Campo amplísimo con realidades que nos superan y desbordan. Falta personal y recursos materiales y crematísticos. Fuerte corriente de descalificación y menosprecio de la cárcel: “no merecen nada”, “viven como señoritos y a gastos pagados”, “hoteles 5 estrellas”… No existe conciencia e implicación suficientes de obispos y sacerdotes con esta pastoral. Muchos obispos reposan esta pastoral en los capellanes. Envejecimiento del voluntariado sin demasiadas incorporaciones. Falta coordinación y presencia de delegados y capellanes que mimen y animen. Se da una especie de anarquía, pues falta o no se atiene a una programación. Falta de visión amplia de la pastoral en el voluntariado. Se echa en falta una formación adecuada y específica, tanto a nivel de fe como a la hora de elaborar proyectos amplios de formación. Poco interés en el ámbito formativo del voluntario. Hay más colaboradores que voluntarios. Movimientos eclesiales que entran en Pastoral Penitenciaria y nunca se integran pues traen objetivos y tareas particulares que, rara vez responden a la situación y realidad vivida por las personas privadas de libertad. El área jurídica no está debidamente atendida. La presencia e interrelación en las nuevas tecnologías sigue siendo escasa. Falta de coordinación, convivencia y encuentro interconfesionales. Hacer más presente y de modo vivencial la realidad de los presos en nuestras comunidades. Poco intercambio de información a nivel diocesano y a nivel nacional. Miramos a la persona privada de libertad más desde nosotros que desde la realidad. Sigue siendo escasa la relación con los familiares de los internos. Algo parecido ocurre con las víctimas que llegan a convertirse en invisibles. Sigue sin haber un acompañamiento serio y reglado en el retorno a la sociedad de quienes cumplen condena Sigue habiendo tareas no descubiertas y, por tanto no atendidas: unidades de custodia, CIES, hospitales, jóvenes con problemas con la justicia... Valorar el camino recorrido y lo que estamos haciendo en este momento. Insistir en la sensibilización diocesana que lleve a una implicación pastoral diocesana. Elaborar una programación, seguimiento y evaluación de las actividades realizadas. Favorecer espacios de acogida para la salida de la cárcel. Escasos recursos materiales del voluntariado. Envejecimiento del voluntariado y …quemado. Peticiones para entrar en el voluntariado movidos por la curiosidad y morbosidad. Se quiere ser más voluntario de dentro que de fuera. Laicismo imperante por parte del funcionarado. ONG que entran, salen, desaparecen… y confunden nuestra presencia. Inmovilismo del departamento. Demasiados encuentros y poca participación. Excesivo aumento de burocracia en los Centros Penitenciarios. Dependencia del equipo directivo de los Centros Penitenciarios. Inmovilismo de la Institución penitenciaria. Favorecimiento de relaciones no reguladas. (homosexualidad y transexualismo)Escasez de respuesta diocesana a las propuestas de pastoral penitenciariaVoluntariado no deseado sino impuesto. Excesivo número de personas dentro de los Centros Penitenciarios con enfermedades mentales, para las que no se está preparado ni a nivel personal y ni a nivel médico. Masificación de internos y escasez de recursos de espacio y materiales. Inseguridad de lugares para la celebración eucarística. Grupos eclesiales que quieren entrar sin integrarse en pastoral penitenciaria. Sistema socioeconómico en el que nos movemos: desprecio de la persona, que se encuentra tirada al salir de la cárcel. Pasividad de institución penitenciaria en la labor de reinserción y reeducación Luchar por no dejarnos utilizar. Para ello es conveniente tener muy claro el programa, espíritu y actividades de Pastoral Penitenciaria que nos da una identidad y una calidad tanto dentro como fuera de los Centros Penitenciarios. Con el respeto y urgencia que se precise, exigir claridad en las programaciones y ejecución de programas de las diversas ONG Una acertada y esmerada coordinación de los diversos grupos eclesiales que participan en la realización de actividades tanto