¿ Qué es la capa de Ozono ? La vida en la Tierra ha sido protegida durante millares de años por una capa de veneno vital en la atmósfera. Esta capa, compuesta de ozono, sirve de escudo para proteger a la Tierra contra las dañinas radiaciones ultravioleta del Sol. Hasta donde se sabe, es exclusiva de nuestro planeta. Si desapareciera, la luz ultravioleta del Sol esterilizaría la superficie del globo y aniquilaría toda la vida terrestre. El ozono es una forma de oxígeno cuya molécula tiene tres átomos, en vez de los dos del oxígeno común. El tercer átomo hace que sea venenoso, mortal, si se aspira una pequeña porción de esta sustancia por un período corto. El ozono es un gas inestable y puede ser destruido por los compuestos naturales que contienen nitrógeno, cloro e hidrógeno. Cerca de la superficie de la Tierra (la tropósfera), el ozono es un contaminante que causa muchos problemas; forma parte del smog foto-químico y del coctel de contaminantes que se conoce popularmente como la lluvia ácida. Pero en la seguridad de la estratósfera, de 15 a 50 km sobre la superficie, el gas azulado y de olor fuerte es tan importante para la vida como el propio oxígeno. Un escudo Por medio de procesos atmosféricos naturales, las moléculas de ozono se crean y se destruyen continuamente. Las radiaciones ultravioleta del Sol descomponen las moléculas de oxígeno en átomos que entonces se combinan con otras moléculas de oxígeno para formar el ozono. Éste, forma un frágil escudo, en apariencia inmaterial pero muy eficaz. Está tan esparcido por los 35 km de espesor de la estratósfera que si se lo comprimiera formaría una capa en la superficie de la tierra del espesor de la suela de un zapato. La concentración del ozono estratosférico varía con la altura, pero nunca es más de una cien milésima parte de la atmósfera en que se encuentra. Sin embargo, este filtro tan delgado es suficiente para bloquear casi todas las dañinas radiaciones ultravioleta del Sol. Cuanto menor es la longitud de onda de la luz ultravioleta, más daño puede causar a la vida, pero también es más fácilmente absorbida por la capa de ozono. La radiación ultravioleta de menor longitud de onda, conocida como UVC, es letal para todas las formas de vida y es bloqueada casi por completo. La radiación UVA, de mayor longitud, es relativamente inofensiva y pasa casi en su totalidad a través de la capa. Entre las dos está la UVB, menos letal que la UVC, pero peligrosa; la capa de ozono la absorbe en su mayor parte. Cualquier daño a la capa de ozono aumentará la radiación UVB. Sin embargo, esta radiación está también limitada por el ozono troposférico, los aerosoles y las nubes. El aumento de la contaminación del aire en las últimas décadas ha ocultado cualquier incremento de la radiación, pero ésta salvaguardia podría desaparecer si los esfuerzos para limpiar la atmósfera tienen éxito. Se han observado aumentos bien definidos de la radiación UVB en zonas que experimentan períodos de intensa destrucción del ozono. EL AGUEJERO DE LA ANTARTIDA Cada año, durante la primavera del Hemisferio Sur (septiembre a noviembre), el nivel de ozono disminuye en la Antártica por acción del cloro y del bromo presentes en la estratósfera. Esto es lo que conocemos comúnmente como el agujero en la capa de ozono. A pesar de que el 90% de las emisiones se hacen desde países del Hemisferio Norte, el agujero se observa en el Polo Sur, debido a que gran parte de estos gases se desplazan hasta la Antártica por efecto de los vientos. Además, las condiciones meteorológicas exclusivas de la zona favorecen la creación del agujero, ya que durante el invierno se crea una masa aislada de aire muy frío con nubes de -80ºC que retienen el cloro y el bromo. Con el retorno de la primavera al descongelarse las nubes, se liberan estos elementos para reaccionar con el ozono. En octubre de 1998 las mediciones indicaron que el agujero era tan grande como el continente africano, alcanzando el sur de Chile y Argentina. En esta misma fecha, el agotamiento de la capa de ozono en la Antártica fue el mayor jamás observado en esa época del año cubriendo un área de más de 25 millones de Km2 comparada con la media tradicional de 20 millones registrada en años anteriores y superior a los valores máximos de 22 millones de Km2 