Wolf SH y Jonson RE. El punto de nivelación: cuando los avances médicos son menos importantes que el mejoramiento de la fidelidad con que son administrados. The break-even point. when medical advances are less important than improving the fidelity with which they are delivered. Annals of Family Medicine 2005;3:545-552. Disponible en: http://www.annfammed.org/cgi/content/full/3/6/545 Traducción: Lic. Elsa Zuferri Reseña: Lic. Manuel Cue Introducción Aunque la medicina moderna puede sentirse orgullosa de sus éxitos en la prevención y tratamiento de las enfermedades, se puede hacer mucho más para aliviar la morbilidad y la mortalidad prematura. Predominan dos problemas trascendentes. Primero, por nuestros datos, los estadounidenses reciben sólo el 55% de los servicios de atención de salud recomendados. Las lagunas en la administración son aún mayores para los pobres y para las minorías raciales y étnicas. Segundo, las intervenciones que los estadounidenses sí reciben tienen limitada eficacia para mejorar los resultados. Más vidas pudieran salvarse mediante el desarrollo de mejores medicamentos, tecnologías y procedimientos. En efecto, la sociedad enfrenta una elección entre estas 2 estrategias para el mejoramiento de la salud y tiene que lograr un prudente balance referido a cuántos recursos asigna a cada empeño. Fidelidad El primer empeño debe dirigirse a lo que pudiera ser descrito como fidelidad de la atención de salud. Independientemente de la eficacia o efectividad de las intervenciones, la fidelidad es el alcance con que el sistema otorga a los pacientes las intervenciones que ellos necesitan, las administra apropiada y precisamente cuándo ellos las necesitan. La fidelidad está ausente cuando los pacientes no pueden hacer saber sus necesidades de atención (ej., existen barreras en el acceso o la comunicación), cuando los clínicos no son capaces de reconocer que una intervención es la indicada (ej., hay falta de tiempo, de conocimiento, de atención o de memoria) y cuando la intervención no se puede administrar apropiadamente (ej., hay inadecuación en la infraestructura, procedimientos, seguridad, coordinación o información). La fidelidad tiene menos que ver con las propiedades de las intervenciones que con la funcionalidad del sistema que las administra. Requiere de sistemas de atención (ej., grupos de práctica, hospitales) que posean diseños inteligentes, profesionales hábiles, equipos coordinados, recursos adecuados, sistemas de información competentes, recordatorios u otras herramientas que apoyen las decisiones, cooperación a través de organizaciones para lograr que no haya grietas y una cultura del liderazgo comprometida con una atención paciente-dirigida. Reunir estas condiciones es un modo esencial para que la sociedad mejore la salud de la población. Eficacia y efectividad La segunda estrategia para aliviar la enfermedad es realzar la eficacia y efectividad de las intervenciones. No hay tratamiento perfecto. La salud puede mejorarse si los procedimientos de detección y diagnóstico se hacen más precisos y si los tratamientos pueden tener un mejor desempeño en la reducción de la morbilidad y la mortalidad. Esta empresa involucra a la investigación biomédica básica, la traducción de la ciencia básica a la aplicación humana y los ensayos clínicos para evaluar la efectividad, la seguridad, los efectos adversos y los costos. El esfuerzo para mejorar la eficacia y la efectividad involucra el desarrollo de nuevos agentes y productos en universidades - basados en laboratorios industriales privados, así como la diseminación de estos productos a través del otorgamiento de licencias, anuncios y otros canales. Esta prodigiosa inversión tecnológica para perfeccionar nuevos medicamentos y procedimientos es el segundo modo más importante de mejorar la salud de la población. Prioridades sociales Un observador objetivo coincidiría en que los Estados Unidos dedica la mayor parte de sus recursos al segundo objetivo, el realce de la eficacia. La industria farmacéutica gasta 32 billones de dólares anualmente para desarrollar nuevos medicamentos y bioderivados. Esta cantidad excede el presupuesto total de 29 billones de dólares de los Institutos Nacionales de