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REPÚBLICA ARGENTINA
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN
REUNIÓN PLENARIA DE LAS COMISIONES DE SISTEMAS, MEDIOS DE
COMUNICACIÓN Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN, DE ASUNTOS
CONSTITUCIONALES, DE PRESUPUESTO Y HACIENDA Y DE INDUSTRIA Y
COMERCIO
Salón “Azul” — H. Senado de la Nación
1º de octubre de 2009
Presidencia del señor senador Jenefes
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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─ En el Salón Azul del H. Senado de la Nación, a las 9 y 50 del
jueves 1° de octubre de 2009:
Sr. Presidente (Jenefes). — Damos inicio al plenario de las comisiones de Sistemas, Medios
de Comunicación y Libertad de Expresión, de Asuntos Constitucionales, de Presupuesto y
Hacienda, y de Industria y Comercio.
En esta primera parte, se encuentran presentes el rector de la Universidad Nacional de
Misiones, Aldo Caballero; el rector de la Matanza, Daniel Martínez; y el rector de la
Universidad de Río Negro, Juan Carlos del Bello. Además, están presentes los rectores de la
Universidad de San Martín; de la Universidad de Quilmes; de la Universidad del Centro,
provincia de Buenos Aires; de la Universidad de Chilecito; y de la Universidad Nacional
Patagonia San Juan Bosco.
Tiene la palabra el rector de la Universidad Nacional de Misiones, Aldo Caballero.
Sr. Caballero. — Es para nosotros un honor participar de este momento histórico de la
Nación. Si bien estamos aquí algunos rectores, venimos en representación del Consejo
Interuniversitario Nacional. Este Consejo nuclea a la totalidad de las universidades públicas
de la República Argentina, y todo lo que expresemos es en su representación.
En ese sentido, no fue posible la presencia de todos los rectores aquí —aunque era el deseo—
porque acabamos de finalizar una reunión plenaria que se realizó en la localidad de Villa
María, Córdoba. Por lo tanto, venimos a exponer la posición que este Consejo adoptó en
forma de acuerdo plenario, y aprobado por unanimidad.
Por consiguiente, no es una cuestión menor e irrelevante que el conjunto de las
universidades nacionales —insisto, en su totalidad y por unanimidad—, hayamos decidido
estar aquí participando activamente, en este momento histórico. No quedan dudas que estar
debatiendo un proyecto de ley de esta naturaleza que viene a sustituir una ley —la cual no
podemos llamarla así, por su ilegitimidad de origen—, es sin dudas un momento histórico.
Por un lado, no podemos desconocer —cuando estamos adentrándonos cada vez más en
la era del conocimiento—, es un componente fundamental para que todos y cada uno de los
argentinos y argentinas, acceder a la información. Es decir, cuando hablamos de un sistema
de comunicación, no estamos hablando de equipos de tecnología, sino de una tecnología que
tiene que servir para que accedamos al conocimiento. Por lo tanto, es una cuestión
fundamental en el proceso educativo.
La naturaleza del tema que se está tratando hoy tiene que ver con la razón de ser de las
universidades, sobre todo con las universidades públicas. En esta era del conocimiento, la
función de las universidades públicas ya no es la de otorgar títulos, sino que tenemos y
sentimos la obligación, la necesidad y el compromiso social de colaborar, desde nuestro lugar
—el que le corresponde a las universidades nacionales—, a realizar todos los aportes de los
cuales seamos capaces para contribuir al desarrollo de la Nación.
En particular, esta cuestión que tiene que ver con una ley que tienda a organizar nuestro
sistema de medios de comunicación, es una problemática que en las universidades se viene
abordando desde el primer día que se retomó esta etapa democrática. Además, se viene
trabajando desde el fin de la dictadura; desde las cátedras de comunicación social; desde la
red de radios universitarias, que están en varias universidades nacionales; y desde ese mismo
momento, se vinieron generando elementos como para ir aportando a lo que debería ser una
ley —algo que siempre soñamos— que regule, organice y democratice el acceso a la
información.
En las universidades nacionales, este tema lleva veintiséis años de debate, desde las
cátedras en las cuales participan los estudiantes y los docentes. Esos elementos se fueron
recogiendo sistemáticamente, como corresponde en el ámbito académico. Una vez que se
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conformó la coalición por una radiodifusión democrática, las universidades nos integramos a
aquella y participamos en todas las discusiones, acordando sobre los 21 Puntos que dan el
sustento inicial o el disparador para la confección del proyecto de ley, girado posteriormente
a Diputados.
Todos los aportes que se recogieron en esas instancias fueron plasmados en ese proyecto.
Después en la necesidad de someter a un debate mucho más amplio —como corresponde para
una ley de esta naturaleza—, se realizaron 24 foros en todas las provincias argentinas, los
cuales fueron impulsados por las universidades nacionales, las cuales constituimos el motor
que generó estos debates.
Además, se realizaron 80 conferencias para exponer todas las opiniones que se fueron
recogiendo en estos foros. Más de quince mil opiniones fueron recogidas y sistemáticamente
procesadas, en el ámbito universitario, porque tenemos las carreras de comunicación social
que tienen los elementos técnicos y científicos como para poder procesar tamaña cantidad de
información. Asimismo, eso hizo posible que lleguemos a pronunciarnos treinta
universidades que apoyamos el debate del proyecto que había elevado el Poder Ejecutivo
nacional a la Cámara de Diputados. Sin embargo, había algunas cuestiones en las que no
estábamos de acuerdo todos los universitarios Esas cuestiones se trataron en la Cámara de
Diputados, y así llegamos hoy a la instancia en la que contamos con un acuerdo plenario.
Esto significa que todas las universidades nacionales —representadas por sus rectores junto
al conjunto de las universidades y todos los claustros de las cuarenta y tres universidades
nacionales—, plasmamos el apoyo al tratamiento de esta ley y a su aprobación, unanimidad.
Como ustedes saben, el ámbito universitario es muy complejo. Hay una diversidad
ideológica, política y de identidad. Estamos diseminados en todo el país: desde mi provincia,
Misiones, al Norte, hasta Río Negro, al Sur, la Patagonia –está también el rector presente–,
todas las universidades nacionales que de algún modo representamos a un país federal.
Porque en igualdad de condiciones estamos todos participando del Consejo Interuniversitario
Nacional sin importar la ubicación geográfica o la cantidad de alumnos que tengamos. Si hay
un ámbito plural, ese es el universitario. Pongo énfasis en esto para mostrar que solamente a
partir de un trabajo muy prolongado, de mucho debate, de muchas discusiones y hasta de
peleas, se llega a este punto veintiséis años después de conseguir un acuerdo plenario en el
que las universidades nos manifestamos a favor de sustituir una ley –por llamarla de ese
modo– cuya legitimidad de origen es absolutamente absurda, y esa es una cuestión
indiscutible. No hay duda de que cualquier herramienta que surja de un gobierno
democrático, y sobre todo a partir del debate que se está dando en esta instancia, que nos
permite hoy a los rectores estar aquí en este espacio hablando con nuestros legisladores para
transmitirles nuestras ideas, es una muestra muy concreta de que el discurso democrático es
hoy una realidad. Entonces, por eso no podemos dejar de apoyar esto que se está dando y que
nos permitirá dar un salto cualitativo. Seguramente, a futuro y como resultado de la evolución
tecnológica habrá que ir corrigiendo la ley.
Hoy tenemos, veintiséis años después del inicio de esta etapa democrática, elementos
científicos, académicos, como para decir que es el momento de cambiar la ley que está
vigente. No quiero abundar acerca de las cuestiones técnicas, pero es obvio que desde esta
herramienta que tenemos vigente hoy –el decreto ley de la dictadura– ha perdido vigencia
desde todos los puntos de vista. Su mismo nombre muestra lo vieja que es, y lo
desactualizada que está. No solamente para las universidades, este proyecto de ley es una
herramienta fundamental, porque nos va a permitir contar con elementos que van a potenciar
nuestras capacidades para llegar con nuestras cátedras, con nuestro desarrollo académico, a
muchos lugares.
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Sin entrar en detalles, se puede decir que este proyecto que está en tratamiento tiene
como una de las virtudes poder permitir contar a nosotros con medios como para realizar
clases por video conferencia, llegar a través de la pantalla de televisión con muchas de las
cuestiones que se debaten, se discuten y enseñan en las universidades. Lo que de por sí ya es
un proceso sumamente importante, porque no es ni más ni menos que una herramienta como
para democratizar la educación superior; democratizar la educación superior. No se trata
solamente de qué noticias se transmiten o de qué películas vemos, es una herramienta para
democratizar la educación superior. De eso se trata: de una educación superior que
defendemos como un bien público. Por lo tanto, esto de los medios de comunicación –la
posibilidad del acceso a la información y al conocimiento– debe ser un bien público. Las
herramientas para que la educación sea un bien público... tienen que ser también un bien
público. Creo que eso es donde ponemos el acento, y por eso, más allá de las diferencias que
existen en el ámbito universitario, de opiniones, de concepciones, en esto estamos todos
juntos y por unanimidad. Eso es lo que queríamos venir a manifestar a nuestras legisladoras y
legisladores, que han tenido la valentía –eso lo reconocemos– de discutir en esta instancia,
porque hay que tener la valentía de hacerlo. Sabemos que desde hace veintiséis años se viene
intentando y es este Congreso el que se animó a hacerlo.
Por eso expresamos también nuestro agradecimiento y nuestras felicitaciones por esa
valentía, que es la que necesitamos los argentinos para poder desarrollarnos. Creo que todo lo
que hacemos los legisladores, las legisladoras, el Poder Ejecutivo, las universidades, todos
los que tenemos alguna responsabilidad, debe servir para mejorar la calidad de vida de la
gente. Si no, no sirve para nada nuestro trabajo.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el señor rector de La Matanza, Daniel Martínez.
Sr. Martínez. – Señor presidente, señoras senadoras, señores senadores: en nombre del CIN,
como dijo anteriormente el señor rector de Misiones, quiero agradecer la oportunidad para
poder venir a esta Comisión y charlar acerca de cuál es el pensamiento de las universidades
respecto de esta ley de medios que se está tratando en el Congreso. Gran parte de los que eran
los fundamentos o el pensamiento universitario respecto de esta ley ya fue tocada por el
rector preopinante, pero quería destacar algunos temas puntuales.
En primer término, el CIN se compone de cuarenta y tres universidades que son
absolutamente heterogéneas en su pensamiento, en su armado, en su conformación. Dentro de
estas cuarenta y tres universidades, la mayoría tiene carreras de comunicación, de
comunicación social y periodismo. O sea que no estamos ajenas a este tratamiento de ley.
Pero un aspecto importante a resaltar es que en cada una de estas carreras o facultades existe
lo que llamamos comisiones o cátedras, y en cada una de éstas, vinculadas al área de
periodismo, de difusión, de comunicación, se tocan estos temas. Y es el pensamiento que se
viene discutiendo desde hace más de veintiséis años: la falta de un marco regulatorio
apropiado para poder desempeñarse en lo que hace al ámbito profesional de la comunicación.
Porque es el área donde se forman todos los profesionales. Muchos de los profesionales
periodistas que hoy están trabajando este tema se han formado en la Universidad, pero lo han
hecho en la ausencia de un marco regulatorio, de un vacío el cual no permite, a lo mejor,
siquiera poder acceder a distintos medios de comunicación porque las licencias se han
encontrado suspendidas. Por eso se llevó a cabo un amplio debate, no solamente en las
cátedras, sino en las universidades.
Como dijo anteriormente, debo resaltar que hubo veinticuatro foros federales, donde
cada uno de los docentes y estudiantes, tuvo la oportunidad de expresar su opinión, el
disenso, que es lo que hace fuerte a las universidades. Porque es la capacidad de disentir, de
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saber que el otro puede pensar distinto que nosotros y aceptarlo, y enriquecer cuál fue el
procedimiento y la discusión.
Sabemos que esta ley, a lo mejor, puede ser incompleta o limitada, pero es en este
ámbito, donde están los diputados y senadores, donde se debe encontrar el instrumento para
enriquecerla. Pero seguramente no debe ser una discusión entre los legisladores y los medios.
Debe ser una discusión más amplia, donde se incluya a la sociedad civil y parte de esa
sociedad civil son las universidades.
En este pasar del tiempo, como dijo el rector de Misiones, tenemos una ley
sancionada en la época del proceso militar y desde el 84 se suspendieron las licencias. Así
que un ciudadano que quería acceder a una radio comunitaria seguramente tenía dificultades
para acceder. Piensen que estamos hablando de una simple radio comunitaria. Las
universidades tenemos serias dificultades para acceder a un espacio de una FM o un canal de
televisión, a pesar de ser universidades nacionales, de formar parte del Estado nacional.
Tenemos dificultades para acceder a lo que se denomina “un espacio en el espectro
audiovisual”.
Asimismo, debo resaltar que en estos años se han actualizado mucho los medios
técnicos. Se ha actualizado la computación, internet, etcétera. Todo este avance tecnológico
no está comprendido ni legislado en el aspecto legal.
No quiero ahondar en temas específicos, no lo conozco bien, todos sabemos del tema
del triple play y otras cuestiones que son técnicas y que realmente cuando se sancionó la ley
no estaban. Entonces, es un marco en el cual se debería avanzar.
Aparte de las universidades, quiero señalar que nosotros conformamos, a través de las
universidades que tenemos, una emisora, la Red Nacional Audiovisual Universitaria; también
hay un canal, sobre el cual elaboramos distintos programas. Asimismo, puedo mencionar la
Asociación de Radios Universitarias Nacionales. Estas dos redes como forman parte de las
universidades son redes dependientes del Consejo Interuniversitario Nacional y quiero
recalcar que en este espacio también se dio una amplia discusión sobre los contenidos y el
proyecto de ley. Entonces, no solamente fueron los 24 foros nacionales, las radios
universitarias y la red que conforman, que son dos organismos distintos, sino también hubo
ocho congresos y se recogió la opinión de más de quince mil participantes con respecto a esta
ley. Seguro que la ley es incompleta y muchas cuestiones ya han sido abordadas en la Cámara
de Diputados. Como universidad, la última instancia que nos quedaba era tratarlo en un
plenario, donde están representados los rectores de todos los colores políticos de las distintas
universidades. Esto se votó el día martes de esta semana y fue aprobado por unanimidad de
todos los rectores. Es decir, rectores de todos los colores políticos han apoyado este proceso
que se debe dar democráticamente en este lugar, en el Congreso de la Nación, porque aquí
están los representantes del pueblo.
No quiero extenderme más porque abundaría en temas a los que ya se ha referido mi
colega. Simplemente, quería leer el texto que concluyó este plenario. Dice lo siguiente:
“Según brega la Constitución Nacional, el Congreso de la Nación es el ámbito natural para
legislar. Del tratamiento de dicho ámbito, debe entonces surgir el equilibrio necesario para la
sanción definitiva de la ley de servicios de comunicación audiovisual de la democracia,
discusión que en nuestros espacios lleva ya 26 años. Seguramente, servirán para enriquecer
un debate que, además de urgente, es legítimo como lo es en el mandato de quienes deben
darlo. Cómo uno puede pedir entonces a nuestros legisladores y legisladoras que se aboquen
con toda dedicación y empeño a resolver por fin esta vieja deuda con la democracia
argentina.
Todos los legisladores y las legisladoras, respondiendo a quienes representan, tienen
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el derecho y el deber de revisar y corregir el proyecto presentado. Lo que no se puede hacer
es seguir demorando la resolución de una deuda que lleva casi dos décadas y media y que
lastima la democracia que estamos dispuestos a defender sin claudicaciones.” Este es el
párrafo final del plenario del día martes, que hemos concluido los rectores.
— Se retira el señor Martínez.
— Ingresa el señor Juan Carlos del Bello, rector de la Universidad de
Río Negro.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor Juan Carlos del Bello, rector de la Universidad
de Río Negro.
Sr. del Bello. — No voy a reiterar las palabras que ya se han dicho, simplemente quiero
decirles que se llegó a esta resolución el día martes en nuestro plenario de rectores de todas
las universidades nacionales después de un largo proceso. Si ustedes observan los
considerandos de esta resolución, que en la parte resolutiva ratifica la adhesión a los 21
Puntos de la Coalición, señalamos el Séptimo Encuentro de Facultades de Ciencias de la
Comunicación, que se realizó casualmente en General Roca, provincia de Río Negro, en este
mes de septiembre. Es decir que una resolución de rectores es un proceso de culminación de
un largo proceso. Los rectores de las universidades nacionales fueron partícipes de los foros.
Incluso, algunos de los que estamos aquí presentes teníamos observaciones al anteproyecto y
lo pudimos hacer público. Por eso, por ejemplo, celebramos en nuestro caso la decisión de la
presidenta de la Nación de haber excluido a las telefónicas en el sistema y que esto haya sido
adoptado como una forma de perfeccionar un anteproyecto de ley que, como señalaron los
que me precedieron en el uso de la palabra, es una deuda de la democracia y que es fruto del
debate en todas las universidades nacionales.
Las universidades nacionales hacen de la libertad de expresión y de opinión un valor
que, como saben, es de polémica, reflexión y de puntos de vista. Pero esto no incluye
solamente a las carreras de comunicación social, sino que incluye a otras disciplinas como las
ciencias económicas, el tema de la concentración o lo que son las estructuras de mercado
oligopólicas en todos los sectores. La defensa de la competencia ha sido estudiada en la
literatura económica; así como los neoschumpeterianos sostienen que es importante la
innovación tecnológica y que eso va dando rentas monopólicas, esto debe llegar a un límite y,
por lo tanto, es imprescindible la regulación del Estado. En este sentido, queremos señalar
que la forma en que ha sido planteado desde el anteproyecto de ley el tema de la distribución
de las cuotas de mercado y, por lo tanto, la regulación de los monopolios es algo que hemos
aprobado desde el inicio.
Asimismo, deseo señalar que la academia produce documentos. Estos documentos
dan lugar a publicaciones, que tienen réferis que examinan los trabajos y que, por lo tanto, se
trata de algo que debemos reivindicar. Esto no se remonta a 26 años, se remonta incluso hasta
el año 1973 cuando un académico, Heriberto Muraro, problematizó en la revista Crisis la
propiedad de los medios en insoslayable artículo “La manija”, quiénes son los dueños de los
medios de comunicación en América Latina. Se debe reconocer el trabajo de otro académico
—no sé si ha estado aquí— de nuestra querida Universidad Nacional de Quilmes, el señor
Martín Becerra, en su reciente libro “Los dueños de la palabra”, que está prologado por el ex
presidente de Bolivia, Carlos Mesa, a propósito de la palabra esencia de la libertad, a
propósito de cómo cuando la palabra tiene dueño se moldean los gustos de la audiencia en un
descaro tal que nos exime de mayores consideraciones, apelando, como era previsible, a
apretar las teclas más sensibles del morbo, gusto por lo escabroso, y pulsiones oscuras de los
seres humanos. Asimismo, está prologado por el catedrático español Bustamante, que
reivindica a quienes se atreven a cuestionar a los dueños de la palabra. En este trabajo de
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Becerra y Mastrini se hace un análisis de los procesos de concentración de medios en toda
América Latina, no solamente en la Argentina, y utilizan una metodología científicamente
comprobada, el índice ICR 4, ICR 8. De modo tal que estamos acá en carácter de académicos,
más allá de provenir de distintas formaciones disciplinarias, porque mi colega de acá al lado
es un doctor de las ciencias naturales, no de las ciencias de la comunicación, y yo no soy
académico en el campo de las ciencias de la comunicación, sino en el campo de las ciencias
económicas.
Por otro lado, sabemos que el proyecto tiene puntos controvertidos y reconocemos la
legitimidad de los representantes del pueblo en este Congreso de la Nación porque es la
forma de sostener la República, ya que a algunos de los que estamos acá presentes nos costó
8 años de exilio y a otros les costó la vida. Y, por lo tanto, decimos que este Congreso que
representa al pueblo, como concluyó mi colega de La Matanza, tiene toda la legitimidad para
manifestar su opinión, expresarla, disentir, hacer aportes y luego resolver por los sistemas de
mayoría y de minoría.
Entre los puntos controversiales, a esta altura del partido y que ha sido tema de
tratamiento en nuestro cuerpo, es el de la autoridad de aplicación Queremos decirles a ustedes
que aunque en esa autoridad de aplicación haya un solo miembro que exprese al sistema
universitario nacional, un único miembro tendrá una voz muy alta, una voz tan alta que
cualquier tipo de arbitrariedad que se produzca a través de la autoridad de aplicación, será
caja de resonancia en las 43 universidades nacionales que están a lo largo y a lo ancho de
nuestra patria y que, como todos sabemos, en su mayoría llevan la denominación de las
provincias o de distritos o partidos como es el caso del conurbano bonaerense. En conclusión,
legisladoras y legisladores, señoras senadoras y señores senadores nacionales, venimos acá a
manifestar el apoyo al tratamiento del proyecto de ley de servicio de comunicación
audiovisual en este Congreso de la Nación.
Señor presidente: muchas gracias.
Sr. Presidente. — A continuación ¿hacemos hablar al representante del Consejo Profesional
de Ingeniería de Telecomunicaciones, Electrónica y Computación, ingeniero Enrique Alfredo
Honor o primero hacemos preguntas?
Tiene la palabra el ingeniero Enrique Alfredo Honor.
Sr. Honor. — Soy el presidente del Consejo Profesional de Ingeniería en Electrónica
Telecomunicaciones y Computación. Es un Consejo creado por ley, que tiene 50 años de
vida, los hemos cumplido este año. Nosotros tenemos el control del ejercicio profesional
delegado por el Estado en materia de telecomunicaciones, radiodifusión y computación.
Tenemos matriculados a técnicos, analistas, ingenieros en esta materia, además de poseer
jurisdicción nacional de acuerdo a las normativas vigentes.
En ese orden, nosotros queremos dar un aporte, ya que simplemente esa es nuestra
intención, para clarificar la parte que nos compete, la parte técnica. Entonces, seré breve y
directo en todo y me remitiré a lo que creemos que debería estar modificado e incorporado en
este proyecto de ley.
Nosotros creemos que se deberían respetar las definiciones técnicas en el actual
proyecto de ley y preservar aquellas que vienen de antaño y que siguen vigentes, sobre todo
en lo que atañe a la definición de lo que es la radiodifusión.
La radiodifusión es una definición muy antigua, que fue continuamente refrendada
por nuestro país y que fue plasmada en el Acuerdo de Nairobi y en nuestra legislación, en la
Ley Nacional de Telecomunicaciones, y creemos que debe ser preservada. En este sentido, es
conveniente su preservación porque, en primer lugar, la Argentina debe respetar los tratados
internacionales de los que somos asignatarios, y, en segundo lugar, nos permitiría hablar un
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mismo lenguaje en las reuniones internacionales en distintos aspectos, tanto en
telecomunicaciones como en radiodifusión, sobre todo en la asignación de frecuencias que se
hacen con los países limítrofes.
Entonces, creemos que el concepto de radiodifusión sigue vigente. Lo que expresa la
ley vigente y el Acuerdo de Nairobi es lo siguiente: “Servicio de radiodifusión: Servicio de
radiocomunicación cuyas emisiones se destinan a ser recibidas directamente por el público en
general. Dicho servicio abarca emisiones sonoras, de televisión o de otro género.”. Es decir,
nosotros tenemos principalmente servicios de radiodifusión que son para el público en
general, y las señales tienen que llegar sin ser encriptadas, sin ser codificadas.
Evidentemente el servicio de radiodifusión está destinado para ser transmitido por
vínculo radioeléctrico, dentro de las bandas atribuidas por los tratados internacionales de las
cuales nuestro país es asignatario. Entonces, se introdujo en esta ley el término
“determinable” que está en contradicción con lo que marca el concepto claro de la parte
técnica de lo que es radiodifusión. Sobre la radiodifusión, evidentemente, cuando
evidentemente en la última etapa la tecnología es una realidad que los receptores pueden ser
fijos o móviles esto no invalida el concepto de radiodifusión. El sólo hecho de recepción
general es el concepto principal y fundamental de la radiodifusión.
El mismo concepto, por supuesto, involucra a las transmisiones satelitales. Si una
transmisión satelital está destinada para el público en general es radiodifusión. Si una
transmisión satelital lleva una encriptación, por lo cual es un sistema cerrado, deja de ser un
servicio de radiodifusión. Creemos que es innecesaria una subdivisión de los conceptos de las
definiciones en el área técnica en esta parte técnica que, en definitiva, creo que llevará más a
confusión que a clarificar. Ese es el concepto fundamental. Evidentemente, desde el punto de
vista de la tecnología, hoy no podemos desconocer que se está hablando mucho del aporte de
las nuevas tecnologías en triple play, en este caso, que está muy avanzado, se está aplicando
la digitalización en la televisión. No debemos dejar de lado el hecho de que hubo intentos,
pruebas y mediaciones en las FM. Pero todo lo que es digitalización, que permite un uso más
racional, nos permite enviar mayor cantidad de señales en el mismo ancho de banda, o en la
misma canalización de cada emisora.
También eso requiere que tengamos un espectro mucho más limpio; es decir, un piso de
ruido o un nivel de ruido mucho más bajo. Con lo cual, deberíamos —por supuesto,
previamente a esto— hacer un estudio más acabado de mediciones, porque tenemos una
geografía no uniforme, sino con llanos, montañas. Evidentemente, eso requiere hacer
mediciones más exhaustivas, ya se han realizado pruebas en el área metropolitana por parte
de algunas emisoras de alta potencia. Pero, todavía, carecemos de este tipo de mediciones y
de un informe acabado a nivel país.
Hoy por hoy, en el marco de la Resolución 214 del Comité Nacional de Radiodifusión
de incorporación a las tecnologías, muchos sistemas tanto de cable como sistemas cerrados
por espectro radioeléctrico se han incorporado a la digitalización. Incluso, con una
particularidad, han incorporado sistema de modulación que está destinado solamente a
circuitos por cable y lo han volcado a sistemas aéreos con resultados sorprendentes. Es decir
que la ingeniería tiene las capacidades como para poder implementar este tipo de tecnología
en nuestro país.
En cuanto a la parte técnica, no vemos muy claro, muy bien definido, quién se hará
cargo realmente de la planificación. Observamos que hay una superposición de atribuciones
con la autoridad de aplicación en materia audiovisual. En ese sentido, se están dando
atribuciones, incluso aprobación de documentación técnica, a la nueva de aplicación que
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plantea el proyecto de ley. Pero no queda claro si se va conformar un área técnica específica
para esta materia.
Desde el punto de vista de la ingeniería, la radiodifusión es un capítulo de las
telecomunicaciones. Siendo coherente con eso, nosotros, como Consejo profesional, hace tres
o cuatro años emitimos un documento y pensamos que deberíamos tratar una nueva ley de
telecomunicaciones para educar las nuevas tecnologías. Eso es lo que no vemos, en forma
clara, en este proyecto de ley. Es decir, no vemos definido quién será el responsable de la
planificación de los servicios y el control del espectro que puede afectar a los servicios de
radiodifusión existentes.
No nos olvidemos que hoy en día tenemos un grave problema con las interferencias,
sobre todo en las bandas atribuidas a las emisoras de frecuencia modulada, con el agravante
de que esas interferencias alteran las comunicaciones ILS de los aviones, con lo cual estamos
arriesgando la seguridad de las personas.
Una de las causas que planteamos es que vemos un vaciamiento, sobre todo en las
emisoras de alta potencia de los cuadros de ingeniería y, en general, también de distintas
gerencias de ingeniería, que son ocupadas por profesionales que no tienen incumbencia en la
materia. Creo que es momento de poder incorporarlas en el mismo instrumento que estamos
analizando; en este proyecto de ley, vemos que la ingeniería no está presente ni siquiera en el
Consejo Asesor y creo que debería estarlo.
En definitiva, a grandes rasgos, tenemos dos aspectos: el de los contenidos y el
técnico, que es el que realmente permite llevar esa información al usuario final. Entonces,
creemos que debe estar presente la ingeniería en estos organismos, por lo menos de asesoría,
para poder opinar. No nos olvidemos que los ingenieros que actúan en nuestro Consejo son
profesionales que están trabajando desde hace muchísimos años y tienen un conocimiento
acabado de la radiodifusión y las telecomunicaciones, en general. Asimismo, tienen
conocimiento de la problemática desde el punto de vista geográfico, social y económico, que
también actúa muchas veces como la ventana para mostrarles que es lo que viene a futuro.
Quería dejar planteado este tema fundamental. Recalco nuevamente que deberíamos
poder plasmar en este proyecto de ley y respetar las definiciones técnicas de la Unión
Internacional de Comunicaciones, la ITU, para poder tener un mismo diálogo en las
reuniones que participa nuestro país, en los distintos foros. Simplemente, quería aportar esto.
Les agradezco mucho. Estamos a disposición de ustedes para las preguntas que quieran hacer.
Sr. Presidente. — A continuación, iniciamos la ronda de preguntas. Están anotados el
senador Pichetto, el senador Martínez y el senador Morales.
Sr. Pichetto. — Gracias, presidente.
Buenos días a todos los rectores y a los integrantes del CIN.
En primer lugar, quiero manifestar una reflexión que me parece muy importante, me
refiero al documento del CIN que unifica la postura de las 43 universidades nacionales en la
Argentina. Este me parece un hecho de una relevancia institucional extraordinaria,
fundamentalmente, porque los rectores de las distintas universidades son hombres con ideas
pertenecientes a distintos partidos políticos, con diferentes ideas políticas. El hecho de que
unifiquen una posición avalando la construcción de este proceso democrático de discusión
del proyecto de ley de medios audiovisuales en la Argentina, me parece relevante. Además,
que estén respaldando los ejes centrales de este debate y de lo que sostiene el proyecto, me
parece que ratifica el rumbo democrático que tiene en esencia esta propuesta.
— La senadora Escudero hace manifestaciones fuera del alcance del
micrófono.
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Sr. Pichetto. — La pregunta la voy a hacer. Siempre la escuché, senadora. Nunca impugné
nada.
Me parece que tengo el derecho de reivindicar esto porque es un hecho político de
envergadura. No es un hecho menor que 43 universidades nacionales, en este país, unifiquen
un criterio y respalden esta idea y esta propuesta. De modo que no es un hecho minúsculo en
la vida institucional de la Argentina.
Muchas veces, desde las universidades y en especial de los ámbitos académicos y de
los sectores estudiantiles, se repudiaron proyectos legislativos con contenidos autoritarios. O
sea, no hemos escuchado ni una voz, por el contrario, hemos tenido y tenemos un documento
que respalda esta iniciativa.
Concretamente, les pregunto qué opinión tienen del concepto que el proyecto de ley
construye referido a la comunicación como bien público. Me parece que éste también es un
tema relevante y me gustaría conocer la opinión de ustedes.
Sr. Caballero. — Las universidades públicas en la Argentina tenemos una tradición que
tiene que ver con la construcción y la socialización del conocimiento. Eso es reconocido
mundialmente. La verdad es que en las últimas décadas, con los avances tecnológicos que
han impactado fuertemente, las posibilidades de llegar a la gente —con ese conocimiento que
se desarrolla dentro del ámbito académico— se han multiplicado. Esa también es una realidad
objetiva e indiscutible.
Hoy, las universidades, como consecuencia del instrumento que está vigente —me
cuesta llamarlo ley— vemos limitadas las posibilidades de llegar hasta el último de los
argentinos, con ese conocimiento generado dentro de las universidades. No es que lo veamos
desde nuestro lado, lo vemos del lado de los argentinos que hoy no tienen acceso al
conocimiento, a la educación, a esas posibilidades de desarrollarse y mejorar su calidad de
vida, porque no dispone de los medios necesarios para conectarse con las universidades, y
desde las universidades no disponemos de los medios para conectarnos con ellos.
Esperamos poder plasmar esto de la educación superior como un bien público, en una
nueva ley, y dejarlo escrito, aunque en las universidades es una realidad. Sin embargo,
aunque no esté escrita en ninguna ley, no va a dejar de ser así, por nuestra propia tradición.
Asimismo, esta herramienta de medios y sistema de comunicación, nos brinda un
potencial a todos los argentinos, pero sobre todo a los que viven en localidades muy alejadas
—en las provincias— para acceder a la educación superior. No estoy inventando nada nuevo,
hay muchos países donde las nuevas tecnologías de la información y la comunicación se
ocupan con este fin. No estamos hablando de países que responden a ciertos conceptos
ideológicos y que podrían asociarse al socialismo. En Europa, todos los medios de
comunicación tienen la obligación de asignar una banda dedicada exclusivamente al sistema
educativo.
Por consiguiente, en las universidades tenemos equipamientos que nos permitiría
potenciar nuestras capacidades a través del uso de videoconferencias. Además, tenemos el
equipamiento, producto de los planes de mejoramiento de la enseñanza que se viene
desarrollando en los últimos seis años. Hoy no lo podemos ocupar porque no tenemos los
enlaces disponibles como para interconectarnos. Es decir, eso es entender a la educación
superior como un bien público y social. La educación no es algo abstracto, tiene que llegar a
la gente y, para eso, necesitamos las herramientas y los medios.
Por lo tanto, tener el conocimiento democratizado y socializado con todas estas
concepciones teóricas —que estoy exponiendo— dentro del ámbito universitario, no nos
sirve para nada. Hoy vivimos una etapa en la que ese conocimiento —si no llega hasta el
último de los argentinos— permanecerá encerrado en nuestras bibliotecas, servidores y
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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claustros. La sociedad no necesita eso, necesita que la universidad llegue hasta el último de
los argentinos, y los medios y sistemas de comunicación son la única herramienta que
permitiría llegar hasta el último de los rincones. Porque sería absurdo pensar que vamos a
construir una universidad en cada cuadra, barrio, municipio, etcétera. Ojalá pudiéramos, pero
físicamente es inviable.
En consecuencia, habrá que tener tantas universidades como podamos, pero también
habrá que garantizar que se llegue hasta el último de los argentinos, desde el que vive en el
norte hasta el que vive en el sur. Por lo tanto, los medios y sistemas de comunicación son la
herramienta que nos permitirá concretar esa aspiración.
Sr. Del Bello. — Complementando al rector, de la Universidad Nacional de Misiones,
entendemos que hay cuestiones específicas materializadas en el proyecto en tratamiento. De
modo que la estipulación de una cuota del 70 por ciento de producción nacional, es la
regulación de la entrega de un tercio de las licencias de asociaciones sin fines de lucro, en
esta era del conocimiento, donde en las pantallas de televisión se nos incorporan las pautas de
consumo de los países centrales. Además, hay que garantizar el 60 por ciento de contenidos
audiovisuales y hay que imaginarse que las universidades nacionales participarán en la
construcción de esos contenidos audiovisuales.
En Río Negro, con 205 mil kilómetros cuadrados, donde tenemos la meseta de
Somuncurá, la línea sur, no tenemos los enlaces y no podemos llegar con educación virtual,
es decir, las cuestiones que son de carácter técnico, que hace a los enlaces. Por lo tanto, el
sistema regulatorio que se está proponiendo, no está el término de lo privado —en términos
de maximización de utilidades—, sino entidades sin fines de lucros.
Asimismo, no podemos olvidar que cuando se recuperó la democracia el ex
Presidente, Raúl Alfonsín, dictó el Decreto 1151, el cual suspendió los concursos para la
adjudicación de frecuencia. Además, generó un vacío legal, con lo cual aparecieron
numerosas radios FM clandestinas. Algunos decían que eran ilegales, pero eran la voz y la
expresión de la sociedad, del pueblo argentino, que dio lugar a una interpretación de la Corte
Suprema de Justicia, amparado en el ejercicio de los derechos de la libertad de expresión,
consagrados por la UNESCO, en su declaración de Nairobi. Es decir, estuvo por encima de
toda otra consideración de carácter público.
Sr. Honor. — Con respecto a poder acceder a todos los rincones con la información, en la
definición técnica del área —de protección— estimada de servicio, se está incorporando de
acuerdo a las normativas vigentes. En la Resolución 142, de 1996, de la norma técnica de
FM, el área protegida es mucho menor al área estimada de servicio. En las localidades del
interior, en las emisoras de baja potencia, en categoría E, cuya área estimada de servicio son
28 kilómetros de radio, su área estimada de servicio óptima e ideal con los parámetros que
debe tener, es de 5 kilómetros.
Por lo tanto, si se otorga frecuencias iguales a localidades que estamos distanciados
en el orden de 40, 50 ó 60 kilómetros, en las áreas intermedias no se escuchará ninguna de las
radios. Siempre con el ánimo de aportar cosas, sin entrar a poner en cuestionamiento si está
bien o está mal.
Sr. Ríos. — Senadora Escudero: hemos escuchado muchísimas argumentaciones suyas en
términos políticos y demás. Entonces, no me pareció muy afortunado su comentario. No
hacía a los términos en los cuales nos hemos manejado en esta reunión.
Por otra parte, la ley no cambia el concepto de radiodifusión —en términos
internacionales—, porque se siguen manejando con lo que es la utilización de espectro. En
definitiva, es el concepto a nivel internacional, más allá de la subdivisión que tienen —
naturalmente— todos los países.
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En Brasil, tienen alguna subdivisión de las diferentes formas; en Chile, hay otras, pero
a nivel internacional, el sistema que funciona, es decir, es todo aquello que ocupa espectro.
Esa definición no se cambia sino que se mantiene dentro de la ley que estamos tratando.
Tal vez, podamos aclarar mucho más cuál es el rol de la CNC, cuando mañana esté
Ceferino Namuncurá con nosotros, pero el término de superposición de frecuencia, el de
radio de alcance, es también su función. No es de un órgano político de otra naturaleza, como
el COMFER. Quería aclarar solamente estos dos conceptos. Gracias, senador Martínez.
Sr. Martínez (A. A.). — Debo compartir con el senador Pichetto la reivindicación de que las
universidades, a través de sus distintos mecanismos, hayan ido avanzando y participando en
el trabajo sobre lo que es este proyecto de ley. Y también reivindico mucho el hecho de que
en las comunicaciones oficiales del CIN, con mucha claridad, expresan el apoyo del
tratamiento del proyecto de ley, también han repetido, en este momento, las conclusiones de
una reunión que tuvieron este día martes —no la tengo acá— en función de lo que habían
comunicado, la necesidad de debatirlo y no esperar que pase el tiempo; también la
responsabilidad que nos han otorgado de corregir aquellas cosas que nosotros entendamos
que hay que corregir. Así que reivindico este camino que es el que ustedes han marcado.
No me extraña, porque si uno se pone a pensar en lo que es el sistema universitario,
son el mejor ejemplo de autonomía. Por lo menos, hace muchísimos años que uno viene
peleando para que mantengan esta autonomía a pesar de algunos embates que han tenido en
distintas épocas para que se la pierda. Y la autonomía significa independencia de los
gobiernos de turno.
Por eso mismo nosotros, compartimos los 21 Puntos que en su momento se
elaboraron a partir de los debates, pero cuando uno los analiza, ve que hay algunas
cuestiones, independientemente de algunas definiciones fundamentales. En el punto 3 se
habla de la pauta oficial, de que la autoridad de aplicación debe tener independencia absoluta.
En definitiva, estamos hablando de lo que tiene que ver con un sistema similar al que hoy
tienen las universidades.
Cuando ustedes hablan de autonomía de cátedra, cada docente tiene la posibilidad y la
independencia de plantear, desde sus cátedras, distintas opiniones convergentes o divergentes
en muchos casos. Eso tiene que ver con la posibilidad que debemos darle a los periodistas,
independientemente de que trabajen en un medio público o privado, de garantizarle que
puedan expresar, sin ningún tipo de cercenamiento, sus ideas. Por eso nosotros hablábamos
de que había que tener tres elementos más para acompañar este proyecto de ley: la
distribución de la pauta oficial, el acceso a la información —que sería el acceso también en el
caso de ustedes y veo con agrado las ganas de generar redes y por suerte no hay limitaciones
para las universidades para hacerlo y llegar a todo el país— y que la autoridad de aplicación
tenga absoluta independencia del gobierno de turno. Hablo de este porque es éste. Será el que
viene o será el que sea. Es muy importante establecer mecanismos muy claros para que
realmente exista y se garantice esta independencia. Ustedes en las universidades tienen
mecanismos de consultas, tienen elecciones donde participan los claustros y, a partir de eso,
van generando sus propias autoridades dentro de la universidad. Eso les garantiza procesos
democráticos para mantener la autonomía.
Por eso lo que quería preguntarles, en función de las cuestiones que han planteado, es
si en el artículo que establece la autoridad, comparten el mecanismo. Hay distintos debates y
propuestas, nosotros proponemos que sea aplicando el decreto 222, que es un mecanismo de
selección particular, como puede ser un defensor del pueblo, que tenga aprobación de dos
tercios.
Es decir, si están de acuerdo con el artículo que determina la autoridad de aplicación y
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si ustedes ven que este mecanismo de diversidad que se puede llevar adelante también lo van
a tener garantizado. También quiero preguntarles, independientemente de que el rector de
Misiones dice que tienen parte del equipamiento, qué sería lo que ustedes necesitan para que
realmente cada uno y todos los a habitantes del país puedan acceder a este mecanismo de
información de ida y vuelta que permitiría acceder al conocimiento a una mayor cantidad de
gente.
Sr. Del Bello. —Vamos a dividir esto en lo siguiente: uno es el acuerdo alcanzado por el
cuerpo, como un cuerpo colegiado y plural se llega a determinados puntos de acuerdo. Este
acuerdo celebrado ahora no es ajeno a la sanción de Diputados. No fue previo a la sanción de
la Cámara de Diputados de la Nación.
En segundo lugar, quiero señalar, señor senador, que los considerandos de este acuerdo
plenario aluden al séptimo encuentro nacional de carreras de comunicación que se celebró
entre el 10 y el 12 de septiembre. Quiero hacer una acotación, el CIN no se reunió por esto.
Hemos debatido sobre una deuda pendiente que es una nueva Ley de Educación Superior y, a
su vez, como cuerpo nos expedimos sobre temas de coyuntura. Y es así como hemos sacado
una declaración a propósito de la crisis de Honduras. Pero el resultado de este acuerdo
plenario alude exactamente a lo dicho en este Séptimo Encuentro de Carreras de
Comunicación, que en el punto 9 dice: “el proyecto de ley que presenta el Poder Ejecutivo
nacional no constituye una idea original y privativa del gobierno de turno antes bien lo
antecede y trasciende y es en cambio fruto de una maduración social que lleva años de
militancia de las organizaciones del sector social comunitario, las universidades, los pueblos
originarios, las comunidades en situación de vulnerabilidad social, las organizaciones de la
economía solidaria, las organizaciones de trabajadores y los diferentes cultos religiosos entre
tantas otras.
