Ponencia presentada al Seminario Taller “Nuevas políticas ambientales. Sociedad y partidos políticos en la construcción del desarrollo alternativo”. CLAES – FESUR, con el auspicio de once instituciones más. Montevideo, 28-29 junio 2001. PARTICIPACIÓN CIUDADANA: ¿UNA CUESTIÓN SUSTANTIVA DE LAS POLÍTICAS AMBIENTALES O UN ASUNTO DE COSMÉTICA? Guillermo Scarlato Montevideo, julio de 2001 Serie SEMINARIOS Y TALLERES Nº 119 CIEDUR - Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo, Uruguay Américo Ricaldoni 2529 ap. 602. 11.600 Montevideo, URUGUAY. Tel/fax (005982) 480 86 85 E.mail: [email protected] Web: www.chasque.apc.org/ciedur 1 PARTICIPACIÓN CIUDADANA: ¿UNA CUESTIÓN SUSTANTIVA DE LAS POLÍTICAS AMBIENTALES O UN ASUNTO DE COSMÉTICA? 1 Guillermo Scarlato2 CIEDUR3 28 junio de 2001 1 Presentación El tema que convoca al Seminario, y sobre el que fuimos invitados a hablar, es muy amplio y puede ser encarado desde múltiples dimensiones y perspectivas. Yo voy a concentrarme en una dimensión. Sólo una de las posibles: la participación. Y desde una perspectiva: la de una persona que ha trabajado ya unos cuantos años en una institución no gubernamental dedicada a la investigación-acción en ciencias sociales, y con una preocupación central en el fortalecimiento de la democracia y la búsqueda de caminos para un desarrollo sostenible de nuestro país. Debo aclarar que también me desempeño en un cargo público y que, si bien ocupo una posición técnica y de carrera, lo hago con un fuerte compromiso con la orientación política que conduce dicho organismo: el gobierno departamental de Montevideo. Por lo tanto, mis opiniones estarán seguramente también permeadas por la experiencia de trabajo en ese ámbito. Sin embargo, quiero dejar bien claro que mi exposición es de carácter personal y, en todo caso, desde una perspectiva independiente que hemos procurado ir construyendo con otros compañeros de tareas en el marco del CIEDUR. La presentación se centrará entonces en discutir algunos temas que entiendo centrales en torno al papel de la participación ciudadana en el gobierno de las cuestiones ambientales, desde dos miradas: una más general, que procura establecer grandes ideas orientadoras; otra más particular y limitada, referida a las lecciones de una experiencia concreta conducida por CIEDUR en torno a un conflicto ambiental específico. 2 La respuesta inicial: una dimensión clave de las políticas ambientales Debo comenzar por responder cuál es mi postura con relación a la pregunta inicial planteada en el título de la ponencia: ¿es la participación ciudadana un tema sustantivo en la gestión de los asuntos ambientales? Y la respuesta es categórica y convencidamente afirmativa. La presentación, por lo tanto, no la hace una persona neutral con relación al punto, sino alguien que está profundamente convencido de que el involucramiento directo de la población en la gestión de los asuntos ambientales es una condición fundamental para el éxito de dicha gestión. No se trata, como a veces parece pretenderse con algunos mecanismos existentes, de simplemente informar al conjunto de la sociedad y a lo sumo recibir comentarios que luego se incorporan o no a las propuestas, sino de avanzar en integrar efectivamente a Ponencia presentada al Seminario Taller “Nuevas políticas ambientales. Sociedad y partidos políticos en la construcción del desarrollo alternativo”. CLAES – FESUR, con el auspicio de once instituciones más. Montevideo, 28-29 junio 2001. 2 Investigador y Secretario Ejecutivo del CIEDUR. Técnico de la Unidad de Montevideo Rural de la Intendencia Municipal de Montevideo. Correo electrónico: [email protected]. 3 Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo, Uruguay. Una organización no gubernamental sin fines de lucro dedicada a la investigación-acción en ciencias sociales desde el año 1979. Dirección: Av. Dr. Américo Ricaldoni 2529 ap. 602. 11.600, Montevideo, Uruguay. Tel./fax (005982) 480 8685. Correo electrónico: [email protected]. Web: http://www.chasque.apc.org/ciedur. 