PUENTE FORMACIÓN Nº 77

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Nº 77 – mayo 2012
Contenidos
Página 4
¿Guardián de mi hermano? La responsabilidad de proteger
Página 8
Tribunal Internacional de Justicia Restaurativa
Página 14
El sistema del IPJ de Lliria
Página 18
Convivencia de voluntarios
Página 21
Encuentro de Capellanes.
50 años de Pastoral Penitenciaria Venezuela
Página 30
La importancia de estar en internet
Página 31
Revistas que nos han llegado…
Depósito legal: M-8717 – 1993
C/ Añastro 1 Tel 91 343 97 12 28033-MADRID [email protected]
Boletín del Departamento de Pastoral Penitenciaria (CEPS)
Página 2
Carta de los condenados a cadena perpetua a Benedicto XVI
Página 32
Libros interesantes…
Página 34
Actividades del próximo trimestre
CARTA DE LOS CONDENADOS A CADENA PERPETUA
A BENEDICTO XVI
Italia: la vida sin promesa de libertad no podrá ser nunca una vida
ROMA, lunes 2 abril 2012
Tras la visita de Benedicto XVI a la cárcel de Rebibbia, los
condenados a cadena perpetua han renovado su llamamiento al papa,
a través de una carta compartida con la Comunidad Papa Juan XXIII,
fundada por el sacerdote Oreste Benzi, que desde 2007, caminó a su
lado en la búsqueda de una pena justa y humana. Pero desde
entonces, dice una nota de prensa, nada ha cambiado para estos
1.500 condenados.
En su llamamiento al papa, los condenados a cadena perpetua afirman que muchos de ellos
están en la cárcel “desde hace más de 20, 30 años, otros más, son haber nunca salido un
solo día, sin nunca un día de permiso con la propia familia”.
“Muchos de nosotros –añade la misiva al papa- han entrado de adolescentes y ahora son
cuarentañeros destinados a envejecer en la cárcel, otros eran jóvenes padres y ahora son
abuelos con el pelo blanco”.
“Le queremos decir que la cadena perpetua –añade la carta- es una pena que se cumple sin
vida; que tener la cadena perpetua es como estar muertos pero sentirse vivos; que la
cadena perpetua traiciona a la vida; que sufrir la condena de cadena perpetua es como
perder la vida antes aún de morir; que la pena de cadena perpetua te come el amor, el
corazón, y a veces incluso el alma; que la vida sin promesa de libertad no podrá ser nunca
una vida”.
“Santo padre, para qué sirve la cárcel para toda la vida? --se pregunta la carta--. Se llega a
ser no vivientes. ¿A qué sirve vengarse de este modo? No vemos justicia en la pena de
cadena perpetua, sino sólo una gran injusticia porque se reacciona al mal con otro mal
aumentando el mal total. Una sociedad justa no debería tener ni pena de muerte ni la pena
de cadena perpetua. No es justicia hacer sufrir y quitar la esperanza para siempre de
reparar el mal que ha hecho una persona. El mal debería ser derrotado con el bien y no con
otro mal. El rescate humano no es posible con una pena que nunca podrá acabar. Nuestra
vida es una inutilidad total, es aberración, sufrimiento infinito. La cadena perpetua es una
pena que hace nuestro presente igual al pasado, un pasado que aplasta el presente y quita
esperanza al futuro”.
Recuerdan en su carta que hace tiempo 310 condenados a cadena perpetua se dirigieron al
presidente de la República diciéndole preferir la muerte a la cárcel de por vida. En 2007, un
millar de condenados a cadena perpetua, apoyados por diez mil personas, amigos y
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parientes, hicieron huelga de hambre para pedir la abolición de la cadena perpetua. En
2008, casi ochocientos condenados a cadena perpetua enviaron un recurso al Tribunal
Europeo para pedir la abolición de la cadena perpetua, porque en Europa sólo en Italia
existe la cadena perpetua sin beneficios. El mismo 2008, un millar de condenados a cadena
perpetua hicieron una huelga de hambre para la abolición de esta pena.
“Santo padre –añade la carta- los medios de comunicación dicen que la cadena perpetua no
existe, pero entonces, si no existe por qué no la quitan? Queremos descontar nuestra pena
pero pedimos una esperanza, una sola, pedimos un fin cierto de la pena.
Santo padre nos sentimos abandonados, por todos, por los hombres, por la Iglesia y a veces
incluso de Dios, porque no se puede estar contra la guerra, contra la eutanasia, contra el
aborto y no estar contra la pena de cadena perpetua.
Santo padre, no tenemos voz: dénos la suya para hacer saber que en Italia existe la cadena
perpetua sin beneficios, una pena inhumana que realmente no tendrá nunca fin y sólo nos
hará salir de la cárcel muerto”.
Concluye la carta recordando a don Oreste Benzi, fundador de la Comunidad papa Juan
XXIII, que siempre apoyó la superación de la cadena perpetua y unos días antes de su
muerte, en las Semanas Sociales de 2007, dijo: “Hoy inicia la huelga de hambre en Spoleto,
en la supercárcel, por la abolición de la cadena perpetua. Tienen razón. ¿Qué sentido tiene
decir que las cárceles son un espacio donde se recupera la persona si está escrita la fecha
de entrada y nunca la de salida? Es una contradicción en los términos. ¿Por qué no deben
tener el derecho de dar prueba de que han cambiado?”.
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¿GUARDIÁN DE MI HERMANO?
La responsabilidad de proteger
A propósito del RD-Ley 16/2012
y el derecho a la salud de los inmigrantes
José Luis Segovia Bernabé
Profesor de Moral social
Instituto Superior de Pastoral UPSA-Madrid
UNA MALA LEY ES UNA LEY MALA
La norma aprobada el martes 24 de abril, “de medidas urgentes
para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud y
mejorar la calidad y seguridad de sus prestaciones”, pretende
despojar a las personas inmigrantes en situación irregular de su
derecho a la atención sanitaria primaria y especializada. Quienes
nos adscribimos a la tradición iusnaturalista y a la ética de los
principios sabemos bien que eso es imposible. Lo que hace el
legislador es simplemente “reconocer” derechos humanos, pero no
crearlos, ni mucho menos abrogarlos. Violentar un derecho
humano es algo tan a contrapelo del más elemental sentido ético
que es imposible hacerlo sin mala conciencia. Por eso, se suele
acudir a tres mecanismos exculpatorios: a) reducir, al menos
nominatim, la persona a otra categoría más instrumentalizable; b)
utilizar una técnica legislativa rebuscadamente aséptica; c)
propiciar cierta confusión conceptual que facilite el aplauso social.
El Real Decreto-ley utiliza arteramente los tres. La persona es titular de derechos humanos
inalienables. Pero, si en vez de persona hablamos de asegurado, o todavía mejor de
“portador de la tarjeta sanitaria”, y establecemos una comunicabilidad directa entre la
efectividad del ejercicio del derecho y esa nueva condición, acabamos privando del
contenido sustancial del derecho a la persona que no la porte sin que se note tanto el
atropello. En un libro impresionante llamado “Los juristas del horror”, Ingo Müller hace un
estudio detallado de las sofisticadas técnicas legislativas que permitieron a destacadísimos
juristas dar por buenas leyes moralmente inaceptables en un momento de culto al
positivismo jurídico en Alemania. Afortunadamente, estamos aún lejos de ese horror, pero
conscientes, como señala José Antonio Marina, de que los “derechos humanos están
siempre en el alero”, debemos poner todo el empeño en evitar cualquier marcha atrás en
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algo que constituye “una auténtica piedra miliar en el avance de la civilización” (Juan Pablo
II). Por eso, nos felicitamos del paulatino proceso de “reconocimiento” de derechos humanos
de primera, segunda, tercera y sucesivas generaciones. En ese sentido, el derecho a la
asistencia sanitaria ya aparece explícitamente recogido en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos. Está vinculado al derecho a la vida (art. 3 DUDH) y a la dignidad de la
persona en cuanto titular de los derechos sociales y económicos (art. 22 DUDH). Su
ejercicio articula mediante la “efectividad” del derecho a recibir la asistencia sanitaria
necesaria (Art. 25 DUDH).
No es mi propósito detallar la pésima técnica legislativa utilizada –copiada con celo de la
seguida en muchas ocasiones por el Gobierno anterior-. Baste señalar que se utiliza la
socorrida forma del Real-Decreto-ley (que aprueba el Gobierno en un primer momento sin
necesidad de contar con el Parlamento). Es un mecanismo excepcional cuando concurren
razones de extraordinaria y urgente necesidad que, ex art. 86 de la Constitución, no podrá
afectar al ordenamiento de las instituciones básicas del Estado, ni a los derechos, deberes y
libertades de los ciudadanos regulados en el Título I de la Constitución (De los de derechos
y deberes fundamentales), ni al régimen de las Comunidades Autónomas. Ya dentro de la
norma aprobada, la cuestión que motiva estas líneas no aparece en el cuerpo normativo de
su articulado, sino incidentalmente escondida en una disposición final de un texto de 35
páginas. A pesar de que toca en la línea de flotación de un derecho humano no se hace
ninguna referencia explícita en la exposición de motivos que marca las razones y principios
que orientan la ley. Y, finalmente, desde el punto de vista de la jerarquía normativa, un Real
Decreto-ley modifica, el contenido esencial de un derecho recogido en una ley del máximo
rango normativo como es la de extranjería (Ley Orgánica, que necesita la mayoría absoluta
del Congreso sobre la totalidad del texto para su aprobación, modificación y derogación)
acudiendo a una socorrida y recurrente fórmula que tampoco pasará a la historia de la
literatura: “Art. 12. Derecho a la asistencia sanitaria. Los extranjeros tienen derecho a la
asistencia sanitaria en los términos previstos en la legislación vigente en materia sanitaria”.
Bajo el amparo de “mejorar” el sistema nacional de salud, cuestión que obviamente no
precisa de Ley Orgánica, se cargan un derecho fundamental. Puro fraude de etiquetas.
Por último, cuestiona (con razón) los abusos producidos por el llamado “turismo sanitario”.
Sin embargo, provoca en la opinión pública una confusión similar a la que el Gobierno
anterior suscitó cuando quiso sancionar la hospitalidad al forastero confundiéndola con el
tráfico de personas. Ahora, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, al amparo
del abuso realizado sobre el sistema sanitario español, efectuado generalmente por
personas de un perfil económico alto y pertenecientes a países de la Unión Europea, se
legisla de tapadillo y se niega el acceso a la atención primaria y especializada a personas
que provienen en muchos casos de continentes bastante más precarizados que el nuestro.
En su momento, el Gobierno socialista rectificó el equívoco. Mantengo la esperanza de que
el Gobierno actual corrija este yerro tan grosero.
Por cierto, que las mujeres antes, durante y después del parto sigan siendo atendidas, o los
menores de 18 años estén excluidos de la aplicación de Real Decreto-ley, no constituye un
acto de generosidad del legislador. Por su especial vulnerabilidad, en el ámbito de los
derechos humanos estas personas cuentan con un régimen reforzado de especial
protección que impide cualquier tipo de restricción: gozan de un estatuto transnacional
(esperemos que sea por muchos años). En puridad, son los únicos ciudadanos del mundo.
El legislador se ha limitado a transcribir lo que está explícitamente imperado por los
Convenios internacionales. Por otra parte, que se siga atendiendo a los gravemente
enfermos o a los accidentados no constituye acto de benevolencia alguna. Su contrario, la
“denegación de asistencia sanitaria” en España está castigado por el Código penal en el art.
196 como un delito de omisión del deber de socorro y sancionado con penas privativas de
libertad y de inhabilitación para los profesionales sanitarios.
