ESTUDIO SOBRE “PUEBLOS INDÍGENAS Y EL DERECHO A PARTICIPAR EN LA ADOPCIÓN DE DECISIONES” – NACIONES UNIDAS En desarrollo de la solicitud formulada a la Defensoría del Pueblo de Colombia por su Despacho con fundamento en la Resolución del Consejo de Derechos Humanos 12/13, en los que se consulta sobre el derecho de los pueblos indígenas a participar en la adopción de decisiones, esta institución cuya misión constitucional consiste en promover el ejercicio, protección y defensa de los derechos humanos fundamentales de todos los miembros de la sociedad nacional, por conducto de la Delegada para Indígenas y Minorías Étnicas procede a responder los cuatro elementos requeridos en la solicitud allegada. Al respecto, la Delegada para Indígenas y Minorías Étnicas de esta Institución, con base en la revisión del contenido normativo vigente en el ordenamiento legal –en materia de derechos de los pueblos indígenas, así como en la experiencia adquirida en la gestión defensorial realizada por la entidad, presenta a su consideración los siguientes aportes: 1. Análisis de la incorporación e implementación del marco internacional de derechos humanos, incluyendo jurisprudencia en la materia, en relación a los pueblos indígenas y el derecho a participar en la adopción de decisiones. Respecto a la incorporación y puesta en marcha de los derechos humanos reconocidos a los pueblos indígenas en el marco internacional, en particular el derecho a la participación en la adopción de decisiones, la institucionalidad del Estado Social y Democrático de Derecho en Colombia, a partir de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 avanzó mediante iniciativas legislativas en el posicionamiento de principios fundantes de la multietnicidad y pluriculturalidad de este país, así como en el reconocimiento de los derechos humanos, no sólo los de orden individual sino también en los especiales de naturaleza colectiva que han reclamado históricamente los pueblos indígenas. En el proceso de reconocimiento nacional del carácter especial estos derechos, vale destacar la incidencia de la dinámica internacional impulsada por los organismos internacionales de derechos humanos, tanto del Sistema de Naciones Unidad como del Sistema Interamericano. Así, en la nueva Carta Política la diversidad étnica y cultural como principio que debe ser respetado y protegido (art. 7), se ha elevado a la categoría constitucional en la cual se ancla el desarrollo de los demás derechos colectivos amparados también constitucionalmente y materializados en leyes especiales. La Constitución de 1991 introdujo una significativa dimensión de derechos que han situado la cuestión de los pueblos indígenas en las agendas de los gobiernos locales, departamentales y nacionales. No obstante, la importante avanzada jurídica en términos normativos, los logros transformadores de la condición de exclusión que han padecido inveteradamente los pueblos indígenas ha estado ausente. Los alcances han sido escasos y los que se han materializado, ha sido el resultado de la persistente demanda y lucha de los sujetos del derecho, así como por el desempeño de la Corte Constitucional de Colombia en formular criterios jurídicos de interpretación para el desarrollo efectivo de los derechos reconocidos a los pueblos indígenas El marco internacional de derechos de los pueblos indígenas, en términos dispositivos se ve reflejado de una parte en los preceptos constitucionales y en las diversas leyes para la puesta en marcha de los mandatos de orden superior, entre ellos: Autonomía a sus entidades territoriales, fundada en el respeto a la dignidad humana y en la prevalencia del interés general La efectividad de los principios, derechos y deberes (art. 2) Prevalencia de las disposiciones constitucionales frente a otras leyes o normas jurídicas (art. 4) Derecho al reconocimiento y protección de la diversidad étnica y cultural de la Nación (art. 7) Obligación del Estado y las personas de proteger las riquezas culturales y naturales de la Nación (art. 8) Derecho a las lenguas y dialectos oficiales en sus territorios (art. 10) Derecho a la vida (art.11) Derecho a la igualdad ante la ley sin discriminación, por razones de raza, origen, lengua, religión, libertad de conciencia o creencias religiosas ( art.13, 18, 19 y 20) Derecho a la libre circulación (art. 24) Derecho a la participación en el ejercicio y control del poder político, para lograr la efectividad de los derechos (art. 40) Derechos de los niños (art.44) Derecho a la salud (art. 49) Derecho a la inalienabilidad, imprescriptibilidad e inembargabilidad de sus territorios (art. 63) Derecho a participar en la dirección, financiación y administración de los servicios educativos estatales (art. 67) Derecho a una formación que respete y desarrolle su identidad cultural (art. 68) Derecho al reconocimiento en condiciones de igualdad de sus diversas manifestaciones culturales, concebidas por el Estado como fundamento de