Respecto del punto específico de la autoridad de aplicación no hay pronunciamiento,
porque lo que decimos es que los representantes del pueblo de la Nación, o sea ustedes, son
los que van a opinar y, como dijo el rector de la Universidad Nacional de La Matanza, habrá
puntos de vista distintos de cómo se integra esta autoridad de aplicación de siete miembros,
pero entendemos —y ahora puedo hablar más a título personal, porque ya no es un problema
de representación institucional sino que hay que tener honestidad intelectual— que la
soberanía popular, en un país que ha sido azotado por sangrientas dictaduras militares
expresado en el Poder Ejecutivo nacional, que es fruto de la elección popular y expresado en
el Congreso de la Nación donde están las representaciones de la mayoría, la primera y
segunda minorías, así como del Consejo Federal que incluye un representante como lo dice
taxativamente el Artículo 14 de la ley de las Universidades, es una voz, aunque sea única,
muy fuerte por el significado que tiene. Hay que imaginarse lo que significan conductas
arbitrarias en el Sistema Universitario Nacional. Esas conductas arbitrarias van a derivar en
situaciones escandalosas.
También es cierto lo que dice usted a propósito de lo que pueden ser los abusos y
esto también está escrito en el prólogo del ex presidente de Bolivia sobre el libro de nuestros
profesores universitarios Martín Becerra y Guillermo Mastrini acerca del viejo debate entre
los medios del Estado y los medios del gobierno. A veces se producen en situaciones en que
los objetivos se confundieron y la política mal entendida derrotó a la obligación de servir a la
sociedad. De manera tal que seguramente habrá tratamientos especiales acerca de la
regulación de las pautas oficiales en un régimen legal ad hoc, seguramente que eso tendrá
lugar.
Pero también debemos decir -y esto es lo que motivó el acuerdo en relación a la
autoridad de aplicación- que es uno de los puntos que hoy resulta más cuestionado, pero tiene
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también otros elementos que dieron lugar a la modificación del proyecto, entendemos que
hay ciertas garantías de distintas expresiones de la sociedad en la posibilidad de interpelarla a
través del Consejo Federal de Comunicación Audiovisual, de Defensor del Público y de la
Comisión Bicameral de Promoción y Seguimiento de la Comunicación Audiovisual. Es decir
que la garantía representacional de los distintos sectores sociales y políticos,
independientemente de las coyunturas históricas que afectan a dichas composiciones,
permiten a la ciudadanía contar con la posibilidad de limitar el poder ejecutivo cuya máxima
incidencia está asignada por la ley actualmente vigente, la 22.285, al recaer toda la potestad
sobre el Comité Federal de Radiodifusión.
Sr. Caballero. – Quiero decir algo para completar la idea y porque tiene que ver con lo que
manifestaba hoy acerca de llegar a todos los argentinos y a lo que señalaba el señor senador
sobre cómo llegamos las universidades a esta instancia.
Creo que las leyes, así como distintos instrumentos que se generan desde los espacios
políticos -como en este caso- o académicos, son herramientas, y nada más que eso. El
principio rector que nos guía para poder llegar a generar acuerdos, en el caso del Consejo
Interuniversitario Nacional -y creo que es el que se aplica en todos los cuerpos colegiados
para llegar a algún resultado que sea en beneficio del bien común-, es partir de la hipótesis de
la buena fe de la ora parte. Y creo que acá la buena fe de todas las partes está claramente
manifiesta a partir del debate que se viene dando –insisto- desde hace veintiséis años y que
ahora se está sistematizando en este espacio, y de esta posibilidad que ustedes nos otorgan a
todos los sectores que conformamos la comunidad para estar acá hoy manifestándonos en un
sentido.
Ante la mínima arbitrariedad los universitarios tenemos la costumbre de salir a la calle
y armar flor de revuelo. Desde nuestra parte, que es lo que nos toca, esa es la garantía que
ofrecemos. Los rectores no controlamos a los estudiantes y a los docentes; ni siquiera, a
veces, a nuestros propios secretarios generales o a nuestros propios vicerrectores. Desde el
lugar que nos toca no podemos controlar a nadie. Y si hubiera la mínima señal de lo que
pudiera suponerse que fuera una arbitrariedad -ni siquiera hace falta una evidencia-, a todos
los argentinos nos consta de lo que somos capaces los universitarios.
Creo que en eso se sustenta este acuerdo. Partimos de la buena fe. Ante la mínima
señal de que fuera quebrada, no tengan dudas que vamos a estar acá o ahí afuera, si no nos
dejan entrar, o donde sea, tratando de hacer que se cumpla este espíritu que señalaba hoy.
Todos los demás, inclusive los aspectos de ingeniería, son cuestiones técnicas. No nos
pueden guiar.
Hoy se equivocó mi colega. Soy doctor en Ciencias de la Ingeniería, no en Ciencias
Naturales. Y entiendo que la ingeniería, como los medios, son eso, medios, no fines.
Sr. Presidente. – Tengo anotados a los señores senadores Morales, Osuna, Escudero, Rossi,
Torres y Fellner. Y les recuerdo que en media hora tendremos a los señores gobernadores.
 La señora senadora Perceval hace manifestaciones fuera del
alcance del micrófono.
Sr. Martínez. – Señor presidente: quiero hacer una pequeña aclaración.
Nadie duda de la buena fe. Es más, puse como ejemplo de autonomía el manejo y el
gobierno que tiene la universidad. Queremos que esa misma autonomía y ese mismo manejo
democrático sean los que garanticen que la autoridad de aplicación en esta ley sea la que lleve
adelante esto con mecanismos absolutamente transparentes. Por eso le preguntaba sobre eso.
También entiendo que hoy tiene representación institucional y si no lo debaten, es
lógico y natural que no lo hagan. Así que le agradezco.
Sr. Caballero. – Desde 1918 el concepto de autonomía se viene modificando. Y las
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universidades seguramente vamos a defender -y lo estamos haciendo- a rajatablas ese
principio, porque es justamente el que nos permite la discusión y esto que señalaba hace
segundos, que a veces no podemos ni siquiera opinar.
Los rectores en general somos receptores de un conjunto de opiniones que es siempre
muy diverso. Y también por eso es que empezamos ahora a hablar de autonomía responsable
y con compromiso social. Y por eso es que estamos hoy aquí opinando sobre esto.
No nos encerramos en los claustros tratando de lavar nuestras opiniones para no
molestar a nadie, que es lo que generalmente implicó la autonomía. Porque la autonomía nos
llevó a ese camino. Pero siempre fue valiosa. Primero, ese encierro nos permitió defendernos
de las políticas de la dictadura, que eran claramente invasivas del pensamiento que se
desarrollaba en la educación superior. Después, esa misma autonomía nos permitió resistir
los embates del neoliberalismo con sus intentos privatizadores.
Hoy creemos que se dan condiciones, y de hecho la realidad nos lo muestra, como
para que salgamos de ese encierro que nos da la historia del desarrollo de nuestra autonomía
y ocupemos esa autonomía responsablemente. Por eso decía que así como en un momento
estamos apoyando este debate impulsándolo y con mucha fuerza y solicitando que se salde la
deuda que tenemos todos los argentinos con nosotros mismos, también si vemos que se
produce algún desvío seguramente saldremos a la calle.
Pero también entendemos que la autonomía es aplicable en determinados ámbitos.
Tiene que haber un Estado organizado. Una cosa es el ámbito universitario. No podemos
asimilar cada organismo del Estado al sistema universitario.
El concepto de autonomía es para el sistema universitario; no solamente, sin duda,
pero tampoco podemos generalizarlo a todos los ámbitos. Cuáles serán los ámbitos en los que
se aplicarán lo tienen que decidir ustedes, no nosotros.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el senador Morales.
Sr. Morales. – Estaba leyendo la resolución y la verdad es que la firmo también; suscribo la
que han firmado los rectores. Porque la verdad es que el radicalismo adhiere a los 21 Puntos
por una ley de radiodifusión y apoya el tratamiento del proyecto en el Congreso de la Nación.
El artículo 3° es específico y tiene que ver, en todo caso, con un mandato… Así que
salvo algunas observaciones que hubiera hecho… Aunque firmaría totalmente la resolución.
Esa referencia a la Declaración Séptima en el debate que se dio con docentes investigadores
también tiene todos puntos en los que coincidimos. El séptimo dice, y a propósito de un
debate de profesionales y técnicos entendidos en la materia, que necesariamente se trata de un
proyecto incompleto, limitado en su eficacia directiva dado el ritmo de cambio tecnológico y
la complicidad en la actividad y que por ello mismo es perfectible. Así que estamos acá
tratando de perfeccionarlo. Y tal vez el debate que tenemos está en torno a eso, a cómo
democratizamos más, desde nuestro punto de vista, una verdadera ley de la democracia.
Así que desde ya cuenten con la firma, porque si hubiera sido rector también habría
firmado la resolución.
Pero quisiera hacerles algunas preguntas puntuales.
¿Leyeron el texto, la media sanción que está en debate?
Quería hacerles un par...
 Varios participantes hablan a la vez.
Sr. Morales.  ¿Presidente, por qué no pone orden?
Sr. Presidente.  Por favor, pongamos orden. Tengamos orden, respetemos a los oradores,
seamos cuidadosos con las palabras. Esta es la Casa de la Democracia. Tenemos que
escucharnos, pero no nos agredamos, por favor.
Sr. Morales.  Porque ha habido varios textos, y la verdad que hasta que llegó la media
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sanción tenía una confusión de textos -del proyecto original, las modificaciones... Así que por
eso, respetuosamente, quería hacer la pregunta.
Entonces, como estamos hablando del mismo texto, quería preguntarle al rector de la
Universidad de La Matanza por qué en su exposición planteó el tema de la actividad
periodística y de los alumnos que estudian periodismo en la universidad y que nunca habían
contado con un marco normativo.
Acá, en el texto de la ley, ¿cuáles son las normas que abordan la temática o los
derechos del periodista que haya visto y que yo no vi?
Luego, tengo un par de preguntas más que tienen que ver con los 21 Puntos que
suscribimos.
Sr. Martínez.  Perdón, si no le entiendo mal, senador, ¿usted se refiere al marco normativo
de los derechos del periodista?
Sr. Morales.  No, usted dijo que los periodistas, que los estudiantes de periodismo, se han
desenvuelto siempre en la ausencia de un marco normativo que ahora habrá, con esta ley.
¿Cuáles son las normas que atiendan a la actividad del periodista que están en esta ley?
Sr. Martínez.  El concepto es mucho más amplio que restringirlo a la parte del periodismo
o a los derechos del periodismo. Creo que el concepto del que hablé es mucho más amplio.
Cada carrera de comunicación social o de periodismo tiene una currícula. En esa currícula se
establecen prácticas profesionales que no hablan solamente de los derechos del periodismo;
hablan, en general, de cuáles son las normativas vigentes –por llamarlas de alguna forma- que
regulan el espectro radiofónico y que incluye distintos conceptos. Tal vez se lo responda de
una forma más sencilla. Por ejemplo, a las radios universitarias hoy nos cuesta mucho
acceder a una banda de radio. A lo mejor, es un aspecto limitado. Entonces, tenemos radios
funcionando en forma provisoria. Repito: radios nacionales funcionando en forma provisoria.
De modo que si queremos tener una banda de mayor potencia tendríamos que recurrir
a procedimientos ajenos a las universidades nacionales; procedimientos a los que las
universidades nacionales no van a recurrir para tener una AM, una FM y un canal de
televisión. Eso no está legislado, hoy no está regulado.
Entonces, no solamente se trata de los derechos del periodismo o el ejercicio
profesional, que también debería estar contemplado; es mucha más amplia la afirmación que
yo traté de establecer, señor senador. No se refiere solamente al derecho del trabajador,
también se refiere a la forma en que se instrumenta en los distintos canales de radio y
televisión el derecho o la posibilidad que tienen las universidades de acceder a una frecuencia
de FM, a una frecuencia de AM. En el día de hoy las universidades contamos con muchas
limitaciones para poder acceder a eso. Como dijo el rector de Misiones, las universidades son
generadoras de conocimiento. ¿Cómo se transmiten estos conocimientos? Dentro del aula,
dentro de un Congreso. Pero también tenemos una deuda con la sociedad, debemos
comunicarnos con la sociedad. Si esa comunicación es limitada, es muy difícil.
También, lo que defendemos dentro de esto, dentro de la universidad, es la diversidad
y la pluralidad. La pluralidad y la diversidad en cuanto a lo religioso, en cuanto a lo
ideológico, en cuanto a lo cultural. Hoy se hace difícil encontrar esta diversidad cuando los
medios están concentrados en pocas manos.
Entonces, siempre en la universidad hemos luchado, en distintas épocas. En distintas
épocas oscuras de nuestro país hemos luchado por el disenso.
La base esencial de la universidad es parte del conocimiento, que surge del disenso:
aceptar que otro piensa distinto que nosotros. Entonces, ese ida y vuelta -que es lo que nos
enriquece- queremos establecerlo no solamente en la comunicación interna de la universidad
sino en la comunicación hacia fuera.
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No sé si aclara su pregunta, senador.
Sr. Morales.  La verdad que no, porque yo le pregunté sobre el tema de los derechos de los
trabajadores en el proyecto de ley al rector de La Matanza; después le voy a hacer una
pregunta a usted y después al otro rector. Tengo tres preguntas nada más.
Sobre los derechos de los trabajadores, en este proyecto de ley, ¿qué artículo o qué
normativa tiene que tutele derechos de los trabajadores?
Sr. Martínez. Si usted recuerda íntegramente mi exposición, señor senador, le recuerdo
dos cosas. La primera, dije que es una ley incompleta y limitada. Y si faltan los derechos del
trabajador, y si faltan cosas técnicas, es responsabilidad de este Congreso, donde están los
representantes del pueblo, hacer las sugerencias que corresponda.
Sr. Morales.  Muchas gracias.
Al rector de Misiones, una pregunta, y después al otro rector.
Si está de acuerdo con el tratamiento que da este proyecto de ley a la cuestión de la
pauta oficial, toda vez que uno de los 21 Puntos, el 3º, última parte, tiene que ver con la
independencia, la autonomía de la autoridad de aplicación, y que la ley deberá impedir
cualquier forma de presión, ventajas o castigos a comunicadores o a empresas; ni beneficiar
empresas ni castigar como elemento de presión. Pero al final dice que también estará
prohibida por la ley la asignación arbitraria o discriminatoria de publicidad oficial, créditos
oficiales o prebendas.
Mi pregunta es si usted está de acuerdo con el tratamiento de la media sanción a este
punto, de los 21 Puntos, en el artículo correspondiente.
Sr. Caballero.  Primero, quiero decirle que, obviamente, leímos el texto. No lo recuerdo
de memoria...
Sr. Morales.  Artículo 76...
Sr. Caballero.  Sí, no importa.
De todos modos, quiero decir que el CIN no se expidió sobre cuestiones puntuales, así
que sobre eso puedo dar mi punto de vista personal. Porque el texto del acuerdo plenario lo
hacemos sobre la base conceptual.
Sr. Morales.  Yo le pregunto si está de acuerdo o no.
Sr. Caballero.  Le doy mi punto de vista. Sí, estoy de acuerdo con el texto que está escrito,
y le cuento por qué estoy de acuerdo, que creo que es más importante. Considero que todo
este proceso de construcción de una ley de esta naturaleza implica discusiones, negociaciones
y ceder cada uno una parte. Si yo viniera al Congreso a decir: “Quiero que se apruebe una ley
que respete a rajatabla los 21 Puntos que yo generé”, no estaría siendo amplio y democrático;
si pusiera como condición que se apruebe, exclusivamente y tal como yo redacté, los 21
Puntos, si no, nada... O todo o nada...
Por eso, seguramente, en el ámbito universitario, en ese marco de discusión, estamos
acostumbrados a hacer este tipo de concesiones.
Además, si bien no soy un experto en técnica legislativa, creo que estas cuestiones
pueden resolverse con leyes de otra naturaleza. Como también la cuestión que tiene que ver
con la defensa de los derechos de los trabajadores.
Creo que esta es una cuestión que tiene que ver con un sistema de medios de
comunicación social. Y el concepto de fondo, al menos como lo vemos los académicos, y eso
sí está claramente expresado en todas las declaraciones de los rectores e inclusive en el
acuerdo plenario, es la decisión de si los sistemas de comunicación tienen que ser un bien
público, un bien social, o no. Conceptualmente. Esa es la gran discusión. Por supuesto que
tiene que haber participación. Cuando hablamos de bien social nos estamos refiriendo a toda
la sociedad, por supuesto que tiene que haber una participación del sector privado. No
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estamos hablando de excluir al sector privado. El bien público y el bien social implican que
todos tengamos la misma posibilidad de acceso a los medios de comunicación. Creo que la
cuestión de la distribución de pautas, y todas estas cuestiones puntuales, son técnicas, que se
van a resolver con otros instrumentos –yo no puedo opinar porque no conozco la técnica
legislativa; no soy un experto en eso–, con otra ley, con un decreto. Es decir, hay un montón
de herramientas que va a hacer a las cuestiones más operativas de la aplicación de la ley. Pero
acá está clarísimo que si hay un instrumento que es discrecional es el que tenemos hoy. Más
discrecional que ese... En todos los aspectos, de cualquier punto de vista y de todas las
dimensiones. Así que nada más que eso.
Cuando digo taxativamente “yo estoy de acuerdo”, estoy hablando en nombre propio
porque eso no está plasmado en el acuerdo.
Sr. Morales. – Una pregunta más para usted, y después otra para Del Bello.
Sr. Presidente. – Me están pidiendo una interrupción, la concedo, pero –reitero– los
gobernadores están esperando.
Sr. Petcoff Naidenoff. – Es en relación a este punto.
Para usted es central garantizar los medios de comunicación en la Argentina, por lo
que he escuchado. Ahora bien, no le parece que si la ley establece en el artículo 76, en cuanto
a la independencia de los medios en el contexto de los 21 Puntos, la necesidad de regular el
mecanismo de la publicidad oficial, y el artículo de esta sanción de la Cámara de Diputados
nos habla de pautas razonables y equitativas, pero no de un sistema de distribución, ¿no es
algo que lo deberíamos contemplar para garantizar justamente la independencia de los
medios? Le digo en función de otros medios, porque usted debe conocer mejor que nadie el
tratamiento que va a tener en la Corte la acción interpuesta por la editorial Perfil, por Jorge
Fontevechia, por discriminación de la publicidad oficial. Es decir, cuando nosotros hablamos
en la Argentina –no solamente este gobierno, sino en los últimos años– de mecanismos de
premios y castigos en función de la caja del Estado con la publicidad oficial, ¿no le parece a
usted que para garantizar la independencia de los medios sería una cuestión atendible, ya que
existe un capítulo y un artículo referido a la publicidad oficial, establecer mecanismos o
pautas de distribución?
Sr. Cabello. – No sólo que me parece razonable, creo que hay que hacerlo. Lo que estoy
diciendo es que eso es una cuestión de sentido común, y tiene que ser objeto de otros
instrumentos o ley. Eso también es claro. Acá estamos hablando de una ley referida a los
sistemas de comunicación, que tiene una esencia conceptual muy fuerte. Las cuestiones de
implementación...
Sr. Morales. – Estamos de acuerdo.
Al rector de Río Negro...
Sr. Cabello. – Una cosa más –porque no terminé– para terminar la idea. Me preguntaron y
quiero contestar.
Sr. Morales. – Por favor.
Sr. Cabello. – Yo también creo ser amplio, plural e independiente –como tenemos que ser–
implica atender a la diversidad, y creo que los medios y sistemas de comunicación en esa
diversidad no tienen que sostenerse solamente con la pauta oficial. Entonces, la pluralidad
tiene que incluir a todos los tipos de pautas oficiales, no oficiales, para que se garantice la
pluralidad. El único recurso del que se valen en este caso los medios de comunicación –
porque de eso estamos hablando–, no deberían ser exclusivamente los del Estado, sino
también hay que contemplar otros tipos de recursos. Eso nada más.
Sr. Morales. – La última pregunta...
Sr. Presidente. – Senador Morales: el senador Verani le pide una interrupción. Pero yo le
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pido, por favor, porque si no, hablan todos ustedes y nuestros senadores que vienen, como
Perceval, Osuna, Torres, Fellner, no van a poder hacer pregunta alguna.
Sr. Morales. – No tenemos tiempo, presidente. Están acortando el debate desde el
oficialismo.
Sr. Presidente. – No estamos acortando el debate.
Sr. Morales. - Podemos tener hasta la otra semana. Se están apurando ustedes. Necesitamos
tiempo. Podemos tener el debate hasta la otra semana. A nosotros no nos apura nada.
Sr. Presidente. – Tranquilo, senador Morales.
Sr. Morales. – Necesitamos tiempo.
Sr. Presidente. – Les pido por favor que no concedamos interrupciones, que se anoten los
que quieran preguntar.
Tiene la palabra el señor senador Morales.
Sr. Morales. – Yo no puedo no concederle una interrupción al senador Verani.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el señor senador Verani.
Sr. Verani. – Una aclaración, nada más. Yo escuché hablar del bien público al rector, ¿a qué
se refiere, al servicio o al bien? Me parece importante la aclaración
Sr. Cabello. – Como usted me pregunta, en ese sentido, y me está dando sólo dos opciones, y
yo estoy acá sentado como un académico, debería completar su pregunta para que yo pueda
responderle en función de qué vertiente o escuela de pensamiento usted me está preguntando.
Si no, la pregunta no tiene respuestas. (Aplausos.) Como todos sabemos, el concepto del
servicio o bien tiene que ver con definiciones que de acuerdo con la escuela de pensamiento –
estoy hablando desde el punto de vista académico– puede tener distintas interpretaciones o
concepciones. No es lo mismo un bien pensado desde el punto de vista de una –por poner
extremos– concepción filosófica, académica, fundada en el marxismo científico que ese
mismo término bien pensado desde el punto de vista de la escuela del pensamiento liberal.
Entonces, cuando nosotros estamos hablando en términos de bien público o social,
nos referimos a que todo lo que tenga que ver con la generación, distribución y socialización
del conocimiento pueda llegar a todos y a cada uno de los argentinos. Hoy fui claro en la
definición, sin distinciones de ninguna naturaleza. Sobre todo prestando más atención a
quiénes menos posibilidades tienen de acceder a ese conocimiento. Esa es la definición que
nosotros empleamos cuando estamos hablando de bien público o social. En ese sentido,
entendemos la educación y a partir de ahí todo lo que implique el proceso educativo, que
también tiene que ver con la información y las posibilidades de acceso a la información. Esa
es la definición.
Sr. Verani. – Es un servicio. Le agradezco los aplausos.
Sr. Morales. – Última pregunta a del Bello. Quisiera saber si está de acuerdo con que los
concesionarios de servicios públicos, contratistas de obras públicas y concesionarios del
juego –en su caso– por la Lotería Nacional, tanto las provincias o municipios, deban ser
excluidos o tengan la prohibición de adquirir medios de comunicación. Si usted está de
acuerdo con ese concepto. Y si un concurso público puede dejarse sin efecto en cualquier
estado del trámite mientras no se haya perfeccionado, es decir, firmado el decreto o, en su
caso, una resolución del rectorado.
Sr. Del Bello. — Quizás, no se ha llegado a advertir el carácter de nuestra exposición aquí.
Las universidades nacionales han observado que este tema lleva veintiséis años de dilatación.
Incluso, hay quienes han planteado que este Congreso de la Nación no tiene legitimidad para
tratar esta ley o cualquier otra; que habría que cerrarlo hasta que se lleve a cabo la renovación
parlamentaria. Por eso, en la solicitada que hemos firmado los treinta rectores decimos que
los legisladores tienen el derecho y el deber de revisar y de corregir el proyecto presentado.
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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Entonces, le pediría que no me haga una pregunta específica sobre ninguna materia
del texto. Puedo tener una opinión sobre el artículo 76; y, si fuera legislador, la expresaría
oportunamente, como lo hacemos en el CIN y lo haremos a propósito de la ley de educación
superior. En algún momento, habrá que concluir y nos encontraremos con posiciones que
expresarán una visión y con posiciones que expresarán otra, ya sea sobre este asunto, sobre la
composición de la autoridad de aplicación, sobre cómo está redactado el artículo 76 de los
avisos oficiales de interés público o sobre el tema referido al año, que no lo hemos
mencionado. En efecto, se trata del período establecido para que se ajuste la ley; pero, a
renglón seguido, señala que ese año debe contarse a partir de la constitución de la autoridad
de aplicación y de la definición de las disposiciones para la transición.
Usted, con toda legitimidad, ha dicho que respalda Los 21 Puntos y ha mencionado,
por ejemplo, el punto con el número 3. Usted podrá decir si en este proyecto que cuenta con
sanción de la Cámara de Diputados está acabadamente recogido ese punto 3 y sugerir una
redacción alternativa. Entendemos que ése es el deber de este honorable cuerpo de
representantes del pueblo. Lo que sí les decimos —esto ha sido expresado en la declaración
del CIN— es que éste es el momento y que llevamos veintiséis años con el tema.
Obviamente, como en todo cuerpo colegiado hay mayorías y minorías, incluso, hay
posiciones dentro de las mayorías o de los bloques, que son matices y todos tienen su derecho
a opinar sobre cada uno de los puntos. De manera tal que no somos los que estamos aquí los
habilitados para opinar punto por punto sobre este proyecto, porque lo que venimos a
manifestar aquí es la posición de un cuerpo colegiado que tiene multiplicidad de colores, de
abanicos ideológicos, de posiciones epistemológicas a propósito de cada uno de los temas. Y
lo que ese cuerpo ha dicho el día martes es que éste es el momento, el marco son Los 21
Puntos y también la declaración del Séptimo Encuentro de Licenciados de Comunicación
Social, que dice —lo mencioné anteriormente— que esta no es una ley de un gobierno de
turno, sino que es una ley de la Nación argentina.
Entonces, no quisiera ponerme a opinar sobre cada uno de los artículos; creo que no
es lo que corresponde. Usted tiene todo el derecho y la legitimidad de disentir y de presentar
una redacción alternativa, como se hace en todo cuerpo colegiado.
Sr. Morales. — Acepto la respuesta del rector. Entonces, a partir de lo que acaba de expresar
y por lo han manifestado los tres rectores, puedo señalar ─en el entendimiento de que avalan
esta resolución─ que lo que dice es que tratemos una nueva ley que incluya Los 21 Puntos y
que no vienen a sentarse aquí a avalar punto y coma de la sanción de la Cámara de Diputados
que estamos considerando. Muchas gracias.
Sr. Jenefes. — Ha sido una interpretación particular del senador Morales.
Tiene la palabra la señora senadora Osuna.
Sra. Osuna. — Quiero decir que también nos acompañan los rectores de la Universidad de
San Martín; de la Universidad de Chilecito, La Rioja; de la Universidad de Quilmes, del
centro de la provincia de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de la Patagonia “San
Juan Bosco”.
Antes de ir a una pregunta puntual, deseo decirles que valoro infinitamente que
podamos abordar estos temas. Lo hago en la comprensión de que el sesgo marcado que ha
tenido el tratamiento de esta ley hasta ahora, adentro y afuera de este recinto, en los medios
de comunicación ─mayoritariamente en los concentrados─ apuntan a una preocupación por
lo que podría calificar como “el negocio” de los medios de comunicación.
Aquí estamos trabajando sobre el valor social y político, social y económico del
conocimiento y la potencia que le imprime una ley de la envergadura como la que estamos
tratando, como vehículo para distribuir el conocimiento como un bien social y económico.
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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Yo no lo disculpo al senador Morales, pero sí lo respeto y aprecio. Me parece que
desmerecer la declaración del CIN hace un flaco favor al tratamiento, no tiene que ver, en
realidad, con cómo se van sopesando las opiniones. Aquí hemos escuchado a algunos
constitucionalistas invitados por algunos senadores que, puestos en ese lugar, han sido
opinadores, analistas políticos y no constitucionalistas. Por ejemplo, hemos atendido con
mucha atención la preocupación de los empresarios, digamos, en un sesgo que ha deslizado
permanentemente el tratamiento de esta ley hacia los números, hacia la plata que está en
juego detrás de esta ley.
Por eso, valoro lo de hoy y agradezco no sólo la declaración del CIN, que imagino ha
sido trabajosa por esta cuestión que han señalado los rectores sobre la diversidad de
opiniones y posiciones políticas, pero también por el compromiso sobre un tema de
actualidad. En verdad, desde los comentarios que nos han llegado en su momento de Elisa
Carrió planteando “no tenemos ningún problema en defender a grupo económicos, si es
defender la libertad de expresión” a lo que hemos hablado hoy, hay muchísima distancia.
Esto lo celebro y se los agradezco.
Puntualmente, hay un problema que no sólo hemos asumido los argentinos, sino
también este gobierno: la situación de pobreza en la que se encuentran muchos argentinos y
muchas argentinas. ¿Entienden ustedes que esta ley, la política que se pueda generar y las
acciones que permitan a las universidades impulsar a partir de su promulgación, puede ser,
efectivamente, una herramienta que contribuya a superar las situaciones de pobreza? Aclaro
que planteo esto desde la pobreza no sólo como una carencia económica, sino como la
dificultad para acceder al conocimiento y a un estándar digno de vida. Y lo pregunto porque,
también, entre los obstáculos con los que nos hemos encontrado ─obstáculos conceptuales
que desvirtúan el tratamiento de esta ley─, se ha planteado como una oposición, como si
estuviéramos tratando estos temas y desatendiendo cuestiones que hacen a la realidad de
muchos argentinos hoy.
Entonces, creo que es oportuno traer este tema a consideración así como también el
vínculo, si existe o no, de si es posible que los beneficios de esta ley contribuyan a superar la
pobreza de la Argentina.
Sr. Caballero. — Sí, sin ninguna duda, y por varias razones. Todo lo que implique la
posibilidad de concentrar recursos de cualquier naturaleza, pero que hacen a la vida cotidiana
de la gente ─sean recursos económicos, naturales, conocimiento, información─, sin duda,
afecta a la calidad de vida de la gente. Y hablando del concepto de pobreza, en el mismo
sentido al que hacía referencia la señora senadora, la cuestión de pobreza no tiene que ver
exclusivamente con los recursos económicos, pero, sin duda, hay cuestiones que no se
pueden resolver con recursos económicos y eso está clarísimo.
Y para no extenderme en la respuesta, porque entiendo que todos estamos muy
involucrados en estas cuestiones que hacen a la vida cotidiana de la gente, creo que el primer
paso para avanzar en la solución de la pobreza tiene que ver con la libertad, con la libertad
para escuchar todas las voces y, también, para que la propia voz pueda ser puesta en
consideración de los demás miembros de la comunidad.
Ese es un componente fundamental de lo que tiene que ver con la distribución de la
riqueza, en el sentido de riqueza de un pueblo. Y, en ese sentido, los medios de comunicación
hacen a la educación, a la cultura. Para no extenderme más, voy a recurrir a una frase de José
Martí, que más que una frase es un pensamiento sumamente profundo: “Solamente el
conocimiento nos hará libres”.
— El señor Del Bello solicita una interrupción.
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Sr. Del Bello. — El Consejo Interuniversitario Nacional no hubiera tenido este
pronunciamiento si no considerara que este texto legal, no digo qué ratio, no sé si será el 90
por ciento, 95 por ciento o 99 por ciento, expresa la reivindicación del sistema universitario.
La palabra es la esencia de la libertad y este proyecto se atreve a cuestionar a los
dueños de la palabra. (Aplausos).
Sr. Presidente. — Tiene la palabra la señora senadora Perceval. Les pido a los señores
senadores que formulen nada más que preguntas, porque hace media hora que deberíamos
haber terminado.
Sra. Perceval. — Quiero realizar una pregunta, pero asimismo deseo realizar un
reconocimiento a los señores rectores. Conozco cada una de las casas de estudio y la voluntad
de crear una nueva universidad para democratizar el conocimiento. Pero, permítanme que
haga un énfasis especial en el rector Caballero, de Misiones, porque fueron Los Redondos los
que, desafiando las técnicas de los mass media de convocatoria a la música como espectáculo
y a la poesía como mercancía, permitieron que millones de jóvenes y “jóvenas”, y no tan
“jóvenas”, peregrináramos a los recitales de Los Redondos y aún lo sigamos haciendo.
(Aplausos).
Y desde este lugar, le pregunto al señor guitarrista rector. El artículo 108 ─se lo voy a
acercar─ habla de la caducidad de las licencias o registros; y en su inciso a) plantea que es
motivo de caducidad la “realización de actos atentatorio contra el orden constitucional de la
Nación o utilización de los Servicios de Comunicación Audiovisual para proclamar o
incentivar la realización de tales actos”, atentatorios contra el orden constitucional de la
Nación.
En estos días se ha dicho mucho con esta vertiente a sospechar que atentatorio contra
la Nación es hablar mal de un funcionario de turno, por lo cual me gustaría que usted, desde
su experiencia de vida y desde su legítima responsabilidad como rector electo de la
Universidad de Misiones, pueda interpretar qué entiende por esto. ¿Significa que en una
pantalla colocan algo que no le gusta a un gobierno o a un sector que lo critica? ¿O entienden
otras cosas? Le paso el artículo.
Sr. Caballero. — No. Lo conozco. Por supuesto, que no. En estos veintiséis años de vida
democrática, en distintas circunstancias y en distintos medios, se han expresado muchas
veces en contra de los más altos funcionarios de todos los organismos, inclusive de los
rectores. Y eso jamás siquiera arrimará nuestro pensamiento a la posibilidad de que eso
implique… Muchas veces nos duele, porque creemos que hay que ser muy respetuosos de las
investiduras de las instituciones de la Nación, porque de eso se trata. Pero eso, obviamente,
no tiene ese sentido.
Para ser muy claro ─y probablemente sea poco académico─, hay que tener muy mala
visión, partir de la mala intención para darle esa interpretación al artículo. Yo creo que los
argentinos nos debemos. Y lo digo desde el corazón. Creo que por ese motivo llegamos a este
plenario. Carecemos de un valor que es muy importante para que nuestra sociedad pueda
desarrollarse: partir de la buena fe del otro. Reitero, partir de la buena fe del otro. Si un
alumno al que le estoy dando una clase cree que lo estoy estafando, y partiera esa hipótesis,
sería imposible que llegáramos a algún punto en el cual todos crezcamos. La única manera de
crecer es partir de la buena fe del otro. Pero cuando el otro nos demuestra con sus hechos y
con su actitud que ha roto esa buena fe, debe pagar con las consecuencias. Creo que no se
puede legislar proactivamente para el desarrollo de la Nación ─y lo digo como un argentino
antes que como un rector─ si partimos de la concepción del que está enfrente mío me quiere
engañar. (Risas). Discúlpenme…
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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Para concluir, por diferentes circunstancias de la vida, no por elección, tuve que vivir
en otros países, de esos que hoy llamamos “desarrollados”. Y algo aprendí de esa experiencia
de vida: que en las sociedades que han alcanzado un poco más de desarrollo, logran cierto
punto de acuerdo. Y siempre escucho a todos los legisladores y a otros representantes
nuestros que no están acá, que ese acuerdo lo debemos generar, es decir, ponernos de acuerdo
en eso que anhelamos como políticas de Estado, como cosas que pensemos los argentinos —
más allá del sector del cual provengamos —y que sea no para nuestros hijos, sino para
nuestros nietos y biznietos. De lo contrario, esto no tendrá salida. Entonces, ¿cómo lo
hacemos? La única manera es partiendo de la buena fe del otro, sino es imposible, imposible.
Desde ese lugar vengo a dar testimonio, porque yo no nací rector. Yo nací argentino y
en una familia ─y estoy orgulloso de eso─ cuyos padres no pudieron terminar la escuela
primaria. Hablo desde ese lugar. Sin embargo, este bendito y grandioso país, que nos
merecemos todos los argentinos, hizo que yo pueda ser doctor. ¡Ustedes se imaginan eso!
Acá es posible, y a mí me cuesta todavía imaginármelo. Mi mamá y mi papá todavía creen
que doctor es ser médico, y yo no soy médico, soy doctor en Ciencias de la Ingeniería.
No me quiero autoreferenciar, no soy tan estúpido como para hacer eso. Quiero contar
una experiencia de vida. Creo que eso es posible para todos los argentinos y tiene que ser
posible. ¿Qué hace falta para eso? Que todos partamos de pensar que quien está delante
nuestro y nos está dando su opinión, lo hace con la verdad, con parte de ella o equivocado,
pero desde la buena fe. Si no logramos eso, lo siento mucho, pero no nos vamos a poder
desarrollar. Yo no quiero ese país para mis hijas y mis nietos, y ustedes tampoco lo quieren.
Supongamos que todos estamos acá y vengo a este lugar en ese sentido, suponiendo
que todos tenemos buena fe, y celebro eso. Sé que eso nos va a llevar a ese objetivo superior,
que no es la ley de medios, porque, en realidad, detrás de todo esto no está esa discusión, sino
si queremos un país desarrollado, con justicia social, con una distribución equitativa y justa
de la riqueza o no. (Aplausos).
Sr. Jenefes. — Como no está presente el senador Rossi, tiene la palabra la senadora
Escudero.
Reitero que ya están presentes los gobernadores.
Sra. Escudero. — Quiero hacer una mención, porque fui aludida por el senador Ríos.
Sucede que habíamos quedado hace muchos días, desde esa Presidencia, en que para
una mejor administración del tiempo íbamos a hacer preguntas y no discursos, a fin de poder
aprovechar a los invitados. De eso se trataba mi preocupación cuando pedía de ir
directamente a las preguntas. Por favor, que los panelistas vayan directo a las respuestas y no
a discursos, porque llevamos muchos días y muchas horas. Tenemos poco tiempo, y desde el
bloque oficialista a partir de ayer se puso el acelerador.
Quiero hacerle dos preguntas técnicas al titular de COPITEC. Me quedan muchas
dudas con relación al ingreso de las telefónicas en la radiodifusión y en la comunicación
audiovisual. En el proyecto que envió el Poder Ejecutivo, se reglamentaba el acceso de las
telefónicas. Se establecía en qué condiciones y se les exigía la desmonopolización. Esa parte
del artículo ha desaparecido en la sanción de la Cámara de Diputados. Como esa sanción
deroga la prohibición expresa para estas empresas de ingresar a los servicios, hoy queda el
ingreso libre sin ninguna reglamentación. Quiero su opinión al respecto.
Sr. Honor. — La verdad que es una pregunta con una respuesta bastante delicada para
nosotros. En realidad, la finalidad de nuestra participación es humildemente tratar de mostrar
lo que tenemos en materia tecnológica y la aplicación de la tecnología. En este caso
particular, como represento a una institución, no hemos planteado este tipo de temas en el
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ámbito del Consejo, en las comisiones internas. Nosotros, por funcionamiento, tenemos
comisiones internas en radiodifusión y en telecomunicaciones, entre otras.
Una de las cosas que quiero agradecer es que estemos acá. Cuando yo pedí estar
presente, no hice un reclamo. No queremos ocupar algún tipo de cargo orgánicamente como
COPITEC. Simplemente, queremos que nos consulten. Ustedes habrán visto que mi
exposición fue muy limitada, muy corta y me referí a los aspectos netamente técnicos, a lo
que creemos desde nuestras comisiones internas.
En cuanto a la parte tecnológica, si bien es cierto —como se dijo aquí— que también
es un medio y no un fin, creo que van muy ligados. La tecnología ha permitido que hoy
estemos hablando de una mayor participación en distintos sectores en el tema de la
comunicación. En lo personal, estoy convencido de que el producto final que va a llegar a
cada ciudadano será formativo, en el buen sentido de la palabra o en el mal sentido.
Evidentemente, la parte formativa, lo que le llega a la comunicación en forma sistemática,
puede ser positiva o negativa. Y eso lo ha permitido la tecnología. Incluso, no sólo tenemos
que llegar a través de los medios. Donde dice “otros medios” nos referimos a streaming de
audio, streaming de video, que llegan por la red de redes. O sea, hay muchos mecanismos por
lo cuales la tecnología ha dispuesto como medios para poder llegar a esto. Y, evidentemente,
esto pasa también con las telefónicas. Los ingenieros o los investigadores disponen de medios
tecnológicos. Y estoy convencido de que este es el lugar adecuado para reglamentar la
aplicación de esas tecnologías. Luego, ese tipo de aplicación nos dará normas claras, que van
a desembocar en la parte de producción, en la incorporación de la industria nacional, y va a
surgir desde este ámbito.
Por eso, el pedido de nuestra participación no está como una exigencia para que
formemos parte de cargos determinados. Por ejemplo, en la normativa de televisión digital no
fuimos consultados. Nuestro Consejo tiene la particularidad de conocer el día a día de la
implantación. Tenemos cincuenta años en el andamiaje de lo que es la radiodifusión, como se
conoce hoy en día con los servicios complementarios que están normados.
De manera que no podría responderle si está bien o mal. Discúlpeme, pero es un tema
que ni siquiera me detuve a pensarlo. Quizá, tengo una opinión personal distinta, pero no la
quisiera volcar porque, en definitiva, creo que eso hace a una decisión de una visión más
superior a la yo tengo, que tal vez es más chica respecto de las telefónicas.
Sra. Escudero. — Hice la pregunta, porque el punto 6 de Los 21 Puntos, dice que si unos
pocos controlan la información, no es posible la democracia.
Nosotros, hoy, en la Argentina, tenemos una multiplicidad de canales de cable en el
interior, en municipios muy pequeños. El ingreso de las telefónicas a este servicio,
obviamente, va a sacar de carrera, por escala, naturalmente, a esos pequeños productores y
pequeños cables del interior del país. A eso apuntaba la pregunta. Entonces, era mejor
reglamentar en qué condiciones ingresaban.
Sr. Honor. — Sin ninguna duda, la incorporación para el desarrollo de estos medios, creo
que se debe implementar, mínimamente, con igualdad de condiciones. En definitiva, no está
mal, es un negocio. Creo que la palabra “negocio” no es mala. El negocio es bueno en el
sentido jerárquico que tiene. Eso, por supuesto, también lleva a la creación de puestos de
trabajo, a la innovación tecnológica.
No se discute que una dirección jurídica-normativa esté a cargo de un abogado o que
una dirección o gerencia de evaluaciones patrimoniales esté a cargo de un contador. ¡Me
parece bárbaro! Pero observamos que, realmente, cargos de ingeniería no están ocupados por
ingenieros, con la responsabilidad que tenemos, que podemos aportar y demostrar. Estamos
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convencidos de que por formación, y dejamos incluso las decisiones una vez mostrado lo que
está, que otros estamentos dispongan quienes entran en esas reglas de juego.
Por eso, quiero aclarar que nosotros, humildemente y con responsabilidad, venimos a
dar un aporte netamente técnico a esta propuesta.
Sra. Escudero.— La otra pregunta, también para el ingeniero, tiene que ver con esto de que
quienes escribieron no consultaron. Ayer surgió, al escuchar a los operadores que, por
ejemplo, el artículo 65, incisos f) y g) que exige a la televisión satelital incluir, sin codificar,
señales abiertas de los Estados provinciales, municipales, de las universidades nacionales y,
por lo menos, una señal de producción nacional propia es de cumplimiento imposible.
