Desarrollo social y de la personalidad

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DESARROLLO SOCIAL Y DE LA PERSONALIDAD
Cuando nace, el niño está muy indefenso, a la vez tiene una gran capacidad de
aprendizaje y se siente atraído por los estímulos de origen social.
El niño indefenso, bien dotado para el aprendizaje y pre orientado socialmente,
tiene además una serie de necesidades básicas, algunas de las cuales son:
1. Protección de los peligros reales e imaginarios contra la vida y la salud.
2. Cuidados básicos como la alimentación, limpieza, temperatura adecuada,
etc.
3. Posibilidad de establecer vínculos afectivos estrechos con algunos adultos.
4. Exploración del entorno físico y social.
5. Actividad lúdica con objetos y personas.
El grupo social donde nace el niño le transmite la cultura acumulada a lo largo de
todo el curso del desarrollo de la especie. Esta transmisión cultural implica valores,
costumbres, asignación de roles, enseñanza del lenguaje, destrezas y contenidos
escolares y se lleva a cabo a través de determinados agentes sociales,
encargados de satisfacer las necesidades del niño.
Los procesos de socialización
La socialización es un proceso interactivo necesario al niño y al grupo social
donde nace, a través del cual el niño satisface sus necesidades y asimila la cultura
a la que la sociedad se perpetúa y desarrolla.
Los procesos de socialización son fundamentalmente tres:
1. Procesos mentales de socialización: adquisición de conocimientos.
2. Procesos afectivos de socialización: formación de vínculos.
3. Procesos conductuales de socialización: conformación social de la
conducta.
Estos vínculos una vez establecidos, unen al niño con los demás y, su
mantenimiento se convierte en uno de los motivos fundamentales de la conducta
pro-social.
Los procesos mentales de socialización son muy amplios y diversos: conocimiento
de los valores, normas, costumbres, personas, instituciones y símbolos sociales,
así como el aprendizaje del lenguaje y la adquisición de conocimientos
transmitidos a través del sistema escolar y otras fuentes de información.
La socialización implica también la adquisición de conductas consideradas
socialmente deseables, así como el evitar aquellas que son juzgadas como
antisociales.
El proceso inicia con el nacimiento y permanece a lo largo del siclo vital.
Procesos mentales de socialización
La adquisición de conocimientos sociales es uno de los aspectos fundamentales
del desarrollo social. Estas adquisiciones son muy numerosas, y algunas de ellas
se dan sólo embrionariamente en la etapa que aquí nos ocupa.
Conocimientos sociales.
a) Referidos a personas:
•
Reconocimiento, identidad y roles.
•
Diferenciación entre conocidos y extraños.
•
Sentimientos, pensamientos, intenciones y punto de vista de lo demás.
•
Relaciones entre las personas: amistad, relaciones familiares, etc.
b) Conocimiento de la sociedad:
•
Conceptos sociales: dinero, pobre, rico, nación, ciudad, etc.
•
Conocimiento de las instituciones: familia, escuela, hospital, parlamento,
etc.
•
Conocimiento de los valores, normas, juicio moral, etc.
Desde el momento del nacimiento, los niños pequeños son capaces de percibir
algunas expresiones emocionales de los demás y tener experiencia vicaria de
ellas. Niños de pocos días se contagian de expresiones emocionales de los demás
a través de la visión o de la audición. Además, en los primeros días de vida
aprenden algunas señales e indicios sociales.
El reconocimiento de algunas emociones e indicios sociales no significa que los
niños reconozcan ya a las personas en cuanto tales, sino que se trata de un mero
contagio emocional o del reconocimiento de determinadas asociaciones o
contingencias, del reconocimiento de la recurrencia de determinados estímulos
que se repiten y no, del reconocimiento de la persona como algo global.
El reconocimiento de las personas en cuanto tales es hasta el segundo trimestre
de vida, hacia los tres o cuatro meses. Donde los niños ponen de manifiesto
numerosas conductas diferentes, según la persona con quien interactúen (lloro,
sonrisa, contacto corporal, mirada, etc.). Por eso buscan más contacto con las
personas que conocen que con las que les son desconocidas.
A lo largo del segundo trimestre de vida, antes de los seis meses, los niños
reconocen perfectamente a determinadas personas que adquieren un gran
significado conductual para ellos. Los niños distinguen claramente a determinadas
personas, manifiestan clara preferencia por interactuar con ellas y recibir sus
cuidados, reaccionan con frecuencia ante su ausencia de forma clara: cambios en
la temperatura y ritmo cardíaco, lloro, expresión de tristeza, etc.