la nacionalidad (art. 70) Derecho a la protección especial del patrimonio arqueológico existente en sus territorios (art. 72). Derecho a participar en las decisiones administrativas o legislativas que puedan afectar el medio ambiente en sus territorios (art. 79) Prevalencia en el ordenamiento jurídico interno de los tratados que reconocen derechos humanos de la población colombiana -Convenio 169 de la OIT, reconoce derechos humanos y especiales a pueblos indígenas- (art. 93). Reconocimiento de derechos y garantías más allá de los enunciados en la Constitución y en las leyes (art. 94) Reconocimiento de la responsabilidad de todos los nacionales en el ejercicio de los derechos y libertades (art. 95) 2 Derechos de los pueblos indígenas que comparten territorios de frontera, a tener nacionalidad colombiana (art. 96) Derecho de participación política representativa en Cámara y a su elección mediante circunscripción especial (arts. 171 y 176) Derecho a aplicar su sistema de justicia propio (art. 246) Derecho a conformar territorios indígenas como entidades territoriales con autonomía para la gestión de sus intereses, para ejercer su propio gobierno a través de sus autoridades tradicionales, dentro del marco de la constitución y la ley (arts 286, 287 y 330). Derecho de participación de los representantes de comunidades indígenas, en la conformación y delimitación de las entidades territoriales que sean previstas en la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial (art. 329) Derecho a ser consultados siempre que se proyecte la explotación de recursos naturales en sus territorios, y a que las actividades que se pretendan desarrollar, respeten la integridad cultural, social y económica de los pueblos indígenas (art. 330). Derecho de los pueblos indígenas, como entidades territoriales a concertar con el Gobierno Nacional, los planes de desarrollo (art. 339). Derecho de los resguardos indígenas, considerados como entidades territoriales municipales, a participar en los ingresos corrientes de la Nación (art. 357). Derecho de las entidades territoriales sobre sus recursos naturales y a la participación de regalías y compensaciones cuando se desarrollen proyectos de explotación en sus territorios (art. 360) Son estatutos legales relevantes: Ley 21 de 1991: mediante la cual se reconoció como normatividad interna el Convenio 169 de la OIT Ley 715 de 2001 (art. 83) relativa a la distribución de Competencias y de Recursos Presupuestales para garantizar la participación de los resguardos indígenas en la distribución de un porcentaje de ingresos corrientes de la Nación, que tienen la finalidad de atender en una muy escasa proporción, necesidades básicas de las comunidades como salud, educación, saneamiento básico y cultivos (este estatuto derogó la Ley 60 de 1993, mediante la cual por primera vez en Colombia se reconoció este derecho a los pueblos indígenas. La Ley 99 de 1993 Reglamentaria de la política ambiental del país establece el derecho de los pueblos indígenas a la consulta previa sobre decisiones administrativas relacionadas con la explotación de los recursos naturales existentes en sus territorios, siempre que se pretenda desarrollar actividades, obras o proyectos en los mismos (art.76). La Ley 160 de 1994: Estatuto legal de tierras, en cuyo Título XIV reglamentó el régimen legal de tierras de resguardos indígenas. En ella se señalan los lineamientos políticos del Estado orientados a proteger los derechos territoriales de los pueblos indígenas y las responsabilidades institucionales para garantizar la constitución, 3 saneamiento o ampliación de los resguardos y la reestructuración de resguardos territoriales. El procedimiento reglamentario de lo dispuesto en esta ley es desarrollado por el Decreto 2164 de 1995. Ley 65 de 1994, estatuto por el cual se ratificó el Convenio sobre Diversidad Biológica, incorporó la obligación del Estado de respetar, preservar y mantener los conocimientos, las innovaciones y las prácticas de las comunidades indígenas, que entrañen estilos tradicionales de vida pertinentes para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica, garantizando la amplia participación y aprobación de los pueblos indígenas como poseedores de los conocimientos, innovaciones y prácticas relacionadas con el derecho a la biodiversidad, así como el fomento en condiciones equitativas, de los beneficios derivados de la utilización de tales conocimientos, innovaciones y prácticas. Ley 115 de 1994, reglamentaria del Sistema Nacional de Educación establece que el Estado respetará y garantizará la educación de los pueblos indígenas en su ambiente cultural y tradicional propio (Título III). Este derecho especial se reglamentó con la expedición del Decreto 804 de 1995, el cual contiene los principios para la formación de los etnoeducadores, los criterios para la selección de docentes, los contenidos de los currículos y calendarios escolares y el criterio preferencial para