Quiero que nos explique técnicamente cómo es la bajada de una señal satelital y por
qué razón nos dicen que es de cumplimiento imposible, agregar todo esto al satélite que baja
para una región y es absolutamente limitado.
Sr. Honor. — En realidad los satélites se llaman, técnicamente, pisadas. Es decir los satélites
tienen pisadas que van a abarcar una región o un país, pueden ser, incluso, hemisféricos.
Después, de cada satélite salen ─se llaman técnicamente transponders─ señales encargadas
de enviar la información hacia el territorio al cual apuntan las antenas. En cuanto a la
capacidad satelital, no sé bajo qué contexto se dijo esto, porque las señales satelitales están
hace mucho tiempo digitalizadas. Hoy en día recibimos señales de audio junto con las señales
de televisión que están compuestas por video y audio en su conjunto.
Simplemente, creemos que si la señal que se va a recepcionar no está codificada,
corresponde a lo que nosotros llamamos radiodifusión; si la señal está codificada, como el
caso que conocemos todos, no es radiodifusión sino un servicio distinto, conexo o
complementario o la denominación que se le quiera dar porque, en definitiva, a través de la
codificación sólo es accesible a un público determinado.
Sra. Escudero. — O sea que el servicio de la televisión satelital codificado entraría en el
concepto de servicios conexos que es libre, de acuerdo con el artículo 6 de la sanción que la
Cámara de Diputados.
Sr. Honor. — El servicio codificado es un servicio conexo, no es libre. Es un servicio que va
a un público determinado.
Sra. Escudero. — El artículo 6 dice que es libre, que todos los servicios conexos da la
libertad a los servicios…
Sr. Honor. — Justamente, por eso hacía hincapié en que tenemos que respetar las
definiciones técnicas que están dadas por los organismos internacionales a los que adherimos
como país.
Sra. Escudero.— O sea que el Congreso de la Nación tendría competencia nada más para
regular lo que usa espectro, porque el espectro es un recurso escaso, bien de la humanidad; el
resto sería como regular a los diarios, nos metemos en una cuestión mucho más compleja y
privada.
Sr. Honor. — El espectro radioeléctrico es justamente un bien escaso, es un patrimonio de la
humanidad y debe estar bajo regulación del Estado, sin ninguna duda.
Sra. Escudero. — Para cualquiera de los demás rectores, una última pregunta.
Coincido en lo que dicen acerca de que se garantizará la independencia de los medios
y en que si unos pocos controlan, no es posible la democracia. Para que existan medios
independientes, deben existir medios que tengan independencia del gobierno. Eso es lo que
necesitamos. Que tengan independencia del gobierno, que no vivan del presupuesto oficial.
Entonces, necesitamos medios que sean económicamente viables. Con las limitaciones que
establece el proyecto, lo que estamos viendo es una división en una multiplicidad de medios
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pequeños, no viables económicamente, que van a depender, en definitiva, de la distribución
de la publicidad oficial.
Entonces, campea un poco en este proyecto ─y sobre todo en el discurso de quienes lo
defienden─ una actitud antiempresa, como si el fin de lucro fuera un fin malo. Si un tercio
del espectro es para el Estado, el otro tercio para las ONG, que viven del Estado, y solamente
un tercio para lo comercial y está atomizado en pequeñísimas empresas no viables, no sé
adónde va la libertad en el país o la garantía de independencia de los medios.
Sr. Presidente. — Habíamos dicho que formulábamos la pregunta, senadora...
Sra. Escudero. — Sí, ese fue el comentario y es a uno de los rectores que ya tiene el
micrófono.
Sr. Del Bello. — Desde el punto de vista de la economía, le podría refutar su consideración a
propósito de cómo se regulan los mercados; y esta no es una ley contra la iniciativa privada y
las empresas privadas. Simplemente, en el capítulo económico y, en ese sentido, es una clara
regulación de estructuras oligopólicas de mercado como puede suceder en cualquier lugar del
mundo. Lamentablemente, ocurre mucho más en los países avanzados que en los
subdesarrollados. De manera tal que no necesariamente es así como usted dice. Es mi
modesta opinión, no estoy hablando en el nombre del CIN.
En segundo lugar, no creo que un canal como Encuentro, que es un canal estatal,
exprese la ideología necesariamente de un gobierno. La BBC de Londres tampoco. Y el
hecho de que haya entidades sin fines de lucro operando medios de comunicación y que no
tienen objetivos de generar utilidades, no quiere decir que estén viviendo de las pautas
oficiales.
En mi carácter de rector de la Universidad de Río Negro, que tiene sede en la ciudad capital
de Viedma, lo demuestra claramente la Radio Encuentro que está dirigida por Néstor Busso
que es, a su vez, secretario de FARCO y vicepresidente de ALER, que es una organización
sin fines de lucro y no vive de la publicidad oficial de ningún gobierno, nacional, provincial o
municipal.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor senador Torres.
Sr. Torres. — Muchas gracias por la presencia. Creo que llegamos al punto de inflexión del
debate por el tema de la Ley de Medios Audiovisuales. Creo que, además de las convicciones
para apoyar este proyecto en función de los principios que cada uno de nosotros
sustentamos, la decisión que ha tomado el conjunto de la universidad divide claramente el
espectro político de este Senado en dos filosofías políticas.
En cuanto a extender esta discusión, como algunos senadores plantean, podemos
extenderlas diez, veinte o treinta años y estas filosofías políticas nos van a seguir dividiendo
en las distintas posturas que tenemos.
Nosotros valoramos porque ustedes argumentan a favor de nuestros principios el
apoyo de esta ley. Y muchos de los argumentos que utilizó el Consejo de Rectores para
tomar una decisión, son lo que nosotros tomamos para argumentar este proyecto de ley.
Lamentablemente, y sin ánimo de ofender, la oposición, en su postura, coincide con otras
agrupaciones en esta ley, les guste o no. Coinciden con las posturas que tienen ARPA y la
SIP y un montón de organizaciones que representan a los medios de prensa. Estas son las dos
posturas que se tienen, que son claras y se están mostrando en este debate.
— El señor senador Morales realiza manifestaciones fuera del
micrófono.
Sr. Presidente. — Por favor, no dialogue senador Torres. Haga las pregunta, senador. Nos
están esperando los gobernadores.
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Sr. Torres.─ Creo que estamos dividiendo cuáles son las dos posturas en las que se está
sustentando el apoyo a este proyecto. Por eso, yo creo que hay algunos senadores que
plantean que esto es sólo una cuestión académica que no tiene mucha importancia, como si
no estuviesen insertos en la sociedad; y que si fuesen rectores, ellos también mantendrían esta
postura. Por eso, le hago una pregunta específica, que creo que ya está contestada y abunda,
basada en que el 30 por ciento, como se divide la distribución de la frecuencia, está dado en
función del objetivo de un gobierno de acaparar todos los medios de prensa y cambiar el
monopolio privado por el del gobierno y no del Estado.
Creo que estamos en un intento de desvalorizar al Estado muy parecido al que tuvimos
en la década del 90. Por eso, creo que ustedes ya han contestado y es obvio que se puede
eludir la respuesta porque en las exposiciones que han hecho han contestado claramente lo
que quería preguntar. Muchas gracias.
Sr. Caballero. — Brevemente. Por supuesto que no hace falta. Solamente quiero repetir
algunas cosas que ya señalamos. En realidad, desde nuestra interpretación del texto, y
también en la comparación con la legislación de otros países bajo la óptica de la concepción
de atender a las necesidades del pueblo, está claro que esta división lo único que hace es
intentar distribuir un poco mejor, o mucho mejor, o tanto mejor como se pueda, la pluralidad
de voces; pero también, desde el punto de vista económico, la posibilidad de desarrollar
fuentes de trabajo.
Cuando se habla de fragmentación, dependiendo de cómo se maneje la
implementación de la ley, ese fraccionamiento no es tal sino que, por el contrario, va a tender
a crear fuentes de trabajo. Hay un capítulo dedicado a la producción local. En realidad, está
claro que esa subdivisión no tiende a agredir a nadie sino, muy por el contrario, a socializar
mejor y tanto mejor como se pueda ─decía yo hace segundos─ la riqueza, entendida no
solamente como el valor económico, sino la riqueza cultural, la diversidad, etcétera.
Entonces, en concreto, creemos que esa subdivisión a partir de una visión académica
va a contribuir al desarrollo más equitativo y justo de nuestro país. No va a perjudicar a nadie
en realidad, a no ser que alguien tuviera como objetivo concentrar los medios y la riqueza.
Eso está clarísimo, no hace falta mucho análisis para entenderlo así.
Sr. Presidente. – Les agradezco a los señores rectores por su presencia. Recibimos ahora a
los señores gobernadores.
Damos la bienvenida al señor gobernador de la provincia de San Luis, doctor
Rodríguez Saá, y al gobernador de la provincia del Chaco, “Coqui” Capitanich, ambos ex
senadores de la Nación Argentina.
Tiene la palabra el señor gobernador de la provincia de San Luis.
Sr. Rodríguez Saá (Alberto). - Muchas gracias por invitarnos a esta reunión.
Cuando se hizo la primera legislación sobre acoso sexual fue muy difícil establecer
reglas objetivas. Y las primeras reglas fueron así. Pero, después, toda la jurisprudencia ─que
es enorme, porque las situaciones de acoso pueden llegar hasta lo que la imaginación
establezca─ estableció que lo importante para el criterio de la interpretación no era lo
objetivo, sino lo subjetivo. Es qué piensa la persona acosada, si es acosada o no. Este es el
criterio de la jurisprudencia que hoy establece este delito que, realmente, ha causado tanto
daño en la sociedad.
En los temas de las provincias argentinas, el problema también es subjetivo. Entonces,
agradezco enormemente esta posibilidad que da la Cámara alta de escuchar lo que piensan las
provincias argentinas.
El Senado, después del Pacto de Olivos y de la reforma del 94, dejó de ser el lugar o
el foro representativo de las provincias argentinas y los senadores se transformaron en
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representantes de los partidos políticos. Creo que esto hizo mucho daño, pero las cosas son
así.
Por lo tanto, agradezco la posibilidad de venir a este foro, al Parlamento argentino, al
Senado de la Nación ─al cual conozco porque he sido senador nacional tres veces─ a hablar
de esta ley de medios audiovisuales y a expresar una posición subjetiva y una mirada distinta
a la que todos los días estamos acostumbrados a ver por el debate que se produce en la
sociedad argentina.
El contexto de esta ley me trae como recuerdo la cuestión del “corralito” financiero
que generó en la sociedad argentina una crisis enorme en la cual no sé si todavía estamos
inmersos.
La arquitecta Alicia Lemme, entonces gobernadora de la provincia de San Luis, me convocó
como abogado ─yo no ocupaba ningún cargo─ para defender los derechos de la provincia en
la Corte Suprema. Y yo usé una figura que quiero trasladar acá, porque me parece que tiene
mucho que ver con lo que nos está pasando, relacionada con la película Rififí.
Rififí es una palabra del argot de la mafia o de los bajos fondos parisinos que
significa, más o menos, “camorra”, “situación de escándalo entre la mafia”, “manotazo de la
mafia”, “accionar de la mafia”.
Yo llevé a la Corte Suprema el tema de Rififi. La película Rififi fue hecha por el
director Jules Dassin, que fue proscripto –esto tiene que ver con lo que estamos tratando acápor el macarthismo, que lo puso en las listas negras. Él pudo filmar en el año 55 esta película,
que la hizo en Europa. Después, la película fue muy premiada, pero nunca pudo volver a
Hollywood, porque estaba en las listas negras y prohibido.
A partir de ahí, la forma de actuar se llama rififi. El director describe cuando la mafia
o los grupos delictivos producen un golpe y luego se pelean entre sí. El botín es el motivo de
la pelea. El botín del “corralito” financiero eran 60 mil millones de dólares. Y, bueno, había
motivos para pelearse... Hemos visto a los protagonistas peleándose por este botín y las
legislaciones que han producido también para distribuirse este botín. No me cabe duda de que
todavía siguen esta discusión sobre el reparto de aquel enorme botín de 60 mil millones de
dólares.
En este caso, hay un segundo Rififí –o el mismo Rififí en la versión 2 o una ventanita
sobre aquel Rififí. Digo esto porque, en realidad, es una discusión de cómo se reparten el
botín. El botín consiste en las facultades que tienen las provincias argentinas, que no han sido
delegadas a la Nación argentina. Se están repartiendo el botín. Lamento que se discuta una
ley que podría haberse iniciado de una manera maravillosa y en un clima de unidad nacional.
Propongo, a modo de ejercicio de la imaginación, una ley que dijera: “Derógase la ley
de la dictadura”. Punto y aparte. La ley del COMFER, la ley de regulación de los medios.
“Derógase la ley de la dictadura”. ¿Qué diputado o qué senador no estaría dispuesto a
levantar la mano, orgulloso de sacarnos de encima una ley que significó ─o significa─ el
control sobre los medios de comunicación, la manipulación y una violación permanente a la
Constitución Nacional. ¡Qué linda ley! “Derógase la ley de la dictadura”. Estaríamos todos de
acuerdo.
Luego de que esta ley estuviera sancionada, qué bueno sería empezar a hablar de
monopolios, de otras leyes. Cómo el Estado nacional hace cumplir los tratados
internacionales respecto a la navegación aérea. Cómo se legisla sobre el progreso de los
nuevos medios de comunicación, en especial de este maravilloso medio que ha generado una
revolución en la cual estamos inmersos, pero donde todavía no nos hemos dado cuenta de que
estamos en la era digital y ante este fenómeno que tiene como epicentro lo que sería la
Internet: red anárquica. El gobierno de la red es anárquico. Para los románticos, al final la
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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anarquía tiene un triunfo en la red. Ojalá no se le ocurra al gobierno argentino discutir formas
de regulación de la Internet.
Otro criterio que quiero establecer es la interpretación. La forma más fácil de
interpretar la Constitución, la más elemental, la más primaria, es la forma literal: leerla.
Algunos constitucionalistas, y también otros participantes del debate, han buscado un
método para evitar la simple lectura de la Constitución. Me refiero a una palabra que yo creía
que era nueva, pero, en realidad, no lo es y figura en la Real Academia. Anoté por acá el
significado, pero todos lo sabemos. Es la palabra “ninguneo” o “ningunear”. Yo creía que era
una palabra del lunfardo o artificial. Pero no, está en la Real Academia y pertenece al
lenguaje académico. Así que digo que le puso la palabra “ningunear”.
El artículo 32 de la Constitución está ninguneado, porque ni siquiera se busca leerlo,
ponerlo a consideración y hacer una interpretación, digamos, literal. No digo que vamos a la
interpretación de las fuentes, que sería la auténtica, que sería revisar de dónde viene esta
fuente y cómo fue incorporada a la Constitución. O a una interpretación crítica, una de
manera de tomar los fallos de la Corte Suprema de la República Argentina y de la Corte
Suprema de los Estados Unidos ─después explicaría por qué sobre estos artículos─ o a una
interpretación racional.
El criterio racional, la racionalidad, es lo que le da sentido a la Constitución. Si le
quitamos racionalidad, no podemos interpretar la Constitución; si le agregamos racionalidad,
siempre vamos a encontrar en la Constitución la solución a nuestros problemas.
Ahora inicio el tema de lo que pienso sobre esta ley, recordando al senador por la
provincia de San Luis, don Laureano Landaburu, quien en 1934, cuando se trataba en el
Congreso argentino la ley de amparo a la prensa, sostuvo que “no puede, ni la Nación ni las
provincias argentinas –le agrega al artículo 32- legislar restringiendo la libertad de prensa o
estableciendo sobre ellas competencia federal”. Landaburu, 1934, citado por los
constitucionalistas argentinos, entre ellos por uno de los más premiados de la Argentina, que
es el doctor Linares Quintana.
La Argentina establece la Constitución del 53 con un método y una situación muy
complicada. Algunos decían: “La Constitución es lo que el ejército de Urquiza quiere que
sea”. Había algo de razón, porque, en realidad, en aquella de Constitución que se termina
sancionando el 1º de mayo de 1853, iban a consultarle a Urquiza. Los debates fueron casi
nulos o no existieron, o no hay cuenta de ellos en los Diarios de Sesiones, que son
prácticamente actas donde se expresan opiniones, pero no están los discursos de los señores
senadores.
En realidad, la interpretación y el debate de la Constitución Nacional se produce con
la incorporación de la provincia de Buenos Aires en 1860. En ese año, se revisa. Hay una
Comisión Revisora de la Constitución del 53 realizada por la provincia de Buenos Aires.
Participaron en ese debate personalidades como el general Bartolomé Mitre, Dalmacio Vélez
Sársfield, José Mármol, Domingo Faustino Sarmiento, entre otras personalidades. Pero el
miembro informante, el que habló de esto, fue el señor Dalmacio Vélez Sársfield.
Lo interesante de la Constitución del 60 es que hay debate y que están las posiciones
presentadas. Entre otras reformas -está la que se incorporó después al artículo 31, con algunas
facultades que no delegó la provincia de Buenos Aires- está la del artículo 62 de la
Constitución, perdón, del artículo 32 de la Constitución. Pertenecí al Senado en el que estaba
también don Vicente Saadi. A veces, se le escapaban los libros, y yo aprendí que, en
ocasiones, es difícil encontrar las citas, porque uno mismo maneja mal los libros.
El artículo 32, que se incorporó y es el que está ahora, dice: “El Congreso Federal no
dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción
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federal”. En este artículo 32, que fue fundamentado por Vélez Sársfield, hay que ver de
nuevo esa interpretación, que es auténtica, porque es maravilloso el lenguaje que hoy también
nos serviría para lo que sucede actualmente.
Vélez Sársfield expresa que la palabra “imprenta” se refiere a la libertad escrita o
hablada. Dice que la palabra “imprenta” se refiere a algo mucho más grande, que es la
libertad de pensamiento. Este artículo 32 ha sido tomado –y lo dicen también los diputados
constituyentes– de la Primera Enmienda de los Estados Unidos. La Constitución de los
Estados Unidos es muy breve, tiene apenas ocho o nueve artículos, y es la primera
constitución fundadora de una república de la era moderna. Se olvidaron ─y después el
constitucionalismo lo señaló a esto como un gravísimo defecto─ de incorporar las libertades
de derechos y garantías. Entonces, utilizaron muy rápidamente, con grandes reflejos
institucionales, lo que se llamó el sistema de enmiendas.
En 1789, se proponen diez enmiendas y en 1791 se aprueban, surgida ya la
Revolución Francesa. Los Estados Unidos, América, habían creado la institución de la
república, muy admirada por el mundo y por nosotros y el constitucionalismo moderno. Y,
luego, los que pregonaban los principios de la Constitución y las reglas de convivencia,
fueron los que escribieron en El Federalista, es decir, el conjunto de publicaciones que se
hicieron interpretando, defendiendo los principios de la República y del constitucionalismo
moderno.
Así que nuestros intelectuales estaban enormemente y muy bien influenciados por lo
que era, en el mundo moderno, lo más maravilloso que podía sucederle a los pueblos, que era
vivir en un clima de república, de independencia con derechos y garantías. Nosotros tardamos
un tiempo, pero luego llegamos con nuestra constitución, que fue casi a imagen y semejanza
de la de los Estados Unidos, con la previsión de que se incorporaron las enmiendas. Pero
faltaba una enmienda, que la incorpora la Constituyente de 1860, que se reúne en Santa Fe, y
que la aprueba y la ratifica la provincia de Buenos Aires, lo que significó que esta provincia
pasara a integrar la República Argentina.
La Primera Enmienda de los Estados Unidos dice: “El Congreso no hará ley alguna
con respecto a la adopción de una religión o prohibiendo el libre ejercicio de dicha actividad
o que coarte la libertad de expresión o de prensa o el derecho del pueblo para reunirse
pacíficamente y para solicitar al gobierno la reparación de agravio.” La Décima Enmienda de
los Estados Unidos ─que después nosotros las tomamos en los artículos 120 y 121 de la
Constitución─, dice: “Los poderes no delegados a los Estados Unidos por la Constitución, ni
prohibidos por ella a los estados, están reservados a los estados o al pueblo”. Es nuestro
artículo 121 que establece las facultades que no son delegadas y siguen perteneciendo a las
provincias. “Las provincias conservan todo el poder no delegado por esta Constitución al
Gobierno Federal, y el que expresamente se hayan reservado por pactos especiales al tiempo
de su incorporación”.
La República Argentina es fundada por las provincias argentinas. La Nación argentina
es coexistente. El ente Nación es un ente cultural a las provincias argentinas; es como
simultáneo. Pero la República Argentina como contrato social, como pacto de convivencia
primario es fruto de la organización y de los tratados preexistentes de las provincias. Las
provincias somos primeras, la República es después. Nosotros fundamos a la Nación
argentina.
Para la fundación de la Nación argentina se generaron facultades y poderes; poderes
delegados de la provincia a la Nación. ¿Qué poderes delegamos las provincias a la Nación?
Dictar los códigos Penal y Civil. Está claro. Todos coincidimos en esto. La primera
interpretación que hacemos está bien.
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Poderes reservados. Esto no, esto es nuestro. “Dictar las provincias sus propias
instituciones”, lo que significa dictarse su propia constitución. Con Urquiza de por medio, las
revisaba el Congreso, pero las dictaban las provincias, luego sugería el Congreso y se
aprobaban. Esa fue la primera etapa hasta 1860.
Los poderes concurrentes son los que puede ejercer tanto la Nación como las
provincias. Para entenderlo de la mejor manera, hay que leer el Preámbulo de la Constitución.
Hay una parte que dice “el bienestar general”. Esto lo podríamos traducir como la cláusula
del progreso, que fue incorporada a la Constitución por los nuevos derechos humanos. Hablo
del derecho al progreso en la Constitución de 1994, cuando se incorporan esa catarata de
derechos humanos, de tratados internacionales, y uno de ellos es el derecho al progreso.
Nuestra constitución lo contiene en el artículo del bienestar general. Pero está claro: las
facultades concurrentes siempre son derecho al progreso, más progreso. Sería como decir hoy
que “el Estado nacional va a favorecer la instalación de fibras ópticas para que se
comuniquen los argentinos a través de la red”. Progreso. Y la provincia puede decir
“nosotros, también”. Progreso. Tendrán que coordinar si quieren, pero los dos tienen
facultades concurrentes, que son las del progreso.
Por otra parte, están las facultades prohibidas. Todos los constitucionalistas dicen
“facultad prohibida”, en el 32. No hay manera de no entenderlo como una facultad prohibida,
porque lo dice el texto, las interpretaciones, la interpretación auténtica y la racionalidad. Esto
está prohibido. Igual que la Enmienda de los Estados Unidos. Facultad prohibida. ¿Cuál es la
facultad prohibida? Dictar leyes que restrinjan la libertad de expresión. Problema… ¿Qué es
restringir la libertad de expresión? Ahí viene la parte subjetiva. ¿Podemos nosotros, en este
momento, en esta especie de situación Rififí que vivimos, establecer un criterio racional de
estas facultades de restricción de la libertad de prensa? Es muy difícil, sobre todo en este
clima. Si empezamos diciendo: “Derógase la ley de la dictadura”, es probable que al día
siguiente busquemos qué quiere “facultades restringidas” y adónde podemos ir o no. Es una
forma de mirar las cosas.
El doctor Linares Quintana, cuando habla de esto, cita un criterio objetivo que nos
saca a nosotros de esta subjetividad Rififí de hoy y nos lleva a poder mirar una convención
que se hizo en Chile. El Primer Congreso Mundial de Periodistas, reunidos en Santiago de
Chile, en diciembre de 1952, enumeró las siguientes restricciones a la libertad de prensa que
deben ser eliminadas; restricciones que no pueden existir. (Linares Quintana. El Tratado de
la Ciencia del Derecho Constitucional. Tomo IV, página 439 y siguientes) El texto dice: “…
en el orden político, la prohibición impuesta a sectores políticos y sociales de cualquier
Nación, para crear órganos de expresión propios o manifestarse en los existentes. La
influencia coactiva de los gobiernos sobre la orientación y la información de los órganos
periodísticos particulares. La prisión, el destierro o la persecución por el solo ejercicio de la
actividad periodística. El acaparamiento de los stocks de papel por parte de algunos Estados
—con desventaja de los demás—, y su distribución dirigida e injusta por los gobiernos entre
los órganos de la prensa”. No hace falta releer esto porque todos nos vamos a acordar qué
quiere decir. “Las trabas y discriminaciones para la importación y abastecimiento de
maquinarias, repuestos, refacciones y materia prima, destinadas a los servicios de prensa o
información. Las limitaciones gubernamentales de toda índole para la libre utilización de los
canales de transmisión, teléfonos y telégrafos, así como transporte para la circulación de los
impresos”. Repito, esto fue en 1952. “La distribución discriminatoria de los avisos oficiales,
la imposición coactiva de inserciones de prensa y ediciones radiotelefónicas en cadena de
propaganda política gubernamental. En el orden económico, el monopolio de los medios de
difusión periodísticos por parte de los organismos gubernamentales o de los trust o de los
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grupos económicos de cualquier naturaleza. La financiación de las empresas periodísticas por
medio de fuentes económicas inconfesables —como subvenciones secretas y la publicidad
comercial condicionada— que coartan por omisión o deformación de la verdad, la libre
expresión de la noticia y el comentario. En el orden profesional, las limitaciones al periodista
que —de una y otra forma— le impidan llegar a las fuentes informativas nacionales o
internacionales. La prisión o la sanción de los periodistas. La traba de cualquier origen que se
oponga a la libre agremiación de periodistas. La omisión o la desidia de los gobiernos frente a
la necesidad de establecer un estatuto legal que eleve a la profesión periodística —en sus
deberes y derechos— al mismo plano de las profesiones liberales”. Este es un criterio —
puede haber otro—, pero tiene que conversarse qué se entiende por restricción a la libertad de
prensa.
Las jurisprudencias de los Estados Unidos y de la Argentina son distintas. Pero la de
los Estados Unidos—interpretando la enmienda— y autores como Linares Quintana
sostienen que la prohibición al Congreso Federal también es a las provincias argentinas. Así
que, no podía estar este Congreso hablando de leyes que restrinjan la libertad de expresión,
como tampoco podían hacerlo las provincias argentinas.
Las enmiendas de los Estados Unidos utilizan la palabra “legislatura”. La Corte
interpretó que la prohibición se refería a la legislatura del Congreso de la Nación y a la
legislatura de los Estados federales. En realidad, todos los fallos son calificando de
restricción cuando el Estado legisla a favor de la libertad de expresión.
Por otra parte, en los fallos sobre la libertad, la palabra “imprenta” —que, por
supuesto, incluye todos los medios audiovisuales y lo que se refiere a la libertad de
pensamiento—, ha llegado al teatro y al cine. El estado de Nueva York, en 1953, impuso una
restricción con afán de utilizar el mecanismo de la libertad de empresa a una película italiana
llamada El Milagro; y la Corte Suprema dijo: “No, también el cine es parte de la libertad de
imprenta”.
Por lo tanto, estos son los criterios por los cuales la provincia de San Luis se siente
discriminada, es decir, siente que le están ninguneando un artículo. Ningunear significa
“bastardear”, es decir, “ignorar deliberadamente” a una persona e incorporarla a una lista
negra. Es como decir “éste no puede hablar”, “vamos a ningunearlo”. Todos los argentinos
sabemos qué es el ninguneo y que, a veces, hasta se paga para que una persona sea
ninguneada.
En este momento, se está ninguneando el artículo 32, que debe ser el centro de este
debate, a fin de determinar si podemos o no caminar un pasito sobre esta ley que contiene, en
casi todos esos artículos, restricciones a la libertad de expresión.
Con respecto al tema de la concesión de licencias, a nadie se le ocurriría que tenga
que otorgarse licencia para poner una imprenta, para comprarse una computadora o para
facilitar la conectividad con la red. ¡Por favor, que a nadie se le ocurra! Pero sí se nos ocurre
hablar de licencia cuando miramos el espectro radial. Perdónenme si hablo con un lenguaje
vulgar y no científico, porque lo desconozco. En efecto, los tratados internacionales sobre
navegación aérea establecen que hay que darle un espectro en lo que sería el dial o las ondas
hertzianas. Ahí sí puede el gobierno nacional decir que desde un punto del dial hasta otro
punto del dial no se puede tocar porque pertenece a los tratados internacionales, a fin de que
lo administren las líneas de navegación aérea, las cuales serán coordinadas por el Estado
nacional. En el resto, ¿qué tiene que meterse el Estado nacional? ¿Qué tenemos que
meternos poniendo restricciones a la libertad de prensa? Si ustedes ingresan al mundo digital
y buscan una radio —en el search, como se dice ahora—, van a encontrar miles de lugarcitos
desocupados que pueden ir a radios, aun en grandes centros como Buenos Aires.
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Como gobernador de una provincia argentina, me molesta cuando dicen que esto es
para las culturas originarias. En San Luis, la comunidad originaria ranquel —que tiene su
tierra, sus viviendas, su hospital y wi-fi gratuito— tiene una radio y hablan en lengua ranquel.
Es un absurdo y una violencia a la inteligencia de los argentinos que los ranqueles de San
Luis tengan que esperar a que el COMFER llame a un concurso, porque en su comunidad
ustedes pueden prender la radio un millón de veces y no van a encontrar ninguna. ¡Donde hay
pueblos de menos de cinco mil habitantes, hay que pedir permiso al COMFER! Organismo
de la dictadura militar creado para el control de la cultura de los argentinos y una oficina de
peaje. ¡Es una oficina de peaje!, y lo sabemos todos. ¿Cómo vamos a mantener, bajo otro
nombre o figura, atribuciones de esta naturaleza, creando una oficina de peaje? Y no quiero
leer el artículo 32 que prohíbe no crear una oficina de peaje, sino cualquier restricción a la
libertad de prensa.
Los ranqueles tienen su radio, pueden hablar en ranquel si quieren. Espero que esto
quede entre nosotros, porque si se entera el COMFER, cerrará esa radio. Muchas gracias.
(Aplausos).
Sr. Presidente. — Muchas gracias, señor gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá.
Tiene la palabra el señor gobernador del Chaco, Capitanich.
Sr. Capitanich. — Muchas gracias, señor presidente y señores presidentes de otras
comisiones y señores senadores. Es un gusto participar de esta audiencia pública para debatir
una iniciativa de carácter legislativo que tiende a establecer un marco de modernización de la
Ley 22285.
Como bien se ha dicho aquí, es una ley de la dictadura militar. En este sentido, me
parece importante remarcar que constituye una deuda de la democracia argentina de los
últimos veintiséis años. Es necesario impulsar y promover un modelo para lograr la sanción
de una nueva iniciativa de carácter legislativo. En efecto, es importante destacar que desde
1983 hacia delante ha habido modificaciones de carácter parcial en esta norma. Sin embargo,
estas modificaciones, en general, han tendido a crear un mayor proceso de concentración
monopólica desde el punto de vista de los medios de comunicación. Por ejemplo, se pueden
advertir dos iniciativas que han tenido un objeto muy claro y contundente, vinculadas con la
regulación de los procesos de comercialización de las frecuencias y también con la
participación del capital extranjero. Las dos leyes más importantes son la Ley 23686, artículo
65, y la ley 25750, referida a los bienes culturales, a los efectos de establecer un sistema
protectivo para la inversión extranjera directa en el capital accionario de los medios de
comunicación de propiedad y radicados en territorio nacional.
Por supuesto, una ley de esta naturaleza siempre genera reacciones o puede, incluso,
generar encendidas polémicas, como todo debate público en una sociedad democrática. Creo
que es importante remarcar esto porque la política moderna tiene tres componentes
esenciales: el diseño político, la comunicación y la acción. Toda acción de gobierno se
comunica; y la comunicación tiene multiplicidad de canales. Es posible comunicar un acto de
gobierno o una acción gubernamental por un medio televisivo; a través de un medio escrito,
un diario; mediante la transmisión radiofónica en amplitud modulada o frecuencia modulada;
vía portales de Internet; en un meeting político o acto público con participación ciudadana,
etcétera. Por lo tanto, hay una multiplicidad de mecanismos de divulgación de las acciones
gubernamentales en ejercicio efectivo de este vínculo entre política, comunicación y acción.
Me parece que es necesario asumir a la luz pública que en una sociedad democrática
lo que se debate expresamente en esta iniciativa legislativa tiene que ver con el poder, el
poder entendido como una herramienta clave para la transformación económica, social e
institucional de un país, de una provincia o de cualquier nivel de gobierno. Allí es donde,
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necesariamente, uno debe asumir la responsabilidad de cuál es la fuente originaria del poder
político. Si la fuente originaria del poder político es, efectivamente, el voto popular, la
expresión genuina en democracia se da a través de sistemas de elecciones de carácter
periódico, que permiten legitimar la representatividad popular tanto en el Poder Ejecutivo
como en el Poder Legislativo. Esto es lo que debe determinar la transparencia en los
procedimientos de participación de carácter institucional.
Desde mi posición de gobernador de la provincia del Chaco, lo que pretendo asumir
es la defensa plena e irrestricta del federalismo como expresión genuina de la defensa del
interés de nuestra provincia. ¿Cómo es posible defender los intereses de nuestra provincia?
En primer lugar, estableciendo un marco regulatorio adecuado para que no exista en mi
provincia una estrategia de mensaje unidireccional del centro a la periferia, promoviendo una
capacidad de expresión múltiple de pluralismo y, obviamente, de participación en distintos
canales de comunicación para favorecer y fomentar el surgimiento de productoras, de
agencias de publicidad y del periodismo con noticias locales que interactúen con la
participación pública y popular. Eso es defender los derechos esenciales de los habitantes de
la provincia del Chaco, hacer ejercicio pleno del federalismo.
Observamos que la concentración de los medios de comunicación en cadenas
poderosas establecen una estrategia de mensaje unidireccional, en donde un chaqueño del
pueblo de Ciervo Petiso enciende una radio en la que se retransmite lo que se transmite aquí
en Buenos Aires, y sabe el clima de la Capital Federal, si hay algún corte de tránsito en
Callao y Santa Fe o si funciona o no el subterráneo. Sin embargo, en muchos casos, no tienen
la posibilidad de expresar lo que le pasa al vecino que vive a una cuadra de distancia. Esto
tiene que ver con la descontextualización entre la vivencia específica, los medios de
comunicación y la capacidad de expresión de múltiples actores de carácter político e
institucional.
Entonces, uno puede discutir la defensa clara e irrestricta del federalismo desde una
posición dogmática constitucional o desde la realidad cotidiana, es decir, desde el punto de
vista de la invasión permanente de mensajes unidireccionales que pretenden homogeneizar
una caracterización de lo que los grupos hegemónicos de poder pretenden instalar en la
República Argentina.
Quisiera también plantear aquí un debate abierto. Francamente, ¿ustedes creen que en
la República Argentina hay restricción a la libertad de expresión? De ninguna manera. La
República Argentina tiene absoluta e irrestricta libertad de expresión. Cualquier argentino en
cualquier lugar puede expresar su protesta: en una plaza pública, en una esquina, a través de
una radio, hablando a la radio, a través de un correo electrónico, por la Internet, etcétera.
Reitero, no hay ningún tipo de restricción a la libertad de expresión. Por lo tanto, entender
que esta ley es una “ley mordaza”, sensiblemente atenta contra el sentido común, que es el
más común de los sentidos.
¿Algún habitante de la República Argentina puede considerar que la mayoría de los
medios de comunicación en la Argentina son oficialistas, que defienden irrestrictamente al
gobierno y que no lo critican nunca? Para responder esta pregunta, basta leer todos los días
los diarios y ver todos los canales de noticias.
En consecuencia, lo que tenemos que admitir es que desde el punto de vista
dogmático constitucional, así como existe el artículo 32 de la Constitución Nacional, también
existe la reforma constitucional de 1994 en virtud del artículo 75, inciso 19. Las menciones
son muy claras a leyes que restringen la libertad de imprenta o que establezcan sobre ella
jurisdicción federal como una restricción en el artículo 32. También es cierto que el artículo
75, inciso 19, establece claramente que constituye una atribución del Congreso de la Nación
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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sancionar leyes que protejan los espacios culturales y audiovisuales en forma explícita, clara
y transparente. Indubitable.
Es cierto que la modernización tecnológica genera multiplicidad de canales y que es
necesaria una acción del Estado para establecer un marco regulatorio adecuado. Acaso, desde
la irrupción de las radios comunitarias o de frecuencia modulada hasta la fecha, ¿no ha
habido una multiplicidad de canales de expresión?
En este contexto, quiero transmitir que es necesario que el Estado establezca un marco
regulatorio para la administración del espectro radioeléctrico. Cuando el espectro
radioeléctrico establece claramente la composición de oferta y demanda, se determinan los
mecanismos básicos y transparentes de adjudicación de las licencias. Por ejemplo, si en una
comunidad existe la posibilidad de la instalación de cinco radios de frecuencia modulada, que
esa es la oferta del espectro radioeléctrico disponible, y hay tres radios de frecuencia
modulada que pueden funcionar, conforme a parámetros razonables de costo beneficio o a
vinculación adecuada con la comunidad. No hay ningún tipo de problema para el
otorgamiento automático de las licencias e, incluso, para un proceso de desconcentración
efectivo de proceso de delegación de atribuciones para que los estados provinciales
cooperemos en los procesos de regularización de carácter normativo.
Sin embargo, no es menos cierto que cuando hay una radio con cierta potencia que
transmite en el ámbito no solamente de nuestro territorio sino también en provincias vecinas
o incluso en países vecinos, es necesario tener un marco regulatorio adecuado en tratados
internacionales y, naturalmente, en la vinculación con las provincias vecinas.
Allí, el espectro radioeléctrico, de manera inexorable, necesita una intervención de
carácter federal. Lo mismo ocurre para la televisión abierta y para el otorgamiento de radios
de amplitud modulada, que tienen que tener una dimensión, equipamiento homologado,
calidad efectiva para la transmisión correspondiente, porque estamos contribuyendo a la
formación de la conciencia ciudadana y a la participación popular para el uso eficaz de los
medios de comunicación como instrumento de comunicación de la ciudadanía y de los
habitantes.
Pero, a su vez, uno puede hacer un análisis constitucional y asimismo remitirse a la
jurisprudencia, entonces, si uno lo hace, puede observar varias leyes de carácter provincial y
varios fallos judiciales.
Por ejemplo, la Ley 1646 de la provincia de Neuquén que claramente ha tenido un
fallo de la Corte, el fallo que se encuentra en el tomo 319, folio 998, de junio de 1996, con un
carácter claramente firme desde el punto de vista de las atribuciones de carácter federal.
Lo mismo ocurre con la provincia de San Luis, en virtud de la inconstitucionalidad
supuesta en el artículo 107 de la Ley 22285, con el fallo del tomo 321, folio 542, del mes de
marzo de 1998; o también podemos citar otro antecedente, la Ley 12338 de la provincia de
Buenos Aires, fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, tomo 327, folio 1292, del
mes de abril de 2004; o, eventualmente, en la provincia de Misiones, a través de la Ley 4090,
y las leyes 4090 y 4134, donde también hay un fallo de la Corte Suprema de Justicia, tomo
329 , folio 776, del 21 de marzo de 2006. Y estamos hablando de Corte Suprema Justicia de
la Nación, que también en este período, ha sufrido modificaciones en cuanto a su
composición, a la integración correspondiente de sus miembros. Es decir, estamos hablando
de jurisprudencia firme, consentida y, a su vez, moderna y actualizada.
Por lo tanto, he transmitido la posición desde el punto de vista de la defensa irrestricta
del federalismo en la construcción de un lenguaje plural, donde los chaqueños y cualquier
provinciano, no solamente deben contentarse con ser receptores pasivos de un mensaje
unidireccional de grandes cadenas, sino sujetos partícipe en la construcción de un mensaje
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comunicacional que brote de sus propias raíces, de sus propios usos, de sus propias
costumbres, de lo más profundo que alberga a cada ser que expresa sus perspectivas de
carácter regional.
Una provincia como la nuestra, la provincia del Chaco, que tiene una identidad
cultural, producto de la coexistencia de pueblos originarios, de flujo emigratorio y de
comunidades criollas, requiere también esta multiplicidad de expresión plural para la
construcción de ese lenguaje que implica un factor de comunicación. Y, en ese sentido, es
muy importante la concepción del lenguaje en la sociedad moderna. Lenguaje no sólo como
mero transmisor de la palabra hablaba, sino como factor de la construcción de la identidad
cultural de los pueblos, unidos por factores gravitantes de construcción colectiva. Entonces,
cuando hablamos de lenguaje, no nos referimos simplemente a un transmisor de
conocimiento, sino también a un transmisor de sentimientos. Y los sentimientos forman parte
también de una comunidad. Por ese motivo, cuando nos referimos a diferentes conceptos,
decimos que hay una diferenciación cualitativa entre pueblo, Nación, territorio, y Estado. Y
manifestamos que el Estado es la Nación jurídica y políticamente organizada, y que la Nación
se desempeña en un territorio determinado, sobre la base de actitudes, creencias, valores, y
que, a su vez, el pueblo es el sujeto actuante de esa Nación. Entonces, en ese contexto, la
identidad cultura forma parte de la necesidad de expresión de los vínculos colectivos de
comunicación.
Por otro lado, me parece importante remarcar que nosotros tenemos cuestiones
esenciales en esta ley. Esta ley tiene un diseño, a parte de la multiplicidad de las audiencias
públicas, y la primera audiencia pública fue en la provincia del Chaco precisamente, y en ese
sentido hemos tenido una muy fuerte participación de distintos actores institucionales, y
como observo claramente que este proyecto de ley ha contemplado las opiniones de distintos
actores y de distintas provincias, como es efectivamente un proyecto de ley comentado, están
los comentarios correspondientes sugeridos también en la audiencia pública de mi provincia.
Esta ley tiene objeto, que es la regulación de los servicios de comunicación
audiovisual; tiene objetivos, que precisamente propenden a la desconcentración y a la
regulación adecuada desde el punto de vista del espectro radioeléctrico y tiene una
particularidad, la especificación de cada una de las definiciones de los distintos componentes
de la ley, desde productoras, radiodifusoras, agencias de publicidad, licencias, a los efectos de
que sea indubitable la interpretación de carácter normativo. Y, así como discutimos la
vigencia plena del federalismo, tanto en la parte dogmática constitucional, como a través de
la jurisprudencia, como a través de lo que significa la comunicación en términos de
incidencia desde la plena vigencia del federalismo, también me parece que es importante
remarcar el segundo aspecto clave de la ley que tiene que ver con la autoridad de aplicación.
He escuchado, en el debate de la Cámara de Diputados y a distintos oradores que han
participado en distintas audiencias públicas, cuestionar la composición de la autoridad de
aplicación de los servicios de comunicación audiovisual. Esta autoridad tiene siete miembros,
dos que representan al Poder Ejecutivo, tres representando al Congreso a través de tres
específicas designaciones en términos de primera, segunda y tercera minoría, y dos restantes
a través del Consejo Federal de Comunicación, en donde uno, sin dudas, tiene que tener la
especialidad correspondiente desde el punto de vista de la representación que debe investir.