dentro como fuera. Cortar por lo sano todo mensaje negativo religioso como falsas relaciones afectivas que generen dependencia o distorsionen nuestra presencia y labor. Denuncia laboral: primar la ayuda de excarcelación sobre la laboral, a la hora de salir. Que somos gente de fe: creyentes vocacionados y desde la gratuidad… Ello favorece la empatía desde la cercanía y la lejanía de la burocracia. Nos fortalece recibir ayuda desde fuera (la familia y la comunidad… encuentros). Ser vehículo de unión y comunicación presos-familia. Pastoral Penitenciaria cuida todos los ámbitos, incluidos los pequeños detalles, y está sensibilizando ininterrumpidamente. Apoyo económico desde obispados, Cáritas y otras entidades. Los pisos: prioridad sobre otras propuestas. Van quedando menos francotiradores. Unificación de criterios en la Pastoral Penitenciaria para no ir cada uno a su bola. Trabajamos en un contexto de debilidad: eso nos enriquece. Nos fortalece el provocar: a unos para que se mojen (instituciones penitenciarias) y a otros para que modifiquen actitudes y puntos de vista: pasar del asistencialismo a desencadenar procesos personales. No vamos desde la autoridad sino desde la alteridad y la generosidad (incluso desde servicios añadidos: compras, ropas…) Garantía de continuidad en relación a ONG. Las personas que formamos Pastoral Penitenciaria: nivel, seriedad, compromiso, rigor, optimismo ante las dificultades… La valoración positiva que tienen los internos e Instituciones Penitenciarias de Pastoral Penitenciaria. Contribuye el hecho de no pertenecer a la Institución e insistir permanentemente que cumpla con sus funciones. La presencia-visita cercana y significativa de la enfermería, así como en hospitales. La red que forma pastoral penitenciaria, a la que continuamente podemos recurrir. Los (Trabajos en Beneficio Comunidad) son ayuda y apoyo. Trabajar más el grupo-equipo de Pastoral Penitenciaria. Que se palpe en el ser, estar y hacer una coordinación y la misma motivación: el Espíritu del Resucitado-Liberador. Orar, celebrar e, incluso, hacer retiros con las personas privadas de libertad los equipos que configuran Pastoral Penitenciaria. Visitar periódicamente los hospitales, interesándonos por su salud, dialogando con el equipo médico, sirviendo de conexión con la familia… Insistir en la presentación del quehacer de Pastoral Penitenciaria en las parroquias y allí donde se solicite; sobre todo que llegue a los jóvenes. Ambivalencia entre oportunidades y carencias: los últimos pasos atrás en el nivel y reforma jurídica, puede ser positivo. Relación cordial con la dirección del centro… sin acomodamientos… Recortes presupuestarios de Instituciones penitenciarias. Relación con las familias de las personas privadas de libertad Cercanía y buen trato con los juzgados de Vigilancia Penitenciaria. La buena sensibilidad del papa Francisco nos ayuda a abandonar sacristías y salir a las periferias. El paraguas del P. Sesma ante las dificultades burocráticas. Potenciación de las delegaciones. Convenios con los Centros de Adolescentes en riesgo con la justicia. Bolsas de voluntariado en estudiantes, jubilados y mujeres. Hacernos oír en todos los medios que disponemos normalmente. Oportunidad de conectar con gente joven que no aparecen en otros ámbitos eclesiales. Aprovechar los Consejos Sociales, insistiendo en la finalidad para la que fueron creados. Formación conjunta de voluntarios a nivel diocesano. Los pobres nos evangelizan; las personas privadas de libertad, integradas en la pastoral diocesana son riqueza que ayudan a purificar otras actividades. Ofrecer la cárcel como lugar de encuentro con el Dios de los excluidos. Incrementar los lugares de acogida para las personas privadas de libertad: pisos permiso, pisos de libertad, alternativas,… El trabajo en red: potenciarlo a nivel de diócesis y pastoral penitenciaria. Presentación de la Pastoral Penitenciaria en reuniones de Arciprestazgos, Vicarías y en otros foros civiles. Aprovechar la formación de pastoral penitenciaria On line. Desarrollar y ampliar el campo de la mediación.