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Nº85 – julio2014
Contenidos
Página 3
EN TORNO AL MENSAJE PARA EL JUBILEO EN LAS CÁRCELES
Mensaje para el Jubileo en las cárceles
Plan de Pastoral Penitenciaria según el Mensaje papal
La misión de la Iglesia en los ámbitos de: prevención, privación de libertad y reinserción
La Delegación Diocesana de Pastoral Penitenciaria
La Capellanía Penitenciaria
El Voluntariado de Pastoral Penitenciaria
Página 43
EL PAPA FRANCISCO Y LAS CÁRCELES
Página 56
Que el Espíritu me ayude a preocuparme siempre de los demás
Depósito legal: M-8717 – 1993
C/ Añastro 1 Tel 91 343 97 12 28033-MADRID [email protected]
Boletín del Departamento de Pastoral Penitenciaria (CEPS)
Página 2
Presentación
Página 63
Libros y revistas de interés penitenciario
Página 71
Curso on line de formación para voluntarios de la Pastoral Penitenciaria
Actividades próximo trimestre
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
Área Religiosa - Departamento de Pastoral Penitenciaria CEPS
Presentación
Transcurridos ya 14 años desde el día en que el Papa San Juan Pablo II (24 junio 2000) hizo público su
Mensaje para la celebración del Jubileo en las Cárceles (9 julio 2000) y 11 años desde la aprobación
por el Comité Europeo de la Comisión Internacional de Pastoral Penitenciaria (Viena, 19 mayo 2003)
de una Plan-Marco de Pastoral Penitenciaria conforme al ya citado Mensaje Jubilar de San Juan Pablo
II, muchos son ya los Capellanes y Voluntarios/as que, posteriormente incorporados a la misión
pastoral penitenciaria, han solicitado repetidamente ambos documentos al Departamento de
Pastoral Penitenciaria.
En el presente número 85 del Boletín PUENTE FORMACIÓN se ha procurado dar respuesta (mediante
el conjunto de Documentos publicados en este Boletín) a todas las peticiones presentadas, año tras
año, en el Departamento de Pastoral Penitenciaria, con la esperanza y deseo de que tanto los nuevos
Capellanes como los nuevos voluntarios/as de Pastoral Penitenciaria hallen ayuda y orientación en su
proceso formativo.
P. José Sesma León, mercedario
Director del Departamento
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Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
Área Religiosa - Departamento de Pastoral Penitenciaria CEPS
En torno al…
Mensaje
para el Jubileo en las Cárceles
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Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
Área Religiosa - Departamento de Pastoral Penitenciaria CEPS
Mensaje
del Santo Padre Juan Pablo II
para el Jubileo en las Cárceles
(9 julio 2000) 1
1
Para facilitar la consulta al texto del Mensaje, se ha asignado una letra (a, b, c, d, f, g...) a cada uno de los puntos numerados en el original
del Mensaje papal
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Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
Área Religiosa - Departamento de Pastoral Penitenciaria CEPS
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a)
En este Año Santo de 2000, no podía faltar la Jornada del Jubileo en las cárceles. En efecto, las
puertas de los Institutos de reclusión no pueden excluir de los beneficios de este acontecimiento a
quienes deben transcurrir en ellos parte de su vida.
b)
Pensando en estos hermanos y hermanas, mi primera palabra es desearles que Cristo resucitado,
que entró en el Cenáculo estando las puertas cerradas, pueda entrar en todas las prisiones del
mundo y encontrar acogida en los corazones, llevando a todos paz y serenidad.
c)
Como es sabido, en el presente Jubileo la Iglesia celebra de modo especial el misterio de la
Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo. En efecto, han pasado dos milenios desde el momento en
que el Hijo de Dios se hizo hombre y vino a habitar entre nosotros. Hoy, como entonces, la salvación
traída por Cristo se nos ofrece nuevamente, para que produzca abundantes frutos de bien según el
designio de Dios, que quiere salvar a todos sus hijos, especialmente a aquellos que, habiéndose
alejado de él, buscan el camino del retorno. El Buen Pastor sigue continuamente las huellas de las
ovejas descarriadas y, cuando las encuentra, las carga sobre sus hombros y las lleva de nuevo al
redil. ¡Cristo busca el encuentro con cada ser humano, en cualquier situación en que se halle!
a)
El objetivo del encuentro de Jesús con el hombre es su salvación. Una salvación que, por otra parte,
es propuesta, no impuesta. Cristo espera del hombre una aceptación confiada, que abra la mente a
decisiones generosas, orientadas a remediar el mal causado y a promover el bien. Se trata de un
camino a veces largo, pero ciertamente estimulante, porque no se recorre en solitario, sino en
compañía y con el apoyo del mismo Cristo. Jesús es un compañero de viaje paciente, que sabe
respetar los tiempos y ritmos del corazón humano, aunque no se cansa de animar a cada uno en el
camino hacia la meta de la salvación.
b)
La misma experiencia jubilar está en estrecha relación con la condición humana del paso del tiempo,
a la cual quiere dar un sentido: por un lado, el Jubileo quiere ayudarnos a vivir el recuerdo del
pasado aprovechando las experiencias vividas; por otro, nos abre al futuro en el cual el compromiso
del hombre y la gracia de Dios deben construir juntos lo que queda por vivir.
c)
Quien se encuentra en prisión piensa con nostalgia o con remordimiento en los tiempos en que era
libre, y sufre con amargura el momento presente, que parece no pasar nunca. La exigencia humana
de alcanzar un equilibrio interior también en esta difícil situación puede encontrar una ayuda
decisiva en una fuerte experiencia de fe. Éste es uno de los motivos del valor del Jubileo en las
cárceles: la experiencia jubilar vivida entre rejas puede conducir a inesperados horizontes humanos
y espirituales.
a)
El Jubileo nos recuerda que el tiempo es de Dios. Tampoco escapa a este señorío de Dios el tiempo
de la reclusión. Los poderes públicos que, en cumplimiento de las disposiciones legales, privan de la
libertad personal a un ser humano, poniendo como entre paréntesis un período más o menos largo
de su existencia, deben saber que ellos no son señores del tiempo del preso. Del mismo modo,
quien se encuentra encarcelado no debe vivir como si el tiempo de la cárcel le hubiera sido
substraído de forma irremediable: incluso el tiempo transcurrido en la cárcel es tiempo de Dios y
como tal ha de ser vivido; es un tiempo que debe ser ofrecido a Dios como ocasión de verdad, de
humildad, de expiación y también de fe. El Jubileo es un modo para recordarnos que no sólo el
tiempo es de Dios, sino que los momentos en los que sabemos recapitular todo en Cristo se
convierten para nosotros en un “año de gracia del Señor”.
b)
Durante el período del Jubileo, cada uno está llamado a sincronizar el tiempo del propio corazón,
único e irrepetible, con el tiempo del corazón misericordioso de Dios, siempre dispuesto a
acompañar a cada uno a su propio ritmo hacia la salvación. Aunque la condición carcelaria tiene a
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Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
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veces el riesgo de despersonalizar al individuo, privándolo de tantas posibilidades de expresarse a sí
mismo públicamente, todos han de recordar que delante de Dios no es así: el Jubileo es el tiempo de
la persona, el tiempo en el cual cada uno es él mismo delante de Dios, a su imagen y semejanza. Y
cada uno está llamado a acelerar su paso hacia la salvación y progresar en el descubrimiento gradual
de la verdad sobre sí mismo.
4
5
a)
El Jubileo no quiere dejar las cosas como están. El año jubilar del Antiguo Testamento debía
“devolver la igualdad entre todos los hijos de Israel, abriendo nuevas posibilidades a las familias que
habían perdido sus propiedades e incluso la libertad personal” (Carta ap. Tertio millennio
adveniente, 13). La perspectiva que el Jubileo abre a cada uno es, pues, una ocasión que no se ha de
desperdiciar. Es preciso aprovechar el Año Santo para remediar eventuales injusticias, para subsanar
cualquier exceso, para recuperar lo que de otro modo se perdería. Y si esto vale para cualquier
experiencia humana, que se puede mejorar, con mayor razón se aplica a la experiencia de la cárcel,
donde las situaciones que se crean son particularmente delicadas.
b)
Pero el Jubileo no nos impulsa solamente a disponernos para medidas que reparen las situaciones
de injusticia. Su significado es también positivo. Al igual que la misericordia de Dios, siempre nueva
en sus formas, abre nuevas posibilidades de crecimiento en el bien, celebrar el Jubileo significa
también esforzarse en crear nuevas ocasiones de recuperación para cada situación personal y social,
aunque aparentemente parezca irremediablemente comprometida. Todo esto es aún más evidente
para la realidad carcelaria: abstenerse de acciones promocionales en favor del recluso significaría
reducir la prisión a mera retorsión social, haciéndola solamente odiosa.
a)
Si la celebración del Gran Jubileo es para los encarcelados una oportunidad para reflexionar sobre su
condición, lo mismo se puede decir para toda sociedad civil que se enfrenta cada día a la
delincuencia, para las autoridades encargadas de mantener el orden público y favorecer el bien
común, y para los juristas llamados a reflexionar sobre el sentido de la pena y abrir nuevos
horizontes para la colectividad.
b)
El tema ha sido afrontado otras veces a lo largo de la historia y se han hecho muchos progresos,
tratando de adecuar el sistema penal tanto a la dignidad de la persona humana como a la garantía
efectiva del mantenimiento del orden público. Pero los inconvenientes y las dificultades vividas en el
complejo mundo de la justicia y, más aún, el sufrimiento que hay en las cárceles, manifiestan que
todavía queda mucho por hacer. Estamos lejos aún del momento en que nuestra conciencia pueda
permanecer tranquila de haber hecho todo lo posible para prevenir la delincuencia y reprimirla
eficazmente, de modo que no siga perjudicando y, al mismo tiempo, ofrecer a quien delinque un
camino de rehabilitación y de reinserción positiva en la sociedad. Si todos los que, por diversos
títulos, están implicados en el problema quisieran aprovechar la ocasión que ofrece el Jubileo para
desarrollar esta reflexión, tal vez toda la humanidad podría dar un gran paso adelante hacia una vida
social más serena y pacífica.
c)
La prisión como castigo es tan antigua como la historia del hombre. En muchos Países las cárceles
están superpobladas. Hay algunas que disponen de ciertas comodidades, pero en otras las
condiciones de vida son muy precarias, por no decir indignas del ser humano. Los datos que están a
la vista de todos nos dicen que, en general, esta forma de castigo sólo en parte logra hacer frente al
fenómeno de la delincuencia. Más aún, en algunos casos, los problemas que crea parecen ser
mayores que los que intenta resolver. Esto exige un replanteamiento de cara a una cierta revisión:
también desde este punto de vista el Jubileo es una ocasión que no se ha de desperdiciar.
d)
Según el designio de Dios, todos deben asumir su propio papel para colaborar a la construcción de
una sociedad mejor. Evidentemente esto conlleva un gran esfuerzo incluso en lo que se refiere a la
prevención del delito. Cuando, a pesar de todo, se comete el delito, la colaboración al bien común
se traduce para cada uno, dentro de los límites de su competencia, en el compromiso de contribuir
al establecimiento de procesos de redención y de crecimiento personal y comunitario fundados en
la responsabilidad. Todo esto no debe considerarse como una utopía. Los que pueden deben
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esforzarse en dar forma jurídica a estos fines
6
a)
En esta línea, por tanto, es de desear un cambio de mentalidad que ayude a favorecer una
conveniente adaptación de las instituciones jurídicas. Ello supone, como es obvio, un amplio
consenso social y especiales competencias técnicas. En este sentido, llega un llamamiento enérgico
desde innumerables cárceles diseminadas por todo el mundo, donde están segregados millones de
hermanos y hermanas nuestros. Ellos reclaman sobre todo una adecuación de las estructuras
carcelarias y a veces también una revisión de la legislación penal. Deberían abolirse finalmente de
las legislaciones de los Estados aquellas normas contrarias a la dignidad y a los derechos
fundamentales del hombre, como también las leyes que obstaculizan el ejercicio de la libertad
religiosa para los detenidos. Deben revisarse también los reglamentos penitenciarios que no prestan
suficiente atención a los enfermos graves o terminales; igualmente, se deben potenciar las
instituciones destinadas a la tutela legal de los más pobres.
b)
Pero, incluso en los casos en los que la legislación es satisfactoria, muchos sufrimientos de los
detenidos provienen de otros factores concretos. Pienso, en particular, en las condiciones precarias
de los lugares de reclusión en los que los encarcelados se ven obligados a vivir, así como a las
vejaciones infligidas a veces a los presos por discriminaciones motivadas por razones étnicas,
sociales, económicas, sexuales, políticas y religiosas. En ocasiones, la cárcel se convierte en un lugar
de violencia parangonable a los ambientes de los que frecuentemente provienen los encarcelados.
Esto hace inútil, como es evidente, todo intento educativo de las medidas de reclusión.
c)
Los encarcelados se enfrentan también con otras dificultades, como los obstáculos para poder
mantener contactos regulares con su familia y los seres queridos, y carencias graves se encuentran a
menudo en las estructuras que deberían ayudar a quien sale de la prisión, acompañándolo en su
nueva inserción social.
Llamada a los Gobernantes
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a)
El Gran Jubileo del Año 2000 sigue la tradición de los Años Jubilares que lo han precedido. La
celebración del Año Santo ha sido siempre para la Iglesia y para el mundo una ocasión para hacer
algo en favor de la justicia, a la luz del Evangelio. Estos acontecimientos se han convertido así para la
comunidad en un estímulo para revisar la justicia humana según la justicia de Dios. Sólo una
valoración serena del funcionamiento de las instituciones penales, una sincera reflexión sobre los
fines que la sociedad se propone para afrontar la criminalidad, una valoración seria de los medios
usados para estos objetivos han llevado, y podrán aún llevar, a concretar las enmiendas que sean
necesarias. No se trata de aplicar casi automáticamente o de modo puramente decorativo medidas
de clemencia meramente formales, de manera que, acabado el Jubileo, todo vuelva a ser como
antes. Se trata, por el contrario, de poner en marcha iniciativas que sean un punto de partida válido
para una renovación auténtica tanto de la mentalidad como de las instituciones.
b)
En este sentido, los Estados y los Gobiernos que estén revisando su sistema carcelario o tengan el
proyecto de hacerlo, para adecuarlo cada vez más a las exigencias de la persona humana, merecen
ser animados a continuar en una obra tan importante, teniendo también en cuenta un recurso más
frecuente a penas que no priven de la libertad.
c)
Para hacer más humana la vida en la cárcel, es muy importante prever iniciativas concretas que
permitan a los detenidos desarrollar, en cuanto sea posible, actividades laborales capaces de
sacarlos del empobrecimiento del ocio. Así se les podrá introducir en procesos formativos que
faciliten su reinserción en el mundo del trabajo al final de la pena. No hay que descuidar, además, el
acompañamiento psicológico que puede servir para resolver aspectos problemáticos de la
personalidad. La cárcel no debe ser un lugar de deseducación, de ocio y tal vez de vicio, sino de
redención
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d)
Para alcanzar este objetivo será seguramente útil ofrecer a los reclusos la posibilidad de profundizar
su relación con Dios, como también de involucrarlos en proyectos de solidaridad y de caridad. Esto
contribuirá a acelerar su recuperación social, llevando al mismo tiempo el ambiente carcelario a
condiciones más vivibles.
e)
En el marco de estas propuestas abiertas al futuro, y continuando una tradición instaurada por mis
Predecesores con ocasión de los Años Santos, me dirijo con confianza a los Responsables de los
Estados para implorar una señal de clemencia en favor de todos los encarcelados: una reducción,
aunque fuera modesta, de la pena sería para ellos una clara expresión de sensibilidad hacia su
condición, que provocaría sin duda ecos favorables, animándolos en el esfuerzo de arrepentimiento
por el mal cometido y favoreciendo el cambio de su conducta personal.
f)
La acogida de esta propuesta por parte de las Autoridades competentes, a la vez que animaría a los
detenidos a mirar al futuro con renovada esperanza, sería también un signo elocuente de la
progresiva afirmación de una justicia más verdadera en el mundo que se abre al Tercer Milenio
cristiano, porque estaría abierta a la fuerza liberadora del amor
g)
Invoco las bendiciones del Señor sobre todos los que tienen la responsabilidad de administrar la
justicia en la sociedad, así como sobre quienes se encuentran bajo el rigor de la ley. Quiera Dios ser
generoso en dar su luz a cada uno y colmar a todos con sus dones celestiales. A los reclusos y a las
reclusas de todas las partes del mundo les aseguro mi cercanía espiritual, saludando a todos con un
abrazo espiritual como hermanos y hermanas en humanidad.
Juan Pablo II
Vaticano, 24 de junio de 2000
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Plan de Pastoral Penitenciaria,
según el
Mensaje de Juan Pablo II para
el Jubileo en las Cárceles
C LAV E D E SI GLAS
APDH. Asociación Pro Derechos Humanos
BOE. Boletín Oficial del Estado
CA. Centesimus Annus
CEAS. Comisión Episcopal de Apostolado Seglar
CEE. Conferencia Episcopal Española
CEPS. Comisión Episcopal de Pastoral Social
CONFER. Conferencia Española de Religiosos
CP. Centro Penitenciario
EDICE. Editorial de la Conferencia Episcopal Española
FEREDE. Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España
ICCPPC. Comisión Internacional de Pastoral Penitenciaria Católica
IREL. Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Lleida.
LO. Ley Orgánica
RH. Redemptor Hominis
SRS. Sollicitudo Rei Socialis
UE. Unión Europea
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PRESENTACIÓN
2
El Comité de la ICCPPC-EUROPA , reunido en Viena del 15 al 19 de mayo de 2003, aprobó y asumió este “Plan
de Pastoral Penitenciaria”, elaborado por la Vocalía3 de Pastoral según el Mensaje de Juan Pablo II en el Jubileo
de las Cárceles (9 de julio de 2000).
Su elaboración ha sido fruto de la colaboración de muchas personas, pertenecientes a diversas nacionalidades
europeas (Alemania, Andorra, Austria, Escocia, España, Francia, Líbano y Polonia), y se fundamenta
exclusivamente en el ya indicado Mensaje papal, del que se toman literalmente todos sus elementos.
En este PLAN hay que destacar sus dos características fundamentales:


Pastoral: no es sólo un Plan de asistencia religiosa, sino un Plan de atención integral a la persona
concreta según sus necesidades y en el marco de los Derechos Humanos
Penitenciaria: no se trata de una Pastoral meramente carcelaria, que se realiza sólo dentro de los
muros de las cárceles: La cárcel es como la “desembocadura de un largo río social” alimentado por
fuentes y afluentes que, por razón de su mayor o menor caudal humano, no pueden ser ajenos e
indiferentes a la Pastoral Penitenciaria, que es una Pastoral profundamente humana.
Por eso, en este “Plan de Pastoral Penitenciaria” se añaden a la Prisión los ámbitos de la Prevención y de la
Reinserción y se determinan las áreas (religiosa, social y jurídica) para la actuación pastoral según las
necesidades circunstanciales de las personas.
Dado que se fundamenta en un documento que el Papa Juan Pablo II ha dirigido a toda la Iglesia, este “Plan de
Pastoral Penitenciaria” nos ofrece la posibilidad de:



una actuación coordinada de los pastoralistas, trabajadores sociales y juristas, no sólo a nivel de cada
país, sino también a nivel europeo y mundial, según un marco pastoral común de referencia
un desarrollo coordinado e integrado de la Pastoral Penitenciaria en los Planes Pastorales de las
Diócesis (y de las Parroquias) y de las Conferencias Episcopales a nivel de cada país, a nivel europeo y a
nivel mundial
una ayuda a la Iglesia (Conferencias Episcopales, Diócesis y Parroquias) para constatar la importancia
de la Pastoral Penitenciaria y la necesidad de establecer servicios (diocesanos, nacionales e
internacionales) adecuados y eficaces, que promuevan y potencien la coordinación en la acción
pastoral penitenciaria y su integración en los respectivos Planes Pastorales.
El problema que la Pastoral Penitenciaria trata de afrontar desde sus mismas bases no es sólo el hecho
doloroso de los hombres y mujeres que viven en las cárceles, privados legalmente de su libertad, sino la
vigencia de un sistema prácticamente único para la solución de los conflictos sociales, fundamentado en la
privación del don divino de la libertad.
Problema que se evidencia en el Mensaje Papal y que se quiere afrontar estructuralmente con este Plan de
Pastoral Penitenciaria.
2
La Comisión Internacional de Pastoral Penitenciaria Católica (ICCPPC), establecida en todos los continentes y organizada por Regiones
(Europa, África, América Latina, América del Norte y Asia) que están representadas en el Comité Ejecutivo (ICCPPC- Mundial) por el
respectivo Vocal, tiene su origen en el Encuentro Internacional de Capellanes de Prisiones que, convocado por el Secretario de Estado
Mons. Juan Bautista Montini (más tarde Pablo VI), se celebró en Roma el año santo 1950. Según el art. 4 de sus actuales Estatutos, los fines
fundamentales de esta Comisión son:
Despertar y fomentar una mayor sensibilidad y preocupación en toda la Iglesia por la acción pastoral y apostólica en las
prisiones
Promover, en colaboración con la Conferencia Episcopal respectiva y con el Ordinario del lugar, el establecimiento y el apoyo
mutuo de las Capellanías católicas en las cárceles de todos los países, y procurar la mejora de la asistencia religiosa
Organizar cursos de formación permanente y reuniones de estudio y perfeccionamiento de los agentes de Pastoral Penitenciaria
y de los miembros de la Comisión
Promover la humanización, revisión y reforma de los sistemas penales de todo el mundo
3
La Vocalía de Pastoral de la ICCPPC-Europa está coordinada por el P. José Sesma León, religioso mercedario, director del Departamento de
Pastoral Penitenciaria (Comisión Episcopal de Pastoral Social – Conferencia Episcopal Española) y miembro del Comité Ejecutivo de la
ICCPPC-Europa.
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Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
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1-. LA PASTORAL PENITENCIARIA
La Pastoral Penitenciaria es la acción de la Iglesia que pretende:
 llevar a los hombres y mujeres privados de libertad la paz y serenidad de Cristo resucitado (1-b)4
 ofrecer a quien a quien delinque un camino de rehabilitación y reinserción positiva en la sociedad (5-b)5
 hacer todo lo posible para prevenir la delincuencia (5-b)6
2-. CONNOTACIONES DE LA PASTORAL PENITENCIARIA
 Pastoral de encuentro personal :
 “Cristo busca el encuentro con cada ser humano, en cualquier situación en que se halle” (1-c)
 “Jesús es un compañero de viaje paciente, que sabe respetar los tiempos y ritmos del corazón humano, ...” (2a)
 “Se trata de un camino a veces largo, pero ciertamente estimulante, porque no se recorre en solitario, sino en
compañía y con el apoyo del mismo Cristo” (2-a)
 Pastoral de Libertad:
 “El objetivo del encuentro de Jesús con el hombre es su salvación. Una salvación que, por otra parte, es
propuesta, no impuesta” (2-a)
 Pastoral de Integración:
 “... los Institutos de reclusión no pueden excluir de los beneficios de este acontecimiento (-Jubileo del Año
Santo de 2000-) a quienes tienen que transcurrir en ellos parte de su vida” (1-a)
 “En este sentido, llega un llamamiento enérgico desde innumerables cárceles diseminadas por todo el mundo,
donde están segregados millones de hermanos y hermanas nuestros” (6-a)
 “... ofrecer a quien delinque un camino de rehabilitación y de reinserción positiva en la sociedad” (5-b)
 “La exigencia humana de alcanzar un equilibrio interior también en esta difícil situación puede encontrar una
ayuda decisiva en una fuerte experiencia de fe” (2-c)
 Pastoral de Comunión:
 “Pensando en estos hermanos y hermanas...” (1-b)
 “... llega un llamamiento enérgico desde innumerables cárceles diseminadas por todo el mundo, donde están
segregados millones de hermanos y hermanas nuestros” (6-a)
 “A los reclusos y a las reclusas de todas las partes del mundo les aseguro mi cercanía espiritual, saludando a
todos con un abrazo espiritual como hermanos y hermanas en humanidad” (7-g)
4
Mensaje para el Jubileo en las Cárceles: “Pensando en estos hermanos y hermanas, mi primera palabra es desearles que Cristo resucitado,
que entró en el Cenáculo estando las puertas cerradas, pueda entrar en todas las prisiones del mundo y encontrar acogida en l os corazones,
llevando a todos paz y serenidad” (1-b)
5
Id.: “Estamos lejos aún del momento en que nuestra conciencia pueda permanecer tranquila de haber hecho todo lo posible para preven ir
la delincuencia y reprimirla eficazmente, de modo que no siga perjudicando y, al mismo tiempo, ofrecer a q uien delinque un camino de
rehabilitación y de reinserción positiva en la sociedad” (5-b)
6
Id.: “Según el designio de Dios, todos deben asumir su propio papel para colaborar a la construcción de una sociedad mejor.
Evidentemente esto conlleva un gran esfuerzo incluso en lo que se refiere a la prevención del delito” (5-d)
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 Pastoral de Esperanza:
 “Cristo espera del hombre una aceptación confiada, que abra la mente a decisiones generosas, orientadas a
remediar el mal causado y a promover el bien” (2-a)
 “...por un lado, el Jubileo quiere ayudarnos a vivir el recuerdo del pasado aprovechando experiencias vividas;
por otro, nos abre al futuro en el cual el compromiso del hombre y la gracia de Dios deben construir juntos lo
que queda por vivir” (2-b)
 Pastoral de Animación y Promoción:
 “Jesús es un compañero de viaje paciente, que sabe respetar los tiempos y ritmos del corazón humano, aunque
no se cansa de animar a cada uno en el camino hacia la meta de la salvación” (2-a)
3-. PRINCIPIOS PASTORALES
 Principio de la presencia amorosa de Dios en nuestra vida: sabe esperar y siempre sale al encuentro
(fe en Dios)
 “Cristo busca el encuentro con cada ser humano, en cualquier situación en que se halle” (1-c)
 “Jesús es un compañero de viaje paciente, que sabe respetar los tiempos y ritmos del corazón
humano" (2-a): "... el tiempo es de Dios” (3-a)
 “La misericordia de Dios, siempre nueva en sus formas, abre nuevas posibilidades de crecimiento en
el bien” (4-b): “Para alcanzar este objetivo será seguramente útil ofrecer a los reclusos la posibilidad
de profundizar su relación con Dios” (7-d)
 Principio de perfectibilidad humana: los presos no están excluidos de la posibilidad de conversión y
cambio (fe en el ser humano)
 “Dios quiere salvar a todos sus hijos, especialmente a aquellos que, habiéndose alejado de Él,
buscan el camino del retorno. El Buen Pastor sigue continuamente las huellas de las ovejas
descarriadas...” (1-c)
 “La misericordia de Dios, siempre nueva en sus formas, abre nuevas posibilidades de crecimiento en
el bien,... esforzarse en crear nuevas ocasiones de recuperación para cada situación personal y
social, aunque aparentemente parezca irremediablemente comprometida” (4-b)
 Principios relativos a la justicia restaurativa (fe en “otra” justicia)
 Principio de reparación del daño a la víctima: “Cristo espera del hombre una aceptación confiada,
que abra la mente a decisiones generosas, orientadas a remediar el mal causado y a promover el
bien” (2-a)
 Principio de responsabilización ética del infractor: “Cuando, a pesar de todo, se comete el delito, la
colaboración al bien común se traduce para cada uno, dentro de los límites de su competencia, en el
compromiso de contribuir al establecimiento de procesos de redención y de crecimiento personal y
comunitario, fundados en la responsabilidad” (5-d)
 Justicia restaurativa vs. justicia vindicativa: “Abstenerse de acciones promocionales a favor del
recluso significaría reducir la prisión a mera retorsión social, haciéndola solamente odiosa” (4-b);
“Estamos lejos aún del momento en que nuestra conciencia pueda permanecer tranquila de haber
hecho todo lo posible para prevenir la delincuencia y reprimirla eficazmente, de modo que no siga
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Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
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perjudicando y, al mismo tiempo, ofrecer a quien delinque un camino de rehabilitación y de
reinserción positiva en la sociedad” (5-b)
 Reconocimiento de los déficits éticos del sistema penal y del sistema penitenciario (falta de fe en los
sistemas vigentes)
 “La condición carcelaria tiene a veces el riesgo de despersonalizar al individuo...” (3-b)
 “Es preciso aprovechar el Año Santo para remediar eventuales injusticias, para subsanar cualquier
exceso, para recuperar lo que de otro modo se perdería” (4-a)
 “Pero los inconvenientes y las dificultades vividas en el complejo mundo de la justicia y, más aún, el
sufrimiento que hay en las cárceles manifiestan que todavía queda mucho por hacer” (5-b); “En
muchos países las cárceles están superpobladas. Hay algunas que disponen de ciertas comodidades,
pero en otras las condiciones de vida son muy precarias, por no decir indignas del ser humano...
Más aún, en algunos casos, los problemas que crea <la cárcel> parecen ser mayores que los que
intenta resolver” (5-c)
 “Deberían abolirse finalmente de las legislaciones de los Estados aquellas normas contrarias a la
dignidad y a los derechos fundamentales del hombre, como también las leyes que obstaculizan el
ejercicio de la libertad religiosa para los detenidos. Deben revisarse también los reglamentos
penitenciarios que no prestan suficiente atención a los enfermos graves o terminales; igualmente,
se deben potenciar las instituciones destinadas a la tutela legal de los más pobres” (6-a)
 “Pienso, en particular, en las condiciones precarias de los lugares de reclusión en los que los
encarcelados se ven obligados a vivir, así como a las vejaciones infligidas a veces a los presos por
discriminaciones motivadas por razones étnicas, sociales, económicas, sexuales, políticas y
religiosas. En ocasiones, la cárcel se convierte en un lugar de violencia parangonable a los
ambientes de los que frecuentemente provienen los encarcelados” (6-b)
 "Los encarcelados se enfrentan también con otras dificultades, como los obstáculos para mantener
contactos regulares con su familia y los seres queridos, y carencias graves se encuentran a menudo
en las estructuras que deberían ayudar a quien sale de prisión, acompañándolo en su nueva
inserción social” (6-c)
 Creatividad (fe en la novedad)
 “Esto exige un replanteamiento de cara a cierta revisión...” (5-c); “Sólo una valoración serena del
funcionamiento de las instituciones penales, una sincera reflexión sobre los fines que la sociedad se
propone para afrontar la criminalidad, una valoración seria de los medios usados para estos
objetivos han llevado, y podrán aún llevar, a concretar las enmiendas que sean necesarias... Se
trata, por el contrario, de poner en marcha iniciativas que sean un punto de partida válido para
una renovación auténtica tanto de la mentalidad como de las instituciones” (7-a)
 “En esta línea, por tanto, es de desear un cambio de mentalidad que ayude a favorecer una
conveniente adaptación de las instituciones jurídicas” (6-a); “...celebrar el Jubileo significa también
esforzarse en crear nuevas ocasiones de recuperación para cada situación personal y social...” (4-b)
 Opción por las alternativas (fe en el futuro y en la utopía)
 "Teniendo en cuenta un recurso más frecuente a penas que no priven de libertad" (7-b); "... y para
los juristas llamados a reflexionar sobre el sentido de la pena y abrir nuevos horizontes para la
colectividad" (5-a)
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4-. . OBJETIVOS GENERALES DE LA PASTORAL PENITENCIARIA
 Ofrecer la salvación traída por Cristo, para que produzca abundantes frutos de bien según el designio de
Dios, que quiere salvar a todos sus hijos (Cfr. 1-c)
 Contribuir al establecimiento de procesos de redención y de crecimiento personal y comunitario
fundados en la responsabilidad (Cfr. 5-d)
 Procurar la abolición, en las legislaciones de los Estados, de las normas contrarias a la dignidad y a los
derechos fundamentales del hombre (Cfr. 6-a)
5-. ÁMBITOS DE LA PASTORAL PENITENCIARIA
5.1-. PREVENCIÓN O PRE-PRISIÓN
 “Estamos lejos aún del momento en que nuestra conciencia pueda permanecer tranquila de haber
hecho todo lo posible para prevenir la delincuencia y reprimirla eficazmente, de modo que no siga
perjudicando ...” (5-b)
5.1.1-. Área religiosa: objetivos específicos
 “Según el designio de Dios, todos deben asumir su propio papel para colaborar a la
construcción de una sociedad mejor. Evidentemente esto conlleva un gran esfuerzo
incluso en lo que se refiere a la prevención del delito” (5.d)
 “Cuando, a pesar de todo, se comete el delito, la colaboración al bien común se traduce
para cada uno, dentro de los límites de su competencia, en el compromiso de contribuir
al establecimiento de procesos de redención y de crecimiento personal y comunitario
fundados en la responsabilidad. Todo esto no debe considerarse como una utopía. Los
que pueden deben esforzarse en dar forma jurídica a estos fines” (5-d)
5.1.2-. Área social: objetivos específicos
 “En esta línea, por tanto, es de desear un cambio de mentalidad que ayude a favorecer
una conveniente adaptación de las instituciones jurídicas. Ello supone, como es obvio,
un amplio consenso social y especiales competencias técnicas” (6-a)
 “Sólo una valoración serena del funcionamiento de las instituciones penales, una
sincera reflexión sobre los fines que la sociedad se propone para afrontar la
criminalidad, una valoración seria de los medios usados para estos objetivos han
llevado, y podrán aún llevar, a concretar las enmiendas que sean necesarias ... Se trata,
por el contrario, de poner en marcha iniciativas que sean un punto de partida válido
para una renovación auténtica tanto de la mentalidad como de las instituciones” (7-a)
5.1.3-. Área jurídica: objetivos específicos
 “El tema ha sido afrontado otras veces a lo largo de la historia y se han hecho muchos
progresos, tratando de adecuar el sistema penal tanto a la dignidad de la persona
humana como a la garantía efectiva del mantenimiento del orden público” (5-b)
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 “En este sentido, los Estados y los Gobiernos que estén revisando su sistema carcelario
o tengan proyecto de hacerlo, para adecuarlo cada vez más a las exigencias de la
persona humana, merecen ser animados a continuar en una obra tan importante,
teniendo también en cuenta un recurso más frecuente a penas que no priven de
libertad” (7-b)
5.2-. PRISIÓN (PRIVACIÓN DE LIBERTAD)
 “El tema ha sido afrontado otras veces a lo largo de la historia y se han hecho muchos progresos,
tratando de adecuar el sistema penal tanto a la dignidad de la persona humana como a la garantía
efectiva del mantenimiento del orden público. Pero los inconvenientes y las dificultades vividas en el
complejo mundo de la justicia y, más aún, el sufrimiento que hay en las cárceles, manifiestan que
todavía queda mucho por hacer” (5-b)
5.2.1-. Área religiosa: objetivos específicos
 “Cristo espera del hombre una aceptación confiada, que abra la mente a decisiones
generosas, orientadas a remediar el mal causado y a promover el bien” (2-a)
 “Del mismo modo, quien se encuentra encarcelado no debe vivir como si el tiempo de la
cárcel le hubiera sido substraído de forma irremediable: incluso el tiempo transcurrido
en la cárcel es tiempo de Dios y como tal ha de ser vivido; es un tiempo que debe ser
ofrecido a Dios como ocasión de verdad, de humildad, de expiación y también de fe” (3a)
 “Para alcanzar este objetivo será seguramente útil ofrecer a los reclusos la posibilidad
de profundizar su relación con Dios, como también de involucrarlos en proyectos de
solidaridad y de caridad. Esto contribuirá a acelerar su recuperación social, llevando al
mismo tiempo el ambiente carcelario a condiciones más vivibles” (7-d)
5.2.2-. Área social: objetivos específicos
 “Aunque la condición carcelaria tiene a veces el riesgo de despersonalizar al individuo,
privándolo de tantas posibilidades de expresarse a sí mismo públicamente, todos han
de recordar que delante de Dios no es así: el Jubileo es el tiempo de la persona, el
tiempo en el cual cada uno está llamado a acelerar su paso hacia la salvación y
progresar en el descubrimiento gradual de la verdad sobre sí mismo” (3-b)
 “Los encarcelados se enfrentan también con otras dificultades, como los obstáculos
para poder mantener contactos regulares con su familia y los seres queridos” (6-c)
 “Para hacer más humana la cárcel, es muy importante prever iniciativas concretas que
permitan a los detenidos desarrollar, en cuanto sea posible, actividades laborales
capaces de sacarlos del empobrecimiento del ocio. Así se les podrá introducir en
procesos formativos que faciliten su reinserción en el mundo del trabajo al final de la
pena. No hay que descuidar, además, el acompañamiento psicológico que puede servir
para resolver aspectos problemáticos de la personalidad. La cárcel no debe ser un lugar
de deseducación, de ocio y tal vez de vicio, sino de redención” (7-c)
5.2.3-. Área jurídica: objetivos específicos
 “En este sentido, llega un llamamiento enérgico desde innumerables cárceles
diseminadas por todo el mundo, donde están segregados millones de hermanos y
hermanas nuestros. Ellos reclaman sobre todo una adecuación de las estructuras
carcelarias y a veces también una revisión de la legislación penal” (6-a)
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 “Si la celebración del Gran Jubileo es para los encarcelados una oportunidad para
reflexionar sobre su condición, lo mismo se puede decir para toda sociedad civil que se
enfrenta cada día a la delincuencia, para las autoridades encargadas de mantener el
orden público y favorecer el bien común, y para los juristas llamados a reflexionar sobre
el sentido de la pena y abrir nuevos horizontes para la colectividad” (5-a)
5.3-. INSERCIÓN O POST-PRISIÓN
 “La misma experiencia jubilar está en estrecha relación con la condición humana del paso del
tiempo, a la cual quiere dar un sentido: por un lado, el Jubileo quiere ayudarnos a vivir el recuerdo
del pasado aprovechando las experiencias vividas; por otro, nos abre al futuro en el cual el
compromiso del hombre y la gracia de Dios deben construir juntos lo que queda por vivir” (2-b)
5.3.1-. Área religiosa: objetivos específicos
 “Al igual que la misericordia de Dios, siempre nueva en sus formas, abre nuevas
posibilidades de crecimiento en el bien, celebrar el Jubileo significa también esforzarse
en crear nuevas ocasiones de recuperación para cada situación personal y social,
aunque aparentemente parezca irremediablemente comprometida” (4-b)
5.3.2-. Área social: objetivos específicos
 “Estamos lejos aún del momento en que nuestra conciencia pueda permanecer
tranquila de haber hecho todo lo posible para prevenir la delincuencia y reprimirla
eficazmente, de modo que no siga perjudicando y, al mismo tiempo, ofrecer a quien
delinque un camino de rehabilitación y de reinserción positiva en la sociedad. Si todos
los que, por diversos títulos, están implicados en el problema quisieran aprovechar la
ocasión que ofrece el Jubileo para desarrollar esta reflexión, tal vez toda la humanidad
podría dar un gran paso adelante hacia una vida social más serena y pacífica” (5-b)
5.3.3-. Área jurídica: objetivos específicos
 “Los encarcelados se enfrentan también con otras dificultades, como los obstáculos
para poder mantener contactos regulares con su familia y los seres queridos, y
carencias graves se encuentran a menudo en las estructuras que deberían ayudar a
quien sale de la prisión, acompañándolo en su nueva inserción social” (6-c)
Por Heinz-Peter Echtermeyer7
Presidente de la ICCPPC-Europa
Viena, 19 de mayo de 2003.
7
Heinz-Peter Echtermeyer, diácono permanente de la diócesis de Hildesheim (Alemania), es Maestro en Teología y Capellán del Centro
Penitenciario de Celle (Alemania).
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La misión de la Iglesia en los
ámbitos de prevención,
privación de libertad y
reinserción8
8
Ponencia facilitada en el I Encuentro Ibérico de Pastoral Penitenciaria. Fátima, 3 de mayo de 2014.
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I.- INTRODUCCIÓN: UNA IGLESIA QUE NO ABANDONA A LAS PERSONAS ENCARCELADAS
Con sumo gusto afronto el tema que se me ha encomendado, relativo a la misión de la Iglesia y el sistema
penal y penitenciario en tres momentos fundamentales –prevención, prisión y reinserción-, los cuales
constituyen un serio desafío para la acción pastoral de la Iglesia. Pretendo destacar que la Iglesia no sacraliza la
cárcel, más bien pretende que nadie tenga que entrar, busca que el tiempo de aflicción sea el más reducido
posible y en las condiciones más dignas y, desde luego, se afana en que nadie tenga que retornar a prisión.
La razón principal de la presencia en las cárceles desde sus mismos orígenes es bien sencilla: ¡porque en ellas
hay personas que sufren! Por eso la Iglesia reclama el derecho a intervenir en el ámbito de la privación de
libertad con aquello que le es específico para colmar las necesidades y los derechos de las personas privadas de
libertad. La Iglesia sabe que sólo Dios es el Señor del tiempo, 9 sólo Cristo puede regalar la liberación integral de
todas las esclavitudes, y sólo la fuerza del Espíritu, que sopla donde y como quiere, es capaz de “hacer nuevas
todas las cosas” y tornar en posible lo aparentemente imposible. Prolongar esta acción salvadora y liberadora
es la pretensión de la comunidad creyente que se ocupa de sus encarcelados. No puede ser de otro modo.
Como señala el papa Francisco en su exhortación apostólica, “hacer oídos sordos a ese clamor, cuando
nosotros somos los instrumentos de Dios para escuchar al pobre, nos sitúa fuera de la voluntad del Padre y de
su proyecto, porque ese pobre «clamaría al Señor contra ti y tú te cargarías con un pecado» (Dt 15,9). Y la falta
de solidaridad en sus necesidades afecta directamente a nuestra relación con Dios” (EG 187).
Por eso, la Iglesia ha reconocido que la exigencia de escuchar este clamor brota de la misma obra liberadora de
la gracia en cada uno de nosotros: «La Iglesia, guiada por el Evangelio de la misericordia y por el amor al
hombre, escucha el clamor por la justicia y quiere responder a él con todas sus fuerzas». En este marco se
comprende la petición de Jesús a sus discípulos: “¡Dadles vosotros de comer!” (Mc 6,37). Atender esta orden
implica, además del deber de asistencia inmediata, la cooperación para prevenir el hambre y resolver las
causas estructurales de la pobreza y promover el desarrollo integral de los pobres (cf. EG 188). Qué duda cabe,
que la Pastoral Penitenciaria al servicio de las personas privadas de libertad constituye para la Iglesia no una
pesada carga o una obligación, sino un gozoso servicio.
Este ministerio penitenciario parte de la convicción profunda de que “el Evangelio responde a las necesidades
más profundas de las personas, porque todos hemos sido creados para lo que el Evangelio nos propone: la
amistad con Jesús y el amor fraterno… El entusiasmo evangelizador se fundamenta en esta convicción.
Tenemos un tesoro de vida y de amor que no se puede manipular sin desilusionar. Es una respuesta que cae en
lo más hondo del ser humano y que puede sostenerlo y elevarlo. Es la verdad que no pasa de moda porque es
capaz de penetrar allí donde nada más puede llegar. Nuestra tristeza infinita sólo se cura con un infinito amor.
(EG 265). Hacerlo extensivo a las personas privadas de libertad es nuestra apasionante tarea. Se trata nada
menos que de “descubrir el rostro de Cristo en cada detenido” (Cf. Mateo 25, 36).
Desde este presupuesto, teniendo en cuenta las circunstancias específicas de sus destinatarios, los objetivos de
la Pastoral Penitenciaria en las diócesis y los de la Capellanías Penitenciarias en las cárceles son los mismos que
los de otras comunidades eclesiales, ya que mediante ellas se realizan todas las dimensiones y funciones de la
Pastoral: enseñar, santificar y servir. De este modo, integrado en la pastoral diocesana, bajo la coordinación del
delegado episcopal, cada centro penitenciario funciona mediante la capellanía del modo más parecido a una
parroquia. En su seno es posible edificar una comunidad cristiana, con una dinámica peculiar, comunidad de
predilectos del Señor porque muchos de sus miembros además de privados de libertad tienen comprometida
su salud física, mental, moral o espiritual. Por eso la Iglesia no los puede abandonar. Por más errores y
crímenes que en algunos casos hayan podido cometer, tenemos que seguir atendiendo la solicitud de la Carta a
los Hebreos: “Acordaos de los presos como si vosotros mismos estuviereis prisioneros con ellos” (Heb 13,3). Es,
9
De ahí el desafío de “facilitar la vivencia de la cárcel como tiempo de Dios, ocasión de verdad, de humildad, de expiación y también de fe”
(MJ 3-a). En lo sucesivo, nos referiremos al Mensaje Jubilar del Papa Juan Pablo II del año 2000 como MJ. Constituye un documento de gran
importancia en este campo. Cf. VV.AA., Marco para un Plan de Pastoral Penitenciaria. Mensaje Jubilar de Juan Pablo II, Fund. Agape, Madrid,
2005. Y en portugués: VV.AA., Modelo para un Plano de Pastoral Penitenciária. (Presentaçao de D. Carlos Azcuedo), Paulinas, Prior Velho,
2009.
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a fin de cuentas, la misma demanda del papa referida a cualquier forma de exclusión: porque existe un vínculo
inseparable entre nuestra fe y los pobres ¡nunca los dejemos solos! (cf. EG 47).
En esta introducción no quiero dejar de mencionar lo que constituye un nuevo reto. Me refiero a la atención y
al reconocimiento que las víctimas de los delitos merecen. La ayuda a los encarcelados no se opone, más bien
reclama, la mayor consideración hacia las víctimas, en especial hacia las que han quedado en situaciones de
mayor vulnerabilidad o han sufrido males irreparables. La apuesta que viene haciendo la pastoral penitenciaria
española por la Justicia Restaurativa nos está ayudando a descubrir nuevos horizontes, formulados en la
Justicia reconciliatoria a que se refiere el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (cfr. CDSI 403)10. Se trata
de que el infractor asuma lo que el premio Nobel Saramago afirmaba desde otra clave: “Somos la memoria que
tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no
merezcamos existir”.
En esta misma dirección, más dialógica que dialéctica, tampoco olvidamos a quienes trabajan en este difícil
medio tratando de humanizarlo. También ellos son destinatarios del evangelio, como el “funcionario de
prisiones” que “se alegró con toda su familia por haber creído en Dios” a que se refiere el Libro de los Hechos
(Hch 16,34). Como no puede ser de otro modo, nadie queda excluido a priori del auténtico “río de alegría” que
es el Evangelio de Jesucristo (cf. EG 5).
II.- LA PERSONA EN SU INTEGRIDAD, OBJETO DE LA MISIÓN EVANGELIZADORA DE LA IGLESIA.
¿Por qué la Iglesia se preocupa de la persona privada de libertad y de todas sus necesidades? ¿Por qué a la
Iglesia le afecta lo que ocurre antes, durante y después de estar un hombre o una mujer encarcelados? La
respuesta no es difícil. El Concilio Vaticano II, cuyos 50 años acabamos de celebrar, nos lo señala en su
Constitución pastoral Gaudium et spes sobre la Iglesia en el mundo: “Es la persona humana la que hay que
salvar. Es la sociedad humana la que hay que renovar. Es, por consiguiente, el hombre; pero el hombre todo
entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad”, quien es el objeto central del quehacer
pastoral de la Iglesia” (GS 3). Y continúa la misma idea en otro lugar: <nos mueve> “el servicio del hombre, del
hombre integral, teniendo en cuanta sus necesidades materiales y sus exigencias intelectuales, morales,
espirituales y religiosas; de todo hombre” (GS 64).
El destinatario del quehacer eclesial es el ser humano en toda su complejidad, el hombre y la mujer en todas
sus dimensiones, la persona en todo su itinerario vital, en todas sus complejas interacciones personales y
sociales y en todos los momentos de su existencia. La acción evangelizadora de la Iglesia en el medio
penitenciario tiene como interlocutora a la persona en su totalidad y en todas sus dimensiones. En palabras de
Evangelii Nuntiandi: “el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un sujeto a los problemas
sociales y económicos” (EN 31). Por eso, el desarrollo, tan diferente de la obsesión por el crecimiento
cuantitativo economicista que nos ha despeñado a esta crisis, tiene que ser integral: ha de afectar a todo el ser
humano y a todos los seres humanos, como no se cansaba de repetir Pablo VI en su Populorum progressio.
No podemos abordar la situación de la persona presa como si fuera una “foto fija”. ¡Los agentes de la pastoral
penitenciaria no podemos quedar encarcelados por la prisión! Aunque estemos llamados inequívocamente a
hacernos cercanos y hermanos de los presos, la convocatoria evangélica se amplía a procurar evitar que nadie
tenga que pasar por este doloroso trance y, por supuesto, que superado este paréntesis doloroso en la vida de
las personas, se faciliten los apoyos institucionales y sociales suficientes para que nadie tenga que volver a
sufrir la privación de libertad.
Es tan precioso este don de Dios de la libertad (por supuesto, mucho más que la libertad ambulatoria), que, si
Pablo a los Gálatas les decía que “para ser libres os ha liberado Cristo” porque “sois llamados a la libertad” (Gal
5,1.13) , el español universal Miguel de Cervantes, a quien tanto gustaba vincular la dignidad con la libertad,
10
También el Mensaje jubilar se refiere a “remediar el mal causado y a promover el bien” (MJ 2-a) y Contribuir al establecimiento de procesos
de redención y de crecimiento personal y comunitario fundados en la responsabilidad” (MJ 5 -d).
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pudo decir en el Quijote: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los
cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así
como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que
puede venir a los hombres” (Libro II, Cap. LXVIII).
Benedicto XVI señaló en el mismo sentido en Spe salvi que “si, debido a las condiciones y a las estructuras, se
privara de esta libertad, el mundo, a fin de cuentas, no sería bueno, porque un mundo sin libertad no sería en
absoluto un mundo bueno” (SS 30). El papa está aunando ontológicamente la libertad humana y la bondad. De
este modo, la ausencia completa de libertad supondría la negación absoluta de la perfectibilidad humana.
Nótese bien que la referencia papal a “las condiciones y a las estructuras” evita el riesgo de una interpretación
espiritualista de sus palabras para devolvernos la responsabilidad de humanizar y dignificar el sistema penal y
penitenciario, de modo que el espacio de libertad acabe siendo tan amplio como sea factible. Las
consecuencias morales de esta afirmación se imponen: desde estos presupuestos no es posible aceptar ni ética
ni cristianamente la cadena perpetua, ni las condenas de duración desmesurada, ni condiciones de
cumplimiento de las penas que supongan un ataque tan fuerte a la libertad y a la dignidad de las personas que
acaben por minar la bondad de los presos (por profundamente escondida que parezca), su capacidad de
perfectibilidad, la posibilidad de mejorar, de repersonalizarse y de volver su corazón a Aquél que es el sumo
Bien, para poder reintegrarse socialmente.
La Pastoral Penitenciaria trabaja por la liberación integral de la persona. Prefiere entenderse a sí misma como
acción pastoral de la Iglesia más que reducirse minimalistamente a asistencia religiosa. En el primer caso, el
objetivo de su ministerio es el ser humano en su integridad, en el segundo se minimaliza la intervención eclesial a
una única dimensión y bajo un prisma reduccionista. La actuación de la pastoral se reduciría a la praxis del
sacerdote capellán en materia de sacramentos. De ahí el empeño en que la actuación pastoral de la Iglesia entre
los encarcelados sea lo más parecido al de una parroquia que es para sus fieles como un auténtico hogar en el
que todos se encuentren “en cada comunidad cristiana como en su propia casa” (TMI 29).
La Pastoral Penitenciaria, como toda acción apostólica, considera que el “hombre es el camino de la Iglesia” (RH
14, CA 53). Por eso, en el caso de la persona presa, se trata del hombre entero, dotado de inquebrantable
dignidad, titular de derechos inalienables y siempre perfectible (el ser humano siempre es mucho más que su
comportamiento, por terriblemente dañino que haya sido). Para la Iglesia, nadie hay definitivamente perdido. La
persona que yerra gravemente supone un reto para su acción evangelizadora (Lc 15,4) que sabe que siempre y
hasta el final Dios regala una oportunidad a cada ser humano para abrir su corazón a un amor siempre más
grande que su comportamiento, pues "la dignidad del preso es siempre mayor que su culpa" 11. Ciertamente,
“redescubrir y hacer redescubrir la dignidad inviolable de cada persona humana constituye una tarea esencial, es
más, en cierto sentido es la tarea central y unificante que la Iglesia está llamada a realizar” (Christifideles laici
37).
III.- ARTICULACIÓN DE UNA PASTORAL PENITENCIARIA QUE PRETENDE DAR UNA RESPUESTA
INTEGRAL
La misión de la Iglesia en las cárceles constituye una auténtica acción pastoral de misericordia, esperanza, justicia
y libertad. La Pastoral Penitenciaria es una acción de la Iglesia Católica en cuanto que el sujeto que la desarrolla
es la Iglesia misma. Como toda acción pastoral, su ejecución reclama una adecuada articulación que permita el
cumplimiento de sus fines. En el caso de la Iglesia local, el Obispo de la Diócesis es su último responsable,
aunque habitualmente delegue en un responsable diocesano, encargado a su vez de animar y coordinar la acción
de los capellanes y de los voluntarios cristianos de las capellanías de cada centro penitenciario o de quienes se
ocupen de las personas encarceladas de la Diócesis internadas en otros lugares.
11
Cf. Card. Darío CASTRILLÓN, Discurso en la segunda sesión del Seminario Internacional sobre los “Derechos Humanos de los pres os”
(Ciudad del Vaticano, 2 de marzo de 2005) "Preservar la dignidad humana de cada persona, descubrir el rostro de Cristo en cada preso ”.
Editorial EDICE, Madrid 2007.
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Para una adecuada articulación de la Pastoral Penitenciaria en el ámbito de la Diócesis, será conveniente tomar
en consideración los siguientes aspectos:
1º) Se trata de una pastoral integral en cuanto que responde a los requerimientos del ser humano
globalmente considerado. Trata de atender primariamente a sus necesidades religiosas y espirituales,
pero también a las sociales, a las jurídicas o de cualquier otra índole, de modo que, efectivamente, el
tiempo de privación de libertad sea un tiempo de Dios (MJ 3c)12.
En efecto, la Pastoral Penitenciaria como reflejo de ese amor de Dios hacia los encarcelados se dirige al
hombre y a la mujer presos tomados en su integridad y en las circunstancias concretas en que se
encuentran. Es lo propio del amor, "abarcar al hombre en su integridad", por ello considera “todas las
potencialidades del hombre" (DCE 17) sabiendo que "nunca se da por concluido y completado". "El
amor es el servicio que presta la Iglesia para atender constantemente los sufrimientos y las necesidades,
incluso materiales, de los hombres" (DCE 19). Muy bien lo decía también el Concilio: "La acción
caritativa puede y debe abarcar hoy a todos los hombres y todas sus necesidades" (AA 8). Se trata, en
suma, de constituir una auténtica Buena Nueva para el encarcelado, aportándole “ayuda material y