Ahora bien, se ha planteado que esto es una composición que favorece solamente al
Poder Ejecutivo, la verdad es que allí es necesario dar un debate bien profundo. En primer
lugar, el debate profundo entre voto popular y rating, porque muchas veces, hay un
cuestionamiento severo a la representatividad popular que ejercemos desde la Presidenta de la
Nación, hasta los gobernadores de las provincias, hasta los señores senadores y diputados en
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el Congreso de la Nación, hasta los legisladores provinciales, hasta concejales e intendentes,
es decir, severas discusiones y cuestionamientos, a nuestro criterio, parámetro de
representatividad.
Pero nosotros periódicamente nos exponemos todos al veredicto popular inapelable,
que es la representación del voto popular en las urnas. Eso implica que ninguno de los que va
a representar a esta autoridad de aplicación no surge con la legitimidad de origen y la
legalidad correspondiente del apoyo ciudadano, que en una sociedad democrática es la
expresión más clara y contundente. Y quiero diferenciar el voto popular del rating porque
muchos programas, tanto de televisión como de radio dicen, nosotros contamos el voto
popular todos los días en virtud del nivel de audiencia que tenemos. Muy bien. Conozco
muchísimos actores exitosos, conozco muchísimos periodistas exitosos que han intentado
tener participación política, se han presentado a elecciones, y ni siquiera en algunos casos
fueron electos por la voluntad popular, a pesar de gozar de imagen, de cierto prestigio, de
popularidad y, a pesar, muchas veces, de gozar de rating y naturalmente de aceptación
popular. Sin embargo, en el momento de la elección, el voto ciudadano le da la espalda.
¿Cuál es la mayor legitimidad? El rating circunstancial sobre una determinada acción
o programa o el voto popular. Esto tiene que ser defendido en este ámbito, el Congreso de la
Nación argentina. Nosotros tenemos que defender la legitimidad de origen que representa el
voto popular, eso es lo más importante. En nombre del rating, efectivamente, se pueden
establecer muchísimas estrategias, muchísimos mensajes comunicacionales, pretendiendo
alterar, minimizar e incluso establecer una mengua del poder institucional. Lo más importante
que tenemos es el concepto esencial del poder, como fuente de inspiración de la actitud de un
gobernante, debe ser el poder para la transformación de la realidad y ese poder debe tener la
legitimación del voto ciudadano.
Por lo tanto, rechazo enfáticamente a aquellos que sostienen que esta autoridad de
aplicación no tiene una composición adecuada o que, eventualmente, favorece al gobierno de
turno. Las designaciones de sus miembros prevé que tienen la particularidad de fragmentarse
en dos períodos distintos, a los efectos de garantizar la máxima ecuanimidad, transparencia y
a su vez los mecanismos de selección.
Recordamos cuando aquí participamos de audiencias públicas para la selección de los
jueces de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, con mecanismos transparentes,
declaración jurada patrimonial, declaración jurada impositiva, debate profundo e intenso con
el objeto de tener visibilidad pública a los efectos de tener la aprobación correspondiente del
Senado. El mismo procedimiento, con la máxima transparencia, para la autoridad de
aplicación, tanto para esta autoridad de aplicación efectiva, que tiene que ver con los
servicios de comunicación audiovisual como la integración del Consejo Federal, porque hay
una expresión plural desde trabajadores hasta representantes de las provincias, medios de
comunicación audiovisual, universidades, etcétera, a los efectos de dar la máxima
transparencia desde el punto de vista de la representación.
|
Adicionalmente, quiero decir que es necesario que en la República Argentina no
existan más emisoras ilegales. Tenemos que tener un programa de regularización en el
espectro radioeléctrico y en el uso de la frecuencia. A su vez, hay que plantear las exigencias
correspondientes para que ningún radiodifusor tenga ni deuda impositiva, ni previsionales, ni
tampoco empleos en negro, para garantizar la dignidad de las personas que trabajan para
defender las fuentes laborales surgidas del amparo de los convenios colectivos.
También es muy importante lo que se regula en materia de reserva de frecuencias,
para aquellos permisos precarios, o, eventualmente, el funcionamiento del ISER, o, la
conformación adecuada del sistema público de comunicación.
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Quiero transmitir varias cuestiones. En primer lugar, este proyecto de ley tiende a
garantizar profundamente la libertad de expresión, el pluralismo, la participación de múltiples
canales de comunicación en el marco de la modernización tecnológica. Pero, a su vez, es
importante no confundir la libertad de expresión con la libertad de empresa. Cualquier medio
de comunicación tiene, naturalmente, la factibilidad de hacer las contrataciones
correspondientes para el personal, para los contenidos y tiene la fuente de financiamiento que
es, precisamente, la publicidad, que puede ser pública y/o privada; la calidad de su
programación; la calidad de la difusión está fuertemente vinculada a la sustentabilidad de su
funcionamiento.
Resulta muy importante plantear que todos, en todos los lugares, tengan la factibilidad
de poder expresarse. Asimismo, es necesario entender que la comunicación tiene que estar
exenta de hipocresías. Conozco muchos periodistas que tienen cambios de perfiles
ideológicos en función al medio en el que trabajan. Algunos fueron representantes de una
izquierda progresista y hoy no aparecen como representantes de ese sector, sino defienden
otras ideas, otros intereses del medio que les paga. Me parece legítimo, cada uno puede tener
el derecho efectivo de poder trabajar donde quiera y expresar lo que quiera. Creo que hay que
tener claridad con respecto a esta cuestión, para estar absolutamente exento de cualquier
hipocresía. La verdad es que uno debe admitir que existe una hipocresía alevosa en esta
materia.
Así como hay una regulación muy fuerte desde el punto de vista de la participación de
cada uno de ustedes y la mía, de la declaración jurada patrimonial e impositiva de cada uno
de nosotros, quisiera que todos, también, quienes ejercen una responsabilidad clave, la
comunicación, puedan expresar su declaración jurada patrimonial e impositiva. Eso también
nos va a dar claridad con respecto al rol que cada uno ocupa en la sociedad.
Estaba observando que en la Cumbre de Pittsburg del G20, el sistema financiero
internacional ha regulado las compensaciones a los banqueros, y ha tenido en cuenta tres
puntos. En primer lugar, regulan el sistema de las compensaciones; es decir, los bonos
correspondientes no hacen en efectivo sino en especie. En segundo lugar, no se hacen al
contado sino en tres años de pago diferido. En tercer lugar, si el resultado de la empresa es
negativo, se lo cobran de los bonos correspondientes. ¿Por qué? Porque el incentivo a asumir
riesgo por lo bonos a cobrar generaron un mecanismo de destrucción del sistema financiero
en acciones absolutamente riesgosas.
Ahora bien, ¿no es necesario pensar que la construcción de una conciencia colectiva
ciudadana, con participación efectiva de los derechos, también tenga como contraparte la
responsabilidad social? Esto es necesario plantearlo, porque muchos de ustedes son dirigentes
políticos como yo, y muchas veces nos vemos sometidos a una actitud de varios medios y
periodistas que no dicen la verdad.
A veces tenemos que recurrir a la Justicia y, si se acuerda de fallar, nos va a resarcir a
nosotros del daño que nos ocasionan. ¿Cuántas veces no hay resarcimiento de ningún daño?
Voy a dar un ejemplo. Una vez, una conocida revista —para no dar nombres— publicó que
yo había comprado un piso en la Torre Le Parc, en Buenos Aires. La verdad, sacaron una foto
muy elegante. Entonces, hablo con el director de esa revista y le dije “quiero expresarte que,
por lo menos, hay tres cuestiones necesarias antes de publicar una medida de esta naturaleza”.
En primer lugar, hay que ir al Registro de la Propiedad Inmueble. En segundo lugar,
hay que preguntarle a la fuente, en este caso a mí. En tercer lugar, hay que poner, por lo
menos, en guardia un periodista las 24 horas durante cuatro meses para ver si alguna vez
entré a ese edificio. Si es así, uno puede tener siquiera la sospecha. De modo que le pedí que
lo aclarara en el número posterior, en el mismo formato. No sólo no lo aclaró en el segundo
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número, sino que lo hizo en el tercer número en una carta simple de lectores.
De modo que hay un desnivel evidente en lo que quiere el medio transmitir y en la
capacidad efectiva de responder. Si bien hay muchísimos casos, no voy a abrumar, en los que
los medios de comunicación en forma persistente trabajan sistemáticamente para destruir
imagen de dirigentes políticos, y hay que terminar con esta hipocresía. También, hay que
defender éticamente lo que nos corresponde como dirigentes políticos. Nos sometemos al
veredicto popular, a la declaración jurada patrimonial e impositiva. Pero resulta ser que
cuando algún medio de comunicación es investigado por deudas previsionales impositivas, se
arma un escándalo mediático de indudables e indubitables consecuencias.
Es necesario pensar cómo un grupo económico puede facturar 6.230 millones de
pesos por año y pagar 149 millones de impuesto a las ganancias. Hay que pensar cómo se da
en la República Argentina el encadenamiento sucesivo de medios en los que se crea una
empresa de 10 pesos, se la vende a 100, se apropia 90 pesos del excedente como
consecuencia de la capitalización. Como en la República Argentina no esta gravada con
impuesto a la ganancia la transferencia de las acciones, se pasan capitalizando de empresa a
empresa sin pagar el impuesto a las ganancias, aumentando de manera ficticia el valor de sus
componentes. Eso también es importante remarcarlo.
Vine acá, simplemente, a decir mi verdad para que el derecho al acceso a la
información sea de toda la información y para decir que, como gobernador de la provincia,
muchas veces nosotros nos vemos sometidos a una actitud desdeñable de los medios de
comunicación.
Acá está el senador Roy Nikisch, él también fue víctima de esas operaciones. Nuestra
provincia no tiene pobreza estructural de ahora, ni de cuando él asumió ni de cuando asumí
yo. Podemos hacer más o menos esfuerzos, pero el daño que le provoca la actitud
irresponsable de los medios de comunicación a una provincia, en muchos casos alentados por
dirigentes políticos con visión de corto plazo y circunstancial, a veces no tiene reparo.
En mi provincia hay muchos chaqueños que trabajan todos los días produciendo
bienes y servicios que son ejemplo para la República Argentina. Entonces, es muy importante
que, de una vez por todas, esta discusión sea profunda y sincera. Y mi convicción más
profunda y sincera es respecto de lo que la Ley de Greshman dice sobre economía monetaria,
que dice que la moneda mala sustituye a la buena. Y pareciera que, en la República
Argentina, la noticia mala sustituye a la buena. ¿Cuándo vamos los argentinos a exigir
también construir un mensaje comunicacional donde lo bueno también podamos ponerlo en
evidencia? Hay muchos hermanos nuestros que trabajan todos los días por la grandeza de la
Patria, por la recuperación creciente del empleo y de la actividad económica. Y a veces eso
no se puede ver en los medios de comunicación. Eso forma parte de la responsabilidad social.
Cuando se utiliza permanentemente las comunicaciones para atacar a un gobierno, debilitarlo
institucionalmente y generar fuga de capitales, por ejemplo, no pierde sólo el gobierno, los
trabajadores pierden el empleo y las empresas las perspectivas de vender mejor. Hay que
tener mucha responsabilidad, porque las operaciones mediáticas debilitan a los gobiernos y
hacen peligrar la calidad institucional.
Por eso la libertad es necesaria, pero también la contraparte, que tiene que ver con la
responsabilidad para construir un camino y un destino común.
Y, por último, quisiera decir lo siguiente con respecto al Artículo 161 de este proyecto
de ley. Cuando hay un proceso de concentración, así como fue el de Microsoft y el de otras
empresas, el valor del activo a comercializar tiende a disminuir con el transcurso del tiempo;
cuanto menor es el período respecto de la venta o comercialización del bien a desprenderse,
es mejor la preservación del valor del activo. Esto sucede en primer lugar por la amortización
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y, en segundo lugar, por la fecha límite del valor de venta.
¿Qué ocurre objetivamente en este caso? En primer lugar, si sé que un bien tiene que
ser inexorablemente vendido en un período determinado de tiempo, el más largo posible —3
años— sé que ese bien va a tener una desvalorización. Eso ocurre por una razón muy
sencilla: el que lo quiere comprar no va a esperar porque no tiene otra opción que venderlo.
Y, en segundo lugar, pretender pasar de uno a tres años, no nos engañemos... Lo que se está
planteando acá es un cambio de gobierno para, eventualmente, no aplicar nunca el artículo.
Hay que ser claro y sincero en esta cuestión. Y lo digo yo porque la verdad yo no
tengo ninguna animadversión con ningún grupo empresario. Muy por el contrario. Nadie
puede decir que como jefe de Gabinete de Ministros no haya impulsado la ley 25561; la ley
25563, la aplicación cramdown; la 25589, para defender efectivamente la irrestricta defensa
de los medios de comunicación en poder nacional; haber votado la ley 25550 o el artículo 1°
de la ley 25972, para reducir las tasas judiciales de los acuerdos preventivos extrajudiciales
para reducir los procesos de costo de transacción derivados de acuerdos extrajudiciales para
resolver los problemas de medios de comunicación en problemas.
Nadie me puede decir a mí, Jorge Capitanich, que he estado en contra de los medios
de comunicación nacionales ni de ningún grupo económico. Muy por el contrario. Tengo
autoridad moral para decir esto porque he defendido desde aquí a todos los medios.
Cuando defendimos la Ley de Medios Culturales lo hice porque entendía claramente
este principio, pero defender la propiedad de los medios de comunicación nacional no
significa defender la concentración de los medios o las actitudes monopólicas o las que
puedan distorsionar la comunicación.
Por eso quiero decir con mucha firmeza que no me preocupa que de aquí en más, por
lo que he declarado aquí, hagan operaciones de prensa todos los días en contra de mi persona.
Vine para defender con convicción los leales principios del sistema republicano y
democrático de gobierno y la libertad de expresión; vine, con coraje y convicción, a defender
las ideas políticas que me llevaron a ser gobernador de mi provincia. Muchas gracias.
(Aplausos.)
— Varios señores senadores realizan manifestaciones fuera del
micrófono.
Sr. Presidente.  Bueno... Muy bien. Les pido que se anoten para formular sus preguntas.
En primer lugar voy a hacer uso yo, por primera vez, de mi derecho a preguntar. Y
luego quienes se anoten.
Voy a ser claro en mi pregunta que va dirigida al gobernador de la provincia de San
Luis. Usted ha planteado claramente que el Congreso de la Nación debería derogar la ley
22285 y también ha planteado claramente que, conforme al artículo 32 de la Constitución
Nacional, este Congreso no estaría habilitado para legislar en materia de radiodifusión y,
fundamentalmente, de libertad de expresión.
Quiero decir que es coherente con lo que propone en un proyecto de ley presentado en
1991 que fue aprobado por este Senado de la Nación en donde, en el Artículo 1° dice:
“Déjase sin efecto toda regulación para la emisión de frecuencias de radiodifusión y
televisión establecidas en la ley 22285 y sus modificatorias complementarias y
reglamentarias, cualquiera sea la modalidad del servicio”.
Pero en el Artículo 5 dice: “Respetando el principio de desregulación contenido en el
presente, que el Honorable Congreso de la Nación sancionará una nueva ley nacional en la
materia”.
Quiero decir que, como senador, en el año 1991 reconoció la competencia expresa de
este Congreso de la Nación para dictar una ley en materia de radiodifusión. Por lo tanto,
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quiero que me explique la teoría de los propios actos.
Sr. Rodríguez Saá (Alberto). — El proyecto me pertenece, lo confeccionó y redactó el
señor senador Laferriere, que considero que es una personalidad enorme y una persona muy
honorable y creíble. Se hizo cuando en el gobierno del doctor Menem, el ministro Cavallo
envió todas las desregulaciones del sistema económico argentino por decreto y no desreguló
la actividad de los medios de comunicación. Entonces, como una contestación inmediata
redactamos este proyecto de ley para demostrar al señor Cavallo que el Congreso existía y
que tenía atribuciones y facultades para tratar el tema de desregulaciones. Y el mismo día que
se presentó, se trató sobre tablas. Y encontramos que el senador Trilla –creo que fue él- nos
advirtió sobre el tema de los tratados internacionales. Entonces ese artículo 2° era una manera
de preservarlos hasta que se dictara una ley que estableciera su ámbito de aplicación.
Si es mal interpretado y se entiende que le estábamos dando facultades, no fue para
nada la intención en ese momento. Me parece que fue una lección para los que dictan
decretos de necesidad y urgencia, para que vieran que el Congreso argentino puede hacer de
las leyes un trámite acelerado.
Así hicimos esa ley que contó en ese momento con el aplauso unánime de todos los
medios chicos y de todos los que se veían extorsionados por el COMFER.
Hay que leer el diario “Ámbito financiero”, que nos defendió.
Por supuesto, los que hoy están defendiendo la ley o atacándola, vieron esto bastante
mal.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el senador Torres.
Sr. Torres. – Para el gobernador Capitanich.
Usted se refirió a la audiencia que se hizo en su provincia. ¿Nos puede describir cómo
fue el marco en el que se realizó, si hubo algún tipo de represión o cercenamiento del uso de
la palabra a algunos sectores políticos por parte de algunos piquetes kirchneristas?
Sr. Gobernador del Chaco. – De ninguna manera. La audiencia pública se celebró en el
teatro Guido Miranda de Resistencia y la participación fue muy buena, en perfecto orden y
sin ningún tipo de impedimento de ninguna naturaleza.
Sr. Torres. – El motivo de mi pregunta es porque ayer compartí con el senador Morales un
programa de televisión que tiene alcance nacional y él justificó que su partido no asistió a las
audiencias que se hicieron en el interior de las provincias porque fue a la del Chaco, donde
patotearon a los sectores que quisieron participar.
Sr. Gobernador del Chaco. – De ninguna manera.
Sr. Torres. – Gracias.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el senador Pérsico.
Sr. Pérsico. – Quiero hacer un par de preguntas al gobernador Rodríguez Saá.
Teniendo en cuenta que el espacio radioeléctrico es escaso, ¿cómo cree que debe
ordenarse, a la luz de lo que plantea el artículo 32 de la Constitución Nacional?
Y la segunda pregunta va un poco ya como senador por la provincia de San Luis, en
función de toda esa expresión que hizo del “piripipí” y de cómo se reparte el botín, si no cree
que tomando como marco esta ley que permite mucha desconcentración, no sería útil que San
Luis adhiriera para lograr, justamente, el progreso del pueblo y que no esté tan concentrado,
como pasa hoy, en un único medio escrito y en un canal oficial que es el único que llega a
toda la provincia.
Coincido con Capitanich cuando dice que cualquiera se puede expresar porque grita
en una esquina. Pero la concentración de poder hace que el discurso sea único y que no pueda
haber un desarrollo del pueblo en el marco del conocimiento de otra cosa.
Entonces, me parece que sería bueno tomar como marco esta ley en San Luis para
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desconcentrar ese poder y permitir -como usted dijo-, a través de la Constitución, el progreso,
el intelectual, de pluralidad.
Sr. Gobernador de San Luis. – La primera no la entendí.
Sr. Presidente. – Senador Pérsico: ¿aclara la primera pregunta, por favor?
Sr. Pérsico. – Teniendo en cuenta que el espacio radioeléctrico es escaso, o sea, es limitado,
¿cómo lo regulamos en función de que usted dice que no se puede por el artículo 32 de la
Constitución?
Sr. Gobernador de San Luis. – Es finito, pero es bastante “ilimitado” para la cantidad de
medios que aparecen.
En la provincia de San Luis hay muchísimo espacio en el espectro para ser utilizado.
Y no sé si la mitad -o más- de las radios que hay, que debe haber más de cien, son ilegales. Y
encima hay muchísimo espacio. No se entiende por qué el COMFER existe y no hay una
libertad para cubrir esos espacios. En pueblos chicos –usted los debe conocer- prácticamente
hay una o dos radios y podría haber cientos o miles si no existieran estas prohibiciones.
Lo que debe hacer el Estado nacional –y esto es absolutamente coherente con el
proyecto que se calificó de incoherente- es establecer cuáles son los tratados internacionales para la navegación aérea u otras consideraciones, que pueden ser seguridad nacional o lo que
quieran- que no se puede utilizar. El resto debe quedar absolutamente libre y lo pone el que
quiere. Como hay libertad para poner una imprenta.
Respecto de la concentración de medios en la provincia de San Luis, es interesante…
Soy propietario del “Diario de la República” y mi gobierno dictó una norma que me inhibe de
tratar estos temas de la relación del gobierno con los medios escritos y todo lo que sea
libertad de expresión. La ejecución de políticas la realiza el vicegobernador, quien hace todo.
De todas maneras, no conozco que haya un proyecto que diga lo que usted menciona.
Porque usted tiene legisladores que podrían decir: si existe esta acumulación de medios habrá
tales normas.
Le hago saber, senador, que San Luis es la única provincia argentina que tiene
conexión wi-fi gratuita, que es la más grande socialización y desconcentración de los medios
de comunicación existente. Porque permite que todas las familias de la provincia puedan
acceder al medio que quieran a través de esa conectividad.
O sea que es un poquito al revés. Este gobierno en San Luis es el que ha logrado la
más grande desconcentración, la socialización de la inclusión digital.
De todas partes del mundo nos convocan para preguntarnos cómo es. Sobre un
territorio de 75.000 kilómetros cuadrados, todos los pueblos tienen wi-fi gratuitamente. Y
tenemos, con un plan específico en plena época de crisis, la mayor inclusión digital de la
República Argentina. En este caso sería el uno a uno, pero no en el sistema escolar sino con
las familias.
Hemos aumentado, de diciembre a la fecha, del 31 por ciento de familias con
computadoras, al 67 por ciento y esperamos llegar a fin de año a superar el 70 y buscar el 80
por ciento, que es lo que tienen los países de más bajo nivel de desconcentración de la red.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra la senadora Escudero.
Sra. Escudero. – Para el gobernador del Chaco.
Trajo a mi memoria discusiones y debates que hemos compartido en este Senado. La
modificación de la Ley de Quiebras, con la eliminación del cramdown, y el debate por la ley
de bienes culturales.
Lo que ya se sabía y existía en ese momento era la enorme concentración en un grupo
monopólico de medios que este Senado, por mayoría, decidió defender.
Lo que creo es que no hace falta esta herramienta para avanzar en la
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desmonopolización de los medios, porque las herramientas legales hoy existen. En aquel
momento se perdió una oportunidad, pero hoy la Ley de Defensa de la Competencia da esas
herramientas.
Además, la Ley de Radiodifusión vigente establece un límite de 24 licencias.
Nos decía aquí un empresario de medios, el señor Vila, que ellos tienen 57 licencias y
son cinco veces más pequeños que el grupo Clarín.
En el año 2004, justamente como reacción a lo que fue aquel debate, presenté un
proyecto de ley de radiodifusión buscando esta segmentación y limitación. La respuesta del
Ejecutivo nacional fue, en 2005, dictar el decreto de necesidad y urgencia por el que
suspende por diez años el cómputo del plazo. Y se perdió ahí una extraordinaria oportunidad
de dar ese beneficio a los medios que se desmonopolizaran y se adecuaran al límite de 24
licencias que establece la norma. O sea que, para mí, la ley vigente permitiría avanzar en la
desmonopolización. Esta norma no es necesaria para ello. Pero, con el pretexto de avanzar en
la desmonopolización ─para lo cual existen herramientas vigentes─ se está avanzando en
otros temas que creo que van a llevar a la desinversión en el país, en un ámbito en donde la
inversión en renovación tecnológica es muy importante.
Sr. Capitanich.  No comparto el tema. Creo que la Ley de Defensa de la Competencia es
una herramienta insuficiente para los procesos de desconcentración de los medios de
comunicación. En primer lugar, porque no regula de acuerdo a cada uno de los canales
comunicacionales correspondientes desde el punto de vista de la comunicación audiovisual.
Los mecanismos de desconcentración, precisamente de agrupamiento de un conjunto
de empresas para la difusión, no necesariamente tiene que ser en materia de prensa escrita,
oral o televisiva. Hay que tener un marco regulatorio y un procedimiento para promover el
proceso de desconcentración. Eso es absolutamente indubitable, porque la Ley de Defensa de
la Competencia tiene un marco genérico para la regulación de la producción de determinado
tipo de bienes y servicios.
Usted sabe perfectamente que dentro de la descripción del sistema económico en la
estructura de oferta de mercado existe desde la competencia perfecta hasta el monopolio,
pasando por la competencia imperfecta.
En ese contexto, los rasgos distintivos son la multiplicidad de oferentes y
demandantes con un bien homogéneo, desde la competencia perfecta hasta el monopolio que
tiene un único oferente, que puede degenerar en oligopolio, en el sentido de una
concentración de un grupo determinado de oferentes que participan de una cuota parte de
mercado importante. Precisamente, la Ley de Defensa de la Competencia es genérica respecto
a oferta de bienes y servicios; pero en el marco de la especificidad de la prestación de
servicios, requiere un marco regulatorio…
Sra. Escudero.  Pero la ley de radiodifusión vigente pone ese límite de veinticuatro
licencias, que nadie hace cumplir. El problema es que el Estado nacional ─el gobierno
nacional─ no está haciendo cumplir o exigiendo el cumplimiento de ese límite de
veinticuatro licencias.
Sr. Capitanich.  Tiene usted razón desde el punto de vista de que la ley no se cumple en
algunos aspectos.
Sra. Escudero.  En cuanto al estímulo a la inversión, en un área donde es muy importante
que haya inversión privada para el avance tecnológico, ¿no sería más correcto modificar el
artículo 161 y establecer que las licencias vigentes se rigen por la ley que estaba justamente
en rigor en el momento de otorgamiento de la licencia, que serían estas veinticuatro que dice
hoy? ¿No sería correcto para las futuras sí poner el otro límite de diez años, pero otorgándole
un estímulo y una opción a quienes hoy tienen licencias, de adecuarse voluntariamente a este
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límite, y así recibir una nueva prórroga, que sería un nuevo tiempo de vigencia, por diez
años?
Me parece que eso sería el respeto de las reglas de juego, de los derechos adquiridos y
un estímulo a la inversión en la Argentina y a la seguridad jurídica.
Sr. Capitanich.  Ahí tengo que hacer la siguiente evaluación. Primero, toda decisión de
inversión requiere un cálculo estricto por lo menos en dos indicadores financieros
importantes: el valor presente neto de inversión y la tasa interna de retorno, para ver el costo
de oportunidad del uso del recurso financiero asignado.
En ese contexto, tanto la tasa de interés o, mejor dicho, el retorno sobre el capital
invertido y el tiempo determinan claramente la tasa de rentabilidad existente, precisamente,
por la homogeneidad del valor tiempo del dinero.
Lo que advierto es que las licencias acá están debidamente reguladas desde el punto
de vista de un plazo de diez años, prorrogables a diez años más. Pero, a su vez, me parece que
hay un componente importante vinculado con la desconcentración de la creación de la unidad
económica sobre la base del costo total de inversión de operación y mantenimiento, en
función de la perspectiva de flujo financiero derivado de la recaudación necesaria para la
amortización de la inversión y la cobertura de los costos operativos de mantenimiento.
Vuelvo a ratificar el principio que esbocé desde el punto de vista del artículo 161:
cuando se trata de procesos de desconcentración, toda fecha cierta y exigible más distante al
momento de la decisión, automáticamente implica la desvalorización del activo. ¿Por qué?
Por lo que repetía hoy: alguien que sabe que el oferente tiene que vender inexorablemente, lo
va a esperar hasta el final. Entonces, el valor de venta puede, efectivamente, disminuir. Por lo
tanto, para mí, el incentivo económico es que la desconcentración se produzca en el menor
tiempo posible, a los efectos de maximizar el valor de venta del activo a comercializar.
Sr. Presidente.  Tiene la palabra el senador Verani.
Sr. Verani.  Tengo una inquietud. Dos preguntas.
En 1994, nosotros logramos algo que creo que fue revolucionario, como la inclusión
del artículo 124 de la Constitución, que establece la facultad de las provincias para crear
regiones. De una manera casi disimulada en la redacción, logramos en la parte final
establecer que los recursos naturales son del dominio originario de los Estados provinciales.
Por supuesto que aquí existen limitaciones en algunas cosas; por ejemplo, en las
doscientas millas. En el artículo original habíamos hablado con los constitucionalistas, con un
gran sentido de propiedad en nuestras provincias, por si llegábamos a las Malvinas con
nuestras propiedades, cosa que era absolutamente inaceptable.
Me pregunto porque, siendo gobernador creí ─al igual que otros gobernadores─ que
sobre todos aquellos medios de comunicación que no traspasaban los límites de la provincia
era facultad de reglamentación de las provincias y de concesión de las autorizaciones, ya que
no hacía al tránsito interprovincial. Dejemos de lado la interpretación primera del artículo
124, que nos faculta a crear regiones, con lo cual hasta podríamos decir y extender que esa
facultad, si tenemos un acuerdo interprovincial, correspondería a las provincias que hacen ese
acuerdo. Me pregunto –creo que ahora no está aclarado- si esto, en primer lugar, no se lleva
por delante esa facultad.
Nosotros fuimos al COMFER. En aquel entonces, sobre todo en mi provincia, hace
diez o doce años no había mucho más que cincuenta radios FM instaladas, especialmente en
las pequeñas poblaciones, incluso en las poblaciones más grandes pero que no traspasaban
los límites de la provincia. Y el COMFER no nos contestó claramente, con lo cual hubo una
aceptación tácita de que la provincia concedía simplemente un permiso comercial de
radicación, que no hacía a la comunicación. Pero siguen y han seguido muchos en esa
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situación.
La pregunta para los gobernadores Rodríguez Saá y Capitanich es la siguiente: ¿Ese
principio se mantiene o no? ¿Por qué se nos quita a las provincias esa facultad?
Sr. Rodríguez Saá (Alberto).  A las provincias no se les ha quitado esa facultad; la quitó
la ley de la dictadura. Nos quitó la facultad, reguló y controló la prensa. Es la ley de la
dictadura la que debemos derogar.
Lo que se está discutiendo acá, en realidad, es omitir las normas del artículo 32 para
quitarle de nuevo la facultad a las provincias. Se las quiere quitar. Esto es lo que debemos
impedir y tenemos que aclarar.
El artículo 75, citado por el gobernador del Chaco y también por el doctor Verbitsky,
no se refiere para nada al artículo 32, no tiene nada que ver. El artículo 75 pertenece a las
facultades concurrentes, a las reglas del progreso. Entre ellas está la libre circulación de obras
artes, con la cual no sólo coincido enormemente sino que soy autor de la ley de libre
circulación de obras de arte. En ese sentido, trabajamos con artistas plásticos de la Argentina
para elaborar una ley donde se permita al artista argentino sacar la obra de arte del país y
volver con ella. Ello tenía una restricción, porque se consideraba obra de arte que no podía
salir del país y el autor no podía mostrarla al mundo. No podía sacarla ni entrarla. Era una
grosería.
Entonces, este artículo 75 se refiere a las del progreso, que son facultades
concurrentes. Esto fue lo que hizo la más reciente Constitución, la de Entre Ríos, en el
artículo 70, donde establece una cláusula de progreso. Fíjense que la Constitución entrerriana
más reciente determina que son facultades provinciales, que se deberá favorecer y mitigar los
efectos de los multimedios o monopolios, etcétera, que son facultades concurrentes. Está
bien. Eso es progreso: facultades concurrentes. Entre las facultades que tiene prohibido el
Congreso argentino está la de dictar leyes que restrinjan la libertad de expresión.
Coincido con el gobernador del Chaco con que habría que eliminar la ley de la
dictadura. Estamos de acuerdo en eso. ¡Qué bueno si estamos todos de acuerdo con eso!
¡Deroguemos la ley de la dictadura! Pero no vayamos más allá, no podemos restringir la
libertad de expresión. Y lo que ha hecho el gobernador del Chaco –yo lo respeto, es problema
de él– fue una apología de la restricción de la libertad de expresión. Yo no coincido con eso.
Es una facultad que si el Chaco la quiere delegar a la Nación, es problema del Chaco. La
provincia de San Luis no quiere delegarla a la Nación, porque nos protege la Constitución.
Entonces, ¿a dónde vamos a acudir? Acudiremos a la Corte Suprema, como lo
hicimos en el 98 contra el COMFER. Ese fallo lo citó el gobernador Capitanich. Ese fallo
sobre la provincia de San Luis –si supiera cómo se caratula el expediente, podría
confirmarlo–, se refiere a otra cosa. Una radio, Radio Dimensión, hizo un juicio a la
provincia de San Luis porque el canal de televisión de la provincia emitía publicidad y el
COMFER había dictado una disposición dándole el monopolio a la Radio Dimensión para
emitir publicidad. Por ende, el canal no podía hacerlo. Estas son normas del COMFER que
no tenían nada que ver. Planteamos eso, y después fuimos a la Corte Suprema pidiendo que
vayan todos presos por hacer esto. ¿Cómo el COMFER va a dictar normas sobre reglas de
competencia que atribuyen al Código de Comercio? Esto es lo que ha hecho el COMFER.
Por eso, nosotros queremos dictar una ley que diga: “Derógase la ley de la dictadura que
controla a la sociedad argentina”.
Estamos de acuerdo en todo lo demás, y para nada debemos ceder las facultades de las
provincias. La provincia de San Luis viene a decir, con toda la fuerza del mundo, que no
quiere. Y si sale esta ley, plantearemos la inconstitucionalidad. Y luego de la Corte Suprema,
si es necesario iremos a organismos internacionales. Como estado federal, cuando nosotros
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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ingresamos a la Argentina, dijimos “no puede el Congreso de la Nación restringir la libertad
de expresión, no puede dictar leyes que restrinjan la libertad de expresión”. Tampoco pueden
las provincias dictar leyes. Si las hemos dictado, tendríamos que derogarlas o mejorarlas.
Por otra parte, estamos de acuerdo con combatir a los monopolios, pero no con leyes
que restrinjan la libertad y con este pretexto. Si no, esto es cómo Rififí: ver cómo se reparten
las competencias de las provincias argentinas, cómo Rififí reparte el botín, que son las
facultades de las provincias argentinas. No entremos en esto. Señores senadores: ¡volvamos a
que el Senado sea de las provincias argentinas, no de los partidos políticos y menos de Rififí,
de las bandas! ¡Esto es así! ¡Es así! ¡Está probado! ¡Es el “corralito” financiero en su segunda
versión!
Discúlpenme que me apasione. La provincia nuestra es tan chiquita, está tan
discriminada… Hablando de cultura originaria, la única vez que estuve con la señora
presidenta le propuse que tuviera un gesto con la provincia de San Luis. ¡Ni siquiera eso
hubo! ¿Y esta ley la quieren aprobar en nombre de la defensa de las culturas originarias?
¿Nos están cargando? ¡Vamos, por favor! Perdónenme, pero yo soy apasionado. Y si mi
provincia no habla fuerte, no la escuchan. Y nos ningunean, como lo hacen con el artículo 32.
Ningunear, menoscabar en forma deliberada, no querer escuchar, omitir las opiniones de los
demás. Jamás ha salido la voz de este gobernador en la Radio Nacional en San Luis. ¡Nunca
la Radio Nacional en San Luis nos mencionó! ¡Ni el canal de televisión estatal ATC! ¿Qué
nos van a hablar de libertad de prensa?
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el gobernador Capitanich.
Sr. Capitanich. – Respeto al señor gobernador de la provincia de San Luis y su
apasionamiento, pero de ninguna manera voy a permitir –con todo respeto– que usted
considere que he promovido la restricción de la libertad de expresión. Eso es absolutamente
falso, y no se desprende de mis dichos.
En segundo lugar, usted tiene el argumento del artículo 32 y yo defiendo
enfáticamente el artículo 75, inciso 19), porque está expresamente establecido el concepto de
servicios audiovisuales. Y sí, la Convención Constituyente, en el marco de la soberanía de
sus ejercicios y potestades constitucionales, podría haber hecho referencia específica al
artículo 32 desde el punto de vista de su reglamentación.
Por lo demás, lo que le planteo es que cuando yo hice referencia al fallo de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, me refería al que figura en el Tomo 321, folio 542, del 17
de marzo de 1998, “Dimensión Integral de Radiodifusión SRL c/San Luis sobre daños y
perjuicios”. Y la argumentación correspondiente dice que corresponde rechazar el planteo de
inconstitucionalidad del artículo 107 de la Ley 22285 si no se cuestionan las facultades del
gobierno federal para regular lo atinente a la radiodifusión ni reivindica las que podrían
corresponder a las provincias, y no se demuestra claramente en qué medida la ley contraría a
la Ley Fundamental.
Respondiendo al gobernador, simplemente hago mención a lo siguiente. Nosotros
entendemos que el marco jurídico para el otorgamiento del uso del espectro radioeléctrico,
aparte por la jurisprudencia de la Corte, corresponde definitivamente a una regulación de
carácter general por la multiplicidad de aspectos que se dan. No obstante, lo cual es posible
que sea factible establecer mecanismos de convenios que administren a comunidades más
pequeñas que, en definitiva, no interfieran en el espectro radioeléctrico.
Sr. Verani. – La segunda pregunta. El artículo 14 bis que se ha dictado con la reforma del 57
─hablábamos de la protección al salario─ en una de sus partes menciona la protección contra
el despido arbitrario y la estabilidad del empleado público. El trabajador de aquellas radios
públicas tiene estabilidad. Ahora bien, el que va a trabajar a una de las radios privadas o de
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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los otros organismos, tiene diez años en cuanto al plazo de concesión. La protección al
trabajador está en la indemnización por despido arbitrario, acá no hay despido arbitrario.
Pregunto: ¿no hay desigualdad entre los dos trabajadores? ¿Cómo se regula ese
trabajo en el caso de las radios que supónganse no renuevan las licencias a los diez años? ¿Se
indemniza a todos los trabajadores? Entonces, hay diferencias entre uno y otro, porque la
indemnización, a pesar de que no es arbitraria, la tienen que pagar.
Mi pregunta es para cualquiera de los dos gobernadores.
Sr. Capitanich. – En el cumplimiento estricto de la legislación laboral, la extensión del plazo
de licencia, en primer lugar, puede ser prorrogable por igual período y, en segundo lugar, la
licencia implica un cambio de operador, no la vigencia del medio de comunicación. Por lo
tanto, los mismos trabajadores pueden formar parte de otra personería jurídica. Puede no
hacerlo y se rige en el marco de la legislación laboral pertinente, que es la Ley 20744 y
modificatorias. ¿Cómo se rigen las relaciones laborales?
- Varios señores senadores hablan a la vez.
Sr. Presidente. – Por favor, senadores, respetemos al gobernador del Chaco.
Sr. Capitanich. – Las relaciones laborales se rigen por la Ley 20744 y modificatorias y
también por la Convención Colectiva de Trabajo. Desde el punto de vista de un hecho
jurídico cierto y determinado, como es la licencia, puede tener extinción del plazo o prórroga,
y, eventualmente, lo que cambia es el operador de la licencia. No necesariamente puede
afectar la continuidad laboral.
Sr. Verani. – Pero si no se renueva, tiene que indemnizarlo.
Sr. Capitanich. – Lo que prevé la ley.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor senador Morales.
Sr. Morales. — Gobernador Capitanich: ¿está de acuerdo con que el texto de la ley
establecezca la facultad para las provincias de otorgar las licencias de las radios FM de baja
potencia? No hay un texto en la ley que lo disponga, y tampoco hay una referencia a los
medios públicos provinciales y municipales, en cuanto a la autoridad de aplicación. ¿Cree
que hay un vacío en el texto de la aprobación de Diputados?
Con respecto a la posición dominante, de que el texto trae normas relativas a poner
límite o a eliminar la posición dominante o posiciones monopólicas u oligopólicas del
mercado, ¿cuál es la normativa de la ley que establece parámetros concretos? ¿Cree que
habría que generar modificaciones o precisiones más importantes en torno a ese objetivo?
Por otra parte, con relación a lo que había dicho el senador Torres, en la audiencia del
Chaco nuestra representante fue la diputada Beveraggi, quien participó —sin ser agredida en
ningún momento— de una audiencia que era más de una fuerza política que una audiencia
donde se haya hecho posible el debate plural de ideas. En la última audiencia en Mendoza
ocurrió lo mismo. La audiencia ha sido tomada o cooptada por agrupaciones kirchneristas que
impedían un debate normal. Por eso, decimos que las veinticuatro audiencias que se han
realizado no garantizaron un debate plural, más bien fue un debate donde se daba la razón a
referentes que sostenían la idea del gobierno.
Sr. Capitanich. — En primer lugar, en el Chaco, el procedimiento de la audiencia pública
fue claro, prístino y transparente con un registro de interesados en participar. No hubo ningún
tipo de restricción, de ninguna naturaleza, sino que participaron todos los actores que
quisieron hacerlo. Quiero aclararlo enfáticamente.
En segundo lugar, desde el punto de vista de la posición de abuso dominante, el
máximo nivel de porcentaje, del 35 por ciento respecto al espacio territorial y poblacional, es
una limitación adecuada para los procesos correspondientes de concentración.
En tercer lugar, el problema central que uno tiene para el otorgamiento del espectro
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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radioeléctrico es que debe contar, primero, con el plan maestro del espacio radioeléctrico, que
es una competencia estrictamente federal entre provincias, entre provincias limítrofes con
países y en el interior de las provincias. Por lo tanto, una vez que exista un plan maestro del
espectro radioeléctrico, es posible que haya un convenio, a los efectos de descentralizar las
atribuciones a las provincias para la regulación adecuada de su otorgamiento. Nosotros lo
hemos querido hacer en nuestra provincia en todo este tiempo, para trabajar en los procesos
de regularización de las licencias. Es mucho más sencillo hacerlo en los lugares donde no
existe conflictividad, en virtud donde la oferta es superior a la demanda. Creo que no da para
ninguna modificación del texto actual.
Sr. Morales. — ¿Está de acuerdo con que la provincias otorguen las licencias?
Sr. Capitanich. — El problema que uno tiene con las radios FM es el mismo que con las
AM, desde el punto de vista de cuándo se extralimita en el ámbito territorial de la provincia o
en una provincia —como la nuestra— que tiene 83 kilómetros de frontera con Paraguay, que
también se extralimita al espacio radioeléctrico.
Sr. Morales. — ¿Está de acuerdo en que la provincias adjudiquen las licencias?
Sr. Capitanich. — No es posible por el problema de colisión de competencias.
Sr. Morales. —Del gobierno…
Sr. Capitanich. —No, es un problema de competencias.
Sr. Morales. —Está bien. Está contestada.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor senador Guinle.
Sr. Guinle. — Gobernador Rodríguez Saá: los días anteriores, los constitucionalistas
hicieron un análisis de fallos, incluso del artículo 32 con un juego sistémico con el artículo
75, inciso 19 y 23.