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LA EFICIENCIA DEBE COLGARSE DE LA PERCHA DE LA ÉTICA
Nadie sensato negará los largos párrafos que dedica la norma a la necesidad de “reforzar la
sostenibilidad, mejorar la eficacia en la gestión, promover el ahorro y las economías de
escala, introducir nuevas herramientas, coordinar los servicios sanitarios y los sociales y
garantizar una cartera básica de servicios en todo el territorio nacional”. La formulación es
impecable y algunas de las medidas que se formulan en El Real Decreto-ley son correctas e
incluso aplaudibles. Sin embargo, otras constituyen una perversión ética, una violación
flagrante de los derechos humanos y una marcha atrás democrática inasumible. Afectan a
extranjeros y… también a los españoles. Es imposible dar cuenta en unas pocas líneas de
tantísimas páginas de desarrollo legal. Me centraré en uno de los aspectos más fuertemente
cuestionables y que hace referencia a la privación de asistencia sanitaria primaria y
especializada a las personas inmigrantes sin papeles (aunque no son los únicos afectados
por la restricción de derechos).
El problema de fondo es que absolutizar la racionalidad economicista acaba por hacernos
olvidar otras lógicas. Pasó con la crisis económico-financiera y no hemos aprendido la
lección. La ética debe orientar con sus valores la acción política (el arte de tomar decisiones
buscando el bien común, distinto del interés general estadístico, y la justicia social); ésta
debe dirigir la economía (“política económica” se decía), que no es otra cosa que el arte de
gestionar y distribuir recursos escasos en función de “prioridades dadas”. ¿Quién sienta las
prioridades? Obviamente la política, iluminada a su vez por la ética. Sin embargo, con la
crisis vimos que la crematística (“arte” de multiplicar los beneficios) dio un patadón a la
economía que acabó fagocitando a la política y mandando al cuarto oscuro a la ética y sus
valores. Lo peor es que, ahora, la economía ha quedado reducida a mera contabilidad, a
econometría, a fórmulas matemáticas que sólo buscan cuadrar un resultado a costa de lo
que sea, sin valores ni prioridades dadas y sin darse cuenta de que, al final, con esa
ceguera, no sólo se provoca un sufrimiento inconmensurable a muchas personas sino que
también se acaba siendo ineficaz e ineficiente.
Esto último lo veremos enseguida, cuando vuelvan a reaparecer gérmenes patógenos que
no entienden de leyes de extranjería y que sólo son tenidos a raya por políticas sanitarias de
corte preventivo incompatibles con lo ahora aprobado. Pero no quiero argumentar desde
posiciones utilitaristas y consecuencialistas, sino desde el respeto a los principios. En ese
sentido, el derecho a la protección de la salud y a la asistencia sanitaria constituye un
derecho moral y jurídico inviolable, recogido en el art. 43 de la Constitución, así como en el
art. 1 de la Ley General de Sanidad que reconoce la titularidad a los españoles y a los
ciudadanos “residentes en España”, entendiendo por tales los domiciliados en territorio
nacional sin discriminar su situación administrativa. En último término, todo bebe de que, por
principio, el ser humano es un fin en sí mismo, que dotado de razón y conciencia, tiene el
deber de comportarse fraternalmente con el otro (art. 1 DUDH dixit).
Uno se pregunta cómo se va a compatibilizar el Código deontológico médico y sus principios
éticos con la omisión de asistencia, diagnóstico y tratamiento de patologías que, en todo
caso, hacen sufrir a los seres humanos y que, inicialmente, no siendo graves, pueden
constituirse en letales. Esta insensibilidad hacia el dolor ajeno es una muestra más de una
decadencia cultural, para cuya prevención no sirven retóricas exhortaciones morales que no
contemplen al mismo tiempo el cuestionamiento directo de las leyes y marcos institucionales
que las traducen. “Quedarse en el plano de los principios es sencillamente mentir”, decía
con acierto Bonhoeffer.
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LA RESPONSABILIDAD DE PROTEGER…
“Todos somos responsables de todos” (CV 38). Esto justifica el deber de proteger (CV 67)
cuyo contenido, aplicado inicialmente al Derecho Internacional, va siendo extendido
paulatinamente a cualquier situación de vulnerabilidad provocada institucionalmente. En ese
sentido, últimamente la DSI se va apuntando a la tesis, iniciada en los años 90, del “derecho
a la seguridad humana”: una concepción amplia de la seguridad que incorpora las
inseguridades que experimentan las personas en su vida cotidiana y que tienen que ver no
sólo con la ausencia de violencia o de temores, sino también con la falta de satisfacción de
sus necesidades. En efecto, se trataría de garantizar el “freedom from need” inaugurando
una época más cosmopolita donde el Estado, sus leyes restrictivas y sus fronteras pierdan
protagonismo en favor de las personas por el hecho de ser tales. Aplicado al tema que nos
ocupa, “la superación de las fronteras no es sólo un hecho material, sino también cultural”
(CV 42). Por eso, se nos urge a que “no haya barreras de confines” (CV 34). El derecho a la
protección a la salud es un derecho humano y no puede convertirse en un muro insalvable
para las personas extranjeras en situación irregular. El Estado puede y debe gestionarlo de
manera eficiente, pero no tiene capacidad para denegarlo selectivamente. Pertenece al
fundamento pre-político del Estado no susceptible de ser administrado. “El primer capital
que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad” (CV 26). Lo
contrario, como pretende el Real Decreto-ley comentado, sería como si el capitán de un
barco en peligro estableciese criterios selectivos de pase a los botes salvavidas basados en
la nacionalidad de la naviera. Los más vulnerables siempre han sido los primeros en ser
rescatados sin más discriminación que el criterio de su propia precariedad. Por su parte, el
capitán era el que asumía el coste mayor y, con él, la oficialidad: eran los últimos en
abandonar el barco. Aunque, a decir verdad, esta crisis que venimos padeciendo y sus
secuelas (entre otras, la reforma laboral) parecieran consagrar el modelo de gestión de crisis
del capitán del buque italiano Costa Concordia que escapó el primero…
Este ataque a los derechos de las personas inmigrantes reclama de cualquier bien nacido
constituirse en guardián del hermano vulnerable. Ya lo hacen los más abnegados de los
nuestros practicando la ética de la hospitalidad, la acogida, el cuidado y la justicia… Seguro
que estos cambios legales no les van a arredrar en el ministerio dignificante del
acompañamiento, la convivencia y el encuentro con personas sin papeles (pero personas)
de diferentes procedencias, ya por otras muchas circunstancias extremadamente
vulnerables. Sin duda, las migraciones constituyen hoy una bandera discutida y la prueba
del algodón de la sinceridad de las apelaciones cristianas a un Dios Padre de todos,
generador de una fraternidad universal. Si, de verdad, “mi prójimo es cualquiera que tenga
necesidad de mí y que yo pueda ayudar”, ello “requiere un compromiso práctico aquí y
ahora” (DCE 15) que se despliega en múltiples dimensiones (cuestionamiento de los CIE,
falta de garantías en los procedimientos, detenciones policiales irregulares…). No es baladí
afirmar hoy que “todo emigrante… posee derechos fundamentales inalienables que han de
ser respetados por todos y en cualquier situación” (CV 65).
Porque la Iglesia quiere ser el “hogar común de todos”, no se piden papeles a nadie. En ella
y en la sociedad, los inmigrantes “tienen derecho a ser lo que son y especialmente a serlo
“entre nosotros”. Ojalá que en la Iglesia, que tiene a los más abnegados de los nuestros en
la primera línea de la solidaridad, no se nos olvide que tenemos divina vocación de
guardianes de nuestros hermanos, que tenemos el deber de proteger y que, unidos a todos
los hombres y mujeres que hambrean justicia, crecemos moralmente cuando nos
empeñamos en defender apasionadamente los derechos ajenos incluso a costa de jugarnos
los propios.
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TRIBUNAL INTERNACIONAL DE JUSTICIA
RESTAURATIVA
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Heridas Abiertas en El Salvador
La Actuación del Tribunal Internacional para la Aplicación de la Justicia Restaurativa
Carol Proner*
Las diferentes experiencias de justicia transicional que se están llevando a cabo en distintos
países no obedecen a un modelo pre-establecido, puesto que responden a diferentes
procesos de transición con respecto a la represión político-militar habida en cada país y, por
eso, son siempre procesos con características particulares, muchas veces inéditas.
Actualmente uno de los casos más relevantes tiene lugar en la República de El Salvador. Se
trata del Tribunal Internacional para la Aplicación de la Justicia Restaurativa, de la cual soy
miembro, una iniciativa de organizaciones y expertos en derechos humanos sensibilizados
por la carencia de respuestas por parte del Estado sobre las gravísimas violaciones
perpetradas por una de las guerras más crueles e inhumanas de la historia de América
Latina. El Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centro Americana José Simeón
Cañas (IDHUCA) -Human Rights Institute of the Central American University José Simeón
Cañas y la Coordinadora Nacional de Comités de Víctimas de Violaciones de los Derechos
Humanos en el Conflicto Armado (CONACOVIC) de El Salvador, con el apoyo de la
Comisión de Amnistía de Brasil y la Fundación por la Justicia de España, responsables por
la organización del Tribunal, ha celebrado la 4ª edición en los días 20 a 23 de marzo en
Tecoluca, departamento de San Vicente, y, una vez más, ha definido como objetivos sanar
las heridas provocadas por toda clase de violaciones a los derechos humanos ocurridas
durante los “años de guerra”, entre 1981 e 1992, así como los perpetrados en la década de
los 70, período conocido como los “años de represión”.
El conflicto armado, que según estudios del PNUD, ha provocado aproximadamente 12 años
de estancamiento en términos de desarrollo, nunca ha sido declarado oficialmente, pero
tuvo como opositores, de un lado, las Fuerzas Armadas de El Salvador (F.F.A.A. o FAES) y,
de otro, las fuerzas insurgentes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional
(FMLN) que, a su vez, concentró diferentes posiciones de contestación respecto a las
injusticias sociales, políticas y económicas de la época. Las consecuencias humanas y
sociales son nefastas, más de 75 mil muertos, la gran mayoría por masacres cometidas por
las fuerzas armadas del gobierno contra la población civil no combatiente, especialmente
mujeres, niños y ancianos. Las cifras de desapariciones forzosas están estimadas entre 20 y
40 mil personas, de acuerdo a diferentes mediciones y más de un millón y medio de
habitantes fueron obligados a emigrar a otros países o han pasado por situaciones forzosas
de desplazamiento interno.
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El conflicto finalizó con la celebración de una serie de acuerdos, mediados por Naciones
Unidas y firmados en 16 de enero de 1992 (Acuerdos de Paz de Chapultepec). Más allá del
“cese del fuego”, este anhelo de paz ha significado un marco de reformas estructurales en
cinco áreas fundamentales, para dar impulso a lo que se ha llamado “viraje histórico rumbo
a la democratización del país”: desmilitarización y subordinación de las fuerzas armadas al
control civil, creación de la Policía Nacional Civil y de la Academia Nacional de Seguridad
Pública, modificaciones al sistema judicial y al sistema de protección de los derechos
humanos, modificaciones en el sistema electoral con la creación del Tribunal Supremo
Electoral y la reintegración de los derechos políticos y civiles a los dirigentes del FMLN,
además de algunas reformas en el campo económico y social.
Todas estas medidas fueron exigidas por la sociedad en su momento. Ahora bien, además
de la fatiga de la guerra, una causa fundamental que precipitó este tipo de demandas fue la
deslegitimación de las fuerzas armadas por el asesinato de seis jesuitas y dos
colaboradoras en el marco de la ofensiva militar y guerrillera en noviembre de 1989 (la
conocida masacre de los jesuitas, entre ellos, el Padre Ignacio Ellacuría).