contratar la prestación de los servicios educativos con las comunidades y organizaciones de los mismos que tengan experiencia educativa. Estas disposiciones han permitido a los pueblos indígenas avanzar en el desarrollo de una educación propia y apropiada para el fortalecimiento de la identidad cultural en el marco de la multiculturalidad. La Ley 191 de 1995, Estatuto legal de Fronteras en el que se incorporan decisiones en materia de derechos especiales para los pueblos indígenas que comparten fronteras, a fin de mejorar la calidad de vida de las comunidades indígenas asentadas en zonas de frontera, el apoyo del Estado a las iniciativas de dichas comunidades y sus autoridades, orientadas al aprovechamiento cultural, desarrollo sustentable de los recursos naturales, investigación y fortalecimiento de conocimientos tradicionales y tecnologías propias. La Ley de Cultura, 397 de 1997: en su artículo II desarrolla la protección del patrimonio cultural y los principios constitucionales relativos a la dimensión pluricultural de la nación colombiana, en sus disposiciones señala que la política estatal tendrá como objetivos principales la protección, conservación, la rehabilitación y divulgación de las expresiones y el patrimonio cultural, con el propósito de que sirva de testimonio de la identidad cultural nacional tanto en el presente como en el futuro. Esta ley fue modificada y adicionada por la Ley 1185 2008, con la cual se pretende articular componentes básicos del patrimonio cultural colombiano con un énfasis en el derecho de los pueblos indígenas y de otros grupos étnicos a participar en las decisiones relativas al patrimonio cultural a través de la consulta previa. Asimismo, introdujo la categoría de Patrimonio Cultural Inmaterial, elementos para formular planes de salvaguarda del mismo y lineamientos orientados a la identificación del patrimonio cultural inmaterial y sus expresiones 4 Ley 685 de 2001, Código de Minas. En su capítulo XIV, reconoce a los pueblos indígenas derechos relacionados con la delimitación de zonas mineras indígenas, responsabilidad a cargo de la autoridad minera (122), derechos de prelación y concesión sobre los yacimientos y depósitos mineros que existan en las zona mineras indígenas (arts. 124 y 125); e derecho de la autoridad indígena a señalar dentro de la zona minera indígena los lugares que no pueden ser objeto de exploración o explotación minera por tener significado cultural, social y económico especial para su comunidad, de acuerdo con sus usos y costumbres (art. 127). Ley 691 de 2001, mediante la cual se dispuso la creación de un Sistema Especial de Atención en Salud para los pueblos indígenas, en concordancia con el Decreto 1811 de 1990, el Decreto 330 de 2001 y los principios rectores de la lLey General del Sistema Nacional de Salud (Ley 100 de 1993). En términos de los avances jurisprudenciales la implementación de los derechos de los pueblos indígenas ha obtenido uno de los mayores referentes para la comprensión e interpretación del contenido, alcance y límites de los diversos derechos especiales reconocidos ante y después de la Carta Política vigente. La Corte Constitucional de Colombia ha precisado en diferentes sentencias los deberes del Estado para preservar la convivencia pacífica de todos los miembros de la sociedad garantizando los derechos de todos sus miembros, así como el reconocimiento de las diferencias y necesidades particulares que surgen de la pertenencia de sectores sociales diversos como los indígenas. Así en la sentencia T-523 de 1997 el juez de tutela (M.P. Carlos Gaviria Díaz) precisó: “En esta labor de equilibrio, el Estado debe cuidarse de imponer alguna particular concepción del mundo pues, de lo contrario, atentaría contra el principio pluralista (C.P., artículos 1° y 2°) y contra la igualdad que debe existir entre todas las culturas (C.P., artículos 13 y 70)”. Desde las más tempranas jurisprudencias el eje transversal de la garantía de derechos que ha abordado la honorable Corte Constitucional ha sido el respeto a la dignidad, igualdad y la diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas de Colombia. En las múltiples sentencias que sobrepasan un centenar de fallos, se han desarrollado subreglas sobre múltiples derechos: identidad, patrimonio cultural, territorio, ambiente y recursos naturales, autonomía, jurisdicción especial, debido proceso, participación y consulta previa, participación en la distribución de recursos de la nación, participación política como representantes ante la Cámara y Senado de la República, así como en las Asambleas Departamentales y Concejos Municipales, salud, educación, saneamiento básico, al desarrollo propio, a la propia lengua, a la exención del servicio militar obligatorio, al fuero indígena, derecho a la paz, a no ser desplazado y a la pervivencia como sujeto colectivo de derechos –entre los más relevantes-. En el año 2009, la Honorable Corte Constitucional, en