1 2 los distintos actores sociales en los procesos de análisis, toma de decisiones y seguimiento de los temas ambientales. Mucho menos se trata de establecer mecanismos que apuntan a una simple legitimación de políticas y decisiones tomadas en otros ámbitos. Dicha legitimación es, por cierto, un resultado esperable y deseable, pero deber derivar de un proceso de participación responsable y auténtico de los actores sociales convocados. 3 ¿Qué importancia le damos a la cuestión ambiental? Las políticas ambientales se dan en un determinado contexto espacial y temporal: en este caso, Uruguay a principios de los dosmil. Si quisiéramos avanzar un poco más en precisión, veríamos que para algunos temas el espacio “Uruguay” es demasiado amplio y debemos remitirnos a localidades más o menos precisas. En otros, por el contrario, resulta demasiado estrecho y su comprensión requiere considerar regiones más amplias o el mundo en su globalidad. Esto es especialmente relevante en las cuestiones ambientales. De todos modos, hechas estas aclaraciones y a los efectos de esta exposición, yo voy me voy a limitar a considerar el contexto general a nivel país: ¿qué importancia le damos a la cuestión ambiental los uruguayos? Y yo resumiría la respuesta en dos afirmaciones: a) le damos poca importancia, y b) hay cambios muy relevantes en los últimos diez o quince años. Creo que ambas afirmaciones se verifican a través del análisis de distintos indicadores. Uno de los indicadores refiere a la importancia que reflejan los sondeos de “opinión pública”. Las fuentes con la que hemos contado4 muestran que esa importancia es baja en la comparación internacional pero que está creciendo año tras año. En segundo lugar, ¿qué presencia tienen los temas ambientales en las reivindicaciones de los distintos grupos de interés? También aquí podemos constatar que estas cuestiones no aparecen o lo hacen de manera muy limitada en las plataformas de las organizaciones sociales tradicionales de empresarios y de trabajadores. Son otras las urgencias y otros los temas que ocupan las mayores preocupaciones. Sin embargo, también a este nivel se verifican cambios en los años recientes. Otra forma de analizar el asunto es a través de “estado del arte” en materia de legislación ambiental en el país. Aquí también se percibe un rezago importante en comparación, por ejemplo, a otros países de la región5. Pero también en este plano hay cambios muy importantes en los últimos años: desde la propia creación de un ministerio con una subsecretaría específica para el tema a nivel del gobierno central6, reparticiones dedicadas al tema en varias intendencias departamentales, la inclusión 4 Encuestas de opinión de Equipos Mori. Intervención de Agustín Canzani en el Seminario “Ciudadanía ambiental: de la información a la participación responsable” CIEDUR-EAL-BIDASDI, Montevideo, 31 mayo 2001. 5 Ver al respecto Cousillas, Marcelo; Evia, Gerardo y Gudynas, Eduardo (2000). Normativa ambiental para la agropecuaria. Guía básica introductoria. Coscoroba, Montevideo. pp. 5-7. 6 Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA) del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA), creado por la Ley Nº 16.112 de 1990. 3 de manera explícita de la cuestión ambiental en la Constitución de la República7 y la aprobación de varias leyes significativas8. Es de destacar que estos cambios en la normativa nacional crean diversos espacios de participación, entre los que merecen destacarse: la Comisión Técnica Asesora de Protección del Medio Ambiente (COTAMA)9, las audiencias públicas previstas en la Ley de Impacto Ambiental, las Comisiones Asesoras de Áreas Naturales Protegidas (a nivel nacional y específicas de cada área). A nivel del departamento de Montevideo se pueden citar las experiencias en el marco del proceso de descentralización (Comisiones de Medio Ambiente de los Concejos Vecinales), algunas comisiones (de protección del patrimonio en varias áreas urbanas y la Especial Permanente de Montevideo Rural) y, más recientemente, el Grupo Ambiental Montevideo. Finalmente, otra forma de analizar la importancia atribuida a los temas ambientales es a través de la participación en el presupuesto de los distintos órganos de gobierno –en el caso del sector público- y de las empresas –en el ámbito