Internacionalmente las Naciones Unidas han influido en la realización de negociaciones,
pero también el nuevo escenario geopolítico mundial y regional acaecido por el derrumbe
del bloque comunista ha influido para el fin de la violencia que, a fines de la década de los
90 entraba en una nueva fase de ofensivas.
A la vez, es vital destacar que las verdaderas causas del conflicto no han sido solucionadas.
Así, mientras que la miseria, la desigualdad e injusticia social y la concentración de la
riqueza se intensifican; demandas centrales, como la que aboga por una reforma agraria
verdadera, no han sido siquiera tenidas en cuenta en los acuerdos y así El Salvador sigue
teniendo una grave situación social y económica, incorporada a nuevas modalidades de
violencia y autoritarismo, todo esto como legado cardinal de la guerra.
El presente año de 2012, se conmemoran y se miden los resultados de los 20 años desde el
marco de pacificación mediado por la ONU, así como el impacto de la formación de la
Comisión de la Verdad, instituida por los acuerdos de paz. Esta Comisión, que ha recibido
más de 23 mil denuncias y ha elegido 32 casos considerados ejemplares por la densidad de
su violencia, emitió múltiples recomendaciones; la mayoría de ellas jamás han sido
cumplidas, como tampoco la gran parte de las relativas a la restauración de la memoria y de
la verdad sobre los acontecimientos sucedidos durante el conflicto, especialmente el
“derecho a la justicia” en su dimensión punitiva que precisa de investigar y condenar a los
perpetradores por los crímenes de lesa humanidad y por crímenes continuados de
desaparición forzosa. En 1993 fue promulgada la Ley de Amnistía, lo cual no significa otra
cosa que la puesta en marcha de las inaceptables “leyes de auto-amnistía” o “leyes del
olvido” o “de punto final”, todo ello con el objetivo de impedir que se demuestre la
responsabilidad por las masacres y otras violaciones gravísimas.
Como respuesta a la generalizada inercia estatal y la negativa reiterada por parte de los
poderes públicos a cumplir con su responsabilidad en materia de derechos humanos –
responsabilidades emanadas tanto de la Constitución, como de normas y compromisos
internacionales – alternativamente la sociedad civil, por medio de organizaciones de
derechos humanos, sigue ampliando las estrategias públicas y jurídicas hacia la justicia y la
verdad.
En el caso de la experiencia del Tribunal Internacional para la Aplicación de la Justicia
Restaurativa, que tuvo su primera edición en 2009 con ocasión del 20º aniversario de la
masacre de los jesuitas, es posible identificar una forma alternativa de aplicación de la
justicia que merece la pena evaluar.
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La dinámica del Tribunal contiene elementos simbólicos distintivos que le otorgan una
capacidad narrativa formidable, entre ellos la celebración de los juicios en el lugar donde
ocurrieron las masacres, con la participación de miembros de la comunidad, además de
autoridades estatales, actores políticos, y de organizaciones no-gubernamentales. Allí las
víctimas y sobrevivientes son estimulados a hablar delante de un público formado
fundamentalmente por su propia gente. En estas condiciones son capaces de articular sus
memorias, de denunciar a los responsables por sus desventuras y a construir las narrativas
que revelan la historia de una localidad y de un país que hasta hoy ha preferido ocultar y
olvidar su pasado.
Familias completas han desaparecido en las masacres, muchas veces no hay posibilidad de
rescatar la historia por ausencia física de las víctimas, los sobrevivientes son portavoces de
los más perturbadores testimonios, que incluyen torturas extremas, violaciones sexuales,
acusaciones directas sobre la crueldad y refinamiento de los métodos con los que se
realizaban las ejecuciones, desapariciones forzadas que implican que las personas o bien
eran tiradas en fosas comunes, o alimentaban las redes de tráfico de menores, venta de
órganos humanos u otro tipo de criminalidad conexa. Algunos han tenido más suerte que
otros y siguen vivos, pero la mayoría adoptados por otras familias, dentro de las cuales no
es extraño encontrar que a las mismas familias de los perpetradores.
En este 4º tribunal de justicia restaurativa realizado en la localidad de Tecoluca fueron
examinados los casos de las masacres de La Cayetana, El Guagoyo, El Cañal, Santa Cruz
Paraíso, El Campanario y El Junquillo. Sobre ese último, los participantes han celebrado la
noticia de la deportación desde Estados Unidos, del perpetrador Coronel Carlos Napoleón
Medina Garay, conocido como el “carnicero del Junquillo”.
Es impactante percibir que, más allá de la sentencia/recomendación emitida por el Tribunal y
de los dispositivos legales y exigencias jurídicas que se puedan construir a partir de la
responsabilidad y del deber de protección por parte del Estado, este mecanismo, como
modelo alternativo a la aplicación de la justicia oficial, permite, entre otras cosas, expurgar
fantasmas y miedos que los sobrevivientes guardan hace más de veinte años y hacerlo
delante de sus familiares, de su comunidad, de su propio espejo, y en viva voz,
restableciendo la audacia, la rebeldía y la dignidad.
Es un momento en que ocurre una especie de catarsis individual y comunitaria y que
alcanza dimensiones inimaginables en razón de la gravedad de las violaciones que han sido
perpetradas. Este es un efecto formidable de este tipo de iniciativa que jamás puede ser
logrado con la justicia tradicional, dadas las limitaciones propias de su lógica formalista. A la
vez, los relatos inmensamente ricos en detalles permiten construir un mapa de los hechos,
contribuyendo a la reconstitución de la memoria histórica, tan necesaria para alcanzar el fin
último que no es otro que la no repetición de actos semejantes.
En ese sentido, en la medida en que se instituye a las propias víctimas como autoridades, lo
que las convierte en verdaderas autoras de la consciencia, el Tribunal adquiere su
fundamento y fuerza moral. El proceso restaurativo que se desarrolla en las largas sesiones
tiene esos dos efectos inmediatos, el de establecer una compensación moral a las víctimas,
y, a la vez, recuperar la memoria de la localidad contribuyendo así a la restauración
colectiva de la sociedad en general, las víctimas indirectas.
Jurídicamente, el derecho a la verdad encuentra su fundamento en los artículos 25 y 1º de la
Convención Americana de Derechos Humanos, de la cual es parte El Salvador y que
consagra la protección judicial y el derecho a buscar y obtener información. Son titulares de
ese derecho tanto las víctimas directas como las indirectas, es decir, la sociedad en general.
La fuerza jurídica del tribunal también se ampara en los artículos 1º, 28 y 29 de la
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Declaración Universal de los Derechos Humanos, asimismo en el artículo 32 de la
Convención Americana de los Derechos Humanos.
Entre las funciones específicas del Tribunal se encuentra recordar y exigir al Estado
salvadoreño que cumpla con su deber de reconocer a la persona humana como el origen y
el fin de sí mismo; recordar los compromisos plasmados en la Constitución respecto a los
derechos constitucionales y el correspondiente derecho de las víctimas a tales derechos, el
valor absoluto de la vida y de la dignidad humana, además de su responsabilidad por los
compromisos con la referida Convención Americana y el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos de Naciones Unidas, sin mencionar los principios imperativos y
ampliamente conocidos en materia de derecho internacional humanitario.
Las matanzas, las masacres, los fusilamientos y torturas han sido perpetrados bajo
operativos militares con el objetivo de exterminar de forma masiva a miembros de la
sociedad salvadoreña, incluyendo la ejecución indiscriminada de mujeres, niños y adultos
mayores. Estrategias como la llamada “tierra arrasada” o “tierra quemada”, que consiste en
destruir cualquier cosa (cultivos, ganado) que pueda ser provechosa al enemigo, han sido
recurrentes. Bajo la lógica maniquea de la persecución a los “enemigos comunistas”, propia
de la Guerra Fría, se han legitimado las persecuciones a sospechosos sin necesidad de
autorización u orden judicial, se ha naturalizado la tortura y se ha incrementado un nivel de
cinismo proporcional a las técnicas represivas, hasta el punto de justificar que la matanza de
críos y mujeres era una parte integral de la táctica de debilitación moral y material de la
guerrilla.
En este cruel conflicto armado se registró la contundente responsabilidad de gobiernos de
otros países, especialmente el de Estados Unidos, que alimentó militar y económicamente la
ofensiva gubernamental durante la guerra civil a partir de la premisa de la “guerra ideológica
o anticomunista”. Se estima que la ayuda directa al conflicto armado por parte del gobierno
estadounidense ha llegado a 1,73 billones de dólares e indirectamente han sido invertidos,
incluyendo recursos para procesos electorales, aproximadamente 3,2 billones de dólares.
Más allá de actuar bajo el auto-convencimiento delirante de que todo se reducía a un simple
esquema de perseguir a los malos y salvar a los buenos, la gravedad del proceso realmente
consistió en que lo que les permitía continuar con las atrocidades era la convicción de que
actuaban bajo la impunidad absoluta, que nada les podría pasar, sensación que ha sido
reforzada por el proceso de amnistía y olvido, que sobrevino al conflicto armado y que
actualmente se entiende fundamento de reconciliación nacional. Sin embargo, no hay
excusas para los crímenes cometidos. La sociedad salvadoreña se resiste a olvidar,
comprende que un pueblo que olvida a su pasado está condenado a repetirlo, y por eso se
exige justicia.
Desde el punto de vista jurídico, los perpetradores han cometido crímenes contra de la
humanidad ampliamente previstos en el derecho internacional, tanto por la Asamblea
General de Naciones Unidas en diversas recomendaciones anteriores a la guerra civil, como
los definidos por las sentencias de Nuremberg. El Salvador ya estaba, en 1946, integrado a
un sistema jurídico que consideraba punibles los crímenes en contra de la paz, los crímenes
de guerra y los crímenes en contra de la humanidad, bajo las leyes internacionales.
Además, los hechos delictivos estaban ya descritos y penados en el Código Penal.
Esos crímenes han sido cometidos siguiendo un patrón sistemático y generalizado por parte
de agentes del Estado, por “comandos” de agentes del Estado o por omisión de agentes del
Estado. En el comienzo de su ejecución esos crímenes ya eran conductas delictivas, de
modo que no cabe duda de la responsabilidad del Estado y de la omisión en su deber de
protección.
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En ese sentido, se añade la resolución de la ONU n. 2338 de 18 de diciembre de 1967 que
declara la imprescriptibilidad de los crímenes contra la humanidad. Asimismo, el caso
Barrios Altos vs. Perú y el caso Almonacid vs. Chile, casos en que la Corte Interamericana
ha declarado la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad, al afirmar que es un
principio de derecho internacional consuetudinario, es decir, normas del jus cogens, al que
no se puede contraponer limitación temporal alguna.
Lo que piden las víctimas, además de la inestimable compensación moral, es su derecho a
la reparación integral que incluye la verificación de los hechos, la revelación pública y
completa de la verdad, la búsqueda de las personas desaparecidas, la identidad de los
niños secuestrados y de los cadáveres, también esperan recibir una declaración oficial que
pueda restablecer su dignidad, su reputación, los derechos de las víctimas y de otras
personas afectadas (principios definidos por Naciones Unidas A/60/509/Add.1, de 19 de abril
de 2005). Lo que se podría afirmar como principios de Joinet relativos a la reparación
prevista en el derecho internacional humanitario a partir de cinco dimensiones:(1) restitución;
(2) indemnización; (3) rehabilitación; (4) satisfacción; y (5) garantías de no repetición. Se
trata de una tentativa de compensar y, hasta cierto punto, restaurar los proyectos de vida
que se han truncados.