Bidart Campos es el que arroja luz claramente sobre este tema, cuando dice que “es
evidente que el artículo 32 no presta fundamento alguno para negar que el Congreso legisle
en carácter federal, para todo el país, en los aspectos que por tener precisamente naturaleza
federal atañen a la libertad de expresión, a través de la radio y de la televisión e, incluso, de la
cinematografía”.
Por otra parte, agrega ─y no quiero ser larguero en esto─ que hay aspectos propios
muy diferentes de los de la prensa. Además, la cláusula del artículo 75, inciso 13), acerca del
comercio internacional e interprovincial, suscita competencia legislativa del Congreso, una
vez que la transmisión y comunicación radiotelevisivas se reputan una actividad comercial.
En realidad, el proyecto de ley al que hacía mención el senador Jenefes, de 1991, del
senador Rodríguez Saá y del senador Vaca como cofirmante, en la consideración establecía
que “en el menor tiempo posible, el Honorable Congreso de la Nación deberá sancionar una
ley nacional de radiodifusión que sostenga el espíritu liberalizador de nuestra economía y
propiciar el desarrollo tecnológico y económico del área”. Esto fue en 1991, antes del
agregado que se le hace al artículo 75, inciso 19), a propuesta del entonces constituyente
Solanas, sobre los espacios culturales y audiovisuales. En realidad, este inciso queda de la
siguiente manera: “…dictar leyes que protejan la identidad y pluralidad cultural, la libre
creación y circulación de las obras del autor, el patrimonio artístico y los espacios culturales y
audiovisuales”. Es decir, este es otro fundamento para justificar las atribuciones del Congreso
Nacional para sancionar esta norma.
En cuanto a la actuación del organismo ─en ese momento, la Federal
Communications Commission en los Estados Unidos─, regula la radiodifusión con el
mandato de buscar el interés público, la conveniencia y la necesidad. Para ello, ha regulado la
propiedad horizontal dentro de cada localidad y a nivel nacional la propiedad cruzada. Es
decir, esto ha sido sostenido no sólo por la Federal Communications Commission, sino por
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distintos fallos de la Corte Suprema de los Estados Unidos.
En definitiva, estas cuestiones le dan al Congreso la posibilidad cierta no sólo de
legislar. Obviamente, como bien dice el señor gobernador de San Luis ─y está bien que se
apasione─ podrá ejercer los derechos de su provincia con las medidas que sean necesarias
ante la Corte Suprema de Justicia. Pero, a mi juicio, y después de la lectura de estos
antecedentes, las atribuciones del Congreso son claras en esta materia.
Sr. Rodríguez Saá (Alberto). — Quisiera citar a otro constitucionalista, y lo hago con
respeto y cariño: monseñor Jaime De Nevares, constituyente de 1994, quién pidió que se
abriera el Núcleo de Coincidencias Básicas. Recuerden que la Convención de 1994 fue una
especie de “Cúmplase el Pacto de Olivos”.
El Núcleo de Coincidencias Básicas fue un acuerdo con los medios, que ahora están
discutiendo de un lado y otro de esta ley. Se dijo que no se podía tocar nada, que quedaba
intacta la parte de declaraciones de derechos y garantías de la Constitución. Entonces,
saquémonos esto de la cabeza. El artículo 75, de ninguna manera, afecta al artículo 32. Son
dos cosas distintas. El artículo 75 se llama “facultades concurrentes de derecho del progreso”
y el artículo 32 se llama “facultades prohibidas”.
Bidart Campos, uno de los máximos constitucionalistas argentinos, dice que no se
puede restringir la libertad. ¿Podemos hablar sobre la libertad de prensa? Tal vez, sí.
¿Podemos restringir la libertad? De ninguna manera. Prohibido. Esto es lo que dice la
Constitución y Bidart Campos, a quien usted acaba de citar. Así que me está dando
argumentos maravillosos para ratificar lo que estamos diciendo. Una cosa son las facultades
prohibidas. Todos los constitucionalistas citan al artículo 32 como facultades prohibidas.
Todos. Porque lo dice la Constitución. Hay que leerla una sola vez y basta: facultades
prohibidas. No puede el Congreso dictar leyes que restrinjan. ¿Podría el Congreso dictar
leyes sobre la libertad de expresión? Si no restringen, sí.
Sr. Guinle. – En materia de radiodifusión, también.
Sr. Rodríguez Saa (Alberto). – En materia de radiodifusión, si son leyes que no restringen.
Si son leyes del progreso. Si, por ejemplo, dice: “Vamos a coordinar el uso de las ondas para
que los tratados internacionales y los problemas interprovinciales se coordinen”. Y se dirá:
“De acá hasta acá, no se puede. Y en el resto de las ondas, se puede”.
Sr. Guinle. – Debo destacar su persistencia. Pero, si se sanciona esta ley, no va a ser
inconstitucional por el artículo 32.
Sr. Rodríguez Saa (Alberto). – ¿Me permite terminar? Me da la palabra y ahora me la quita.
Esto no es una regla de juego buena.
Sr. Guinle. – ¡No se la quito! Simplemente, contesto su argumentación. Si no, usted queda
con la vehemencia de su comentario como si tuviera razón y no la tiene. En el año 1991,
usted reconocía con un antecedente propio...
Sr. Rodríguez Saa (Alberto). – Será explicado.
– Varios participantes hablan a la vez.
Sr. Rodríguez Saa (Alberto). – Usted va a ser de los que van a controlar estos entes y no me
deja hablar a mí, que me invitaron. Como dueño de casa, déjeme hablar, por lo menos.
Sr. Guinle. – ¿Sabe qué? Tengo la misma facultad que usted para hablar. En realidad,
aparecen algunos comentarios de prensa, como los que yo escucho, que se enojan cuando los
invitados...
Sr. Presidente. – Dejemos hablar al señor gobernador invitado.
Sr. Rodríguez Saa (Alberto). – El artículo de desregulación del COMFER fue una forma de
defender las facultades del Senado y de responderle al señor Cavallo y al doctor Menem, que
mandaron la desregulación de la economía argentina, que terminaba en algunos aspectos con
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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el capitalismo de amigos y las oficinas de peajes. Desde el Senado de la Nación, le
demostramos que se podía, el mismo día que presentamos la ley, sancionar la desregulación
de una actividad. Quedó demostrado. Nos acompañaron todos los bloques, porque era una
manera de expresarse contra lo que eran los decretos de necesidad y urgencia.
Estoy de acuerdo en desregular. Lo haría ahora mismo. Propuse que empezáramos
diciendo: “Derógase la ley de la dictadura”. Y esto es lo mismo.
Hay que dictar una ley donde el Ejecutivo nacional diga cuál es el espectro que
pueden usar las provincias argentinas, pero fuera el COMFER. Y cuando se otorgan licencias,
fuera el Estado nacional. Eso es restringir y no puede. Lo dice la Constitución.
Sr. Guinle. – Como lo ha citado el gobernador Capitanich, los fallos de la Corte han sido
lapidarios en el sentido de declarar las posibilidades y atribuciones del Congreso para definir
en materia de radiodifusión.
Sr. Presidente. – Señor senador Guinle, el señor senador Pichetto le solicita una
interrupción.
Sr. Pichetto. – La interrupción tiene que ver con el tema en debate, que es el artículo 32.
Pero, primero, quiero reconocerles a los dos gobernadores que han jerarquizado este debate y
que lo han enriquecido. Más allá de que puedo disentir con algunas expresiones,
indudablemente han hecho un aporte muy importante a la discusión de ideas en este tema,
aquí, en el ámbito del Senado de la Nación.
Quiero enmarcar y, con el gobernador Rodríguez Sáa, recordar el contexto histórico
que dio lugar al artículo 32 de la Constitución Nacional. Como se lo dije a su hermano, seguí
con atención el debate y el planteo constitucional que se hacía desde San Luis con respecto a
los derechos reservados a las provincias, no delegados a la Nación. Me pareció un abordaje
interesante y le incorporaba a esta discusión un contenido federal que hace a que la materia
esté hoy siendo analizada por la Comisión de Asuntos Constitucionales. Por eso, también me
puse a estudiar la historia.
Indudablemente, esto tiene que ver con la discusión de la incorporación de la
provincia de Buenos Aires a la Confederación Argentina, producto de las guerras civiles. Una
de las garantías de los medios de prensa que estaban ocupando el espacio territorial de la
ciudad de Buenos Aires, que era el puerto, con la importancia que éste tenía, era garantizar
que los delitos de imprenta estuvieran reservados a la materia de la jurisdicción provincial.
En realidad, los medios, como en todas las épocas de la Argentina, también tenían
voceros. En ese momento buscaron un vocero importante, un jurista de la talla de Dalmacio
Vélez Sársfield. Fue el expositor en el debate de esta materia. El eje central está referido, en
los fundamentos del debate, a los delitos de carácter penal que tienen que ver con la prensa;
no así a la materia de la jurisdicción o de la competencia federal en ámbitos que, después,
fueron creciendo y determinaron, lógicamente, un cambio en la jurisprudencia de la Corte.
En esto me parece que somos coincidentes. Indudablemente, es el Estado federal el
que tiene que hacer el abordaje y la legislación en una materia compleja, donde hay que
otorgar licencia y analizar competencias, jurisdicciones y frecuencias. Este tema ya no puede
estar en cabeza de las provincias. No sé si coincide con esta línea histórica.
La limitación o no delegación surge únicamente en el ámbito de la materia penal. No
está referida a las otras materias, que sí son de jurisdicción federal. Como se dijo acá, las
distintas jurisprudencias de la Corte fueron modificando este criterio y centralizándolo
nuevamente en el ámbito federal.
Le doy la palabra, señor gobernador.
Sr. Rodríguez Saa (Alberto). – Es cierto que se trató en la Convención Constituyente de
1860. Pero donde se trató con la profundidad que pretendemos darle con el señor senador
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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Pichetto, fue en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, que se llamó revisora de la
Constitución de 1953. Lo que tuvo de bueno esa revisión es que se dio debate. En las
convenciones nacionales de 1860 y 1953, no se dio debate. Hay actas.
No estoy diciendo otra cosa que no sea lo expresado en el artículo 32. No puede este
Congreso restringir la libertad de expresión. Esto lo dice el artículo 32. Y continúa diciendo:
“ni arrogarse sobre la imprenta la competencia federal”. Entonces, cuando hay un conflicto
sobre cualquier cuestión de imprenta, la competencia es provincial, los jueces son
provinciales.
Hoy, la justicia federal es la que actúa en las cuestiones del COMFER. Cuando se
trata de tratados internacionales está bien que actúe el COMFER. Ahora bien, cuando se trata
de una licencia, tiene actuar la competencia provincial. Esto no ha cambiado en nada y lo dice
Vélez Sársfield, también lo dice para los delitos. Respecto de los delitos, específicamente
dice “para explicar la inmediatez”. ¿Quién es el beneficiario o el atacado por una desviación
de la libertad de imprenta? Dice: “Deben ser los pueblos, a través de su Justicia, los que
controlen este tema”. El término que utiliza Vélez Sarsfield es “los pueblos”.
Si esta es su interpretación sobre lo que dice Vélez Sarsfield, yo estoy de acuerdo.
Ahora, si su interpretación se refiere a que esto significa que la provincia no tiene la
competencia, no estoy de acuerdo. Y no sólo Vélez Sarsfield lo dice, sino la jurisprudencia de
toda la Corte.
Esto se tomó de la Enmienda de los Estados Unidos. Fíjese qué diferencia, en la
Primera Enmienda coloca a la prensa y a la libertad religiosa, el pacto se conoce como
Mayflower, fundamento de la Convención Constituyente de Estados Unidos. Y le dan el
carácter de institución. No el carácter de institución pública como algunas veces ha planteado
la derecha o la izquierda fundamentalista. No, la prensa no es una institución pública del
Estado, sino que es una institución privada porque permite y ayuda al funcionamiento de la
República en esa palabrita “publicidad de los actos”, que hoy se conoce como
“transparencia”. La prensa ayuda a la transparencia. Los excesos de la prensa y toda esa
historia es un capítulo aparte y debe ser materia de las provincias argentinas. Además, todas
las provincias argentinas tienen su ley de libertad de imprenta y muchas de ellas son
verdaderamente horrorosas. Por ejemplo, la de la provincia de San Luis la tuvimos que
derogar porque era casi escandaloso lo que decía esa ley de libertad de imprenta hecha atrás,
en la historia.
Tanto se corresponde la interpretación de la Convención Constituyente del 60 que un
diputado —no recuerdo el nombre en este momento— planteó que se incorporara la norma de
que la Iglesia Católica era la única y verdadera, norma que figura en algunas constituciones
para atrás y que siempre despertó un sentimiento de horror respecto de que se diera esa
consideración especialísima, única y verdadera en una constitución. Hubo un debate enorme,
se lo descalificó y se lo sacó. La persona que planteaba esto se quería fundamentar en que
estaba la libertad religiosa en la Enmienda I. Y le dijeron que una cosa era la libertad
religiosa y otra diferente era lo que él planteaba sobre esta restricción de la libertad religiosa.
Esto fue en el contexto de la Enmienda I.
Mirar eso, es un análisis de que nosotros hoy tenemos una vocación antiimperialista y
antinorteamericana. Esto no era en esa época del constituyente, donde veíamos a una
hermana de América que había hecho algo bueno, y El Federalista, que tenía los principales
apóstoles de esas ideas buenas, que queríamos acompañarlas, imitarlas y compararlas.
Ninguna norma de los fallos de la Corte plantea el tema que hoy estamos hablando aquí. Lo
que plantea es que las provincias fueron sobre los tratados internacionales. Eso está mal, no
podemos ir sobre los tratados internacionales. Tenemos que reconocer que el Estado nacional
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debe regular ese espectro, no hay ninguna duda sobre esto. Pero el resto del espectro, no. El
resto del espectro, la restricción de la libertad de expresión es facultad de la provincia y ese
órgano que están creando, que es federal, expresamente lo prohíbe el artículo 32. Si ustedes
discuten lo referente a un órgano federal están avasallando el artículo 32. Senadores de la
Nación argentina: ¡no puede el Congreso argentino discutir un órgano federal! Lo dice
expresamente el artículo 32.
Sr. Pichetto. — ¿Me permite una reflexión?
Sr. Rodríguez Saá (Alberto). — Cómo no.
Sr. Pichetto. — El contexto histórico tiene que ver con el debate porque, en realidad, la
Batalla de Cepeda es la derrota de las fuerzas de Buenos Aires que estaban al mando de
Mitre, y así se abre el camino de la Convención del 60. O sea, Buenos Aires no se incorpora
alegremente, sino que lo hace después de una derrota militar.
Los dueños de los medios, entre los cuales había importantes hombres que luego
pasaron a la historia, le tenían mucho miedo a Urquiza, en cuanto a que se fuera contra las
opiniones de los medios y se determinaran delitos de carácter penal y la privación de la
libertad. Entonces, una de las condiciones de la incorporación de Buenos Aires es la
preservación de estas libertades públicas garantizadas, que son únicamente de materia penal.
Esto es lo que no se delega: los delitos de carácter penal.
El último comentario que deseo señalar, respetando su posición señor gobernador, se
refiere a que el avance tecnológico, el proceso de desarrollo de Internet, el cruce de fronteras
tecnológicas que están por encima de los territorios fijos o físicos, indudablemente, hacen de
esta materia una materia de carácter federal. Es imposible pensar esta materia desde un
abordaje meramente local. Aquí se discute el derecho de licencias como un concepto de
propiedad cuando, en realidad, es el Estado administrador el titular de esa licencia.
Quería respetuosamente darle mi opinión. Como sus opiniones son respetables, me
gustaría que en algún momento pudiéramos profundizar esta discusión relacionada con
nuestra historia de la organización nacional y de las luchas civiles en la Argentina.
Sr. Rodríguez Saá (Alberto). — Deseo realizar una sola alegoría: mis antepasados pelearon
en Cepeda.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra la señora senadora Fellner.
Sra. Fellner. — Agradezco la presencia de los dos gobernadores. Creo que con el
gobernador de San Luis compartimos algunos gustos y algunas preocupaciones, por lo que he
leído en los medios, por lo que he escuchado y por cómo ha comenzado su alocución.
La verdad es que esto de la tecnología es fantástico. Me han hecho llegar un mensaje
de texto, que si después usted me da su número de celular se lo reenvío. Es la Red
Comunicación Indígena de Jujuy. Nosotros tenemos una red de comunicación porque en
Jujuy hay 210 comunidades indígenas y hay 50 más en trámite de adjudicación por parte del
INAI. No hay ranqueles en Jujuy; pero hay coyas, guaraníes, ocloyas, tilianes, humahuacas,
etcétera.
Me dicen que, por favor, a través suyo, le haga saber a la comunidad de los ranqueles
que ellos también tienen FM y que están muy de acuerdo con esta ley porque, al fin, en una
ley, hay un título íntegro para las comunidades aborígenes y que sueñan —por lo menos las
comunidades indígenas de mi provincia— con poder tener una AM. Entonces, que no sea de
un solo lugarcito, sino que se le escuche más en toda la provincia. Asimismo, sueñan —como
les da la oportunidad esta ley— con tener un canal de televisión abierta en donde se puedan
ver, seguramente, la comunidad ranquel de San Luis con las distintas comunidades que
existen en mi provincia.
Me dicen también que, por favor, le transmita a la comunidad de los ranqueles que
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esta ley les abre muchas posibilidades y que no le tengan miedo al COMFER: que se
presenten al COMFER y ante la nueva autoridad de aplicación que les da la oportunidad de
esta ley, porque ellos están representados y les da oportunidad de cumplir ese sueño de tener
AM y canal de televisión abierta.
Seguramente usted ya lo hizo, pero le pediría que reafirme esto con la comunidad de
los ranqueles porque creo que es bueno y yo tengo que cumplir con la Red de Comunicación
Indígena de mi provincia.
El segundo tema —sobre lo primero, estoy segura de que me va a decir que sí— se
refiere al cine argentino. La verdad es que San Luis ha hecho punta en esto y, en ese sentido,
hay que reconocerlo. Además, debemos reconocer lo que el INCAA, Instituto Nacional de
Cine y Artes Audiovisuales de la República Argentina, ha colaborado, sigue colaborando y
está al lado de San Luis. Compartimos eso también.
En el día de ayer, nos ha llegado de parte de la gente del cine una nota acerca de la
cantidad de plata que, en forma aproximada, recibirá el cine; caso contrario, entraríamos en
una discusión bastante fea respecto del dinero cuando, en realidad, se trata de un derecho que
tenemos todos. En ese sentido, la nota que les ha llegado a los senadores termina diciendo
que se sigue apoyando al cine argentino para ver nuestras propias imágenes, y para que
nuestros hijos sepan, a través de ellas, quiénes fuimos, quiénes somos, qué país y qué mundo
soñábamos. La firman Liliana Mazure, Leonardo Favio, Adolfo Aristarain, Luis Puenzo,
Andrea del Boca, Natalia Oreiro, Federico Luppi, Víctor Hugo Morales, etcétera. y el señor
Rodolfo Hermida, quien esta mañana nos acompaña.
¿A qué se debe esto? A que además de pronunciarse a favor de esta ley, ayer, el señor
Carlos Molinero -de ATA- habló despectivamente del cine y manifestó que los aportes eran
para aquellas películas que no se sabía si se iban a hacer, ni siquiera si a la gente les iba a
interesar verlas, o si iban a tener audiencia.
Y un canal de televisión pasó eso, como si fuera bueno para los argentinos que
alguien desde la televisión privada declare una cosa así del cine argentino, cuando ustedes
saben lo que significa formar público. Yo creo que ustedes apuestan a eso.
Entonces, en primer lugar, quisiera saber qué opina respecto del cine argentino, en
cuanto a qué habría que favorecer. Y, en segundo lugar, cuál es su opinión con relación al
tema de las comunidades aborígenes que, con seguridad, creo que tengo un sí.
Sr. Rodríguez Saá (Alberto). — Las comunidades originarias de San Luis - ranquel,
guáquira, guanacachi y comechingón- no se han presentado, pero tienen una radio, que se las
puso el gobierno de la provincia y ellos administran. Considero un absurdo que el COMFER
tenga que regular en ese lugar, en un sitio con sólo la voz de ellos. Sin embargo, el COMFER
regula y le tienen que pedir permiso.
Esto tiene que ser libre, hay que desregular. No puede ser que el COMFER regule a
los ranqueles. Es un absurdo, y contrario a todas las normas de la Constitución sobre
protección de las comunidades originarias. Contrariamente, habría que devolverles los
derechos que les fueron conculcados por el genocidio que se produjo sobre ellas. Y saludo a
las comunidades originarias del Jujuy.
Y en Salta, en cuanto al tema de Tartagal, la provincia de San Luis se presentó muy
humildemente. Pedimos permiso; nos dejaron ir; y trabajaron 80 hermanos de la comunidad
toba. San Luis fue solidario y, sobre todo, lo que les solucionó numerosos problemas fue que
lleváramos Internet satelital. Eso hizo que viniera toda la gente y se comunicara con los
suyos; podían mandar mensajes gratuitos a través de nuestra red de Internet.
Eso es libertad y no regulación. Eso estaba fuera de la mano del Estado nacional,
salvo que fuera con fibra óptica a favorecer el progreso.
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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Lo que traigo como discusión aquí es no restringir la libertad de expresión.
Elaboremos normas sobre el progreso; entonces ahí sí estaremos todos de acuerdo. Y no voy
a pedir que levanten la mano los que estén de acuerdo, porque todos estamos acuerdo en que
tenemos que derogar la ley de la dictadura; pero en unidad nacional, estando todos unidos.
Miren qué propuesta agresiva la mía: que nos unamos y deroguemos la ley de la dictadura, y
que nos sentemos mañana a hablar contra los monopolios.
¿Podemos hacer una ley contra los monopolios? Claro que sí. ¿Podemos hacer una ley
en favor de las comunidades originarias? Sí. Pero está la Constitución. Estamos esperando
que se haga algo por las comunidades originarias. Señores del gobierno nacional: hagan algo
por las comunidades originarias.
Sra. Fellner. — Yo hice dos preguntas. Lo demás, lo hemos escuchado muchas veces.
Quiero saber si está de acuerdo con que las comunidades aborígenes tengan la
posibilidad de tener un canal de aire y una AM; y si le parece bien que debamos seguir
defendiendo al cine argentino.
Sr. Rodríguez Saá, Alberto. — El INCAA -Instituto Nacional de Cine y Artes
Audiovisuales- recibe dinero de distintos impuestos; y todo ese dinero lo gasta en la ciudad
de Buenos Aires. El cine nacional es el cine de la ciudad de Buenos Aires. Nosotros, en
algunos momentos, tenemos más películas que el INCAA y ponemos más dinero que el
INCAA, con mucho menos presupuesto. Qué llamativo es eso, qué cosa rara: más películas y
premios similares y, sin embargo, tenemos el ninguneo del INCAA y cero peso para San
Luis. Nosotros no somos cine nacional, no existimos para el INCAA. Es más, los actores que
participan en las películas que se hacen en San Luis pasan a estar en las listas negras del
INCAA.
Ese es el manejo del INCAA. Entonces, ¿por qué motivo no lo federalizamos?
Muchachos, no se metan; denle la plata a las provincias argentinas y hagamos cine y cultura
nacional. Eso es diversidad cultural; eso es estar a la altura de los tiempos.
Sra. Fellner. — Fui secretaria de Cultura de la mi provincia, y agradezco al INCAA todo lo
que contribuye en mi provincia.
Sr. Rodríguez Saá. — Yo no.
Sra. Fellner. — Son opiniones.
Sra. Estenssoro. — El INCAA hace una gran tarea, pero, evidentemente discriminar a una
provincia u otra no es algo que podamos avalar.
Sr. Presidente. — Por favor, señora senadora, no estamos discutiendo ese tema.
Tiene la palabra la señora senadora Negre de Alonso.
Sra. Negre de Alonso. — En primer lugar, quiero agradecerle a los dos gobernadores que
están aquí, porque este debate creo que ha sido muy fructífero, más allá de las posiciones.
Con respecto al gobernador Capitanich, con quien hemos compartido varios años en
esta Casa, me alegro que haya aclarado que no quiere restringir la libertad de prensa. Es más,
mientras lo escuchaba, recordaba que yo en ese momento era presidenta de la Comisión de
Legislación General, y tenía en mi mano el proyecto de modificación de la Ley de Concursos
y Quiebras firmado por el señor gobernador, que en ese momento era jefe de Gabinete. Me
alegra que nos haya recordado todo eso. A medida que hablaba, yo me iba trasladando en la
historia, a lo que vivimos aquí en 2002.
Creo que lo que está fallando, en realidad, es el Estado. Yo fui una de las que no
votaron esa ley ni la modificación del cramdown; tampoco voté la norma relacionada con los
bienes culturales, y denuncié que era la "ley Clarín", y que se trataba del proyecto de ley que
le habían llevado al ex presidente Rodríguez Saá para que lo firmara como decreto de
necesidad y urgencia, y que se negó a firmarlo. Por lo tanto, tengo la tranquilidad intelectual
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que me permite hablar de este tema.
En ese sentido, se dijo que el grupo Clarín había crecido al amparo de la política, y se
lanzó una frase muy dura. Al respecto, no todos votaron ese proyecto. Yo no voté esa ley ni
la señora senadora Escudero ni la presidenta de la Nación ni el señor senador Fernández.
Luego, algunos colegas amigos me dijeron que se habían arrepentido de haber votado esa ley.
Entonces, si hubo un grupo empresario que creció a la luz de determinada legislación o a la
luz de determinadas políticas de Estado, eso no significa que ante la duda, se deba coartar la
libertad de prensa. Yo lamento mucho lo sucedido con su revista; es más, yo creía que vivía
ahí, pero si no lo aclara, me hubiera quedado con la idea de que usted vivía en ese edificio.
Me imagino que el señor senador Jenefes se habrá sentido bien molesto por los cartelitos que
le ponían el lunes a la noche en el canal oficial, en un programa dirigido a denostarlo a él.
Sr. Presidente. — No los vi. No oigo, no siento, no veo. (Risas).
Sra. Negre de Alonso. — Yo sí; estaba haciendo zapping y en la televisión pública el
programa estaba dirigido hacia usted.
Lo que creo es que nosotros tenemos que decidir sobre si están bien los abusos o
están mal y si, ante la duda, censura o libertad. En ese sentido, nosotros tenemos que
presentar una declaración jurada, pero cuando trabajaba como abogada también presentaba
mi declaración jurada de impuestos. Entonces, si no pagan el impuesto a las ganancias ––
como usted dijo––, está fallando el control del Estado. Y si fallan los controles de Estado, no
por eso vamos a sacar una ley que afecte la libertad de prensa; ante la duda, más libertad. Es
más, con el senador Adolfo Rodríguez Saá hemos presentado un pedido de derogación -que
es una copia del decreto que envió al Congreso en oportunidad de ser presidente- del delito de
calumnias e injurias. Entonces, mientras tengamos el delito de calumnias e injurias no habrá
libertad, más allá de que nos molesten las caricaturas o las cosas que nos ponen; una vez a
usted, otra vez a mí. Sin ir más lejos, recordemos lo que fue el tratamiento por parte de la
prensa del secuestro del ex gobernador de San Luis, y actual senador. Sin embargo, cuando
ocupó la Presidencia, impulsó la derogación del delito de calumnias e injurias.
Se dice que cuando entramos a la política, perdemos la honra ––para decirlo de una
manera elegante––; pero es preferible perder la reputación que afectar la libertad de prensa.
Ante la duda, libertad; yo voté en contra de las leyes.
Quiero aclarar algo respecto del fallo. No me gusta abordar las cuestiones jurídicas en
este tipo de discusión; pero como ya la hemos incorporado, lo haré. En primer lugar, le aclaro
al señor gobernador de San Luis que no era fiscal de Estado en ese momento. Aquí se
manifiesta claramente que la Fiscalía de Estado de San Luis no cuestionó el tema
constitucional. Expresa: La demandada no cuestiona las facultades del gobierno federal para
regular lo atinente a la radiodifusión.
O sea que no fue objeto de la litis. Lo que sí fue objeto de la litis fueron las facultades
que daba la ley al COMFER para prohibirle al gobierno provincial que vendiera publicidad y
le diera publicidad a la emisora a la que se aludió.
Con respecto al fallo de la provincia de Neuquen que usted mencionó, hace referencia
a una cuestión vinculada con los tratados internacionales. El fallo manifiesta: La regulación
de las telecomunicaciones como facultad de la autoridad federal resulta compatible con la
representación que la Nación ejerce en el ámbito de las relaciones exteriores y para acordar
los diversos aspectos que por su naturaleza propia...
Sr. Presidente. –– Senadora, ¿me permite una interrupción?
Sra. Negre de Alonso. –– Cómo no.
Sr. Presidente. –– Le pido que formule su pregunta porque el gobernador del Chaco tiene
una agenda comprimida.
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Sra. Negre de Alonso. –– Lo que quiero decir es que no hay que leer sólo los sumarios de los
fallos, sino todo el fallo porque si no, interpretamos una cosa por otra. En el de San Luis, la
Fiscalía de Estado de la provincia no cuestionó las facultades constitucionales del gobierno
nacional en ese momento, sino que el objeto de la litis era otro.
Sr. Presidente. –– Sería porque las aceptaba.
Sra. Negre de Alonso. –– No, porque estamos analizando un fallo muchos años después. Un
fallo cuestionaba el artículo 107 de la Ley de Radiodifusión, y el otro, al contexto
internacional.
Con todo el respeto que me merece el gobernador del Chaco y por todo el tiempo que
hemos transcurrido juntos en la Casa, honestamente, me da la impresión de que su postura es
de regulación. Sin embargo, considero que ante la duda, libertad; ante la duda, no pongamos
una mordaza, aunque después tengamos que ir a recurrir a los jueces. El delito de calumnias
e injurias hay que derogarlo, porque ese delito también es una mordaza para la prensa.
Sr. Presidente. –– Aclaro que en cuatro oportunidades impulsé la derogación de ese delito,
pero nunca se trató la iniciativa.
Sra. Negre de Alonso. — Como presidente de la Comisión de Sistemas, Medios de
Comunicación y Libertad de Expresión, podría pedir que sea girado nuevamente así lo
debatimos.
Sr. Capitanich. –– Comparto absolutamente la irrestricta libertad de expresión, y eso implica
garantizar irrestrictamente la plena vigencia del pluralismo y la multiplicidad de canales de
comunicación y de expresión, para que no exista concentración de ninguna naturaleza. Usted,
efectivamente, ha sido muy firme en sus convicciones respecto de todas las leyes que hemos
tratado, las cuales voté a favor. Simplemente, quiero decirle que si tuviese que votarlas hoy,
lo habría hecho en el mismo sentido.
Por lo tanto, no me arrepiento de mi voto respecto de la Ley 25750 ni de las
subsiguientes - como la 25589-, porque las hemos abordado precisamente para esto.
Reafirmo plenamente mi convicción, y no me inspira ánimo alguno contra ningún grupo
económico de ninguna naturaleza. Simplemente, creo que es absolutamente imprescindible
garantizar plena y específicamente la libertad de expresión, el pluralismo y la multiplicidad
de los medios y, por sobre todas las cosas, un proceso que nos permita a los argentinos tener
desde la perspectiva plural y federal, la construcción de un mensaje comunicacional que
implique valorar esencialmente nuestra identidad cultural.
Sr. Presidente. –– Tiene la palabra la senadora Osuna
Sra. Osuna. –– En primer lugar, quiero aclarar que el espectro radioeléctrico que este
proyecto de ley define como bien público, en realidad, supone el ordenamiento y la
regulación que el Estado hace de ese espectro. De lo contrario, el espectro sería un caos y,
efectivamente, estaríamos frente a otro riesgo. Si el Estado no regula ni participa activamente
de esa regulación, tal cual lo plantea este proyecto, el que interviniera o regulara, explícita o
implícitamente, sería el mercado. Nosotros bien sabemos que el Estado restringe voces, como
hoy sucede. Entonces, sobreponiéndonos a una situación que hoy evaluamos como de
absoluta injusticia con respecto a voces que deberían ser oídas y que no se escuchan, este
proyecto instala un Estado regulador con condiciones claras y estrictas para que,
efectivamente, se democratice el uso del espectro radioeléctrico.
Con respecto al artículo 70 de la Constitución de Entre Ríos, no voy a traer a colación
el debate, pero hubo un explícito reconocimiento de fallos de la Corte. Me refiero al fallo
6.011 del Tomo 327 de la provincia de Río Negro, que establece: Es competencia del Estado
nacional la regulación de las telecomunicaciones, pues la facultades reservadas por las
provincias y su autonomía dentro del sistema político federal no obstan a que el gobierno
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nacional pueda legislar sobre aspectos internos de las actividades susceptibles....
Asimismo, el artículo 70 de la Constitución de Entre Ríos expresa: “El Estado, dentro
de su competencia -y ahí está el reconocimiento de la competencia federal- protegerá y
alentará la explotación de sus recursos radioeléctricos y los medios de comunicación
radicados en su territorio como herramienta para el fortalecimiento de sus regiones y la
conformación de su identidad cultural. Desalentará mediante políticas activas la
conformación de monopolios, oligopolios o cualquier otra forma de concentración de los
medios de comunicación social en el ámbito provincial. Promoverá la propiedad y gestión de
medios de comunicación social por parte de organizaciones, sociales, cooperativas y
comunitarias sin fines de lucro".
Este artículo surge y se instala a partir del debate que en la provincia de Entre Ríos
viene llevándose a cabo hace más de un año, en relación con los 21 Puntos que planteó la
Coalición por una Radiodifusión Democrática, y que han dado a luz, en parte, este proyecto
de ley que debatimos.
Sr. Rodríguez Saá, (Alberto). — Podemos repetir un millón de veces lo que dice la
Constitución Nacional. Se trata de una facultad prohibitiva; prohíbe legislar sobre restricción,
sobre libertad de prensa, lo cual hace a la libertad de derechos y garantías.
Las constituciones de las provincias argentinas, de acuerdo con una corriente
constitucionalista -y para su tranquilidad, senadora, progresista-, tienen como piso en cuanto
a libertad, derechos y garantías, el que establece la Constitución Nacional. Nadie puede estar
por debajo de ese piso; pero las provincias argentinas pueden subir y buscar un techo. El piso
es lo que establece la Constitución, no es un techo.
De modo que la gloriosa y maravillosa Constitución de la provincia de Entre Ríos
trabaja sobre eso, lo cual está perfecto. Sostiene que el progreso es una facultad concurrente;
y si la Nación no hace, entonces la provincia puede avanzar con políticas activas.
Se reconocen facultades. Dice que la provincia tiene esa esfera de competencia; y
estamos absolutamente de acuerdo. Estoy totalmente de acuerdo con lo que establece la
Constitución de Entre Ríos, porque lo comparto. En ella se ha escrito que con estas
facultades, hará lo que pueda hacer, lo cual está muy bien. La Nación es un piso, y las
provincias argentinas fijamos el techo.
La provincia de San Luis, en 2001, fijó un salario mínimo, vital y móvil. ¿Cómo lo va
a hacer si es una facultad de la Nación? Sí, pero la Nación dispuso el piso, y nosotros
decidimos poner un techo más alto. Se debatió esa medida, y lo fijamos. Los empresarios lo
pagaron, y los trabajadores de la provincia tuvieron, en ese momento, un salario real mucho
más digno que el salario medio nacional. Reitero, se discutió la medida en los tribunales, y
pasó ese examen. El fallo no llegó a la Corte Suprema de Justicia. Nadie lo discutió a ese
nivel. Sin embargo, nosotros consideramos -y estamos de acuerdo con eso- que la
Constitución Nacional es un piso.
La provincia de San Luis tiene sancionada una ley sobre libertad de pensamiento,
libertad de culto y libertad religiosa. Sin embargo, la Nación y el resto de las provincias
argentinas no la tienen. Al respecto, la Nación dice que podemos hacerlo porque es un piso,
entonces, nosotros avanzamos. Si la Nación restringiera la libertad, nosotros podríamos
sancionar normas para dar más libertad a las provincias. Y si la Corte llegara a decir que no
es constitucional -aunque no puede decir semejante locura frente al artículo 32-, nosotros de
todas maneras podríamos dictar normas diciendo que hay libertad pues no hay restricción
para ello. La Constitución Nacional -la declaración de derechos y garantías- es un piso. Ya se
ha dado esta discusión entre los constitucionalistas -han sido debates maravillosos-, y la
mayoría defiende la libertad, los derechos y las garantías de la Constitución.
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Sr. Presidente. — Agradezco la presencia de los señores gobernadores.
Damos por concluida la primera parte. Pasamos a un cuarto intermedio hasta las 16.
— Son las 14 y 53.
— A las 16 y 17:
Sr. Presidente. — Continuamos con el plenario de comisiones. Tiene la palabra el señor
Miguel Rodríguez Villafañe, presidente de la Asociación Iberoamericana de Derecho de la
Información y de la Comunicación (AIDIC).
Sr. Rodríguez Villafañe. — Buenas tardes. Agradezco al Senado por la invitación. Es mi
interés tratar en este momento la importancia de rever las inconstitucionalidades de mantener
la ley vigente. En este Senado se han debatido bastante sobre las inconstitucionalidades
posibles, potenciales o supuestas que pudieran venir, pero también tenemos la necesidad de
analizar las inconstitucionalidades existentes con el solo hecho de mantener la ley actual.
Se habla de derechos adquiridos, pero no de los negados, postergados e ignorados.
Eso también es tremendamente inconstitucional. Y es importante rever la ley vigente, porque
no sólo es un articulado. Las leyes son lo que regulan, pero también la filosofía que las
nutren.
La ley vigente es intrínsecamente autoritaria y no democrática. El hecho solo de que
tenga la doctrina de la seguridad nacional, ofende a la lógica democrática constitucional, sólo
de pensar que esa doctrina implicaba que se podía tener como amenaza de la seguridad
nacional la perspectiva de los propios habitantes de un país.
Además, esta ley significó y significa, para dolor de todos, una alianza unidireccional
entre el núcleo y el autoritarismo; un lucro al cual se le regaló el espectro. Tan es así, que la
ley dice “Donde haya negocio, puede estar” y hay un Estado que sólo se resignó a estar donde
no había negocio. Aún más, el Comité Federal, de acuerdo a la ley vigente, que no se aplica
porque está intervenida, pero no reformada, está integrada por los comandos y jefes de las
Fuerzas Armadas, Aérea y del Ejército, y con una comisión en la cual pueden llegar a
participar los servicios de inteligencia.
De más está decir que en este seno de federalismo, la lógica de la ley vigente es
centralista y unitaria. Basta pensar que todo se maneja con esta lógica desde Buenos Aires. Y
aún más, hasta la televisión satelital emite la misma señal, tanto para Jujuy como para La
Quiaca, y sólo levanta cinco canales de Capital Federal para distribuir a todo el país.
Además, es discriminatoria. Particularmente, esta ley implicaba marginar a la
economía solidaria. Y tiene lógica en esta filosofía porque, obviamente, estructuras como las
cooperativas, que tienen objetivos de economía solidaria, iban en pugna con la lógica de la
economía del núcleo, y una dinámica democrática de estas estructuras, iba en pugna con la
lógica autoritaria que se quería consagrar.
Esto llevo a una de las máximas discriminaciones que existen hoy en el país: la
discriminación al acceso a la televisión gratuita. Ustedes saben que hay sólo 12 ciudades que
tienen más de una oferta de televisión gratis, muchas que tienen una sola, y prácticamente el
50 por ciento del país está impedido de acceder a ella. Por lo tanto, es imprescindible tener
decodificadores satelitales, antenas parabólicas o sistema de cable. Todo lo cual,
indudablemente, implica tener capacidad adquisitiva y, en el caso de los más débiles,
ponerlos en la opción dolorosa de no acceder a un bien de la cultura, que es un derecho
humano, o tener que caer desde el delito a robar señal, cuando nosotros sabemos que hoy en
día los pueblos y las personas que no acceden a la televisión son unos minusválidos sociales.
Tenemos que empezar a hablar —esto lo prevé el proyecto que se está trabajando— de
la rentabilidad cívica-cultural que tiene que darle al Estado; la económica, que tiene que tener
el lucro; y la social, en manos de la economía solidaria.
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Es imprescindible cambiar la filosofía. Desde la perspectiva de los derechos humanos,
la nueva ley tiene en claro la necesidad de que el Estado tenga un rol especial, pero no es el
rol de la censura, sino el del equilibrio para garantizar el piso moral del acceso a todo —a la
radio y a la televisión—, que luego también le da autoridad moral a la sociedad para que otros
sectores la ejerzan desde la economía del lucro o desde la solidaria.
Se habla de inseguridades jurídicas. ¿Cuánta inseguridad jurídica han tenido los
débiles con esta ley? Con dolor digo que, si en el mundo la radiodifusión comunitaria la ha
estado pasando mal cuando le dice que tienen que ser “las tres p” —pocas, pobres y
pequeñas—, en nuestro país tenemos casi “las once p”. Se pretendió y se pretende con la ley
vigente que sean pocas, pobres, pequeñas, con permisos precarios, provisorios, con poca
potencia para postergar propuestas populares. Eso es inaceptable en democracia. Es urgente
abrir el espacio, como lo prevé el proyecto de ley, y no como sucede con la ley vigente.
Tengo la suerte de tener a un senador como Jenefes. Como todo senador, nosotros
sabemos que, no sólo representa al pueblo en general, sino al pueblo situado. Porque el
senador representa territorialidades. Y el federalismo tutelable no es una sumatoria de
egoísmos zonales, sino la representación y la tutela de todos y cada uno, con su tiempo y su
espacio.
Me tocó en su tierra, senador, en nombre de la Cooperativa Telefónica Libertador
General San Martín, hacer un intento interesante, a través de una legislación vigente, como
era el decreto 174 del Poder Ejecutivo y la Ley 23727. Desde la Cooperativa de Libertador
General San Martín de la ciudad donde está el Ingenio Ledesma, casi fronteriza, planteamos
dar televisión por cable gratis para los que no pudieran acceder. El propio COMFER nos
declaró clandestinos, y nos quiso decomisar los equipos. Por eso fue que interpuse recursos
de amparo, y sobrevivimos un tiempo. Pero volvió la mano del Estado para castigar a quienes
queremos dar equidad: dábamos televisión gratis.
Lo grave, señor senador, es que detrás de esa televisora había 2 mil firmas de un
pueblo como ese, que quería tener televisión. Y el cablero —a quien no se le hacía
competencia desleal, porque los canales que se emitían no coincidían con ninguno de los
canales que tenía el operador -es más, sólo coincidía el Canal 7, que es de todos— le
interpuso una demanda a cada uno de los miembros de los consejos de administración de las
cooperativas por 3 millones de pesos. Eso es una afrenta legal. Y acá vienen muchos de los
cableros diciendo que son pequeñas Pymes, y que quieren el bien de los pueblos. Ese cablero,
que no solamente trabajó para que no se pudiera seguir dando una grilla mínima de dignidad,
interpuso una demanda por 3 millones de pesos sólo porque la comunidad quiso tener
dignidad gratuita.