sosiego del alma (DCE 28b), sin olvidar que, como toda promoción humana, "debe ser integral, es decir,
promover a todos los hombres y a todo el hombre" (GS 76).
2º) Ha de ser una acción pastoral integrada. Consiguientemente, no debe entenderse a modo de
mundo aparte, sino que ha de estar integrada en la Pastoral de Conjunto de la Diócesis, implicando sus
distintos niveles (parroquias, arciprestazgos, delegaciones, vida consagrada, movimientos, etc.). La
Exhortación postsinodal Sacramentum Caritatis 59, señala la necesidad de los presos de "sentir la
cercanía de la comunidad eclesial”. Por eso, dice el Papa: "pido a las Diócesis que, en lo posible, pongan
los medios para una actividad pastoral que se ocupe de atender espiritualmente a los presos” (ibid.).
Ésta si quiere superar el asistencialismo habrá de trabajar para un cambio profundo en el planteamiento
general. Este cambio habrá de ser cultural, social, político, jurídico y eclesial.
3º) Supone una actuación eclesial continuada. Ello presupone que la situación de la persona en prisión
es necesariamente provisional. Por ello, hay que intentar, primero de todo, que no entren en la cárcel,
atendiendo a las causas socioeconómicas facilitadoras de su ingreso (prevención), que reciban la mejor
atención una vez dentro (intervención penitenciaria) y que se asegure que no vuelvan a entrar y
normalicen por completo su vida (reinserción social). Ello reclama una “nueva imaginación de la
caridad” (NMI 50) y “un replanteamiento de cara a una cierta revisión” (MJ 3-c) para lograr “un cambio
de mentalidad” (MJ 6-a) repensando la cárcel y el resto de instituciones jurídicas, así como la propia
pastoral penitenciaria, desde fuera de la misma cárcel. Si ciertamente la pastoral penitenciaria se origina
en la cárcel, ésta no se entiende sólo desde la prisión, ni, por consiguiente, su acción pastoral se agota
en ella. Se trata de poner en acto y diacrónicamente la misericordia de Dios, “siempre nueva en sus
formas”, que ayuda a ser creativos y a generar “nuevas ocasiones de recuperación para cada situación
personal y social, aunque aparentemente parezca irremediablemente comprometida” (MJ4b).
4ª) Finalmente, reclama articulación con otros actores desde su apuesta por el diálogo universal: “La
Iglesia se hace diálogo” (Ecclesiam Suam 29). En el caso de la Pastoral Penitenciaria, este diálogo se
desarrolla no solo con sus interlocutores “naturales” (las personas presas), sino también con otras
confesiones religiosas y aun con todos los hombres y mujeres de buena voluntad que se empeñan en
humanizar el sistema penal y penitenciario y asegurar la vigencia de los Derechos Humanos. De manera
singular son interlocutores privilegiados las víctimas de los delitos, necesitadas de no menor soporte
humano y conforto espiritual. Del mismo modo, el diálogo fraterno se mantiene con las personas que
trabajan en la prisión y con las autoridades políticas, policiales, judiciales y penitenciarias con el fin de
avanzar hacia el sueño de Dios: otorgar auténtica libertad integral a todos “los que habitan en las
mazmorras” (Is 42,7). Por esta razón, el talante dialogal, la interdisciplinariedad, la apertura al diferente,
la flexibilidad y la buena disposición a la coordinación con otras iniciativas (“nihil humanum alienum est
ecclesiae”) sirven para articular eficazmente de esta acción pastoral sectorial de la Iglesia Católica.
12
MJ es el acrónimo con que nos referiremos al Mensaje Jubilar de Juan Pablo II del año 2000.
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Organizativamente, la Pastoral Penitenciaria se articula en tres niveles territoriales: el primero, vinculado a la
Conferencia Episcopal del Estado, el segundo, dentro de la Diócesis, y el tercero, ubicado en el centro
penitenciario concreto:
a) El Departamento de Pastoral Penitenciaria integrada en la Comisión Episcopal de Pastoral Social
(CEPS) de la Conferencia Episcopal Estatal, que actualmente presido, tiene como fines: promover el
compromiso cristiano con el mundo marginal penitenciario, potenciando los servicios y personas que,
como instituciones y miembros de la respectiva Iglesia Diocesana, trabajan en la Pastoral Penitenciaria e
impulsar el desarrollo de la Pastoral Penitenciaria en las prisiones, en las parroquias y en las Diócesis, a
fin de que la levadura del evangelio recorra aguas arriba, desde su desembocadura en la cárcel, el largo
rio penitenciario, ayudando a superar las dolorosas secuelas de tantas familias rotas y desestructuradas
y las situación de marginación social en que malviven tantos seres humanos.
b) La Delegación Diocesana de Pastoral Penitenciaria es un organismo diocesano, no jurídico sino
funcional, que colabora con el obispo en la dirección, promoción y coordinación de la actividad pastoral
en todas las dimensiones del mundo penitenciario. Entre otras tareas, le representa ante las
instituciones eclesiales y civiles, da a conocer a la Diócesis el Proyecto Diocesano de Pastoral
Penitenciaria, promueve recursos personales y materiales para desarrollarlo, colabora con otras
instituciones (eclesiales y no eclesiales), procura la formación específica de los agentes de esta pastoral,
sirve de puente entre la cárcel y la sociedad, coordina los recursos, actividades y servicios de las
instituciones y personas que desempeñan misión pastoral penitenciaria en el ámbito de la prevención,
en el de la detención / internamiento / prisión o en el de la reinserción, atiende a las familias de
personas privadas de libertad que soliciten ayuda, y acoge a las víctimas de los delitos a través de
servicios de mediación, reparación y reconciliación.
c) La Capellanía penitenciaria es la comunidad o grupo de fieles cristianos internados temporalmente
en un establecimiento penitenciario, constituida de modo estable, como grupo especial en la parroquia
en cuya demarcación se halla el establecimiento penitenciario y encomendada por el obispo diocesano a
un capellán.
IV. PREVENCIÓN, INTERVENCIÓN PENITENCIARIA Y REINSERCIÓN, OBJETIVOS DE LA PASTORAL
PENITENCIARIA
El objetivo último de la Pastoral Penitenciaria en todas sus facetas consiste en evangelizar al mundo
penitenciario, anunciando la liberación integral a los cautivos, colaborando en la formación de su conciencia, en
la vivencia de la fe y en su promoción humana integral, con miras a la formación de comunidades cristianas
vivas, solidarias y participativas integradas plenamente en la Iglesia particular. Pero también ha de procurar, en
coordinación con otras instancias eclesiales, tanto que no se produzcan los delitos como que, de haberse
producido, tratar de dar una respuesta responsabilizadora para el infractor y reparadora para la víctima que
utilice como ultima ratio la prisión. No en último lugar, esta pastoral, de manera orgánica con toda la acción de la
Iglesia particular, procurará habilitar los medios para que las personas excarceladas se sientan acogidas y tengan
posibilidades de normalizar su vida desde el respeto a las normas que la convivencia y la solidaridad imponen.
No es ocioso recordar que el Papa Juan Pablo en el tan citado Mensaje Jubilar (MJ) señala como objetivos para la
Pastoral Penitenciaria
 Ofrecer la salvación traída por Cristo, para que produzca abundantes frutos de bien según el designio
de Dios, que quiere salvar a todos sus hijos (Cf. MJ 1-c).
 Contribuir al establecimiento de procesos de redención y de crecimiento personal y comunitario
fundados en la responsabilidad (Cf. MJ 5-d).
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Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
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 Procurar la abolición, en las legislaciones de los Estados, de las normas contrarias a la dignidad y a los
derechos fundamentales del hombre (Cf. MJ 6-a).
De ahí que, teniendo en cuenta las características señaladas de una Pastoral Penitenciaria bien articulada e
integral y, sobre todo, considerando el despliegue a lo largo del tiempo que esta acción de la Iglesia reclama, se
puedan señalar tres grandes momentos de esta Pastoral que podemos caracterizar por su principal objetivo:
1.- PREVENCIÓN.
Consiste en procurar que existan los menos delitos posibles y que se minimice la utilización de la pena privativa
de libertad.
El Mensaje Jubilar señala que compete a la Iglesia “hacer todo lo posible para prevenir la delincuencia” (MJ 5b). “Según el designio de Dios, todos deben asumir su propio papel para colaborar a la construcción de una
sociedad mejor. Evidentemente esto conlleva un gran esfuerzo incluso en lo que se refiere a la prevención del
delito” (MJ 5-d).
Se está refiriendo Juan Pablo II a la prevención inespecífica o primaria, que trata de lograr una calidad de vida
adecuada para todos. En ese sentido, la justicia social y la práctica del bien común constituyen la mejor vacuna
contra la criminalidad. Ello requiere el compromiso de la Iglesia con la justicia, pues la acción evangelizadora es
“la promoción de una liberación integral de la persona, en su dimensión terrena y trascendente, contribuyendo
así a la construcción del Reino último y definitivo” (DP 475 CELAM). Por consiguiente, “el mejor servicio que
puede prestarse al hermano es la evangelización que lo libera de las injusticias, lo promueve integralmente y le
dispone a realizarse como hijo de Dios” (DP 1145). Igualmente, el Sínodo de los Obispos de 1971 reconoce que
“la acción a favor de la justicia y la participación en la transformación del mundo se nos presenta claramente
como una dimensión constitutiva de la predicación del evangelio, es decir, de la misión de la Iglesia para la
redención del género humano y la liberación de toda situación opresiva” (Intr. f). Jesús no se limitó al anuncio
de una Buena Noticia, sino que buscó que esa Buena Noticia se convierta en Buena Realidad. No se limitó a
hablar del Reino de Dios y de su justicia, sino que se esforzó porque esa justicia se implantase en la humanidad.
En nuestros días, lamentablemente, “estamos lejos aún del momento en que nuestra conciencia puede
permanecer tranquila de haber hecho todo lo posible para prevenir la delincuencia […]; según el designio de
Dios, todos deben asumir su propio papel para construir una sociedad mejor” (MJ 5b y d). El respeto efectivo
de los derechos económicos, sociales y culturales, el apoyo a la familia, a las madres solteras y a las familias
desestructuradas constituyen las mejores y más eficaces actuaciones preventivas de la criminalidad.
Lo recuerdan los hermanos obispos hondureños en su Carta Pastoral “Por los caminos de la Esperanza” (2006)13
cuando señalan que necesitamos una política de seguridad ciudadana enmarcada en el cuadro más amplio del
desarrollo humano integral. Esta política solamente será acertada en sus propuestas y eficaz en sus resultados
si parte de un diagnóstico de las múltiples causas de la violencia. Un plan nacional de seguridad no puede
reducirse a la represión y al castigo penal del delito sino que debe desarrollar una serie de estrategias y
acciones para la prevención del delito y para la rehabilitación y reinserción social del delincuente. No se puede
olvidar que la delincuencia juvenil tiene su raíz en el tremendo vacío de familia, en la falta de oportunidades de
trabajo y de educación, que lleva a muchos jóvenes a adherirse a grupos que atentan contra la sociedad.
Podemos prevenir y disminuir esta delincuencia aumentando la vigilancia en las calles, edificando centros de
rehabilitación dirigidos por personas motivadas y capacitadas, consolidando la unidad familiar en el amor y
creando esperanzas de una vida y un futuro valiosos por la educación y el trabajo. Una política integral de
seguridad no puede olvidar la necesidad de renovar todo el sistema penitenciario, sus centros penales, su
organización, su mentalidad y sus personas.
13
CONFERENCIA EPISCOPAL DE OBISPOS DE HONDURAS, Carta Pastoral “Por los Caminos de la Esperanza”, Tegucigalpa, 1 de marzo de
2006, 60-63. En la web: http://www.caritashonduras.org/index.php?option=com_content&view=article&id=123:carta-pastoral-de-laceh&catid=65:conferencia-episcopal-de-honduras&Itemid=179
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La mejor prevención empieza por el cuidado de la infancia y la diligente defensa de todos sus derechos.
Tenemos aquí un grandísimo desafío, máxime teniendo en cuenta que una parte no pequeña de nuestra
infancia en algún momento de su vida escolar o en su itinerario de fe tiene contacto con la Iglesia. La defensa
de los derechos de la infancia es la primera prevención, como recuerda el Compendio de la Doctrina Social de
la Iglesia (cf. 244-245). Esta exigencia se torna en una gravísima responsabilidad, máxime cuando nos estamos
recuperando de comportamientos denigrantes de algunos de nuestros miembros que, además de llenarnos de
vergüenza, debe animarnos a defender los derechos de los niños y de las niñas con especial intensidad, máxime
cuando, como ocurre en España, la crisis tiene en la infancia uno de los colectivos más vulnerables.
En La Iglesia y los pobres14, documento con 20 años de antigüedad pero tristemente muy de actualidad, los
Obispos de la Pastoral Social hemos destacado la relación entre el desempleo, la exclusión y la criminalidad: “El
paro forzoso es una de las lacras más graves de nuestra sociedad, ya que impide al hombre el derecho
fundamental al trabajo, como desarrollo de su personalidad y como el medio normal de ganar lo necesario para
vivir dignamente tanto él como su familia. Por lo mismo, es probablemente la causa más importante y decisiva
en la génesis de la pobreza. Además, empuja a las personas en la pendiente resbaladiza de la angustia, la
depresión, al alcoholismo, el juego, la droga, la prostitución, la delincuencia, la marginación y, en ocasiones,
hasta el suicidio.
Remacha la importancia de la llamada prevención inespecífica, la que se refiere a las causas generales que
facilitan la entrada en la carrera delincuencial, el papa Francisco con su habitual claridad y precisión diciendo
“No a la inequidad que genera violencia”. Lo explica en términos que nos resultan muy familiares: “Hoy en
muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se revierta la exclusión y la inequidad dentro de
una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia… Cuando la sociedad –local,
nacional o mundial- abandona en la periferia a una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos
policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad” (EG 59).
Además de está prevención social general basada en la justicia social que a todos compromete, la Iglesia
desarrolla un sinfín de actuaciones en el plano de la prevención específica o sectorial. En efecto, las obras
sociales de la Iglesia trabajan principalmente en los aspectos preventivos, promoviendo actividades de tiempo
libre, talleres de animación creativa, trabajo con familias, apoyo escolar, comedores, etc. Con estas actividades
desarrolladas por múltiples asociaciones y ONG de solidaridad y caridad de la Iglesia, que pretenden influir de
manera conjunta en el ambiente del barrio, de la escuela, de la familia, del entorno y del tiempo libre, se trata
de ayudar en aquellos aspectos que repercuten en el desarrollo personal y en la integración social del niño, así
como impedir aquellas carencias que pudieran empujarles hacia la marginación. Se trata de paliar los efectos
de los condicionamientos sociológicos que empujan a los jóvenes hacia la marginación, la drogadicción y la
delincuencia, motivados por la dificultad del ambiente familiar y del barrio, el fracaso escolar, la ausencia de
una perspectiva laboral que pueda canalizar su vida y su creatividad. En este sentido, congregaciones religiosas,
institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica dan testimonio de la pluralidad de modelos
educativos y asistenciales organizados por la Iglesia para atender a los niños y jóvenes marginados.15
Ello reclama una mejor coordinación entre las múltiples instancias de Iglesia que intervienen en este ámbito, y
la de éstas con las administraciones públicas, responsables últimas de la política social de un Estado. Por otra
parte, y para propiciar los necesarios cambios estructurales que eviten la precariedad y la descohesión social 16,
será precisa una acción concertada en el orden de la “caridad política”. Se trata de visibilizar la exclusión social
y sus causas y demandar a los poderes públicos la prioridad que merecen los pobres, especialmente los niños y
los jóvenes que no pueden ser desde tan temprana edad “población sobrante”. Es la forma de superar las
circunstancias sociales que sufren todas las personas en situación de vulnerabilidad y las mismas clases medias
precarizadas por la crisis, sometidos todos a “un modelo de desarrollo fracasado y agotado, que ha causado
14
COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL SOCIAL CEE, “La Iglesia y los pobres”, 21 de febrero de 1994, n.42. En la web:
http://www.conferenciaepiscopal.es/documentos/Conferencia/pobres.htm
15
La Iglesia y los pobres, o.c., 92.
16
Cf. FUNDACIÓN FOESSA, Precariedad y cohesión social, Foessa, Madrid, 2014. Puede descargarse en
http://www.foessa.es/publicaciones_compra.aspx?Id=4834&Idioma=1&Diocesis=42 Informe muy actualizado sobre las consecuencias de la
crisis sobre los colectivos más vulnerables.
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inmensas diferencias entre pobres y ricos y ha deteriorado gravemente el medio ambiente a causa de una
explotación irracional y suicida de los recursos naturales”17.
Hoy más que nunca es precisa una acción concertada, fraternal, propositiva y no violenta que muestre que un
mundo mejor es posible y que la “alegría del Evangelio” constituye una contribución impagable a esta causa.
Por último, prevenir es también evitar entradas innecesarias en prisión. De nuevo es clarividente el Mensaje
Jubilar tantas veces citado de Juan Pablo II: “Hay que animar la revisión del sistema carcelario para adecuarlo
cada vez más a las exigencias de la persona humana e impulsar el recurso más frecuente a penas que no priven
de libertad” (MJ 7-b).
2.- INTERVENCION PENITENCIARIA.
Su objetivo es la evangelización y tratar de que aquellos que entraron en la cárcel, estén el menor tiempo
posible, en las mejores condiciones de vida posibles, evitando el “riesgo de despersonalización” viendo
atendidas todas sus necesidades materiales y espirituales.
”Los penales están hechos para rehabilitar a la gente. Hay presos que no tienen garantías. Estoy muy
preocupado con esto. Si los tenemos encerrados, los arruinamos. Ahora parece que tienen miedo de que se
escapen todos” ha afirmado el Papa Francisco en un encuentro informal con responsable de la Procuraduría
argentina.18
La Iglesia habrá de llevar a las personas privadas de libertad “paz y serenidad” y con toda la sociedad tendrá
que ofrecerles “un camino de rehabilitación”, pues “abstenerse de acciones promocionales en favor del recluso
significaría reducir la prisión a mera retorsión social, haciéndola solamente odiosa” (MJ 1b, 5b, 4b). Hay que
superar una triste realidad constatada por el Documento de Aparecida en todo el mundo: “Hoy por hoy, las
cárceles son, con frecuencia, lamentablemente, escuelas para aprender a delinquir” (DA 427).19
Como dice la encíclica Deus Caritas est, "el amor engloba la existencia entera y en todas sus dimensiones,
también el tiempo" (DCE 6); por eso, el “tiempo de condena es también un tiempo de Dios” (MJ 3c). De ahí que
la Pastoral Penitenciaria, como toda acción pastoral eclesial, considera que el “hombre es el camino de la
Iglesia” (RH 14; CA 53). Se trata de un "proceso que siempre está en camino" (DCE 17), y constituye mucho más
que un sentimiento, o un mero chispazo (ibíd.). Por ello, desde el plano creyente, se trata de “que Cristo
resucitado, que entró en el Cenáculo estando las puertas cerradas, pueda entrar en todas las prisiones del
mundo y encontrar acogida en los corazones, llevando a todos paz y serenidad” (1-b) (MJ 1-b)”. En términos
laicos lo expresaba el literato portugués Fernando Pessoa: "Primero sé libre; después pide la libertad”. A ese
ser libre primero, integralmente liberado, y a ese pedir la libertad quiere contribuir afanosamente la Pastoral
Penitenciaria católica.
Su identidad eclesial se realiza y actualiza en la misión, a través del triple munus ecclesiae: anuncio de la
Palabra, la celebración de los sacramentos y el servicio a la causa de la dignificación, liberación y redención de
las personas encarceladas.
1. El anuncio de la Palabra, porque “la Palabra de Dios no está encarcelada” (2 Tm 2,8) y salva de “la
pobreza del olvido de Dios” (TMA 52), permitiendo “el encuentro con cada ser humano, en cualquier
situación en que se halle” (MJ 1c) y “profundizar su relación con Dios” (MJ 7d).
17
La Iglesia y los pobres, o.c., 93.
Bergoglio fue responsable penitenciario de la prisión de Devoto. Ver video en http://www.lanacion.com.ar/1676195-francisco-lospenales-estan-hechos-para-rehabilitar-a-la-gente. (Publicado en La Nación el 18 de marzo de 2014).
19
El Documento de Aparecida dedica los nn- 427 a 431 a la Pastoral Penitenciaria, expresando con ello un serio reconocimiento oficial a
esta acción eclesial.
18
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2. La celebración de los sacramentos que continúan haciendo presente la acción redentora y libertadora
del mismo Cristo, porque “el encuentro de Jesús con el hombre es su salvación. Una salvación que, por
otra parte, es propuesta, no puede ser impuesta” (MJ 2a)
3. El ejercicio de la diaconía, que supone en nuestro caso la lucha por la justicia, la reivindicación
incansable de los derechos humanos, y la liberación y dignificación de las personas presas en todas sus
dimensiones materiales y espirituales desde el amor que “disculpa sin límites, cree sin límites, espera
sin límites y aguanta sin límites” (1 Cor 13,7). Se fundamenta en que “Jesús es compañero de viaje
paciente, que sabe respetar los tiempos y los ritmos del corazón humano” (MJ 2a) acompañando a
“cada uno a su propio ritmo a la salvación” (MJ 3b).
Naturalmente, en este capítulo de la intervención penitenciaria, están presentes tantos programas que
desarrolla el voluntariado tratando de dignificar la situación de las personas presas, procurando compensar los
déficits sociales, contribuyendo a superar o paliar las causas que están detrás del delito. Son infinidad las
actividades y talleres de todo tipo que con pasión y entusiasmo desarrollan en todas las prisiones los agentes
de pastoral penitenciaria. Es imposible describirlos todos. Se desarrollan siempre en coordinación con el centro
penitenciario correspondiente: apoyo a la deshabituación, con actividades de educación para la salud,
prevención de recaídas, habilidades sociales, manejo de la ansiedad y prevención de la violencia, pensamiento
prosocial para jóvenes, enseñanza de español para extranjeros, alfabetización, conocimiento de la legislación,
preparación para la salidas y permisos, escuela de padres y madres, apoyo a enfermos mentales crónicos,
salidas programadas, actividades deportivas y de ocio y tiempo libre y hasta peregrinaciones como la del
Camino de Santiago.
Finalmente, no podemos olvidar que la Pastoral Penitenciaria tiene en la defensa de la dignidad y de los derechos
humanos de las personas privadas de su libertad una obra de misericordia y de justicia de vital importancia20.
3.- REINSERCIÓN.
Esforzarse en que los egresados no vuelvan más a la cárcel y se incorporen de manera normalizada a la
sociedad, queden niveladas sus asimetrías (responsabilización plena, superación de los déficits sociales y las
adicciones, fidelización al tratamiento los enfermos mentales, etc.). En palabras de Juan Pablo II se trata de “...
ofrecer a quien delinque un camino de rehabilitación y de reinserción positiva en la sociedad” (MJ 5-b). Se trata
de un camino, de un proceso en el que se muestre que “el tiempo es superior al espacio” (EG 222).
La contención de los delitos que una sociedad segura reclama no sólo no es incompatible con la búsqueda de la
pronta normalización social de los infractores, sino que más bien la exige. Por ello, al tiempo que sanciona la
conducta socialmente desviada, debe “ofrecer a quien delinque un camino de rehabilitación y de reinserción
positiva en la sociedad” (MJ 5b). Para ello, habrá de lograr que funcionen “las estructuras que deberían ayudar
a quien sale de prisión, acompañándolo en su nueva inserción social” (MJ 6c).
La Pastoral Penitenciaria trabaja con la pretensión de recuperar el espíritu resocializador de la pena de prisión,
basado en el fomento de alternativas, la humanidad del cumplimiento, los contactos con el exterior y una
duración máxima del tiempo de reclusión respetuosa con la dignidad humana.
La reinserción social, a pesar de los fracasos y las dificultades, no es un mero postulado teórico-idealista, sino un
objetivo posible. Creemos en el principio de perfectibilidad humana, es decir, en la capacidad innata del ser
humano para cambiarse y perfeccionarse a sí mismo y por tanto nos alejamos de todas las formas que
acentúan unilateralmente la necesidad de agravar las penas e insistir en su dimensión de venganza social
tarifada.
20
Cf. Actas del Seminario Internacional sobre los “Derechos Humanos de los Presos”, organizado conjuntamente por el Pontificio Consejo
«Justicia y Paz» y la Comisión Internacional de la Pastoral Penitenciaria Católica, Roma, 1 – 2 de marzo de 2005. Editorial EDICE, Madrid
2007.
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Quiero afirmar con todo vigor la irrenunciabilidad del postulado de la reinserción social y la incompatibilidad
con el mismo de medidas que puedan tornar en perpetua la privación de libertad o que hagan imposible la
inserción social de extranjeros penados en la UE, condenados a vivir en un limbo jurídico en el que ni son
expulsados – a veces son inexpulsables- ni se les autoriza a trabajar legalmente… Toda una flagrante e
incomprensible invitación al delito que requiere prontas soluciones jurídicas.21
Desde el primer momento de condena, se deben “prever iniciativas concretas que permitan a los detenidos
desarrollar actividades que faciliten su reinserción, acompañamiento y estrategias que la conviertan en lugar de
redención” (MJ 7-c). A nivel teórico, implica la exigencia de “favorecer el desarrollo de la reflexión sobre la
reinserción positiva” (MJ 5-b). Finalmente, será preciso “estimular la capacidad de ayuda reinsertadora de las
estructuras y acompañar a quien sale de prisión en su nueva inserción social” (MJ 6-c).
Para el logro de este gran desafío, se procura trabajar en torno a tres áreas que hacen referencia a tres grandes
ámbitos que condensan muchas necesidades de las personas encarceladas y en cuya eficaz cobertura se juega
el “día después” de la excarcelación:
a.
El Área religiosa, que se ocupa de la atención espiritual, la celebración de la fe y de los sacramentos, la
formación bíblica y teológico-pastoral, propiciar encuentros interreligiosos, etc.
b. Área social que desarrolla programas de promoción humana y reinserción, asegura las necesidades
vitales de los presos, busca alternativas para los drogodependientes, discapacitados y enfermos
mentales, procura casas de acogida para permisos, liberados condicionales, penados extranjeros;
promueve hogares-puente para liberados, crea redes de apoyo social, procura la interacción entre el
ámbito penitenciario y el entorno al que ha de volver el excarcelado, etc.
c.
El Área jurídica, que atiende la defensa de los Derechos Humanos y el asesoramiento legal, formula
propuestas de mejora de la legislación, patrocina el modelo de Justicia Restaurativa y la implantación
de programas de mediación penal y procura involucrar a la comunidad jurídica (jueces, abogados,
fiscales, alumnos de Derecho) en la humanización del sistema penitenciario.
La complejidad y el carácter totalizante y humanizador de la presencia de la Iglesia en el mundo carcelario
queda bien resumida en el Compendio cuando al referirse a los responsables de las Capellanías señala: “En este
campo, es importante la actividad que los capellanes de las cárceles están llamados a desempeñar, no sólo
desde el punto de vista específicamente religioso, sino también en la defensa de la dignidad de las personas
detenidas” (CDSI 403,2).
El Papa Francisco a través de su documento programático Evangelii gaudium ha puesto a la Iglesia universal en
“estado de misión”; en sus propias palabras quiere una Iglesia “en salida”, encaminada hacia “las periferias”.
Una de ellas, es la constituida por el mundo del encarcelamiento. Los desafíos son enormes. Casi tantos como
el esfuerzo y la pasión y esfuerzo que ponéis cada día todos los capellanes, voluntarios y agentes de la pastoral
penitenciaria a un lado y a otro de la “raya”22 (En esto de aliviar el sufrimiento humano, de ponerse a los pies
de las cruces, no hay ni rayas ni fronteras: aquí se manifiesta de manera inequívoca el carácter católico
(universal) de nuestra Iglesia).
Por eso, mis últimas palabras quien ser de sincero cariño, ánimo, reconocimiento entrañable y profundo
respeto hacia quienes desde el anonimato callado de cada día hacéis presente el Reino de Dios en los
establecimientos penitenciarios, dignificáis las condiciones de las personas presas y humanizáis aquello que el
21
A través de ICCPC, la Pastoral Penitenciaria ha expresado ante el Comité Económico y Social de Naciones Unidas en Viena la necesidad de
regular para estos supuestos una suerte de “libertad vigilada a prueba” con permiso de residencia temporal que les permitiese un permiso
más definitivo si se acredita arraigo en el país y vida honrada en libertad. Piénsese que hay situaciones en las que la persona presa lleva 30
años viviendo en el país, tiene mujer e hijos en el mismo. La expulsión del país o, lo que es peor, dejarle en limbo jurídico , sin posibilidad de
residir ni trabajar en el país es una aberración de calibre mayor, que repercute en su familia y… en el resto de los ciudadanos, puesto que
se le aboca de nuevo al delito.
22
Nos referimos, naturalmente, a la frontera entre ambos países. No deja de ser eclesialmente más que una raya en el mapa. Los cristianos
no conocemos más división que la que separa el bien del mal.
27
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
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poeta Miguel Hernández llamaba “fábricas del llanto”. Muchas gracias, de corazón, a todos vosotros y vosotras
por vuestro testimonio cristiano de fe, de esperanza y de caridad. Sin ninguna duda, sin vosotros y vuestra
entrega evangélica ni el sistema penal y penitenciario, ni la misma Iglesia seríamos los mismos.
Que Cristo, que vino a abrir las mazmorras de la injusticia, y su buena Madre, en este bendito lugar
venerada como Ntra. Sra. de Fátima, os sigan ayudando a vendar corazones desgarrados y sanar a
tantos “heridos de la vida”. Que Dios os lo premie un día con ese “Venid benditos de mi Padre” que todos
anhelamos como culmen de nuestro periplo vital.
Santa María de la Merced, te pedimos por nuestros hermanos privados de libertad. Cuida de ellos. Haz
que sientan tu consuelo. Sé para ellos un faro que guíe sus pasos en la noche oscura de la soledad y de la
tentación. Que puedan descubrir y sentir el perdón que tu Hijo Jesucristo ofrece a quienes con humildad
reconocen sus faltas. Y que sientan la cercanía amorosa de sus familiares y de la comunidad cristiana. Y
no olvides a las víctimas de atropellos y pecados cometidos por los hombres, sé para ellos y sus
familiares consuelo y paz. Amén.
+ Juan José Omella Omella
Obispo Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (CEE )
Logroño, abril 2014
28
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
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La Delegación Diocesana
de Pastoral Penitenciaria
Orientaciones y Criterios23
23
Cf. PUENTE, Boletín del Departamento Nacional de Pastoral Penitenciaria, Nº 39 (octubre 2002) 4-5.
29
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Al término de las V Jornadas Nacionales de Delegados Diocesanos de Pastoral Penitenciaria, celebradas en
Madrid del 17 al 19 de octubre de 2001, los 43 delegados y delegadas participantes respaldaron con su voto
favorable este breve documento que, titulado “La Delegación Diocesana de Pastoral Penitenciaria:
Orientaciones y Criterios”, se han dado como referente común de mínimos que facilite la integración y la
coordinación de la Pastoral Penitenciaria en la Pastoral de conjunto de la diócesis y con las demás diócesis.
Este “referente común de mínimos” es el resultado de un largo trabajo de reflexión y estudio en común que,
iniciado en las I Jornadas Nacionales de Delegados Diocesanos de Pastoral Penitenciaria, se ha proseguido con
tesón y responsabilidad en cada una de las Jornadas Nacionales celebradas 24 hasta el presente.
Constatada la necesidad de abordar pastoralmente el hecho penitenciario en forma global, las orientaciones y
criterios que ofrece este documento, como instrumento de trabajo, nos ayudarán a proseguir “impulsando el
desarrollo y evolución de la Pastoral Penitenciaria en las prisiones, en las parroquias y en las diócesis a fin de
que la levadura del Evangelio recorra aguas arriba, desde su desembocadura en la cárcel, el largo río
penitenciario, ayudando a superar las dolorosas secuelas de tantas familias rotas y desestructuradas y las
situaciones de marginación social en las que malviven tantos seres humanos...”25
Conviene aclarar que el título “LA DELEGACIÓN DIOCESANA” comprende y hace referencia, indistintamente, a
los servicios de Pastoral Penitenciaria creados en las Diócesis como Delegación Diocesana o bien como
Secretariado Diocesano de Pastoral Penitenciaria.
1-. LA DELEGACIÓN DIOCESANA DE PASTORAL PENITENCIARIA
La Delegación Diocesana de Pastoral Penitenciaria es un organismo diocesano, no jurídico sino funcional, que
colabora con el Obispo26 en la dirección, promoción y coordinación de la actividad pastoral en todas las
dimensiones del mundo penitenciario.
2-. OBJETIVOS
General
El objetivo general de la Delegación Diocesana de Pastoral Penitenciaria comprende promover, acoger, animar,
potenciar, relacionar y coordinar las instituciones, servicios y personas que trabajan o quieren trabajar en la
Pastoral Penitenciaria de la diócesis.
Específicos
 Evangelizar anunciando la Buena Nueva de Jesús y promoviendo la instauración del Reino de Dios en
el mundo penitenciario
 Humanizar el mundo penitenciario mediante la promoción y defensa de los derechos fundamentales
de las personas
 Servir de puente entre la cárcel y la sociedad, anunciando y denunciando la realidad del mundo penal y
penitenciario
24
I Jornadas Nacionales: Madrid, 8 – 10 de febrero de 1995
II Jornadas Nacionales: Madrid, 8 – 10 de mayo de 1996
III Jornadas Nacionales: Madrid, 13 – 15 de octubre de 1998
IV Jornadas Nacionales: Madrid, 6 – 8 de octubre de 1999
V Jornadas Nacionales: Madrid, 17 – 19 de octubre de 2001
25
RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, Mons. Atilano: “Actas del VI Congreso Nacional de Pastoral Penitenciaria” (Madrid, 15 -17 septiembre 2000).
CORINTIOS XIII, núm. 97/98, enero-junio 2001, pág. 10.
26
Canon 469: “La curia diocesana consta de aquellos organismos y personas que colaboran con el Obispo en el gobierno de toda la
diócesis, principalmente en la dirección de la actividad pastoral, en la administración de la diócesis, así como en el ejerci cio de la potestad
judicial”.
30
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 Informar a las comunidades cristianas sobre los problemas del mundo penitenciario, para que tomen
conciencia de las exigencias con que estos problemas y realidad implican a la comunidad creyente
 Sensibilizar las comunidades cristianas (Parroquias, Movimientos Apostólicos, Institutos Religiosos, ...)
y la sociedad sobre la problemática penitenciaria en la diócesis
 Promover y formar agentes pastorales para la misión específica que, encomendada por el obispo y/o
por la correspondiente comunidad eclesial, ha de realizarse dentro o fuera de las prisiones
 Apoyar y coordinar los recursos, actividades y servicios de las instituciones y personas que
desempeñan misión pastoral penitenciaria en el ámbito de la prevención, en el de la detención /
internamiento / prisión o en el de la reinserción
 Atender a las familias de personas privadas de libertad que soliciten ayuda, ofreciéndoles acogida y
orientación
 Acoger y atender a las víctimas de los delitos a través de servicios de mediación, reparación y
reconciliación
3-. ÁMBITOS DE LA PASTORAL PENITENCIARIA
3.1-. Personas








