insulino−dependiente (DMID), denominada también diabetes juvenil,
afecta a niños y adolescentes, y se cree producida por un mecanismo autoinmune.
• La tipo II, o diabetes mellitus no−insulino−dependiente (DMNID), o diabetes del adulto, suele
aparecer en personas mayores de 40 años.
• El páncreas humano segrega una hormona denominada insulina (como ya vimos en clases), que
facilita la entrada de la glucosa a las células de todos los tejidos del organismo, como fuente de
energía. En un diabético, hay un déficit en la cantidad de insulina que produce el páncreas, o una
alteración de los receptores de insulina de las células, dificultando el paso de glucosa. De este modo
aumenta la concentración de glucosa en la sangre y ésta se excreta en la orina.
• En los diabéticos tipo I, hay disminución o una ausencia de la producción de insulina por el páncreas.
• En los diabéticos tipo II, la producción de insulina es normal o incluso alta, pero las células del
organismo son resistentes a la acción de la insulina; hacen falta concentraciones superiores para
conseguir el mismo efecto.
• La diabetes tipo I tiene muy mal pronóstico si no se prescribe el tratamiento adecuado.
• En las dos formas de diabetes, la presencia de niveles de azúcar elevados en la sangre durante muchos
años es responsable de lesiones en el riñón, alteraciones de la vista producidas por la ruptura de
pequeños vasos en el interior de los ojos, alteraciones circulatorias en las extremidades que pueden
producir pérdida de sensibilidad y, en ocasiones, necrosis (que puede precisar amputación de la
extremidad), y alteraciones sensitivas por lesiones del sistema nervioso.
• Los diabéticos tienen mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiacas y accidentes vasculares
cerebrales.
Fotografías
Evolución de la diabetes mellitus
La insulina segregada por el páncreas controla la concentración en sangre del azúcar glucosa, necesaria como
combustible en numerosas reacciones químicas. En una persona sana, la digestión del alimento (1) induce el
aumento de la glucosa en sangre (2). El páncreas libera insulina (3), que estimula la absorción de glucosa por
parte de las células. También contribuye a transformar la glucosa en glucógeno, que se almacena en el hígado
(4) y los músculos como reserva energética. Las hormonas regulan la liberación de insulina estimulando la
disminución de la concentración de azúcar en sangre (5), lo que a su vez frena la secreción pancreática (6). En
una persona con diabetes mellitus, el páncreas no produce insulina suficiente o el organismo no es capaz de
utilizarla. Después de la digestión (A), si el páncreas no segrega suficiente insulina (B), el organismo se ve
obligado a descomponer las grasas, pues no puede utilizar la glucosa para obtener energía. Como
consecuencia, se eliminan con la orina unos compuestos tóxicos llamados cetonas (D), que también se
acumulan en la sangre (E) y provocan acidosis cetónica, un cuadro grave que puede degenerar en coma o
muerte. Si el organismo no es capaz de utilizar la insulina, la glucosa se acumula fuera de las células y circula
sin ser absorbida. Las concentraciones elevadas de este azúcar en sangre (C) y orina (D) deterioran la
capacidad del organismo para combatir las infecciones y pueden provocar también acidosis cetónica.
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Secreción de insulina
Esta imagen obtenida mediante un microscopio óptico pertenece a una zona del páncreas humano y muestra
uno de los islotes de Langerhans (centro), un grupo de células glandulares modificadas. Estas células secretan
insulina, una hormona que ayuda al organismo a metabolizar los hidratos de carbono, las grasas y el almidón.
Los contornos blancos y azules en los islotes corresponden a vasos sanguíneos que conducen la insulina al
resto del organismo. El déficit de insulina produce la diabetes mellitus.
Bibliografía
Motor de Búsqueda Copernic 2000
Encarta 2000
Diccionario Enciclopédico Master `97
www.altavista.com
www.yahoo.es
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