Sr. Presidente.- Una aclaración porque he sido aludido.
No tengo absolutamente nada que ver con los juicios ni con la cooperativa. Aclare
eso porque, si no, va a quedar el concepto de que yo estaría detrás de la oposición a que las
cooperativas de Libertador General San Martín sean autorizadas, de que, por culpa mía
tuvieron que recurrir a la Justicia, y de que yo fui el que moví a las autoridades del
COMFER. No tuve absolutamente nada que ver.
Sr. Rodríguez Villafañe. — No he aludido a su persona. Sí apelo a su sensibilidad como
representante. Tal vez usted no lo sabía, por eso me parece importante que lo sepa. Si de lo
que se trata es de seguridad jurídica, repárese en que venimos trabajando desde la economía
solidaria, con fallos en los que nos dio la razón la Corte.
En 1998 iniciamos una demanda en nombre de una mutual que se llamaba Carlos
Mujica, en nombre de la Radio La Ranchada, de Córdoba, una radio que llega a hogares de
ancianos, cárceles y villas miserias. A esa radio estaban a punto de sacarle la licencia porque
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era sin fines de lucro. Con ese caso, más el caso de la Cooperativa de Servicios Públicos de
Río Primero, llegamos hasta la Corte Suprema, que falló en el sentido de que era
inconcebible que no pudiéramos ser titulares de licencias. Pero cuando los débiles de la
economía solidaria quisimos ir al Estado a decir que nos dieran los pliegos, se suspendieron
sus ventas.
En esa inseguridad jurídica volvimos a plantear las inconstitucionalidades, y la Corte
volvió a darnos la razón. En muchos casos, pero particularmente en el caso de la cooperativa
de Totoral, la Corte Suprema le ordenó al COMFER que en tres meses enviara los pliegos.
Recién gracias a la gestión de Gabriel Mariotto, en marzo de este año, cuatro años después, se
nos entregaron los pliegos, incumpliendo órdenes firmes de la Corte Suprema.
Esto es importante tenerlo en cuenta, porque si hablamos de inseguridad jurídica,
hemos tenido fallos en cuanto al incumplimiento del Artículo 81 de la Constitución Nacional.
Y la Justicia nos está dando la razón, cuando al reformarse el Artículo 45 a través de la ley
26053 declaró que se violó la Constitución Nacional por no respetarse la forma de sancionar
las leyes. Además, así lo han declarado los jueces de Jujuy, en favor de la Cooperativa de
Libertador General San Martín; y el juez federal de Bellville, en favor de la Cooperativa de
Morteros.
También es importante que los senadores tengan presente que muchas legislaturas,
entre ellas las de Río Negro y la de Buenos Aires, plantearon una adhesión a los 21 Puntos de
la ley de radiodifusión para la Democracia. Y esto vale de instrucción específica, porque los
senadores nos representan como estructura provincial. Entre Ríos dice que es obligación del
gobierno y, obviamente, de los senadores de Entre Ríos, garantizar la gestión de medios y la
propiedad a organizaciones sociales y cooperativas comunitarias sin fines de lucro. No es
algo que pueda ser tenido como optativo. Es responsabilidad de los senadores respetar las
constituciones provinciales que así lo dicen.
Acá uno ve también grandes discusiones atendibles, respecto del capital que van a
manejar los medios. Pero cuando hablamos de cooperativas, nadie puede dudar de que es
capital argentino, genuino, radicado y solidario. Sin embargo, aparecen trabas y
preocupaciones, y se ataca el aprovechamiento beneficioso del capital comunitario de los
emprendimientos radiodifusores.
Vengo de sostener en Diputados que nos duele pensar que las cooperativas, aún ante
esta nueva ley y después de lo que nos ha tocado vivir, tengamos que acreditar, para prestar el
servicio, que lo hacemos para el bien de la población. Tengan la certeza de que una
cooperativa actúa para el bien de la población porque somos la población. Pero a pesar de
ello, tenemos que venir, sin criterios objetivos, a demostrarle a un organismo nacional el
bien común de tantos lugares de la Argentina. Eso no es justo.
Y por si fuera poco, se nos exige que demostremos que no vamos a afectar la defensa
de la competencia. Cuánto de errado están, si tenemos en cuenta que la ley 26156, que regula
la competencia, establece que las competencias tienen que preservarse para que no haya un
perjuicio al interés económico general, no al particular.
En realidad, el beneficiado es el usuario y consumidor; y las cooperativas no son más
que organizaciones de usuarios y consumidores. Por lo tanto, al cooperativismo, más que la
Ley de Defensa de la Competencia le cabe la Ley de Defensa de Usuarios y Consumidores,
porque, a veces, algunos planteos que se han hecho acá de las llamadas Pymes de servicios
de cable, se asemejan a tener que en nuestras casas pedir disculpas por hacer la pizza más
barata, porque competimos con el delivery del pizzero de la esquina.
Tengamos cuidado cuando analizamos la energía del capital solidario. Y cuánto más
aquí, que sabrán que el país no tiene dos tiempos federales. No es Capital Federal y capitales
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de provincia o principales ciudades. Hay un tercer tiempo, olvidado, que es el del interior del
interior. Ese interior del interior llegó a la dignidad con la economía solidaria; fueron las
cooperativas y organizaciones de base las que le dieron dignidad, desde el teléfono y la luz al
agua potable. Esas son las cooperativas de servicios públicos. Y ahora se nos quiere mostrar
como grandes pooles monopólicos que quieren entrar al mercado. Sin embargo, se trata del
mismo pueblo que tuvo la valentía de darse dignidad a través de organizaciones solidarias, y
ahora se cree que el desconfiado, el atacado y vilipendiado va a venir a atacar el sistema.
Quiero saber por qué si una cooperativa puede competir en electricidad y telefonía, no puede
competir en radiodifusión. Quisiera saber por qué esas cooperativas no pueden estar al
servicio del bien común, cuando existe un desequilibrio como sucede con el actual Artículo
45. Si hay un prestador con ánimo de lucro, la cooperativa no puede ingresar. Pero si la
cooperativa está, tiene la obligación de poner la infraestructura al servicio de la economía de
lucro. Creo que no encaja en la lógica. Me hubiera gustado saber si, en el caso de que
realmente la economía del lucro tuviera la infraestructura, se pondría una cláusula para que la
economía solidaria pudiera usarla.
Aún más; la ley vigente –que espero termine pronto- establece que la cooperativa
tiene la obligación, si presta el servicio, de dárselo al de la economía del lucro a precio de
mercado. Yo diría que por ahí hay alguna lógica, pero aclara, a punto seguido: pero debe
entenderse por precio de mercado el precio de los contratos vigentes. Lo cual significa
estratificar el precio, porque si yo hiciera un contrato hoy, tengo que tomar el precio del que
está vigente, y en el que viene tengo que tomar el precio del contrato de hoy, lo cual significa
que el cooperativismo de ninguna manera puede cobrar un precio adecuado de su
infraestructura.
Creo que es imprescindible que sepamos que para el país profundo tenemos que tratar
de superar los desequilibrios. Eso lo tenemos que hacer sin desconfianza para con la
economía solidaria y sabiendo que es importante que haya un Estado que ayude para la
dignidad general, coparticipando con los entes privados, tanto en la economía del lucro como
con la economía solidaria, pero al servicio del bien común.
Fíjense que la nueva ley preveía costas que era imprescindible tener, como la tarifa
social. En este momento, ustedes saben que es imposible tener un abono si no se paga el
ciento por ciento del básico, y en un área en donde nunca hubo, ni siquiera después de la
crisis de 2001, ninguna audiencia pública sino que, directamente, se aumentaron los valores
sin ningún tipo de consideración.
Tengan la certeza de que es importante y urgente dictar esta ley, aun con las
imperfecciones o con el perfeccionamiento que ustedes le den. Lo que resulta irritante para
una lógica democrática es mantener las inconstitucionalidades que tenemos que, a no dudar,
son tremendamente mucho mayores que la peor de las inconstitucionalidades que podamos
prever para el futuro.
Por otro lado, debemos alegrarnos, genuinamente, en la madurez democrática, que el
solo hecho de poder estar en este seno expresándonos y hablando a la sociedad toda sobre
este tema permita que podamos alcanzar una democracia para todos y superar algo que es
imprescindible: que el último tabú de la prensa sea la prensa. Que todos sean escrutados, que
todos deban rendir cuentas y que todos sean transparentados.
Sr. Presidente.  Tiene la palabra, por “Argentina Ciudadana”, el rabino Bergman.
Sr. Bergman.  Shalom Aleijem, Shalom Aleijem, la paz para vosotros. Honrados y
agradecidos con esta posibilidad de que el Honorable Senado nos reciba en estas audiencias y
en estas conversaciones.
Junto con Gustavo Mangisch, desde la Conferencia Episcopal Argentina, de la
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Comisión de Justicia y Paz, hemos solicitado este espacio con la intención de traerles un
trabajo que está vinculado a lo que fue el diálogo argentino y a la restitución del entramado
social. Durante años fuimos intentando encontrar esta interlocución y esta conversación que,
entendemos, es sana y fértil en la riqueza de nuestras diferencias. Pero, fundamentalmente, si
ustedes nos lo permiten, con la intención pacificadora, conciliadora en esas diferencias de,
por supuesto, no venir a confrontar y tampoco siquiera entrar en algunos tecnicismos que,
entendemos, nos pueden exceder. No solamente en la comprensión a la que podríamos
dedicarnos sino, justamente, a la jurisdicción de lo que venimos a representar.
Tan solo quizás ilustremos algunas cosas, pero no con el ánimo de entrar en el debate
técnico. Pero sí, así como enseña el Evangelio, no se trata de discutir la ley sino de llenarla de
espíritu. De alguna manera es lo que quisiéramos intercambiar con ustedes.
Justamente, nuestra primera moción es cambiar el orden y el eje de la conversación.
Les queremos proponer una reflexión acerca de cómo migrar de la ley de medios a que el
medio es siempre la ley. Nuestra preocupación tiene que ver con el fortalecimiento de las
instituciones republicanas y entender que los procedimientos de su génesis -no de su
intención- y de su tratamiento en Diputados ya amerita la posibilidad de una reflexión acerca
de si la incumbencia del Senado. Esto, más allá de su precisión de ser cámara revisora, no
debiera ser también arbitral en términos de rechazar un proyecto que puede tener muy buenos
elementos e ingredientes para lo que la ley de medios requiere. Pero procesada y trabajada
como fue en el ámbito de Diputados, incluida la confesión pública del diputado Rossi,
violentadas las formas, pidiendo perdón por violentar formas en el procedimiento y
afirmando los fines, entendemos que él pedía perdón. Creo que hay formas de perdonar; una
de ellas es que el proyecto de ley vuelva a su naturaleza inicial, a Diputados, y se complete
según el procedimiento que la ley ha establecido.
Es decir que cuando la ciudadanía escucha –no estamos diciendo que tenemos
ninguna verificación- que el tratamiento debe ser a libro cerrado, si es a libro cerrado
nosotros apelamos al rechazo de este proyecto.
Como entendemos que tiene que ser a libro abierto, porque es la naturaleza del mismo
Senado, que se dé en los tiempos y en los procedimientos en los cuales esa apertura del libro
permita lo que ya también hemos escuchado, que hay objeciones al articulado; y que eso en
su naturaleza no puede ser impuesto en tiempos y en procedimientos, también en el Senado,
donde se aceleren los calendarios y no se habiliten las construcciones consensuadas –por
mayorías o minorías- a las modificaciones del articulado.
En este punto tenemos algunas ideas o consideraciones. La composición misma, en la
medida en que se avance sobre el libro abierto y estén los tiempos para trabajar el articulado,
en el artículo 14, en la composición de la autoridad de aplicación, la ciudadanía detecta ya
algunas inquietudes. Entre ellas, que se garantice la independencia del órgano. Muchos de
nosotros fuimos testigos de lo que sucediera con el cambio en la composición y en la gestión
del mismo Consejo de la Magistratura. En su espíritu de la reforma del 94, modificaciones en
su composición han limitado la independencia y la autarquía que el órgano tiene. Aquí vemos
también que habría que tomar algunos recaudos en la autoridad de aplicación.
Por otro lado, en los artículos 62, 63 y 64 de este proyecto de ley el gobierno nacional
es el que puede tener red nacional de comunicación. Eso, obviamente, también cercena la
posibilidad y las libertades de expresión y aquello muy bien dicho inclusive por mi
predecesor, es decir, entendemos que el atributo de ley de la dictadura tiene que ser también
revisado con más de veinticinco años de gestión democrática.
Sobre esa base que todos repudiamos, no podemos denostar y no considerar el trabajo
de los cuerpos legislativos, que han hecho modificaciones que, en su origen repudiamos, pero
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en su proceso respetamos. Mejorando ahora más la próxima ley, en la cual no se puede volver
para atrás sobre contenidos concentrados, auditados o hegemonías que, obviamente, todos
nosotros por igual, entiendo, repudiamos.
Queremos también proponerles que, en virtud de la preocupación que vimos en otros
lugares del mundo respecto a este debate –no es la Argentina la única que lo tiene-,
encontremos los consensos donde no haya discusiones sesgadas por presunciones ni de
izquierda ni de derecha sino del pleno Estado de derecho.
Ya vimos en Italia, cuando el mercado por derecha se apropia -como fue el caso de
Berlusconi- de los medios para hacer política; o por una presunta izquierda –que
consideramos que no lo es-, el caso que tanto preocupa, como el de Venezuela, que en
nombre de una consideración tanto de socialismo –que creo que no lo representa- hay una
limitación a la libertad de expresión y un control hegemónico.
Entonces, ni por izquierda ni por derecha. Entendemos que tenemos que cuidar esta
justa composición, que es que la ciudadanía se vea representada en este punto por una ley que
todos acordamos que venga, pero no en estos términos ni con esta posición.
La idea de que los contratistas del Estado no puedan acceder directamente a las
licencias; la atribución directa por el gobierno nacional de las licencias donde hay más de 500
mil habitantes; la idea de que es cable o aire, y limitarlo; y la regulación de la pauta oficial
son temas que para nosotros requerirían algún tipo de ampliación y consideración en el
debate.
Pero, en el fondo, nuestra máxima inquietud es transmitirles el sentido común de
mucha gente. No nos atribuimos para nada la representación de la sociedad. Pero entendemos
que hay sectores de la sociedad que sí están preocupados, cuando consideramos que el
compromiso de los señores senadores está vinculado con el componente representativo,
republicano y federal; a pesar de que seguimos teniendo una gestión que es más unitaria y
feudal, no sólo por el artículo 38. También, hay competencias de las provincias y del armado
federal que deben ser consideradas por la ley.
Cuando intentamos hablar con la gente sobre estos temas o representarla, desde la
sociedad civil, nos encontramos con la siguiente limitación: el ciudadano -que dejó de ser un
habitante- tiene la presunción de que determinados antecedentes de estas conversaciones los
ponen en una situación de advertencia. Un muy buen ejemplo para la ciudadanía fue el caso
de las jubilaciones. Nadie tenía dudas respecto de que las jubilaciones, y que lo previsional
tenía que ser estudiado y nuevamente considerado. En ese sentido, todos aprendimos que las
cosas no deben hacerse en tiempos impuestos en lugar de propuestos; y que las decisiones
tomadas, luego, deben ser seguidas y auditadas.
La gente suponía que la motivación no era la política previsional sino hacerse de la
caja; y hoy no podemos dar cuenta del uso de esa caja. De alguna manera, lo que la gente está
presuponiendo es que, a la hora de tomar decisiones de políticas de Estado, hay que extremar
aquellas cosas que requieren un seguimiento consensuado y colegiado, también, con
organizaciones intermedias y de la sociedad civil. En el caso puntual de las jubilaciones ya lo
hemos verificado y no prejuzgamos: no ha ocurrido.
Por lo tanto, dado que no se puede ir para atrás y que tenemos que ir para adelante,
solicitamos extremar los cuidados y apuntalar esa sensibilidad, que muchos de ustedes ya
tienen, para que en caso de que haya que abrir el libro para tratar los artículos, tengan en
cuenta que hay maneras de perfeccionarlos para que estos recaudos no sean suposiciones;
sino que la ley, en su forma y en su reglamentación, tome mayores recaudos.
Por el momento, hay una sensación de que queda en una disposición diferente de la
propuesta en el trabajo de los 21 Puntos de las organizaciones, que sí han contribuido a la
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esencia del proyecto de la ley. No nos olvidemos de que el principio era que sea un ente
público, y no gubernamental. Lo que vemos al día de hoy es que lo público está subsumido a
lo gubernamental. Por lo cual, se corre el riesgo, otra vez, de controles hegemónicos y
concentrados. No importa quién esté a cargo. No es un cargo a nadie, sino a la estructura de
la ley, que es para las generaciones que vienen en el mediano plazo. Hay que tomar, de
alguna manera, estas consideraciones.
Muchos de los ciudadanos nos preguntamos por qué fuimos a votar el 28 de junio,
cuando teníamos un calendario original para octubre. La argumentación cierta era que el
deterioro social y la situación de inestabilidad requería asegurar gobernabilidad.
Temas que creemos que son de fondo; no sólo importantes sino, también, urgentes como señaló el cardenal Bergoglio- como el de la pobreza, la exclusión y la iniquidad,
entendemos que deben tener prioridad en cuanto a los primeros tratamientos. Cuando se
cambia el orden de las jerarquías y prioridades, estamos sumamente preocupados, porque un
tema de mediano y largo plazo como es la política de Estado en comunicación social, no
puede ser llevado aceleradamente. Necesitamos consensuar agendas en función del interés
público y de la vocación de los ciudadanos.
Por lo tanto, nuestra primera prioridad es sugerir que, dado los vicios de su
tratamiento en Diputados y de que no están dadas todas las condiciones para la
profundización del articulado, el proyecto sea rechazado y vuelva a Diputados. Y en caso de
que no lo vean posible, porque no es la naturaleza de vuestra decisión, que haya tiempo
suficiente para que profundicen las modificaciones en el articulado en el espíritu que hemos
enunciado.
También, quiero comentarles -y proponerles de manera colaborativa-, que vamos a
convocar -como lo hicimos para la fiscalización de las últimas elecciones-, a través del Ojo
Cívico a la participación ciudadana, para que los ciudadanos que no necesariamente piensan
como nosotros puedan ponerse en contacto directo con ustedes. Le vamos a ofrecer a la
ciudadanía un medio digital interactivo, a través del cual -recibiendo el perfil, los mails y
teléfonos- puedan escribir y hacer escuchar su voz. Entendemos que nuestra democracia no es
delegativa sino representativa, y que la conversación de la ciudadanía con ustedes le da
calidad y mayor consistencia a esta madurez que nuestro pueblo está adquiriendo, y que
tenemos que celebrar.
Por lo tanto, les pedimos que, independientemente de las necesidades coyunturales de
sus provincias y de los niveles más o menos amigables de influencia o presiones, dado que como a nosotros nos consta- han jurado por Dios y por la patria, decidan con la conciencia y
la espiritualidad de que cada uno de los ciudadanos argentinos estará con sus ojos cívicos
abiertos para encontrar en ustedes, esa paz interior. Y que no sólo lo hagan con la convicción
de lo que la ley propone sino, también, con la demanda de una Argentina que cada vez
necesita reivindicar la política, no hacer generalizaciones peligrosas , y volver a poner el
lugar del representante en el espacio de la dignidad del dignatario que nos permita, en lo
público, recuperar una República plena.
Le agradezco al señor senador Jenefes, y en el entendimiento de que hoy no es el
único, pero es el emblema máximo de toda esa presión, le brindamos nuestro apoyo
incondicional.
Ninguno de los argentinos fue a votar ni el caos ni la modificación de un programa; sí
la representación parcial de legisladores. Démonos la oportunidad de respetar la soberanía
popular, para que juntos trabajemos por la mejora de la calidad institucional.
Como la mejora de la calidad institucional no sólo depende de ustedes, los
ciudadanos, aún en la diferencia de nuestras opiniones, estamos dispuestos a sumarnos, a
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colaborar y a pedirles que nunca la ley sea modificada en su sustancia y procedimiento,
porque no tenemos la urgencia de la emergencia de tratar los medios bajo la presión de
cronogramas que se impongan. Necesitamos los tiempos y los procesos para la deliberación.
Y la profundidad que la ley de medios requiere para una Argentina no se puede hacer a
expensas de no cumplir plenamente con la ley.
Encomendados a ustedes, nuestros representantes, rogamos también por ustedes, para
que lo hagan para servir a la patria, al bienestar y al bien común de la Nación.
Sr. Mangisch. –– Soy Gustavo Mangisch y pertenezco a la Comisión Nacional Justicia y Paz
de la Conferencia Episcopal Argentina, que es una comisión del Episcopado Argentino
compuesta básicamente por laicos, cuyo presidente es Eduardo Serantes y su asesor es
monseñor Casaretto. Conjuntamente con el rabino Bergman y muchas otras organizaciones y
representantes de credos religiosos, estamos trabajando en torno a este programa que
llamamos “de habitantes a ciudadanos”. Nuestra finalidad es tratar de ver de qué modo los
que estamos inmiscuidos en los aspectos técnicos podemos contribuir a lograr una Argentina
inclusiva con miras al Bicentenario; a ver si es verdad que podemos pensar una Argentina
que nos incluya a todos.
En primer lugar, desde la Comisión Nacional Justicia y Paz celebramos y estamos
muy entusiasmados con este tiempo que se ha despertado en torno a la discusión de esta ley
de los medios de comunicación. Justamente, esto representa un crecimiento y un avance en
este camino de habitantes a ciudadanos y el hecho de que estemos aquí y que tengamos la
posibilidad de conversar con ustedes, señores senadores, nos parece muy auspicioso.
En segundo término, creemos que esto que nos está sucediendo, me refiero a la
posibilidad del diálogo, no es ninguna novedad. La experiencia de la Comisión con el foro
ciudadano, con la antigua mesa de diálogo y lo que está sucediendo en este momento, nos
indica a quienes estamos en distintas organizaciones sociales que el diálogo es posible. Por
eso, estamos dando nuestro testimonio. Íbamos a ser muchos más, pero no quisimos molestar.
Creemos que la idea del diálogo es un gran paraguas y, retomando lo primero que
mencionaba, pensamos que lo que ustedes están haciendo es muy bienvenido y por eso
debemos insistir. Nosotros, que somos una parte muy pequeña de la sociedad, lo vemos con
mucho entusiasmo. Nos parece que un nuevo tiempo está permitiendo que podamos
expresarnos, quizás, de un modo diferente a lo que se venía haciendo hasta ahora.
Recordemos que el pueblo gobierna a través de sus representantes.
En tercer lugar, quiero repetir las palabras expresadas por monseñor Casaretto la
semana pasada; de hecho hoy salió publicado en los diarios lo que expresó en el día de ayer.
Por supuesto que este es un tema urgente e importante. Y quiero reivindicar la importancia
del tema; pero no debemos dejar de lado otro tema que es indudablemente urgente e
importante. Me refiero a esto que se denomina provocativamente "el escándalo de la
pobreza". Ayer, el cardenal Bergoglio manifestó que existe una falta profunda de los
derechos humanos más vitales y esenciales. Nosotros entendemos ––cada uno a su modo–– y
compartimos muchas cosas con nuestros “hermanos mayores”, pero también tenemos
diferencias en muchas otras. Sin embargo, existe la posibilidad de concertar, de sentarnos a
dialogar y de acordar que queremos transitar este camino de habitantes a ciudadanos. Y
creemos que el modo de hacerlo es a través del diálogo. El gran desafío es llegar al
Bicentenario sin excluidos.
Sr. Presidente. –– A continuación, invitamos a hacer uso de la palabra al representante de
Carta Abierta, Sergio Caletti.
Sr. Caletti. –– Vengo en representación de Carta Abierta, un raro fenómeno de la política
argentina de estos tiempos, donde confluimos más de mil artistas, ensayistas, investigadores,
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docentes periodistas y trabajadores de la cultura. Somos una pequeña porción de la sociedad
civil, tal como los que me precedieron en el uso de la palabra lo consideran de los sectores
que representan.
Carta Abierta es un espacio que se ha constituido sobre la base de un respeto acérrimo
a una pluralidad de trayectorias, orígenes y experiencias políticas, unidos para fortalecer la
defensa de las luchas populares nacionales emancipatorias, y corroborar esa defensa ante las
acechanzas que hoy campean desde los grupos más retrógrados de la vida política y social del
país.
En junio de 2008, Carta Abierta hizo público un documento sobre una legislación que
por entonces asomaba como una posibilidad que sustituiría al texto sancionado por la
voluntad del dictador en 1980. En ese momento, y en ese documento, Carta Abierta se
permitía señalar que si bien los grandes medios audiovisuales se erigen a sí mismos en
principales defensores de la libertad de expresión, en realidad son, antes que nada y sobre
todo, operadores de uno de los negocios más lucrativos que existe hoy en la vida económica
del país ––me refiero a los grandes medios audiovisuales y a los grandes grupos
multimediáticos––, donde el lucro resulta sustantivamente de la posibilidad de recoger,
articular y organizar elementos del sentido común que circulan en la vida social, y discursos
sociales que circulan en la vida del país para devolverlos reconvertidos en tragedia, en
escándalo, en banalidad, en exhibicionismo y en resortes todos que convocan fácilmente a las
grandes audiencias, que excitan a las grandes audiencias y que ratifican lo que las grandes
audiencias a lo mejor sospechaban y suponían como sus propios fantasmas antes de encender
el monitor.
No es esta una afirmación alocada. En realidad, hay toda una biblioteca ––si se
quiere–– dedicada a sostener este curioso, llamativo, extraño y poderoso lugar que ocupan los
grandes medios audiovisuales en la vida social, cultural y política contemporánea, tanto en la
Argentina como en otros países
¿Qué ha sucedido desde junio de 2008 cuando los que formamos Carta Abierta dimos
a conocer este documento en el que, entre otras cosas, se hacía esta caracterización? En
realidad, se ha avanzado en un debate que celebramos porque ha permitido, de alguna
manera, desplegar y poner en evidencia elementos que a lo largo de las últimas décadas de la
vida política del país habían permanecido en sordina. Quiérase o no, actualmente, buena parte
de la sociedad tiene una notablemente mayor conciencia que la que tenía hace dos, tres,
cuatro cinco años respecto del papel que cumplen los grandes medios audiovisuales; y de los
problemas que nos ponen a todos frente a la gravedad, la dimensión y la magnitud de la
necesidad de enfrentarlos y, centralmente -como en el caso de este debate-, de legislar una
zona que actualmente deambula entre el limbo jurídico y anacronismos increíbles, como se ha
mencionado aquí.
El COMFER, es decir, la actual autoridad de aplicación, debería estar presidida por un
representante del Ejército, otro de la Marina, y otro de la Fuerza Aérea, con un miembro de la
SIDE incorporado, etcétera. Por lo tanto, deambula entre el anacronismo y el limbo, porque
hay enormes —y cada vez más— zonas de vacancia, donde los cambios tecnológicos, el
desarrollo del mercado y de las nuevas formas de operación, han vuelto obsoletas las
previsiones reglamentarias anteriores y, aun vigentes, requiriendo una nueva legislación.
En este tiempo se ha puesto en evidencia la magnitud del problema, han pasado más
cosas. No vengo aquí a hacer un análisis técnico jurídico de la propuesta. No es el papel que
se da a sí mismo Carta Abierta, ni en este caso mi persona en su representación.
Centralmente, nos interesa señalar la manera en que —en estos meses— se ha
montado y desplegado un entramado denso de falacias que tienden a confundir la discusión.
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A esta altura, no se trata de argumentar más de lo que, generosamente, se ha hecho sobre el
carácter concentrado del negocio audiovisual. Hay datos; estadísticas; elementos técnicos
suficientes, acumulados a lo largo de estos debates; de los foros, previamente realizados; de
las discusiones, en Diputados; de las que hay, en este Honorable Senado, y que ponen en
evidencia los enormes niveles de concentración tanto empresarial como geográfica. Además,
podría decirse si cabe el giro ideológico, cultural y el enorme grado de concentración en el
que se mueve el negocio audiovisual.
Tampoco se trata de señalar —también lo ha sido en abundancia— y de insistir en la
manera que grandes zonas del país están desamparadas, respecto del desarrollo de los tiempos
que corren e imponen al despliegue de una vida cultural y social, de un patrimonio común, a
través de los medios electrónicos audiovisuales.
En ese sentido, no se trata de insistir en el modo estrecho que la dinámica de los
grandes medios audiovisuales toma vinculación con los problemas de la vida democrática en
el país, en estos tiempos. Ni de la vinculación con la que se consolida o se amenaza, se hiere
o se protege, la custodia de los Derechos Humanos, a través de estos medios. Todas estas son
cuestiones que están suficientemente asentadas.
Por lo tanto, nadie discute —ni pone en tela de juicio— la necesidad de un nuevo
texto legal. Más aun, nadie pone en discusión el hecho de que hay una notable concentración
y desigualdad. Sin embargo, nos cuesta avanzar en la discusión efectiva de este proyecto de
ley, el cual tiene la virtud —con todo lo perfectible que pueda ser— de atender los
principales puntos que estoy enumerando.
¿A qué se debe esta dificultad? ¿De qué manera se plantea esta paradoja entre
cuestiones, que disfrutan de cierto consenso, y los obstáculos que constantemente se
interponen para hacer, de ese presunto consenso, una herramienta efectiva que avance en la
legislación nacional?
Por otra parte, lo que ha ocurrido en estos meses es que se ha desplegado una trama
densa de falacias. En realidad, me refiero al modo en que los grandes medios audiovisuales se
llenan la boca —habría que decir que se llenan las antenas— con la palabra “República”,
cuando descreen y debilitan la posibilidad de que la sociedad argentina se dé mayores
capacidades para intervenir en los asuntos públicos, a través de una pluralidad de voces. Es
una paradoja que no tiene una explicación racional.
Con respecto a las falacias, cuando los grandes medios audiovisuales se llenen la boca
—o las antenas— refiriéndose a la calidad de las instituciones, lo que hacen es contribuir
fuertemente a su descrédito y a su deterioro. Es decir, cuando ponen en tela de juicio la
capacidad de este Congreso para sancionar una ley, no sé cómo se hace para defender o
aumentar la calidad de las instituciones, en ese contexto.
Los grandes medios audiovisuales resultan —y esto habría que hacerlo explícito— de
la verdadera vanguardia, en la confrontación que pone obstáculos al avance hacia la sanción
de esta ley. En consecuencia, son los grandes medios de comunicación, los audiovisuales, los
grupos multimediáticos, los que aparecen haciéndose cargo del interés general.
Probablemente, debo pensar —contribuyendo a la financiación de campañas publicitarias
muy costosas— que ninguna investigación periodística se ocupa de averiguar cómo se
financian; cuáles son los fondos que tiene la Fundación Valores para Crecer, para ponerlas en
el aire; o los propios medios con sus campañas institucionales. En este sentido, constituyen la
avanzada contra este proyecto de ley.
¿Qué defienden? Yo creo que hay que hacer explícito algo que es elemental. No creo
que defiendan, propiamente, la libertad de expresión. Probablemente, defiendan —y si uno
lee con atención los argumentos que exponen, se pueda entender— lo que llaman la
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fragmentación del mercado y las condiciones de la desinversión. En pocas palabras, los
riesgos que advierten a límites, que puedan aparecer, a la enorme rentabilidad, que tiene hoy
el negocio audiovisual y del que disfrutan.
Además, sucede que —a diferencia de otros mercados—, el mercado del negocio de la
industria audiovisual tiene una característica, como es la de los límites físicos que impone el
espectro radioeléctrico. Y dado los límites físicos que impone ese espectro radioeléctrico, la
concentración y la ocupación de un espacio dominante –dentro de ese espectro– supone la
expropiación lisa y llana de la posibilidad de la palabra para otros actores sociales, para otros
miembros de la misma sociedad. Por supuesto que darle la palabra o la posibilidad de la
palabra a estos otros sectores, a estos otros actores, a estas otras voces, significará
probablemente limitar la rentabilidad del negocio de los grandes grupos. Pues sí me parece
que es un tema que hay que encarar.
Cuando señalaba la posición que sostuvo Carta Abierta, hace algo más de un año al
respecto, se estaba insinuando que lo que requiere el negocio de la industria audiovisual es
una reorganización del mercado. No puede tener las mismas características el negocio de la
industria audiovisual por su estrecha vinculación con el patrimonio cultural, con la vida, la
herencia, la actividad, el despliegue social cultural del país que el mercado textil, siderúrgico
o el mercado ni siquiera de un producto de primera necesidad como el de los lácteos o el que
fuese. Requiere otras características, y éstas suponen una restructuración del mercado donde
existan límites a la magnitud de la rentabilidad empresarial que atenta contra la posibilidad
misma de la expresión de otros sectores, de otras voces y de otros actores sociales.
Me parece que si pudiésemos afrontar las paradojas de los que se llenan la boca con
palabras como república, calidad de las instituciones, consenso, cuidado con los
procedimientos, y pusiéramos en evidencia el modo en que en buena medida resultan estas
falsedades, argucias, con las cuales obstaculizar, podríamos detener el proceso de sanción de
una ley y decir literalmente “no es urgente”. Tomémonos el tiempo que debamos tomarnos.
Nos hemos tomados 26 años, ¿por qué no tomarnos 36? ¿Qué tiene de malo? Si es para una
buena ley, podemos tomarnos diez años más.
A mí me parece que esto tiene un límite y en nombre de Carta Abierta, quiero señalar
que aún afirmando que la ley es perfectible, que podrá y tal vez deba perfeccionarse en
tiempos venideros –no necesariamente lejanos– es urgente e imprescindible dar ahora este
paso. Aprobar esta ley del modo en el que el Honorable Senado de la Nación a conciencia lo
considera en mejores términos y darle curso e incorporar este proyecto al edificio jurídico de
la Nación. La patria lo está requiriendo. La patria requiere del Honorable Senado de la
Nación que cumpla a conciencia el papel que le toca en representación de los intereses
generales y no alineándose a favor de los intereses corporativos. Si acaso bajo esta prédica
falsamente republicana, institucionalista y consensualista en realidad se trabase la aprobación
de esta ley, este tal vez quede lamentablemente, no como el Congreso de los representantes
de la Nación y del pueblo, sino como un Congreso que represente, dentro de la perspectiva
histórica del país, la vergüenza de los argentinos. Muchas gracias.
Sr. Vera. – A continuación, invitamos al señor Alejandro Fargossi.
Sr. Fargossi. – Buenas tardes a todos.
Agradezco a los señores senadores el honor que confieren a la Academia que
represento y a mí el permitirnos ser escuchados. No es mi función acá hablar de política, ya
que muchos otros lo han hecho y sería agobiar al auditorio. Con lo cual, dado que hace treinta
y tres años que soy abogado y veinte que me especializo en el sector de las comunicaciones, y
siendo que estamos hablando de una ley, trataré de encarar esto desde el punto de vista del
derecho estricto. Algo que es especialmente difícil en materia de radiodifusión, porque no se
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trata de que la ley que nos rige es de la dictadura, sino que sucedió a otra de la dictadura, que
sucedió a su vez a otra de la dictadura. Es decir que ya tenemos dentro de la concepción
mental, que lentamente se va generando a lo largo de un período que abarca nada más ni nada
menos que cincuenta y dos años, una serie de convicciones que son muy complicadas para el
análisis teórico, porque uno tiende a dar por bueno a aquello con lo que creció, con lo que
nació.
Muchos de ustedes –no es mi caso desgraciadamente– tienen menos de 52 años, con
lo cual, ya cuando nacieron regía una ley concedida por un gobierno unitario. Digo esto
porque todos los gobiernos dictatoriales, militares y de facto –como los quieran llamar–
tenían entre otros denominadores comunes su unitarismo. No existían las provincias como sí
existen en nuestra Constitución, y sí existen desde hace veinticinco años y hoy en términos
legales. ¿Qué tiene que ver esto con la ley? Tiene muchísimo que ver, porque curiosamente
uno de los puntos de vista que creo que tenemos que remarcar es que el artículo 32 de la
Constitución expresa muy claramente que el Congreso Federal no dictará leyes que restrinjan
la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción federal.
En el año 2009, “imprenta” no solamente es lo que significa la palabra en términos
literales, sino que abarca a todo el proceso de producción audiovisual. Esto es absolutamente
innegable y es aceptado de manera pacífica por todos los teóricos y prácticos a lo largo y
ancho del mundo. Es cierto lo que expresa la Corte en una cantidad de fallos –no los voy a
agobiar a ustedes con las referencias– que las provincias pueden en el ejercicio del poder de
policía legislar sobre la seguridad, moralidad, higiene e incluso el orden y la paz del trabajo,
y dictar normas para la aplicación jurisdiccional de las leyes comunes. Si es cierto –como
también dice la Corte– que las provincias han conservado por el pactum foederis
competencias diversas y de orden institucional, tributario, procesal y también de promoción
general particularizado en el artículo 107, que se incluye la salubridad, la moralidad de sus
vecinos, la educación y el interés económico de la colectividad, esta legislación es claramente
inconstitucional.
Las facultades del gobierno federal en la medida en que regula algo distinto de lo
netamente jurisdiccional, como es el factor técnico de la radiodifusión, es clara y
frontalmente inconstitucional. Porque no tiene ninguna justificación el hecho de que cada
provincia tenga que someterse en aquello que considera bien o mal en materia de moralidad,
de protección del menor, de si se pasa o no música de tal o cuál lugar o películas de tal o cual
lugar. No es lógico que esto deba someterse al gobierno federal. Una de las asignaturas
pendientes desde el punto de vista jurídico, teórico y práctico en la Argentina es ser un país
verdaderamente federal, y en este aspecto la ley es realmente una continuadora natural de
leyes dictatoriales, como han sido las de 1957, 1972 y 1980. Esta ley no cambia eso, al
contrario lo potencia. Ese es un curioso efecto de cómo nos hemos acostumbrado a una
realidad legislativa, que de repente si nos sentamos y fríamente analizamos, podemos ver que
en verdad está mal en su base, a niveles por ejemplo en qué aspecto agrava esta ley esa
situación que se llama radiodifusión a algo que no lo es, como es la televisión por cable.
La televisión por cable, al cursarse a través de medios físicos, o sea cables, ya no es
radiodifusión en la actual ley. Pero nadie lo dice demasiado claramente, porque hay intereses
creados. Y menos lo puede ser hacia el futuro por varias razones. En primer lugar, porque
pertenece al mundo de las telecomunicaciones, en el sentido genérico de la información. En
segundo lugar, porque no utiliza el espectro radioeléctrico, con lo cual, no tiene mucho
sentido limitar a los prestadores.
Desde un punto de vista jurídico, no tiene sentido ni siquiera darles licencia. ¿Por qué
limito a los actores de la televisión por cable, quienes sostienen una licencia, y no lo hago con
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los imprenteros, con los editores de diarios? ¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué me molesta
más un cable que un editor de diario? Son costumbres que vienen evolucionando lentamente
y cuesta cambiarlas. Fijémonos en esto: la radio existe de manera comercial desde los años
20, la televisión desde los años 50, y la imprenta y los diarios desde hace cinco siglos. Sin
embargo, pese a tener una actividad de cinco siglos, la actividad imprentera sigue sometida a
un proceso de maduración porque nos cuesta mucho a los humanos generar ideas nuevas.
Esto parece muy absurdo, pero es cierto. Uno trae de arrastre una cantidad de conceptos que
parten del juego de hacer estos análisis jurídicos. Se dice de los abogados que somos la
segunda profesión más vieja de la historia pero, con seguridad, hace 5 mil años que estamos
dando vueltas por el planeta a raíz de lo escrito.
Uno de nuestros desafíos más profundo es vencer y replantearnos los paradigmas.
¿Cómo es esto de que el poder federal puede dictar normas que se pretendan autoasignar la
facultad de decir qué se ve y qué no se ve en las provincias? ¿Por qué? ¿De dónde surge esa
facultad, ya que la Constitución claramente dice otra cosa? Hasta ahora funcionó sabe Dios
por qué; probablemente, por intereses comerciales. Y eso nos lleva a un tema que después
voy a desarrollar un poquito más. Pero desde el punto de vista constitucional, es muy
importante tener en cuenta que los 38 millones de habitantes que somos grosso modo en la
Argentina, somos 38 millones de personas privadas, no públicas ni estatales. Es decir, la
tendencia a denigrar lo privado y a denigrar el lucro tendría que tener en cuenta que habría
que cambiar la Constitución de raíz para que ese eje pasase a lo público y a lo estatal. Tan
mal como la postergación de las actividades sin fines de lucro, en la actual ley se daría la
inversa, es decir, la postergación de las actividades con fines de lucro. Al respecto, todos
nosotros -salvo casos excepcionales y de una puridad que merece el bronce- perseguimos
fines de lucro; si no, que levante la mano el que trabaje gratis. Esto tiene mucho que ver en
virtud del principio -también constitucional- de los artículos 14 y siguientes de igualdad ante
la ley.
El proyecto de ley contiene discriminaciones en contra de las empresas que son
cuestionables constitucionalmente. Esto es importante tenerlo en cuenta, porque puede ser
peligroso y generador de pleitos. Lo lógico no sería el juego pendular de derecha, izquierda,
derecha, izquierda, sino tratar de una vez por todas de conseguir algo equilibrado. Así como
es lógico que entidades sin fines de lucro puedan tener acceso a la radiodifusión, también es
lógico que la tengan las entidades privadas con fines de lucro que, en definitiva, son las que
producen impuestos que paga todo el sistema. Porque la inexistencia de fin de lucro tiene un
pequeño problema relativo a de dónde sale el dinero.
Otro punto muy importante que tiene que tenerse en cuenta se relaciona con las
premuras. Como el orador que me precedió, no puedo resistir la tentación de traer un caso de
un país que viene dominando al mundo en los últimos cien años, por lo cual algo debe haber
hecho bien. En Estados Unidos, discutieron desde 1935 hasta el 96, año en que modificaron
su ley. Les llevó 60 años ponerse de acuerdo. Yo no digo que nos tomemos otros 35 años,
pero sí aproximadamente seis meses para analizarla. Esta ley tiene 166 artículos de una
longitud notable. Como les manifesté, hace 33 años que soy abogado, 20 que me dedico a
esto, y hay artículos que ni siquiera puedo entender. Son temas de una enorme complejidad.