privado. En todos estos niveles se observa una baja participación de los órganos y/o acciones específicamente orientadas a temas ambientales. En el caso del gobierno central, es evidente el reducido peso de la DINAMA en el Presupuesto nacional. Este es, además, un tema reiterado cada vez que se encara, por ejemplo, la disponibilidad de recursos para el seguimiento de resoluciones concretas. Pero el tema no se limita al sector público: tampoco las empresas –o los organismos que ellas han constituido para actuar en temas ambientales- dedican una parte significativa de su presupuesto a tratar estos temas. Ello quedaría claramente demostrado comparando estas cifras con las que muchas de esas mismas empresas dedican a publicidad. Sin embargo, y tal como lo señalara en los otros aspectos, también aquí se verifican cambios en los años recientes. Esta situación en gran medida puede atribuirse a cómo percibimos la realidad gran parte de los uruguayos. Como ha dicho Alain Santandreu10, predomina una visión fraccionada y particularista de la realidad y los problemas. Fraccionada en tanto tendemos a separar aspectos que están estrechamente vinculados; por ejemplo, los problemas sociales como la pobreza, de los ambientales, como la contaminación por residuos sólidos de los cursos de agua de Montevideo. Particularista porque tendemos a percibir los problemas puntuales y tal como nos afectan más directamente, sin percibir sus orígenes más amplios; por ejemplo, la relación entre la incidencia de enfermedades respiratorias con la calidad del servicio de transporte público. Esta forma de percibir los problemas que predomina entre nosotros es lo que explica que, en general, los temas con implicaciones ambientales que aparecen con mayor fuerza entre la población se vinculan a cuestiones que afectan la salud humana y que 7 Art. 47 en la redacción dada por la Ley Constitucional promulgada el 14 de enero de 1997. Entre ellas: Ley de Evaluación de Impacto Ambiental, Nº 16.466 de 1994; Ley de Áreas Naturales Protegidas, Nº 17.234 del 2000; Ley General de Protección del Ambiente, Nº 17.283 del 2000. 9 Creada por el Decreto Nº 261 de 1993, en cumplimiento a lo establecido en la Ley de creación del MVOTMA. 10 Santandreu, Alain (1997). “Nuestra incipiente cultura ambiental”. Relaciones. Separata Nº 5, pág. 24. 8 4 tienen un carácter muy inmediato –en el tiempo y en el espacio- con la población afectada (o potencialmente afectada). Hay muchos ejemplos en ese sentido, pero por citar dos muy actuales, haría mención a los conflictos en torno a las plantas de incineración de residuos hospitalarios y los relacionados con la contaminación por plomo en algunos barrios de Montevideo. Estos mismos ejemplos sirven para derivar otro aprendizaje: esta perspectiva limitada de los problemas ambientales puede convertirse, sin embargo, en la vía para la sensibilización y la comprensión de las raíces más profundas de dichos problemas. O sea que una percepción fragmentada y particularista de la realidad –que constituye una clara debilidad para afrontar problemas ambientales- puede convertirse, en el marco de un proceso adecuado, en una oportunidad para pasar a un nivel superior de comprensión de la realidad: integrando aspectos que antes percibíamos separados. El caso de la reciente “explosión” del problema de la contaminación por plomo en La Teja muestra claramente este proceso. Hace muchos años que se sabe –o por lo menos se presume- que existen problemas de contaminación por este metal en Montevideo. Sin embargo, hasta ahora nunca se había hecho nada. El tema estalla en torno a un grupo específico de personas, como resultado de la directa afectación de la salud, y a partir de fuentes locales y muy particulares (rellenos con alta contaminación). Sin embargo, el tema, que podría haber quedado limitado a controlar ese problema específico (cómo solucionar el grave problema derivado de la construcción de esas viviendas en un terreno altamente contaminado), fue la chispa que desencadenó una preocupación más general de la población de Montevideo (y del país), de muchos técnicos y responsables políticos, para encarar otras fuentes posibles de