Hombres y mujeres detenidos / presos / penados
Menores y extranjeros internados
Hombres y mujeres en libertad provisional / condicional / definitiva
Familias de detenidos / presos / penados / libertos
Familias de menores y extranjeros internados
Personas y familias en situación de riesgo
Víctimas
Funcionarios
3.2-. Instituciones






Centros de detención e internamiento
Centros Penitenciarios
Parroquias / Arciprestazgos
Institutos religiosos
Movimientos apostólicos
Asociaciones / las O.N.G. eclesiales y civiles
4-. SECTORES DE LA PASTORAL PENITENCIARIA
La Pastoral Penitenciaria atiende los ámbitos de las personas y de las instituciones en los Sectores de:
4.1-. Prevención:





Barrios marginales
Parroquias
Institutos religiosos
Movimientos apostólicos
Colegios
31
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
Área Religiosa - Departamento de Pastoral Penitenciaria CEPS
 Asociaciones de vecinos / O.N.G.'s
 Arciprestazgos
 Zona Pastoral (: Vicaría o Demarcación Episcopal,...)
4.2-. Detención / Internamiento / Prisión




Centros de detención (cuarteles, comisarías, depósitos municipales)
Centros de Internamiento de Menores
Centros de Internamiento de Extranjeros
Centros Penitenciarios
4..3-. Inserción:








Barrios marginales
Parroquias
Institutos religiosos
Movimientos apostólicos
Colegios
Asociaciones de vecinos / O.N.G.
Arciprestazgos
Zona Pastoral (: Vicaría o Demarcación Episcopal,...)
5-. ELEMENTOS NECESARIOS DE UNA DELEGACIÓN
La organización de la Delegación Diocesana de Pastoral Penitenciaria requiere los siguientes elementos:
 El Delegado diocesano
 El Consejo permanente
 El Secretaría general
5.1-. Delegado Diocesano de Pastoral Penitenciaria
Es la persona que, nombrada por el Obispo27, promueve, planifica, orienta, acompaña, coordina y evalúa la
Pastoral Penitenciaria en la diócesis, integrada en el Plan Pastoral Diocesano y conforme al mandato recibido
del Obispo.
5.2-. Funciones del Delegado Diocesano
Corresponde al Delegado Diocesano de Pastoral Penitenciaria:




Dirigir y coordinar la Delegación Diocesana
Representar a la Delegación ante instituciones eclesiales y civiles
Dar a conocer en la diócesis el Proyecto Diocesano de Pastoral Penitenciaria
Promover y procurar recursos personales y materiales para la realización del Proyecto Diocesano de
Pastoral Penitenciaria
 Integrar la Delegación en todos los organismos diocesanos y, especialmente, en la acción caritativosocial
 Coordinar las actividades pastorales penitenciarias que instituciones diocesanas, religiosas o laicales
desempeñan en la diócesis
27
Can. 470: “Corresponde al Obispo diocesano nombrar a quienes han de desempeñar oficios en la curia diocesana”.
32
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
Área Religiosa - Departamento de Pastoral Penitenciaria CEPS
 Promover la colaboración con la FEREDE y/u otras instituciones no eclesiales en el ámbito
penitenciario
 Informar periódicamente (al menos, cada tres meses) al Obispo sobre las actividades pastorales de la
Delegación y el momento de la Pastoral Penitenciaria en la Diócesis
5.3-. Consejo permanente de la Delegación
El Consejo permanente de la Delegación es un organismo de asesoramiento y ayuda que, juntamente con el
Delegado diocesano, determina los objetivos pastorales, acuerda las líneas de actuación y coordina la actividad
pastoral penitenciaria en la Diócesis.
Los miembros del Consejo son nombrados por el Delegado diocesano para un período renovable de tres años,
procurando la representación en el Consejo de los diversos grupos pastorales con misión en el ámbito
penitenciario.
5.4-. Funciones del Consejo Permanente
Corresponde al Consejo Permanente de la Delegación:
 Analizar la realidad y necesidades penitenciarias en la Diócesis
 Elaborar el Proyecto Diocesano de Pastoral Penitenciaria (prevención, detención / internamiento /
prisión y reinserción)
 Programar y evaluar anualmente la Pastoral Penitenciaria en la diócesis
 Promover la presencia representativa de la Pastoral Penitenciaria en los Consejos Pastorales de
Parroquias, Arciprestazgos, Zonas/Vicarías episcopales y diócesis
 Proporcionar recursos para la formación inicial y permanente de los agentes pastorales
5.5-. La Secretaría general
La Secretaría es un servicio de la Delegación que, atendiendo en días y horas determinados, está dirigido por
un secretario/a nombrado por el Delegado diocesano para un período renovable de tres años
5.6-. Recursos de la Delegación
Para el buen funcionamiento de la Delegación, se precisa disponer de




