SANTÍSIMA TRINIDAD, 15/6/2014 Éxodo 34, 4b-6.8-9; Cántico Daniel 3; 2ªCorintios 13, 11-13; Juan 3, 16-18. Terminadas las fiestas pascuales, la Liturgia de la Iglesia nos invita a celebrar la fiesta de Dios, de su nombre, de su amor. ¿Has sido invitado alguna vez a un cumpleaños? ¿Por qué te han invitado? Lo normal es que nos inviten las personas que nos quieren, que nos aprecian, a las que les caemos bien, o las que buscan profundizar nuestra amistad. Nosotros también invitamos a los que queremos, a quienes consideramos nuestros amigos o a quiénes queremos que lo sean, y nos alegramos con ellos, cualquier cosa es motivo para regalarles algo y celebrar algo con ellos. Lo mismo pasa con nuestra relación con Dios, y esto es lo que celebramos en este domingo. Dios nos quiere, mejor dicho, nos ama, y nos ama tanto que nos envío a su Hijo, se nos dio a sí mismo, no para juzgarnos, sino para estar con nosotros y que nosotros estemos con él, como uno quiere estar en compañía de sus amigos, de los que ama. Celebramos el amor de Dios, por eso, estamos invitados a bendecir a Dios, como hacemos este domingo al sustituir el salmo por una parte del cántico de Daniel, donde se alaba a Dios por lo que Él es, por su grandeza, por su gloria, por su nombre. Recordamos con Moisés su nombre, lo llamamos por su nombre, un nombre que nos sabe a amor, a misericordia, compasión, pues Dios es el amigo que nos perdona, que disculpa nuestra testarudez, que sigue caminando con nosotros, aunque en alguna ocasión nosotros lo hayamos abandonado. Un amigo que nos pide lo que se puede esperar de un grupo de amigos. Nos lo recuerda san Pablo: la alegría, el ánimo, compartir los sentimientos, vivir en paz. Esto es lo que Dios quiere de nosotros y nos pide que hagamos nosotros hoy en medio del mundo: vivir la alegría, animarnos unos a otros, no ser ajenos a los sentimientos de los otros y entre todos construir la paz. Nada del otro mundo, pero algo que todavía esta por hacer. Seamos amigos, seamos amigos de Dios, celebremos su fiesta y que esto nos comprometa a vivir como Él nos invita a hacerlo.