Día de muertos en México

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Nombre del alumno:
1er Semestre
Materia: Antropología
Fecha de entrega: 24/10/03
Profesora:
La muerte es el destino inexorable de toda vida humana y es natural que nos asuste y angustie su realidad,
sobre todo cuando vemos de cerca el peligro de morir o cuando afecta a nuestros seres queridos.
Este resumen dedicado a la celebración del Día de Muertos tiene el propósito de acercar a niños y adultos con
la idea de la muerte, para que la vayan aceptando como parte inevitable de la vida humana, conocer cómo
algunas culturas antiguas también hacían ritos sobre la muerte; y fortalecer el carácter desde el punto de vista
religioso.
Además, espero pueda ayudar a entender mejor la sensibilidad mexicana, nuestra manera tan particular
entender y dar sentido a la celebración del Día de Muertos.
Más que el hecho de morir, importa más lo que sigue al morir. Ese otro mundo sobre el que hacemos
representaciones, costumbres y tradiciones que se convierten en culturas, todas de igual importancia, pues
ante el camino desconocido que la muerte nos señala, sólo es posible imaginarla con símbolos.
EL CULTO A LOS MUERTOS EN OTRAS CULTURAS
En las culturas antiguas como la China y Egipcia el culto a los muertos es un símbolo de unidad familiar. Les
rendían culto construyendo templos y pirámides.
En la cultura China por ejemplo, en los aniversarios, se quemaba incienso, se encendían candelas y colocaban
ofrendas de alimentos sobre un altar. Eran los días en los que se recordaba las grandes deudas que se tenían
con los antepasados.
Los antiguos egipcios creían que el individuo tenía dos espíritus. Cuando fallece, uno va al más allá y el
segundo queda vagando en el espacio, por lo que tiene necesidad de comer. Consideraban que este espíritu
vivía en el cuerpo que ellos cuidadosamente habían embalsamado, de esta manera el espíritu podía seguir
existiendo. Este espíritu era quien recibía las ofrendas.
LA CELEBRACION EN LA ACTUALIDAD
Esta celebración conserva mucha de la influencia prehispánica del culto a los muertos, las encontramos en
Tláhuac, Xochimilco y Mixquic, lugares cercanos a la ciudad de México. En el estado de Michoacán las
ceremonias más importantes son las de los indios purépechas del famoso lago de Pátzcuaro, especialmente en
la isla de Janitzio. Igualmente importantes son las ceremonias que se hacen en poblados del Istmo de
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Tehuantepec, Oaxaca y en Cuetzalán, Puebla.
Sobre sus altares encienden velas de cera, queman incienso en bracerillos de barro cocido, colocan imágenes
cristianas: un crucifijo y la virgen de Guadalupe. Ponen retratos de sus seres fallecidos. En platos de barro
cocido se colocan los alimentos, estos son productos que generalmente ahí se consumen, platillos propios de
la región. Bebidas embriagantes o vasos con agua, jugos de frutas, panes de muerto, adornados con azúcar
roja que simula la sangre. Galletas, frutas de horno y dulces hechos con calabaza.
Ofrendas
Una manera de decir que el recuerdo de sus seres queridos ocupa el sitio sagrado que corresponde a un altar y
se les lleva flores, adornos, confituras y alimentos por que tratan de vivir la imposible ilusión de verlos
compartir con ellos como si no existiera entre ambos el abismo misterioso que separa la vida de la muerte.
Cada uno de los materiales que conforman un altar, tiene un significado especial.
El altar se levanta sobre una mesa cubierta con un mantel bordado o deshilado, dos arcos de carrizo adornados
con flores de papel de china abombado; a este conjunto se le llama portada o retablo. El pan de muerto es en
forma de difunto y lleva un nombre.
Se adorna también con abundancia de flores de zempoaxochitl (nombre de flor anaranjada llamada también
flor de muerto, cuyo símbolo es de tristeza).
Se colocan cortinas y carpetitas de papel de china picado. Iluminan las ofrendas con veladoras y velas puestas
en botellas cubiertas con papel de china.
En el altar de muertos se enciende una vela a cada persona, llamándole por su nombre al encenderla.
A ambos costados se ponen ofrendas, preparan chocolate, atole y otros platillos.
