PARA EL CELEBRANTE respeta en su integridad, lo trasmite con fidelidad, y nunca lo usa para satisfacer sus caprichos o por ansia de poder. La mejor señal para distinguir el verdadero del falso profeta son aquellas palabras del Señor: "Por sus obras los conoceréis". Debemos abrirnos al verdadero profeta enviado por Dios, apoyarlo, animarlo y colaborar con él y con la misión que le fue encomendada. XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B «Alabado seas, mi Señor» MONICIÓN DE ENTRADA En este domingo estamos invitados a reconocer con Jesús que “Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa”. Un reconocimiento que no sólo nos prepara a las contradicciones y conflictos, sino también a examinar si aceptamos las llamadas proféticas dirigidas a nosotros. Que la celebración de la Eucaristía nos ayude a caminar cantando, sabiendo que nuestras luchas y preocupaciones no nos van a quitar el gozo de la esperanza. Nosotros como pueblo de Dios, Iglesia de Cristo, tenemos una misión profética. Tras el Concilio Vaticano II, cuando la Iglesia habla de lo "profético" o "misión profética de la Iglesia", hace referencia a sus intervenciones en la vida pública, sobre todo a propósito de los derechos humanos o al modelo de desarrollo aplicado en los distintos países. "La actuación de la Iglesia en materia de derechos humanos, en su mensaje de liberación, en su opción por los pobres, pertenece a su misión y es algo constitutivo de su ser" (Documento de Puebla) No ser reconocida la Iglesia como la voz legítima de Cristo, como Iglesia profética, no quiere decir que no lo sea. Hace pocos días que hemos conocido la encíclica "Laudato si", un documento de la Doctrina Social de la Iglesia, un documento profético. La "defensa de la casa común", que entre los cristianos tiene valiosos antecedentes, es elevada por el Papa Francisco a la categoría de "deber moral para con Dios y los hombres." "¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?" (LS 160). Esta pregunta está en el centro de "Laudato si". "Esta pregunta no afecta sólo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario", y nos conduce a interrogarnos sobre el sentido de la existencia y el valor de la vida social: "¿Para qué pasamos por este mundo? ¿para qué vinimos a esta vida? ¿para qué trabajamos y luchamos? ¿para qué nos necesita esta tierra?" si no nos planteamos estas preguntas de fondo -dice el Pontífice – "no creo que nuestras preocupaciones ecológicas puedan obtener resultados importantes." El Papa nos llama a "descubrir el sentido trascendente de la vida de cada persona"; a descubrir la grandeza de Dios en su obra creadora, a cuidarla con amor y humildad. Cómo nos cuesta a nosotros comprender y aceptar a ese Dios, a nosotros que colocamos como valores supremos para nuestras vidas la riqueza, el poder, el gozo, la posición social; a nosotros que buscamos a Dios cuando lo necesitamos para que haga nuestra voluntad, y lo olvidamos y lo rechazamos cuando Él nos necesita a nosotros. “Si tú quieres salvar tus ojos, tus manos, tus bienes y no quieres compartirlos ni someterlos a una justicia según el pensamiento de Dios, lo perderás todo.” (Beato Oscar Romero) Guión litúrgico, Domingo de Cáritas 5 de julio de 2015 XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B, año del Señor 2015 www.caritas-sevilla.org ACTO PENITENCIAL Porque no escuchamos las palabras de los otros que nos llaman a cambiar y convertirnos. - Señor, ten piedad. Porque no descubrimos el amor de Dios en este mundo que Él tanto ama. - Cristo, ten piedad. Porque no vivimos en pobreza, sencillez y confianza en el Padre. - Señor, ten piedad. MONICIÓN A LAS LECTURAS Sabemos que la Iglesia es el Pueblo de Dios “santo y al mismo tiempo necesitado de purificación”, como reconoció el Concilio Vaticano II (Cf. LG 8), pero a menudo compartimos la actitud de los coterráneos de Jesús y fácilmente ponemos etiquetas. Que la escucha atenta de la Palabra de Dios nos ayude a avanzar en nuestro camino de conversión. Lectura de la profecía de Ezequiel 2, 2-5 Sal 122, 1-2a. 2bcd. 3-4 (R.: 2cd) Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 7b-10 Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 1-6 PARA EL CELEBRANTE ORACION DE LOS FIELES Abriendo nuestro corazón a todos los regalos que Dios nos hace en