contaminación por plomo que están presentes de forma mucho más general: como las naftas con plomo. Y también puso en el orden del día de los temas públicos la posible contaminación por otros metales, como el cromo. Estas reflexiones me llevan a rescatar un concepto manejado por colegas que trabajan en los temas de género –de quienes he aprendido mucho. Me refiero a la noción de “visibilidad”. Este concepto hace referencia a la existencia de fenómenos que están ahí afectándonos y que sin embargo no percibimos. No los vemos. Es necesario entonces tornarlos visibles. Ponerlos a la luz. Como etapa previa para abordar su tratamiento. Por eso los grupos de mujeres trabajan tanto en crear indicadores que den cuenta de las diferencias que existen en muchos aspectos de nuestras sociedades entre hombres y mujeres. Porque los indicadores que estamos habituados a manejar no las muestran. No las miden. Con los temas ambientales pasa, en gran medida, lo mismo. En síntesis: aún predomina una visión fragmentada y particularista de la realidad, que está en la base de la escasa importancia que le asignamos los uruguayos a los temas ambientales. Sin embargo, este panorama está cambiando en los últimos quince años y en ese proceso juegan un papel fundamental las acciones para tornar visibles las raíces ambientales de problemas que nos están afectando. 4 ¿Por qué la participación? ¿Mejorando la democracia? Corresponde ahora preguntarse cuáles son los motivos que justifican defender la participación de la ciudadanía, de manera más o menos directa, en la gestión de los temas ambientales. Y esto en un contexto de una sociedad democrática, donde existen instituciones representativas electas periódicamente por los ciudadanos. Creo que la respuesta puede buscarse en dos aspectos principales. 5 En primer lugar, generar espacios de participación implica romper fronteras. ¿Qué fronteras? Las que separan disciplinas, sectores e instituciones. De ese modo avanzar hacia una visión menos fragmentada de la realidad y, especialmente, una gestión menos compartimentada. En segundo lugar, reducir distancias y tiempos entre los problemas, la población afectada y las soluciones. O sea, aproximar la gestión en el espacio y en el tiempo. Dos aspectos que refieren directamente a la valorización de lo local, y a la importancia de la anticipación de los problemas y al seguimiento de la gestión. Ambos aspectos, que son muy importantes en diversos planos, lo son en forma privilegiada cuando tratamos cuestiones ambientales. La dimensión ambiental es por excelencia interdisciplinaria, intersectorial e interinstitucional. La gestión ambiental se basa en principios precautorios –que implican anticipar los problemas- y requiere de controles y seguimiento que se facilitan y tornan más eficaces cuando involucran a la población directamente afectada. 5 ¿Cómo? ¿Qué requiere una participación responsable y constructiva? Avanzar hacia una participación que contribuya a una gestión ambiental más eficaz implica trascender el plano de la denuncia. Implica contar con la capacidad de pasar de la confrontación a la propuesta constructiva. Esto es lo que queremos decir cuando hablamos de participación responsable y constructiva. No se trata de cualquier participación. Y para que ella sea posible es necesario cumplir con, por lo menos, tres requisitos básicos e interrelacionados: información confiable, suficiente, relevante y actualizada capacidad de comprensión de los problemas, de análisis y de propuesta espacios institucionales y/o procedimientos conocidos y eficientes Veamos cada uno de estos tres aspectos. 