ALFRED DEHODENCQ No dudamos en anterior ocasión en incluir el parisino Alfred Dehodencq entre los pintores costumbristas andaluces, tan enraizado nos parece que esta en el arte y en la vida de España y más concretamente de Andalucía. Hijo de un militar convertido en hombre de negocios, nació en París el 23 de abril de 1822. Como quiera que mostrara desde sus primeros años gran afición y facilidad hacia dibujo, tras cursar los estudios de segunda enseñanza, sus padres le facilitaron el ingreso en el taller de Loen Cogniet, retratista y pintor de historia y gran maestro que formo a toda una generación de artistas franceses. El año 1844 Dehodencq se presenta por primera vez en el Salón de París. Por esa época dedica parte de su producción al cuadro religioso y destaca como experto colorista. No son conocidas las circunstancias en que fue herido de bala en el curso de los acontecimientos revolucionarios de 1848. Debieron ser relativamente graves las heridas que sufrió ya que, una vez curadas aquéllas, los médicos recomendaron al joven artista unas semanas de reposo. Decidió entonces trasladarse a un balneario de los Pirineos franceses al que llegó a primeros de julio de 1849. La proximidad de la frontera española le hizo sentir curiosidad por conocer el país que se extendía a pocos kilómetros de su lugar de descanso y a fines de agosto se dirigió a Madrid. Alos dos días de su llegada tiene ocasión de asistir a una corrida de toros, espectáculo que le produce gran impresión. Entabla relación de amistad con el pintor José de Madrazo, director del museo del Prado y pasa largas horas en esta pinacoteca contemplando los cuadros de Velásquez y de otros maestros del siglo de Oro español. Frecuenta la alta sociedad madrileña y monta taller. En el otoño de ese año de su llegada presenta una exposición de la Real Academia de San Fernando el cuadro Corrida de novillos en El Escorial que llamó poderosamente la atención. Hoy este lienzo se encuentra el museo de Pau tras haber pertenecido al del Luxemburgo La amistad con José de Madrazo resultó fructífera. Casi un año después de la llegada a España de Dehodencq, en concreto a mediados del mes de julio de 1850, el Duque de Montpensier, que se hallaba circunstancialmente en Madrid, fue invitado por Madrazo a girar una visita al estudio de su compatriota. El Duque expresó su admiración por la obra que le mostraba el artista y el ánimo a trasladarse a Sevilla para trabajar en algunos encargos que le haría. Dehodencq quiso aprovechar la ocasión que se le presentaba para conocer Andalucía y a fines de noviembre de aquel año de 1850 llegaba a Sevilla. No sobrado de recursos, se alojó en una destartalada habitación del hotel Europa que la pareció triste e incómoda; pero se consideraba compensado por el sol, la luz, el color, la alegría de las calles sevillanas. Tras unos paseos por Triana anota en su diario que el barrio vuelve loco a un colorista Se mezcla con las gentes, asiste a bailes de candil, penetra en la penumbra de las iglesias, admira a las mujeres...Como resultado de todas estas experiencias propone a Montpensier pintar dos cuadros de buenas dimensiones que ilustren las dos facetas más características de la vida andaluza: la religiosidad y la voluptuosidad. Aceptada por el Duque la idea, Dehodenq pinta en 1851 Una cofradía por la calle Génova y Baile de gitanos en los jardines de Alcázar. Los dos lienzos permanecieron en poder de los herederos del Duque y actualmente se encuentran en colección particular española. El artista parisino penetra profundamente el la vida andaluza. Siente especial interés hacia los gitanos, instalados en las ciudades y pueblos que visita. Viaja durante seis semanas por Córdoba y Granada. Pinta Un 1 peón camionero dormido, Gitanos de regreso de una fiesta y otros cuadros imbuidos del espíritu romántico y populista que impera entre los artistas andaluces. Trabaja algún proyecto fallido: un cuadro historicista sobre la llegada a Granada de Don Juan de Austria para castigar a los moros rebeldes. A instancias de Montpensier hace una réplica reducida del baile gitano en el alcázar que, expuesto en París, obtiene enorme éxito. Pasa apuros económicos porque no llegan los ansiados encargos y el Duque se retrasa en los pagos. De pronto, un golpe de suerte: se instala en el palacio de San Telmo para hacer el retrato de los Duques. El gran lienzo fue presentado durante una fiesta y a su autor se le abonaron catorce mil reales, que al menos alcanzaron a saldar deudas. El año 1853 Dehodencq va a Cádiz y tiene la oportunidad de ser recibido por la oficialidad de un navío de guerra francés a bordo del cual nace una excursión a lo largo de la costa de Huelva y hasta Tetuán. En Cádiz se encontraba en aquello días la ex−reina María Amelie, madre de Montpensier, de quien recibe el encargo de pintar dos cuadros. Otro encuentro en Cádiz, de suma importancia para su vida, le pone en contacto con la señorita Calderón. Contraerán matrimonio en1857, tras una larga estancia del pintor en Tánger durante la cual se había dedicado a los temas orientalistas. Desde el momento de su matrimonio Dehodencq vivirá afincado en Cádiz hasta el año 1863, cuando regresaba a Francia en compañía de su familia. Theophile Gautier opinaba que Dehodencq tenía una asombrosa `'aptitud etnográfica''. Esta facultad del pintor sobresale en la mayor parte de sus lienzos andaluces, como los ya citados y los que llevan por título La buñolera o Campesinos andaluces en camino. 2