Durante el segundo semestre del primer año de vida, por el octavo mes, se
produce un cambio cualitativo en el conocimiento social de los conocidos y
extraños. Los niños no solo discriminan entre personas que les son familiares y los
desconocidos, sino que adoptan una posición de cautela, recelo o miedo ante los
desconocidos. Esto depende de la forma del encuentro con el extraño el que el
niño manifieste menor o mayor cautela, recelo o miedo. Estas reacciones se
expresan en conductas visuales, sonoras y motoras, que ponen de manifiesto que
el niño hace una valoración de la persona que se acerca a él y de la situación en
que el encuentro tiene lugar.
El reconocimiento de sí es posterior al reconocimiento de las otras personas.
Hasta el último trimestre del primer año de vida, aunque los niños reconocen cisas
que les pertenecen y elementos parciales de su cuerpo, reaccionan ante su
imagen como si fuera la de otro.
A partir de los 15-18 meses, la capacidad de reconocimiento depende menos del
carácter contingente de su propia imagen, distinguiéndola de la de los demás con
mayor éxito. En la segunda parte del segmento año de vida, los niños reconocen
su imagen con claridad independientemente de su carácter contingente o no.
La adquisición de la identidad sexual sigue un triple proceso:
a) Reconocimiento conductual de la existencia de dos tipos de objetos. Los
niños, en relación con estas actividades manifiestan preferencias según su
sexo antes de los dos años.
b) Auto clasificación en una de las dos categorías sexuales. Supone no sólo
un conocimiento social de la identidad sexual y de género de los demás,
también un conocimiento de sí mismo. Este juicio lo hacen entre el año y
medio y los tres años.
c) A partir de los tres años usan el conocimiento de la identidad sexual y de
género para definir con claridad sus preferencias y valoraciones.
Procesos conductuales de socialización.
Suponen:
•
El conocimiento de valores, normas y hábitos sociales.
•
El control sobre la propia conducta.
Incluyen:
•
Aprendizaje de hábitos sociales: comer vestir, etc.
•
Aprendizaje de habilidades sociales.
•
Conductas pro sociales y evitar conductas consideradas indeseables.
El niño tiene que aprender numerosas habilidades sociales que le son exigidas
desde los primeros años de vida. Estas adquisiciones suponen el conocimiento de
valores, normas y hábitos sociales, y el adecuado control de la conducta para
poderlos llevar a cabo. La educación de estos se inicia antes de los dos años; pero
su desarrollo tiene lugar a partir de esta edad.
Entre los aprendizajes que se inician antes de los dos años están: elección de
ropas apropiadas a su sexo, colaboración al vestirse y desvestirse, control de
esfínteres, manejo rudimentario de los cubiertos y otros hábitos de comida,
comunicación por turnos y cuidado de instrumentos domésticos, pedir cosas,
escuchar, preguntar, intercambiar objetos, etc.
Durante los dos primeros años, los niños no conocen la norma social o no la
comprenden, por ello, se dan numerosos conflictos ante los que los niños
reaccionan con frecuencia, con rabietas.
Juegan un papel decisivo las figuras de apego porque ellas son las que controlan
al ambiente social que vive el niño y, a la vez, quienes ponen en juego, mas que
ningún otro, todos los procedimientos. Favoreciendo la identificación del niño con
ellas, así la asimilación social de sus valores, normas y conductas.
Procesos afectivos de socialización
Afectos que impulsan al individuo a vincularse de una u otra forma con los demás.
•
Deseo.
•
Atracción
•
Enamoramiento
•
Empatía
•
Apego
•
Amistad
El apego es un vínculo afectivo que establece el niño con las personas que
interactúan de forma privilegiada con él, estando caracterizado por determinadas
conductas, representaciones mentales y sentimientos.
El apego es, también, un conjunto de sentimientos asociados a las personas con
las que el niño está vinculado.
Este vínculo afectivo se forma a lo largo del primer año de vida, como resultado de
la necesidad de vinculación afectiva que tiene el niño y las conductas que para
satisfacerla pone en juego, por un lado, y el ofrecimiento de cuidados y atenciones
específicas que le ofrece la madre, por otro. Este es el resultado de la interacción
privilegiada entre el niño y algunos adultos.
El vínculo afectivo supone el reconocimiento de las personas y la asociación
estable de conductas, expectativas y sentimientos de apego a referidas a esas
personas concretas.
El proceso de formación y desarrollo del apego pasa fundamentalmente por las
siguientes etapas:
I.