5.1 La información ¿un bien público? En lo que hace a lo relevante para atender cuestiones ambientales, la información debe concebirse como un bien público. De otro modo, no se cumple con la premisa de que los temas ambientales son, por definición, temas de interés general y que, por lo tanto, están por encima de los derechos de un individuo en particular. En primer lugar, es necesario que exista información y que esté disponible. Esto, sin duda implica la necesidad de disponer de recursos para generar dicha información. Pero para contribuir a una participación responsable información esté disponible. Tiene, además, que ser aspectos de forma (cómo la información se presenta a utilizarla); de oportunidad (de poco sirve información que los asuntos que se pretende gestionar); y de costo. no es suficiente que la accesible. Esto involucra quien debe interpretarla y no acompaña en el tiempo 5.2 La capacidad: comprender para proponer Aún contando con toda la información necesaria, utilizar esa información para realizar un diagnóstico y para proponer acciones requiere capacidades que, muchas veces no existe y deben, por lo tanto, desarrollarse. 6 Esto involucra dos aspectos estrechamente relacionados: a) la capacitación para una gestión participativa y b) los recursos para llevar adelante la tarea. Si no se prevén estos recursos, la participación corre el riesgo de limitarse a “escuchar y callar” o, a lo sumo, “escuchar y gritar”. Darse por enterado pero no lograr reaccionar positivamente. En definitiva, no lograr trascender desde una “participación cosmética” o una “denuncia sin capacidad de propuesta” hacia una participación responsable y constructiva (lo del título). 5.3 Los espacios institucionales: ordenar el diálogo y tornarlo útil Finalmente, la participación no puede darse en el vacío, sin un marco que la contenga y la potencie. De ahí la necesidad de construir espacios institucionales de encuentro. En una concepción amplia, esto involucra desde el propio lugar físico y la infraestructura y recursos necesarios para trabajar, hasta los mecanismos y procedimientos acordados para tramitar los asuntos. La construcción de estos espacios sólo es posible si hay un movimiento de aproximación en dos direcciones: a) vertical: acercando los grupos de base con las instancias de decisión política superiores; y b) horizontal: colocando juntos actores de distintos ámbitos (sectoriales, disciplinarios, etc.). Visto desde los grupos de base (barriales, locales, vinculados a determinados temas, etc.) esta aproximación implica estar dispuesto a dar el paso desde la presión y la denuncia hacia la disposición al diálogo y los acuerdos. Visto desde las instancias de gobierno de distinto nivel, implica una voluntad política de compartir porciones de poder con otros actores, ya sea del mismo nivel jerárquico (o sea a nivel horizontal) o de menor jerarquía (relación vertical). 6 La dialéctica de los espacios participativos: un ejemplo y algunas lecciones En el marco que vengo de exponer, el CIEDUR vivió una experiencia que me parece de interés repasar para procurar extraer algunas lecciones. Como se comprenderá, no se trata de un ejemplo de carácter universal. Es una experiencia limitada en el espacio y el tiempo. Por lo tanto, las conclusiones que de ella se derivan son también, necesariamente, limitadas. No obstante, creo que es válido el ejercicio. Por dos motivos: a) se trata de una experiencia concreta, por lo tanto, nos ayudará a “bajar a tierra” algunos temas que tal vez hasta ahora están en un nivel muy general de enunciado; y b) aporta algunas conclusiones que creo van al centro de cuestiones que hemos planteado debatir. Se trata de una serie de actividades de investigación y acción que el CIEDUR desarrolló en los años noventa en una región del país –la cuenca de la laguna Merín- y tomando como eje el conflicto entre dos perspectivas de aprovechamiento del territorio: la expansión arrocera sobre los bañados versus su protección en atención a sus valores y “servicios” ambientales11. 11 Un análisis más extenso del asunto puede leerse en Pérez Arrarte, Carlos y Scarlato, Guillermo (2000). “La cuenca de la laguna Merín en Uruguay: de la defensa del patrimonio natural a una gestión para el desarrollo sustentable”. En: Buckles, Daniel (editor). Cultivar la paz. Conflicto y colaboración en el manejo de los recursos naturales. Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo, Canadá. pp. 251-265. También en varias publicaciones del CIEDUR. 