de 1993. Entre los 15 ylos 22 Km de altitud, la pérdida de ozono alcanzó el 80 por ciento; sin embargo esta medida permanecio estable en comparación con el año anterior. Las evaluaciones de la capa de ozono en los puestos de observación Marambio, Neumayer y Syowa, determinaron niveles de ozono por debajo del 25%, más bajos que los del mismo período en 1997. Nadie sabe cuales serán las consecuencias del agujero en la capa de ozono, pero la investigación científica exhaustiva no ha dejado dudas en cuanto a la responsabilidad de los CFC. Los CFCs son la causa del ejemplo más dramático del desgaste de la capa de ozono. Cada primavera se abre un agujero en la capa de ozono sobre la Antártida. De una anchura equivalente a la altura del monte Everest, su descubrimiento sorprendió a todo el mundo, incluidos los científicos que lo encontraron. En octubre de 1982, el Dr. Joe Farman e investigadores del Equipo Británico de Investigación Antártica estaban realizando mediciones rutinarias en la base científica de la Bahía Halley cuando descubrieron que una gran parte del ozono que debía existir sobre ellos parecía haberse desvanecido. Una pérdida de ozono de tal magnitud era algo totalmente imprevista. Las mediciones de la capa de ozono publicadas, obtenidas por el satélite meteorológico norteamericano Nimbus 7, no mostraban trazas de nada semejante y parecían negar su descubrimiento. Farman pensó que sus instrumentos, muy trabajados, podrían ser los culpables, por lo que él y sus colegas regresaron con equipos nuevos en la misma época del año en 1983 y 1984, encontrando aún menos ozono. Publicaron su descubrimiento en la revista científica NATURE, causando sensación. Los científicos de la NASA reexaminaron los datos del Nimbus 7. Descubrieron que el satélite, de hecho, había apreciado este mismo fenómeno, pero que los ordenadores de la NASA habían sido programados para rechazarlo como falso. Afortunadamente los datos descartados se habían conservado y, una vez recuperados, confirmaron las observaciones hechas con los viejos instrumento del Dr. Farman. A lo largo de los siguientes años el agujero fue en aumento, lo mismo que el esfuerzo de los científicos por descubrir cuales eran las causas. El 5 de octubre de 1987 la cantidad total de ozono sobre la Bahía Halley era menos de la mitad de la existente en los años anteriores a la aparición del fenómeno. En las zonas más afectadas, a una altura entre los 15 y 20 km, había desaparecido un 90%. Al mismo tiempo, 150 científicos pertenecientes a 19 organizaciones se reunieron en Punta Arenas, Chile, la ciudad más meridional del mundo, para organizar una operación cuyo fin era determinar las causas del fenómeno. Recorrieron 175.000 km en dos aviones repletos de instrumentos, penetrando en e área del agujero de la capa de ozono, realizando medicio0nes que probaron más allá de toda duda razonable que los CFCs eran los responsables. En cuatro o cinco años a partir de 1991, el agujero en la capa de ozono alcanzará su mayor dimensión. En 1991 tenía un tamaño 13 veces mayor que 10 años antes. A comienzos de 1992 hubo informes alarmantes sobre ceguera en peces, conejos y ovejas en el sur de Chile. Los médicos de la región informaron del incremento en el número de pacientes con alergias y enfermedades en la piel y en los ojos. El daño en la capa de ozono ha aumentado en el hemisferio norte, donde viven el mayor número de personas. Entre 1979 y1990, la cantidad de ozono sobre las latitudes entre los 30º y 50º N en primavera se había reducido en un 8%, dos veces la cifra esperada por los científicos. El programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente calcula que por cada pérdida del 1% de ozono se producen 50.000 casos de cáncer de piel y 100.000 casos de ceguera por cataratas en el mundo. En febrero de 1992, los científicos avisaron del peligro de que se abriera un agujero en la capa de ozono del hemisferio norte, pues las sustancias arrojadas por el volcán de Filipinas estaban agravando los efectos de los CFCs y de otros agentes químicos destructores del ozono. Un invierno inusualmente cálido ayudo a limitar el daño entre un 10 y 15 %, pero el Dr. Farman informó que la capa de ozono, sobre las áreas más pobladas, probablemente se reduzca entre un 20 y un 30% hasta