EL CLIMA AHORA* John Gribbin El cambio climático se ha convertido en un tema científico mayor en los años 90, con una preocupación creciente acerca de las perspectivas del calentamiento global según se avanza en el siglo XXI. ¿Pero qué es lo que está cambiando y cómo? Antes de que nosotros podamos comenzar a responder estas preguntas necesitamos saber cómo funciona el clima. La más simple definición del clima es el “tiempo promedio” (estado atmosférico) de una región. Algunas regiones experimentan casi la misma temperatura a través de todo el año, otras tienen veranos calientes e inviernos fríos; algunas regiones pueden experimentar lluvias en cualquier mes, mientras otras tienden a tener épocas secas bien definidas; y así por el estilo. La energía que produce todos estos patrones del tiempo proviene del Sol, y es absorbida por la Tierra principalmente en los trópicos, cerca del ecuador. Una parte de esta energía se distribuye entonces hacia latitudes más altas provocando la circulación de la atmósfera y los océanos. Estos patrones de circulación son fuertemente influidos por la distribución geográfica de las áreas terrestres y el mar, la inclinación del eje del planeta, y la forma en que éste gira sobre su eje. CIRCULACIÓN SIMPLE, LA TIERRA Y EL SOL. La tierra es un planeta aproximadamente esférico que gira alrededor del Sol una vez al año en una órbita elíptica a una distancia media de 150 millones de kilómetros. Aunque la órbita es ligeramente elíptica, y nosotros estamos un poco más cerca del Sol en algunos meses que en otros, esta no es la causa de las variaciones del tiempo en las diferentes épocas. Si fuera así, todo el globo terráqueo experimentaría el invierno a un mismo tiempo. De hecho, la * Tomado de NEW SCIENTIST aproximación más cercana al Sol -147 millones de kilómetros- ocurre en el invierno del hemisferio norte el 3 de enero. La mayor distancia al Sol -153 millones de kilómetros- ocurre el 3 de julio en el verano del hemisferio norte. Si nuestro planeta fuera una esfera uniforme, girando con su eje perpendicular a una línea que uniera el centro de la Tierra con el centro del Sol, experimentaría un patrón muy sencillo de circulación atmosférica. Este patrón idealizado es la base para entender la circulación real de la atmósfera. Y sirve para explicar la diferencia en el calentamiento solar entre los trópicos y los polos. Debido a que la curvatura de la tierra hace que la superficie del planeta tenga una declinación con respecto al Sol a cada lado del ecuador, la cantidad de energía solar que cae sobre un metro cuadrado de la superficie terrestre en el ecuador se dispersa sobre un área cada vez mayor a distancias sucesivamente mayores del ecuador. De esta manera las mayores latitudes son más frías que las pequeñas latitudes. Exactamente en la misma forma, el efecto del calentamiento del Sol es menor temprano en la mañana y en el atardecer (cuando sus rayos inciden sobre la tierra en ángulos agudos) que al mediodía, cuando el Sol está alto sobre nuestras cabezas. La energía solar que nos llega es visible principalmente por la longitud de ondas que no son absorbidas por la atmósfera de la Tierra. Cuando esta radiación calienta la superficie de la Tierra, ésta a su vez irradia energía, pero a mayor longitud de ondas, principalmente infrarrojas. Mucha de esta energía es absorbida en la atmósfera baja, la que se calienta como resultado –para el llamado “efecto invernadero”. Esto inicia la convección. AIRE CALIENTE PARA FRÍO, LA CÉLULA HADLEY. El aire caliente elevándose cerca del ecuador se enfría y asciende a grandes altitudes antes de descender de nuevo en los subtrópicos alrededor de los 30 grados de latitud, a ambos lados del ecuador. Los vientos a bajas altitudes 2 empujan el aire hacia el ecuador para reemplazar el que se eleva, completando un patrón de circulación a cada lado conocido como la célula Hadley, nombrada después del siglo XVIII por el pionero británico de la meteorología, George Hadley. Hacia los polos la región dominada por la circulación del tipo Hadley, el patrón de la convección atmosférica es más complicado, pero como una guía aproximada se puede pensar como si fueran dos células adicionales en cada hemisferio. En resumen, el aire caliente es transferido hacia los polos, y es