Salud, los que, a su vez, gastan la mayor parte de sus dólares dedicados a la investigación en la ciencia básica y la investigación translacional para aportar nuevos medicamentos y tecnologías al mercado. Por el contrario, nuestra sociedad gasta relativamente poco en la fidelidad. Los sistemas de salud gastan mayormente en la distribución de atención –tanto en su administración como en la competencia - pero relativamente poco en los importantes rediseños de sistemas que resultan esenciales para una buena distribución de la atención. Aunque algunas instituciones progresistas – ejemplificadas por la Veterans Administration, “proyectos de colaboración para descubrimientos sensacionales” y sistemas de salud descollantes - han puesto en práctica audaces rediseños y logrado notables éxitos en cuanto a distribuir una correcta atención en el momento oportuno, la mayoría de los sistemas de salud y de las prácticas privadas se han movido con menos audacia. Por el contrario de los dirigentes de otras industrias que se han comprometido con la calidad, los administradores de atención de salud no han interiorizado la necesidad de reestructurar el sistema y no han dirigido recursos para optimizar el servicio a sus clientes. Además, los encargados de dictar políticas no han resuelto el problema de las barreras de acceso y de los seguros de salud que niegan la atención como mínimo a 45 millones de estadounidenses. La inversión social en la investigación también incluye poco para la fidelidad. El presupuesto anual de la entidad federal con la mayor responsabilidad para este tipo de investigación, la Agency for Healthcare Research and Quality, es aproximadamente de 300 millones de dólares, con 1 millón de cada 100 apropiados por los Institutos Nacionales de Salud. La industria privada gasta enormes sumas para desarrollar un solo medicamento nuevo. El espíritu de búsqueda e innovación que los científicos aplican a la creación de nuevas tecnologías pudiera producir ingeniosas soluciones a los problemas de la distribución de la atención de salud si similares niveles de energía intelectual se aplicaran a ello. La elección de la sociedad de dedicar billones de dólares a la aparición de nuevos medicamentos y dispositivos sugiere que valora la eficacia por encima de la fidelidad en sus prioridades en cuanto a mejoramiento. ¿Es justa la comparación? Pudiera argumentarse que las inversiones para realzar la eficacia tienen un mejor record de éxito que el perfeccionamiento de la distribución de la atención, haciendo estos cálculos hipotéticos no realistas. La medicina puede apuntar hacia drásticas ganancias en el mejoramiento de la eficacia mientras las barreras intratables para lograr fidelidad hagan que el objetivo de un 100% de acceso parezca insostenible. Pero las suposiciones que subyacen en este argumento merecen escrutinio. Primero, aunque la investigación biotecnológica produzca increibles avances, el denominador está poblado por un número mucho mayor de fracasos. Sólo 1 de 10 000 compuestos investigados por la industria farmacéutica se convierte en un nuevo medicamento. Sólo el 20% de las solicitudes de nuevos medicamentos a la Food and Drug Administration progresa hacia ensayos clínicos y son aprobados como nuevos medicamentos. Buena parte de la investigación biotecnológica produce resultados negativos o produce nuevos agentes o tecnologías de mínimo valor por encima de la atención estándar (ej., los medicamentos “yo también”). Sólo el 22% de los medicamentos aprobados por la Food and Drug Administration representan una “significativa mejoría comparado con los productos comercializados”. Cuando se comparan los increibles avances con el denominador de todos los esfuerzos de investigación privados y públicos, el beneficio neto de la salud pública a partir del empeño es modesto. Segundo, la noción de que la fidelidad no puede mejorarse sustancialmente es errónea. Una gran evidencia derivada de los ensayos sugiere lo contrario. De acuerdo a algunos análisis, la probabilidad de ofrecer la atención correcta puede incrementarse en el 68% a través del énfasis en lo educacional y del mercadeo social, en un 250% si se le ofrece retroalimentación a los médicos acerca de sus desempeños