seguimiento al cumplimiento de una sentencia de suma importancia para la protección de los derechos de la población desplazada como consecuencia del conflicto armado: T-025 de 2004, emitió un relevante pronunciamiento jurisprudencial, en el cual ordenó al Estado garantizar la efectiva protección de los derechos conculcados a los pueblos indígenas por el grave riesgo en que se encuentran por efecto del conflicto armado. En consecuencia, ordenó garantizar 5 su pervivencia formulando, en el marco de una política pública integral y diferencial, Programas de Garantías de los Derechos Humanos fundamentales y especiales de los 102 pueblos indígenas del país, así como Planes de Salvaguarda de 34 pueblos indígenas que se encuentran en vías de extinción. Estableciendo además que estas responsabilidades estatales deben desarrollarse en el marco de procesos de consulta previa con cada uno de los pueblos interesados. Este mismo Tribunal Constitucional ha avanzado de manera contundente en el desarrollo del contenido, alcance y procedimiento del derecho a la consulta previa, el cual a la luz de dos jurisprudencias de constitucionalidad (C-461 de 2008 y 175 de 2009), adquirió el rango de derecho fundamental de los grupos étnicos de Colombia, entre ellos los pueblos indígenas. 2. Identificación de los procesos e instituciones de adopción de decisiones propias de los pueblos indígenas así como la identificación de los desafíos para mantenerlas y desarrollarlas. El proceso y la dinámica de la dimensión de las decisiones propias de los pueblos indígenas de Colombia se estructuran entorno a sus formas ancestrales organizativas, en leyes de origen, autoridades tradicionales e instituciones propias. Atendiendo los patrones culturales de los pueblos indígenas existentes en nuestro país son: 87 de acuerdo con las cifras oficiales (Censo del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas –DANE- en el año 2005) y, según datos de la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC, son 102 pueblos. Así, la adopción de decisiones de los pueblos indígenas se desarrolla a través de sus instituciones propias, las cuales varían atendiendo sus patrones culturales ancestrales de ejercicio de gobierno propio y control interno. En algunos pueblos existen cabildos gobernadores, en otros: Capitanes, Mamos, Sabedores, Taitas, Payes, Consejos de Ancianos, etc. Estas autoridades interactúan en espacios denominados asambleas generales (forma de institucionalidad interna), en las cuales participan los miembros de la comunidad. En el proceso conjunto entre autoridad y comuneros se adoptan los criterios para la toma de decisiones internas que sobre la base de los principios de las leyes de origen son concertadas colectivamente, al igual que los procedimientos propios para el relacionamiento con las autoridades estatales y otros actores externos a la comunidad: empresas, organizaciones sociales y en general grupos de población no indígena. Los procesos desarrollados a través de los procedimientos e instituciones aplicados por la autoridad de las comunidades transcienden al plano organizativo. Los pueblos indígenas por lo general conforman organizaciones de orden local, regional, macro regional y nacional. La mayoría de las organizaciones indígenas se encuentran registradas ante la oficina del Ministerio del Interior y de Justicia que se ocupa de la Política Étnica, Dirección de Asuntos Indígenas, Minorías y Rom (gitanos). 6 El avance en los procesos propios y su proyección se articulan a dinámicas internas de ordenamiento territorial y planeación. Estas se conocen en la mayoría de pueblos indígenas como planes de vida, los que representan un producto proveniente del esfuerzo colectivo de sus integrantes. Los componentes de estos planes se relacionan con proyectos de fortalecimiento cultural, de conocimientos, preservación de pautas de leyes ancestrales, de instituciones y formas de organización social mediante las cuales se expresan y relacionan. Para los pueblos indígenas el plan de vida es fundamental para sus procesos de perviviencia presente y futura, constituyéndose en el instrumento interno sobre el cual proyectan el mantenimiento de su identidad, saberes y memoria en el contexto de los escenarios y relaciones de carácer multicultural que mantienen con las autoridades estatales y demás grupos sociales. 