reemplazado por aire frío que se mueve hacia el ecuador. El aire ascendente está asociado con baja presión en la superficie, y produce lluvia según se enfría; el aire descendente está asociado con alta presión en la superficie, y es seco. Esta imagen simple de la circulación atmosférica puede explicar las características generales del clima, tales como el calor, la humedad de los trópicos y las regiones desérticas. Pero aun en esta imagen idealizada, los vientos a bajas altitud no soplan norte-sur debido a la rotación de la Tierra. Cada punto de la superficie de la Tierra completa una rotación cada 24 horas. Cerca de los polos, esto representa describir un pequeño círculo a una velocidad lineal muy baja. Pero en el ecuador alcanza una velocidad de 470 metros por segundo –y a una latitud de 60 grados la velocidad es de 224 metros por segundo, siempre del oeste al este. El aire que se origina cerca del ecuador, y es llevado en dirección a los polos por la convección conlleva un impulso adicional de la alta velocidad oeste-este con la que se ha originado. Y cuando regresa a la superficie, se mueve hacia más hacia el este de lo que debería en esa latitud. Así los vientos soplando en dirección a los polos desde la región ecuatorial son desviados hacia el este. Esto explica por qué el patrón prevaleciente del tiempo en la latitud de Gran Bretaña a Nueva Zelandia, fluye desde el oeste. Para una persona en la superficie de la Tierra es como si allí hubiera una fuerza, conocida como fuerza Cariolis, empujando los vientos del oeste hacia 3 el este y que se incrementa según los vientos se alejan del ecuador. Como la fuerza centrífuga, el efecto es perfectamente real para cualquiera dentro del “marco de referencia” rotatorio, pero como es enteramente provocada por la rotación, la fuerza Cariolis a veces denominada, erróneamente, una fuerza “ficticia”. De forma similar el aire que regresa a bajo nivel hacia el ecuador es influenciado con la velocidad lineal asociada con la rotación a más altas latitudes. En efecto, estos vientos prevalecientes –los vientos alisios- son influenciados por la superficie de la rotación de la tierra según se mueven hacia menores latitudes, de manera que, en lugar de soplar en ángulos rectos con el ecuador, soplan diagonalmente hacia el oeste. El ecuador hacia donde soplan, sin embargo, es el ecuador meteorológico, en donde el Sol está directamente arriba al mediodía. La latitud donde esto ocurre cambia durante el año, causando variaciones según la época. La región entre sus extremos norte y sur es denominada zona de convergencia intertropical (ITCZ). Ella surge porque la Tierra está inclinada 23.5º con la perpendicular en su órbita alrededor del Sol. El hemisferio que está inclinado hacia el Sol es calentado más intensamente tanto porque el Sol se eleva más alto en el cielo como porque el Sol se mantiene sobre el horizonte por más de 12 horas cada día. En el hemisferio opuesto, el Sol del mediodía está más bajo en el horizonte en las latitudes similares, y la noche dura más de 12 horas. Como la Tierra mantiene su orientación en el espacio según orbita alrededor del Sol, los hemisferios del norte y el sur experimentan cada uno rotativamente el invierno y el verano. Entre la latitud de 23.5º N (el Trópico de Cáncer) y la latitud 23.5º S (el Trópico de Capricornio) el Sol estará directamente sobre nuestras cabezas al mediodía por lo menos un día en el año. Esto nunca sucede fuera de los trópicos. El Sol está sobre la cabeza en el Trópico de Cáncer al mediodía del 22-23 de junio cada año y en el Trópico de Capricornio el 22-23 de diciembre. 4 A la mitad del tiempo entre estas dos fechas el Sol del mediodía está sobre la cabeza en el ecuador y el planeta experimenta 12 horas de día y 12 horas de noche. El patrón de la circulación atmosférica se tiene que ajustar constantemente a los cambios resultantes en la distribución de energía sobre el planeta. (Las mayores fajas de viento cambian con la migración del ITCZ). Otras complicaciones del patrón simple de circulación son causadas por la presencia de montañas que desvían los vientos a baja altura. Las diferentes vías en que los océanos, las áreas terrestres y los casquetes polares responden a la influencia calórica del Sol también tienen que ser tenidas en