En los altares domésticos, arreglados con flores, se colocan los manjares y las velas; tantas, cuantos son los
infantes muertos que la familia todavía recuerda; por eso el 1 de noviembre es nombrado "día de los
angelitos".
En muchas partes la gente forma un sendero con pétalos de zempoaxochitl, desde el altar hasta la calle, para
que las almas encuentren el camino.
El 2 de noviembre las velas y los platillos aumentan de número: el arroz con leche, los camotes en dulce y
gelatinas, agregando carnes −en los diferentes moles−, tamales, cigarros, y café. Se hornean calabazas y panes
especiales de muchas formas, tamaños y colores, a veces son descomunales y representan seres humanos. En
ocasiones, parte de las viandas se llevan al cementerio, junto con las velas y los zempoaxochitl, la clásica flor
de difuntos en nuestro país.
Cualquier visitante es agasajado con comida, que la gente ofrece en nombre de sus muertos, con la creencia de
que, si dan, recibirán más en el futuro por intercesión de sus fieles difuntos.
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Fiesta de Muertos en la zona mixe (Oaxaca)
El ciclo de vida culmina con la muerte y los mixes consideran que esta última es sólo un paso más en la
existencia, y por ello deben realizarse algunas ceremonias.
Al ocurrir el deceso, en el sitio donde se produjo, los familiares del difunto hacen una cruz de ceniza en el
suelo la que rocían con agua bendita y que permanecerá allí varios días.
Los velorios se alumbran con velas, porque ellos piensan que su luz ayuda a las almas a encontrar su camino;
se reza durante toda la noche y se ofrece a los asistentes café, mezcal y cigarros.
La muerte de un niño es motivo de regocijo y en algunos pueblos bailan toda la noche pues suponen que su
alma ha ido directamente al cielo
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Elementos imprescindibles para recibir a las ánimas
Cada uno de los siguiente elementos encierra su propia historia, tradición, poesía y, más que nada,
misticismo.
El agua. La fuente de la vida, se ofrece a las ánimas para que mitiguen su sed después de su largo recorrido y
para que fortalezcan su regreso. En algunas culturas simboliza la pureza del alma.
La sal. El elemento de purificación, sirve para que el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y vuelta para
el siguiente año.
Velas y veladoras. Los antiguos mexicanos utilizaban rajas de ocote. En la actualidad se usa el cirio en sus
diferentes formas: velas, veladoras o ceras. La flama que producen significa "la luz", la fe, la esperanza. Es
guía, con su flama titilante para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a
su morada. En varias comunidades indígenas cada vela representa un difunto, es decir, el número de
veladoras que tendrá el altar dependerá de las almas que quiera recibir la familia. Si los cirios o los
candeleros son morados, es señal de duelo; y si se ponen cuatro de éstos en cruz, representan los cuatro
puntos cardinales, de manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa.
Copal e incienso. El copal era ofrecido por los indígenas a sus dioses ya que el incienso aún no se conocía,
este llegó con los españoles. Es el elemento que sublima la oración o alabanza. Fragancia de reverencia. Se
utiliza para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su casa sin ningún peligro.
Las flores. Son símbolo de la festividad por sus colores y estelas aromáticas. Adornan y aromatizan el lugar
durante la estancia del ánima, la cual al marcharse se irá contenta, el alhelí y la nube no pueden faltar pues su
color significa pureza y ternura, y acompañan a las ánimas de los niños.
En muchos lugares del país se acostumbra poner caminos de pétalos que sirven para guiar al difunto del
campo santo a la ofrenda y viceversa. La flor amarilla del cempasuchil (Zempoalxóchitl) deshojada, es el
camino del color y olor que trazan las rutas a las ánimas.
Los indígenas creían que la cempasúchil era una planta curativa, pero ahora solo sirve para adornar los altares
y las tumbas de los difuntos. Por esta razón se dice que a lo largo del tiempo la flor fue perdiendo sus poderes
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curativos. Flor de cempasúchil significa en náhuatl "veinte flor"; efeméride de la muerte.
El petate. Entre los múltiples usos del petate se encuentra el de cama, mesa o mortaja. En este particular día
funciona para que las ánimas descansen así como de mantel para colocar los alimentos de la ofrenda.
