Rutebeuf , Poemas

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RUTEBEUF
POEMAS
ENDECHA
De Job Dios me hizo compañero,
pues de un golpe dejóme afuero
cuanto tenía.
Ojo diestro, que bien veía,
no puede ya seguir mi vía,
ni bien guiarme.
¿No es dolor doliente y dura
mediodía ser noche oscura
en ese ojo ?
Y ya no sé lo que yo quiero;
doliente estoy, y me acongojo
profundamente,
pues abatido totalmente,
de no auxiliarme prontamente,
quienes han sido,
por merced haberme socorrido.
Corazón triste, oscurecido. . .
Este año ido,
¡guárdeme Dios en mi sentido!,
que para nos fue de desalma,
¡guárdeme el alma!
1
Mi esposa un infante alumbró;
mi caballo pata quebró
en una liza;
dinero pide la nodriza,
quien me desuella hasta raer
niño pacer,
o a casa torna ensordecer.
El Señor Dios que le dio vida,
dele comida,
y envíele donde se asida,
y también le dé lealtad,
hasta finar...
Males solos no han de acuitar;
todo eso habíame de llegar:
y me ha llegado.
Mis amigos ¿qué se ficieron,
que tan cerca se me tuvieron,
y tanto amado?
Pienso que se hayan dispersado.
No estarían en buen sembrado
y me han fallado.
Amigos que mal me han pagado
que en cuanto Dios me hubo acosado,
por cualquier lado,
ni un solo ya en casa estuvo,
cual si el aire robarlos hubo.
Amor murió.
Amigos son que el viento lleva;
a mi puerta el viento se eleva,
y los llevó.
2
ALCAUDÓN INVERNAL
En tiempo que árbol se deshoja,
y no queda en rama ni hoja
que no va en tierra;
por la pobreza que me aterra,
que por doquier háceme guerra,
en tiempo que frío aferra,
mucho me cambiaron los versos,
y mi dicho empieza en diversos
de pobre historia.
Pobre numen, pobre memoria
Dios me otorgó, rey de la gloria,
y pobre renta;
el culo frío en cuanto venta.
Viéneme el viento, viento me aventa,
y en varia intenta
el viento siento que me empenta.
La Pega en sus dados me vende
lo que me libra.
Págame bien, y bien me libra:
por un sueldo dame una libra
de malhadado.
Siempre a ella véome librado,
siempre su acceso me es franqueado,
¡Ay, qué opulento!
Dormir, sólo el primer intento.
Mi haber no sé en cuánto suma:
no hay la tal suma.
Dios me da el tiempo que me avía:
mosca negra estío me envía,
3
invierno, blanca.
Soy cual el pájaro en la branca.
Invierno lloro y me lamento;
me deshojo cual el injerto
al primer hielo.
Veneno, o hiél, en mí no entino.
Nada me queda bajo el cielo:
todo sigue por su camino;
todo va y viene, lo adivino;
dados que daderos hicieron
de mi vestir me desfacieron:
dados me matan.
Dados me acechan y me atan;
dados me asaltan, desafían,
y en mí porfían.
LA MUERTE
Ya me he de dejar de rimar, pues mucho
heme de espantar tras hacerlo en
abundamiento: el corazón me ha de llorar,
ya que no me supe aplicar a Dios servir
con ardimiento. Mas, si puse mi
entendimiento en juegos y divertimiento,
ya que no digné salmodiar. Si en el Juicio
no está conmigo la que Dios tuvo por
abrigo, muy mal sabido habré mercar.
Al cuerpo su voluntad he dado;
rimado he, y he cantado
de unos, por otros agradar.
4
Así enemigo me ha encantado,
y el alma en vileza me ha estado,
por a su guarida llevar.
Si Aquella que todo lo ilumina,
mi asunto no me lo encamina,
rentóme de muy mala renta
mi corazón con tal contrario.
Ni físico, ni apoticario,
no podrá salud darme en venta.
Mas yo me sé de grande física,
sea donde fuere radica,
y tanto cual el siglo dura,
no hay llaga, por mucho que adura,
que ella no limpia y que no cura.
Expurgó de vida oscura
la Egipciaca, la muy blandina,
devolvióla a Dios limpia y pura:
ya que es verdad, tome en su cura
de cristiano mi alma mohína.
Si morir veo, feble y en valimiento,
¿cómo tendré confortamiento
que de muerte pueda defender?
Ninguno veo, así busquélo
que a pies no les quite del suelo;
en tierra ha cuerpo yacer.
¿De muerte, pues qué de he esperar?
Duro ni tierno, por guardar,
nada deja, más que le pueda;
cuando cuerpo ya en polvo queda,
5
a Dios sus cuentas ha de dar,
de lo que hasta morir suceda.
6
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