cuenta. Pero la mayor influencia en el clima es la circulación en los océanos. TODO EN EL MAR, CORRIENTES GIRATORIAS. Las grandes corrientes en la superficie del océano son generadas por la influencia de los vientos predominantes, que soplan permanentemente sobre el mar. Al igual que la circulación atmosférica, ellas son influenciadas por la rotación de la Tierra; pero a diferencia de los vientos la corrientes marinas son incapaces de atravesar las masas terrestres. Así el patrón dominante de las corrientes superficiales en el océano es aproximadamente circular, o giro, en cada una de las grandes cuencas oceánicas. El movimiento de estas corrientes es en el sentido de las agujas del reloj en el hemisferio norte y al contrario en el sur. La excepción principal de este patrón es la corriente circumpolar que fluye alrededor de la Antártica del oeste al este. No hay una corriente equivalente en el hemisferio norte debido a las masas terrestres que se interponen. Dentro de la circulación de los giros, el agua se acumula en un domo, por ejemplo en el Mar de los Sargazos el nivel del mar es alrededor de un metro más alto que en la costa más cercana. Con el efecto de la rotación de la Tierra es como si hubiera una fuerza empujándolo todo hacia el oeste en la cuenca oceánica, y esto hace subir el agua al oeste de las cuencas oceánicas, así en el Caribe, por ejemplo nivel es ligeramente mayor que en el lado del Pacífico 5 del Canal de Panamá. Como el agua moviéndose en un cubo, según la Tierra rota del oeste al este el agua se acumula en la “parte de atrás” de las cuencas oceánicas. Este efecto presiona los giros contra el lado occidental de las cuencas oceánicas, produciendo corrientes estrechas y rápidas tales como la Corriente del Golfo. Por contraste, el flujo de retorno desde el lado este de las cuencas es más lento y más difuso. En particular, la Corriente del Golfo transporta calor muy eficientemente en dirección al norte y después hacia el este a través del norte del océano Atlántico. Esto hace que las Islas Británicas tengan inviernos más moderados que la mayoría de las regiones en similares latitudes, tales como al sur de Argentina. Otras corrientes oceánicas son menos estables que la Corriente del Golfo. La circulación atmosférica-oceánica sobre la cuenca del Pacífico parece ser capaz de existir en cualquiera de los dos estados, uno en el oeste con la superficie del agua caliente y al este con el agua superficial fría, y otra con el patrón inverso. En cada caso, la región caliente de la superficie oceánica produce un patrón de convección con vientos soplando hacia la región caliente desde el otro lado del océano. Estos vientos empujan la superficie caliente del mar hacia la región caliente, dejando subir el agua profunda más fría y manteniendo el patrón. Pero, por razones que todavía no son completamente entendidas, de tiempo en tiempo el patrón se interrumpe y se invierte. Esto trae cambios pronunciados del tiempo en regiones tan lejanas como Australia y América del Sur. El fenómeno local de un calentamiento de la superficie oceánica cerca de América del Sur es llamado El Niño; y está relacionado con un cambio total del patrón, lo que ocurre aproximadamente cada dos años, y es denominado la Oscilación Sureña. Hay alguna evidencia de que la Oscilación Sureña influye sobre el tiempo a escala global, incluyendo en la intensidad de los monzones africanos. 6 EN LAS PROFUNDIDADES, LA CORREA TRANSPORTADORA OCEÁNICA. Adicionalmente a la influencia de las corrientes superficiales, el océano lo hace también sobre el clima a través de su propio patrón de convección. Al igual que la atmósfera, el océano se calienta en la superficie, pero la superficie de la Tierra está en el fondo de la atmósfera, y la superficie del océano está arriba. Así el agua que es calentada por el Sol en los trópicos está ya en la superficie del océano, y no se puede elevar más por la convección. En su lugar, la convección oceánica mueve las aguas de las regiones polares, que son frías y salinas, y las hunde a las profundidades dirigiéndolas hacia el ecuador. El agua más densa se forma en la región cerca de la Antártica. Allí, el agua de mar se congela para formar hielo a una temperatura aproximada de -1.9 grados Celsius; el hielo es agua dulce, de