CIENCIA, ENERGÍA Y CONTAMINACION ATMOSFÉRICA Héctor G. Riveros, Instituto de Física, UNAM La contaminación atmosférica antropogénica tiene su principal fuente en los procesos de combustión requeridos para la producción de electricidad, transporte, etc. El petróleo suministra cerca del 90% de las necesidades energéticas nacionales, y su consumo emite dióxido de carbono CO2, monóxido de carbono CO, hidrocarburos HC y óxidos de nitrógeno NOx a la atmósfera de las poblaciones. La combustión en quemadores continuos como calderas y estufas es más completa (emite menos contaminantes) que en los motores de explosión interna, que tienen paredes frías que inhiben la combustión total. La ciencia proporciona herramientas para medir la contaminación atmosférica a través de la absorción característica de las moléculas en el infrarrojo, en el visible o en el ultravioleta. Permite reducirla en las fuentes mejorando el diseño de los motores y quemadores industriales, o en los escapes y chimeneas mediante filtros y catalizadores. El análisis de los datos permite inferir procesos y medios para evaluar la relación costo/beneficio de las distintas posibilidades para reducir la contaminación. Es en el estudio de alternativas energéticas donde podemos esperar los mejores resultados. Necesitamos obtener energías no contaminantes que permitan un desarrollo sustentable, ya que los recursos petroleros mundiales son cada vez mas reducidos. La Figura 1 muestra la historia de la producción y consumo de petróleo en nuestro país. La producción se incrementó al 3.9% anual desde 1958 hasta 1973, pero el consumo subió al 6.7% desde 1958 hasta 1982, con el resultado de que las curvas se cruzaron y de 1970 a 1973 importamos petróleo. Por esa época se descubrieron grandes yacimientos, lo que permitió que con una gran inversión se incrementara la producción petrolera al 22% anual desde 1973 hasta 1982. Lo malo fue que el ingreso de México al mercado mundial coincidió con una baja drástica en los precios del petróleo y que a ese ritmo de extracción rápidamente nos hubiéramos quedado sin petróleo. En 1982 se decidió congelar la producción 2 manteniéndola casi estable, pero también hemos tenido una crisis casi continua que ha hecho que el consumo se incremente al 0.67% anual, que no compensa siquiera el crecimiento demográfico. Pet. Produc. 3.9% (58-73), 22% (73-82 Pet. Consu. 6.7% (58-82), 0.67% (82-01) 350 0 Thousands barrel/day 300 0 250 0 200 0 150 0 100 0 500 0 -500 195 8196 4197 0197 6198 2198 8199 4200 0 6/8/2006 Prod Exp ort Cons 9 Fig. 1.- Producción, Exportación y consumo de petróleo en México. En los últimos años la situación no ha cambiado, pero se estima que tenemos reservas probadas para 10 años al ritmo de extracción actual. Esto quiere decir que es urgente que empecemos a ampliar nuestros recursos energéticos. El tema de la contaminación ha generado muchas propuestas para reducirla. Entre las más conocidas están: las chimeneas ecológicas, los imanes en las líneas de combustible de los motores e inyectar iones a la atmósfera. La idea de la chimenea ecológica era calentar el aire en una chimenea para que se formara una columna de aire en movimiento capaz de romper la capa de inversión, causando la dispersión de los contaminantes. Desgraciadamente el cálculo numérico demostró que la idea no era factible. Los imanes en los motores pretenden un incremento del 20% en la eficiencia y una reducción del 40% en las emisiones contaminantes. La idea es que los imanes 3 alinean las moléculas del combustible facilitando su combustión. El problema es que la energía de alineación de las moléculas es muy pequeña comparada con la energía de combustión. Las pruebas experimentales no mostraron ningún efecto ni en la eficiencia ni en la contaminación. La idea de inyectar iones en el aire se basa en que sirvan como centros de nucleación para la humedad del aire, de manera que se obtenga una ganancia en energía cercana a 100 millones de veces. Se afirmaba que se podían evitar huracanes en Rusia, reducir granizadas en Argentina, quitar la niebla en aeropuertos (Moscú y Tuxtla Gutiérrez), hacer llover en Sonora, y reducir la contaminación en el D. F. Desgraciadamente las pruebas mostraron que no había efectos en la contaminación de la ciudad, con la posibilidad de formar ozono en la inyección. No basta con tener buenas intenciones para reducir la contaminación. RESUMIENDO: El primer paso para controlar la contaminación es medirla con instrumentos adecuados. En las grandes ciudades se miden: monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno NOx, hidrocarburos, partículas sólidas y ozono. Estos contaminantes están relacionados con la quema de combustibles en motores y calderas, por lo que se estudian nuevos motores y quemadores bajos en NOx. La ciencia estudia el transporte y dispersión de los contaminantes mediante pulsos sonoros y electromagnéticos mediante nuevos instrumentos. Aunque también se usa lenguaje científico para promover dispositivos que no funcionan para reducir la contaminación. El diseño de nuevos instrumentos contribuirá seguramente a reducir la contaminación atmosférica en las grandes ciudades. Podemos recomendar que se tome en cuenta la información obtenida: controlar mejor al transporte público, homologar las verificaciones en el país, incrementar la poca vida de los catalizadores para el control de NOx, que los vehículos a gas contaminan más de lo esperado, y que exentar de la verificación a los vehículos limpios detectados con sensores remotos, sería un gran ejemplo del gobierno sirviendo a sus ciudadanos, como la Universidad está sirviendo al país. 4 El calentamiento global impulsa la colaboración académica L. Gottdiener FC-UNAM Es bien conocida la renuencia del gobierno estadounidense durante la mayor parte de la administración Bush para tomar medidas efectivas ante el problema del calentamiento global. Pero en el ámbito académico la reacción ha sido diferente. Según un centro educativo norteamericano, existen en los Estados Unidos más de 600 instituciones académicas que, por su nombre, parecerían estar dedicadas a la investigación o educación ambiental. En realidad, muchas son las mismas que hace una o dos décadas se centraban en la innovación, la globalización, o la ética, aunque ahora han reformulado sus objetivos para destacar el aspecto ambiental. Pero hay también un buen número de instituciones especialmente orientadas a cuestiones ambientales y climáticas, creadas recientemente en universidades de prestigio. Típicamente son interdisciplinarias y, además de investigar aspectos ambientales, analizan cómo influenciar las políticas públicas al respecto, e intentan enseñar a sus estudiantes cómo abordar dichos problemas en el mundo real, no académico. El Instituto Tecnológico de Rochester, por ejemplo, estableció el Instituto Golisano de Sustentabilidad con el objetivo de que estudiantes y profesores de diferentes áreas estudien las ramificaciones ambientales de la producción y el consumo, dado que el problema de la sustentabilidad abarca aspectos económicos, sociales, de ingeniería, etc., que no pueden ser resueltos por expertos de una sola disciplina. La Universidad de Yale fundó recientemente el Centro para Negocios y el Medio Ambiente. La Universidad de Tennessee consolidó hace poco más de un año sus diversos programas ambientales en un nuevo Instituto para un Medio Ambiente Seguro y Sustentable. La Universidad Estatal de Arizona abrió en 2004 su Instituto Global de Sustentabilidad, en el que expertos en biogeoquímica analizan, junto con científicos sociales, el impacto de la urbanización acelerada sobre plantas y animales. 