el año 2000. Todos estos datos científicos han alimentado una creciente determinación a nivel internacional de suprimir progresivamente el uso de productos químicos dañinos para la capa de ozono. El Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente lleva trabajando en este tema desde 1975, poco después de que dos investigadores californianos sugirieran que los CFCs dañaban la capa de ozono. Pero avances a escala internacional resultaron dolorosamente lentos. Por fin, en 1985, el PNUMA logró un acuerdo en el Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono. Los objetivos del acuerdo se concentran especialmente en la investigación y el intercambio de información y no plantean ninguna medida específica para proteger el ozono. Agotamiento en el Hemisferio Norte Las observaciones de la destrucción de la capa de ozono en el Hemisferio Norte, no son menos inquietantes que en la región Antártica. Si bien no hay agujero en el Ártico debido a ciertos factores meteorológicos, en enero de 1993 la cantidad de ozono de todo el Hemisferio Norte sobre la franja que va de los 45º a los 65º de latitud Norte había disminuido entre el 12% y el 15%, durante casi todo el mes de febrero de 1993, los niveles sobre América del Norte y muchas partes de Europa estuvieron un 20% por debajo de lo normal. Ultimas evaluaciones de la capa Hasta el año 1997 las concentraciones de ozono continuaban en descenso, pero la más reciente observación de la pasada primavera de 1998 determinó que la disminución de la capa de ozono había permanecido estable con respecta al año anterior. El descenso general de los niveles de ozono es alrededor de 3% cada diez años. La disminución de ozono fue mayor en los años 80 que en los 70. La disminución de los niveles de ozono en la estratósfera inferior (15 a 23 Km sobre la superficie de la Tierra) asciende en un 10% cada diez años. En algunos lugares se ha observado un aumento en la radiación UV-B conjuntamente con disminuciones de ozono (más del 1% de aumento de UV-B por cada disminución porcentual del ozono). Los incidentes como las erupciones volcánicas aumentan la pérdida de ozono al intensificar los efectos CFC. Cualquier aumento de la radiación UV-B que llegue hasta la superficie de la Tierra tiene el potencial para provocar daños al medio ambiente y a la vida terrestre. El Hombre La exposición excesiva del hombre a la radiación UV-B y la capacidad de esta para disminuir las defensas inmunológicas, significarán altas tasas de cáncer en la piel. Los resultados indican que los tipos más comunes y menos peligrosos de cáncer de piel, no melanomas, son causados por las radiaciones UV-A. Sin embargo, este cáncer aunque es de los menos peligrosos, puede llegar a ser mortal. Se calcula que para el año 2000 la pérdida de la capa de ozono será del 5 al 10% para las latitudes medias durante el verano. Según los datos actuales una disminución constante del 10% conduciría a un aumento del 26% en la incidencia del cáncer de la piel. Las últimas pruebas indican que la radiación UV-B es causa de melanomas más raros pero malignos y virulentos. La gente de piel blanca que tiene pocos pigmentos protectores, es la más susceptible al cáncer cutáneo, aunque todos están expuestos al peligro. Un agotamiento del 5% en la capa de ozono podría significar un aumento de 240.000 casos de cáncer no melanoma en el mundo. La Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos concluyó que una disminución del 1% en el ozono estratosférico podría significar un 2% de aumento en los casos de cáncer melanoma maligno en la población del mundo. El aumento de la radiación UV-B también provocará un aumento de los males oculares tales como las cataratas, la deformación del cristalino y la presbicia. Se espera un aumento considerable de las cataratas, causa principal de la ceguera en todo el mundo. Una reducción del 11% de ozono puede provocar entre 100.000 y 150.000 casos adicionales de ceguera causada por cataratas. Las cataratas son causa de ceguera en 12 a 15 millones de personas en todo el mundo y causa problemas de visión a otras 18 a 30 millones. La radiación UV-C es más dañina que la UV-B causando ceguera por el reflejo de la nieve, pero es menos dañina como causante de ceguera por cataratas. La exposición a una mayor