manera que el agua de mar que queda es más salobre y por lo tanto más densa. Ella fluye hacia debajo de la plataforma continental para formar una gran corriente conocida como el Agua del Fondo Antártico. Esta agua fría y densa corre alrededor de la Antártica a una profundidad de cerca de 4 km, y extiende ramas hacia las cuencas profundas de los océanos Atlántico, Pacífico e Indico. Estas corrientes profundas y frías entonces se unen en una red de corrientes que conducen agua alrededor del mundo. El señor Wallace Broecker, del Lamont-Doherty Geological Observatory, en Nueva York, imagina este sistema como una “correa transportadora oceánica”, que trabaja en beneficio del Atlántico del Norte. Las corrientes superficiales que traen agua caliente al Atlántico del Norte pueden ser seguidas en toda su ruta hasta los océanos Pacífico e Indico. El agua pierde su calor con los vientos fríos que soplan en el Atlántico del Norte desde Canadá, y se hunden, iniciando la convección invertida del sistema de corrientes oceánicas profundas. La cantidad de calor que pierden es cerca de un tercio al máximo, cada año, según la región recibe el calor solar; esto principalmente beneficia a Europa, la cual se encuentra geográficamente más abajo en el océano. Las corrientes frías y profundas entonces llevan la circulación de regreso a los 7 océanos Pacífico e Índico, donde el agua se eleva de nuevo (empujada por el flujo creado) y se calienta según comienza el largo viaje de regreso hacia el Atlántico del Norte. El patrón se mantiene por la salinidad. Como la correa transportadora coopera en esta vía, el norte del Atlántico es más caliente que el norte del Pacífico, de manera que hay proporcionalmente mayor evaporación allí. El agua que queda de la evaporación tiene una mayor concentración de sal de manera que es más densa, lo que la ayuda a sumergirse. El flujo resultante, frío y profundo, se inicia como la Corriente de Agua Profunda del Norte del Atlántico, un “río” oceánico, que lleva un flujo de agua mayor que todos los ríos del mundo juntos. Eventualmente, lleva sal hacia el Pacífico donde se diluye, reduciendo la densidad del agua del flujo. El patrón total es autosustentable. Más aun, el patrón será igualmente autoestabilizador si la correa transportadora fuera a moverse en dirección contraria, calentando el Pacífico del Norte en lugar del Atlántico del Norte. Pero si la correa se detuviera, las tierras en el norte del Atlántico serían cerca de 6º C más fría alrededor. Los climatólogos han encontrado evidencia de repentinos cambios en el clima durante las últimas etapas de la Edad del Hielo más reciente, la cual finalizó hace cerca de 15 mil años. Hubo varias fluctuaciones de temperatura alrededor del Atlántico del Norte, y el último período frío de la Edad de Hielo, conocido como Younger Dryas, terminó hace 10 720 años. El norte de Groenlandia registró entonces una elevación de la temperatura de 7º C, pero la misma región también elevó su temperatura en 4º C durante 1920s. Hay una sugerencia –no más que una sugerencia por el momento- que tales cambios breves de una situación estable a otra pueden estar asociadas con cambios en el sentido de la correa de transmisión oceánica, como la Oscilación Sureña, pero a una mucho mayor escala y el señor Broecker ha expresado preocupación porque tal cambio rápido pueda suceder de nuevo, quizás como resultado de la intervención humana con el sistema natural del clima 8 sumándose a la dimensión de los efectos de los gases de invernadero en la atmósfera. MANTENIÉNDOSE FRÍO: LA EDAD DE HIELO. EFECTOS DEL DESPLAZAMIENTO CONTINENTAL. La tercera característica física que determina el clima, después de la circulación del aire y el mar, es la geografía del globo terrestre. Exagerando este punto un poco, es posible hablar acerca de la “circulación” de la Tierra, tal como la del aire y el mar, ya que la geografía no es fija sino que cambia según los continentes se mueven sobre la superficie de la Tierra por los efectos de las placas tectónicas. La influencia clave de la Tierra sobre el clima global es su papel obstruyendo el flujo del agua hacia los polos. A través de la mayor parte de la historia de la Tierra, el agua de los trópicos ha sido capaz de penetrar las latitudes polares, incluso manteniendo a