7 6.1 Una zona, un tiempo y sus problemas: cuenca de la laguna Merín, años 8090, arroz y humedales La experiencia refiere a una región del Uruguay, la cuenca de la laguna Merín, con vastas planicies que, en las partes más bajas, eran ocupadas originalmente por bañados de gran riqueza biológica y con funciones de regulación hídrica de gran escala. En su estado original, estos bañados escurrían lentamente hacia la laguna, a través de arroyos y esteros. En las primeras décadas del siglo XX se realizaron algunas obras tendientes a drenar parte de esas tierras para abrirlas al uso ganadero. Mucho más tarde, hacia fines de los 70 y principios de los ochenta se extienden estas obras abarcando una región mucho más amplia, ahora con otro objetivo: abrir frontera para la expansión del cultivo de arroz, una actividad de gran dinamismo y generadora de una parte importante de las divisas que ingresan al país. Las obras, impulsadas durante la dictadura de 1973-84, drenaron una amplia superficie de bañados con diversos efectos negativos. Entre los más notorios: pérdida de biodiversidad; vertido de agua dulce directamente al océano y deterioro de la calidad de las aguas en la costa de La Coronilla y otros balnearios próximos. Hacia fines de la dictadura y los primeros años del retorno a la democracia ya se habían acumulado –en la Universidad de la República y en ONGs- evidencias y conocimiento científico que señalaban estos problemas. Un clima propicio a la protesta social y la emergencia de grupos ambientalistas desembocan en un conflicto que involucrará a actores locales –con centro en el departamento de Rocha- y nacionales. 6.2 La denuncia y la confrontación: “Aguas” y las campañas Hacia principios de los noventa, un panorama de los actores en torno al tema permite separar, esquemáticamente, dos grandes bloques enfrentados: El bloque de la “producción”, fuertemente comprometido con su actividad y “partidario” de las obras para abrir frontera sobre los humedales. Este conjunto incluía a algunos productores ganaderos y propietarios de tierras “valorizadas” por el drenaje, empresarios arroceros, industriales y comerciales, profesionales y los principales organismos del gobierno central (Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca, Ministerio de Transporte y Obras Públicas). El recientemente creado MVOTMA tuvo, en esta etapa, un papel marginal. El bloque “conservacionista” que reconocía tres grandes componentes: a) el aún incipiente pero en rápido crecimiento movimiento ambientalista, al que se agregan otras ONGs y grupos universitarios; b) pobladores locales y algunos productores ganaderos afectados por las obras; y c) el gobierno departamental de Rocha, que apostaba a una política de ordenamiento territorial y contraria al centralismo político. En ese marco, diversas ONG se movilizan en torno al tema en distintas formas: organizando reuniones informativas y talleres, enviando comunicaciones a los medios masivos, presionando a las dependencias gubernamentales y difundiendo su interpretación de los hechos en foros nacionales e internacionales. Una de las acciones de mayor impacto fue una campaña organizada por un grupo de ONGs que se constituyó en ese momento: Agrupaciones Uruguayas por un Ambiente Sano (AGUAS). Ella tomó como instrumento central un video preparado por una de las 8 integrantes de dicha agrupación –Imágenes- que fue proyectado en reuniones en cuarenta centros poblados de la zona como “disparador” de debates con los asistentes. Este grupo de instituciones promovió además, en el período una acción de amparo contra los responsables de las obras de drenaje. Este panorama de fuerte confrontación tuvo varias consecuencias entre las que se pueden destacar las siguientes: a) no se realizan más obras por parte del Estado, aunque varios privados sí las realizan sin las autorizaciones requeridas; b) se debilita el poder local del sector arrocero, que debe empezar a “dar explicaciones” sobre su comportamiento en relación al ambiente; c) se fortalece una conciencia local sobre la importancia de los humedales. Es en este contexto que se aprueba, en 1993, con apoyo de las Naciones Unidas 12, el Programa para la Conservación de la Biodiversidad los Bañados del Este (PROBIDES), que integra a la Universidad de la República, el recientemente creado MVOTMA y la Intendencia de Rocha. En síntesis, es un período de fuertes