Poemas de Páladas de Alejandría

Anuncio
Antología de autores griegos y latinos,
México, Unam, 1974, 255 pp. (Col.
Lecturas Universitarias, 6)
dus miradas dirige al horizonte,
al universo entero, y luego mídete,
d aprenderás a conocerte entonces
sí; que a pesar de tus esfuerzos tantos,
llegar no puedes do tu vista pones.
¡Cómo soberbia y atrevida, el mundo,
Su inmensidad, tu pequeñez conoce!
Páladas de Alejandría (ca. 325 d. C.)
LA VIDA HUMANA
Nuestra humana existencia es peligrosa
navegación que hacemos por el mundo;
saltados por rudas tempestades,
es mayor nuestro mísero infortunio
que el del náufrago siempre. La Fortuna
tiene el timón de nuestra vida; es suyo,
y cruzamos el mar tanto hacia un lado
como hacia otro en el incierto rumbo.
la penosa y constante travesía
es feliz y halagüeña para unos;
para los otros desdichada y triste:
pero todo después, todos por último
abordamos, no obstante, en solo un puerto:
del seno de la tierra en lo profundo.
LA ADULACIÓN
Concede un favor cualquiera
a un alma vulgar, y entonces
te verás señor llamado,
y si con buenas razones
rechazas su ruego, aún más
seráas señor, un gran hombre.
Sin ser vendibles, su precio
tienen ciertas expresiones.
Yo no teniendo que dar
nada por ellas, conforme
estoy en que no me den
Señorías ni otros nombres.
LAS RIQUEZAS
Riqueza, insensata madre del orgullo,
hija asaz fúnebre
De sinsabores y penas
Y al par de infortunios múltiples,
Quien te tiene, tiembla siempre,
quien no te tiene, sufre.
LOS HOMBRES
¿Quiéne son esos seres que así veo
respirar y moverse? Es que su fuerza
viene del aire que reciben; todos
sus órganos se agitan: su existencia,
en resumen, no es más que sueño leve.
Oprimid con los dedos a cualquiera
de esos cueropos que tienen ese aire,
y vereis cuál se escapa con presteza
lo que el alma se llama. He aquí al hombre
de sí mismo engreido, en su soberbia
tiénese en mucho, se posee altanero
LA PEQUEÑEZ DEL HUMANO
Tú que solo un montón grosero eres
de algunos granos que contiene el orbe
d pretendes medir la tierra toda,
1
por nada puede alterarse;
mas inmortales aun siendo,
como son así inconstantes
vuestros mismos corazones,
más que fuertes siempre frágiles,
hacia nosotros, tal vez,
por lo que llega a encontrarse
en los nuestros parecido
a vuestro mismo carácter,
subyugados, pues, nos vemos
también al tiempo mudable.
de necio orgullo y petulancia necia,
cuando apenas tan sólo le sostiene,
de ese aire una parte tan pequeña.
LA MUJER
Al elemento igneo,
la mujer añadió Júpiter.
De estos dos fuegos que son
nuestro tormento, se sufre
el primero y se le teme
mucho menos, pues se acude
a apagarlo, y se consigue,
mas la mujer, no se dude,
es un fuego que no puede
extinguir quien lo procure.
LA MUDANZA DEL HOMBRE
Contemplaba algunos restos
de escultura y de imágenes,
de antiguas piedras, vestigios
de templos monumentales
en donde a Alcides rindieron,
en sus aras, homenajes.
¿El hombre olvidado tiene,
me decía, los altares
que consagrar es debido
a los dioses inmortales?
Cuando el mismo dios de súbito
ante mí llegó a mostrarse,
y sonriendo me dijo:
mortal, pues que así mudable
todo es, ¿por qué te extraña
que el mundo llege a olvidarse
de sus dioses? De los hombres
obra son culto y altares,
y nuestro ser tan glorioso
2
Descargar