las regiones polares libres de hielo. Pero la cubierta del hielo polar en el clima actual es un buen reflejo de la energía solar que se recibe. Albedo, una medida del poder reflector de una superficie, es cerca de 80% en la capa de hielo polar comparada con el 40% de la Tierra en su totalidad. Parcialmente por esto, y parcialmente porque la cubierta de hielo actúa como una tapa aislante sobre el agua caliente debajo, remover la capa de hielo ártica tendría un impacto dramático sobre el clima. Hermann Flohn, que trabaja para el International Institute for Applied Sistems Analisis, en Austria, sugiere que para derretir el hielo Ártico sería necesario calentar el mundo 4º C. Este aumento en la temperatura en los bordes de la capa de hielo flotante la haría derretirse, poniendo en exposición más aguas oscuras las cuales podrían absorber mayor energía solar y acelerar el derretido, hasta que todo el hielo hubiese desaparecido. La temperatura media del aire sobre el Ártico hoy es cerca de -34º C. Pero, dice Flohn, que removiendo la cubierta de hielo –inicialmente por el calentamiento de solo 4º Cse incrementaría la temperatura del aire superficial en invierno sobre el Ártico a más de +4º C, una elevación de 38º C comparado con la situación actual. 9 Las edades del hielo han sido raras en la Tierra durante su historia de 4-5 billones de años. La Tierra se ha desplazado solamente en raras ocasiones en uno u otro de los polos, cerrando el flujo de agua caliente desde los trópicos y creando una base sobre la cual la nieve que cae pueda amontonarse para convertirse en láminas de hielo. La Antártica provee hoy el arquetipo para un evento geográfico tan raro. El enfriamiento y congelamiento de la Antártica, asociados coincidentemente con cambios en las corrientes oceánicas, comenzó hace cerca de 40 millones de años, y la gran capa de hielo de la Antártica se ha formado hace 15 millones de años. Pero es mucho más difícil crear las condiciones requeridas para congelar el océano en el polo, y las capas flotantes de hielo como las del Océano Ártico hoy son mucho más raras que continentes glaciales. Hace 3 millones de años, el océano Ártico estaba libre de hielo. La “permanente” capa de hielo norteña que luce tan natural para nosotros puede haber aparecido tan recientemente como entre 3 y 5 millones de años, según la parte norte de los continentes se posicionaban alrededor del mar polar, cerrando la corriente de agua caliente hacia el norte. El patrón del clima que ha existido en los pasados pocos millones de años, con hielo en ambos polos puede que nunca haya ocurrido antes. Como resultado, la Tierra estaba en estado congelado, una Edad de Hielo, por cerca de 3 millones de años. Durante esa Época de Hielo, los glaciares han avanzado repetidamente según la Edad de Hielo se ha desarrollado y se han retirado ligeramente durante los intervalos más cálidos, conocidos como interglaciales. Estas variaciones cíclicas del clima están ligadas con cambios regulares en la órbita geométrica de la Tierra, que modifican el balance del calentamiento solar entre las épocas. En términos redondos, cada Edad de Hielo dura cerca de 100 mil años y cada intervalo interglacial se mantiene por cerca de 15 mil años. Nosotros vivimos en un interglacial que comenzó hace cerca de 15 mil años. 10 Gráfico página 1. Pie del gráfico. Las fuerzas principales que controlan los vientos y las corrientes oceánicas son radiaciones solares, la rotación del planeta y la distribución de la Tierra. Pág. 2. Gráfico superior. La fuerza Coriolis, creada por la rotación de la Tierra, actúa para hacer girar las corrientes del viento y el océano hacia el este en el hemisferio norte y hacia el oeste en el hemisferio sur. Las células Hatley formadas por las corrientes de convección ascendente resultan absorbidas dentro de este sistema. Gráfico inferior. La radiación solar es absorbida o redirigida en varias vías (las cifras son porcientos). Pág. 4 Pies de gráfico. La correa transportadora oceánica es impulsada por las frías aguas polares que se sumergen en un sistema de convección invertido que empuja el agua profunda del océano hacia mares más calientes, y después hacia climas fríos. Los cambios en la temperatura y densidad de las aguas saladas son el combustible del “motor”. 11