El izcuintle. Lo que no debe faltar en los altares para niños es el perrito izcuintle en juguete, para que las
ánimas de los pequeños se sientan contentas al llegar al banquete. El perrito izcuintle, es el que ayuda a las
almas a cruzar el caudaloso río Chiconauhuapan, que es el último paso para llegar al Mictlán.
El pan El ofrecimiento fraternal es el pan. La iglesia lo presenta como el "Cuerpo de Cristo". Elaborado de
diferentes formas, el pan es uno de los elementos más preciados en el altar.
El gollete y las cañas se relacionan con el tzompantli. Los golletes son panes en forma de rueda y se colocan
en las ofrendas sostenidos por trozos de caña. Los panes simbolizan los cráneos de los enemigos vencidos y
las cañas las varas donde se ensartaban.
Otros objetos para rememorar y ofrendar a los fieles difuntos
El retrato del recordado sugiere el ánima que nos visitará, pero este debe quedar escondido, de manera que
solo pueda verse con un espejo, para dar a entender que al ser querido se le puede ver pero ya no existe.
La imagen de las Ánimas del Purgatorio, para obtener la libertad del alma del difunto, por si acaso se
encontrara en ese lugar, para ayudarlo a salir, también puede servir una cruz pequeña hecha con ceniza.
Pueden colocarse otras imágenes de santos, para que sirva como medio de interelación entre muertos y vivos,
ya que en el altar son sinónimo de las buenas relaciones sociales. Además, simbolizan la paz en el hogar y la
firme aceptación de compartir los alimentos, como las manzanas, que representa la sangre, y la amabilidad a
través de la calabaza en dulce de tacha.
El mole con pollo, gallina o guajolote, es el platillo favorito que ponen en el altar muchos indígenas de todo
el país, aunque también le agregan barbacoa con todo y consomé. Estos platillos son esa estela de aromas, el
banquete de la cocina en honor de los seres recordados. La buena comida tiene por objeto deleitar al ánima
que nos visita.
Se puede incluir el chocolate de agua. La tradición prehispánica dice que los invitados tomaban chocolate
preparado con el agua que usaba el difunto para bañarse, de manera que los visitantes se impregnaban de la
esencia del difunto.
Las calaveras de azúcar medianas son alusión a la muerte siempre presente. Las calaveras chicas son
dedicadas a la Santísima Trinidad y la grande al Padre Eterno.
También se puede colocar un aguamanil, jabón y toalla por si el ánima necesita lavarse las manos después del
largo viaje.
El licor es para que recuerde los grandes acontecimientos agradables durante su vida y se decida a visitarnos.
Una cruz grande de ceniza, sirve para que al llegar el ánima hasta el altar pueda expiar sus culpas
pendientes.
El altar puede ser adornado con papel picado, con telas de seda y satín donde descansan también figuras de
barro, incensario o ropa limpia para recibir a las ánimas.
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La ofrenda, en sí, es un tipo de escenografía donde participan nuestros muertos que llegan a beber, comer,
descansar y convivir con sus deudos.
¿Que es halloween?
Antes de la era cristiana, cuando los celtas (bretones, galos, escoceses e irlandeses) disfrutaban aún de
relevancia social solían celebrar el arranque del año nuevo, que coincidía con el final del verano, vía
sacrificios en honor del Señor del Cielo y la Tierra, Saman.
La fiesta arribó en Estados Unidos a mitad del siglo XIX, cuando los emigrantes irlandeses trasladaron el
ritual druida al otro lado del Atlántico.
La noche del 31 de octubre era costumbre, tradicionalmente, recorrer las calles del vecindario, de puerta en
puerta, pidiendo comida para los dioses. La disyuntiva, Trato o Truco, ponía a los habitantes del inmueble
asaltado contra la pared. O contribuían a la causa aportando sus ofrendas alimenticias o se atenían a las
consecuencias.
Esta festividad, que con el paso del tiempo, acabó perdiendo su caracter ritual, ha ido calando en la
celebración cristiana del Día de Todos los Santos. Fiesta oficial para llevar flores a la tumba de los difuntos.
Un día familiar y nostálgico, de cementerios abarrotados y recuerdos dolorosos.
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