3. Identificación de los mecanismos de participación y consulta relacionados con las instituciones estatales y no estatales pertinentes y con los procesos de adopción de decisiones en las cuestiones que afecten a los pueblos indígenas así como la identificación de los desafíos para la efectiva implementación de estos mecanismos. El derecho de participación y consulta de los pueblos indígenas de Colombia, desde el punto de vista de la norma pura y simple resulta de importancia. El desarrollo de éste cuenta con una significativa reglamentación legal de carácter especial, la cual ha surgido del contínuo proceso de demanda de los pueblos interesados para que el Estado a través de las instituciones competentes, diseñe, formule e implemente políticas, programas y proyectos que hagan efectiva y sostenible la inclusión de los pueblos indígenas en condiciones de igualdad y dignidad. En este contexto, a partir de la expedición de la Carta Política de 1991 se ha dado vida legal a los siguientes espacios y mecanismos de participación y consulta para esta población. Decreto No. 1396 de 1996, por el cual se creó la Comisión de Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas y el Programa Especial de Atención, en los casos de amenaza y/o vulneración, del derecho a la vida, integridad personal y libertad. Dentro de las funciones asignadas a dicha comisión cabe destacar los mecanismos de medidas preventivas de violaciones de los derechos humanos; diseñar; promoción de medidas que posibiliten la reducción y eliminación de las violaciones graves de los derechos humanos y de las infracciones al derecho internacional humanitario; impulso a las investigaciones penales y disciplinarias que se instauren con ocasión de violaciones a los derechos humanos y la realización de su seguimiento, así como el diseño de un programa especial de atención para indígenas víctimas de la violencia. Este mecanismo se caracteriza por desarrollar mecanismos de protección de los derechos fundamentales reconocidos en el Convenio 169 de la OIT y, adicionalmente, por estar presidido por autoridades de alto nivel del Estado como el Ministro del Interior y de Justicia de Colombia. Decreto 1397 de noviembre de 1996. En sus normas se desarrollan principios especiales de protección a los derechos territoriales reconocidos en el Convenio 169 de la OIT (Ley 21 de 1991), en especial lo referente a la disposición de usos del suelo en territorios indígenas, en los cuales tengan intereses personas no indígenas, 7 particularmente cuando se trate de adelantar obras, proyectos, actividades que vulneren los derechos territoriales y demás derechos especiales otorgados por el ordenamiento jurídico nacional e internacional vigente a estos pueblos. Este decreto también dio origen a la Mesa Permanente de Concertación con los Pueblos y Organizaciones Indígenas, espacio de interlocución y diálogo entre autoridades indígenas de todos los pueblos del país y autoridades estatales de alto nivel, cuyo objeto es la concertación siempre que se adopten decisiones administrativas y legislativas que puedan afectar a estos pueblos, así como el deber de impulsar el desarrollo de una política indígena, integral, diferencial y sostenible para garantizar la diversidad étnica y cultural, sus componentes y manifestaciones, a fin de garantizar los derechos humanos individuales y colectivos de estos pueblos. También es tema de este mecanismo el seguimiento del cumplimiento de los acuerdos que se establezcan entre pueblos indígenas y el Estado y de la ejecución del Plan de Inversión Social y Ambiental del Estado para Pueblos Indígenas Asimismo en el nivel nacional de concertación entre las autoridades de orden nacional con las autoridades indígenas, atendiendo la multiplicidad de la diversidad étnica y cultural de nuestro país, se creó por decreto la Mesa Regional Amazónica, en la cual se tratan temas políticos, sociales, económicos y culturales de las comunidades asentadas en los cinco departamentos que integran esta macroregional indígena. Otros mecanismos importantes de participación de los pueblos indígenas están reconocidos en las siguientes leyes Ley 99 de 1993 (Ley Ambiental). Participación en los Consejos Directivos de las Corporaciones Autónomas Regionales (CARS) Ley 152 de 1994. Ley Organica del Plan de Desarrollo, incluyó el derecho de los pueblos indígenas a participar en los Consejos de Desarrollo Territorial en calidaa de miembros de las instancias de planeacion, nacional, departamental y local (art. 8, num. 7). Ley 160 de 1994 (Reforma Agraria). Participación en la Junta Directiva Nacional del INCORA. Ley 434 de 1998, mediante la cual se crea el Consejo Nacional de Paz. En el artículo 4. literal d) se establece la participación de los pueblos indígenas en el conjunto de miembros que componen el Consejo Nacional de Paz. Desafíos En teoría, los derechos reconocidos por el Estado colombiano a los pueblos indígenas de Colombia muestran una perspectiva de inclusión gradual con el objeto de realizar los principios y valores aceptados por el pueblo colombiano que permita posicionar la dimensión pluriétnica y multicultural que nos caracteriza. Sin embargo, al observar la aplicación efectiva de los fines de reconocimiento de derechos y su efectiva protección, que están contenidos en el amplio conjunto de preceptos vigentes, el panorama de la realidad y el estado de los derechos en el hábitat, cotidianidad y sociabilidad de los 8 pueblos indígenas presenta una disfunción entre los propósitos de la norma y la vida misma. Este resultado de no