No es fácil. Y cuál es el problema: que una vez que la ley está en el ruedo, entramos a tallar
los abogados y los jueces. Y los abogados y los jueces ya sabemos desde hace siglos que una
ley se independiza de los objetivos que tuvo en cuenta. ¿Por qué? Porque la ley es
interpretada de manera dinámica. ¿Qué quiere decir? Que, en definitiva, como dijo un famoso
juez norteamericano -Marshal-, la ley es lo que los jueces dicen que es. Y hay un gran
problema de elasticidad de redacción en las leyes. ¿Por qué? Porque en este caso, esta
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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sanción de la Cámara baja tiene una cantidad de artículos que están redactados de manera
muy indefinida, por lo cual, sea quien fuere que esté en el poder hará lo que quiera; y eso es
lo que precisamente la ley no debe permitir. Porque la ley tiene que ser el límite para quien
está en el poder, en beneficio de la libertad de los ciudadanos. Esto es importante tenerlo en
cuenta, porque la historia del derecho -y no me refiero a la historia del derecho de los últimos
cinco años, ni de los últimos cien, sino de los últimos diez mil- manifiesta que la ley sirve
para proteger la libertad de los ciudadanos frente al Estado, no frente a otro.
El que coarta la libertad de los ciudadanos por definición es el Estado. Hoy podemos y nosotros somos proclives al actual gobierno- estar de acuerdo con la norma pero, tarde o
temprano, aunque más no sea por la ley física de que el tiempo pasa, cambiará el gobierno.
Entonces, si nos damos leyes que le dan poderes absolutos al gobierno lo que tendremos,
como decía mi madre, es pan para hoy y hambre para mañana. De ahí la necesidad de tener
sistemas de una tecnicidad suficiente como para evitar, por ejemplo, frases como esta: que se
van a evaluar las licencias en base al arraigo de la propuesta comunicacional. Con eso, un
juez o un funcionario puede hacer cualquier cosa; puede llevar a cabo cualquier tipo de
decisión. Y doy como ejemplo otra frase en el mismo sentido: “defender las garantías de la
expresión libre y pluralista”. Estas son frases que para el no abogado son muy atractivas,
porque todos estamos de acuerdo con las ideas libres y pluralistas. Pero ¿cuál es el problema?
Que cuando uno las tiene que llenar de contenido se puede hacer cualquier cosa, y de ahí la
famosa frase que no es jurídica pero es esencialmente verdadera: "de buenas intenciones está
empedrado el camino al infierno". Esto pasará sin ningún tipo de duda. Sobre todo, con otra
rémora del sistema de las leyes dictatoriales de los años 57, 72 y 80: colocar el eje del poder
en materia de radiodifusión en un organismo dependiente del Poder Ejecutivo. Esto era así en
los gobiernos dictatoriales. Pero en los gobiernos no dictatoriales y verdaderamente
progresistas, de lo que se trata, a lo largo y ancho del mundo, es de entregar ese monumental
poder a alguien que no responda automáticamente y por default al poder de turno. ¿Por qué?
Porque es una condición humana. Pero no una condición de este gobierno, del anterior o del
que viene, sino una condición humana de que el poder tiene efecto expansivo. El que tiene
poder quiere más cosas. Eso es natural, porque si no, no hubiera llegado donde está.
Entonces, ¿cuál es el tema en materia radiodifusiva, en el que están en juego derechos
tan claves como el de expresarse y el de conocer? La clave está en permitir una estructura
que, de alguna manera, se independice de ese poder. Eso es derecho puro. Y les aclaro: es
derecho puro, y rige en "n" cantidad de aspectos; pero de política no tiene nada. Esto es un
aprendizaje fruto de hectolitros de sangre derramada por gente que se hizo matar y sufrir por
nuestra libertad. Por lo tanto, desde el punto de vista jurídico, es una pena dejar de lado estos
principios en pos de una idea política que puede ser muy respetable pero que, evidentemente,
será sólo temporal. Por ejemplo, los criterios de evaluación. Para darles algunos principios
concretos, menciono el criterio del inciso g), relacionado con el desarrollo de determinados
contenidos de interés social. ¿Cuál puede ser el interés social? Tiene tantas maneras de ser
llenado, que puede ir desde el interés social de las víctimas de la dictadura, hasta el interés
social de las víctimas de la guerrilla. Y fíjense cómo puede cambiar la realidad de un lado al
otro. Entonces, tenemos que tener mucho cuidado cuando desde el punto de vista jurídico lo
estamos escribiendo, ya que el derecho es técnica. Es decir, hay una tentación en los no
abogados de creer que como las palabras son las del lenguaje corriente, todos las entendemos.
El otro día escuchaba a un conductor televisivo evaluar jurídicamente el proyecto de ley. En
ese sentido, me dieron ganas de ponerme a hablar de Medicina, sin embargo, no me atrevo.
¿Por qué? Porque requiere estudio.
De alguna manera, es importante dejar planteada esta pica en Flandes en el sentido de
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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decir: “Señores estamos escribiendo una ley con la que nos van a gobernar el actual y los
próximos gobiernos”. Tal como está concebida —suponiendo que fuese constitucional, que
no lo es—, la figura del administrador del sistema está potenciada, con algunos aparentes
morigeramientos derivados de distintas organizaciones paralelas; pero sólo son aparentes.
El tema de los privilegios es muy importante. En materia de claridad, también hay
mucho que trabajar. Yo tengo un gran respeto por quienes redactaron esto; conozco a varios
de ellos, y quizá no coincido con algunas de sus convicciones pero los respeto. Pero una ley
como esta —el orador que me precedió hizo referencia al 28 de junio del año pasado— lleva
muchísimo más tiempo porque es difícil. No existen leyes tan rápidas y que sean
medianamente buenas.
Coincido con que hay urgencias; pero si se quiere poner orden en el espectro en
cuanto a la existencia de situaciones oligopólicas o dominantes, hay una magnífica norma -la
Ley de Defensa de la Competencia- que hay que hacerla jugar. Las posiciones dominantes no
son un tema propio de la radiodifusión. Les repito, entre otras cosas, podría derogarse el
inciso que requiere a los canales de cable obtener nuevas licencias, y que todos den cable en
la medida que obtengan la autorización municipal para los tendidos de redes. ¿Qué tiene
realmente de malo eso? Por supuesto, es un tema opinable.
Mi preocupación, y por eso mi presencia aquí, era llamar la atención sobre todo el
aspecto jurídico que tienen estas cuestiones, y el tema de la actualización. Por ejemplo,
estamos hablando de un sistema en el que se trata de limitar al 30 por ciento esto y lo otro, y
se invocan precedentes norteamericanos; y aclaro que en los Estados Unidos se los está
dejando de lado. De hecho, un fallo de la Corte de Apelaciones del distrito de Columbia —
una Corte muy respetada— que tiene un mes y dos días -del 28 de agosto de 2009-, le dice a
la FCC -la Federal Communications Commission, que regula el sistema con un mecanismo
parecido, porque en lugar del 35 por ciento al que alude el proyecto de ley, tiene un 30 por
ciento-: “señores, ustedes no prueban que con ese 30 por ciento se haga algo positivo; ustedes
están restringiendo no sólo el desarrollo de las empresas que se dedican a esto, sino la
posibilidad que tiene el 70 por ciento de la población de acceder al 30 por ciento”. Fíjense lo
complicado que es esto. No digo que esté bien o mal, digo que es complicado.
Yo puedo limitar un determinado porcentaje a cualquiera, ya sea a un fabricante de
vasos de cristal, a un radiodifusor o a quien fuere. Pero, atención: eso implica que si
"fulanito" tiene el 30 por ciento del mercado, y yo quiero ser abastecido por él, me impiden
serlo porque no estoy en ese 30 por ciento. Por lo cual, no se trata de un recorte a la libertad
solamente del prestador, sino también de la gente. Eso hay que tenerlo muy en cuenta.
Ustedes me dirán que me estoy deteniendo en un tecnicismo muy jurídico. Pero no es
secundario. ¿Por qué? Porque si el miedo es la existencia de medios que dominen la opinión
pública, primero tenemos que demostrar que algún medio domina la opinión pública, cosa
que es bastante opinable. Como decía Perón: “Cuando los tuve en contra gané, y cuando los
tuve a favor perdí”. Además, hay otro detalle y otra norma: la Ley de Defensa de la
Competencia, que nos rige plenamente.
Sé que me excedí plenamente en el uso de la palabra. Les pido disculpas. Tengo una
cantidad de material que le puedo facilitar a quien les interese. Una vez más, agradezco al
Honorable Senado de la Nación esta oportunidad.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra la senadora Negre de Alonso.
Sra. Negre de Alonso. — Quiero hacer una pregunta a los presidentes de las Comisiones,
porque no está en Internet la agenda de mañana. ¿Todavía no se ha organizado?
Sr. Presidente. — Aún no se ha organizado.
Sra. Negre de Alonso. — Perfecto.
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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Sr. Presidente. — Tiene la palabra el senador Sanz.
Sr. Sanz. — Simplemente, le quiero hacer una pregunta personal, que después le explicaré
porque la hago.
¿Usted es el doctor Alejandro Fargossi?
Sr. Fargossi. — Sí. Me da miedo la pregunta. (Risas.)
Sr. Sanz. — No, no tenga miedo.
¿Usted es el mismo doctor Alejandro Fargossi que era presidente del Directorio de
Aerolíneas Argentinas S.A.?
Sr. Fargossi. — No. Ese se llama Horacio Fargossi, que es mi padre.
Sr. Sanz. — ¿Es su padre?
Sr. Fargossi. — Así es. No tengo nada que ver con actividad profesional.
Sr. Presidente. — Quiero decir a los señores senadores que cuando concluyan los
expositores, vamos a discutir la agenda de mañana.
Invitamos a Sergio Santesteban, del diario La Arena.
Sr. Santesteban. —Antes que nada, quiero agradecer al Senado la posibilidad de venir a
exponer lo que pensamos sobre el proyecto de ley.
En honor a la brevedad y a la síntesis, porque sé que tienen mucho trabajo y que hay
otros invitamos, voy a leer mi ponencia.
En principio, para atacar a este proyecto, que ya fue sancionado en la Cámara de
Diputados, se han empleado muchos argumentos falaces: que se agrede la libertad de
expresión, que se perderán puestos de trabajo y que se debilitará a las empresas. En Santa
Rosa, capital de La Pampa, lugar donde se edita La Arena, que también tiene una licencia de
una radio de baja potencia, una FM. En ese sentido, en una ciudad de 120 mil habitantes
aproximadamente, hoy existe un único operador de televisión por cable. Se trata de una
empresa foránea, no es pampeana, que pertenece al Grupo Clarín.
La cooperativa eléctrica de Santa Rosa, una de las más grandes y antiguas del país,
viene pidiendo desde hace muchos años poder operar televisión por cable. Siempre le dijeron
que no mediante una la ley —entre comillas— en la mano; una ley de la dictadura militar
que, entre otras cosas, como ustedes saben, asesinó aproximadamente a dos centenares de
periodistas.
Esa ley fue retocada varias veces durante la democracia. Y tales retoques son los que
permitieron una concentración de medios nunca antes vista en nuestro país. Hubo una
irrupción de grandes corporaciones dueñas de los diarios más grandes de la Capital Federal y
del interior, de los canales de televisión abierta más vistos, de los canales de televisión por
cable más vistos, de las radios de AM y FM de mayor audiencia, de agencias informativas,
etcétera. Asimismo, dos de esos grandes grupos son propietarios de la mayor cadena de
distribución de señales de televisión por cable en todo el territorio nacional. No sólo eso,
porque dos de esos conglomerados poseen también la fábrica de papel para diario más grande
del país, de la que se apropiaron durante la dictadura militar.
Hace 26 años que este Congreso de la Nación le debe a la sociedad una ley de medios
audiovisuales. Hace 26 años que se vienen presentando decenas de proyectos sin que ninguno
prospere. En conversaciones con legisladores que fueron autores de algunas de esas
propuestas, me reconocieron que había miedo -reitero- de tratar una normativa que podría
afectar a los grandes grupos de medios de la Capital Federal. Este es precisamente el nudo, el
centro de la cuestión.
Hoy vemos, asombrados, las razones esgrimidas ante este proyecto. Desde cuestionar
la legitimidad del Congreso, como que si no existiera un mandato popular hasta el 10 de
diciembre, hasta agitar la bandera de la libertad de expresión o la pérdida de fuentes de
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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trabajo.
Si no hay monopolios ni oligopolios, si hay más empresas y actores que puedan
ingresar al espectro radioeléctrico, habrá más trabajo. Si hay más producción radial y
televisiva local, regional y nacional, habrá más trabajo para periodistas, locutores, técnicos,
artistas, etcétera. Si hay más voces y si las escalas empresarias están más equilibradas, habrá
más pluralidad y se enriquecerá la democracia.
También dicen que afecta la seguridad jurídica. ¿Una dictadura militar, es decir, un
gobierno que usurpa el poder y destroza la legalidad institucional ofrece mayor seguridad
jurídica que uno surgido de la Constitución Nacional? ¿Los representantes del pueblo,
analizando, debatiendo y aprobando una ley en el Congreso de la Nación, ofrecen menos
seguridad jurídica que tres jefes militares reunidos y legislando en soledad?
Como ya lo dijéramos en otra oportunidad, la peor ley de la democracia es preferible a
la mejor ley —entre comillas— de una dictadura. Y para peor, esa norma fue modificada en
su sentido más negativo, regresivo y antidemocrático, al permitir que lo peor de la ideología
neoliberal tolerara las calamidades que hoy estamos sufriendo.
El espectro radioeléctrico es un bien social. Por lo tanto, es el Estado y sólo él quien
debe administrarlo. Este proyecto tiene la virtud de considerar como servicio el uso de ese
espectro, y no sólo como un mero negocio, tal como hasta ahora viene sucediendo. La
exclusión de las cooperativas es un claro ejemplo de esa concepción mercantilista que hay
que cambiar cuanto antes.
En todos los países llamados serios por nosotros, los periodistas, cuando queremos
criticar a algún gobierno, existen normas muy severas que impiden la enorme concentración
de medios audiovisuales como la que hoy existe en nuestro país.
En infinidad de foros internacionales organizados por la UNESCO y otros organismos
de prestigio, se aconseja y recomienda que se incorporen nuevos actores y nuevas formas de
propiedad en el uso de los medios de comunicación audiovisuales. Es decir, no únicamente
las empresas con fines de lucro o las públicas, sino también ONGs, cooperativas, etcétera.
Tengo la esperanza de que esta vez, definitivamente, se produzca la prevalencia de la
política por sobre la economía; del interés general por sobre los intereses sectoriales y
corporativos. Cuando observamos qué periodistas defienden este proyecto y quiénes lo
atacan, no nos caben más dudas; al contrario, nos reafirmamos en nuestra posición de apoyo a
este cambio imprescindible. Cuando vemos quiénes son los que se oponen y los argumentos
que se utilizan, nos ocurre lo mismo.
Para finalizar, citaré a un conocido periodista, quien dijo “Los medios hacen
periodismo; las corporaciones de medios hacen negocios”. En estos agitados días tenemos,
como nunca, la oportunidad de comprobar a diario cuán certeras son estas palabras. Muchas
gracias.
Sr. Presidente. — Ahora invitamos a Gustavo Víttori, de ADEPA.
Sr. Víttori. — Muchas gracias por la invitación. Buenas tardes a todos, en especial a los
presidentes de las comisiones que integran este plenario.
Por razones de brevedad, entregaremos un documento con copia para cada una de las
comisiones, de manera tal que puedan leer con tranquilidad y serenidad la posición de
ADEPA sobre este proyecto de ley con media sanción.
De todas maneras, me permitiré hacer algunas consideraciones. Mientras escuchaba a
quienes me han precedido en el uso de la palabra, he tomado algunos apuntes.
En primer lugar, debo decir que ADEPA es una institución federal. Por eso, nos place
estar en este recinto, que representa la quinta esencia del Estado federal. ADEPA es una
institución que agrupa al 90 por ciento de los medios gráficos periodísticos del país. En este
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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momento, estoy presidiendo yo, que soy de la provincia de Santa Fe. El vicepresidente 1° es
de Cuyo, San Juan; el vicepresidente 2° es de Tucumán; el presidente de la Comisión de
Libertad de Prensa —que me acompaña— es de Córdoba; y, por ejemplo, los vocales que
integran la nueva comisión pertenecen a la provincia de Santa Cruz. O sea que está
representado del sur al norte, del NOA al NEA, y toda la región centro. Desde ese punto de
vista, haré algunas consideraciones sobre cosas que se han manifestado acá, que son
interesantes.
Rodríguez Villafañe habló del problema de las cooperativas para acceder a la
comunicación. En definitiva, éste es un reclamo al Estado. Es verdad que el Estado ha estado
ausente durante demasiado tiempo, y ha permitido con su ausencia el avance o la usurpación
del espectro radioeléctrico argentino, que en este momento tiene un verdadero caos ya que,
según las últimas estimaciones, hay alrededor de 10 mil radios, entre AM y FM, emitiendo
sus mensajes. De manera que voces no faltan; lo que falta es poner un poco de orden. De
todas maneras, esta ley no está previendo esta situación.
La preocupación de ADEPA, que desde por lo menos 1983 está pidiendo una nueva
Ley de Radiodifusión, es asegurar la mayor cantidad de voces, en la inteligencia de que las
voces son las que nutren la democracia. Una democracia sin ciudadanos es una democracia
falsa; no es una democracia.
De manera que nosotros no tenemos nada para decir respecto de este reclamo
horizontal, extendido, en orden a una ampliación del espectro comunicacional argentino y de
que la mayor cantidad de gente pueda expresarse. Es bueno que todos podamos oírnos,
discutir y argumentar.
En este sentido, apoyamos el planteo del diálogo que hizo Bergman. La Argentina
está falta de diálogo. Y, por supuesto, desacordamos con el representante de Carta Abierta,
que hizo una división de la Argentina casi entre réprobos y elegidos, que creemos que no
corresponde.
Hay bastas teorizaciones sobre esta cuestión de que el diálogo no es conducente, de
que en realidad existe una lucha permanente agonal de los opuestos; casi un estado de guerra
no declarada permanente. Pero nosotros abogamos por el diálogo, dado que consideramos
que es más constructivo.
Entre los diarios de ADEPA, los hay muy grandes y muy chicos, están distruibuidos
en toda la geografía nacional, representan a sus comunidades, porque ellas son las que los
ratifican en su permanencia día a día. Basta con dejar de comprarlos para que esos diarios
desaparezcan.
Hay diarios que tienen 150 años de antigüedad, otros tienes 100. Y la mayoría están
entre 80 y 100 años. No surgimos de la nada, surgimos de la tarea cotidiana, de la inversión y
rescatamos la dimensión empresarial de los medios de comunicación. En la Argentina de hoy,
pareciera que hay que pedir perdón cuando hay una empresa organizada. El lucro suena como
una mala palabra. Si algo necesita la Argentina son empresarios, para competir en el mundo;
empresarios que estén dispuestos a tomar riesgos, en un país muy complejo.
La disputa de fronteras adentro perturban las posibilidades de la Argentina de
competir en los mercados internacionales y, en este sentido, nos permitimos hacer una
reflexiones sobre lo que ha construido la industria audiovisual en estas décadas. La industria
audiovisual argentina compite con la industria audiovisual brasileña, con la mexicana y con la
colombiana. La ampliación de la paleta de voces no debería, si tiene un criterio sensato
destruir lo construido, debería ampliarlo y mejorarlo. Por supuesto que no convalidamos
ninguna hegemonía.
Las concentraciones son malas en cualquier terreno que sea y principalmente en la
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política. Y principalmente en el Estado porque es la más poderosa de las instituciones, es un
sistema de instituciones contra el que ningún particular por importante que sea puede
rivalizar. Por lo tanto la preocupación central está puesta ahí.
En este sentido este proyecto de ley, sin entrar en tecnicismos que nos superan deja
espacios demasiado grandes para la discrecionalidad. Y la discrecionalidad es peligrosa.
Sabemos que la Argentina tiene una tendencia natural al desborde, así lo demuestran sus
últimos 200 años de historia y esos desbordes han intentado ser contenidos por la
instituciones que tratan de refrenar las tentaciones naturales al desborde.
Entonces, nos parece que dejar artículos demasiado abiertos a una discrecionalidad
demasiado extensa para la autoridad de aplicación es conceder atribuciones de las cuales en
poco tiempo nos vamos arrepentir. De todas maneras debo decirles que ésta es una ley que
está más relacionada con el Siglo XX que con el Siglo XXI. El Siglo XXI rebasa los moldes
comunicacionales del Siglo XX, las tecnologías convergen y abren el espacio comunicacional
a todos los rumbos, las comunicaciones entre Buenos Aires y Tokio se hacen en tiempo real y
no creo que ninguna ley que pretenda restringir estas realidades lo vaya a conseguir por
demasiado tiempo. Es probable que las restricciones que se quieran plantear respecto de
determinados sectores no hagan más que potenciar a esos sectores en el tiempo. Porque los
públicos no son tan tontos como acá se dejó translucir. Las vanguardias iluminadas que
habían envejecido hace tiempo parecen volver en estos momentos encargadas de fuerzas
poniendo en la picota a instituciones como ADEPA que defienden la libertad de prensa.
Nosotros creemos en la libertad que parece ser un valor relativamente despreciado en estos
tiempos. Hablar de libertad lo hace a uno sospechoso. Nosotros hablamos de libertad,
hablamos de república, estamos convencidos de que la República pone límites a los excesos
del poder al que tiende por naturaleza, el poder tiende a reproducirse a sí mismo y a
expandirse, la República pone límites a eso, a través de instituciones y contrapesos que son
operativos y que en rigor de verdad, en la experiencia concreta de la Argentina han evitado
excesos y desbordes que podrían haber sido mucho más gravosos de los que ya hemos
experimentado.
Por eso es que reivindicamos la libertad de prensa con todas sus imperfecciones, los
medios no son perfectos y reproducen lo que es la sociedad argentina y lo que somos cada
uno de nosotros: con nuestros aspectos positivos y negativos, nuestras luces y sombras,
nuestros desvíos de conductas, nuestras debilidades de carácter frente a determinadas
circunstancias pero, en definitiva son muy parecidas a la sociedad que los ha parido.
En las organizaciones periodísticas se suele hablar en términos peyorativos de que lo
que en realidad está en juego es la libertad de empresa y no la libertad de prensa. La libertad
de empresa, cobijada e impulsada por las normas de la Constitución Nacional, así como la
libertad de prensa impulsada como una libertad estratégica que sirva como alimento, como
nutriente continuo de la democracia a través de la participación de los ciudadanos, están
vigentes. Nosotros lo defendemos y estamos convencidos más allá de las teorías, de la lucha
agonal y de los conflictos irreversibles e inevitables. Nosotros reivindicamos la libertad de
prensa, la República como sistema que le pone límites a la tendencia del poder al desborde y
desde este punto de vista invitamos a reflexionar sobre la conveniencia de dejar o no tan
abiertas determinadas cláusulas, darles tales atribuciones a la libertad de aplicación, como la
que le confiere esa ley al órgano que pretende crear y creemos que puede ser peligroso. Allí,
la institución, en vez de encausar y contener, abre las puertas para que puedan ocurrir cosas
de las que nos podemos lamentar, después, respecto de la inseguridad jurídica y ésta no es
una manía, un capricho o un argumento retardatario en el tratamiento de la ley. La seguridad
jurídica es un ingrediente fundamental de cualquier Estado de derecho moderno, los países
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que tienen seguridad jurídica son los que reciben inversión de propios y de extraños motoriza
y multiplica la inversión de los propios y atrae la inversión externa y, a su vez, en su
confluencia motoriza las economías de los países por lo tanto es un tema para tomar en serio.
Esta ley prevé violaciones del principio de seguridad jurídica y viola el principio de
irretroactividad de la ley establecido en el Código, que es una de las columnas vertebrales de
todo el ordenamiento legal argentino y , por lo tanto, esto es muy riesgoso.
Escuchaba el otro día a alguien que decía que, si no se aplicara con criterio
retroactivo, estaría dejándose seguir las cosas como están. Creo que no es así es un tema que
tienen los legisladores que hacen leyes y deben estar fundadas en los códigos vigentes en la
Constitución y en las leyes que se han dictado, deben revisar a fondo ese tema.
No me parece una buena idea desvestir un santo para vestir a otro. Creo que hay que
buscar conciliaciones. Este es un cuerpo maduro, lo demuestra la forma en que se han
organizados estos diálogos con la participación de distintas entidades para que ustedes
escuchen otras voces ya que es la ampliación de las voces de la democracia y me parece que
allí hay que poner foco porque, en definitiva lo peor que podría pasar es sacar un cuerpo
normativo que termine judicializado en todos los tribunales del país, y que se termine en
broncas irreconciliables entre sectores de argentinos.
Volvemos a sugerir que el diálogo es el mejor camino. Hay que aprender a escuchar, hay que
ser más humilde, no hay que subestimar al pueblo. El otro día alguien dijo que la diferencia
entre la televisión pública y la privada es que la privada “estupidiza” a las audiencias. Me
parece que es tratar muy mal al pueblo argentino. Si ese fuera el caso recomiendo poner foco
en el tema de la escuela pública. Porque con una buena educación nadie puede ser
“estupidizado”. Una buena educación prepara a los ciudadanos para inteligir las cuestiones,
para procesar la información y los mensajes que recibe y poder establecer sus propias
conclusiones, establecer sus propias posiciones.
Así que me parece que la ley tiene mucho para trabajar. No coincido en que esto sea
una posición retardataria. No lo es, desde ya, en el caso de ADEPA. Creemos que el proyecto
de ley ha ido en realidad muy rápido. Porque desde que se inició el tratamiento en Diputados
hasta acá han pasado muy pocos días. Si éste es un avance lento ¿cómo es un avance rápido?
Es cierto que ésta es una ley que se ha venido demorando en los tiempos, pero es
cierto también que llevamos veintiséis años de democracia. En todo caso, es una asignatura
pendiente de los sucesivos congresos. No se puede colgar este retardo, esta mora, de las
solapas de los medios de comunicación. Más allá de que, sin duda, en el juego de los
intereses haya quienes hayan intentado poner límites para el tratamiento de la norma. No
entro a juzgar eso. Pero digo que llevamos veintiséis años de democracia.
Así que, señores, sólo les dejo estas breves reflexiones. Están ordenadas a tratar de
que se produzca la mejor norma posible. Va a ser una norma para muchos años, y en vez de
que siembre división entre los argentinos debería ser un puente de comunicación, para que
esas voces de las que todos hablan, puedan realmente cruzarse, ligarse, fecundarse entre sí,
para llegar a alturas más altas de una democracia genuina.
Muchas gracias por la oportunidad de hablar.
Sr. Presidente.  Tiene la palabra, en representación de la Academia Nacional de
Periodismo, José Ignacio López.
 Luego de instantes.
Sr. Presidente.  No está.
Tiene la palabra Daniel Michi, presidente de FOPEA, Foro de Periodismo Argentino.
Sr. Michi.  Antes que nada, muchas gracias a los miembros del Senado por la invitación.
El Foro de Periodismo Argentino es una asociación profesional de periodistas de todo
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el país, de los más diversos medios y de los más diversos soportes.
A partir del anteproyecto de ley del Poder Ejecutivo, durante meses estuvimos
discutiendo entre los miembros del FOPEA y consultando a especialistas y técnicos en
materia de comunicación, y con todos nuestros socios, para llegar finalmente al documento
que sienta la posición de FOPEA frente a este proyecto de ley que les voy a detallar.
El Foro de Periodismo Argentino ha analizado desde la perspectiva del ejercicio del
periodismo profesional, el proyecto presentado por el Poder Ejecutivo nacional y que hoy
tiene media sanción de la Cámara de Diputados.
FOPEA considera como organización imprescindible este debate, el debate de una
nueva ley de medios audiovisuales, que se tiene que dar en la sociedad y en el Congreso de la
Nación, en torno a la necesidad de tener una nueva norma que regule los medios
audiovisuales para fomentar el pluralismo y la libertad de expresión.
Creemos que el debate legislativo debe ser profundo y sin plazos preestablecidos
desde ningún sector. E instamos al gobierno y a la oposición a lograr un amplio consenso en
un tema que creemos debería ser una política de Estado.
La ley definitiva debe ser socialmente confiable, base de sustento indispensable para
su pacífico acatamiento. Sería importante que se tengan en cuenta ideas y propuestas de otros
proyectos. La deuda en materia alcanza a todos los sectores que gobernaron la Argentina y es
responsabilidad de todos subsanar esta falencia de la democracia.
Durante toda la historia de la radio y la televisión argentina, los mecanismos poco
transparentes para la gestión de las licencias han sido la principal restricción para el
desarrollo del periodismo profesional.
Esto ha generado que la calidad de la información que los ciudadanos reciben, y que
es el eje central del trabajo de FOPEA, esté condicionada en muchos casos por acuerdos entre
poderes políticos y directivos de medios concretados a espaldas de toda la sociedad.
Como organización profesional de periodistas defendemos los valores esenciales de la
democracia, la honestidad, el pluralismo y la tolerancia, y sostenemos que la información es
un derecho humano básico que debe ser garantizado por el Estado. Por eso, FOPEA
considera que se debe hacer todo lo posible para fomentar un nuevo marco regulatorio, y que
éste sea efectivamente respetado por el Estado y los licenciatarios en beneficio de toda la
sociedad.
Frente a esto fue que nosotros hicimos nuestro debate y planteamos en este
documento algunos temas que creemos que deberían ser incorporados a un proyecto de ley de
estas características.
El primero es que, creemos que para garantizar la calidad y la pluralidad de la
información que se brinda a través de los medios, la ley debería contemplar la exigencia de
que todos los medios audiovisuales cuenten con una estructura de noticieros y programas
periodísticos propios, solventados por recursos genuinos del licenciatario y con periodistas
profesionales en relación de dependencia, cumpliendo con todas las obligaciones laborales y
seguridad social y de acuerdo al Estatuto del Periodista Profesional.
Segundo: proponemos que a los licenciatarios se les exija, al presentarse a una
licitación, un código de ética, lineamientos de estándares profesionales y un código de
conducta empresaria. Asimismo, deben comprometerse a la financiación y organización de la
capacitación permanente de sus periodistas.
Todas estas pautas sirven para garantizar la calidad periodística y deben poder ser
demostrables. El incumplimiento de estos compromisos debe ser considerado una falta grave.
Sugerimos que la ley disponga que cada medio designe un defensor del oyente, o del
televidente, de acuerdo al modelo de la Asociación Internacional de Ómbudsman,
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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considerando las categorías de medios que disponga la norma.
Debería exigirse a los licenciatarios prácticas de responsabilidad social empresaria
evaluables por organizaciones de la sociedad civil que trabajen en materia del área específica.
Creemos que hay que evitar la conformación de monopolios y oligopolios, sean estos
públicos o privados, porque entendemos que esto afecta la pluralidad y la calidad de la
información que se brinda a los ciudadanos y las condiciones del ejercicio de nuestra
profesión.
Sostenemos que se deben promover el federalismo y la generación de contenidos
locales. Para ello se deberían generar mecanismos que limiten la abrumadora presencia de
contenidos emitidos desde Buenos Aires hacia el resto del país. Asimismo, se deberían
contemplar mecanismos de financiación para la...
Sr. Presidente.  Les pido, por favor, que respetemos al orador. La regla era que,
efectivamente, no acordamos reportajes dentro del recinto. Gracias.
Sr. Michi.  Asimismo, se deberían contemplar mecanismos de financiación para la
producción de programas periodísticos en cada provincia. Esa política de financiamiento
deberá ser transparente y no ser utilizada para condicionar la independencia profesional.
Creemos también que el Estado debe garantizar a toda la ciudadanía la provisión
gratuita de una cantidad considerable de señales de canales y radios en todo el territorio
nacional. Asimismo, debe generarse una política para las emisoras de frontera que garanticen
la emisión mayoritaria de señales argentinas.
Avalamos también la propuesta de implantar un abono social en los servicios de
radiodifusión por suscripción acorde al lugar de emplazamiento de cada señal.
En el sexto punto nosotros consideramos que los medios estatales deben ser públicos
y no gubernamentales. En pos de este objetivo sus autoridades deberán ser designadas por
concurso y su gestión no deberá recibir interferencias del poder político de turno. Los
noticieros y otros programas periodísticos deberán reflejar el pluralismo y la diversidad de
voces existentes en la sociedad. Esta obligación es mayor aún en los medios estatales por
manejar recursos de todos los ciudadanos.
En el séptimo punto proponemos que la autoridad regulatoria sea un organismo
técnico, independiente y autárquico del Estado, y autónomo de los partidos políticos, que se
encuentre sometido a las garantías de debido proceso y al control judicial, tal como señala el
informe de 2008 de la Relatoría de Libertad de Expresión de la OEA. Debería estar
conducido por un directorio designado por concurso, en términos similares al decreto
presidencial 222/03, que incluye una evaluación pública de antecedentes y una aprobación
legislativa posterior. Este directorio debe tener representación federal. Sus delegaciones
regionales y/o provinciales deben tener capacidad operativa suficiente para cumplir los
objetivos de la ley.
El octavo punto dice que sugerimos que los criterios de selección de los miembros de
la autoridad de aplicación estén vinculados a los antecedentes democráticos de los aspirantes,
la experiencia en medios de comunicación o entidades afines, la formación conceptual sobre
el pluralismo informativo, el regionalismo, las expresiones culturales múltiples y la ética
periodística, el conocimiento sobre la legislación internacional vigente y la exposición de un
plan de trabajo plurianual.
Apoyamos la generación de condiciones que impidan el manejo arbitrario de la
adjudicación y control de las licencias. Los mecanismos deben ser públicos y transparentes.
Asimismo, alentamos la realización de audiencias públicas en el proceso de adjudicación y
renovación de las licencias.
Sugerimos la confección de un informe sobre la situación legal de las emisoras de
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radio, televisión y cable, a cargo de una comisión específica a crearse, tomando como
referencia, por ejemplo, la experiencia realizada en Ecuador. Allí, a fines de 2008, se creó
una comisión de auditoria de concesión de frecuencias de radio y televisión, integrada por
personalidades independientes. Tras un exhaustivo trabajo de seis meses, elaboró un informe
muy completo que está sirviendo para sacar, finalmente, de la oscuridad un tema de enorme
interés público y, además, mejorar la calidad del debate, pues pone la información a
disposición de todos.
Acordamos con la propuesta de reservar un tercio de frecuencias que se asignen en
cada distrito a universidades y organizaciones de la sociedad civil. Asimismo creemos que en
el sector comercial debe promoverse la existencia de empresas periodísticas pequeñas y
medianas y no sólo de las más grandes.
En el punto doce, en lo que respecta al propuesto consejo federal de comunicaciones
audiovisual, sugerimos que sus conclusiones sean vinculantes y solicitamos una mayor
presencia de asociaciones profesionales, sindicatos e instituciones universitarias relacionadas
con la investigación periodística, en su integración.
Creemos que es complementario con los objetivos de esta ley, la aprobación de una
norma que regule la forma en que el Estado, en todos sus niveles, asigna la pauta publicitaria
oficial.
En el marco del debate que se abrió con este proyecto de ley de servicios de
comunicación audiovisual, promovemos la derogación de sanciones penales por calumnias e
injurias que pueden ser utilizadas como leyes mordaza y que contradicen el espíritu de lo
señalado en el texto en debate.
Teniendo en cuenta que, en los principios generales de esta ley, figura un acceso más
democrático a los medios y la ratificación del derecho humano a la información, creemos
necesaria la sanción de una legislación amplia nacional, provincial y municipal que garantice
el acceso a la información pública.
Por último, para evitar un excesivo margen de discrecionalidad en las
reglamentaciones de esta ley por parte del Poder Ejecutivo Nacional, sugerimos especificar lo
más posible su articulado a partir de los consensos alcanzados en el Congreso de la Nación,
en especial respecto de la conformación de la autoridad regulatoria y, asimismo, pedimos que
el Poder Ejecutivo respete, sin distorsiones, el texto que sea sancionado por el Congreso, al
reglamentarlo.
Esa es la posición del Foro de Periodismo Argentino.
Sr. Presidente. – No hay nadie de la Academia Nacional de Periodismo ni de DIPRA. Con lo
cual, terminamos la lista.
Comienza la ronda de preguntas. Para esto, solicito que los invitados se acerquen a la
mesa.
Sr. Martínez. – Simplemente, quería realizar una pequeña y muy corta observación con
respecto a lo que había manifestado el representante del diario La Arena, de La Pampa.
Creo que, de alguna manera, no es saludable teñir el debate hablando de la legitimidad
que tenemos hoy o de la falta de ella. Creo que la legitimidad que le estamos dando es el
hecho de estar sentados en un debate, participando, escuchando y cambiando opiniones.
Cuando se tome la decisión, en función de la emisión de los respectivos dictámenes,
estaremos sentados en el recinto, debatiendo, con distintas posiciones o con los
acercamientos a los que podamos llegar. Pero, vamos a estar todos sentados debatiendo este
tema.
Con respecto al temor que mencionó que le habían transmitido varias personas, le
puedo asegurar que cada uno de nosotros, independientemente de la posición que tengamos,
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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afirmamos nuestros principios e ideas y le ponemos firma, poniendo la cara en cada debate y
en cada una de las cuestiones.
Por lo menos en mi caso y creo que, también, en el caso de todos los señores
senadores, no tenemos temores en reafirmar las convicción que cada uno de nosotros tiene.
No hay ningún tipo de dudas en que puede haber presiones, lobbies y campañas. Pero, creo
que todos los que estamos acá, tenemos el cuero curtido para ese tipo de cosas.
Teñir de alguna manera este tipo de debate con esos interrogantes, me parece que no
es lo más saludable.
Con respecto a lo que planteaba sobre que teníamos algún temor a que los medios de
comunicación que hoy tienen posiciones monopólicas o dominantes, de alguna manera,
estuvieran influyendo en las decisiones que nosotros tomamos, creo que una de las cuestiones
que tiene esta ley es un absoluto y amplio consenso en avanzar en la eliminación de las
posiciones monopólicas o dominantes. Creo que en eso todos estamos de acuerdo. Quizás, en
la herramienta que se utiliza, tenemos diferencias. Pero, en el concepto, creo que estamos
absolutamente de acuerdo. Y esto de las posiciones monopólicas o dominantes, lo hemos
dicho cada uno de nosotros. Tanto en el sector público o privado, debemos garantizar la
mayor cantidad de voces posibles.
Como se trata de un hombre de prensa, que maneja medios –esto es así de claro–, creo
que todos tenemos que comenzar a tener el mayor cuidado posible en las palabras que vamos
emitiendo para poder llegar a debatir el fondo de la cuestión.
Creo que –vuelvo a repetir– tenemos que tener cuidado con los términos con los
cuales nos manejamos y en dejar de sembrar dudas, de la misma manera que el otro día
tuvimos que hablar con alguien que decía que podía rondar el espíritu de la Banelco. Creo
que todas estas cosas no ayudan a poder tener un debate claro y concreto donde cada uno
tiene sus posiciones.
Simplemente, quería dejar sentado esto. El resto de las cuestiones, creo que las
estaremos debatiendo con los dictámenes y en el recinto, cuando avancemos. Pero, realmente,
pediría que tengamos cuidado en el lenguaje porque creo que no ayuda a que vayamos al
fondo de la cuestión.
Sr. Santesteban. –– Con respecto a los temores, estoy reproduciendo una expresión de un ex
diputado de la Nación, autor de uno de los proyectos, que no es más legislador porque cesó
en su mandato y me pareció que expresarlo contribuía a darle marco y a aclarar en qué
término se plantea este debate. Me parece que la mejor forma de que este debate siga adelante
en favor de esta legislación es a través de palabras claras. Él fue muy claro conmigo y otro ex
diputado me dijo lo mismo. Esto que él decía avala la frustración que él sentía por no poder
avanzar con su proyecto, y estamos hablando de uno de los tantos proyectos que se
presentaron en el Congreso y que no pudieron prosperar finalmente. Hubo decenas de
proyectos de ley de medios presentados aquí que no pudieron prosperar. Me estaba refiriendo
a ese hecho concreto, a la expresión de un ex diputado.
En cuanto a la legitimidad, celebro su determinación y, justamente, traté de señalar ––
y pido disculpas si no hubo claridad en mi exposición–– que esta composición del Congreso
es absolutamente legítima para debatir y aprobar esta ley. Lo dije expresamente porque desde
muchos sectores se cuestiona esta legitimidad y se critica que este Congreso pueda aprobar
una ley; algo que me parece absurdo.
Con respecto al cuidado, trato de ser cuidadoso pero también intento hablar con
claridad y aportar claridad a este debate dentro de mis pobres limitaciones. Por supuesto,
tengo cuidado con lo que digo porque sé dónde estoy y conozco las consecuencias que puede
tener esto. Por lo tanto, quédese tranquilo, señor senador, que estoy enterado de esa situación.
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Sr. Presidente. –– Tiene la palabra la senadora Estenssoro.
Sra. Estenssoro. –– Mis preguntas van dirigidas al señor Michi.
En primer lugar, quiero saber cuál es su opinión acerca de este proyecto de ley. Usted
mencionó que FOPEA está en contra de los monopolios u oligopolios, tanto públicos como
privados, y este proyecto de ley, en sus artículos 62 a 64, sólo consagra la existencia de un
monopolio a nivel nacional, que es el monopolio de los medios gubernamentales -no digo
públicos porque, en la Argentina, lamentablemente son del partido del gobierno de turno-, e
impide la formación de redes nacionales de los medios privados. O sea que la única voz
nacional será la de los canales estatales o gubernamentales; es decir, a nivel nacional, habrá
un solo monopolio.
La segunda pregunta tiene que ver con el rol de la prensa independiente. Si bien
comparto todos los puntos que ha presentado de FOPEA, porque muestran la vocación de los
integrantes de esta organización en pos de que la Argentina tenga calidad periodística y una
prensa independiente, quisiera saber cuál es el rol de la prensa independiente y de los
periodistas que trabajan en medios privados y con fines de lucro en una democracia. Se lo
pregunto porque se hicieron muchos comentarios en cuanto a que no existe una prensa
independiente ni hay periodistas independientes ya que trabajan en empresas privadas, con
fines de lucro, y entonces es difícil que puedan serlo. Se lo pregunto porque tuvo un rol muy
importante en el caso “Yabrán”. Lamentablemente, acompañaba a José Luis Cabezas pocas
horas antes de que fuera asesinado y, en ese momento, una revista de un medio privado y con
fines de lucro, como es la revista Noticias ––perteneciente a la editorial Perfil, que está
siendo castigada en este momento porque no se le otorga publicidad oficial– tuvo mucho que
ver en terminar con un caso realmente mayúsculo de corrupción y de connivencia entre
gobernantes y una mafia empresarial de contratistas del Estado.
Entonces, según su opinión, quiero saber cuál es el rol de la prensa independiente en
la democracia y si no le sorprende que en este proyecto, de 500 páginas, no se hable nunca de
periodismo ni de prensa.
Sr. Michi. –– Con respecto a la primera pregunta, en el documento planteamos la necesidad
de que se eviten los monopolios, sean públicos y privados. Este es nuestro posicionamiento
porque consideramos que cualquier tipo de monopolio significa acallar voces, significa crear
versiones unívocas, versiones únicas de la historia, y, por lo tanto, sesgadas y no acordes a lo
que la ciudadanía demanda. En ese sentido, ratifico lo que planteamos en el punto 6° de
nuestro documento en donde pedimos que desde la ley se evite la conformación de
monopolios públicos y privados. Al hablar del respeto a los regionalismos, nos estamos
refiriendo a eso porque si no, estos monopolios, estas verdades únicas, en definitiva lo que
hacen es anular las particularidades de cada región y de cada provincia.