enfrentamientos, pero donde comienzan a sentarse bases para un diálogo: la sensibilización de la población local, la inicialmente conflictiva incorporación de la cuestión ambiental a la agenda de los productores de la zona, con especial destaque para los arroceros, la acumulación de información y análisis sobre la zona y sus problemas, la aprobación de un programa nacional con varios actores relevantes integrados y con un importante respaldo financiero. En ese marco el CIEDUR tuvo oportunidad de aportar no sólo en el plano de la denuncia –a través de la ya mencionada actuación en el colectivo de AGUAS- sino fundamentalmente en la generación y análisis de información sobre los problemas ambientales de la región. Con el apoyo del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (CIID) del Canadá, se lleva adelante un proyecto de más de dos años en el que el Centro recurre además a aportes de institutos de tres Facultades de la Universidad de la República13 y de uno de Brasil14. En este trabajo, el Centro no sólo acumula un importante cuerpo de conocimientos sino que desarrolla relaciones con actores relevantes de la zona, entre ellos, y con especial relevancia, productores arroceros. 6.3 Hacia el diálogo y la búsqueda de acuerdos: un proyecto trunco El panorama que viene de señalarse llevó al CIEDUR a plantearse la iniciativa de promover instancias de trabajo conjunto con los principales actores sociales involucrados en conflictos ambientales en la región procurando avanzar hacia un diálogo constructivo y el logro de acuerdos. Esta idea se plasmó en 1995 con la aprobación de un proyecto específico15 para llevar adelante experiencias concretas en esa dirección. 12 El Probides contó con recursos del Fondo para el Medio Ambiente Mundial por cinco años (1993-95), logrando posteriormente una renovación y recursos de otras fuentes que lo han financiado hasta el presente. 13 Centro de Cálculos de la Facultad de Ingeniería; Instituto de Teoría y Urbanismo de la Facultad de Arquitectura y Departamento de Geografía de la Facultad de Ciencias. 14 Centro de Estudos de Toxicologia de Río Grande do Sul. 15 “Gestión para el desarrollo sustentable de la cuenca de la Laguna Merín” propuesto y ejecutado por CIEDUR con fondos del Programa de Manejo de Recursos Naturales y Desarrollo del Riego (PRENADER) del gobierno nacional con recursos del Banco Mundial. 9 El proyecto se vinculaba con los temas de sistemas de producción de arroz y ganadería en la cuenca de la laguna Merín y hacía hincapié en la interacción entre los encargados de tomar decisiones (stakeholders) en cuatro ámbitos: a) cultivadores medianeros de arroz y sistemas de producción; b) políticas tecnológicas; c) gestión de una localidad con fuerte uso arrocero; d) desarrollo de un área natural protegida.16 El proyecto apuntó a generar “mesas de trabajo” con los principales actores en torno a cada uno de estos cuatro temas, con una institución actuando como líder y los técnicos del Centro como facilitadores y proveedores de información. El producto final de cada grupo sería un documento con los puntos de acuerdo alcanzados. Dicho documento sería distribuido entre los distintos grupos de intereses, las instituciones involucradas, los encargados de la formulación de políticas y la comunidad en general. Las instituciones líderes en cada caso fueron: a) la Asociación Cultivadores de Arroz (ACA); b) el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA); una comisión de vecinos de una localidad17. No se logró constituir el cuarto grupo. En cada grupo se incorporaron los actores sociales (públicos y privados) más relevantes a cada caso. La no conformación del grupo de trabajo en torno a un área natural protegida fue el resultado de la imposición explícita de la Dirección Nacional de Recursos Naturales del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca, aduciendo que esa actividad invadía su jurisdicción. Fue también este organismo del gobierno central el que determinó la interrupción prematura del proyecto18. A pesar de este fin prematuro, en los tres grupos que funcionaron se lograron resultados satisfactorios, fundamentalmente en el avance en un diálogo fructífero entre actores que antes mantenían relaciones de enfrentamiento. En todos se alcanzaron algunos acuerdos fundamentales. En el caso del grupo liderado por la ACA se concretó un documento conjunto que fue difundido a través de la revista de la institución gremial. 