radiación UV-B podría suprimir la eficiencia del sistema inmunológico del cuerpo humano. Las investigaciónes confirman que la radiación UV-B tiene un profundo efecto sobre el sistema inmunológico, cuyos cambios podrían aumentar los casos de enfermedades infecciosas con la posible reducción de la eficiencia de los programas de inmunización. La inmunosupresión por la radiación UV-B ocurre independientemente de la pigmentación de la piel humana. Tales efectos exacerbarían los problemas de salud de muchos países en desarrollo. Las Plantas Casi la mitad de las plantas jóvenes de las variedades de coníferas con las que se experimentó fue perjudicada, limitando su crecimiento (por ejemplo el centeno, el maíz y el girasol). Sin embargo, es difícil hacer predicciones cuantitativas ya que entran en juego otros factores ambientales. El aumento de la radiación UV-B además provocaría cambios en la composición química de varias especies de plantas, cuyo resultado sería una disminución de las cosechas y perjuicios a Ios bosques. Dos tercios de las plantas de cultivo y otras sometidas a pruebas de tolerancia de la luz ultravioleta demostraron ser sensibles a ella. Entre las más vulnerables se incluyeron las de la familia de los guisantes y las habichuelas, los melones, la mostaza y las coles; se determinó también que el aumento de la radiación UV-B disminuye la calidad de ciertas variedades del tomate, la patata, la remolacha azucarera y la soya. La producción de arroz también disminuye con la acción de la radiación UV-B, ya que ésta afecta a los microorganismos que fijan el nitrógeno en el agua que la planta absorbe. Ésta disminución de nitrógeno se puede compensar con fertilizantes artificiales, pero no todos los países están en capacidad de hacer este gasto. Los Ríos y Mares La radiación UV-B afecta la vida submarina provocando daños hasta 20 metros de profundidad en aguas claras. Es muy perjudicial para el plancton, las larvas de peces, los cangrejos, los camarones y otros organismos pequeños, al igual que para las plantas acuáticas. Puesto que todos estos organismos forman parte de la cadena alimenticia marina, su disminución puede ocasionar asimismo una reducción en el número de peces. El fitoplancton produce anualmente más de la mitad de la biomasa del planeta. Un aumento en la radiación UV-B reduciría la cantidad de fitoplancton. Esto despojaría a los océanos no sólo de alimento si no de su potencial como colectores de dióxido de carbono, contribuyendo así a un aumento del gas en la atmósfera y al consecuente calentamiento global. El zooplancton, segundo paso de la cadena alimenticia marina, disminuiría en la superficie del agua a la mitad en cinco días, por una disminución del 15% en la capa de ozono. Una disminución del 16% en la capa de ozono mataría en la costa pacífica norteamericana el 50% de las larvas de anchoas en 2 días y el 100% de las mismas en 12 días. Esta misma disminución causaría una caída del 7% en la producción mundial de pescado, lo que significa 6 millones de toneladas anuales. Más del 30% de la proteína animal consumida por el hombre viene del mar y en muchos países el porcentaje es significativamente superior. Los países que dependen del pescado como una importante fuente alimenticia podrían sufrir graves consecuencias. Contaminación Ambiental La destrucción del ozono estratosférico, agravaría la contaminación fotoquímica en la tropósfera y aumentaría el ozono cerca de la superficie de la Tierra donde no se lo desea. La contaminación fotoquímica ocurrirá principalmente en las ciudades donde los gases de escape de los vehículosy las emisiomes industriales tienen su mayor concentración. La radiación UV-B estimula la reactividad química de estos contaminantes facilitando la formación de nuevas sustancias, como el radical hidróxido (OH-), que es el responsable de iniciar las reacciones que producen ozono troposférico. Además la radiación UV-B estimula la formación de peróxido de hidrógeno y ácidos como el sulfhídrico, que contribuyen a la lluvia ácida. En zonas urbanas una disminución 10% del ozono estratósferico, aumentaría del 10 al 25% el ozono troposférico. En zonas rurales de latitudes medias, un 20% de disminución en el ozono estratosférico, aumentaría el ozono troposférico en un 10%. Daños