Es necesario decir que están produciendo cambios importantes a partir de una postura más
colaborativa del gobierno actual. El presidente Mauricio Funes, del FMLN, ha cumplido una
parte importante de su deber en lo referente al proceso transicional, como jefe de Estado, ha
reconocido, en algunas oportunidades, la responsabilidad del Estado por las masacres y ha
pedido perdón. Recientemente en visita a Morazán, localidad en que ha ocurrido la masacre
de El Mozote, el Presidente, tras pedir perdón, ha declarado: “en tres días y tres noches, se
perpetró la más grande masacre contra civiles de la historia contemporánea
latinoamericana. Aquí se exterminó a casi un millar de salvadoreñas y salvadoreños, la
mitad de ellos niños menores de 18 años”.
Es sin duda un importante paso, pero lamentablemente aún es un acto aislado. Los órganos
legislativos y judiciales siguen negando el derecho a la justicia, incluso ignorando algunas
demandas de fácil cumplimiento y alto valor simbólico, como retirar los títulos honoríficos de
los perpetradores del espacio público. Acuartelamientos, calles y plazas, aun llevan los
nombres de los responsables de masacres y desapariciones. Parte de la población afectada
por las masacres sigue temblando cuando escucha el ruido de un helicóptero o cuando mira
a los uniformes y las botas de los militares, hay sospecha y miedo, en la actualidad, a
respecto de un proceso de remilitarización en la seguridad pública, lo que demuestra
desconfianza hacia el futuro.
La violencia en El Salvador está en expansión, perjudicando hasta su capacidad económica
de crecimiento. En 2010 el país ha constatado el menor crecimiento de la región y como
causa fundamental figura la inseguridad y la violencia asociada al fenómeno de las “maras”,
que a su vez es uno de los efectos innegables de la guerra.
La violencia callejera tiene conexión directa e indirecta con los efectos de la guerra civil. La
Mara Salvatrucha o MS-13, como una de las organizaciones callejeras más importantes,
tiene origen en la década de los 80 con inmigrantes que huyeron de la guerra civil y que se
instalaron en la parte baja de Los Ángeles en busca desesperada de una vida mejor. Allí,
como víctimas de la violencia de pandillas preexistentes, pasaron a la ofensiva y se
transformaron en organizaciones criminales violentas, ganando territorio y puntos de tráfico
de drogas y armas.
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Actualmente el fenómeno de las “maras” es un problema centroamericano, en El Salvador
se estima que es responsable por del 90% de los asesinatos cometidos. Se trata de una
grave realidad que acecha a la sociedad salvadoreña, estando a punto de presionar al
gobierno a llevar a cabo una negociación con los líderes de las principales pandillas de la
región con el fin de lograr un acuerdo de paz, tema polémico que divide opiniones.
La mayoría de analistas concuerdan en que, de modo semejante a lo que pasó con los
acuerdos que dieron fin a la guerra civil en los 90, las propuestas de pacificación y fin de la
violencia callejera, en un eventual acuerdo entre gobierno y las maras, privilegia el
inmediatismo y no toca temas estructurales que ofrezcan soluciones a largo plazo.
La cifras en El Salvador son escalofriantes, casi el 80% de la población vive en situación de
grave pobreza, con tasas récords de desempleo, sigue habiendo un inverosímil éxodo
humano, creando una dependencia familiar económica enorme sobre las remesas. Todo
esto nos obliga a reconocer que en una sociedad con heridas abiertas de esta magnitud,
tanto su problemática como su traumatismo social están conectados directa e
indistintamente a un pasado violento y reticente a la transformación social.
El actual gobierno, que tiene gran popularidad, ha privilegiado el enfoque social, “una
apuesta por los más pobres”, mote electoral inspirado en Monseñor Romero, arzobispo
brutalmente asesinado durante los conflictos. Merecen destacarse algunos proyectos que
apuntan a la transformación social, como planes de recuperación del empleo, reactivación
de la agricultura, programas de transferencia de renta relacionados a la salud (bonos salud
universal), a los adultos mayores (bonos pensión básica universal) , programas de atención
temporal al Ingreso (PATI), programa Casa para Todos, programas escolares, plano de
agricultura familiar y programas creados por la Secretaria de Inclusión dedicados a sectores
tradicionalmente desfavorecidos, mujeres, adultos mayores, personas con discapacidad,
población indígena, jóvenes y colectivos que trabajan a favor de la diversidad sexual.
Sin duda, son iniciativas animadoras y que inspiran optimismo. Y esa parece ser la cara
menos estudiada y más importante de la justicia transicional, la profunda reforma de las
instituciones de la sociedad que, en el caso salvadoreño supone enfrentar sin reservas las
verdaderas causas de la guerra civil, posicionando la erradicación de la miseria y asumiendo
un compromiso profundo con la democracia y la ciudadanía. A la vez, no menos importante
es garantir a la sociedad el derecho de comprender el pasado, su derecho a la memoria y la
verdad, para garantir que el futuro esté libre de violencia.
* Carol Proner es Doctora en Derecho, Co-Diretora do Programa Máster-Doctorado Derechos Humanos,
Interculturalidad y Democracia UNIA-UPO-Sevilla-ES, Coordenadora Geral do Programa de Mestrado em Direito
da UniBrasil, Miembro del Tribunal Internacional para la Aplicación de la Justicia Restaurativa de El Salvador.
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EL SISTEMA DEL IPJ DE LLIRIA
Ramón Cánovas
Dicen que todo empezó con una visita del Ministro de Justicia a Roma
en la década de los sesenta. Le enseñaron una prisión para jóvenes y
pensó que podría trasplantarla a España.
Dicen que los italianos facilitaron los planos en dos clichés.
Dicen que los funcionarios ministeriales españoles cosieron los
clichés por el lado equivocado y lo que debió ser una prisión tipo
“Village” fue……el Instituto para Jóvenes de Lliria (IPJ)
Es cierto que los terrenos fueron exigidos por el Gobernador Civil en compensación a los
cedidos a Prisiones por un grupo de propietarios de Lliria – siendo Director General de
Prisiones el lliriano Juan Izquierdo- y de los que se había apropiado el M.I. Ayuntamiento de
la Ciudad de la Música.
Es cierto que la construcción se efectuó con tal premura que se levantaron dos edificios en
terrenos que no eran los cedidos y que el Ayuntamiento se vio forzado a expropiar
rápidamente.
Es cierto que el lugar es el más inapropiado. El punto más bajo de la hoja del mapa 1:50.000
que recibe la escorrentía de toda la zona, soporta una tremenda humedad y al ser un fondo
de colmatación - antigua laguna – todas las construcciones de una sola planta soportaron
unas grietas impresentables.
Dicen que se anunció su construcción simulando que se trataba de un centro de formación
profesional (un segundo Cheste de carácter comarcal) La ciudad e incluso la comarca
pretendió ignorarlo ante la imposibilidad de impedirlo. Solo tras bastantes años se logró un
tímido reconocimiento y apoyo.
Dicen que para su inauguración acompañaron al Sr. Ministro un enjambre de autoridades e
invitados. También llegaron unos preciosos reposteros para cubrir las humedades del
vestíbulo del salón de actos pues los servicios de aquel edificio no llegaron a funcionar
nunca. La construcción fue desmesurada en algunos edificios – salón de actos, iglesia,
piscina –miserable en las habitaciones (intituladas “camaretas”) y reducida en los talleres y
dependencias generales.
Es cierto que llegaron un grupo de funcionarios realmente excelentes y con ellos un gran
director – Álvaro De Toca Becerril – y lo que se había previsto como un escaparate que
encubriese las vergüenzas de una colección de cárceles impresentables, se transformó en
un proyecto serio para la atención y tratamiento de jóvenes delincuentes.
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Llevaba bastantes años en Llíria cuando conseguí que nos visitase D. Álvaro De Toca.
Saqué el “Poema Pedagógico” de un cajón de la mesa de dirección:
-
Usted tenía bien presente a Makarenko cuando diseñó esto.
Veo que tienes el “Poema”, “Banderas en las Torres” y hasta las “Charlas a los
Padres”. ¡Ya soporté bastantes críticas! ¿Qué hubiese pasado si llegan a saber de
donde extraía las ideas?
La teoría del proyecto radicaba en Makarenko, Lunacharsky y Kerschensteiner. También en
los conceptos de valoración y dignidad de la persona humana: Mercier, Nosengo,
Maritain…; algunas ideas de Flanagan y bastantes más de Manjón y de L. Amigó.
El principio educativo más patente en Llíria era “la libertad”.
Los chavales estaban allí porque querían. Si hubiesen salido corriendo nadie les hubiese
alcanzado. No existía ningún muro….La característica principal de esta prisión era la
ausencia absoluta de medidas de seguridad. El cierre de la propiedad consistía en una valla
exactamente igual a las de los chalets exclusivamente para que nadie penetrase en la
propiedad y que con facilidad podía saltarse.
Esta realidad se integraba desde el primer momento y su consecuencia era el resto de
elecciones: cursos, trabajos, actividades, deportes, escuela…. Estaba claro que toda
elección, la voluntad y la constancia de servirla significaban una ventaja en las formas de
vida – progresión de fase, trabajo en el exterior, fines de semana, permisos, horarios de
paseo- o la integración de un fracaso personal.
El primer año de Lliria todos los internos fueron joyeros.
Un circunspecto Inspector de la Dirección General le preguntó a un recluso, regresado
desde Llíria a una prisión:
-
¿Qué hacías allí?
¡Joyos! (Hoyos)
Efectivamente, aquella larga propiedad - aunque no tan extensa como hubiese sido de
desear - era un erial, sin un solo árbol. Su transformación en una zona ajardinada mediante
parcelas personales y zonas colectivas fue la primera manifestación de un “activismo” que
se desarrollaba en tres segmentos centrales de la pauta general de ocupación: Formación
Profesional, Trabajo productivo, Educación.
Años más tarde, cuando la urgencia de atender a sus necesidades – viajes, salidas de fin de
semana, gastos personales ineludibles y aún ayudar a sus familias - el trabajo se centró en
talleres productivos y en la obtención de puestos de trabajo en el exterior.
Aprendizaje y dominio de una profesión, creación de hábitos personales, búsqueda de
eficacia en la producción, valoración e iniciativa en el puesto de trabajo, facilitaron las
mejores transformaciones personales.
Resulta indispensable resaltar la inmensa aportación que supusieron los “monitores de
formación profesional”. Llegamos a disponer de siete especialidades de funcionamiento
permanente servidas por magníficos profesionales que supieron formar a los chavales y
sobre todo orientarles y dirigirles con su prestigio, su palabra y sobre todo por el desarrollo
de un trabajo perfecto.
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Procurábamos mantener una comunicación bastante amplia y continuada con las familias de
los internos y en algunas ocasiones tuve que recriminar a algún chico porque su madre se
quejaba de que no le escribía. La respuesta habitual era: le escribiré el sábado porque
durante la semana no tengo tiempo.
Descontada la parte de excusa, resultaba muy satisfactorio que cada interno tuviese toda su
jornada completamente ocupada y con la preocupación de cumplir todas las actividades
asumidas.
Se tuvo la habilidad de disponer de “educadores”. Fueron funcionarios que, ellos mismos,
sufrieron una profunda evolución personal.
Consiguieron un sistema de seguimiento y apoyo, de control, evaluación y sobre todo de
orientación de cada interno. A su vez obtuvieron un sentido de grupo.
Lamentablemente los educadores fueron muy pocos. Nunca estuvieron todas las plazas
cubiertas, aunque frecuentemente su baja se recibía con alegría pues significaba la
promoción a puestos de mando de muchos de los educadores. En este sentido el IPJ de
Llíria prestó un importante servicio al Sistema Penitenciario Español y aun actualmente
resulta gratificante observar el buen hacer de muchos de los profesionales que pasaron por
Llíria.
Su sustitución, generalmente por funcionarios del servicio interior del establecimiento y su
éxito, fue la demostración de que el funcionario de apoyo interior ya asumía la función de
educador.