Un Reglamento de régimen interno
Un local propio, facilitado por la Diócesis
Una asignación presupuestaria anual de la Diócesis
Acceso a los medios de comunicación social o posibilidad de una publicación periódica propia -Boletín
Informativo- para sensiblizar e informar a la comunidad cristiana (Diócesis, Parroquias, Institutos
religiosos, Movimientos apostólicos, Asociaciones / O.N.G.’s, ...) sobre la problemática penitenciaria y
la acción pastoral de la diócesis.
33
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
Área Religiosa - Departamento de Pastoral Penitenciaria CEPS
La Capellanía Penitenciaria
(comunidad cristiana en
establecimiento penitenciario)
Orientaciones y criterios28
28
Cfr. PUENTE, Boletín del Departamento Nacional de Pastoral Penitenciaria, Nº 38 (junio 2002) 4-5.
34
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
Área Religiosa - Departamento de Pastoral Penitenciaria CEPS
Estas orientaciones y criterios sobre el ser y quehacer de la Capellanía Penitenciaria se terminaron de redactar
el día 7 de febrero de 2002 con las aportaciones de los Capellanes de Prisiones y al término de las XIV Jornadas
Nacionales29.
Aunque presentadas a modo de “documento”, estas orientaciones y criterios sólo pretenden ser un mero
instrumento de ayuda para los Delegados Diocesanos de Pastoral Penitenciaria y Capellanes que soliciten
información sobre el “ser y quehacer” de las Capellanías Penitenciarias y tuvieren a bien tenerlas en cuenta,
acomodándolas a la realidad concreta de su respectiva Capellanía.
El proceso seguido en su elaboración ha sido largo y no siempre fácil. Todo comenzó en las VI Jornadas
Nacionales de Capellanes de Prisiones 30 con la ponencia de Mons. Luis Martínez Sistach, Obispo a la sazón de
Tortosa, sobre la “Naturaleza Teológico-Canónica de la Capellanía de Prisiones”31.
Proceso que, con las sucesivas aportaciones de pastoralistas, vicarios episcopales, capellanes y voluntarios, ha
enriquecido y mejorado el proyecto inicial, poniendo a nuestra disposición este “referente común de mínimos”
que posibilita una respuesta fundamentada a la pregunta que, con cierta frecuencia, se hace al Departamento
de Pastoral Penitenciaria: “¿Qué es, cómo se organiza y cómo funciona la Capellanía Católica en los
establecimientos penitenciarios?”
1-. LA CAPELLANÍA PENITENCIARIA
La Capellanía penitenciaria es una comunidad o grupo de fieles cristianos 32 internados temporalmente en un
establecimiento penitenciario33, constituida de modo estable como grupo especial34 en la Parroquia, en cuya
demarcación territorial se halla el establecimiento35, y encomendada por el obispo diocesano36 a un capellán37.
2-. OBJETIVOS Y FUNCIONES
2.1. La Capellanía-comunidad penitenciaria es la “casa de la fe”, abierta a todo el conjunto de hombres y
mujeres que habitan en el establecimiento penitenciario, en la que se ofrece la posibilidad de recibir el anuncio
cristiano, de compartirlo, de crecer en la iluminación catequética, de celebrar la eucaristía y los sacramentos, y
29
Madrid, 5-7 de febrero de 2002.
30
Alcobendas (Madrid), 10 – 12 de febrero de 1993.
31
MARTINEZ SISTACH, Mons. L.: “Naturaleza Teológico-Canónica de la Capellanía de Prisiones” publicada en “PASTORAL PENITENCIARIA Y
COMUNIDAD CRISTIANA” (Secretariado Nacional de Pastoral Penitenciaria). Madrid, 1993.
32
“El capellán es un sacerdote a quien se encomienda, al menos en parte, la atención pastoral de alguna comunidad o grupo de fieles, para
que la ejerza de acuerdo al derecho universal y particular” (can. 564).
33
“En hospitales, cárceles y viajes marítimos el capellán tiene además la facultad, que sólo puede ejercer en esos lugares, para absolver de
censuras latae sententiae no reservadas ni declaradas, permaneciendo firme, sin embargo, lo prescrito en el can. 976" (can. 566.2).
34
“Constitúyanse, en la medida de lo posible, capellanes para aquellos que por su género de vida no pueden gozar de la atención
parroquial ordinaria, como son los emigrantes, desterrados, prófugos, nómadas, marinos” (can. 568).
35
“El capellán debe guardar la debida unión con el párroco en el desempeño de su función pastoral” (can. 571).
36
“El capellán es nombrado por el Ordinario del lugar, a quien también pertenece instituir al que se le presenta o confirmar al elegido, si no
se establece otra cosa por el derecho o no competen legítimamente a alguien otros derechos especiales” (can. 565; cfr. can. 566.1).
37
Cfr. can. 564.
35
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
Área Religiosa - Departamento de Pastoral Penitenciaria CEPS
de relacionarse con la sociedad: lugar de oración, de celebración sacramental de la fe y de aprendizaje del
estilo de vida de Jesucristo38.
2.2. La Capellanía-comunidad penitenciaria es la estructura básica de la pastoral en el establecimiento
penitenciario y en ella se realizan -al igual que en las demás comunidades eclesiales 39- todas las dimensiones
de la Pastoral:

Pastoral profética o función de enseñar40
 anuncio de la palabra de Dios
 formación catequética
 extensión de la fe

Pastoral litúrgica o función de santificar41
 eucaristía
 sacramentos
 oración

Pastoral socio-caritativa o función de servir42
 conocer a los hombres / mujeres presos y sus familias
 visitar, atender y ayudar a los enfermos/as presos
 acoger, atender y procurar ayuda a los presos/as indigentes y a sus familias
3-. ACTIVIDADES PASTORALES
Conforme al Acuerdo Iglesia-Estado 43, la acción pastoral de la Capellanía en el establecimiento penitenciario
comprende (realizadas en colaboración con las áreas de tratamiento, asistencia social y educativa, y
sujetándose al horario y a la disciplina del Centro44) las siguientes actividades:
38
Cfr. Ramón PRAT I PONS: “Tratado de Teología Pastoral”. Edit. “Secretariado Trinitario”. Segunda edición. Salamanca 1995. Pág. 130.
39
Cf. J. MANZANARES - A. MOSTAZA - J.L. SANTOS: “Nuevo Derecho Parroquial”. La B.A.C. 501. Madrid 1988. Págs. 47-48.
40
“El párroco está obligado a procurar que la palabra de Dios se anuncie en su integridad a quienes viven en la parroquia; cuide por tanto
de que los fieles laicos sean adoctrinados en las verdades de la fe, sobre todo mediante la homilía, que ha de hacerse los d omingos y
fiestas de precepto, y la formación catequética; ha de fomentar las iniciativas con las que se promueva el espíritu evangélico, también por
lo que se refiere a la justicia social; debe procurar de manera particular la formación católica de los niños y de los jóvenes, y esforzarse con
todos los medios posibles, también con la colaboración de los fieles, para que el mensaje evangélico llegue igualmente a quienes hayan
dejado de practicar o no profesen la verdadera fe” (can. 528.1).
41
“Esfuércese el párroco para que la santísima Eucaristía sea el centro de la comunidad parroquial de fieles; trabaje para que los fieles se
alimenten con la celebración piadosa de los sacramentos, de modo peculiar con la recepción frecuente de la santísima Eucaristía y de la
penitencia; procure moverles a la oración, también en el seno de las familias, y a la participación consciente y activa en la sagrada liturgia,
que bajo la autoridad del Obispo diocesano debe moderar el párroco en su parroquia, con la obligación de vigilar para que no se
introduzcan abusos” (can. 528.2).
42
“Para cumplir diligentemente su función pastoral, procure el párroco conocer a los fieles que se le encomiendan; para ello, visitará las
familias, participando de modo particular en las preocupaciones, angustias y dolor de los fieles por el fallecimiento de seres querid os,
consolándoles en el Señor, y corrigiéndoles prudentemente si se apartan de la buena conducta; ha de ayudar con pródiga caridad a los
enfermos, especialmente a los moribundos, fortaleciéndoles solícitamente con la administración de los sacramentos y encomendando su
alma a Dios; debe dedicarse con particular diligencia a los pobres, a los afligidos, a los emigrantes o que sufren especiales dificultades; y ha
de poner también los medios para que los cónyuges y padres sean ayudados en el cumplimiento de sus propios deberes y se fomente la
vida cristiana en el seno de las familias” (can. 529.1).
43
Artículo 2º del ACUERDO SOBRE ASISTENCIA RELIGIOSA CATÓLICA EN LOS ESTABLECIMIENTOS PENITENCIARIOS (Madrid, 20 mayo 1993.
Orden de 24 de noviembre de 1993. B.O.E. nº 298, 14 diciembre 1993, pág. 35274).
36
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
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






celebración de la Santa Misa los domingos y festividades religiosas y potestativamente cualquier otro
día
visita a los internos
recepción en su despacho, por parte del capellán, y atención a los que deseen hacer alguna consulta o
plantear sus dudas o problemas religiosos
instrucción y formación religiosa y asesoramiento en cuestiones religiosas y morales
celebración de los actos de culto y administración de los sacramentos
aquellas otras actividades directamente relacionadas con el desarrollo religioso del interno
colaboración en la humanización de la vida penitenciaria
4-. EL CAPELLÁN PENITENCIARIO
El capellán penitenciario es un sacerdote -o una persona idónea 45- a quien se encomienda, al menos en parte,
la atención pastoral de la comunidad cristiana en el establecimiento penitenciario46, de acuerdo al derecho
universal y particular47.
Como pastor propio de la comunidad encomendada, el capellán ejerce la cura pastoral bajo la autoridad del
obispo diocesano48, en unión con el párroco respectivo 49, con la cooperación de otros presbíteros o diáconos, y
con la ayuda de religiosos/as y fieles laicos/as50.
Si el cuidado pastoral de alguna Capellanía penitenciaria ha sido encomendada solidariamente a varios
Capellanes51, la actividad pastoral de los capellanes será conjunta y estará coordinada por un Capellán
moderador, designado por el obispo.
5-. EL EQUIPO PASTORAL DE LA CAPELLANÍA
El equipo pastoral de la Capellanía está formado por el Capellán y por los hombres y mujeres voluntarios que,
propuestos por el obispo diocesano y designados por la Administración penitenciaria, asisten al Capellán
sujetos a lo reglamentado por la Dirección General de Instituciones Penitenciarias en materia de
voluntariado52.
44
“Los sacerdotes encargados de la atención religiosa católica en Centros penitenciarios tienen derecho y están obligados al cumplimiento
de las actividades que se expresan en el artículo 2º del presente Acuerdo, que realizarán en colaboración con los Servicios p enitenciarios de
los establecimientos correspondientes, de manera especial con las áreas de tratamiento, asistencia social y educativa, sujetándose al
ordenamiento penitenciario español en lo referente al horario y a la disciplina del Centro, así como a los principios de libertad religiosa
establecidos en la Ley Orgánica 7/1980, de 5 de julio” (Artículo 4º del Acuerdo sobre Asistencia Religiosa).
45
“Si por escasez de sacerdotes, el Obispo diocesano considera que ha de encomendarse una participación en el ejercicio de la cura
pastoral de la parroquia a un diácono o a otra persona que no tiene el carácter sacerdotal, o a una comunidad, designará a un sacerdote
que, dotado de las potestades propias del párroco, dirija la actividad pastoral” (can. 517.2).
46
Cfr. can. 566.
47
Cfr. can. 564.
48
Cfr. can. 565 y -en lo que corresponda- can. 519.
49
Cfr. can. 571.
50
Cfr. can. 519; y Artículo 6º del Acuerdo sobre Asistencia Religiosa.
51
Cfr. can. 517 y can. 543.
52
“Los sacerdotes encargados de la asistencia religiosa en los Establecimientos penitenciarios podrán ser asistidos de una manera gratuita,
por el voluntariado cristiano integrado por hombres y mujeres con vocación y preparación específica que, propuestos po r el Ordinario del
37
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
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6-. CONSEJO PASTORAL PENITENCIARIO 53
6.1. Al servicio de la planificación y realización coordinadas de la acción pastoral y de la corresponsabilidad de
los agentes pastorales, en la Capellanía penitenciaria se puede constituir un Consejo pastoral que ayude a la
obra apostólica de la Capellanía en el campo de la evangelización, en el campo de la santificación y en el
campo de lo caritativo-social54.
6.2. Este Consejo Pastoral penitenciario, por analogía con la norma canónica sobre el Consejo parroquial, es
meramente consultivo y está formado por:





el capellán que lo convoca y preside
los presbíteros y diáconos que colaboran directamente con el capellán
los religiosos/as y laicos/as responsables de las diversas áreas pastorales de la Capellanía
los responsables de las asociaciones que colaboran con la capellanía en actividades pastorales
un representante del Consejo Pastoral parroquial
lugar, designe la Administración penitenciaria que ajustará su actividad a lo reglamentado por la Dirección General de Instit uciones
Penitenciarias en materia de voluntariado” (Artículo 6º del Acuerdo).
53
Can. 536: “1. Si es oportuno, a juicio del Obispo diocesano, oído el consejo presbiteral, se constituirá en cada parroquia un consejo
pastoral, que preside el párroco y en el cual los fieles, junto con aquellos que participan por su oficio en la cura pastoral de la parroquia,
presten su colaboración para el fomento de la actividad pastoral”. “2. El consejo pastoral tiene voto meramente consultivo, y se rige por
las normas que establezca el Obispo diocesano”.
54
“Apostolicam actuositatem”, nº 26 (Decreto del C. Vaticano II): “En las diócesis, en cuanto sea posible, deben crearse consejos que
ayuden a la obra apostólica de la Iglesia, tanto en el campo de la evangelización y de la santificación como en el campo caritativo, social y
otros semejantes; cooperen en ellos de manera apropiada los clérigos y los religiosos con los seglares. Estos consejos podrán servir para la
mutua coordinación de las varias asociaciones y obras seglares, respetando siempre la índole propia y la autonomía de cada un a”.
38
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
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El Voluntariado
de Pastoral Penitenciaria
Orientaciones y criterios55
55
Estas ORIENTACIONES Y CRITERIOS han sido elaborados con las aportaciones sucesivas de Congresos Nacionales y Jornadas de Delegados
diocesanos, Capellanes de Prisiones y Cursos de Voluntariado de Pastoral Penitenciaria
39
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
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En las recién celebradas XIV Jornadas Nacionales de Delegados y Coordinadores diocesanos de Pastoral
Penitenciaria (Madrid, 26-29 octubre 2010), los Delegados y Coordinadores participantes manifestaron la
conveniencia de tener a disposición de las Delegaciones diocesanas y Capellanías unas ORIENTACIONES y
CRITERIOS sobre la promoción, formación y actuación de voluntarios y voluntarias en la Pastoral Penitenciaria
de las diócesis y en la de los Establecimientos Penitenciarios.
El proceso seguido en la elaboración de este BORRADOR ha sido largo, sinuoso y costoso: iniciado en el II
Congreso Nacional de Pastoral Penitenciaria (Barcelona, 27-29 septiembre 1988: “El Voluntariado Cristiano en
la Pastoral Penitenciaria”), queda abierto a las sugerencias y aportaciones que se presenten hasta las próximas
Jornadas Nacionales de Delegados y Coordinadores diocesanos de Pastoral Penitenciaria (Madrid, 25 – 27
octubre de 2011).
Las sucesivas aportaciones de pastoralistas, delegados y coordinadores diocesanos, capellanes y voluntarios/as
han enriquecido y mejorado el proyecto inicial de 1988, poniendo a nuestra disposición este deseado proyecto
que, como “referente común de mínimos”, permitirá (así espero) responder con objetividad a las preguntas que
con cierta frecuencia se dirigen al Departamento de Pastoral Penitenciaria: “¿Quién puede ser voluntario /
voluntaria de Pastoral Penitenciaria? ¿Qué requisitos precisa para serlo? ¿Cuál es la edad límite para ejercer y
permanecer como voluntario de Pastoral Penitenciaria en un Establecimiento Penitenciario?
A cuantas personas han colaborado directa o indirectamente desde septiembre de 1988 hasta el presente en la
elaboración de este BORRADOR, proyecto de “referente común de mínimos”, ¡muchas gracias!.
Madrid, 30 de noviembre de 2010.
José Sesma León, mercedario
Director del Departamento de Pastoral Penitenciaria
La Pastoral Penitenciaria
1.
La Pastoral Penitenciaria es la acción de la Iglesia diocesana en el ámbito penitenciario, a favor de
las personas que viven (Prisión), han vivido (Inserción) o se hallan en riesgo de vivir (Prevención)
privadas legalmente de libertad56.
2.
La acción pastoral penitenciaria comprende57 el anuncio de la Palabra (pastoral profética o
función de enseñar), la celebración de la Fe (pastoral litúrgica o función de santificar) y la diaconía
(pastoral socio-caritativa o función de servir).
3.
Esta acción pastoral se realiza en los Sectores de Prevención, Prisión e Inserción desde las Áreas
Religiosa, Social y Jurídica por personas voluntarias debidamente formadas 58 y autorizadas por el
obispo respectivo o su delegado59.
56
Cf. ECHTERMEYER, H.- P.: “Plan de Pastoral Penitenciaria según el mensaje de Juan Pablo II para el jubileo en las cárceles” en MARCO
PARA UN PLAN DE PASTORAL PENITENCIARIA: MENSAJE JUBILAR DE JUAN PABLO II. Fundación AGAPE. Madrid, 2005, págs. 27-40
57
Cf. “La Capellanía Penitenciaria – Comunidad Cristiana en Establecimiento Penitenciario: Orientaciones y Criterios” en MARCO PARA UN
PLAN DE PASTORAL PENITENCIARIA: MENSAJE JUBILAR DE JUAN PABLO II. Fundación AGAPE. Madrid, 2005, págs. 51-52
58
Cf. Art. 6º del Acuerdo sobre la asistencia religiosa católica en los Establecimientos Penitenciarios (Madrid, 20 de mayo de 1993). PRAT I
PONS, R.:“Tratado de Teología Pastoral. Compartir la alegría de la fe”. Edit. Secretariado Trinitario. 2ª edición. Salamanca, 1995, pág. 186 y
ss.: “La Evangelii Nuntiandi afirma, pues, la importancia y la trascendencia que tienen los agentes de pastoral para la Iglesia en acción. Su
preparación no se ha de improvisar ya que las deficiencias repercuten en la marcha de la Iglesia y su labor en el mundo”
59
Cf. Exhortación Apostólica de Pablo VI Evangelii Nuntiandi (8 de diciembre de 1975): “… los sacerdotes y diáconos, unidos a sus obispos
(n. 68), … los religiosos y religiosas (n. 69), … los seglares también pueden sentirse llamados o ser llamados a colaborar c on sus Pastores en
el servicio de la comunidad eclesial, para el crecimiento y la vida de ésta, ejerciendo ministerios muy diversos según la gracia y los carismas
que el Señor quiera concederles” (n. 73)
40
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
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El Voluntariado de Pastoral Penitenciaria60
4.
El Voluntariado de Pastoral Penitenciaria está integrado por hombres y mujeres que, miembros
de la Iglesia diocesana (sacerdote, diácono, religioso, religiosa, laico, laica) y con formación
específica, realizan su misión como miembros de la Capellanía Penitenciaria61 (Sector de Prisión)62
y/o de la Delegación diocesana de Pastoral Penitenciaria63 (Sectores de Prevención e Inserción) en
las Áreas Religiosa, Social y Jurídica, según cualidades personales (vocación, edad 64, salud,
profesión…) y preparación recibida65.
Derechos y deberes de la persona voluntaria de Pastoral Penitenciaria
5.
Los derechos y deberes de la persona voluntaria de Pastoral Penitenciaria vienen determinados
por las normas eclesiales66 y las Leyes estatal67 y autonómicas68 del Voluntariado vigentes.
60
Cf. Art. 6º del Acuerdo sobre la asistencia religiosa católica en los Establecimientos penitenciarios: “Los sacerdotes encargados de la
atención religiosa en los Establecimientos penitenciarios podrán ser asistidos de una manera gratuita, por el voluntariado cr istiano
integrado por hombres y mujeres con vocación y preparación específica que, propuestos por el Ordinario del lugar, designe la
Administración penitenciaria que ajustará su actividad a lo reglamentado por la Dirección General de Instituciones Penitencia rias en
materia de voluntariado”
61
Cf. “La Capellanía Penitenciaria – Comunidad Cristiana en Establecimiento Penitenciario: Orientaciones y Criterios” en MARCO PARA UN
PLAN DE PASTORAL PENITENCIARIA: MENSAJE JUBILAR DE JUAN PABLO II. Fundación AGAPE. Madrid, 2005, págs. 49-56
62
Además de los Establecimientos Penitenciarios, en el término “prisión” quedan incluidos los Centros de detención (: Comisarías de las
Policías y Cuarteles de la Guardia Civil), los Depósitos municipales de detenidos y los Centros de Cumplimiento de medidas judiciales para
Menores existentes en España
63
Cf. “La Delegación Diocesana de Pastoral Penitenciaria: Orientaciones y Criterios” en MARCO PARA UN PLAN DE PASTORAL
PENITENCIARIA: MENSAJE JUBILAR DE JUAN PABLO II. Fundación AGAPE. Madrid, 2005, págs. 41-48
64
En atención a indicaciones de las Administraciones Penitenciarias (Gobierno central y Generalitat de Catalunya) al Departamento de
Pastoral Penitenciaria sobre la edad de los voluntarios y voluntarias en los Centros Penitenciarios, conviene fijar en los 7 0 años el límite
máximo para estos voluntarios y voluntarias
65
Cf. Carta Pastoral de los Obispos de Bilbao, Mons. LUIS-MARÍA LARREA y Mons. JUAN MARÍA URIARTE, “Hermanos y amigos de los
presos” (Bilbao, 25 diciembre 1990): “La tarea evangelizadora en el mundo de la prisión requiere un saber hacer que nace de la sensibilidad
cristiana y de la preparación adecuada de los trabajadores pastorales. No son suficientes ni la buena voluntad ni la pura gen erosidad. Los
presos necesitan ayuda, pero no cualquier tipo de ayuda. Quien se dedique a esta actividad pastoral, ha de estar dotado de unas aptitudes
y adquirir una preparación básica y específica”
66
Cf. Nota 6
67
Cf. Ley 6/1996, de 15 de enero, del Voluntariado (BOE 17/01/1996. Número: 15 1996 Sección:I):
“Artículo 6. Derechos del voluntario. Los voluntarios tienen los siguientes derechos:
a) Recibir, tanto con carácter inicial como permanente, la información, formación, orientación, apoyo y, en su caso, medios
materiales necesarios para el ejercicio de las funciones que se le asignen
b) Ser tratados sin discriminación, respetando su libertad, dignidad, intimidad y creencias
c) Participar activamente en la organización en que se inserten, colaborando en la elaboración, diseño, ejecución y evaluación de
los programas, de acuerdo con sus estatutos o normas de aplicación
d) Ser asegurados contra los riesgos de accidente y enfermedad derivados directamente del ejercicio de la actividad voluntaria,
con las características y por los capitales asegurados que se establezcan reglamentariamente
e) Ser reembolsados por los gastos realizados en el desempeño de sus actividades
f)
Disponer de una acreditación identificativa de su condición de voluntario
g) Realizar su actividad en las debidas condiciones de seguridad e higiene en función de la naturaleza y características de aquélla
h) Obtener el respeto y reconocimiento por el valor social de su contribución
“Artículo 7. Deberes del voluntario. Los voluntarios están obligados a:
a) Cumplir los compromisos adquiridos con las organizaciones en las que se integren, respetando los fines y la normativa de las
mismas
b) Guardar, cuando proceda, confidencialidad de la información recibida y conocida en el desarrollo de su actividad voluntaria
c) Rechazar cualquier contraprestación material que pudieran recibir bien del beneficiario o de otras personas relacionadas con su
acción
d) Respetar los derechos de los beneficiarios de su actividad voluntaria
e) Actuar de forma diligente y solidaria
f)
Participar en las tareas formativas previstas por la organización de modo concreto para las actividades y funciones confiadas, así
como las que con carácter permanente se precisen para mantener la calidad de los servicios que se presten
41
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
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Características de la persona voluntaria de Pastoral Penitenciaria69
6.
La persona voluntaria de Pastoral Penitenciaria es:




g)
h)
i)
Mayor de edad
Integrada en la Pastoral Penitenciaria de la diócesis
Comprometida en acción pastoral penitenciaria
Fiel y perseverante cumplidora de la acción pastoral encomendada en los Programas de
Actividades de la Delegación diocesana y/o de la Capellanía Penitenciaria70
Seguir las instrucciones adecuadas a los fines que se impartan en el desarrollo de las actividades encom endadas
Utilizar debidamente la acreditación y distintivos de la organización
Respetar y cuidar los recursos materiales que pongan a su disposición las organizaciones”
“Artículo 9. Incorporación de los voluntarios.
1.- La incorporación de los voluntarios a las organizaciones se formalizará por escrito mediante el correspondiente acuerdo o compromiso
que, además de determinar el carácter altruista de la relación, tendrá como mínimo el contenido siguiente:
a) El conjunto de derechos y deberes que corresponden a ambas partes, que habrá de respetar lo dispuesto en la presente Ley
b) El contenido de las funciones, actividades y tiempo de dedicación que se compromete a realizar el voluntario
c) El proceso de formación que se requiera para el cumplimiento de sus funciones
d) La duración del compromiso y las causas y formas de desvinculación por ambas parte.
2.- La condición de voluntario será compatible con la de socio en la misma organización”
“Artículo 10. Responsabilidad contractual frente a terceros.
Las organizaciones responderán frente a terceros por los daños y perjuicios causados por voluntarios que participen en sus programas,
como consecuencia de la realización de actuaciones de voluntariado, ...”
68
Legislación autonómica sobre el Voluntariado:

ANDALUCÍA:
o
Ley 7/2001, de 12 de julio, del Voluntariado de Andalucía (BOJA Nº 84 24/07/2001)
o
Decreto 123/2003, de 6 de mayo, por el que se aprueba el I Plan Andaluz de Voluntariado en Andalucía

ARAGÓN: Ley 9/1992, de 7 de octubre, del Voluntariado Social en la Comunidad Autónoma de Aragón (BOA Nº 121)

ASTURIAS: Ley del Principado de Asturias 10/2001, de 12 de noviembre (BOPA Nº 266 - Viernes, 16 de noviembre de 2001)

BALEARES: Ley 3/1998, de 18 de mayo, del Voluntariado en las Islas Baleares (BOE 08/06/1998. Número: 136)

CANARIAS: Ley 4/1998, de 15 de mayo, del Voluntariado en la Comunidad Autónoma de Canarias. (BOC Nº 063. Lunes 25 de
Mayo de 1998 – 692)

CANTABRIA: Decreto 59/2000, de 26 de julio, por el que se regula el voluntariado cultural en Cantabria

CASTILLA – LA MANCHA: Ley 4/1995 de 16 de marzo, del Voluntariado en la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha.(DO
CM 21/04/1995.Número 19 BOE 05/03/1996.Número 56)

CASTILLA – LEÓN:
o
Decreto 12/1995, de 19 de enero, por el que se regula el Voluntariado en Castilla y León. (BOCYL 25/01/1995.
Número 17)
o
Decreto 53/2003, de 30 de abril, por el que se crea la Comisión Regional de Voluntariado de Castilla-León

CATALUÑA: Ley 25/1991, de 13 de diciembre, por la que se crea el Instituto Catalán de Voluntariado (DOGC 30/12/1991.
Número: 1535)

EXTREMADURA: Ley 1/1998, de 5 de febrero, reguladora del voluntariado social en Extremadura (D.O.E. 12/3/98. Número 29 -O
BOE 02/04/1998. Número: 79)

GALICIA: Ley 4/1993, de 14 de abril, de Servicios Sociales de la Comunidad Autónoma de Galicia (BOE 11/05/1993. Número:
112)

LA RIOJA: Ley 7/1998, de 6 de mayo, del Voluntariado en la Comunidad Autónoma de La Rioja (BOR 12/05/1998. Número: 57,
BOE 26/05/1998. Número: 125)

MADRID: Ley 3/1994, de 19 de mayo, del Voluntariado Social de la Comunidad Autónoma de Madrid (BOCM 24/05/1994.
Número: 121,BOE 25/06/1994. Número: 151)

MURCIA: Ley 5/2004, de 22 de octubre, del Voluntariado en la Región de Murcia (BORM nº261, de 10 de noviembre de 2004)

NAVARRA: Ley Foral 2/1998, de 27 de marzo, del Voluntariado en la Comunidad de Navarra (BON 10/04/1998. Número 43 ,BOE
2/6/1998. Número:131)

PAÍS VASCO:
o
Ley 17/1998, de 25 de Junio, del Voluntariado en el País Vasco (BOPV 13/07/1998. Número 130)
o
Decreto 30/2003, de 18 de febrero, de funcionamiento del Consejo Vasco de Voluntariado

