Lección de célula N°5 de Enero:

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Lección de célula N°5 de Enero:
“Los beneficios de la comunión”
Texto: Eclesiastés 4:9-12
Hoy reflexionaremos acerca de la comunión en el cuerpo de Cristo, de la unidad en
nuestra familia espiritual y cuáles son sus beneficios.
Ya desde Génesis 2:18 el señor nos muestra que el ser humano ha sido creado para vivir
en sociedad. En la iglesia estamos unidos con lazos aún más fuertes que son los que
provienen del Espíritu Santo pues somos la familia de Dios.
Y aunque la misma no sea perfecta, debemos respetarla, cuidarla y valorarla para
protegerla de lo que quiera dañarla. Es bueno que busquemos nuestro lugar en esta gran
familia y le demos espacio al sentido de pertenencia.
Veamos entonces cuales son los beneficios de la unidad, de estar integrado en el cuerpo
de Cristo:
1) Mejores son dos que uno porque tienen mejor paga de su trabajo (v9). Cuando
servimos a Dios en comunión con otros podemos recoger más fruto. Como por
ejemplo:
a. Purifica nuestro carácter, pues ataca a la raíz del individualismo. En la
convivencia, la humildad produce cordura mientras que el orgullo trae
necedad, como en el caso del rey Nabucodonosor que olvidándose de Dios
creyó tener el poder supremo y terminó comiendo hierba en el campo cual
bestia salvaje.
b. Nos obliga a buscar el acuerdo para la sana convivencia. En Proverbios
27:17 vemos cual es la escuela del amor, pues amar a Dios es fácil, pero
amar a quienes no son amables es un desafío mayor. El trabajar en unidad
me ayuda a entender que así como Dios vive en mi, también lo hace en la
vida de mi hermano y aún me habla a través suyo (Efesios 5:21).
c. Nos motiva a trabajar para Dios. El Señor quiere que nos involucremos en
el ministerio de la iglesia, trabajando con otros. Servirlo como un cuerpo y
no de una manera individualista. Es muy posible encontrar desacuerdos
pero el aprender a integrarse trae madurez y mayor fruto en el trabajo
como familia.
2) El estar en comunión nos ayuda a vencer en nuestra batalla con el pecado (v10).
La carrera hacia la santidad no es solitaria, quizás te pueda tocar levantar a otro
que está débil en la fe pero también puede que algún día te puedas tropezar tú y
necesites de alguien que te levante.
No te quedes solo en la batalla contra el pecado, no te aísles en el momento del
conflicto. Hay salida en la comunión con el cuerpo de Cristo, en la confesión a una
persona mayor espiritualmente para levantarte y para ayudarte a tomar la victoria.
La solución está en buscar a Cristo pero también integrarte en su cuerpo.
En San Juan 13:1-15 Jesús, sabiendo que estaban llegando las últimas horas de su
paso por esta Tierra, decide dejarles una enseñanza a sus discípulos que los
marcaría a fuego: la importancia del lavamiento de los pies de unos por otros. De
aquí podemos sustraer dos lecciones:
a. Lo primero es ser sensible frente a la necesidad de mi hermano y, con
humildad, servirle.
b. Lo segundo tiene que ver con la santidad, la purificación que realiza el
Espíritu Santo con la comunión en la iglesia cuando nos lavamos unos a
otros. A nadie le gusta exponer nuestros “pies sucios”, pero solos no
podremos salir de cualquier situación, puede que necesitemos la ayuda de
algún líder, supervisor o pastor que escuchen y acompañen para ver la
victoria.
Por tanto, no te aísles. Tal como aconsejaba el apóstol Pablo en Gálatas 6:1-2 (y 1
Tesalonicenses 5:14) si estamos en victoria, debemos ayudar en la restauración de
quienes estén en luchas y si necesitamos ayuda, no dudemos en abrir el corazón con la
persona correcta.
3) El estar en comunión nos contiene espiritual y afectivamente en los momentos
difíciles (v11). El calor de la comunión, el disfrutar el hecho de ser familia como lo
declara el Salmo 133:1 trae bendición y alegría. Busquemos por tanto actividades
que fomenten las relaciones sanas para crecer, junto a otros, en la fe; tales como
participar de los grupos o trabajar en los ministerios donde sin duda podré conocer
muchas amistades sanas, como también visitar o invitar a otros para ser visitado.
Este salmo se cantaba en la fiesta de los tabernáculos, la cual era una ocasión de
alegría y de reunión.
Como dice en 2 Corintios 1:11, cooperemos en oración con otros para que así al
recibir la respuesta de parte de Dios, seamos muchos dándole gloria y acciones de
gracias a nuestro Rey y Señor.
4) El estar en comunión nos asegura la victoria en la batalla (v12). En Efesios 6:1318, Pablo declara la importancia de resistir en momentos de crisis donde no nos
tenemos que quedar solos. El cordón de tres dobleces, simboliza también la
comunión entre hermanos junto al Espíritu Santo (que también puede aplicarse al
matrimonio) que fortalece y no permite ser quebrado fácilmente.
En 2 Samuel 10:1-12 el ejército de David estaba rodeado, por un lado estaba Joab y
por el otro Abisai quienes decidieron hacer un pacto de protección mutua para la
batalla. De la misma manera debemos velar por quienes nos rodean y sostenerlos
de la mano para levantar a quienes flaqueen en la fe. A veces hay batallas más
duras que otras pero si nos ayudamos unos a otros seremos como el cordón de
tres dobleces firmes y constantes.
La voluntad de Dios es que no nos quedemos solos peleando la batalla en secreto,
sino que tengamos la humildad de confesar y pedir ayuda y oración.
Refúgiate en tu familia espiritual y también atiende a la necesidad de quien tienes
a tu lado. Sin duda hay mucha bendición en habitar en armonía con nuestros
hermanos de la fe!
Preguntas de reflexión:
1. ¿Cuál es tu lugar en el cuerpo de Cristo? ¿Cómo sirves a Dios?
2. ¿De qué manera levantas a otros?
3. ¿Cuáles son las actitudes que no ayudan a la familia espiritual para permanecer
unida? ¿Alguna de ellas forma parte de tu carácter?
4. ¿De qué manera te dejas ayudar en tus momentos de crisis? ¿Te dejas ayudar?
Año 2010
Iglesia “Rey de Reyes”
Pastores Claudio y Betty Freidzon
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