Los objetivos de “individualización” y de “socialización” se cimentaron en la tarea de los
educadores y dieron lugar a que cerca de cada interno se abriesen tres líneas de
intervención estimuladas desde: A, Personal de interior. B, Educadores, Trabajador Social y
Monitores. C, Técnicos y Facultativos.
Cada interno de Llíria fue una persona que se estudió y trató con la voluntad de desarrollar
sus virtualidades, desarrollando un plan de cumplimiento y un proyecto de futuro.
Fueron muy frecuentes los encargos personales que suponían la tutoría de un interno
determinado. El tutor tanto podía ser un funcionario de interior como un monitor o un técnico
pero suponía una orientación del interno respecto de si mismo, de sus relaciones con el
resto de funcionarios y de internos, y de conexión con su familia o con el exterior,
especialmente su ámbito laboral.
A cada director que trabajó en Llíria le correspondió una situación diversa y un prototipo de
internos diferente – según la época y la situación penitenciaria de España – desde la inicial
en que se veían forzados a denominar “servicio de corte de cañas” a la autorización de
comunicaciones con los familiares durante toda la jornada, hasta las actividades y reuniones
de internos en la parroquia más cercana o su integración en turnos de campamentos
estivales de scouts y otras agrupaciones, como final de un ciclo anual de actividades.
Me correspondió impulsar como una absoluta necesidad el desarrollo de los talleres y la
búsqueda de puestos de trabajo en el exterior intentando hacer realidad el objetivo de
educar, formar, mediante la producción.
Pusimos gran ilusión y conté con valiosos apoyos – universitarios, sociales y
administrativos- pero no siempre tuvimos éxito en:
-
Abrir los talleres del establecimiento a todos los jóvenes de la comarca.
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-
Implantar reuniones de final de jornada antes de la cena de un grupo de internos con
unos responsables universitarios para evitar que el final del día se resolviese en un
colectivo exclusivamente penitenciario.
-
Dotar dos albergues de montaña para que los internos que no tenían familia o
procedían de puntos muy alejados de Valencia pudiesen pasar el fin de semana con
un grupo del voluntariado.
Lamentablemente Llíria se clausuró por razones ajenas a los asuntos penitenciarios.
Dejó enseñanzas importantes que son constatables en otras experiencias penitenciarias:
-
-
La inmensa mayoría de la delincuencia procede de la pobreza. Sigue siendo muy
cierta la enseñanza que me impartió un recluso mi primer día de prácticas en
Carabanchel: “Quien roba cien es un ladrón y quien roba un millón es un financiero y
los financieros difícilmente van a la cárcel.”
Reeducar y socializar es posible si se aplican los medios necesarios. La delincuencia
es una enfermedad de pobres que requiere un tratamiento de ricos.
Si no somos capaces de rectificar las condiciones de vida de muchos de los usuarios de la
prisión es como si quisiéramos adiestrar un pez sacándolo del agua.
Y algunas que se constataban diariamente en el IPJ.: Si la gran mayoría de reclusos obtiene
salidas, permisos… ¿Tiene algún sentido que esos reclusos regresen a establecimientos
penitenciarios en los que gastemos unos medios de seguridad importantísimos, salvo que
pensemos que se trata de enfermos mentales? ¿No deberían cumplir condena esos internos
en otro tipo de establecimientos?
La delincuencia actual es muy distinta a la que atendimos en el IPJ de Lliria. Instituciones
similares basadas en la formación profesional, creación de hábitos, trabajo, instrucción
cultural, desarrollo de un género de vida sano, alejado de la droga, tratamientos específicos
para las deficiencias concretas, podrían recuperar a los delincuentes actuales, procurando:
- La mayor normalización del género de vida durante la privación de libertad.
- Una derivación al medio social ordinario y a su recurso especializado siempre que
fuese mayor lo que podemos hacer por el interno que el riesgo que podemos causar
en la sociedad.
Lamentablemente hemos desembocado en una delincuencia con dos peligrosas variables:
-
La delincuencia a través de la droga – profesión con alta rentabilidad –
Ejercicio de una violencia –lúdica, desproporcionada, casi mítica – que proporciona
unos excelentes peones a la delincuencia organizada o permite gestionar actividades
delictivas de carácter violento que renta importantes beneficios.
Temo que esos colectivos tan sumamente llamativos y de tan fácil como alarmante
exposición por los media, nos dejen en el olvido a un importante número de personas
privadas de libertad, pobres, enfermos y marginados.
Para visualizarlos recuerdo la canción que tarareaba un interno de Llíria camino de su
puesto de trabajo:
“Me dejaron mis padres de herencia,
además de la luna y el sol…….”
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CONVIVENCIA DE VOLUNTARIOS
Murcia, 26 de febrero de 2012
Pedro Ortega
Catedrático de Pedagogía
Texto: A la escucha del otro
“Ser escuchados”: Quizás sea esta la necesidad más
sentida para muchos de nosotros, también para los
internos de los centros penitenciarios. Echar una
mirada a nuestro alrededor es suficiente para observar
la profunda soledad en la que se encuentra el hombre
de nuestro tiempo. La prisa, el vértigo de nuestra vida,
la superficialidad de nuestra comunicación, el
aislamiento buscado y la concepción individualista de la
vida impiden la actitud de escucha y apertura al otro
para quien no hay lugar en nuestro tiempo y en nuestra ocupación. Las relaciones del
hombre de nuestro tiempo están marcadas por la rentabilidad y la eficacia. Nada es gratuito,
todo tiene un precio. La relación con el otro se enmarca en una relación de poder, de
dominio, a menudo impregnada de desconfianza, de sospecha. No es el otro, como
“alguien”, el interlocutor, sino un objeto común a poseer y dominar. Cambiar esta dinámica o
lógica de la in-comunicación exige dar un giro copernicano a nuestra concepción del
hombre, a nuestro concepto del otro y de nosotros mismos; supone entendernos como
seres in-suficientes, necesitados del otro para ser “alguien”, sujeto moral, es decir,
responsable (capaz de hacerse cargo o responder de algo o de alguien); implica vernos
desde el otro, desde la “otra orilla”; ver el cuadro de nuestra vida desde la perspectiva del
otro en la que encuentra su visión y sentido más pleno. El hombre es un ser esencialmente
necesitado del otro para existir como humano. Escuchar al otro, abrirse al otro es ejercer de
humano.
¿Qué significa escuchar al otro?
1. Escuchar la palabra del otro es prestar atención (atender) al otro, valorar la palabra del
otro tanto como “nuestra” palabra, como “mi” palabra. Escuchar al otro significa resistir la
tentación de imponer mi palabra y mi pensamiento para escuchar la palabra del otro que
tiene “algo de lo que hablar” y demanda un espacio, un lugar en mi tiempo para compartir la
experiencia de “su” vida. Escuchar al otro significa reconocerle su dignidad de persona. No
existe ser humano sin el poder y la libertad para decir “su” palabra. Es su máxima dignidad.
Cuando a alguien no se le reconoce la libertad y la autoridad para decir “su” palabra se le
está despojando de su dignidad. Es la condición del esclavo. Cuando alguien siente
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(percibe) que su palabra carece de crédito, que ya no tiene valor (credibilidad) se convierte
en una máquina o robot que sólo emite sonidos, pero que no pronuncia palabras en busca
de respuesta. Sabe que al otro lado no hay interlocutor que dé crédito y acoja su palabra. (A
veces pienso que esta es la situación más dura a la que se enfrentan los internos de los
centros penitenciarios. Se sienten desposeídos de “su” palabra. Lo que ellos puedan decir
ya está desautorizado de ante mano. Viven prisioneros de su in-comunicación interior. En
ellos sólo hay un monólogo interminable).
2. En la escucha de la palabra del otro, éste es acogido y hospedado en nuestra casa; deja
de ser un extraño (forastero) y se convierte en “alguien” con quien tenemos muchas cosas
de las que hablar y compartir. La acogida al otro rompe todos los muros y resistencias,
derriba todos los prejuicios, allana todas las dificultades del lenguaje. En la acogida se
impone la lógica del amor que no conoce diferencias de raza, lengua o religión. Si
atendemos a la experiencia (fenomenología) de la escucha, de la atención y de la acogida
al otro descubrimos que ésta se presenta siempre como una salida de sí mismo, un
abandono del santuario de nuestro yo, una puesta en camino sin un final previsto. Nos
echamos en brazos del otro sin poder vislumbrar el resultado final. En la escucha y acogida
al otro está siempre presente el riesgo e incertidumbre, pero también la compasión que nos
inspira la pobreza del otro, la desnudez y vulnerabilidad de su rostro, pues todos somos
“huérfanos y viudas, nómadas en tierra extraña”. En la escucha y acogida del otro se da
siempre “un poner en paréntesis” las propias ideas u opiniones para escuchar las del otro;
incluso las propias convicciones o creencias se ofrecen no como barreras insalvables para
escuchar y acoger al otro, sino como garantía de respeto a las creencias y a la persona
misma del otro. La escucha y acogida al otro está impregnada por la confianza en el ser
humano (por eso salimos de nosotros y vamos hacia al otro), por la esperanza de que el
encuentro con el otro puede dar lugar al nacimiento de una nueva vida para ambos. Algo
nuevo acontece cuando el otro nos hace depositarios de la experiencia de su existencia,
cuando nos hace el regalo de su vida. Escuchar y acoger es una comunión en la vida. El
otro deja de ser un extraño, un desconocido. Es más bien aquél a quien desde tanto tiempo
estábamos esperando.
3. La escucha y la acogida a los internos de los centros penitenciarios convierte al voluntario
en ese “alguien” en quien se puede confiar, estando atento a la necesidad de expresión de
cada interno. El lenguaje sirve para poner nombre a las cosas, decir cómo es la realidad
que nos envuelve. También para crear un mundo que está “más allá” de las cosas (el arte,
por ejemplo). Sirve para expresar y dar vida a nuestros sentimientos, lo que vivimos y lo que
somos. Pero el lenguaje no se limita a las palabras. Hablamos también con los gestos, con
el cuerpo. Quizás la mayor carencia de los internos sea la no presencia (ausencia) de
alguien a quien confiar su experiencia de sufrimiento, su soledad frente a la ausencia,
silencio o mutismo de los otros internos, encerrados como él en su propio aislamiento; no
tener a nadie en la prisión para poder volcar todos sus sentimientos en la confianza de ser
escuchado y acogido. Esta ausencia de “alguien” en quien confiar se refleja en el rostro de
los internos, en su mirada triste. Su rostro y su mirada es su lenguaje más elocuente. Los
internos no necesitan tanto que les “hablemos” cuanto que estemos dispuestos a escuchar.
Ellos necesitan hablar, comunicar lo que sienten, lo que viven.
4. El ser humano necesita de compasión, ser compadecido. Y el interno de los centros
penitenciarios, más. Necesita contar, narrar a alguien la “verdadera” historia de su vida. No
la que aparece en los sumarios judiciales, siempre parcial, sino aquella que sólo él conoce y
que explica su trayectoria vital. El interno se sabe juzgado y condenado socialmente, pero
necesita contar a alguien por qué ha llegado hasta aquí. Necesita ser escuchado para
redimirse ante sí mismo y ser perdonado. Pero para ello necesita contar “su” historia, su
historia completa. Y aquí nuestra presencia se hace indispensable, porque las historias no
se cuentan a las paredes, ni a los que no quieren oir. Sin narración no hay identidad, no hay
conocimiento de lo que somos. Es curioso constatar que cuando nos preguntan quiénes
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somos acudimos a nuestros orígenes: soy hijo de tal y cual, nací en tal lugar, pertenezco a
tal familia. Y damos cuenta de la historia de nuestros padres, abuelos, etc. Habreis visto
que los internos tienen interés en mostrarnos las fotografías de sus hijos, de su familia
(esposa y padres, a veces), nos cuentan en lo que han trabajado y cómo era su vida antes
de entrar en prisión. Quieren rescatar parte de su vida. Lo necesitan, porque sólo nos
reconocemos en lo que somos cuando contamos o narramos lo que hemos sido, lo que
hemos vivido, cuando nos reconocemos en nuestros hechos. Y esa historia personal es
necesario contarla para salir del anonimato, para responder a esta sencilla y, a la vez, difícil
pregunta: ¿quién soy? Sólo así hay reconciliación con nosotros y con los demás. Quizás
sea este nuestro principal y único servicio: escuchar y hospedar al otro en su palabra.