5 Estos conceptos han permeado el mundo académico, y más universidades están abriendo centros donde los estudiantes de ingeniería investigan combustibles alternos, los de administración su impacto económico, y los de ciencias políticas su aceptación por los gobiernos de su propio país y del tercer mundo. Algunos de estos centros, denominados de sustentabilidad, o ambientales, o de calentamiento global, se han creado como entidades independientes, fuera de las escuelas existentes, pero otros se han instalado dentro de ellas. En la Universidad de Pittsburgh, por ejemplo, la Escuela de Ingeniería inauguró en 2003 la Iniciativa Mascaro de Sustentabilidad, dedicada a la “construcción verde” y al uso sustentable del agua. Algunos de estos institutos van más allá de los estudios del medio ambiente. El Centro Kenan-Flagler para la Empresa Sustentable de la Universidad de Carolina del Norte investiga culturas globales, ética de negocios, y responsabilidad social corporativa, además de los temas estrictamente ambientales. Varios centros están tratando de rebasar los confines de la academia. El de Yale, por ejemplo, está desarrollando una “clínica de eco-servicios” que ayude a las empresas a encarar cuestiones ambientales. La Iniciativa de Sustentabilidad Corporativa de la Universidad de Duke, que pertenece a la Alianza de Empresas Sustentables de Chicago, fabricó una pequeña turbina eólica para uso particular, y ayuda a las empresas locales a reducir sus emisiones de carbono. Los fondos para los centros mencionados no proceden sólo de las arcas universitarias, sino de donantes particulares. Por ejemplo, la familia Erb donó 20 millones de dólares a la Universidad de Michigan para la creación y operación del Instituto Erb para la Empresa Sustentable Global, cuyo objetivo es que capitalistas de riesgo enseñen a los estudiantes a invertir en tecnologías verdes. Otra benefactora privada aportó 15 millones de dólares al instituto de Arizona, y 10 millones más para crear una Escuela de Sustentabilidad que otorgue grados académicos. La gran mayoría de los fondos del Instituto Golisano de Rochester han procedido de un donador del mismo nombre. Algunos centros, como el de la Universidad de Arizona, han logrado obtener fondos del gobierno. La ciudad de Phoenix es un buen ejemplo del llamado efecto de la isla de calor, que consiste en que las ciudades absorben calor durante el día y 6 lo emiten durante la noche. De ahí que el instituto de Arizona haya recibido financiamiento de la Agencia de Protección Ambiental y del estado de Arizona para investigar si hay materiales de construcción que mitiguen dicho efecto. También hay empresas privadas que proporcionan financiamiento a los centros mencionados. Una arrendadora de automóviles donó el año pasado 25 millones de dólares para crear el Instituto Enterprise, que realizará investigación sobre biocombustibles basados principalmente en maíz y soya. La compañía Dow Chemical ha ofrecido aportar, a lo largo de cinco años, 10 millones de dólares a la Universidad de California en Berkeley, para establecer un centro de sustentabilidad. Según un ejecutivo de la empresa, “Berkeley posee una de las mejores escuelas de ingeniería química del mundo, pero son los estudiantes de administración quienes saben hallar los mecanismos financieros necesarios”. Berkeley está utilizando los fondos proporcionados por Dow para establecer un Programa de Productos y Soluciones Sustentables dentro de su Centro de Empresas Responsables. Aunque éste pertenece a la Escuela de Negocios, en el programa participarán químicos, biólogos, analistas financieros, especialistas en política, e incluso abogados, de Berkeley. Varias transnacionales – ExxonMobil, General Electric, Toyota, etc. - han ofrecido fondos al Proyecto de Energía y Clima Global de la Universidad de Stanford, que explora nuevas tecnologías energéticas. La Fundación Shell ha estado financiando al Centro Shell de Sustentabilidad de la Universidad de Rice desde 2002, y WalMart ha prometido fondos para un Centro de Sustentabilidad Aplicada en la Universidad de Arkansas. Habrá que ver si algunos de los millonarios y las grandes empresas nacionales se deciden a seguir el ejemplo de sus similares estadounidenses, y aportan cantidades importantes a las instituciones académicas nacionales que les ayuden a encontrar soluciones a los problemas que plantea el calentamiento global. (Fuente: New York Times, dic. 2007) ***** Invitación: Los físicos que deseen contribuir a esta sección con material sobre calentamiento global y temas similares, dirigirse a: [email protected]