en Materiales Los materiales utilizados en la construcción, las pinturas, los envases y muchos otros materiales como el caucho, el papel y los textiles son degradados por la radiación UV-B. Los plásticos expuestos al aire libre como los usados en invernaderos, son los más afectados y el daño es grave en las regiones tropicales, en donde la degradación se intensifica por las temperaturas y los niveles de luz solar más elevados. Los marcos de las puertas y ventanas, las tuberías y los acabados de las construcciones hechos en PVC se degradarán más rápidamente, al igual que los parachoques de los vehículos hechos de poliuretano y polipropileno. Las redes de pesca de nylon, polietileno y polipropileno, así como los revestimientos de ciertas embarcaciones se deteriorarán con mayor rapidez. La industria del empaque también se verá afectada. ¿ Qué podemos hacer ? Las siguientes son algunas cosas sencillas que USTED puede hacer para proteger la capa de ozono: - Si compra aerosoles, fíjese que entre sus ingredientes no esté el gas clorofluorocarbono (CFC). - Si quiere comprar nevera, asegúrese de que ésta no contenga sustancias dañinas para la capa de ozono (CFC). - Para hacerle mantenimiento a su vieja nevera, no busque cualquier técnico. Solocite los servicios de técnicos reconocidos con el carné de la UTO, que estén entrenados para hacerlo con el menor impacto posible en el ambiente. - Asegúrese de que el mantenimiento del aire acondicionado de su vehículo, se haga en un taller que tenga máquinas de recuperación y reciclaje de CFC-12, si su aire acondicionado tiene este sistema. - Evite en lo posible, consumir alimentos empacados en cajas hechas con espumas de poliestireno que hayan sido fabricadas con CFC (con ellas fabrican buena parte de bandejas de comidas rápidas y cajas para hamburguesas, entre otras cosas). Actualmente ya existen estos productos, elaborados con tecnologías no perjudiciales para la capa de ozono. Busque la Constancia UTO. - Averigüe qué productos químicos, se manejan en los cultivos aledaños a su vereda o ciudad. Si usan Bromuro de Metilo denuncie!. - Cuando compre un extintor para su vehículo o residencia, fíjese que no contenga Halones (sustancias nocivas para la capa de ozono). - Cuando quiera comprar alguno de los productos que puedan contener sustancias dañinas para la capa de ozono, busque siempre la Constancia UTO, ella le dará la seguridad de no equivocarse. Algunos consejos saludables - Utilice cremas solares con factores de protección altos. Recuerde que ello no impide que usted se vuelva inmune a los rayos UV. - Evite exponerse al Sol entre las 11:00 y las 15:00 horas, este período de tiempo es donde los rayos UV son más intensos. - Cuando se exponga durante largos períodos de tiempo al Sol, cubra su cabeza con un sombrero. - Utilice siempre que vaya a estar expuesto al Sol, anteojos garantizados en protección contra los rayos ultravioleta. - Evite tomar el Sol con ropas mojadas. El ataque de las radiaciones ultravioletas. Una pequeña cantidad de estas radiaciones dañinas atraviesa la barrera y causan suficientes daños como para servir de aviso ante el debilitamiento de la capa de ozono. Es la causa principal del cáncer de piel, una enfermedad cuya incidencia crece rápidamente y que causa ya la muerte de unas 12.000 personas al año sólo en los EE.UU. Es una radiación supresora del sistema inmunitario, lo que ayuda a los cánceres a implantarse, y aumenta la susceptibilidad al herpes y la leishmaniasis. Es una causa importante de las cataratas, que ciegan al menos a 12 millones de personas en el mundo y disminuyen la visión de al menos otros 18 millones. Cualquier daño que sufra la capa de ozono, por ligero que sea, aumenta esta amenaza para la salud humana. También se verán afectados los suministros de alimentos. Más de dos tercios de las especies de plantas sometidas a los efectos de los rayos ultravioletas, fundamentalmente los cultivos, resultaron dañados por ellos. Las pesquerías otras formas de vida marina pueden resultar incluso más vulnerables. La radiación ultravioleta atraviesa el agua alcanzando hasta los 20 metros de profundidad cuando está clara. El plancton, compuesto de organismos microscópicos que flotan a la deriva en la superficie del mar y que desempeña un papel