5. En la escucha al otro hay siempre una mirada que acoge. Y la mirada habla más que las
palabras. Sólo basta con mirar para expresar cuanto queremos decir. Estar ante el otro y
mirarle con ternura rompe la distancia, la separación que nos impone nuestra condición
corporal. Mirar con “otros ojos” es bajar de la altura de nuestra limpieza moral, descender a
la suciedad de la calle y de las vidas anónimas, de la prostituta y del ladrón; es despojarse
de una supuesta autoridad moral sobre el otro, abajarse y mancharse las manos con la
miseria de la infinita dignidad del caído, vendar sus heridas y curarlas, reconocer su
dignidad maltratada. Es curioso observar que en la parábola evangélica del buen
samaritano no haya diálogo alguno (de palabras) entre éste y el hombre caído, sólo una
mirada de ternura y de compasión del buen samaritano que el hombre abandonado en la
orilla del camino entendió en toda su amplitud. En el samatritano hay una mirada de
salvación porque hay abandono de poder, desciende (de su cabalgadura) al otro y lo coge
en sus brazos. La acogida del otro supone una renuncia y abandono de mi supuesta
autoridad sobre el otro, y la asunción de una responsabilidad sobre él de la que no me
puedo desprender. En la mirada del que acoge hay siempre una complicidad con el
acogido. Ambos se saben actores de una experiencia singular.
6. Mirar “con otros ojos” es reconocer en el otro su carácter sacramental. “Porque tuve
hambre, enfermo, desnudo, en la cárcel...”. La mirada compasiva desvela una realidad que,
para otras miradas, permanece oculta. Es fácil ver lo que aparece a simple vista, lo que
vemos con los ojos de la carne. Hay, sin embargo, otra realidad debajo de las apariencias
que nos interpela constantemente, que demanda ser desvelada, salir a la luz. Y para ello se
necesitan “otros ojos”, no precisamente los de la carne. Hay un modo de mirar en Jesús de
Nazaret que es liberador y restaurador de la dignidad del otro: su mirada a la mujer
adúltera, a los leprosos, a la multitud hambrienta... Hay en Jesús de Nazaret un modo de
verse y sentirse ante el otro como alguien que no viene a condenar, sino a compadecer y
acoger, escuchar y hacer suyo el sufrimiento del otro. El otro ya no es una persona con la
que tenemos que “ventilar nuestras diferencias”, sino sacramento, el lugar en el que Dios se
manifiesta. La palabra que viene del otro es una palabra sagrada, viene siempre de
“alguien”, el lugar privilegiado de la presencia y manifestación de Dios. “¿No sabéis que sois
templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? (1Cor. 3, 16).
7. También el voluntario puede ser sacramento para el interno, es decir, el lugar en el que se
manifiesta y se da la compasión, la ternura y el perdón, la acogida “al que estaba por llegar”.
Quizás, durante mucho tiempo, algún interno no haya tenido la experiencia de encontrarse
con alguien que le ha escuchado, le ha atendido y acogido; alguien que se ha interesado por
él a cambio de nada, alguien que le ha mirado con “otros ojos” y ha visto en él no sus
delitos, sino a la persona que busca ser reconocida en su dignidad “perdida”, alguien que,
como el leproso del evangelio, pide ser curado. Esta experiencia de acogida y de verse
reconocido en su dignidad puede ser el comienzo de su recuperación humana, de la
curación de su lepra. No es fácil curarse de tantas heridas si no se encuentra a alguien que
esté dispuesto a curarlas y vendarlas, a acompañar al herido en el camino de su curación.
Es decir, alguien que sea sacramento de curación, de salvación humana.
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ENCUENTRO DE CAPELLANES
DE PASTORAL PENITENCIARIA
DE LA CAPELLANÍA GENERAL DE PRISIONES
CEV-MPPSP
50 AÑOS DE PASTORAL PENITENCIARIA
Caracas, 23-25 abril 2012
INFORME
Entre los días del 23 al 25 de abril del presente 2012,
se ha celebrado el Encuentro Anual de Capellanes de
la Pastoral Penitenciaria de Venezuela, el cual ha
sido convocado por el P. Ponc Capell Capell, Director
de la Oficina de la Capellanía General, en virtud de
las atribuciones que le confiere el Convenio entre la
Conferencia Episcopal Venezolana y el Ministerio de
Justicia, de fecha 29 de agosto de 1995, en su Art.
11; éste ha tenido lugar en la Casa de Retiros de las
Hermanas de los Pobres de Maiquetía, ubicada en
Montalbán 2, Caracas.
Previo a la realización del evento, se cursó el correspondiente oficio por el que se comunicó
a las autoridades competentes del nuevo Ministerio del Poder Popular para el Servicio
Penitenciario la realización del mismo, a fin de recibir las oportunas observaciones y
autorización correspondiente, así como el acostumbrado aval para el Certificado de los
asistentes.
El Encuentro ha tenido este año un marcado carácter festivo ya que se ha celebrado el 50º
Aniversario de la 2ª Etapa de la Capellanía General de Prisiones, la cual comienza el 02 de
enero de 1962, cuando, después de 5 años de cargo vacante, el P. Guillermo Ripoll es
nombrado Capellán General Inspector de la Capellanía de Prisiones.
En comunión con la Conferencia Episcopal, este año los certificados de los participantes han
venido avalados, también, por el INSTITUTO DE PASTORAL DE LA CONFERENCIA
EPISCOPAL VENEZOLANA.
El Pensum del taller preveía las siguientes exposiciones: PENSUM DEL ENCUENTRO DE
CAPELLANES´ 2012
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Dr. Mons. Ovidio Pérez Morales
El Concilio Vaticano II y la Eclesiología de Comunión
Dra. Carmen B. Segura
El ministerio pastoral de los Capellanes: hacia un servicio
de excelencia y calidad
Fr. Juan Duque
La experiencia Mejicana de la formación del Voluntariado
Penitenciario “On Line”
Dr. Pedro Trigo
Iluminación de la Pastoral Penitenciaria desde la Pastoral
Suburbana
Pbro. Jonathan G. Suescún
La Resiliencia, recurso psicológico fortalecido por la Gracia
Dr. Elio Gómez Grillo
Historia del Sistema Penitenciario Venezolano. Énfasis en
el periodo 1962 – 2012.
Pbro. Lic. Guillermo Ripoll
50 Años de la Capellanía General
Experiencia como Capellán General
de
Prisiones.
Pbro. Lic. Pedro Moreno
50 Años de la Capellanía General
Experiencia como Capellán General
de
Prisiones.
Pbro. Lic. Ponc Capell
La línea de Investigación y Docencia para la formación de
Agentes de Pastoral Penitenciaria
Lic. Jesús Bermúdez
El Paradigma del Servicio Integral del nuevo Ministerio del
Poder Popular para el Servicio Penitenciario
Pbro. Lic. Eduardo Campagnuolo
El Concilio Vaticano II y la Eclesiología de Pueblo de Dios
Dr. Mons. Ovidio Pérez Morales
Mensaje al Encuentro
Mons. Ulises Gutiérrez
Mensaje al Encuentro
Mons. Jesús González de Z.
Mensaje al Encuentro
Han participado en el taller los siguientes capellanes:
Pbro. Félix M. Caicedo López
Anexo Femenino C.P. Occidente. Santa Ana –
Táchira
Pbro. Javier Parra Chacón
C.P. Occidente. Santa Ana – Táchira
Pbro. Carlos Luis Brito R.
Internado Judicial de Cumaná – Sucre
Pbro. Fabián José Ramos G.
Internado Judicial de Carúpano – Sucre
Pbro. Lino Emir Smith
Anexo Femenino C.P. Tocorón – Aragua
Diac. Miguel Ángel Bello Demey
Internado Judicial de Coro – Falcón
Pbro. Acacio Moreno
Anexo Femenino del Internado Judicial Coro –
Falcón
Pbro. Naith José Godoy Marcano
Cárcel Nacional de Maracaibo – Zulia
Pbro. Alexis Torrealba
C.P. Tocorón – Aragua
Pbro. Iván Antonio Mestre Romero
Internado Judicial de San Felipe – Yaracuy
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Pbro. José Eusebio Urbina Infante
C. P. Los Llanos – Guanare – Portuguesa
Pbro. Gerardo Uzcátegui López
C. P. Barcelona – Anzoátegui
Pbro. Francisco Chacón
C.P. Región Andina – Mérida
Pbro. Alexander José Ocanto
Internado Judicial de Trujillo
Pbro. Carlos Alberto González
C.P. Yare I – Los Teques – Miranda
Pbro. Humberto Salvador Delgado Silva
Rodeo I – Guarenas
Diác. Jesús Rafael Páez
Vista Hermosa – Ciudad Bolívar
Pbro. Isaías Albarrán Villasmil
I.J. San Antonio de Margarita – Nueva Esparta
Pbro. Ricardo Lozada
I.J. Tocuyito de Valencia – Carabobo
Pbro. Néstor Burgos Pacheco
I.J. La Planta – Caracas
Pbro. Jonathán Suescún
A.F. del I.J. San Antonio de Margarita – Nueva
Esparta
Pbro. Luis Molina
C.P. Yare II – Guarenas – Miranda
Jean Pierre Wyssembach
La Pica – Maturín - Monagas
Diác. Juan Duque
Capellanía General de la
DCRCR/DGSI/DGAI/MPPSP
Pbro. Ponc Capell Capell
Capellanía General de la
DCRCR/DGSI/DGAI/MPPSP
Además de los capellanes asistentes, han participado en la preparación y logística del
evento, las funcionarias:
Luz Marina Carvajal
MPPRI – AVEC
Ana Rojas
Capellanía General de la
DCRCR/DGSI/DGAI/MPPSP
Govinda Moro
Capellanía General de la
DCRCR/DGSI/DGAI/MPPSP
Cabe señalar también, la asistencia de 13 voluntarios de la Pastoral Penitenciaria de
Caracas a las ponencias de formación, por lo que el Encuentro ha beneficiado a un total de
41 participantes.
La Capellanía General, en virtud de lo expuesto en el Artículo 3º del Convenio arriba
mencionado, se autoconcibe como un órgano de concientización interno del Ministerio sobre
los Derechos Humanos, para ello, en el Encuentro de Capellanes del año 2010, se
constituyó el Observatorio Interno de Derechos Humanos, el cual se nutre con las encuestas
que anualmente se realizan tanto en el Encuentro de Capellanes como en el de Voluntarios.
En breve se remitirá a las autoridades competentes la percepción que el grupo de
capellanes que ha participado en el Encuentro tiene al respecto.
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En el encuentro se han constatado como INICIATIVAS POSITIVAS que los capellanes han
ofrecido en el desarrollo de su pastoral:
-
El trabajo realizado con los familiares de los internos que residen en las propias
parroquias de los capellanes.
-
La promoción para la conformación de Cooperativas con los internos.
-
Las alianzas establecidas con las Directivas y el Personal Social.