operatividad ha impedido históricamente a los pueblos indígenas la apropiación tanto por los sujetos del derecho, como por parte de las autoridades locales y departamentales del Estado, de los derechos humanos especiales, fundamentales, colectivos, así como de sus mecanismos para hacerlos valer, en la dimensión que exige una sociedad fundada en un Estado Social y Democrático de Derecho, como el que rige en nuestro país. Tales características de ruptura entre la vigencia normativa y la realidad, a juicio de esta institución plantean grandes desafíos para las autoridades estatales competentes en política étnica y también para los beneficiarios de los derechos. El mayor desafío para el Estado apunta a la salvaguarda de la integridad y pervivencia de todos los pueblos indígenas de Colombia, gravemente afectados por el antiguo conflicto armado que existe en el país y que día a día permea en lo más profundo los derechos de estos connacionales. La grave condición de vulneración de derechos humanos fundamentales de grupos humanos portadores de un rico y diverso patrimonio cultural como lo son los pueblos indígenas, ha sido estudiado con rigor por la Corte Constitucional de Colombia en el Auto 004 de 2009. En criterio de esta Institución una acción medular del Estado para asumir el desafío de garantizar la vida colectiva de hombres, mujeres y niños indígenas, bajo parámetros de preservación genuina de su integridad, desarrollo en condiciones de dignidad, respetando los derechos que ha reconocido y, respecto a los cuales ha asumido deberes de protección, es la garantía de los derechos territoriales –tierras, biodiversidad, recursos naturales, sitios sagrados-, identitarios, espirituales, autonómicos –autonomía gobierno propio, jurisdicción especial, ley de origen, creencias, entre los más relevantes-. 4. Identificación de las medidas claves y los desafíos en relación a los esfuerzos necesarios para garantizar el derecho de los pueblos indígenas de participar en la adopción de decisiones. La Constitución Política colombiana otorga especial protección al derecho a la participación de los grupos étnicos en las decisiones que los afectan. “Ha destacado la Corte Constitucional que esa especial protección se traduce en el deber de adelantar procesos de consulta con las comunidades indígenas y tribales para la adopción y la ejecución de decisiones que puedan afectarles, deber que es expresión y desarrollo del artículo primero de la Constitución, que define a Colombia como una democracia participativa, del artículo 2º, que establece como finalidad del Estado la de facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan, del artículo 7º Superior, que reconoce y protege la diversidad étnica y cultural, del 40-2, que garantiza el derecho de todo ciudadano a la participación democrática y del artículo 70 que considera la cultura fundamento de la nacionalidad”. “En ese contexto, la Corte Constitucional ha puntualizado que, en cuanto hace a los pueblos indígenas y tribales, una de las formas de participación democrática previstas 9 en la Carta es el derecho a la consulta, previsto de manera particular en los artículos 329 y 330 de la Constitución, que disponen la participación de las comunidades para la conformación de las entidades territoriales indígenas y para la explotación de los recursos naturales en sus territorios, y que tiene un reforzamiento en el Convenio número 169 de la OIT, aprobado por la Ley 21 de 1991, el cual está destinado a asegurar los derechos de los pueblos indígenas a su territorio y a la protección de sus valores culturales, sociales y económicos, como medio para asegurar su subsistencia como grupos humanos.”1 Respecto a las medidas claves necesarias para garantizar el derecho de los pueblos indígenas a participar en la toma de decisiones, es preciso, en primer lugar, tener claro que la consulta previa es un derecho fundamental y colectivo de los grupos étnicos, que se hace efectivo a través del ejercicio del derecho a la participación de las comunidades en los casos que autoridades estatales decidan adoptar alguna medida administrativa o legislativa susceptible de afectar directamente las formas o sistemas de vida, integridad étnica, cultural, social y económica de esta población; y también cuando empresas privadas o entidades estatales emprendan obras, proyectos o actividades que también puedan afectar su forma de vida, cultura e integridad social y económica. Siendo así, es indispensable la realización de la consulta previa con los grupos étnicos para garantizar su subsistencia, la cual se puede ver seriamente afectada por los cambios abruptos, en el aspecto social, cultural y medioambiental generados por la realización de proyectos en territorio indígenas o de comunidades afrodescendientes que no han sido debidamente consultados y/o no se ha logrado un acuerdo respecto a sus condiciones con las comunidades directamente afectadas. El proceso de consulta previa tiene