indispensable en la cadena alimentaria marina, es particularmente vulnerable. También se verían afectadas las pesquerías comerciales. Podría alterarse el equilibrio mismo de la vida en el mar. El peligro de los CFCs. El mayor peligro para la capa de ozono proviene de los CFCs. Estos son unos productos químicos asombrosamente útiles y versátiles que durante mucho tiempo se consideraron sustancias milagrosas. Inertes e inmensamente estables, no inflamables ni venenosos, fáciles de almacenar y baratos de producir, parecían diseñados para el mundo moderno y han hecho mucho por darle forma. Originalmente se desarrollaron como refrigerantes, y desde entonces han desempeñado un papel esencial en la extensión de la refrigeración y el aire acondicionado. Se utilizaron como propelentes para aerosoles durante la Segunda Guerra Mundial para fumigar con pesticidas en la lucha contra la malaria. Se diversificaron hasta ser utilizados en los sprays de toda una serie de productos, desde medicinas y abrillantadores de muebles. Se emplearon en espumas para muebles, aislamientos, alfombras, contenedores de comida rápida y otras muchas aplicaciones. Han colaborado también a la revolución informática, ya que se pueden utilizar para limpiar circuitos delicados sin dañar sus monturas de plástico. Por desgracia, es la estabilidad que les hace tan útiles la que les permite atacar la capa de ozono. Flotan hacia arriba tardan alrededor de ocho años en alcanzar la estratosfera. Una vez allí pueden sobrevivir durante casi un siglo. Al irse descomponiendo por los efectos de la intensa radiación ultravioleta liberan cloro, que reacciona con el ozono transformándolo en oxígeno normal. El cloro actúa como catalizador: no sufre ningún cambio permanente, por lo que cada molécula de CFC pervive para destruir miles de moléculas de ozono. El agujero de la capa de ozono. Medidas sobre el ozono. Tras el descubrimiento del agujero en la capa de ozono e PNUMA tuvo más éxito. Tras duras pero rápidas negociaciones, las naciones aprobaron el Protocolo de Montreal en septiembre de 1987, en el que se disponía la reducción a la mitad del uso de los CFCs para mediados de 1996. Fue un acuerdo delicado al que se llegó recientemente, con previsiones especiales para facilitarles las cosas a ciertos grupos de países. Muy especialmente los menos desarrollados. Fue un gigantesco primer paso hacia delante. En la primera reunión de las partes implicadas en el protocolo, menos de dos años más tarde, tras completarse una enorme batería de estudios científicos, 81 países acordaron unánimemente ir sustituyendo los dañinos CFCs hasta suprimirlos tan rápido como fuese posible, incluso antes del año 2000. A finales de junio de 1990, en la segunda reunión de las partes en Londres, se dio un salto hacia delante aún más espectacular. No sólo se acordó formalmente dejar de utilizar los CFCs para el año 2000 (13 países prometieron eliminarlos para 1997), sino que también se acordó ir suprimiendo gradualmente los otros productos químicos causantes de la pérdida de ozono. El halón y el tetracloruro de carbono quedarían prohibidos para el año 2000; el metilclorformo para el 2005. Se creó un fondo especial de ayuda a los países en desarrollo, a los que se concede diez años de gracia, para que puedan permitirse la instauración de tecnologías menos contaminantes aunque más caras, las primeras de su tipo. Entre 1988 y 1992, el consumo mundial de los CFCs cayó en un 40%. En febrero de 1992 la Comunidad Europea y los Estados Unidos anunciaron su intención de disminuir las emisiones de lo CFCs y de otras sustancias reductoras del ozono para finales de 1995. Tendrá que pasar mucho tiempo para que recuperemos el ozono perdido. Los análisis de la Agencia de Protección Ambiental de los EE.UU. parecen sugerir que aunque se suprimieran gradualmente todos los productos químicos que atacan al ozono, llevaría un siglo el que las condiciones atmosféricas pudiesen regresar incluso a la situación de 1986. No obstante, el mundo se movió con rapidez a la hora de acordarla supresión progresiva de estos productos químicos una vez demostrada su peligrosidad, lo que crea un precedente esperanzador para la adopción de medidas a nivel internacional frente a otras amenazas del medio ambiente del planeta.