-
La promoción de los Cursos de Formación y Capacitación (AVEC)
-
La construcción de nuevas capillas y mantenimiento de las que existen.
-
Los foros en pro de la adquisición de valores para los internos y personal de los
centros penitenciarios.
-
La sensibilización humana de los Pranes, en la medida de lo posible.
-
El diálogo con los Pranes a favor de iniciativa y proyectos que favorecen al común de
la población.
-
La promoción del Voluntariado Penitenciario en prácticamente todas las capellanías.
-
La realización de Talleres para la Promoción y Formación del Voluntariado
Penitenciario en algunas diócesis.
-
La incorporación de la Pastoral Penitenciaria a la Pastoral de Conjunto de algunas
diócesis.
-
La visita de algunos obispos a los Centros Penitenciarios.
-
La visita de las Imágenes Patronales a los Centros Penitenciarios.
Así mismo se han constatado como URGENCIAS A SUPERAR.
-
La negación de entrada, por parte de las autoridades, al Voluntariado Penitenciario
Católico, a los Centros Penitenciarios.
-
La falta de autoridad en los Centros Penitenciarios por parte de la Dirección de los
mismos.
-
El hacinamiento provocado por el retraso procesal.
-
El aumento alarmante de armas en poder de la población penal.
-
Las vejaciones y situaciones infrahumanas a las que se ven sometidos los internos
que no tienen visita en los días de pernocta.
-
El uso de violencia por parte de los Pranes para imponer su autoridad en el penal.
-
La corrupción por parte de la GNB exigiendo el pago de cuotas para la entrada de las
visitas y de la paquetería de los familiares.
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-
El abuso de los Pranes en la exigencia del pago de la “causa”.
-
El abuso de los Pranes de tendencia evangélica que impiden la realización de los
oficios religiosos católicos o de otros cultos.
-
La no contratación de los nuevos capellanes.
-
El retraso en las transferencias de los Capellanes con nuevos nombramientos.
El evento se ha sufragado, esencialmente, gracias a la aportación de la Asociación eclesial
Ayuda a la Iglesia Necesitada, la cual ha sufragado el 67, 27 % del evento. El 32,73 %
restante se ha sufragado gracias a otras entidades como Obra Redentora Mercedaria,
Parroquia San Ramón Nonato, Nunciatura Apostólica, Capellanía General de Prisiones y
aportaciones personales.
Con nuestro más sincero agradecimiento a quienes han hecho posible este evento de
formación y motivación para los Capellanes de la Pastoral Penitenciaria de Venezuela:
P. PONC CAPELL CAPELL
Director de la Capellanía General de Prisiones.
ANEXOS
A- Tríptico de la convocatoria
B- Presentación del evento
1. PRESENTACIÓN
Por los datos que tenemos hasta el momento, los antecedentes del Capellán Penitenciario en Venezuela se
remontan al año 1882, cuando con el Decreto Nº 2.373 se establece, en el Título 1 del Reglamento Interior y
Económico del Presidio cerrado de San Carlos, en su numeral 3º, que “Repútense además como empleados del
presidio, el Médico de la Fortaleza y el Capellán, con las funciones y deberes señalados en los títulos especiales
de este Reglamento…”. Efectivamente, en el Título 7, el Art. 24ª, establece, en tres numerales, que aquel deberá
dedicar al menos una hora diaria a la instrucción moral de los presos, moverles la conciencia con pláticas claras
que les induzcan a la moral, a la religión, a la obediencia, a la resignación, al trabajo, etc.., administrar los
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sacramentos a quienes los reclamen, decir dos Misa dos veces al mes, y llevar un registro de los presos, con las
correspondientes anotaciones morales, conductuales y grado de instrucción.[1]
La Instrucción Pastoral del Episcopado Venezolano, de 1928, después de tratar las figuras del Párroco y Vicario
Parroquial, define, en su Título X, las figuras de Rectores y Capellanes. Son capellanes aquellos que están, al
igual que los Rectores de Iglesias, puestos por el Ordinario del lugar al frente de una Iglesia que ni es parroquial,
ni capitular… cuando la iglesia es de mujeres de Congregación religiosa, o de hombres de religión laical, o de
piadosas asociaciones de seglares; o de cárceles, de hospitales, etc.[2]. La finalidad de este cargo la señala en
el número 195: “Deduzcan la importancia de su cargo del mismo fin a que se ordena, ya que son nombrados
para que los fieles encuentren más fácil acceso a los sacramentos de la confesión y de la comunión, y tengan
más abundancia de recursos espirituales para la vida cristiana”[3] Tales disposiciones quedan ratificadas en la
Instrucción Pastoral de 1957.
En la Síntesis de las labores realizadas por la Junta de Gobierno de los EE. UU. de Venezuela de los años 1950
– 1951, en el Capítulo IV, se hace referencia a la creación del Ministerio de Justicia, según Decreto Nº 40, de
fecha 30 de diciembre de 1.950, debido a urgentes necesidades que desde tiempo atrás habían sido indicadas
por los profesionales del Derecho, buscando que, al aligerar al Ministerio de Relaciones Interiores de lo que no
es específicamente político de sus funciones, se desenvolvieran mejor otras funciones como las de los
Tribunales, Ministerio Público, Prisiones y Régimen carcelario, etc.[4] Al dar cuenta sobre el Régimen
Penitenciario, se refiere al “Servicio de Capellanías”, donde se lee: “En atención a que la Religión es uno de los
sectores predominantes de la cultura y que su influencia educadora es accesible a las mentes de un nivel
adquisitivo deficitario y estimula la readaptación social, el Ministerio procedió a dotar de capellanías, con un
amplio programa de catequización e instrucción religiosa que marchará simultáneamente con las demás labores
educacionales, las cárceles de: Barcelona, San Fernando de Apure, Maracay, Barinas, San Carlos, Coro, San
Juan de los Morros, Barquisimeto, Los Teques, Maturín, La Asunción, Guanare, Cumaná, Carúpano, Trujillo, San
Felipe, Maracaibo y Tucupita.”[5]
Las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Detenidos de 1955 y la Ley de Régimen Penitenciario de 1961[6],
garantizan la asistencia religiosa a los privados de libertad a nivel Internacional y en Venezuela, respectivamente.
Todo ello ratificado y consagrado en el art. 59 de la actual Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela.
En la Memoria y Cuenta del Ministerio de Justicia del año 1962, en el Capítulo IV, dedicado a la Dirección de
Prisiones, en su apartado VI, literal J, se hace constar que “Se procedió al nombramiento de Capellán General
Inspector, quien tiene por misión orientar y coordinar las actividades que desarrollan los Capellanes de
Establecimientos Penitenciarios, así como informar acerca de la actuación de los mismos y tramitar las
postulaciones que las autoridades eclesiásticas formulan para la provisión de los mencionados cargos.”[7] La
misma Memoria publica carta del Director de Prisiones del momento, Marco Tulio Bruni Celli, en la que pone en
conocimiento de los Directores de la Cárcel Pública “que el ciudadano Ministro (Dr. Andrés Aguilar) ha designado
al R. P. Guillermo Ripoll, mercedario, para desempeñar el cargo de Capellán General de la Dirección de
Prisiones, quien se ocupará en las labores de orientación y coordinación de las actividades que desarrollan los
capellanes de Establecimientos Penitenciarios”[8] La misma fuente recoge, más adelante, la convocatoria que el
P. Guillermo R. hiciera, el 10 de agosto de 1962, para la Asamblea General de Capellanes que tuvo lugar del 10
al 11 de julio del mismo año[9].
Con el Reglamento de la Ley de Régimen Penitenciario, de 1975, se incluyó a los Capellanes como personal
miembro de la Junta de Conducta de los respectivos penales.[10]
El año 1995, el P. Guillermo Ripoll logra que se establezca un Convenio entre la CEV y el MJ, el cual contó con
el Visto Bueno del Sr. Nuncio Exmo. Mons. Oriano Quillici, del Presidente de la Conferencia Episcopal, Mons.
Ramón Ovidio Pérez Morales, de la Asamblea Plenaria de la misma, y del Ministro de Justicia del momento, Dr.
Rubén Creixems. Este Convenio garantiza que cada obispo nombre los capellanes para los Centros
Penitenciarios de su propia Diócesis y el Estado, además de ratificar los nombramientos vía Convenio, asuma los
costos que conlleva la asistencia religiosa del grupo religioso mayoritario en los Centros Penitenciarios del País.
El Artículo 3ª del Convenio describe las responsabilidades del servicio que deben prestar los Capellanes:
1.
Celebración de la Eucaristía semanal.
2.
Administración de los Sacramentos que sean solicitados por los Privados de Libertad.
3.
Celebración de otras actividades religiosas.
4.
Visita a los internos en sus pabellones y celdas, así como la atención personalizada que garantice la
orientación y solución de problemas morales y de índoles religioso.
5.
Instrucción y formación moral y religiosa mediante Conferencias y Charlas puntuales o periódicas,
catequesis, cursos bíblicos, talleres, etc.
6.
Programas de acciones continuas y acumulativas que procuren diariamente la humanización de la vida
penitenciaria y al respeto de los Derechos Humanos de los internos.
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7.
Colaboración con las autoridades penitenciarias en la programación de las actividades no estrictamente
religiosas que estén dirigidas al bien de la población reclusa.
El Convenio introduce la figura del Voluntariado Penitenciario Católico. La Capellanía General queda como
responsable de fijar los necesarios lineamientos, de su organización y de su supervisión.
El P. Guillermo Ripoll fue Capellán General hasta el 02/01/2002; le sucedió el P. Pedro Moreno hasta el
12/01/2007 en que asumió el servicio el fallecido P. Francisco Rondón, de grata memoria entre todos nosotros.
El 30 de octubre de 2008 la Conferencia Episcopal designa a mi persona para el servicio de coordinación
nacional
de la Pastoral Penitenciaria, como Director de la Oficina de la Capellanía General de Prisiones, lo cual fue
aceptado por el P. Provincial Fr. Roselló Avellanas y ratificado por el MPPRIJ el 12/12/2009.
Durante estos años, la Capellanía ha promovido un Encuentro Anual de Capellanes y uno, aunque inicialmente
bienal, últimamente también anual, para el Voluntariado Nacional de la Pastoral Penitenciaria. Además de las
directrices emanadas de los Documentos del Magisterio Universal, Continental y Nacional, la Capellanía ha
nutrido sus esfuerzos para la promoción de la Asistencia Religiosa en las Cárceles mediante la participación en
los diversos Congresos y Eventos que a nivel Continental e Internacional se han ido realizando, convocados por
la Comisión Internacional de Pastoral Penitenciaria Católica, la Confraternidad Carcelaria Internacional y el
Movimiento Ecuménico de Capellanes de Cárceles a nivel Internacional, el DEPAS, (Departamento de Pastoral
Social del CELAM) y el Movimiento Penitenciario Latinoamericano a nivel Continental, así como los promovidos
por la Capellanía General o las Capellanías Locales, a nivel Nacional.
Los objetivos principales que la Capellanía ha tenido a lo largo de su historia han sido:
1.
La Evangelización del Mundo Penitenciario, con prioridad en el ámbito de prisión de los Centros
Penitenciarios de Venezuela.
2.
La difusión de la Palabra de Dios y la implementación de talleres y charlas sobre la misma, orientadas a
la renovación de los criterios de valoración y de conducta de los privados de libertad.
3.
La promoción y formación adecuada de los Agentes de Pastoral Penitenciaria (Capellanes, Voluntarios y
Privados de Libertad comprometidos con la Evangelización).
4.
La orientación e impulso para la organización del Voluntariado en cada una de las Capellanías de los
respectivos Centros Penitenciarios.
5.