y en un 420% si se instituyen sistemas de recordatorios. La calidad mejora y los errores se reducen cuando se construyen sistemas con características integradas y multifacéticas que “hacen difícil para la gente hacer lo incorrecto”. Limitaciones Esta tesis encuentra problemas tanto al nivel metodológico como de política. La primera limitación metodológica es que los índices de riesgo relativo y los estimados de proporción de la población elegible que recibe los tratamientos recomendados están sujetos a error. Los estimados de punto que utilizamos oscurecen la heterogeneidad con la que las intervenciones se desempeñan a través de agentes y escenarios. Segundo, los cálculos asumen que los pacientes que no están recibiendo intervenciones enfrentan el mismo riesgo y se benefician de forma equivalente a la de aquellos con acceso. Tercero, un consumo del 100% es raramente asequible y los cálculos deben ajustarse a expectativas más realistas. Formidables desafíos impiden la distribución de atención a los desventajados y a las poblaciones minoritarias que están desproporcionadamente afectadas por un inadecuado acceso, por los seguros de salud y por disparidades en la atención. Cuarto, el difícil punto terminal de que el receptor de un servicio no pueda darse cuenta si un servicio estuvo bien distribuido, con calidad, seguridad y compasión. Más allá de sus limitaciones metodológicas, nuestra tesis encuentra sus mayores dificultades al nivel de la política. Primero, nos planteamos una falsa dicotomía al sugerir que la prosecución de la eficacia y la fidelidad son mutuamente exclusivas cuando un empeño puede realzar el otro. Por ejemplo, el uso de la terapia puede mejorar si la industria desarrolla productos más aceptables o si las campañas promocionales alertan a los pacientes y sus médicos de la necesidad de tratamiento. Una razón de envergadura por la que los pacientes elegibles no toman medicación reductora de lípidos –la falta de alerta o de aceptación de que los medicamentos son necesarios - puede mitigarse mediante las campañas promocionales de un billón de dólares de las compañias farmacéuticas. Segundo, este artículo se concentra en las inversiones en nuevos productos cuando a menudo el compromiso involucra la intensidad de la atención. Por ejemplo, mientras que muchas mujeres reciben mamografías y pruebas de Papanicolau más frecuentemente de lo que lo necesitan, el 47% de las aborígenes americanas elegibles y de las nativas de Alaska no han recibido una mamografía reciente. Los recursos consumidos por el sobreuso de atención pudiera hacer más bien si se emplearan en servir a los que reciben una inadecuada atención. La asignación de recursos basada en la relativa efectividad de los servicios de atención de salud y la dimensión de la población en riesgo (ej., asignación para inmunizaciones de niños contra transplantes de corazón) pudiera adicionalmente realzar la salud de la población. Un estudio británico calculó que la reducción de los factores de riesgo había salvado 731 720 años vida en Inglaterra y Gales, comparado con 194 145 años vida ganados mediante tratamientos cardíacos. Tercero, nuestro análisis se concentra sólo en beneficos de salud seleccionados a partir de mejorar la eficacia y la fidelidad. Una comparación más completa consideraría otros resultados de salud, perjuicios y costos, así como elucidaría los compromisos en las poblaciones prioritarias (ej., minorías raciales y étnicas, niños, ancianos). Cuarto y más importante, la tesis considera un encargado de tomar decisiones no existente en la sociedad estadounidense, que es el responsable y controla los recursos tanto para desarrollos tecnológicos como para sistemas con vistas a mejorar la distribución de la atención. En nuestro sistema de atención de salud, los fabricantes del sector privado son en gran medida responsables de la asignación de recursos para medicamentos y desarrollos tecnológicos, mientras que los administradores de sistemas de salud y las instituciones gubernamentales deciden cuánto gastar en el mejoramiento de la calidad. El motor generador de riqueza en la industria privada no es un recurso compartido con los planes de salud para rediseñar los sistemas de atención.