VALENCIA: Ley de la Comunidad Autónoma de Valencia 4/2001, de 19 de junio, del Voluntariado (DOGV núm. 4.026, del 21 de
junio)
69
Cf. II Congreso Nacional de Pastoral Penitenciaria: “El Voluntariado Cristiano en la Pastoral Penitenciaria”. Número monográfico de la
Rev. CORINTIOS XIII. Núm. 48 (octubre-diciembre 1988)
42
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
Área Religiosa - Departamento de Pastoral Penitenciaria CEPS
El Papa Francisco
y las cárceles
70
Cf. Instrucción de la Secretaria General de Instituciones Penitenciarias (I - 9/2009) sobre intervención de organizaciones no
gubernamentales, asociaciones y entidades colaboradoras en el ámbito penitenciario (Madrid, 4 de noviembre de 2009)
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Homilía del Santo Padre Francisco
Centro Penitenciario para Menores "Casal del Marmo", Roma
Jueves Santo 28 de marzo de 2013
Esto es conmovedor. Jesús que lava a los pies a sus discípulos. Pedro no comprende nada, lo rechaza. Pero
Jesús se lo ha explicado. Jesús –Dios– ha hecho esto. Y Él mismo lo explica a los discípulos: «¿Comprendéis lo
que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si
yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he
dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis» (Jn 13,12-15). Es el
ejemplo del Señor: Él es el más importante y lava los pies porque, entre nosotros, el que está más en alto debe
estar al servicio de los otros. Y esto es un símbolo, es un signo, ¿no? Lavar los pies es: «yo estoy a tu servicio». Y
también nosotros, entre nosotros, no es que debamos lavarnos los pies todos los días los unos a los otros, pero
entonces, ¿qué significa? Que debemos ayudarnos, los unos a los otros. A veces estoy enfadado con uno, o con
una... pero... olvídalo, olvídalo, y si te pide un favor, hazlo. Ayudarse unos a otros: esto es lo que Jesús nos
enseña y esto es lo que yo hago, y lo hago de corazón, porque es mi deber. Como sacerdote y como obispo
debo estar a vuestro servicio. Pero es un deber que viene del corazón: lo amo. Amo esto y amo hacerlo porque
el Señor así me lo ha enseñando. Pero también vosotros, ayudadnos: ayudadnos siempre. Los unos a los otros.
Y así, ayudándonos, nos haremos bien. Ahora haremos esta ceremonia de lavarnos los pies y pensemos: que
cada uno de nosotros piense: «¿Estoy verdaderamente dispuesta o dispuesto a servir, a ayudar al otro?».
Pensemos esto, solamente. Y pensemos que este signo es una caricia de Jesús, que Él hace, porque Jesús ha
venido precisamente para esto, para servir, para ayudarnos.
Concluida la celebración de la misa, el encuentro adquirió un aire más familiar, en el gimnasio de la institución.
La ministra italiana de Justicia, Paola Severino, saludó al Papa Francisco, quien, dándole las gracias, se mostró
reconocido ante las autoridades y los jóvenes por la acogida, y a estos últimos quiso dirigirse brevemente,
repitiendo la clave que había dado el Domingo de Ramos a miles de jóvenes en la plaza de San Pedro:
Estoy feliz de hallarme con vosotros. Adelante, ¿eh? y no os dejéis robar la esperanza. No os dejéis robar la
esperanza. ¿Entendido? Siempre con la esperanza, adelante.
Después, uno por uno, los jóvenes pasaron a saludar al Papa. Quien les preguntó su nombre, su origen. Y les
decía:
Por favor, reza por mí. Necesito tus oraciones. Yo rezaré por ti.
Y cuando un joven, ante todos, le preguntó: «Pero ¿por qué has venido aquí hoy?», simplemente respondió:
Es un sentimiento que ha salido del corazón; he sentido esto. Donde están aquellos que tal vez me ayudarán
más a ser humilde, a ser un servidor como debe ser un obispo. Y he pensado, he preguntado: «¿Dónde están
aquellos a quienes les gustaría una visita?». Y me han dicho «Casal del Marmo, probablemente». Y cuando me
lo han dicho, he venido aquí. Pero sólo ha salido del corazón. Las cosas del corazón no tienen explicación; sólo
salen.
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Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
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Visita Pastoral a Cagliari
Encuentro con pobres y presos
Discurso del Santo Padre Francisco
Catedral de Cagliari
Domingo 22 de septiembre de 2013
Queridos hermanos y hermanas:
Gracias a todos por estar aquí, hoy. En vuestros rostros veo fatiga, pero veo también esperanza. Sentíos
amados por el Señor, y también por tantas personas buenas, con cuyas oraciones y obras ayudan a aliviar los
sufrimientos del prójimo. Yo me siento en casa, aquí. Y también espero que vosotros os sintáis en casa en esta
Catedral: como se dice en América Latina, «esta casa es vuestra casa», es vuestra casa.
Aquí sentimos de modo fuerte y concreto que somos todos hermanos. Aquí el único Padre es el Padre nuestro
celestial, y el único Maestro es Jesucristo. Entonces lo primero que quería compartir con vosotros es
precisamente esta alegría de tener a Jesús como Maestro, como modelo de vida. Miremos hacia Él. Esto nos da
mucha fuerza, mucha consolación en nuestras fragilidades, en nuestras miserias y en nuestras dificultades.
Todos nosotros tenemos dificultades, todos. Todos nosotros que estamos aquí tenemos dificultades. Todos
nosotros que estamos aquí —todos— tenemos miserias y todos nosotros que estamos aquí tenemos
fragilidades. Nadie aquí es mejor que el otro. Todos somos iguales ante el Padre, todos.
Y mirando a Jesús nosotros vemos que Él ha elegido el camino de la humildad y del servicio. Es más, Él mismo en
persona es este camino. Jesús no fue indeciso, no fue un «indiferente»: hizo una elección y la llevó adelante
hasta el fondo. Eligió hacerse hombre, y como hombre hacerse siervo, hasta la muerte de cruz. Este es el
camino del amor: no hay otro. Por ello vemos que la caridad no es un simple asistencialismo, y menos un
asistencialismo para tranquilizar las conciencias. No, eso no es amor, eso es negocio, eso es comercio. El amor
es gratuito. La caridad, el amor es una opción de vida, es un modo de ser, de vivir, es el camino de la humildad
y de la solidaridad. No hay otro camino para este amor: ser humildes y solidarios. Esta palabra, solidaridad, en
esta cultura del descarte —lo que no sirve, se tira— para que queden sólo los que se sienten justos, los que se
sienten puros, los que se sienten limpios. Pobrecitos. Esta palabra, solidaridad, corre el riesgo de que sea
suprimida del diccionario, porque es una palabra que molesta, molesta. ¿Por qué? Porque te obliga a mirar al
otro y a darte al otro con amor. Es mejor suprimirla del diccionario, porque molesta. Y nosotros, no, nosotros
decimos: éste es el camino, la humildad y la solidaridad. ¿Por qué? ¿Lo hemos inventado nosotros, sacerdotes?
¡No! Es de Jesús: Él lo ha dicho. Y queremos ir por este camino. La humildad de Cristo no es un moralismo, un
sentimiento. La humildad de Cristo es real, es la elección de ser pequeño, de estar con los pequeños, con los
excluidos, de estar entre nosotros, pecadores todos. Atención, ¡no es una ideología! Es un modo de ser y de
vivir que parte del amor, parte del corazón de Dios.
Esto es lo primero, y me gusta mucho hablar de ello con vosotros. Miremos a Jesús: Él es nuestra alegría, pero
también nuestra fuerza, nuestra certeza, porque es el camino seguro: humildad, solidaridad, servicio. No hay
otro camino. En la imagen de Nuestra Señora de Bonaria, Cristo aparece entre los brazos de María. Ella, como
buena madre, nos lo indica, nos dice que tengamos confianza en Él.
Pero no basta con mirar, hay que seguir. Y este es el segundo aspecto. Jesús no ha venido al mundo a hacer un
desfile, a hacerse ver. No ha venido para esto. Jesús es el camino, y un camino sirve para caminar, para
45
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
Área Religiosa - Departamento de Pastoral Penitenciaria CEPS
recorrerlo. Entonces yo quiero ante todo dar las gracias al Señor por vuestro empeño en seguirle, también en la
fatiga, en el sufrimiento, entre los muros de una cárcel. Sigamos teniendo confianza en Él, dará a vuestro
corazón esperanza y alegría. Quiero darle las gracias por todos vosotros que os dedicáis generosamente, aquí
en Cágliari y en toda Cerdeña, a las obras de misericordia. Deseo alentaros a seguir por este camino, a ir
adelante juntos, buscando conservar ante todo la caridad entre vosotros. Esto es muy importante. No podemos
seguir a Jesús por el camino de la caridad si no nos queremos antes que nada entre nosotros, si no nos
esforzamos en colaborar, en comprendernos recíprocamente y en perdonarnos, reconociendo cada uno sus
propias limitaciones y sus propios errores. Debemos hacer las obras de misericordia, pero con misericordia.
Con el corazón ahí. Las obras de caridad con caridad, con ternura, y siempre con humildad. ¿Sabéis? A veces se
encuentra también la arrogancia en el servicio a los pobres. Estoy seguro de que vosotros lo habéis visto. Esa
arrogancia en el servicio a los que necesitan de nuestro servicio. Algunos presumen, se llenan la boca con los
pobres; algunos instrumentalizan a los pobres por intereses personales o del propio grupo. Lo sé, esto es
humano, pero no va bien. No es de Jesús, esto. Y digo más: esto es pecado. Es pecado grave, porque es utilizar
a los necesitados, a aquellos que tienen necesidad, que son la carne de Jesús, para mi vanidad. Uso a Jesús para
mi vanidad, y esto es pecado grave. Sería mejor que estas personas se quedaran en casa.
Así pues: seguir a Jesús por el camino de la caridad, ir con Él a las periferias existenciales: «La caridad de Jesús
es una urgencia», decía Pablo (cf. 2 Co 5, 14). Para el buen Pastor, lo que está lejos, periférico, lo que está
perdido y despreciado es objeto de una atención mayor, y la Iglesia no puede sino hacer suya esta predilección
y esta atención. En la Iglesia, los primeros son quienes tienen mayor necesidad, humana, espiritual, material,
más necesidad.
Y siguiendo a Cristo por el camino de la caridad, nosotros sembramos esperanza. Sembrar esperanza: ésta es la
tercera convicción que me gusta compartir con vosotros. La sociedad italiana hoy tiene mucha necesidad de
esperanza, y Cerdeña de modo particular. Quien tiene responsabilidades políticas y civiles tiene la propia tarea,
que como ciudadanos hay que sostener de modo activo. Algunos miembros de la comunidad cristiana están
llamados a comprometerse en este campo de la política, que es una forma alta de caridad, como decía Pablo
VI. Pero como Iglesia tenemos todos una responsabilidad fuerte que es la de sembrar la esperanza con obras
de solidaridad, siempre buscando colaborar en el modo mejor con las instituciones públicas, en el respeto de
las respectivas competencias. La Caritas es expresión de la comunidad, y la fuerza de la comunidad cristiana es
hacer crecer la sociedad desde el interior, como la levadura. Pienso en vuestras iniciativas con los detenidos en
las cárceles, pienso en el voluntariado de muchas asociaciones, en la solidaridad con las familias que sufren
más a causa de la falta de trabajo. En esto os digo: ¡ánimo! No os dejéis robar la esperanza e id adelante. Que
no os la roben. Al contrario: ¡sembrad esperanza! Gracias, queridos amigos. Os bendigo a todos, junto a
vuestras familias. Y gracias a todos vosotros.
Después de rezar el Padre Nuestro, el Papa concluyó así:
Que el Señor os bendiga a todos: a vuestras familias, vuestros problemas, vuestras alegrías, vuestras
esperanzas. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y por favor, os pido que oréis por mí: lo
necesito.
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Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
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Discurso del Santo Padre Francisco
a los participantes en el Congreso
Nacional de los Capellanes de las
Cárceles italianas
Aula Pablo VI
Miércoles 23 de octubre de 2013
Queridos hermanos:
Os doy las gracias, y desearía aprovechar este encuentro con vosotros, que trabajáis en las cárceles de toda
Italia, para hacer llegar un saludo a todos los detenidos. Por favor, decidles que rezo por ellos, les tengo en el
corazón, ruego al Señor y a la Virgen para que puedan superar positivamente este período difícil de sus vidas.
Que no se desalienten, que no se cierren. Vosotros sabéis que un día todo va bien, pero otro día están
abatidos, y esa oleada es difícil. El Señor está cercano, pero decid con los gestos, con las palabras, con el
corazón que el Señor no se queda fuera, no se queda fuera de sus celdas, no se queda fuera de las cárceles,
sino que está dentro, está allí. Podéis decir esto: el Señor está dentro con ellos; también Él es un encarcelado,
todavía hoy, prisionero de nuestros egoísmos, de nuestros sistemas, de muchas injusticias, porque es fácil
castigar a los más débiles, pero los peces grandes nadan libremente en las aguas. Ninguna celda está tan
aislada como para excluir al Señor, ninguna; Él está allí, llora con ellos, trabaja con ellos, espera con ellos; su
amor paterno y materno llega por todas partes. Ruego para que cada uno abra el corazón a este amor. Cuando
yo recibía una carta de uno de ellos en Buenos Aires les visitaba, mientras que ahora cuando todavía me
escriben los de Buenos Aires, alguna vez les llamo, especialmente el domingo, conversamos. Después, cuando
acabo, pienso: ¿por qué él está allí y no yo que tengo tantos y más motivos para estar allí? Pensar en esto me
hace bien: puesto que las debilidades que tenemos son las mismas, ¿por qué él ha caído y no he caído yo? Para
mí esto es un misterio que me hace orar y me hace acercarme a los encarcelados.
Y ruego también por vosotros, capellanes, por vuestro ministerio, que no es fácil, es muy arduo y muy
importante, pues expresa una de las obras de misericordia; hace visible la presencia del Señor en la cárcel, en la
celda. Vosotros sois signo de la cercanía de Cristo a estos hermanos que tienen necesidad de esperanza.
Recientemente habéis hablado de una justicia de reconciliación, pero también de una justicia de esperanza, de
puertas abiertas, de horizontes. Esta no es una utopía, se puede hacer. No es fácil, porque nuestras debilidades
están por todas partes, también el diablo está por todas partes, las tentaciones están por todas partes, pero es
necesario siempre intentarlo.
Os deseo que el Señor esté siempre con vosotros, que os bendiga y que la Virgen os proteja; siempre en las
manos de la Virgen, porque ella es la madre de todos vosotros y de todos ellos en la cárcel. Os deseo esto,
¡gracias! Y pidamos al Señor que os bendiga a vosotros y a vuestros amigos y amigas de las cárceles; pero antes
roguemos a la Virgen que nos lleve siempre hacia Jesús: Ave María...
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Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
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Mensaje de la Santa Sede
a los participantes del
I Congreso I bérico
de Pastoral Penitenciaria
Fátima, 1-4 mayo 2014
Ciudad del Vaticano, 2 de mayo de 2014.
Card. Pietro Parolin
Secretario de Estado de Su Santidad
A TODAS LAS PERSONAS DETENIDAS EN LOS CENTROS PENITENCIARIOS DE PORTUGAL, ESPAÑA, GIBRALTAR
Y ANDORRA,
que son objeto de especial desvelo por parte de la Iglesia en estos días, durante los cuales agentes y
coordinadores de Pastoral Penitenciaria están reunidos, en Fátima, en un Congreso Ibérico, reflexionando
sobre cómo «dignificar a la persona presa», el Papa Francisco desea hacerles llegar un saludo cordial, invitando
a cada persona reclusa a mantener viva la esperanza que nace de la presencia del amor de Dios en su vida y en
la vida de los suyos: que el Señor Jesús, que nos reveló el amor misericordioso y paterno de Dios, os llene de
consuelo, valor y confianza, con la certeza firme de que, incluso en la presente situación, podéis conservar la
alegría interior de ser profundamente amados por Dios.
Los presos son personas humanas que, a pesar de su delito, merecen ser tratadas con respeto y dignidad. Es el
propio Cristo quien nos lo recuerda al pedir ser amado y servido en los hermanos que padecen cualquier tipo
de sufrimiento: hambrientos, sedientos, extranjeros, desnudos, enfermos, encarcelados... Lo que se haga con
cada uno de ellos, se hace con el propio Cristo (cf. Mt 25, 31-46). Por eso, en la presente ocasión, el Sucesor de
Pedro envía una palabra de aliento a los participantes en el citado Congreso, que hace extensiva a todos los
promotores y agentes de Pastoral Penitenciaria de la Península Ibérica, expresándoles su satisfacción por la
acción desinteresada, fraternal y silenciosa que realizan en beneficio de las personas que cumplen penas
judiciales, procurando asistirlas en la dolorosa situación en la que se encuentran, ocupándose de sus familias y
ayudándolas a reintegrarse en la sociedad con la cabeza alta y con la tranquilidad de una conciencia
decididamente orientada hacia los verdaderos ideales de la vida civil.
Esta actividad pastoral es, pues, un verdadero servicio que la Iglesia presta a la sociedad y que el Estado ha de
favorecer con vistas al bien común. Debería resultar claro para todos que una sociedad digna de la persona no
se edifica sobre la destrucción, la represión y la discriminación de esta. En la lucha por la vida, que a veces
asume formas inhumanas y crueles, son numerosos los «vencidos» que quedan, inexorablemente, marginados.
Entre ellos, el Papa Francisco no puede dejar de pensar en los reclusos, y lanza un llamamiento a los
responsables de los Estados para que se haga de los centros penitenciarios unos lugares de redención y de
educación que tengan como objetivo la reinserción social del preso, animándolo a emprender el camino del
arrepentimiento personal y estimulándolo a adherirse con mayor convicción a los valores de la reconciliación,
de la justicia y de la paz.
Mientras asegura su cercanía espiritual con la certeza de su oración, el Santo Padre invoca sobre todos la
intercesión maternal de Nuestra Señora de Fátima y os imparte, como prenda de serenidad y de paz en el
Señor, la bendición apostólica.
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Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
Área Religiosa - Departamento de Pastoral Penitenciaria CEPS
Mensaje al XI X Congreso Internacional
de la Asociación I nternacional de
Derecho Penal y del III Congreso de la
Asociación
Latinoamericana
de
Derecho Penal y Criminología
Buenos Aires
Vaticano 30 de mayo de 2014
LA IGLESIA PLANTEA UNA JUSTICIA QUE LLEVE AL
DELINCUENTE A SU TOTAL REINSERCIÓN
Señor Presidente y señor Secretario Ejecutivo:
Con estas letras, deseo hacer llegar mi saludo a todos los
participantes del XIX Congreso Internacional de la Asociación
Internacional de Derecho Penal y del III Congreso de la
Asociación Latinoamericana de Derecho Penal y Criminología,
dos importantes foros que permiten a profesionales de la
justicia penal reunirse, intercambiar puntos de vista, compartir
preocupaciones, profundizar en temas comunes y atender a
problemáticas regionales, con sus particularidades sociales,
políticas y económicas. Junto con los mejores deseos para que
sus trabajos obtengan abundantes frutos, les quiero expresar
mi agradecimiento personal, y también el de todos los
hombres de buena voluntad, por su servicio a la sociedad y su
contribución al desarrollo de una justicia que respete la
dignidad y los derechos de la persona humana, sin
discriminación, y tutele debidamente a las minorías.
Bien saben Ustedes que el Derecho penal requiere un enfoque
multidisciplinar, que trate de integrar y armonizar todos los
aspectos que confluyen en la realización de un acto
plenamente humano, libre, consciente y responsable. También
la Iglesia quisiera decir una palabra como parte de su misión
evangelizadora, y en fidelidad a Cristo, que vino a “anunciar la
libertad a los cautivos” (Lc 4, 18). Por eso, me animo a
compartir con Ustedes algunas ideas que llevo en el alma y
que forman parte del tesoro de la Escritura y de la experiencia
milenaria del Pueblo de Dios.
49
Ciudad del Vaticano, 7 junio 2014 (VIS).El Papa Francisco envió el pasado 30 de mayo un
mensaje a los participantes del XIX Congreso
Internacional de la Asociación Internacional de
Derecho Penal y del III Congreso de la Asociación
Latinoamericana de Derecho Penal y Criminología,
celebrado la pasada semana en Buenos Aires, en el
que comparte con ellos algunas ideas que ''forman
parte del tesoro de la Escritura y de la experiencia
milenaria del Pueblo de Dios'' y, en las que ''a pesar de
los cambios históricos, han sido constantes tres
elementos: la satisfacción o reparación del daño
causado; la confesión, por la que el hombre expresa su
conversión interior; y la contrición para llegar al
encuentro con el amor misericordioso y sanador de
Dios''
Refiriéndose a la primera, la satisfacción, Francisco
observa que ''el Señor ha ido enseñando, poco a poco,
a su pueblo que hay una asimetría necesaria entre el
delito y la pena, que un ojo o un diente roto no se
remedia rompiendo otro. Se trata de hacer justicia a la
víctima, no de ajusticiar al agresor'' y explica que ''en
nuestras sociedades tendemos a pensar que los
delitos se resuelven cuando se atrapa y condena al
delincuente, pasando de largo ante los daños
cometidos o sin prestar suficiente atención a la
situación en que quedan las víctimas. Pero sería un
error identificar la reparación sólo con el castigo,
confundir la justicia con la venganza, lo que sólo
contribuiría a incrementar la violencia, aunque esté
institucionalizada. La experiencia nos dice que el
aumento y endurecimiento de las penas con
frecuencia no resuelve los problemas sociales, ni logra
disminuir los índices de delincuencia. Y, además, se
pueden generar graves problemas para las sociedades,
como son las cárceles superpobladas o los presos
detenidos sin condena''.
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
Área Religiosa - Departamento de Pastoral Penitenciaria CEPS
Desde los primeros tiempos cristianos, los discípulos de
Jesús se han esforzado por hacer frente a la fragilidad del
corazón humano, tantas veces débil. De diversas
maneras y con variadas iniciativas, han acompañado y
sostenido a quienes sucumben bajo el peso del pecado y
del mal. A pesar de los cambios históricos, han sido
constantes tres elementos: la satisfacción o reparación
del daño causado; la confesión, por la que el hombre
expresa su conversión interior; y la contrición para llegar
al encuentro con el amor misericordioso y sanador de
Dios.
1-. La satisfacción. El Señor ha ido enseñando, poco a
poco, a su pueblo que hay una asimetría necesaria entre
el delito y la pena, que un ojo o un diente roto no se
remedia rompiendo otro. Se trata de hacer justicia a la
víctima, no de ajusticiar al agresor.
Un modelo bíblico de satisfacción puede ser el Buen
Samaritano. Sin pensar en perseguir al culpable para que
asuma las consecuencias de su acto, atiende a quien ha
quedado al costado del camino malherido y se hace
cargo de sus necesidades (cf. Lc 10, 25-37).
En nuestras sociedades tendemos a pensar que los
delitos se resuelven cuando se atrapa y condena al
delincuente, pasando de largo ante los daños cometidos
o sin prestar suficiente atención a la situación en que
quedan las víctimas. Pero sería un error identificar la
reparación sólo con el castigo, confundir la justicia con la
venganza, lo que sólo contribuiría a incrementar la
violencia, aunque esté institucionalizada. La experiencia
nos dice que el aumento y endurecimiento de las penas
con frecuencia no resuelve los problemas sociales, ni
logra disminuir los índices de delincuencia. Y, además, se
pueden generar graves problemas para las sociedades,
como son las cárceles superpobladas o los presos
detenidos sin condena… En cuántas ocasiones se ha visto
al reo expiar su pena objetivamente, cumpliendo la
condena pero sin cambiar interiormente ni restablecerse
de las heridas de su corazón.
A este respecto, los medios de comunicación, en su
legítimo ejercicio de la libertad de prensa, juegan un
papel muy importante y tienen una gran responsabilidad:
de ellos depende informar rectamente y no contribuir a
crear alarma o pánico social cuando se dan noticias de
hechos delictivos. Están en juego la vida y la dignidad de
las personas, que no pueden convertirse en casos
publicitarios, a menudo incluso morbosos, condenando a
los presuntos culpables al descrédito social antes de ser
juzgados o forzando a las víctimas, con fines
sensacionalistas, a revivir públicamente el dolor sufrido.
50
''A
este
respecto
-prosiguelos
medios
de
comunicación...juegan un papel muy importante y tienen una
gran responsabilidad: de ellos depende informar rectamente
y no contribuir a crear alarma o pánico social cuando se dan
noticias de hechos delictivos. Están en juego la vida y la
dignidad de las personas, que no pueden convertirse en casos
publicitarios, a menudo incluso morbosos, condenando a los
presuntos culpables al descrédito social antes de ser juzgados
o forzando a las víctimas, con fines sensacionalistas, a revivir
públicamente el dolor sufrido''.
El segundo aspecto, la confesión es ''la actitud de quien
reconoce y lamenta su culpa. Si al delincuente no se le ayuda
suficientemente, no se le ofrece una oportunidad para que
pueda convertirse, termina siendo víctima del sistema...Hay
que avanzar y hacer lo posible por corregir, mejorar y educar
al hombre para que madure en todas sus vertientes, de modo
que no se desaliente, haga frente al daño causado y logre
replantear su vida sin quedar aplastado por el peso de sus
miserias... Y tenemos que preguntarnos por qué algunos caen
y otros no, siendo de su misma condición. No pocas veces la
delincuencia hunde sus raíces en las desigualdades
económicas y sociales, en las redes de la corrupción y en el
crimen organizado, que buscan cómplices entre los más
poderosos y víctimas entre los más vulnerables. Para prevenir
este flagelo, no basta tener leyes justas, es necesario
construir personas responsables y capaces de ponerlas en
práctica. Una sociedad que se rige solamente por las reglas
del mercado y crea falsas expectativas y necesidades
superfluas, descarta a los que no están a la altura e impide
que los lentos, los débiles o los menos dotados se abran
camino en la vida''.
Por último, la contrición es ''el pórtico del arrepentimiento,
es esa senda privilegiada que lleva al corazón de Dios, que
nos acoge y nos ofrece otra oportunidad, siempre que nos
abramos a la verdad de la penitencia y nos dejemos
transformar por su misericordia...La actitud de Dios, que
primerea al hombre pecador ofreciéndole su perdón, se
presenta así como una justicia superior, al mismo tiempo
ecuánime y compasiva, sin que haya contradicción entre
estos dos aspectos. El perdón, en efecto, no elimina ni
disminuye la exigencia de la rectificación, propia de la justicia,
ni prescinde de la necesidad de conversión personal, sino que
va más allá, buscando restaurar las relaciones y reintegrar a
las personas en la sociedad''.
''Aquí -concluye el Papa- me parece que se halla el gran reto,
que entre todos debemos afrontar, para que las medidas que
se adopten contra el mal no se contenten con reprimir,
disuadir y aislar a los que lo causaron, sino que les ayuden a
recapacitar, a transitar por las sendas del bien, a ser personas
auténticas que lejos de sus miserias se vuelvan ellas mismas
misericordiosas. Por eso, la Iglesia plantea una justicia que
sea humanizadora, genuinamente reconciliadora, una justicia
que lleve al delincuente, a través de un camino educativo y
de esforzada penitencia, a su rehabilitación y total
reinserción en la comunidad. Qué importante y hermoso
sería acoger este desafío, para que no cayera en el olvido.
Qué bueno que se dieran los pasos necesarios para que el
perdón no se quedara únicamente en la esfera privada, sino
que alcanzara una verdadera dimensión política e
institucional y así crear unas relaciones de convivencia
armoniosa''
Boletín Puente - Anexo Formación nº 85
Área Religiosa - Departamento de Pastoral Penitenciaria CEPS
2-. La confesión es la actitud de quien reconoce y lamenta su culpa. Si al delincuente no se le ayuda
suficientemente, no se le ofrece una oportunidad para que pueda convertirse, termina siendo víctima del
sistema. Es necesario hacer justicia, pero la verdadera justicia no se contenta con castigar simplemente al
culpable. Hay que avanzar y hacer lo posible por corregir, mejorar y educar al hombre para que madure en
todas sus vertientes, de modo que no se desaliente, haga frente al daño causado y logre replantear su vida sin
quedar aplastado por el peso de sus miserias.
Un modelo bíblico de confesión es el buen ladrón, al que Jesús promete el paraíso porque fue capaz de
reconocer su falta: “Lo nuestro es justo, pues recibimos la paga de nuestros delitos; éste en cambio no ha
cometido ningún crimen” (Lc 23, 41).
Todos somos pecadores; Cristo es el único justo. También nosotros corremos el riesgo de dejarnos llevar en
algún momento por el pecado, el mal, la tentación. En todas las personas convive la capacidad de hacer mucho
bien con la posibilidad de causar tanto mal, aunque uno lo quiera evitar (cf. Rm 7,18-19). Y tenemos que
preguntarnos por qué algunos caen y otros no, siendo de su misma condición.
No pocas veces la delincuencia hunde sus raíces en las desigualdades económicas y sociales, en las redes de la
corrupción y en el crimen organizado, que buscan cómplices entre los más poderosos y víctimas entre los más
vulnerables. Para prevenir este flagelo, no basta tener leyes justas, es necesario construir personas
responsables y capaces de ponerlas en práctica. Una sociedad que se rige solamente por las reglas del mercado
y crea falsas expectativas y necesidades superfluas, descarta a los que no están a la altura e impide que los
lentos, los débiles o los menos dotados se abran camino en la vida (cf. Evangelii Gaudium, 209).
3-. La contrición es el pórtico del arrepentimiento, es esa senda privilegiada que lleva al corazón de Dios, que
nos acoge y nos ofrece otra oportunidad, siempre que nos abramos a la verdad de la penitencia y nos dejemos
transformar por su misericordia. De ella nos habla la Escritura Santa cuando refiere la actitud del Buen Pastor,
que deja a las noventa y nueve ovejas que no requieren de sus cuidados y sale a buscar a la que anda errante y
perdida (cf. Jn 10,1-15; Lc 15,4-7), o la del Padre bueno, que recibe a su hijo menor sin recriminaciones y con el
perdón (cf. Lc 15, 11-32). También es significativo el episodio de la mujer adúltera, a la que Jesús le dice: “Vete
y en adelante no peques más” (Jn 8,11b). Aludiendo, asimismo, al Padre común, que hace salir el sol sobre
malos y buenos, y llover sobre justos e injustos (cf. Mt 5,45), Jesús invita a sus discípulos a ser misericordiosos,
a hacer el bien a quien les hace mal, a rezar por los enemigos, a poner la otra mejilla, a no guardar rencor…
La actitud de Dios, que primerea al hombre pecador ofreciéndole su perdón, se presenta así como una justicia
superior, al mismo tiempo ecuánime y compasiva, sin que haya contradicción entre estos dos aspectos. El
perdón, en efecto, no elimina ni disminuye la exigencia de la rectificación, propia de la justicia, ni prescinde de
la necesidad de conversión personal, sino que va más allá, buscando restaurar las relaciones y reintegrar a las
personas en la sociedad. Aquí me parece que se halla el gran reto, que entre todos debemos afrontar, para que
las medidas que se adopten contra el mal no se contenten con reprimir, disuadir y aislar a los que lo causaron,
sino que les ayuden a recapacitar, a transitar por las sendas del bien, a ser personas auténticas que lejos de sus
miserias se vuelvan ellas mismas misericordiosas. Por eso, la Iglesia plantea una justicia que sea humanizadora,
genuinamente reconciliadora, una justicia que lleve al delincuente, a través de un camino educativo y de
esforzada penitencia, a su rehabilitación y total reinserción en la comunidad.
Qué importante y hermoso sería acoger este desafío, para que no cayera en el olvido. Qué bueno que se dieran
los pasos necesarios para que el perdón no se quedara únicamente en la esfera privada, sino que alcanzara una
verdadera dimensión política e institucional y así crear unas relaciones de convivencia armoniosa. Cuánto bien
se obtendría si hubiera un cambio de mentalidad para evitar sufrimientos inútiles, sobre todo entre los más
indefensos.
Queridos amigos, vayan adelante en este sentido, pues entiendo que aquí radica la diferencia entre una
sociedad incluyente y otra excluyente, que no pone en el centro a la persona humana y prescinde de los restos
que ya no le sirven.