objetivos específicos, que en aras de proteger los derechos fundamentales, colectivos e integrales de los grupos étnicos deben lograrse. En la Sentencia C-461 de 2008 la Corte Constitucional señaló los siguientes: “a) Que la comunidad tenga un conocimiento pleno sobre los proyectos destinados a explorar o explotar los recursos naturales en los territorios que ocupan o les pertenecen, los mecanismos, procedimientos y actividades requeridos para ponerlos en ejecución. b) Que igualmente la comunidad sea enterada e ilustrada sobre la manera como la ejecución de los referidos proyectos puede conllevar una afectación o menoscabo a los elementos que constituyen la base de su cohesión social, cultural, económica y política y, por ende, el sustrato para su subsistencia como grupo humano con características singulares. c) Que se le de la oportunidad para que libremente y sin interferencias extrañas pueda, mediante la convocación de sus integrantes o representantes, valorar conscientemente las ventajas y desventajas del proyecto sobre la comunidad y sus miembros, ser oída en relación con las inquietudes y pretensiones que presente, en lo que concierna a la defensa de sus intereses y, pronunciarse sobre la viabilidad del mismo. Se busca con lo anterior, que la comunidad tenga una participación activa y efectiva en la toma de la decisión que deba adoptar la autoridad, la cual en la medida de lo posible debe ser acordada o concertada.” 1 Corte Constitucional Sentencia C-030 de 2008 10 La jurisprudencia ha reiterado que la simple información o notificación que se le hace a la comunidad indígena o negra sobre un proyecto de exploración o explotación de recursos naturales carece del valor de consulta y, por lo tanto, es indispensable que “se cumplan las directrices mencionadas, que se presenten fórmulas de concertación o acuerdo con la comunidad y que finalmente ésta se manifieste, a través de sus representantes autorizados, su conformidad o inconformidad con dicho proyecto y la manera como se afecta su identidad étnica, cultural, social y económica.”2 Ahora bien, en el evento en que no se logre un acuerdo o concertación con el grupo étnico pese a la realización con las garantías constitucionales del proceso de consulta previa, surgen ciertas obligaciones para las autoridades públicas, quienes preservan la competencia para adoptar una decisión final sobre la realización del proyecto, obra o actividad. Esta decisión, igualmente, debe sujetarse a evidentes mandatos constitucionales, por lo tanto no puede ser arbitraria ni autoritaria sino objetiva, razonable y proporcionada a la finalidad constitucional que le exige al Estado la protección de la identidad social, cultural y económica de los grupos étnicos. Es forzoso, entonces, que las autoridades públicas hagan uso de los mecanismos necesarios para mitigar, corregir o restaurar los efectos que las medidas de la autoridad causen o puedan generar detrimento de la comunidad o de sus miembros. La jurisprudencia constitucional, igualmente, ha señalado que si no se logra el consentimiento de los pueblos consultados acerca de las medidas propuestas, las entidades públicas deberán evaluar, de acuerdo a sus competencias, la gravedad de las lesiones individuales y colectivas que se causen con las medidas, a fin de implementarle al programa los correctivos que sean necesarios para salvaguardar a las personas, sus bienes, instituciones, trabajo, cultura y territorio. La Defensoría del Pueblo considera importante resaltar que en Colombia el goce del derecho al territorio de los pueblos indígenas y de las comunidades afrocolombianos es uno de los asuntos de mayor complejidad, ampliamente documentado en diferentes espacios institucionales, académicos y de los medios de comunicación, siendo el desplazamiento forzado uno de los efectos más graves que se opone al goce efectivo de este derecho. Lamentablemente, en muchas cabeceras municipales en la mayoría de departamentos del país miles de indígenas y de afrocolombianos sufren el rigor del desarraigo territorial debido a diferentes factores. Los más graves y también conocidos a nivel internacional se relacionan con las acciones armadas de los grupos al margen de la ley o a las confrontaciones entre éstos y la fuerza pública regular del Estado. Asimismo, los agentes ilegales que promueven el cultivo de plantas con fines ilícitos (coca, amapola, por ejemplo), constituyen una causa de constante vulneración del derecho al territorio, así como a la vida e integridad colectiva de los grupos étnicos. Se suma a las causas indicadas la ejecución de diferentes proyectos, obras y actividades que de manera inconsulta, algunas empresas del sector privado – internacional o nacional- desarrollan en territorios colectivos de los pueblos indígenas y afrocolombianos que sin lugar a duda amenazan y vulneran los derechos fundamentales, colectivos e integrales de los grupos étnicos en Colombia. Se ha comprobado que los