La Oficina de Control de Reservas Territoriales (OCRET) OCRET: Es una oficina dependiente del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), que se encarga del Registro y Control de las áreas de Reserva del Estado. Misión: La Oficina de Control de Áreas de Reservas del Estado es la institución responsable de fomentar la regularización y adecuada administración de los bienes inmuebles que se ubican en las Áreas de Reserva Territoriales del Estado, por medio de otorgamiento de contratos de arrendamiento. Visión: Ser la entidad que brinda certeza Jurídica a los posesionarios de las áreas de Reservas Territoriales del Estado de Guatemala, para que tengan acceso a vivienda y recreación motivando la inversión Turística, Eco turística y Agropecuaria, Hidrobiológica, Científica y Comercial, mejorando así el nivel de vida de las familias Objetivos: Controlar, registrar y supervisar las Áreas de Reservas Territoriales del Estado de Guatemala. Implementar procedimientos modernos administrativos, jurídicos, técnicos y financieros por medio de la automatización tecnológica de cada uno de ellos; que permitan la agilización de las funciones que se realizan dentro de la Oficina. Fortalecer la Coordinación interinstitucional, consolidando la auto sostenibilidad financiera de la Oficina. Promover el desarrollo social en las comunidades, facilitando y propiciando la solución de conflictos de los arrendamientos. LA OCRET al igual que el resto de instituciones agrarias, tiene problemas en su origen mismo. Es en realidad un mandato constitucional, expresado en el artículo 122 que dice así: “El Estado se reserva el dominio de una faja terrestre de tres kilómetros a lo largo de los océanos, contados a partir de la línea superior de la mareas; de doscientos metros alrededor de las orillas de los lagos, de cien metros a cada lado de las riberas de los ríos navegables; de cincuenta metros alrededor de las fuentes y manantiales donde nazcan la aguas que surtan a las poblaciones. Se exceptúan de las expresadas reservas: a) los inmuebles situados en zonas urbanas; b) los bienes sobre los que existen derechos inscritos en el Registro de la Propiedad, con anterioridad al primero de marzo de mil novecientos cincuenta y seis. Los extranjeros necesitarán autorización del Ejecutivo, para adquirir en propiedad, inmuebles comprendidos en las excepciones de los dos incisos anteriores. Cuando se trate de propiedades declaradas como monumento nacional o cuando se ubique en conjuntos monumentales, el Estado tendrá derecho preferencial en toda enajenación.” Ante la falta de un Catastro Nacional plenamente coordinado con el Registro de la Propiedad, que debería ser la base para el funcionamiento de esta política de Estado plasmada en la Constitución, el artículo mismo es un tanto difuso. Ejemplo: cuando se dice “se reserva el dominio”, se asume que es el pleno dominio, por lo tanto, todas las reservas territoriales deberían figurar en los Registros de la Propiedad, tanto el de Quetzaltenango como el de Guatemala, a favor del Estado, teniendo como administrador a la OCRET. Ello solo se puede hacer con Catastro y coordinando con los registros. La ley sin embargo tiene una excepción que complica el qué hacer de esta política y su institución: sólo es válido actuar, en materia de pleno dominio, a partir del primero de marzo de 1956. Con los 49 años de vigencia de esta política pública se supone que se ha tenido tiempo de sobra para que se llevase el control de las reservas territoriales en total orden y rindiendo los frutos esperados al Estado. El artículo 1 de la Ley de OCRET, definición y ámbito de aplicación, señala, repitiendo en parte lo plasmado en el artículo constitucional: “Son áreas de reserva territorial del Estado de Guatemala, las áreas contenidas en la faja terrestre de tres kilómetros a lo largo de los océanos, contadas a partir de la línea superior de las mareas; de doscientos metros alrededor de las orillas de los lagos; de cien metros a cada lado de las riberas de los ríos navegables, de cincuenta metros alrededor de las fuentes y manantiales donde las aguas surten a las poblaciones. El ámbito de aplicación de la presente ley se extiende a todas las áreas territoriales establecidas en el artículo 122 de la constitución política de la república de Guatemala. Las áreas protegidas, establecidas como tales por otras leyes o las