Con respecto al rol del periodismo, sabemos que estamos en un momento muy crítico,
donde se han planteado las cosas en blanco y negro. Quienes están de un lado o del otro en
este proyecto de ley están sumergidos en una pelea que, para los periodistas, nos es ajena en
muchos casos y estamos sumergidos en un juego en el cual no somos los que ponemos las
reglas. Venimos pidiendo la reactivación de un viejo debate, me refiero a la cláusula de
conciencia para periodistas. Sabemos que hay proyectos en el Congreso de la Nación sobre
este tema. En nuestra organización, recibimos muchísimas denuncias y
reclamos
“terapéuticos” ––si se quiere–– de los periodistas argumentando las dificultades que tienen
para trabajar, sea en medios que están más vinculados al gobierno de turno o en medios
privados, donde la posibilidad de decir algo distinto a lo que plantea la empresa es imposible
y casi nula, sea cual fuere el origen o el posicionamiento de esa empresa con respecto a la ley.
En cuanto al crimen de José Luis Cabezas, creo que el asesinato de ese periodista
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justamente representó el peor ataque a la libertad de expresión desde el retorno democrático.
Habíamos padecido la desaparición de decenas y decenas de periodistas en la dictadura, pero
el crimen de José Luis Cabezas representó precisamente eso. Creemos que todo mensaje de
silenciamiento, en este caso llevado al extremo del asesinato a partir de un grupo que operaba
desde las sombras, es una señal de silenciamiento a los periodistas y a la sociedad. Por eso,
sin llegar a esos extremos, la imposibilidad de muchos periodistas de poder opinar libremente
y de poder ejercer su libertad de conciencia es una de las principales restricciones a la libertad
de prensa, pero no por los periodistas en sí, sino por las voces que muchas veces se privan de
tener todos los ciudadanos.
Sr. Presidente. –– El representante de la Asociación Iberoamericana de Derecho de la
Información se ha tenido que retirar porque tenía que viajar. Tampoco está el rabino
Bergoglio.
Sra. Escudero. –– Mis preguntas eran para el doctor Fargosi que me parece que es el único
experto abogado en el tema.
Sr. Presidente. –– Tiene la palabra el senador Cabanchik.
Sr. Cabanchik. — Quería hacer una consideración general con la misma orientación que el
senador Martínez siguió previamente. Es cierto que estamos aquí escuchando las palabras que
nos pueden aportar los invitados —muchos de los cuales nosotros mismos hemos
convocado—; la idea es hacer preguntas. No lo digo por alguien en particular, pero sí por
algunos que a lo largo de estos días se han referido al futuro voto que nosotros vamos a
emitir. Estoy repitiendo algo que ya dije la vez pasada. Quiero dejar testimonio de mi repudio
a expresiones que son de chantaje moral, acerca del libre ejercicio de nuestra magistratura,
como senadores nacionales. Por ejemplo: “Si votan tal cosa, serán la vergüenza de la
historia”, dijo hace un rato el representante de Carta Abierta; la vez pasada: “Si votan tal
cosa, habrá sido por la Banelco”, o “Si votan tal otra, están tan ensangrentados como la
dictadura”. Es realmente insoportable e insultante para muchos de nosotros y para la
institución misma. Y esto no tiene nada que ver con el oficialismo y la oposición, sino que
hace a la institución, al respeto que nos debemos. Estamos en el Congreso nacional y es
aberrante escuchar estas cosas. Nosotros somos los que estamos convocando al diálogo, lo
estamos sosteniendo, estamos honrando la institucionalidad del país y recibimos, todo el
tiempo, una especie de arenga, casi amenazante desde el punto de vista moral, de que no
seremos dignos de la magistratura que estamos representando, si votamos tal o cual cosa. Por
lo tanto, convoco a todos aquellos que intervienen a desistir de esta actitud insultante.
Gabriel Michi: le quería repreguntar algo que le dijo la senadora Estenssoro con
precisión, pero lo haré en forma más genérica. Yo conozco la declaración de ustedes. Hace
pocos días, un representante de su organización vino a un cónclave que organizamos, pero no
me queda claro, aunque uno puede inferir cuál es la evaluación que ustedes hacen de la media
sanción de Diputados, si ustedes creen que esta media sanción debe ser revisada por esta
Cámara y mejorada en tal o cuál aspecto.
Sr. Michi. — Sin entrar al terreno político, cuando nosotros planteamos la necesidad de la
incorporación de todos estos elementos que leí antes, estamos hablando de que esos cambios
son necesarios. Por lo tanto, están actuando como revisora de cuentas con posibilidad de
sumergir este tipo de discusión en la próxima letra de la ley.
Me olvidé de comentarle, a la senadora Estenssoro, acerca de la ausencia en el texto
de la ley de la palabra “periodista”. Nosotros creemos que por el rol que cumplen los
periodistas —no por una defensa corporativa— en acercar la información hacia toda la
ciudadanía, merecerían estar mejor representados en este texto.
Representante de Carta Abierta. — Senador Cabanchik: mi intención era responderle en
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relación con su apreciación sobre un testimonio vertido por un compañero de Carta Abierta.
Cuando se piensa que quien pueda votar en distonía con determinado concepto de lo que
puede ser nuestra consideración sobre el resultado de esta elección, en este Honorable
Senado, o sea que los señores senadores están a punto de convertirse en la vergüenza de la
historia, es natural que se sienta tocado, sobre todo si es una persona de bien y sensible,
alguien que ha elegido la política como forma de servir a la sociedad y no servirse de ella. Sin
embargo, esa no ha sido la intención, sino que está en sintonía con ciertas apreciaciones que
han aparecido en el debate y que han hecho algunos legisladores de la otra cámara, así como
también aportantes de distintos sectores en este debate, donde al parecer se está marcando
una línea divisoria, y son quienes están dispuestos a zanjar, lo antes posible, una vieja deuda
de la democracia, y quienes prefieren seguir posponiendo este debate. Por lo tanto, una
inferencia muy fácil, tal vez, es la continuidad de la norma de la dictadura
Es natural que usted se sienta así, del mismo modo que nos sentimos afectados
gravemente, cuando se hacen consideraciones muy fuertes, en relación con los que queremos
y buscamos la democratización de los medios. Cuando se hacen generalizaciones muy fuertes
como, por ejemplo, realizó hace pocos minutos el rabino Berman acerca de una intención de
aprobar, a caja cerrada, este proyecto. Creo que también debieran sentirse insultados de estar
participando en un debate abierto, y de que alguien los acuse de que están siendo
manipulados por quien pretende hacer esta aprobación sin debate.
Asimismo, es un insulto que sostengan que se intenta cambiar un monopolio por otro,
porque el articulado dice claramente que se va a propender a la eliminación de los mismos.
Por cierto, se impone un límite de 10 licencias, cuando el grupo dominante tiene más de
doscientas sesenta, casi vulnerando la propia ley. Nadie dice que la ley vigente dispone que
los propietarios de los medios de comunicación tienen acceso a 24 licencias, y que hay un
grupo empresario de posición dominante que tiene más de doscientas sesenta.
En consecuencia, si cualquiera de nosotros hace un negocio lícito —no me refiero a
traficar droga ni secuestrar personas— y piensa en ganancias genuinas, pero lo hace fuera de
la ley, seguramente, será condenado. Sin embargo, quien no acepta la ley como está y avanza
e invade sobre derechos que son de toda la sociedad —como es el espacio radioeléctrico,
patrimonio de la humanidad—, entonces ese no tiene que estar dando explicaciones por
haberse apropiado de eso, que es de todos nosotros.
Por lo tanto, quiero que considere que no es a los senadores de buena voluntad a
quienes nos referimos sino que estamos respondiendo a aquellos que nos faltan el respeto
haciendo estas generalizaciones, cuando lo que estamos buscando es dar la verdadera
dimensión de lo que significa la libertad de prensa. Últimamente estamos hablando mucho de
la libertad de prensa pero, para que la prensa sea libre, no tiene que estar capturada por un
grupo empresario. Y es apenas un puñado de grupos empresarios los que tienen a toda la
prensa.
No hay prensa libre si un solo grupo empresario tiene más doscientas sesenta licencias
de radiodifusión. Para liberar a la prensa, tenemos que pedirle y exigirle —con todos los
mecanismos que la democracia nos permite— a quienes la tienen secuestrada, que la liberen.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra la señora senadora Corradi.
Sra. Corradi. — En realidad, mi pregunta iba dirigida al doctor Fargossi, quien se ha
retirado, pero quisiera hacer una reflexión sobre una expresión vertida por él. Ha expresado
que el poder federal no puede decir lo que se va a ver en las provincias.
Creo que es necesario que tomemos conciencia y reconozcamos que, así como durante
mucho tiempo el Estado no ha estado presente en los medios, es oportuno y positivo el hecho
de que en este proyecto de ley incluyamos la posibilidad de apoyar y valorar las producciones
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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de los autores argentinos, y no considerar que es una intromisión o una facultad exclusiva del
Poder Ejecutivo o de las provincias.
Sr. Presidente. – No tengo más anotados para realizar preguntas, pasaremos a tratar el tema
de la agenda de mañana. Quiero informar al pleno de que hemos recibido vía la Presidencia
una nota del Grupo Clarín S.A. en donde piden ser escuchados. Esta nota entró a las 16 y 55,
fue dirigida al honorable presidente del Senado, Julio César Cobos, remitida a esta
Presidencia y con la firma de los cuatro presidentes de comisiones se ha resuelto que mañana
a las 9 y 30 se recibirán a los directivos o quiénes vengan a hablar por el Grupo Clarín S.A.
Tiene la palabra el señor senador Pichetto.
Sr. Pichetto. – A mí me parece una correcta decisión que, ante el pedido del medio, sea
convocado a esta comisión para ser escuchados los directivos del Grupo Clarín. Lo que
queremos es transmitir la posición de nuestro bloque y de nuestros senadores en cada una de
las comisiones. A posterioridad de la presencia del directivo del Grupo Clarín, propondremos
que se escuche nuevamente al titular del COMFER, Gabriel Mariotto –que había quedado
comprometido para volver–, y al titular de la CNC, el señor Ceferino Namuncurá –que no
pudo venir por razones de viaje cuando fue citado la semana pasada–, y posteriormente
nuestro bloque propondrá el cierre y la firma del dictamen para ser presentado y publicado
respectivamente.
Consideramos que con la agenda de mañana hemos cumplimentado una acción muy
intensa y escuchado una multiplicidad de voces que nos permiten conformar una opinión
definitiva respecto al proyecto en tratamiento. Creemos que este debate con lo de mañana se
agota y esta es nuestra posición política. No quisiéramos tener que votar, pero en los órganos
colegiados –si no hay acuerdo– plantearemos que haya una votación. En principio, considero
que hemos tenido siempre una actitud y una voluntad de apertura de ampliar el debate a otras
comisiones cuando el reglamento en cierto sentido es bastante estricto en lo que hace al giro,
y a llevar adelante una tarea muy intensa que ha sido de todos los senadores, y creo que la
hemos llevado bien, con respeto y responsabilidad, como siempre ha sido la característica del
Senado. Me parece que lo de mañana es un cierre adecuado, que permitirá la conformación
definitiva por parte de cada uno de los bloques de la opinión política de los temas en
discusión.
Esto era lo que quería decir, presidente.
Sr. Presidente. – Antes de darle la palabra al señor senador Sanz, quiero decir que existe
quórum en cada una de las comisiones que forman parte de este plenario de comisiones para
tomar decisiones. Es decir, existen quórum –senadores suficientes– de las cuatro comisiones
para resolver por la positiva o negativa de lo que ha planteado el senador Pichetto.
Dicho esto, tiene la palabra el señor senador Sanz.
Sr. Sanz. – Es cierto que en algún momento estas reflexiones o este marco de discusión en
las comisiones lo teníamos que tener, obviamente lo sabíamos. Nosotros vamos a seguir
insistiendo en algunas cuestiones que no son buenas y que las hemos planteado desde el
primer minuto. La primera cuestión que planteamos desde siempre, y que inclusive mereció
el apoyo de algunos legisladores del oficialismo –quizás no aquí, pero por lo menos en las
declaraciones–, en este caso, la suya, presidente, fue que debíamos tratar de profundizar el rol
de esta Cámara como Cámara revisora.
Veníamos de un debate en la Cámara de Diputados y de un escenario que a nosotros
desde el Senado, cuando lo veíamos a la distancia, no nos gustaba. No nos parecía el correcto,
el ideal, y por eso desde el comienzo planteamos que frente a semejante antecedente, como el
que traía este proyecto en la Cámara de Diputados, lo que el Senado tenía que hacer era
realzar su condición de Cámara revisora. ¿Qué fue para nosotros esto? En primer lugar,
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Reunión plenaria de comisiones – Ley de Medios
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acordar con un criterio plural el giro a las comisiones. Eso se logró y se hizo por la buena
voluntad del oficialismo, y lo hemos reconocido y seguimos reconociendo. En segundo lugar,
acordar una metodología de discusión profunda, detallada, de una de las leyes más complejas
que –por lo menos, en el caso mío y seguramente de muchos de los senadores aquí presentes–
nos ha tocado discutir. No sólo por la cantidad de artículos –cerca de 170–, sino por las
aristas técnicas que tiene esta ley, desconocidas para la inmensa mayoría de nosotros. Porque
no es una cuestión de todos los días, pero además por dificultades jurídicas, políticas y hasta
económicas. Esta metodología la hemos cumplido hasta el momento, y yo también lo pongo
de manifiesto y lo resalto. No ha sido en vano que hayamos pasado los días que pasamos
escuchando a personalidades de las más diversas, que tanto en el ámbito técnico, jurídico,
económico, político, nos han ilustrado y, más allá de la valoración que cada uno de nosotros
hayamos tenido o tengamos sobre la presencia de ellos, enriquecido en una visión u otra.
Me parece que abortar esta metodología por la decisión política –que es respetable,
como toda decisión política que tomamos los bloques– no se condice con este esquema de
terminar y agotar la lista de invitados. Proceder a la firma de un dictamen, que en el caso del
oficialismo debo entender supone la decisión política de no permitir ninguna modificación y
me gustaría que esto sea ratificado o no... Digo, desluce todo lo bueno que hasta aquí hemos
desarrollado. Nuestro bloque –solamente nuestro bloque– tiene más del 50 por ciento de
invitados o de propuestos a venir a dar su opinión que no han comparecido hasta el momento.
Doy un ejemplo, la gente experta en temas de competencia y de defensa de la competencia, la
gente de la UTN, que esta mañana –la senadora Escudero me lo reiteraba– intentó incluirse
dentro del listado de las universidades y por una cuestión técnica, que inclusive tiene que ver
con un aspecto que aquí ha sido debatido, que es la famosa cuestión de si las telefónicas están
extirpadas de lleno del proyecto o hay algún artículo que les permite su ingreso... Pero
nuestro bloque tiene interés en que este debate continúe con los tiempos que en principio e
informalmente –esto es cierto– habíamos acordado, y que nos llevan a por lo menos lunes,
martes o miércoles de la semana que viene.
Por estas razones, presidente, más allá de las cosas buenas que puedan haber ocurrido,
queremos que se continúe con el debate, y que sigamos profundizando la discusión en detalle.
Esta ley necesita esa discusión, salvo que desde el oficialismo nos digan que existen los
números suficientes, como corresponde al final de todas estas discusiones, para tener un
dictamen. Y, en ese caso, me permito preguntar que si esto es así, si hay número suficiente
para un dictamen y si ese dictamen incluye alguna modificación. Porque si en verdad hay
número suficiente y no hay ninguna modificación, también nosotros haremos, no solamente
acá, sino a la sociedad, nuestras consideraciones de que ha sido en vano todo lo que aquí se
ha escuchado en aras de la modificación de la ley.
Sr. Presidente. — Señor senador Sanz, como he sido aludido, responderé a algunas cosas.
En primer lugar, sigo insistiendo en que esta es la Cámara revisora y que tiene que
hacer el esfuerzo para que tengamos la mejor ley de radiodifusión, que rija para los
argentinos durante 20 años. De acuerdo con mi opinión, que es mí y no del bloque, es que
esta es una ley que debe sufrir modificaciones, es una ley que no es tan mala para que la
rechacemos en su totalidad, ni tan buena para que no la revisemos. Esa es mi opinión, la de
un senador que integra el cuerpo, y las mayorías y las minorías son las reglas de la
democracia.
Entiendo que este proyecto ha sufrido un amplio tratamiento, quizás dentro de la
historia de los últimos años de la democracia, ya que ha sido el que ha tenido más reuniones
para su tratamiento. En forma democrática y con los cuatro presidentes hemos tratado de que
viniera la mayor cantidad de especialistas en los distintos temas para que nos explicaran y
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aclararan todas las dudas de un proyecto que es muy largo, tiene 166 artículos y una
importancia fundamental para la vida democrática de la República Argentina.
Por lo tanto, entiendo que he cumplido mi rol con dignidad en esta presidencia y que
he tratado que vengan la mayor cantidad de voces, pero esta es una democracia y no tengo
otra opción que poner a consideración lo dispuesto por el presidente del bloque en cuanto a la
agenda y en cuanto a que luego de escuchar a los directivos del grupo Clarín, al licenciado
Mariotto, y a Ceferino Namuncurá se empiece a discutir entre los señores senadores este
proyecto y, si existen los consensos, se emita el dictamen respectivo, aclarándole a todo el
mundo de que este senador de la Nación de ninguna manera con su firma convertirá en rehén
al bloque del Frente para la Victoria. Este senador con seguridad firmará un dictamen en
disidencia con lo que disponga el bloque del Frente para la Victoria.
Sr. Sanz. — Señor presidente: sólo para aclarar, eso significa la firma en disidencia dentro
del mismo dictamen del bloque.
Sr. Presidente. — Sí señor senador.
Sr. Pichetto. — Con todo el respeto que ha caracterizado todas estas largas jornadas que
hemos tenido, en las primeras 48 horas de iniciada esta discusión en este ámbito se fijó un
límite para aquellos que iban a ser invitados a este recinto. En el día de hoy acaba de llegar
una nota del grupo Clarín que pide ser incorporado a este debate. Entendemos que tenemos
que tener una visión amplia y creo que es un muy bien cierre de la discusión y del debate
escuchar al representante del grupo empresario, como también, escuchar al titular del
COMFER. Entiendo que hemos hecho un gran esfuerzo de búsqueda de consensos, de
esquemas democráticos de participación, y en orden a sus interrogantes señor senador Sanz,
nosotros estamos en condiciones de emitir dictamen. También les decimos que mañana
podemos hacer algunos enunciados generales de cuáles son nuestras posiciones políticas,
pero el bloque de la mayoría está dispuesto a respaldar la sanción aprobada por la Cámara de
Diputados, con más de 150 reformas, con una construcción democrática y con una ley que
quizás en el futuro pueda ser perfectible, pero creemos también que esta ley tiene un fuerte
contenido de democracia, de participación, como también político.
Así que, ratificaré nuestro pedido de cierre del debate para mañana, y la firma del
dictamen después que escuchemos al titular del COMFER y al señor Namuncurá,
representante de la CNC.
Sr. Presidente. — Han pedido la palabra las señoras senadoras Escudero, Negre de Alonso y
el señor senador Fernández.
Sra. Escudero. — Quiero insistir con el pedido que hicimos desde el interbloque por escrito
el día 29, es decir, la citación de un académico de la Universidad Tecnológica Nacional, ya
que tengo dudas específicas con el tema de las telefónicas. La sanción de la Cámara de
Diputados deja sin efecto la limitación al ingreso de las telefónicas al negocio de la
comunicación audiovisual. El proyecto que había enviado al Poder Ejecutivo regulaba ese
ingreso exigiéndoles desprenderse de parte del capital para evitar que fuera monopólico. Y la
sanción de la Cámara Baja hace desaparecer esa reglamentación. De acuerdo con lo que aquí
dijeron algunos expertos, no hay ninguna limitación, en ninguna norma, al ingreso de las
telefónicas. Entonces, quiero tener en claro qué estamos aprobando o qué estamos rechazando
y cómo será la incorporación de las telefónicas al negocio audiovisual. No sé cuál es la razón
por la que no se lo quiere invitar a este especialista de la Universidad Tecnológica Nacional,
ya que estuvo pedido en tiempo y forma por el interbloque.
Ya que mañana habrá otros invitados, ¿por qué no escuchamos también la parte
técnica? Porque como dijo hoy uno de los especialistas invitados, han venido pocos
ingenieros, pocos expertos y esta es una ley donde han opinado muchos filósofos y pocos
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expertos en telecomunicaciones.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra la señora Negre de Alonso.
Sra. Negre de Alonso. — Le cedo la palabra al señor senador Rodríguez Saá.
Sr. Rodríguez Saá. — Presidente, comparto las expresiones del presidente del bloque del
Frente para la Victoria y del presidente del bloque para la Unión Cívica Radical, en el sentido
que hemos tenido jornadas que enaltecen a este Senado Nacional. Hemos escuchado
exposiciones de las posiciones diferentes, antagónicas, algunas de ellas fuertes, impactantes,
y lo hemos hecho con el máximo respeto. Hemos actuado como corresponde, con el máximo
respeto. Ahora estamos ante una decisión política, que ya hemos discutido en la comisión de
labor parlamentaria, en algún momento, el momento de finalizar el debate.
Nosotros también tenemos algunos pedidos, uno de ellos importante, que plantea la
señora senadora Escudero, que tenemos todavía algunos invitados que no han venido. Ahora,
si la decisión política del bloque de la mayoría es que no habrá ninguna modificación, creo
que seguir escuchando tampoco permitirá que se produzca alguna modificación. Si no
tenemos chance de acordar, de pensar o de discutir alguna modificación, el bloque de la
mayoría podrá imponer su mayoría, tendrá derecho a emitir dictamen, pedirá una sesión
especial como lo anunciaron en el plenario de labor parlamentaria, y si tienen quórum
sesionaremos.
Si tenemos chances de incorporar algunas modificaciones, sería muy ilustrativo
darnos 24, 48 o 72 horas para seguir debatiendo, hacer un dictamen común, previo acuerdo a
que también se trate el viernes. En ese caso, sería con modificaciones en el dictamen, como lo
estamos pensando en términos generales quienes hemos escuchado tantas críticas a tantos
artículos, que parecería que algunos son inocentes remisiones a artículos que, al modificarse
el proyecto en la Cámara de Diputados, han quedado desactualizados.
Sin embargo, una buena práctica de la revisión, desde ese detalle insignificante a
profundas reformas, si hay posibilidad se hace. Si no, será una decisión política si tienen el
número para llevarlo adelante, como ya lo hemos dicho en el plenario de labor parlamentaria,
y creo que se desprende de lo que se ha hablado esta tarde. Gracias.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el senador Cabanchik.
Sr. Cabanchik. — Coincido con los senadores que me han precedido en el uso de la palabra.
Quiero destacar el buen trámite que le hemos dado a la discusión hasta este momento. Pero
me apuro a plantear que el fundamento del bloque oficialista desnaturaliza el día de mañana.
Es decir, si ustedes ya tienen el dictamen y la decisión tomada; en fin, si ustedes ya se han
cerrado al debate, ¿para qué vamos a dedicar el día de mañana a escuchar nuevas
intervenciones? Realmente, es un escenario que a mí, en lo personal, en mi propio nombre,
me parece insensato.
Contrapropongo que mañana dediquemos el día a trabajar entre nosotros para, por lo
menos en los núcleos más polémicos de este debate, ponernos de acuerdo. Si luego de esa
tarea de ejercicio de la democracia, deliberativa que tenemos que dar los miembros del
Congreso de la Nación, después de deliberar entre nosotros, confrontando las diversas
posiciones, subsisten las diferencias previas, se irá con los dictámenes que se vaya al pleno de
la Cámara. Pero démonos la oportunidad en lugar de seguir escuchando en un escenario ya
devaluado. El día de mañana ya está devaluado una vez que ustedes se han pronunciado en el
sentido que lo han hecho. Gracias,
Sr. Presidente. — No sé si entendí la propuesta del presidente del bloque. Considero
importante que mañana escuchemos a los directivos del Grupo Clarín. Asimismo, creo
importante escuchar al licenciado Mariotto durante la mañana. A la tarde, seguramente, a
partir de las 15, discutiremos entre nosotros. Si no hay acuerdo, se emitirá un dictamen, en el
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que ya he adelantando que no estoy de acuerdo con que este proyecto se apruebe a libro
cerrado.
Sr. Sanz. — Perdón, señor presidente, yo había pedido la palabra para hacer una aclaración.
Sr. Presidente. — Sí, senador Sanz.
Sr. Sanz. — Todos nos tenemos que hacer cargo de nuestras cuestiones, de nuestras
decisiones, para eso somos gente grande. El bloque de la mayoría se hace cargo de esta
decisión política y de no mover una coma del proyecto que ingresó de la Cámara de
Diputados. Usted tiene que hacerse cargo de darles la firma necesaria, en disidencia, para
tener ese dictamen. Nosotros tenemos que hacernos cargo de que este debate haya terminado
en este mismo momento.
Mañana no vamos a participar, frente a este decisión legítima, pero que no puede dar
más vueltas. El bloque de la mayoría no va a mover ni una coma, usted le va a dar la firma
necesaria para que tengan dictamen. Entonces, mañana, se cerraría con una desnaturalización
de este debate, que tuvo desde el primer minuto; nosotros no vamos a ser cómplices de que
este debate cierre con Clarín versus Gobierno o Gobierno versus Clarín. De manera que el
bloque de la Unión Cívica Radical no va a estar. Para nosotros el debate terminó esta noche y
sin enojarse. Terminó como los bloques quieren, porque tienen los números para eso. Pero
no demos más vueltas.
El bloque de la mayoría tiene la decisión, como lo ha dicho su presidente, de ir con un
dictamen sin modificaciones y los números suficientes a partir de lo que usted, presidente, ha
dicho en cuanto a que va a firmar en disidencia. Se terminó esta discusión. Nosotros mañana
no queremos formar parte de nada que tenga que ver con algo ajeno a lo que se ha decidido
hoy. Mucho menos con este escenario de una pelea que devaluó la posibilidad de tener una
buena ley de radiodifusión.
Nosotros, por lo menos, queremos quedarnos con que este debate cierra acá. Iremos al
recinto, el día que corresponda y seguiremos insistiendo en tener la ley que, en este caso,
nuestro dictamen en minoría pueda presentar.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el senador Pichetto.
Sr. Pichetto. — Me parece muy interesante este conjunto de reflexiones que he escuchado de
boca del senador Cabanchik y del presidente del bloque de la Unión Cívica Radical. Nosotros
vamos a firmar el dictamen esta noche, para que además tengamos plazo reglamentario y
podamos sesionar el próximo jueves 8. Esta es la posición que, finalmente, vamos a tomar
como bloque de la mayoría.
Vamos a emitir dictamen esta noche, vamos a poner la firma en el dictamen y
avanzaremos decididamente en la discusión, en el ámbito público del recinto, donde cada uno
expondrá los motivos y los fundamentos que tiene, que me parecen respetables. Pero, de
ninguna manera, podemos compartir con la oposición. Indudablemente, el proceso político
democrático se construye, en cualquier país serio y democrático, con el peso de mayorías y
minorías.
Presidente, cerremos este debate y pasemos la firma del dictamen.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el senador Perez Alsina. También está anotado el senador
Vera.
Sr. Perez Alsina. — Señor presidente: simplemente quiero expresar la desilusión por lo
siguiente. Se dice que hasta ahora hubo debate, pero técnicamente no lo hubo si consideramos
al debate como una confrontación —obviamente, en el buen sentido— de distintas posiciones
en cada uno de los segmentos del proyecto.
Hasta ahora hemos escuchado a personas que han venido a expresar su opinión, con
todo respeto —de una posición u otra— y ha sido muy ilustrativo. Lo que lamento, como
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institución —no hablo de intencionalidades—, con toda sinceridad, es que estamos fallando,
de alguna manera, a todos los que han venido. Les estamos diciendo, después de las
posiciones que hemos estado escuchando: ”Señores, todo lo que ustedes han es hecho es
venir nada más que a hablar y a ser escuchados. Pero lo que ustedes digan de nada sirve para
cambiar una coma”. Esa es la posición que acaba de expresar el presidente del bloque oficial.
Creo que eso, sinceramente, degrada a esta institución, señor presidente. Fíjese,
técnicamente, que hemos destinado varios días para escuchar a quienes han venido a exponer.
Nos vamos a encontrar con que, solamente en una tarde, los miembros de las comisiones y
quienes quieran acercarse a ella, aunque no sean miembros, van a debatir este proyecto de
ley, que es complejo técnicamente, con posiciones encontradas y lejos de ser mejorada,
porque no creo que en una tarde podamos ver cada uno de esos artículos. Porque hay una
disposición, ya cerrada, que el día ese tiene que firmarse. No quiero ofender con lo que diré,
porque me siento parte de esto, pero siento que si esto sucede, pasamos a ser directamente
una escribanía de la Cámara de Diputados. O sea, los senadores no somos capaces de cambiar
una coma de lo que la Cámara de Diputados nos manda. Eso es triste, señor presidente. Eso
es lamentable. Y yo creo que tenemos que hacer una reflexión.
Estoy de acuerdo en que esta ley debe ser debatida. No formo parte de quienes
piensan que no hay legitimidad. La hay. Celebro que se haya remitido una ley de
modificación con muchos puntos buenos. No descarto muchísimos puntos buenos de esta ley.
Pero creo que, como institución, tenemos que ser capaces de analizar si alguna coma se puede
cambiar.
Por eso, yo invito a esa reflexión para que se empiece a debatir mañana a la tarde,
pero que no haya un tiempo clausus donde se cierre en ese mismo momento. Si no, siento que
lo que hemos hecho durante toda esta semana fueron meras conferencias didácticas, como
cualquier conferencia. Nada más, señor presidente.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor senador Pichetto.
Sr. Pichetto. — A ver si podemos recuperar un poco de cierto sentido lógico y de
racionalidad. Yo escucho a los opositores e, indudablemente, quieren hacernos cambiar
nuestra posición. Me parece que esto es realmente absurdo.
Nosotros queremos completar la agenda. Me parece que la posición política que tenga
cada uno de los bloques forma parte de la toma de decisión política que cada uno de los
bloques ha decidido. Ustedes no son quiénes para interpelarnos en orden a si vamos a
cambiar o no una coma. Respetamos la posición política que ustedes tengan frente al tema, la
ejercerán democráticamente el día que tengan que votar, pero no nos hagan una interpelación.
Y estamos dispuestos a escuchar mañana a quienes han sido invitados. Si ustedes no
quieren venir, no vengan. Emitiremos el dictamen mañana. No nos corran porque, de última
hemos tenido siempre toda una actitud de apertura, de diálogo y de vocación democrática.
Quieren dilatar el dictamen, postergar el tratamiento, que cambiemos la opinión.
Doctor Pérez Alsina: usted sabe que lo respeto en su capacidad jurídica e intelectual,
pero la posición política nuestra déjela que la tome el bloque del oficialismo como la
considere conveniente, en función de los intereses del gobierno. Nosotros estamos
comprometidos con este gobierno y lo vamos a acompañar. Así es cómo funciona el sistema
en cualquier lugar del mundo.
Así que volvemos a plantear: mañana, si están dispuestos, a las nueve y media los
esperamos para continuar y escuchar a cada una de las posiciones que faltan. Querían hacerle
preguntas al titular del COMFER, lo podrán hacer mañana. De lo contrario, emitiremos sólo
el dictamen.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor senador Fernández.
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Sr. Fernández. — Una aclaración. Obviamente, en línea con lo que dijo el presidente del
bloque, la visita de Mariotto fue expresamente pedida y comprometida por los presidentes de
las comisiones, a pedido de los distintos senadores. Efectivamente, la idea es que las
autoridades vuelvan.
Además, quiero decir una cosa que me parece central: consenso no es siempre que
ustedes impongan la agenda o la realidad. Consenso es, justamente, llegar a un consenso.
Nosotros hemos establecido un principio de apertura y hemos invitado a la gran mayoría de
las personas que nos han propuesto. Estuvieron las universidades, sindicatos y sectores
empresariales. Obviamente, creo que hemos cumplido acabadamente.
Mañana hay una invitación que entró fuera de hora. A criterio de los distintos
presidentes de las comisiones, y a los efectos de no vedar una voz —pese a que en distintas
entidades empresariales se podría haber visto representado—, se lo invitará. Y me parece que
el tema está cerrado. Creo que ni siquiera hace falta votarlo.
El presidente del bloque del oficialismo seguir mañana con la agenda y ha informado
que, concretamente, después de Mariotto, emitiremos dictamen. ¿Cómo? Obviamente, lo
verán mañana
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor senador Sanz y, después, la señora senadora
Estenssoro. Pero antes quiero reiterarles que yo pertenezco a un bloque. El cargo de
presidente de la Comisión de Sistemas, Medios de Comunicación y Libertad de Expresión es
un cargo que lo tengo por el Frente para la Victoria. Los lugares que ocupo en las comisiones
de Presupuesto y Hacienda, y de Asuntos Constitucionales, es por el Frente para la Victoria.
Soy un crítico del proyecto de ley. Quiero que se modifique, pero no me convertiré en
un rehén de algún partido político. Tampoco me convertiré en un obstáculo a que este
proyecto se trate en el recinto y, si tiene las mayorías necesarias, se apruebe; y, si no tiene las
mayorías necesarias, se modifique y se remita a la Cámara de Diputados.
Yo quiero que este Senado tenga el rol de ser una Cámara revisora, pero no puedo
obligar a que me acompañen quienes no quieren hacerlo.
Sr. Sanz. — Presidente: solamente para terminar, dado que están todas las cartas echadas, y
para no dramatizar tampoco sobre la cuestión. Simplemente, para dejar aclarado algún
concepto. Acá han habido dos noticias que han modificado el escenario. Y son dos noticias
objetivas, de las que nos tenemos que hacer cargo, más allá de la valoración. Una de ellas es
que el bloque oficialista quiere tener dictamen sin modificaciones, lo que está en todo su
derecho. Y la otra noticia es que ese dictamen tiene las firmas necesarias y, sea cual sea la
interpretación que se haga sobre su actitud, presidente, es con su firma. Y está bien, ya que
usted tiene derecho porque es senador de la Nación, al igual que nosotros.
También déjeme decirle que durante todos estos días hemos venido aquí con la
expectativa de poder modificar la ley a partir de todos los aportes que se nos habían hecho, en
función de la fortaleza que era la octava firma suya.
Estas dos noticias hacen que nosotros tengamos que tomar la decisión...
— Murmullos en la sala.
Sr. Fernández. — No dialoguen, por favor.
Sr. Sanz. — Estamos diciéndolo desde la política, haciendo un análisis. Nosotros hemos
venido acá con esa expectativa porque, obviamente, no teníamos los números suficientes para
poder forzar una decisión. Nadie tiene que asombrarse de las cosas que estoy diciendo, ni
estoy agraviando a nadie. Simplemente, estoy diciendo esta realidad. Y hubiéramos seguido
escuchando a los invitados, si hubiéramos tenido esa expectativa. Pero las noticias que hoy se
han dado, terminan con la situación.
Entonces, lo que nosotros no queremos es, a partir de esto, que resuelve la cuestión
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política, seguir participando, cuando no hay expectativas de modificar nada.
Esta es nuestra posición y actitud. Y, así como respetamos la de ustedes, también
respeten esta cuestión. No es que uno no quiera venir porque no quiera participar, sino que se
caen las expectativas de modificar la ley y, por lo tanto, no tiene ningún sentido escuchar más
a nadie. ¿Para qué lo vamos a modificar a Mariotto si no tenemos posibilidad de hacer
modificaciones?
Esto es lo que quiero que quede claro, sin dramatizar y respetuosamente. Cada uno
cumple su rol, y a otra cosa. Nos veremos en el recinto, presidente.
Sr. Presidente. — El señor senador Vera me había pedido la palabra. Después, el señor
senador Marino y, luego, la señora senadora Estenssoro.
Sr. Vera. — Señor presidente: sin perjuicio de haber cumplido con la formalidad del debate,
reiteraré aquí algo que he dicho otras veces, primero en mi bloque y después en el recinto. Se
repite otra vez una práctica política de la que, como ha dicho el señor senador Sanz, cada uno
tendrá que hacerse cargo.
Más allá de los esfuerzos que han hecho el plenario de comisiones, el resto de los
senadores y los invitados por enriquecer el debate en procura de la mejor ley, lamento que
esto termine como otras leyes producto de un sistema político en el que el oficialismo cuando
tiene los votos necesarios, avanza y no modifica o no se aviene a modificaciones en las leyes
que considera esenciales.
Por el juego de las mayorías y minorías, por supuesto que aceptamos. Pero debo decir,
aunque parezca crudo, que esto significa haber simulado el debate pues es razonable que si
lo asumimos hubiese habido alguna modificación.
Siento que no sólo nosotros hemos estado en una situación que hoy resulta incómoda,
sino que también lo ha sido para quienes hemos invitado. Pero, por supuesto, es el juego al
que estamos sometidos y cada uno será responsable de estas posiciones. Nuestra misión, la
mía personal, ha de ser la de transparentar cuanto más se pueda este modo de funcionamiento
que, en realidad, me hace sentir con una merma en la jerarquía, que uno considera, del cuerpo
al que pertenezco. Gracias, presidente.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor senador Marín.
Sr. Marín. — Simplemente, comparto el cuadro de situación realizado por el señor senador
Sanz,a quien respeto y creo que ha planteado con exactitud lo que ocurre. Lo único que
quisiera decirle es que, así como nos quiere persuadir, nosotros los queremos persuadir a
ellos. Y no habría ningún problema en que nos acompañen en el proyecto de la mayoría. Eso
es lo que correspondería. (Aplausos.)
Sr. Presidente. — Tiene la palabra la señora senadora Estenssoro.
Sra. Estenssoro. — Gracias, señor presidente.
Hay dos temas que no hemos abordado en estas audiencias que a mí me parecen muy
importantes porque una de las razones fundamentales que tenemos que sancionar una nueva
ley de medios audiovisuales es para terminar con los monopolios y no hemos escuchado a
especialistas en defensa de la competencia.
Había invitado al señor Gabriel Bouzat, que fue presidente de la Comisión de Defensa
de la competencia y el único funcionario que le aplicó una sanción al Grupo Clarín. Me
hubiera gustado que me explique por qué —y en esto coincido con uno de los integrantes de
Carta Abierta—, entre los medios audiovisuales, muchos licenciatarios incumplen con
nuestra Ley de Defensa de la Competencia y nuestra Ley Antimonopolio. Porque si no,
entendemos que, aunque haya una ley mejor, vamos a continuar teniendo los mismos
problemas y vamos a seguir teniendo medios demasiado concentrados. Por eso insistí en que
viniera el señor Gabriel Bouzat.
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Por otro lado, sobre el tema de terminar con los monopolios habíamos convocado al
ingeniero Barbat de la Universidad Tecnológica Nacional quien está convencido de que, por
omisiones técnicas, esta ley habilita a las telefónicas a ingresar a la radiodifusión, y a los
medios audiovisuales, y me parece que nos debemos la posibilidad de escuchar esta opinión.
Sin embargo, lamento confirmar lo que creía que no era así. Muchos me decían que,
aunque tuviéramos audiencias, el oficialismo no iba a cambiar ni una coma de la ley, como
lo había dicho la presidenta.
Lamento que tomen esta decisión de votar a libro cerrado la ley, por decisión u
obligación, porque hemos tenido seis días de ricas audiencias. Y lamento que no podamos
enriquecer el texto de la ley con enormes modificaciones. El presidente de la comisión dijo
—al menos lo que leí en el diario de hoy— que tiene 20 modificaciones para sugerir, y
nosotros tenemos otras tantas, para que la Argentina tenga no sólo una ley votada en
democracia, sino una buena ley de medios de comunicación.
El presidente de la Comisión de Sistemas y Medios Audiovisuales, el senador Jenefes
dijo que ha sido muy inusual que para una ley el Senado se haya tomado seis días enteros de
reuniones en comisión para escuchar a los especialista y a los interesados y realmente que
esto sea inusual demuestra lo devaluada que está nuestra democracia, que pensemos que con
solamente seis días de audiencias podemos votar unja buena ley que hace solamente un mes
que ingresó al Congreso —no al Senado, al Congreso— muestra lo devaluada que está
nuestra democracia. Y que creamos los senadores de la Nación que nos pueden decir o que
hay que votar las leyes a libro cerrado y que las Cámaras revisoras no lo pueden hacer,
también demuestra cómo está devaluada nuestra democracia y que aunque esta ley se
sancione en democracia, seguramente no va a reflejar lo mejor que pudiéramos hacer para el
futuro de los medios audiovisuales y de los medios de la Argentina.
Como esto ya está y va a ser a libro cerrado, comparto las expresiones del senador
Cabanchik y del senador Sanz en que no tiene sentido seguir con la pantomima de hacer
audiencias cuando hay una decisión política externa a este Congreso de que esto se vota
como vino de Diputados, así que realmente no vale la pena reunirnos mañana.
Sr. Presidente.- Agotado el tema quiero rechazar que esto sea una pantomima Con total
honestidad, desde un principio manifesté mi desacuerdo con este proyecto de ley,
lamentablemente no he seducido a muchos compañeros del bloque, éste proyecto tiene que
tener su discusión en el recinto, donde espero que la mayoría en algunos artículos se
conforme revisando la ley. Pero es mi opinión.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor senador Pichetto.
Sr. Pichetto.— Simplemente para solicitar el cierre y pasar a votar. Lo que pido a la
senadora Estenssoro es que no nos subestime. Así como han venido muchos protagonistas de
los medios de comunicación a decir que había que hacer modificaciones, ha venido una
importante cantidad de especialistas de hombres, de medios a decir que esta ley debía ser
votada sin cambios como venía de Diputados. Así que no considero que el debate haya sido
estéril. Y por otra parte, senadora Estenssoro, nosotros somos el partido del gobierno,
tenemos un sentido de pertenencia histórica a un partido nacional. Usted quizás esto no lo
entienda, tal vez no lo pueda comprender nunca. Vamos a acompañar a nuestro gobierno,
como corresponde. Así que, presidente. Solicito que se vote.
Sr. Presidente. — Pongo a consideración la moción de que mañana recibamos al Grupo
Clarín, al licenciado Mariotto y a Ceferino Namuncurá. Luego se desarrollará la firma del
dictamen con las mayorías y minorías necesarias para su habilitación.
Si no se hace uso de la palabra, se va a votar.
— La votación resulta afirmativa.
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Sr. Presidente. — Queda aprobada la moción.
Se levantada la reunión.
— Son las 19 y34
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