Dos primeros meses de vida
Durante ellos el niño se comporta como un activo buscador de estímulos
sociales, se siente atraído por el rostro, la voz, el acto y la temperatura de las
personas que le rodean; incluso asocia determinadas posturas o estímulos
sociales a acontecimientos concretos, como el amamantamiento, mecimiento,
limpieza, etc., pero no hay pruebas seguras de que llegue a reconocer a las
personas en cuanto tales.
II.
Desde el segundo al sexto mes.
Discrimina claramente entre unas personas y otras, y acepta mejor las
atenciones y cuidados de quienes le cuidan habitualmente. Niños de cuatro
meses, por ejemplo, discriminan con claridad al padre y la madre, asociando
con exactitud la cara y la voz que corresponde a cada uno de ellos.
III.
Entre los seis y los doce meses.
En este periodo, los niños no sólo ponen de manifiesto conductas de
preferencia por determinadas personas, sino que ante los desconocidos
reaccionan con cautela, recelo, miedo o, incluso rechazo. Esta reacción es muy
variable, dependiendo del estado anterior del niño, lugar donde se produce el
encuentro, rapidez con que se acerca el adulto, formas de actuación de éste,
presencia o ausencia de la madre, etc.
A partir de este periodo, cuatro grandes sistemas interactúan entre sí y
mediatizan las relaciones del niño con el entorno: exploración, apego, afiliación
y miedo a extraños.
IV.
Segundo año de vida.
El vínculo de apego se consolida, enriqueciéndose sus componentes
representacionales por el desarrollo de las capacidades intelectuales. Las
nuevas capacidades lingüísticas y mentales facilitan también la comunicación y
el entendimiento con las figuras de apego, haciendo que la interacción sea
menos asimétrica y más cargada de significados sociales.
Dentro del ambiente familiar, el niño inicia la toma de conciencia de las
relaciones entre los diferentes miembros del sistema familiar.
Los niños toman conciencia de que los padres comparten ciertas formas de
intimidad en las que ellos no pueden participar. Eso provoca deseos de
participar en ella y resistencia a abandonarlos en determinados momentos.
Esto no quiere decir que tengan deseo de poseer sexualmente al progenitor del
sexo opuesto, sino que, se trata de un deseo de participación en la intimidad
de los padres.
Los celos fraternales tienen su origen en la reestructuración del sistema
familiar que supone el nacimiento del nuevo hermano, y las consecuencias que
ello provoca.
Los celos, tienen lugar en el nacimiento de un nuevo hermano, son
probablemente inevitables y han de ser considerados como protesta ante los
cambios producidos en el sistema familiar y como alarma entre el miedo a
perder la disponibilidad y dedicación de las figuras de apego.
A. Para las demandas de los niños, los padres deben:
•
Percibir las demandas.
•
Interpretarlas adecuadamente
•
Seleccionar la respuesta adecuada
•
Responder contingentemente a la demanda
•
No aceptar la rabieta u otras formas inadecuadas de demanda como
procedimiento para obtener gratificaciones o cuidados.
B. Para las características que debe cumplir la estimulación que ofrecen
las figuras de apego:
•
CANTIDAD: abundante estimulación táctil, visual, auditiva, etc.
•
CALIDAD: la estimulación no puede dejar de ser des formalizada, íntima,
rítmica, espontánea y lúdica.
•
ACCESIBILIDAD Y DISPONIBILIDAD: las figuras de apego deben ser
accesibles y estar disponibles, adaptándose a los ritmos del niño.
•
EXCLUSIVIDAD: las figuras de apego les deben pertenecer de forma
exclusiva o que sean compartidas, sólo con los hermanos.
•
INCONDICIONALIDAD: el niño debe acabar percibiendo que es aceptado
independientemente de sus cualidades y comportamientos concretos.
•
PERMANENCIA EN EL TIEMPO: esta relación debe mantenerse en el
tiempo, sin que los niños perciban un límite temporal.
C. Para el número de figuras de apego: es conveniente que tengan varias
figuras de apego.
D. Las relaciones entre las propias figuras de apego, los conflictos, la
incoherencia de pautas educativas, las separaciones y los divorcios
provocan grandes sufrimientos en los niños.
E. Un estilo educativo general que combine las manifestaciones de afecto,
exigencias adecuadas a las capacidades del niño, comunicación que
razone e interprete las imposiciones y control sobre las actividades de
los hijos, parece la más adecuado.
En la incorporación a la escuela debe cuidarse especialmente el período de
adaptación, apoyar y vigilar las interacciones de un niño con otro y planificar, de
forma muy flexible, experiencias adecuadas que favorezcan el desarrollo físicomotor, cognitivo, lingüístico y social.
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