que se creen en el futuro y que se encuentren enclavadas dentro de las áreas territoriales del Estado, su administración competerá al ente rector de las mismas, creado por las leyes especiales que rigen la materia. Las áreas territoriales del Estado no se consideran tierras incultas u ociosas, cualquier que se su condición.” Este primer artículo le añade cierta complicación al artículo constitucional y lo hace más confuso. Queda claro, cual es el área de reserva territorial, ya sea propiedad privada o colectiva. Queda claro además que se refiere a aquellos inmuebles que en 1956 no tenían registro aún. Los que ya tenían registro, están fuera de esta política pública. Si todos los terrenos del Lago de Atitlán, no urbanos, tienen título inscrito a favor de particulares con inscripción anterior a 1956, OCRET no tiene ni puede hacer absolutamente nada. El otro caso sería la laguna de Lachuá en Quiché: es considerada sagrada por las comunidades indígenas de la zona y que han vivido en sus cercanías desde tiempos inmemoriales, es área protegida declarada por el Congreso, y al mismo tiempo el INAB vela por la administración del bosque Con las referencias catastrales de los registros públicos, es fácil asumir la variedad de problemas que puede enfrentar la institución para hacer cumplir la ley. El tema que más llama la atención es el referido a Áreas Protegidas. No contempladas en la Constitución pues ésta es de 1985 y el concepto de Áreas Protegidas nace en 1989. La ley habla que las Áreas Protegidas existentes (a 1997) o las que se creen en el futuro, y que se encuentren enclavadas dentro de las áreas territoriales se regirán por las leyes especiales de la materia. Esto a la postre podría ser alegado inconstitucional, pues las áreas protegidas no tienen rango constitucional. En todo caso, OCRET debería administrar las áreas protegidas dentro del perímetro que la propia constitución le otorga para darle sentido a la norma. No obstante, se pensó y aplicó en la práctica, de forma inversa. Así, por ejemplo, con este tipo de complicaciones de ley, se pueden generar una serie de confusiones. Una comunidad rural asentada en las riberas del lago de Izabal, por ejemplo, podría estar siendo atendida por la OCRET para garantizar la certeza jurídica de sus trabajaderos agrícolas. Sin embargo, en ese mismo momento se podría estar declarando una Área Protegida, en la misma zona, donde la comunidad se ubica en lo que la nueva ley quiere como zona núcleo, para protección del manatí para citar una justificación válida. En este caso, el único perjudicado del cruce de políticas públicas es la comunidad, convirtiéndose posteriormente en un conflicto agrario pues la comunidad está en pleno derecho de desconocer la acción confusa de la política pública y el Estado y decidir que no sale de la tierra que ya vienen ocupando desde hace muchos años, pero que ahora se les pide que abandonen, por ser política de CONAP, y se les considera “invasores”, que es un delito penal. El artículo 2 de la ley Decreto 126-97 dice: “El Organismo Ejecutivo por medio del Ministerio de Agricultura, Ganadería y alimentación, y a través de la Oficina de Control de Áreas de Reservas del Estado (OCRET), llevará el control por medio de los registros correspondientes, de las Áreas de Reservas Territoriales del Estado de Guatemala y ejecutará los programas y obras que sean necesarios para el mejor aprovechamiento y desarrollo de las mismas.” Como es de suponerse, esta indefinición de norma, ha dado como resultado una organización, igualmente sui-generis, dentro del MAGA, pero sin tener necesariamente relación con dicha institución. De acuerdo a la redacción de la norma, la OCRET puede ser dirigida directamente por el Ejecutivo, teniendo al MAGA únicamente como vehículo administrativo o bien por el MAGA, pero con una institución dentro de otra. Para una adecuada fiscalización de la entidad, el parlamentario debería en primer lugar escudriñar el verdadero sentido con que fue creada la institución y la política pública. Así, está claro que la OCRET tiene como función identificar, regularizar y entregar discrecionalmente las áreas territoriales para darlas en arrendamiento. A la par de la OCRET no existe ninguna política de promoción de zonas, protección de zonas, de turismo, de vivienda, etc. El Presupuesto para OCRET aprobado para el 2005 asciende a Q6.7 millones.