6.4 Algunas lecciones: los motores y los frenos para una gestión participativa El proyecto permitió vivir un proceso de cambio que implicó un desplazamiento del centro de gravedad de los conflictos desde la defensa del patrimonio natural hacia la búsqueda de formas de desarrollo compatibles con la preservación de dicho patrimonio.19 El resultado más notable fue el cambio en el comportamiento de algunos actores claves. Las demandas de las ONGs y otras instituciones pasaron de la denuncia y la agitación a la formulación de propuestas fundamentadas y la búsqueda de puntos de 16 El marco conceptual del proyecto se inspira en trabajos de Dourojeanni, A. (1991) Procedimientos de gestión para el desarrollo sustentable (aplicados a municipios, microrregiones y cuencas). CEPAL, Santiago de Chile; Nelson, M. et al. (1992) Action research in resource management: the use of knowledge in decision-making systems. CIID, Montevideo; y Poggiese, H. (1994). Metodología FLACSO de planificación-gestión (planificación participativa y gestión asociada). FLACSO, Buenos Aires. 17 Comisión para la Electrificación de la Seccional Séptima Baja de Treinta y Tres. 18 El proyecto había sido formulado –y aprobado por las autoridades competentes nacionalespara ser ejecutado en tres años. La interrupción del mismo se produce cuando sólo había transcurrido un año del inicio. 19 Una interpretación análoga referida a otros procesos puede leerse en Viola, Eduardo (1992). “De la denuncia y concientización a la institucionalización y el desarrollo sustentable”. Nueva Sociedad, Nº 122. 10 acuerdo con otros interlocutores. Las organizaciones representativas de intereses empresariales –muy notoriamente la ACA- comenzaron a incluir los temas ambientales en sus pronunciamientos, y progresivamente no como un simple gesto sino como reflejo de un genuino cambio en su percepción de los problemas y como base para la toma de decisiones. Es en estos dos grupos de actores y en el gobierno local –la Intendencia Municipal de Treinta y Tres- donde pueden ubicarse los principales “motores” que dinamizaron y dieron contenido a la propuesta. ¿Dónde radicaron las principales resistencias? Notoriamente en dos niveles distintos: el más fuerte en los responsables políticos de algunos organismos del gobierno central de gran importancia (recalco: algunos) y, con menor fuerza, en algunos profesionales vinculados a la investigación y difusión de tecnología. 7 La participación implica compartir poder: el encuentro necesario La experiencia recién analizada permite concluir con una afirmación que ya fuera adelantada en el transcurso de la exposición: abrir espacios de participación implica ceder porciones de poder hasta ahora concentradas en ciertos actores. Este poder no necesariamente radica en la representatividad política. Refiere también a formas más sutiles pero no menos potentes: la información, el conocimiento, la tecnología. Estos aspectos, en un mundo como el actual son, en muchos casos, decisivos. Esto no implica adoptar una postura “basista” que no es capaz de reconocer el papel de las instituciones de representación política, de los organismos técnicos y de otro tipo que integran nuestra sociedad. Sino la necesidad de construir espacios de encuentro responsable y constructivo entre actores que provienen de “mundos” distintos. En ese sentido, resulta sugestivo cerrar esta exposición con una cita de la socióloga italiana María Fonte, y que compartimos plenamente: “las soluciones no provienen necesariamente de abajo, sino de la capacidad desde lo bajo y desde lo alto, de construir códigos de comunicación entre mundos sustancialmente diferentes”20. Muchas gracias. 20 Fonte, María (2000). Tradiciones y nuevos modelos de ruralidad en las regiones del Mediterráneo. CIEDUR, Montevideo, 7 p. (Serie Seminarios y Talleres Nº 115). 11 Dep. Legal Nº 321.880 / 01 Archivo: 06 / 01