su creación, elevemos nuestra oración al Señor. Respondamos diciendo: Que aprendamos a valorar, Señor, el regalo de tu creación. - Por la Iglesia, que como madre, enseñe siempre a conservar nuestro planeta tierra, que nada de este mundo le sea indiferente y nosotros cuidemos la creación como casa habitable para todos, roguemos al Señor. - Por los cristianos que nos preocupemos por unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, roguemos al Señor. - Para que todos colaboremos como instrumentos de Dios en el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades, roguemos al Señor. - Para que denunciemos y luchemos contra la cultura del descarte que excluye a los seres humanos y a las cosas, convirtiéndolas en basura, roguemos al Señor. - Para que el compromiso de nuestra comunidad con los más pobres, a través de su cáritas parroquial, sea testimonio de que hemos descubierto el amor de Dios y su desmesurado cariño hacia todos nosotros, roguemos al Señor. - Para que descubramos el reflejo de Dios en todo lo que existe y su contemplación nos lleva a adorar al Señor por su creación, roguemos al Señor. Dios, dador de todo bien, ayúdanos a que nuestro avance técnico no destruya ni deteriore sino que respete y goce los bienes de la creación, que tú has regalado al universo. Por Jesucristo nuestro Señor. MENSAJE PARA ANTES DE LA COLECTA Dice el papa Francisco en la encíclica “Laudato si” que “Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y Guión litúrgico, Domingo de Cáritas 5 de julio de 2015 XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B, año del Señor 2015 www.caritas-sevilla.org consumir.” Nosotros hemos conocido el amor de Dios y con amor queremos responder. Por eso tengamos el gesto de colaborar en el cuidado mutuo hacia aquellos hijos suyos más necesitados, los pobres a los que nuestra comunidad, a través de su cáritas parroquial, atiende. Para ellos os pedimos vuestra colaboración en la colecta que vamos a realizar. En las manos de Dios nuestra aportación será engrandecida por su gracia. REFLEXIÓN La liturgia de hoy nos interpela a ser profeta en medio de un mundo obstinado. Ezequiel es denominado “hijo de Adán”, destacando la debilidad humana frente a la grandeza de Dios. Jesús va dándose a conocer, y es en su propio pueblo donde causa extrañeza y hostilidad. No es fácil reconocer que alguien, cuyos orígenes y pasos sean conocidos, intente un día enseñarnos algo. Dejamos de ver lo que tenemos ante los ojos y preferimos recordar lo que tenemos en la memoria. Decimos "Nadie es profeta en su tierra" y en muchas ocasiones es verdad. A veces estamos tan cerca de algunas personas y no vemos su grandeza. Otras veces, y eso es aún peor, no reconocemos lo bueno en el otro porque sentimos en nuestro interior la envidia o los celos. No ser reconocido como profeta en su tierra no significó para Cristo dejar de serlo. Aunque las profecías hablaban de Él, pobre y humilde, ellos esperaban un Mesías majestuoso que irrumpiera en la historia de su pueblo lleno de gloria, poder y majestad. Por eso los que compartieron su vida durante tantos años, no fueron capaces de reconocer la presencia y la acción de Dios en Jesús, el hijo del carpintero. El profeta en las sagradas Escrituras aparece con una misión difícil: denunciar el mal que existe, denunciar el mal que impide al hombre llegar a su realización, a su salvación; denunciar el mal que se ha "estructurado" y que impide que el pueblo, la comunidad de hombres y mujeres, marche por los caminos de liberación. El profeta tiene en sus manos la misión de anunciar la salvación que viene de Dios, anunciar que Cristo es salvador de todo ser humano. El profeta no busca engrandecerse a costa de su misión. El profeta sufre incomprensión, no tiene acogida entre los suyos, pero sabe que lo importante es estar "en medio de su pueblo" y cumplir la misión que se le ha encomendado. En un mundo confuso por la aparición de falsos profetismos, nosotros que decimos ser seguidores de Cristo, debemos aprender a distinguir entre los verdaderos y falsos profetas. Es necesario que sepamos acoger al verdadero profeta, el mensaje que él nos trae, porque su palabra no nace de su iniciativa, sino que la recibe de Dios para darla a los demás. El verdadero profeta no es propietario del mensaje, por eso lo