Luchar contra el cáncer es un trabajo PARIS.- Cuando en 1997 el periodista y escritor estadounidense Curtis Pesmen aceptó someterse a una colonoscopía por recomendación de su médico, respiró aliviado al conocer el resultado negativo. Años antes, la muerte de su padre por cáncer de colon había marcado a fuego su riesgo de heredar la enfermedad. Sin embargo, cuatro años más tarde y mucho antes de cumplirse el plazo para un nuevo estudio preventivo, un tumor que no le habían sabido detectar daba señales de haber avanzado tres de los cuatro estadios que tiene la enfermedad. "Me hicieron un examen a los 40 porque en mi historia familiar había señales tempranas del cáncer y el médico me recomendó comenzar las pruebas diez años antes -relató Pesmen a LA NACION-. Pensé que estaba sano hasta que más adelante supe no sólo que nada andaba bien, sino que el cáncer había progresado hasta el grado tres. Al principio sentí muchísima bronca porque se suponía que la prueba a los 40 debía protegerme y encontrar el tumor... Pero también aprendí que la medicina nunca es 100% precisa y que depende de cada paciente preguntar si existe una segunda lectura de los resultados o cuán seguros son para el médico." Sobre este error de diagnóstico y otros reclamos que los pacientes oncológicos desean hacer escuchar, Pesmen pudo dialogar con los expertos en oncología que participaron de la Conferencia Europea de Cáncer ECCO 13, organizada en esta ciudad por la Federación de Sociedades Europeas de Oncología, y que se acercaban al stand donde el periodista obsequiaba ejemplares firmados de la Guía para los sobrevivientes del cáncer de colon (Tatra Press, 2005), que presentará en la Argentina en abril del año próximo. Periodista de la revista Esquire, donde en 2001 publicó mes a mes cómo sobrellevaba el diagnóstico y confiaba sus temores, Pesmen también es autor de libros como El primer año de matrimonio (Simon & Schuster, 1995), Lo que ellas quieren: una guía para hombres sobre las mujeres (Ballantine, 1992) o Cómo envejece un hombre (Esquire Press, 1984), entre otros. La primera reacción frente a su diagnóstico, reconoció sin dudar, fue una sensación mezcla de impacto emocional violento y desesperación. "En ese momento, la mente se confunde y no funciona bien -describió-. Hay tanto para asimilar en un instante, pero también hay que actuar de manera responsable." La primera semana Apenas conoció el diagnóstico, lo primero que hizo fue llamar a un amigo para buscar información sobre la enfermedad en sitios confiables de Internet. "Esto me ayudó a sobrellevar la primera semana -comentó Pesmen-. Hay millones de libros y folletos disponibles, pero el mejor momento para leerlos es después de los primeros meses de tratamiento, una vez que todo se ha asentado y uno puede hacer el trabajo, porque luchar contra el cáncer es un trabajo y una vez que uno empezó a trabajar recién puede leer y saber más." Es por esto que, sin vueltas, Pesmen se valió de sus vivencias y de la de otros 50 pacientes para contar -y ayudar a sobrellevar mejor- los efectos de la radiación y de la quimioterapia, las consecuencias visibles de los fármacos, el posoperatorio, los cambios inesperados en el rendimiento sexual o la nueva alimentación por considerar. "Podría resumir el libro en una sola frase: cómo siente un paciente y su familia tener cáncer, en especial de colon", señaló Pesmen, que se autodefinió como un sobreviviente. Una de las sorpresas que más impactó al autor durante la recolección de los testimonios fue la buena predisposición de otros pacientes a hablar de aspectos relacionados con la intimidad o ciertas partes del cuerpo. Es que, cuando a una persona le diagnostican cáncer, según puntualizó Pesmen, la timidez, el temor y el orgullo desaparecen. "Lo que pasa es que se maltrata tanto el cuerpo de los pacientes hasta casi el punto en que sienten que deben contarles a otras personas qué les pasa. A veces quisieron compartirlo conmigo y, en otros casos, recordar los alteraba", contó el entrevistado. Esta última reacción es lo que se denomina "culpa del sobreviviente", un fenómeno psicológico que se caracteriza por un sentimiento de culpabilidad cuando mejora su condición y otro paciente no logra hacerlo. "El motivo por el que aún yo no hablo demasiado sobre esa culpa es que siento voracidad por vivir -escribió Pesmen- (...). Aún cuando junto con otros pacientes superamos cada prueba libres de la enfermedad, todavía creo que no estoy parado en tierra firme." Por Fabiola Czubaj Enviada especial Fuente: Diario La Nación