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Me despido encomendándolos al Señor Jesús, que en los días de su vida terrena, fue apresado y condenado
injustamente a muerte, y se identificó con todos los encarcelados, culpables o no (“Estuve preso y me
visitaron”, Mt 25,36). Él descendió también a esas oscuridades creadas por el mal y el pecado del hombre para
llevar allí la luz de una justicia que dignifica y enaltece, para anunciar la Buena Nueva de la salvación y de la
conversión. Él, que fue despojado inicuamente de todo, les conceda el don de la sabiduría, para que sus
diálogos y consideraciones se vean recompensadas con el acierto.
Les ruego que recen por mí, pues lo necesito bastante.
Cordialmente,
Francisco
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Carta del Papa Francisco
a los encarcelados
Deseo que sea un buen regalo para las personas privadas de libertad.
El Papa conmovido por las historias de jóvenes condenados a cadena perpetua
El Santo Padre envía una carta en respuesta a 500 testimonios de encarcelados en Estados Unidos
Por Rocío Lancho García
CIUDAD DEL VATICANO, 03 de junio de 2014 (Zenit.org) - Francisco recibió 500 cartas de jóvenes presos y
condenados a cadena perpetua en Estados Unidos. Por ello, el Pontífice ha enviado una misiva de respuesta en
la que asegura que se ha “conmovido profundamente” con sus historias y con la petición de que sus sentencias
puedan ser revisadas a la luz de la justicia que ofrezca una posibilidad de reforma y rehabilitación.
En la carta dirigida a Michael Kennedy, S.J., director de Jesuit Restorative Justice Initiative, Francisco pide que
les diga a los jóvenes que el Señor conoce y ama a cada uno de ellos y que el Papa les recuerda con afecto en
su oración. Asimismo, pide que estos jóvenes recen por él, por las necesidades del pueblo de Dios en todo el
mundo y por la difusión del mensaje evangélico de la misericordia, del perdón y de la reconciliación en Cristo.
Tal y como explica Michael Kennedy, S.J. en el artículo publicado en America, The National Catholic Review, con
los años el estado de California ha tratado de mejorar la condena de los jóvenes que cometieron sus delitos
entre los 14 y 17 años de edad. Hace dos años se aprobó la ley SB9. Esta ley otorga a estos jóvenes la
oportunidad de unirse a sus familias un día. Desde entonces, California se ha convertido en uno de los estados
líderes en la aprobación de leyes para ayudar a los niños que fueron condenados a cadena perpetua. Estados
Unidos, es el único país en el mundo que da LWOP (cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional) a
la juventud.
Fue Jody Kent -líder de la campaña nacional para poner fin a la LWOP y asegurar que ningún niño jamás quede
condenado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional- quien recogió 500 cartas de los jóvenes
encarcelados que han recibido esta sentencia. Las cartas fueron enviadas al papa Francisco "porque tenían fe
en que este líder mundial pudiera abogar por ellos".
El Papa respondió a estas cartas "dando esperanza a aquellos que ahora no tienen esperanza". "La carta del
Papa es fuerte y clara", dice Michael Kennedy, S.J. "Él cree que nuestros jóvenes merecen una segunda
oportunidad. Cada preso que escribió una carta va a recibir una copia de la carta del Papa", explica.
En el artículo, el padre Michael observa que el cerebro de un joven no se ha desarrollado al nivel de un adulto
en las edades cuando cometen estos crímenes. "Ellos deben ser juzgados en los tribunales de menores y no los
tribunales de adultos. Está muy claro que el papa Francisco entiende esto y ha tomado este tema de la
juventud encerrada como una preocupación personal".
Finalmente, el jesuita se muestra muy agradecido con el compromiso del Santo Padre. "Su liderazgo debería
influir en nuestros líderes políticos para hacer los cambios necesarios para que los niños pueden ser tratados
de manera diferente que los adultos. La carta del Papa afirma que tenemos que dar a los jóvenes que han
cometido crímenes una segunda oportunidad".
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Discurso en la visita a los reclusos, a sus
familias y al personal (C.P. Castrovillari)
Plaza de la cárcel de Castrovillari - Sábado 21 de junio de 2014
Queridos hermanas y hermanos:
El primer gesto de mi visita pastoral es el encuentro con vosotros, en este Centro penitenciario de Castrovillari.
De este modo quisiera expresar la cercanía del Papa y de la Iglesia a cada hombre y a cada mujer que está en la
cárcel, en cualquier parte del mundo. Jesús dijo: «Estuve en la cárcel y vinisteis a verme» (cf. Mt 25, 36).
En las reflexiones que se refieren a los detenidos, se destaca a menudo el tema del respeto de los derechos
fundamentales del hombre y la exigencia de correspondientes condiciones de expiación de la pena. Este
aspecto de la política penitenciaria es ciertamente esencial y la atención al respecto debe permanecer siempre
alta. Pero esta perspectiva no es todavía suficiente si no está acompañada y completada por un compromiso
concreto de las instituciones con vistas a una efectiva reinserción en la sociedad (cf. Benedicto XVI, Discurso a
los participantes en la 17ª Conferencia de los directores de las Administraciones penitenciarias del Consejo de
Europa, 22 de noviembre de 2012). Cuando esta finalidad se descuida, la ejecución de la pena se degrada a un
instrumento de sólo castigo o venganza social, a su vez perjudicial para el individuo y para la sociedad. Y Dios
no hace esto con nosotros. Dios, cuando nos perdona, nos acompaña y nos ayuda en el camino. Siempre.
Incluso en las cosas pequeñas. Cuando vamos a confesarnos, el Señor nos dice: «Yo te perdono. Pero ahora ven
conmigo». Y Él nos ayuda a retomar el camino. Jamás condena. Jamás sólo perdona, sino que perdona y
acompaña. Además somos frágiles y debemos volver a la confesión, todos. Pero Él no se cansa. Siempre nos
vuelve a tomar de la mano. Este es el amor de Dios, y nosotros debemos imitarlo. La sociedad debe imitarlo.
Recorrer este camino.
Por otro lado, una auténtica y plena reinserción de la persona no tiene lugar como término de un itinerario
solamente humano. En este camino entra también el encuentro con Dios, la capacidad de dejarnos mirar por
Dios que nos ama. Es más difícil dejarse mirar por Dios que mirar a Dios. Es más difícil dejarse encontrar por
Dios que encontrar a Dios, porque en nosotros hay siempre una resistencia. Y Él te espera, Él nos mira, Él nos
busca siempre. Este Dios que nos ama, que es capaz de comprendernos, capaz de perdonar nuestros errores. El
Señor es un maestro de reinserción: nos toma de la mano y nos vuelve a llevar a la comunidad social. El Señor
siempre perdona, siempre acompaña, siempre comprende; a nosotros nos toca dejarnos comprender, dejarnos
perdonar, dejarnos acompañar.
Deseo a cada uno de vosotros que este tiempo no sea un tiempo perdido, sino que sea un tiempo precioso,
durante el cual podáis pedir y obtener de Dios esta gracia. Actuando así contribuiréis a ser mejores ante todo
vosotros mismos, pero al mismo tiempo también la comunidad, porque, en el bien y en el mal, nuestras
acciones influyen en los demás y en toda la familia humana.
Un pensamiento afectuoso quiero dirigir en este momento a vuestros familiares; que el Señor os conceda
volver a abrazarlos con serenidad y paz.
Por último, un estímulo a todos los que trabajan en este Centro: a los dirigentes, a los agentes de la Policía
penitenciaria, a todo el personal.
Os bendigo de corazón a todos y os encomiendo a la protección de la Virgen, nuestra Madre. Y, por favor, os
pido que recéis por mí, porque también yo tengo mis errores y debo hacer penitencia. Gracias.
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El abrazo a un grupo de detenidos
"Salimos de los muros de la cárcel para vivir una jornada de libertad y de serenidad en el Vaticano". En nombre
de los veinte detenidos que están pagando su pena en la cárcel italiana de Viterbo, uno de ellos no esconde "la
alegría, la emoción y, sobre todo, la esperanza que suscita el encuentro con el Papa en nosotros y en nuestras
familias". Esperanza, especificó, de tener "la fuerza interior para recomenzar". Y en la audiencia general en la
plaza de San Pedro presentaron al Pontífice todas sus ansias, pero también "sus deseos de volver a ser libres".
Hablan de una "experiencia única e incluso impensable", hecha posible gracias a la directora Teresa Mascolo, a
una religiosa y al magistrado de vigilancia.
"Los que hoy han encontrado al Papa -explica la directora- están en régimen de alta y media seguridad y, por lo
tanto, están ya realizando un itinerario de reeducación y reinserción".
Hace algún tiempo, añade, tuvieron la oportunidad de visitar la basílica vaticana y rezar las tumbas de los
Papas, en particular de Juan XXIII y Juan Pablo II. Con ellos se encontraba también una representación de la
guardia del personal carcelario.
Hablando de "itinerarios difíciles pero posibles" estuvieron presentes también los 450 familiares de los jóvenes
seguidos por la comunidad de San Patrianano, que desde hace años está en primera línea en la recuperación de
los drogadictos.
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Con los reclusos en Isernia
El sufrimiento que purifica
A los detenidos fue dedicado el primer encuentro del papa Francisco con la comunidad de Isernia. El Pontífice
llegó al centro penitenciario el sábado 5 de julio por la tarde. En su discurso el obispo de Roma recordó el valor
purificador del sufrimiento y ratificó la certeza de que el Señor perdona siempre.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenas tardes!
Os doy las gracias por vuestra acogida. Y os agradezco por el testimonio de esperanza, que he escuchado de las
palabras de vuestro representante. También el saludo de la directora me ha impresionado esta palabra:
esperanza. Este es el desafío, como dije hace dos semanas en el centro penitenciario de Castrovillari: el desafío
de la reinserción social. Y para esto se necesita un itinerario, tanto en lo externo, en la cárcel, en la sociedad,
como en el interior, en la conciencia y en el corazón. Realizar el camino de reinserción, que todos debemos
hacer. Todos. Todos cometemos errores en la vida. Y todos debemos pedir perdón por estos errores y hacer un
camino de reinserción, para no cometerlos más. Algunos hacen este camino en la propia casa, en el propio
trabajo; otros, como vosotros, en un centro penitenciario. Pero todos, todos… Quien dice que no tiene
necesidad de hacer un camino de reinserción es un mentiroso. Todos nos equivocamos en la vida y también,
todos, somos pecadores. Y cuando vamos a pedir perdón al Señor de nuestros pecados, de nuestros errores, Él
nos perdona siempre, no se cansa nunca de perdonar. Nos dice: “desanda este camino, porque no te hará bien
ir por aquí”. Y nos ayuda. Esta es la reinserción, el camino todos debemos hacer.
Lo importante es no estar inerte. Todos sabemos que cuando el agua se estanca se pudre. Hay un dicho en
español que dice: “El agua estancada es la primera en corromperse”. No permanecer estancados. Debemos
caminar, dar un paso cada día, con la ayuda del Señor. Dios es Padre, es misericordia, nos ama siempre. Si
nosotros lo buscamos, Él nos acoge y nos perdona. Como dije, no se cansa de perdonar. Es el lema de esta
visita: “Dios no se cansa de perdonar”. Nos hace levantar de nuevo y nos restituye plenamente nuestra
dignidad. Dios tiene memoria, no es un desmemoriado. Dios no se olvida de nosotros, se acuerda siempre. Hay
un pasaje de la Biblia, del profeta Isaías, que dice: Si incluso una madre se olvidara de su hijo -y es imposibleyo no te olvidaré jamás (cf. Is 49, 15). Y esto es verdad: Dios piensa en mí, Dios se acuerda de mí. Yo estoy en la
memoria de Dios.
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Y con esta confianza se puede caminar, día tras día. Y con este amor fiel que nos acompaña, la esperanza no
defrauda. Con este amor la esperanza no defrauda jamás: un amor fiel para ir adelante con el Señor: Algunos
piensan que hacen un camino de castigo, de errores, de pecados y que sólo es sufrir, sufrir, sufrir… Es verdad,
es verdad, se sufre. Como dijo vuestro compañero, aquí se sufre. Se sufre dentro y se sufre también fuera,
cuando uno ve que la propia conciencia no es pura, está sucia y quiere cambiarla. Ese sufrimiento que purifica,
ese fuego que purifica el oro, es un sufrimiento con esperanza. Hay algo hermoso, cuando el Señor nos
perdona no dice: “Yo te perdono, ¡arréglatelas!”. No, Él nos perdona, nos toma de la mano y nos ayuda a
seguir adelante en este camino de la reinserción, en la propia vida personal y también en la vida social. Esto lo
hace con todos nosotros. Pensar que el orden interior de una personase corrija solamente “a bastonazos” -no
sé si se dice así- , que se corrija solamente con el castigo, esto no es de Dios, esto es un error. Algunos piensan:
“No, no, se debe castigar más, más años, de más”. Esto no resuelve nada, ¡nada! Enjaular a la gente porque disculpad la palabra- por el solo hecho de que si está dentro estamos seguros, esto no nos sirve, no nos ayuda.
La cosa más importante es lo que hace Dios con nosotros: nos toma de la mano y nos ayuda a seguir adelante.
¡Y esto se llama esperanza! Y con esta esperanza, con esta confianza se puede caminar día tras día. Y con este
amor fiel, que nos acompaña, la esperanza verdaderamente no defrauda.
Os doy las gracias por la acogida… me viene ahora decirlo, porque siempre lo siento, también cuando cada
quince días hablo por telefoneo a una cárcel de Buenos Aires, donde hay jóvenes y hablamos un poco por
teléfono. Os hago una confidencia. Cuando me encuentro con uno de vosotros, que está en un centro
penitenciario, que está caminando hacia la reinserción, pero que está detenido, sinceramente me hago esta
pregunta: ¿por qué él y no yo? Lo siento así. Es un misterio. Pero partiendo de este sentimiento, de este sentir
yo os acompaño.
Podemos rezar juntos a la Virgen, nuestra Madre, para que nos ayude, nos acompañe. Es Madre. Avemaría… Y,
por favor, ¡rezad por mí!, ¡rezad por mí!
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QUE EL ESPIRITU ME AYUDE
A PREOCUPARME SIEMPRE
DE LOS DEMAS
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Desde el C.P. de Navalcarnero – Diócesis de Getafe
Estas eran las palabras que el pasado sábado, Santi, un muchacho en prisión desde hace casi cinco años, decía,
ante el obispo en el momento de ser confirmado. Fue un día especialmente bonito para todos, y sobre todo un
día abierto a la esperanza, y abierto a Dios, abierto a un Dios que hablaba por los labios de Santi y que nos
volvía a decir que la vida merecía la pena, que todo se puede cambiar, que no hay nada que no tenga solución.
El sábado Santi se confirmó y como cada día en nuestra cárcel fue un día para celebrar, para recordar y para
saborear, fue un día donde de nuevo, en la cárcel, se respiró profundamente el aire de un Jesús encarnado en
él, en su vida, en sus gestos… y en el de todos los que estábamos allí en esa mañana.
Era la fiesta de San Pedro y San Pablo, y tuvimos primero como todos los sábados una misa, con cinco de los
módulos de la cárcel de Navalcarnero; esa primera misa también fue impactante porque ellos, cuando
hablábamos del papa, no paraban de decir lo importante y lo diferente que estaba siendo para todos el papa
Francisco: sus gestos de cercanía, su cariño… decían que era un papa diferente, como tenía que ser decían
algunos, “ es muy cercano y se le ve diferente”, decían otros; recordaban el gesto que había tenido Francisco el
día anterior, al parar su coche ante una niña discapacitada y en camilla, y cómo les había conmovido que se
acercara a ella. Y es que los muchachos de la cárcel son capaces de captar todos estos gestos de cariño hacia
los demás, gestos de humanidad de nuestro papa.
La primera lectura que leímos de los Hechos de los apóstoles era un pasaje donde dice que San Pedro estaba
en la cárcel y un ángel del Señor abrió la puerta de la celda y lo liberó; cuando lo leímos nos reímos, porque
pensaban que ojalá también fuera así allí, que también Dios abriera las puertas de sus chabolos… pero luego
caímos también en la cuenta de que nuestra única cárcel no era la de Navalcarnero, que esa cárcel era dura
pero que sin duda pasaría, pero que el problema era sentirse libre realmente de todo tipo de ataduras, y que
en la vida todos podíamos tener cárceles más duras que Navalcarnero de las que teníamos que liberarnos.
Incluso que estando en este horrendo lugar de sufrimiento que es nuestra cárcel podíamos sentirnos libres; les
mencioné la figura de Nelson Mandela para decirles que él, en sus 28 años de cautiverio injusto, se había
sentido libre profundamente, a pesar de estar encerrado en aquella celda ínfima y lúgubre, y les hablé de la
oración que este hombre recitó durante sus años de cautiverio para demostrar y decir que se sentía libre, la
oración que Mandela recitaba cada noche, antes de acostarse, de rodillas, y que le hizo sentirse además de
vivo, liberado y con ganas de seguir hacia adelante. Y al nombrar a Mandela, fue César, un muchacho con una
vida especialmente dura, y sin nadie que en este momento le espere, con muchos años de prisión, el que dijo
que se estaba aprendiendo él esa oración y que se sabía la primera parte, que si la podía recitar; le dijimos que
sí, y con muchos nervios la recitó:
“De la noche que me cubre, negra como el vacío de poste a poste. Agradezco a cualquier Dios, por mi alma
inconquistable. En las malignas garras de la circunstancia no me ha estremecido o gritado en voz alta…”
Escucharla en la voz de César también fu impresionante, porque todos conocemos su vida… la recitó nervioso,
pero a la vez con entusiasmo, y sobre todo con mucha ilusión… y se notaba que al hacerlo ha había meditado
ya también muchas veces… no fue algo improvisado, le salió desde lo más profundo de su corazón… y quizás
ese “cualquier Dios” a que se refiere habló a través de él… ese cualquier Dios que en toda la Eucaristía
respiramos, sentimos y abrazamos juntos en esa mañana de sábado.
El Salmo que recitamos entre todos y luego cada uno fue repitiendo en voz alta de modo personal las palabras
que le parecían más impactante, hacía alusión a que sentimos la protección de Dios, a que sentimos que El nos
acompaña, nos entiende y nos guía en cada momento. Como siempre escucharles decir en voz alta frases como
“ayúdame a reconocer la verdad, a no autoengañarme… si no vivo en la verdad no podre cambiar porque
siempre echare la culpa a los demás…”, resultaba impresionante, porque la decían personas machacadas por la
vida, porque las recitaban personas a las que especialmente les cuesta reconocer su error, pero que allí delante
de todos, delante también por supuesto de la presencia de Dios y de su hermano Jesús, iban recitando en
comunidad. “Cuantas veces te he dicho que quiero seguirte, que voy a cambiar el rumbo de mi vida, que esta
vez va en serio, y sin embargo cuantas veces también todo acaba siendo igual…”, eran palabras que cobraban
un sentido especial en esa mañana porque las recitaban personas que saben de fracaso, personas que saben lo
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que es cada día levantarse y volverse a caer, personas que llevan derrumbándose muchos años… las decían
desde el corazón y seguro que el Buen Dios las escuchaba con cariño… era como si a la vez el mismo Jesús les
dijera, no os preocupéis, yo os entiendo, yo sé que a veces no sois capaces de cambiar, pero contad con mi
ayuda, no estáis solos, yo os acompaño siempre…era el Padre Dios el que un día más miraba a sus hijos con
todo el cariño con que un Padre puede mirar a sus hijos más queridos y a la vez más heridos; los heridos de la
vida por la droga, por la culpa, por el fracaso… eran mirados como Dios solo sabe mirar, desde el amor más
grande y más profundo… sin duda con el mismo amor con que Jesús miró a Pedro después de la triple
negación… y desde esa mirada, dice el Evangelio, que “Pedro lloró amargamente”, la mirada de Jesús al
culpable Pedro fueron capaces de arrancar de él las lágrimas más maravillosas de toda su vida, las lágrimas que
le hicieron convertirse… fue el amor de Jesús a Pedro el que le hizo cambiar y mirar hacia adelante… ojalá que
también nuestros muchachos sientan así a Dios en su vida, ojalá que nosotros seamos capaces de transmitirles
siempre ese rostro entrañable, tierno y cercano de un Dios “que sale todos los días a buscar a sus hijos y
cuando los encuentra los abraza y los come a besos.
Seguíamos rezando en el Salmo “pero no puedo dejar de confiar en ti, porque Tú eres mi vida y mi fuerza…”, y
eso pronunciado por aquellos que han llevado una vida tortuosa, pero aquellos que especialmente son capaces
de seguir confiando en Dios. Escuchárselo a todos en voz alta, al unísono impresiona, pero cuando lo van
recitando personalmente mucho más, y sobre todo cuando vamos conociendo las historias de aquellos que van
pronunciando esas palabras; escuchar esas palabras en boca de Carlos, de César, de Tomás, de Alberto… tiene
un sentido diferente, no son frases hechas, son sin duda experiencia profunda de un Dios liberador que ellos
sienten que les libera, y un Dios que también nos habla a nosotros a través de ellos…
La segunda misa estaba prevista para las once de la mañana y comenzó algo más tarde; en esta Eucaristía Santi
iba a confirmarse y Enrique iba a hacer su Primera Comunión, venía el obispo para confirmar y confieso que
todos estábamos un poco más nerviosos porque era una misa diferente, aunque en el fondo las espontaneidad
de los muchachos en la cárcel siempre es imprevisible, casi como la de los niños pequeños. Comenzaron a ir
llegando y como siempre el saludo, el abrazo, el preguntarnos cómo ha ido la semana, ese primer encuentro
entre nosotros ya es eucarístico porque forma parte del compartir, porque en cada uno de los saludos que nos
hacemos hay también mucho de Dios, de su ternura y de su misericordia. Cuando nos saludamos ya sabemos
cómo estamos cada uno de nosotros, algunos aprovechan para pedir algo que necesitan o para decirnos qué ha
pasado durante la semana o qué problema pueden tener, en ese saludo se nos va un poco de tiempo antes de
comenzar, pero que sin duda es ya parte de la misma celebración, es un primer encuentro fraternal que nos
abre a la celebración de la mañana de cada sábado. Este sábado como digo era especial, cuando llegó Santi
como siempre, nos fundió a todos en un fuerte abrazo y nos dijo que estaba muy contento y de hecho se le
notaba que así era.
Comenzamos la celebración, presentamos al obispo, y la primera lectura era el texto de Isaías 61 sobre el envío
a los más pobres, que proclamada en boca de Santi, tenía un sentido muy especial; Enrique leyó el Salmo 22, El
Señor es mi Pastor, y después proclamamos las bienaventuranzas: al escucharlas en aquel lugar algo por dentro
se estremece, porque cuando proclamamos dichosos los pobres, los sufridos, los que lloran… no es algo de
libro sino es tenerlos delante, en cada una de ellas podemos poner un rostro concreto y una historia concreta
de cada uno de los chavales que tenemos delante, es reconocer que somos felices cada vez que pisamos esa
lugar santo que se llama Navalcarnero, y es reconocer el rostro de un Dios encarnado en cada uno de ellos. Y
después del Evangelio, tras la presentación que hizo María Jesús de Santi, ante el obispo, fue él quien dio su
testimonio, y de nuevo nuestros corazones se llenaron de alegría, de esperanza y por supuesto de Dios. Santi
comenzó diciendo que daba gracias por ese año de preparación que había tenido, porque había conocido
muchas cosas de Dios y él se quería confirmar “para que el Espíritu me ayude a preocuparme más de los
demás, para que pueda ayudarles, para que pueda hacerles felices, me quiero confirmar para estar más cerca
de Dios y para que la vida cada día sea mejor para todos, y creo que si todos lo hiciéramos así todo funcionaria
y sería mejor”. Santi, con sus palabras había sintetizado lo fundamental del mensaje cristiano: sentir que Dios
nos quiere y que desde ahí queramos y hagamos felices a los demás, no se puede decir de manera más
elocuente ni más acertada lo que significa seguir a Jesús. Pero además lo estaba proclamando alguien que sabe
de sufrimiento, de dolor, de vida rota, y alguien que sabe también de amor y de lo que es dedicarse a los
demás. Santi desde que lleva en prisión lo único que ha hecho ha sido eso: preocuparse de los otros, en el
módulo todos cuentan con él, funcionarios y resto de compañeros, todos saben que a él pueden acudir cuando
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les hace falta algo, incluso muchas veces es él el que nos dice que vayamos a ver a alguien porque está mal;
Santi iba recibir el Espíritu que sin duda ya ha estado con él en todo este tiempo.
Después de la homilía donde el obispo nos invitó a la confianza en Dios y a desde ahí volcarnos en los otros,
llegó el momento sacramental, un momento importante; el silencio era especial en toda la sala, todos
pendientes de lo que estaba allí pasando, y Dios un día más se hizo presente entre nosotros, entre aquel grupo
de hombres elegidos por El, entre tantas historias de dolor y de sufrimiento el Dios Padre de Nuestro Señor
Jesucristo, que dice San Pablo, se hizo una vez más presente en nuestro Navalcarnero. El paso de Dios por cada
uno de nosotros se hizo presente, como sabe hacerlo, de manera suave, sencilla pero a la vez llenándolo todo.
Después el momento de las peticiones, donde de nuevo todos recordaron a sus familias, a la gente que más
sufre en el mundo, a los que más sufren dentro de la cárcel… fue un momento de oración y de recuerdo los
unos por los otros y desde las propias necesidades más urgentes de nuestra vida.
Y llegó también como en cada celebración el momento especial de la paz, la paz como ese saludo especial y
fraterno que entre todos nos damos, la paz como esa experiencia profunda de encuentro con el necesitado,
que está delante de cada uno de nosotros. Esa paz que significa preguntarnos al tiempo cómo estamos, cómo
nos ha ido la semana, todos nos abrazamos y deseamos lo mejor; yo creo que es también un momento muy
sagrado el que vivimos en ese abrazo de la paz, porque en cada abrazo y en cada apretón de manos se hace
presente el mismo Jesús que nos abraza y nos quiere, un momento de alegría, de esperanza, donde sentimos
de manera diferente la presencia de Dios “en cada abrazo Dios nos abraza”.
Compartimos después la comunión, donde también Enrique participó por vez primera de ese momento; por
supuesto no fue como estamos acostumbrados en las parroquias, Enrique un hombre enfermo mental, con
problemas desde hace muchos años con las drogas, se acercaba de manera sencilla a recibir a Jesús en la
Eucaristía, lejos ese momento de todo el follón sin sentido que organizamos cada mes de mayo en otros sitios,
aquí era Jesús el que entraba en el corazón malherido pero abierto a de Enrique y en sus ojos brillaba
especialmente la alegría y la acción de Gracias. Y al final de la celebración la entrega a cada uno de los dos de
una Tau símbolo franciscano que también su catequista, María Jesús, franciscana, quiso especialmente
entregarles, como signo de cercanía de Dios y de encuentro con los hermanos.
Terminamos, después de recibir la bendición, con el canto “Color esperanza”, un canto que en el cárcel cobra el
sentido de abrirse a una esperanza especial, se trata de proclamar la esperanza en medio del dolor, y de sentir
que esa esperanza es siempre posible, que nunca podemos tirar la toalla, pero que depende de todos que esa
esperanza esté siempre viva y nos ayude a vivir; “que estás cansado de andar y de andar…cambiar el aire
depende de ti… te ayudará vale la pena una vez más…”, escuchar esto en aquel lugar es reconocer que la vida
se puede reconducir, que hay que seguir peleando, que a pesar de haberlo intentado muchas veces y haber
fracasado hay que seguir hacia adelante… detrás de cada muchacho preso hay una historia de fracasos, de
derrumbes… pero sin duda que hay también una historia de esperanza y de futuro; “sé que lo imposible se
puede lograr…quitarse los miedos sacarlos afuera… tentar al futuro con el corazón…”, es lo que vivimos a diario
en Navalcarnero, una historia de miedos, de luchas, de imposibles, de aciertos y desaciertos, pero también de
alegría, de futuro, es mezclar lo horrible con el más bonito de los deseos y paisajes, en el fondo es la historia de
la pascua, de muerte y resurrección, y es reconocer cada día lo que le dice el ángel a María “porque para Dios
nada hay imposible”, en la cárcel vivimos cada día esa historia de los imposibles mezclados con los posibles, es
mirar al futuro desde las posibilidades del día a día; nos flaquean las fuerzas y ya no podemos más, pero para
eso estamos todos los otros “sé que lo imposible se puede lograr”, recordar las palabras de Jesús a Pedro
cuando le dice que es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja a que los ricos se salven “no te
olvides que lo imposible para los hombres es posible para Dios”. Esa es nuestra fe cada día en nuestro
Navalcarnero de lucha y de esperanza, de muerte y de vida, es la historia de mirar siempre adelante; la frase
que la fundadora de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, Nazaria Ignacia, decía siempre a sus monjas al
terminar sus cartas “Adelante, siempre adelante”; ese adelante no podemos perderlo nunca de vista en este
lugar, pero no es un adelante ingenuo, es un adelante con la confianza puesta en “que la tristeza algún día
caerá”, de que con nuestro esfuerzo y la ayuda de Dios todo puede cambiar, de que como dice el apóstol, “sé
de quién me he fiado”, y esa confianza nos sigue manteniendo siempre alerta porque ese Dios se nos muestra a
diario en nuestra cárcel, en tantos signos de su presencia.
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Esa confianza que tenemos que conquistar también cada día en la cárcel, esa confianza que supone pensar que
la vida puede ser distinta, que no importa tanto el pasado, lo que hemos hecho en nuestras vidas, sino el
futuro, lo que todavía nos queda por hacer y por vivir. Confianza que significa por ello creer que Dios es nuestro
Padre y nos quiere como somos, que no lleva cuenta de lo que hacemos, que nos mira con cariño. En este día
de San Pedro y San Pablo era el mismo Jesús el que nos miraba con tanta ternura y tanto cariño como miró a
Pedro después de qué éste le negara “al instante cantó el gallo, Jesús miró a Pedro y Pedro lloró amargamente.
Fueron lágrimas de amor, fueron las mejores lágrimas que arrancó sin duda el mejor amor. Y ante ese amor
profundo de tanta gente que nos quiere y que no nos condena solo nos queda confiar, agradecer y llorar de
emoción. “Tampoco y te condeno, vete y en adelante no peques más”, eran las palabras de Jesús a la mujer
traída para ser apedreada, y es lo que nosotros también cada día intentamos transmitir a nuestros muchachos,
en cada conversación, en cada encuentro, en cada abrazo….
En Navalcarnero un día más sentimos lo que dice maravillosamente Gloria Fuertes en su poema , ante la
pregunta de todo ser humano: “Dios está en ti, debajo mismo de tu corbata”, esto es lo que experimentamos
una vez más allá, en nuestra pequeña comunidad de la cárcel, entre tanto dolor sentimos que el Espíritu nos
llegaba y nos transformaba y quisimos acogerlo, lo acogimos como lo han acogido los grandes de la historia,
desde la brisa suave que transforma nuestras vidas y nos hace, como dijo Santi, hacer felices a los demás. Ojalá
que el Dios de la vida que todos sentimos en este día seamos capaces de transmitirlo siempre a los demás, que
en cada sonrisa, que en cada abrazo, que en cada esperanza, que en cada lágrima, que en cada fracaso, que en
cada derrota, experimentemos las palabras del Evangelio “yo estoy contigo todos los días hasta el fin del
mundo”.
Navalcarnero, 28 de Junio de 2014
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Libros y revistas de interés
penitenciario
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(Brasil)
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en Rev. Didascalia. Nueva frontera para
la Pastoral, mayo 2014, nº 671, año LXVIII
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Curso on line de formación
para voluntarios de la Pastoral
Penitenciaria
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Actividades próximo trimestre
Semana de Pastoral Penitenciaria
Festividad de la Virgen de la Merced
XVIII Jornadas Delegados Diocesanos
XIII Curso Formación del Voluntariado
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