proyectos de explotación minera y petrolera causan daños graves 2 Corte Constitucional. Sentencia Su-039 de 1997 11 a aguas y ecosistemas, reducen la cacería, la pesca y otras fuentes alimenticias de las comunidades indígenas. Las plantaciones de palma aceitera alteran los ecosistemas y destruyen la fauna y la flora nativas y afectan el derecho al territorio de los grupos étnicos, asimismo, la implementación de los megaproyectos de infraestructura y producción energética, agrícola y vial implican una reorganización del territorio que afecta los derechos los pueblos indígenas y de las comunidades afrocolombianas, por esta razón las solicitudes de constitución o ampliación de resguardos indígenas en territorios donde se realizan megaproyectos han sido suspendidos o han presentado demoras injustificadas. Igualmente, en Colombia se han presentado casos de desplazamiento forzado de indígenas y afrocolombianos a causa de la ejecución de proyectos y megaproyectos que se han realizado sin consulta previa y vulnerando los derechos fundamentales de estas poblaciones. Esta situación ha generado, además de los problemas económicos, la dificultad de acceso a los servicios sociales y la discriminación de que son objeto, una tendencia al desarrollo de un proceso acelerado de pérdida de su identidad cultural producto de la migración y el desplazamiento forzado, toda vez que se presenta una alteración de las relaciones con el territorio y la comunidad de origen, que puede llegar al rompimiento de sus tejidos culturales y a su desaparición como sujetos de derechos colectivos. En este orden de ideas, se puede afirmar que los desafíos en relación con los esfuerzos necesarios para garantizar el derecho de los pueblos indígenas de participar en la adopción de decisiones están dirigidos, en primer lugar, al gobierno colombiano para que adopte acciones de Estado que conduzcan a la real vigencia del derecho fundamental a la consulta previa y concertación con los pueblos indígenas y las comunidades afrocolombianas, mediante procedimientos apropiados respecto a políticas y programas que les conciernen y cada vez que se adopten medidas legislativas o administrativas en materia agraria, forestal, de infraestructura y minera que les afecte, de conformidad con el artículo 6 del Convenio 169 de la OIT y los parámetros establecidos por la Honorable Corte Constitucional. Igualmente, se considera de vital importancia que el gobierno ofrezca condiciones apropiadas para el dialogo con las autoridades y las organizaciones de los pueblos indígenas en torno a los derechos humanos en sus territorios, así como los planes y proyectos económicos que los perjudican. En conclusión, para la Defensoría del Pueblo el desafío a cargo de las entidades públicas se concreta en el diseño y la formulación de una política pública con carácter diferenciado para asegurar a los pueblos indígenas la superación de la desigualdad, pobreza y exclusión, que ha caracterizado las inveteradas relaciones con el Estado y la sociedad mayoritaria, y asegurando la igualdad en condiciones de dignidad dentro de sus sistemas culturales, así como relaciones equitativas con los demás actores que conforman el sistema democrático de los cuales hacen parte. Específicamente, es indispensable la formulación de una política pública para que se haga efectivo el derecho fundamental a la consulta previa para los pueblos indígenas, que incluya una metodología consensuada para la realización de los procedimientos de consulta que asegure la participación de los miembros de las comunidades, empezando por la 12 consulta y participación en la elaboración de la reglamentación legal del proceso de consulta. Por su parte, la Defensoría del Pueblo con fundamento en su misión institucional de impulsar la efectividad de los derechos humanos en el marco de un Estado social de derecho, democrático, participativo y pluralista mediante la promoción, divulgación, defensa y protección de los derechos humanos y la divulgación y promoción del derecho internacional humanitario, continuará impulsando la aplicación del principio de diversidad étnica y cultural, mediante el desarrollo de las siguientes líneas de acción: La mediación en los conflictos que se presente entre los grupos étnicos o entre éstos y el Estado; el seguimiento de los acuerdos celebrados entre los grupos étnicos y las autoridades del Estado; la presencia en regiones con situaciones críticas en derechos humanos; la participación en reuniones interinstitucionales y la asesoría por parte de la Defensoría Delegada para los Indígenas y Grupos Étnicos. Específicamente, consideramos que para la Defensoría constituye, entre otros, un gran desafío fortalecer a las organizaciones, líderes, autoridades y miembros de los pueblos indígenas en el conocimiento de sus derechos reconocidos en normas internacionales y nacionales para que puedan reclamar el goce efectivo de los mismos, en aras de preservar su identidad cultual. 13