La planificación y coordinación en la ejecución de Cursos para los Privados de Libertad, que faciliten la
adquisición de Valores Humanos orientados a la convivencia social y de aptitudes para el trabajo y la
gestión de microempresas.
6.
La formación para la defensa de los Derechos Humanos en las cárceles.
7.
La formación para actividades encaminadas a la promoción de la Justicia Restaurativa y a la
Reconciliación entre victimario-víctimas.
8.
La sensibilización social y eclesial sobre la problemática penitenciaria.
9.
Colaboración en la atención Integral de los privados, familias y ex-privados de libertad.
En referencia a la defensa de los Derechos Humanos, en el Encuentro de Capellanes del año 2010 se constituyó
el Observatorio Interno de la Capellanía General de Prisiones para los Derechos Humanos de los Privados de
Libertad. Anualmente, se realiza una encuesta al voluntariado que participa en los Encuentros de Formación y
sus resultados son enviados al Despacho del Ministro vía tramitación oficial. La Capellanía General, como ente
adscrito al Ministerio no recurre a la vía de la denuncia legal, sino que se autoconcibe como un órgano de
sensibilización interna del propio Ministerio.
Asumimos, en primer lugar la formación en Valores Humanos, tanto de los privados de libertad como de todos
los agentes del llamado Mundo Penitenciario. Para ello estamos publicando un libro de Valores Humanos, en el
sentido más amplio del concepto. Nuestro reto es que el libro, expresión de nuestro compromiso con la Misión
Continental, sugerida por la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano de Aparecida, llegue a todos y cada
uno de los internos.
A partir de la creación del nuevo Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario[11], la Capellanía
queda adscrita en la DIRECCIÓN DE CULTURA, RECREACIÓN, RELIGIÓN Y CULTO de la DIRECCIÓN
GENERAL DE ATENCIÓN INTEGRAL del citado Ministerio.
Desde que el P. Guillermo Ripoll recibió el nombramiento del P. Provincial, Juan Parra, como Capellán General
de Prisiones, cargo vacante durante cinco años, el cual fue ratificado por el Ministro de Justicia, el 2 de enero de
1962[12], han pasado ya 50 años. Este es un año de aniversario, de ¡Bodas de Oro!, por lo que no podía pasar
desapercibido. Gracias a la colaboración de la Asociación Ayuda a la Iglesia Necesitada, hemos podido convocar
el Encuentro Anual de Capellanes. Lamentamos la negligencia del MPPRIJ en su compromiso de colaborar con
nuestra tarea de Asistencia Religiosa en las Cárceles. Sigue en nuestro espíritu el ánimo de impulsar una
Pastoral Penitenciaria que, alimentada en la Eucaristía, “Nueva Pascua de liberación”, tal como recordamos el
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año pasado, nos entusiasme como discípulos del Redentor y Misioneros en un Continente urgido de los signos
liberadores del oprimido, propios de la presencia viva del Reino de Dios. Pedro Nolasco, fundador de la Orden de
Santa María de la Merced, para Redención de los Cautivos, es un buen referente para que nuestra pastoral,
además de atender a los privados de libertad, les ofrezca oportunidades para experimentar la fuerza liberadora
del poder de Dios: liberación del pecado, de la soledad, de la ignorancia, de la exclusión, de la privación de
libertad… Que el mismo Espíritu de libertad que movió el corazón de Nolasco a la redención de los cautivos de
su tiempo, suscite en nuestras Capellanías abundantes iniciativas de liberación y de promoción humana, para
que nuestra Atención Integral, sea también Liberación Integral.
P. Ponc Capell Capell
SAN PEDRO NOLASCO
Pedro Nolasco era hijo de una familia de mercaderes. Nacido en Barcelona hacia el 1180, en una masía de los
aledaños de la Ciudad Condal, conocida como Mas de Santas Puellas.
La primera Redención la realiza en Valencia, el año 1203, donde cambió el negocio de las telas por el de los
esclavos; pero no para obtener ganancias, sino, desinteresadamente, para liberarlos de las mazmorras de los
musulmanes, donde eran torturados para que abdicaran de su fe. Con su propio patrimonio familiar fue
realizando expediciones con las que negociaba la liberación de los cautivos, dando preferencia a los más
débiles, a fin de que no renegaran nunca de Cristo. Su liderazgo entusiasmó a un grupo de compañeros, con los
que fundó un voluntariado para recaudar limosnas para la redención.
Cuando ya hubo gastado sus haberes personales, en la noche del primero al dos de agosto de 1218, tuvo una
inspiración en la que la Virgen María le pedía que se dedicara por completo a aquella empresa, y que para ello
fundara una orden religiosa que se comprometiera primordialmente con la redención de los cautivos. Protegido
por el Obispo de Barcelona, Berenguer de Palou, y por el Rey de Aragón, Jaime I, logró institucionalizar su obra
en la Orden de Nuestra Sra. de la Merced, la cual fue fundada el 10 de agosto de 1218, en la catedral de
Barcelona. Del Rey recibió, para su emblema, la corona y las cuatro barras de Aragón, del Obispo, la Cruz
Blanca de la Catedral; y de la Santísima Virgen, el color blanco del hábito religioso.
La nueva Orden Religiosa fue aprobada por Gregorio IX el año 1235, recibiendo, como modelo de vida
comunitaria, la Regla de San Agustín. Al principio, pudo ser una congregación de religiosos y caballeros; más
tarde pasaría a ser una Orden Clerical. Todos sus miembros se obligaban con los tres votos propios de las
fundaciones religiosas, de pobreza, castidad y obediencia; pero además se consagraban tan radicalmente a la
empresa de la Redención de cautivos que se comprometían con un cuarto voto más, el de entregar su vida en
rehenes, si hiciera falta, por la redención de aquellos que estuvieran en extremo peligro de perder su fe.
Las Constituciones Mercedarias de 1272 asocian la memoria de su tránsito a la Ascensión del Señor, dando a
entender que pasó a la casa del Padre Eterno, el 6 de mayo de 1245.
Desde el siglo XIII hasta el siglo XIX, la Orden de la Merced fue redimiendo numerosos cautivos que sufrían las
crueldades de las prisiones islámicas. Con la abolición oficial de la esclavitud, la Merced encontró en el
Apostolado Penitenciario, un campo propicio para la actualización de su carisma fundacional. Conscientes de
que el carisma de Nolasco es carisma de la Iglesia, los mercedarios, en comunión con las diversas diócesis y
respectivos capellanes, propician la constante actualización de estrategias pastorales para una más eficiente
Pastoral Penitenciaria.
P. Néstor Burgos
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C- Reportaje gráfico
(del extenso reportaje incluimos la foto de los capellanes participantes en el encuentro)
fuentes bibliográficas del documento
(1) SILVA, L. – RONDÓN, P.J., Compilación Penitenciaria de Venezuela, RBV, Caracas 2005.
[2] Cf. AA.VV., Instrucción Pastoral del Episcopado Venezolano, Dictada en su Conferencia de 1928, 7 – 29 de Diciembre, Venezuela,
Caracas 1933, 76.
[3] Ídem.
[4] Cfr. AA.VV., Síntesis de las labores realizadas por la Junta de Gobierno de los EE.UU. de Venezuela… (1950 – 1951), ONIP, Caracas
1952, 651.
[5] Ídem. 705.
[6] Cf. AA.VV., “Ley de Régimen Penitenciario”, Arts.61-62 del Cap. IX, en Gaceta Oficial de la República de Venezuela, Nº 706 Ext.
(21/07/1961)
[7] AA.VV., Memoria y Cuenta, Ministerio de Justicia, 1962, MJ, Caracas 1963, 366.
[8] Ídem. 368.
[9] Ídem. 370-371.
[10] Cf. AA.VV., “Reglamento de la Ley de Régimen Penitenciario”, Art. 46 del Capítulo VII, en Gaceta oficial de la República de
Venezuela, Nº 231.653 (09/10/1975)
[11] En la Gaceta Oficial Nº 39.721, (26/07/2011), fue publicado el Decreto 8.266 referido a la creación del Ministerio del Poder Popular
para el Servicio Penitenciario; así como la designación, según Decreto 8.342, de María Iris Varela Rangel como la encargada del nuevo
Despacho. La supresión de la DNSP viene dictada por el Decreto 8.828, publicado en la Gaceta Oficial Nº 39.877, (06/03/2012).
[12] RIPOLL, Guillermo, “Pastoral Penitenciaria”, en: AA.VV., El ayer y el hoy de la Merced en Venezuela. Vicaría Provincial de los
Mercedarios en Venezuela, Caracas 2005,79.
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LA IMPORTANCIA DE ESTAR EN INTERNET
Os recordamos que el portal de la Fundación AGAPE recoge noticias penitenciarias y todos
los boletines (Puente, Puente-Formación, C@uce, La Revistilla y Puente-Menores) que edita
el Departamento de Pastoral Penitenciaria.
Otras páginas interesantes:
www.fundacionporlajusticia.com
http://www.fundacionmanantial.org/ambito-penitenciario.php
Por favor: Si sabéis de alguna página de interés pastoral penitenciario, enviadnos su
enlace al Departamento de Pastoral Penitenciaria, para que podamos compartirla en el
siguiente boletín.
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REVISTAS QUE NOS HAN ENVIADO…
Podéis poneros en contacto con ellos y con gusto os harán llegar las respectivas revistas en
formato pdf.
En este número, además del encuentro
de responsables del ámbito penitenciario
mercedario celebrado en México incluye
un artículo de Xabier Pikaza sobre el P.
Bienvenido Lahoz y otras noticias de
interés pastoral.
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UNOS INTERESANTÍSIMOS LIBROS…..
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A n e xo B O L E TÍ N P U E N T E n º 7 7 j u n i o 2 0 1 2
33
JORNADAS Y ENCUENTROS FORMATIVOS
DEL PRÓXIMO TRIMESTRE
L
M
M
J
V
S
D
6
13
20
27
7
14
21
28
1
8
15
22
29
JULIO
2
9
16
23
30
17-19
6
13
20
27
3
10
17
24
31
4
11
18
25
5
12
19
26
Encuentro Ibérico (Gibraltar, Portugal y España) de Pastoral Penitenciaria en
Aveiro (Portugal)
7
14
21
28
1
8
15
22
29
AGOSTO
2
9
16
23
30
3
10
17
24
31
4
11
18
25
5
12
19
26
1
8
15
22
29
2
9
16
23
30
SEPTIEMBRE
3
10
17
24
17-24
4
11
18
25
5
12
19
26
6
13
20
27
7
14
21
28
Semana de Pastoral Penitenciaria
Algunas de las informaciones que tenemos sobre actividades penitenciarias son:
A n e xo B O L E TÍ N P U E N T E n º 7 7 j u n i o 2 0 1 2
34
IV JORNADA
CERRADOS
DE
PASTORAL
DEL
MENOR
A n e xo B O L E TÍ N P U E N T E n º 7 7 j u n i o 2 0 1 2
EN
CENTROS
35
A n e xo B O L E TÍ N P U E N T E n º 7 7 j u n i o 2 0 1 2
36
CAMPO DE TRABAJO
A n e xo B O L E TÍ N P U E N T E n º 7 7 j u n i o 2 0 1 2
37
CURSO DE DERECHO: LOS DERECHOS DEL NIÑO EN LA
ENCRUCIJADA
A n e xo B O L E TÍ N P U E N T E n º 7 7 j u n i o 2 0 1 2
38
CURSO DE MEDIACIÓN PENAL CON JÓVENES
DROGODEPENDIENTES
A n e xo B O L E TÍ N P U E N T E n º 7 7 j u n i o 2 0 1 2
39
II CONGRESO INTERNACIONAL DE PEDAGOGÍA AMIGONIANA
A n e xo B O L E TÍ N P U E N T E n º 7 7 j u n i o 2 0 1 2
40
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