Documento 1950144

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UN COMENTARIO A: “JUVENTUD BÚSQUEDA Y ENCUENTRO”
“Los que buscan al Señor, no carecen de nada”
(Sal.33,11)
ASE-026 de Octubre de 2010
Germán Alberto Méndez. C.P.
Asesor Espiritual.
Dedicada al Encuentro Regional XXII de Centroameriaca.
1. Buscar es:
L definición de Buscar en el diccionario es: poner todos los medios necesarios para encontrar a
alguien o algo. En el contexto Bíblico la palabra buscar significa encontrar; una búsqueda que
termina con un encuentro. Por ejemplo:



Alabarán al Señor los que le buscan (Sal 21,27). Si fuera una búsqueda sin encuentro, no
tendría sentido la expresión del Salmo: alabarán, es decir se llenarán de admiración, de
alegría, de paz, de gratitud.
Buscad al Señor y vivirá vuestro corazón (Sal 68, 33b).
Los que buscan al Señor no carecen de nada (Sal 33,11b).
También se lee en la Escritura:

El Señor es mi pastor, nada me falta (Sal 22,1)
Estas frases gustan mucho al ser leídas o meditadas en la oración, incluso las escribimos para
recordarlas, y para repetirlas. Si se dijera a alguien estas frases como una realidad que se da en la
vida diría seguramente que, "hay que poner los pies en la tierra", que “son frases muy bonitas, pero
que luego la realidad es otra cosa”, que “la ¡vida es la vida!".
Tomar estas frases en serio es un desafío hoy para el emproísmo, primero por tratarse de la
Palabra de Dios que es siempre actual. Y segundo, porque llegar a experimentar en la propia vida el
contenido de estas frases puede ser algo real, y no sólo en el entendimiento, o en la imaginación, o
en la afectividad natural, sino en la vida diaria. Hacer una experiencia de Dios cuyo resultado final
sea el profundo convencimiento de que los que buscan al Señor no carecen de nada, es un acto de
promoción y por tanto de evangelización en el mundo tan necesitado del amor Dios.
2. Juventud: búsqueda consciente:
Esta oración del salmo 33 parece utópica: la realidad es que se carece de muchas cosas, de
muchas maneras y por muchos caminos. En el encuentro se puede hacer una experiencia de silencio
en cada tarde de entrada. En ella se invita a hacer silencio dentro de cada uno, a quedarse quieto
con mucho silencio que permita escuchar, tal vez en completa soledad durante un rato para
favorecer una pregunta: “¿qué deseas?”. La invitación de los guías es a no evadirse de esta
experiencia, hasta caer en la cuenta de la cantidad de cosas que las personas buscamos, y de la
cantidad de cosas que carecemos.
La tarde de entrada sirve para recordar que las personas estamos una constante actitud de
búsqueda, y por tanto de encuentro. Cuando se dice que las personas están en búsqueda no se afirma
que se busquen solamente cosas ilegítimas. El Manual de Encuentros recuerda cuál es esa búsqueda
que hacemos las personas: “A veces se dice, y es verdad, que sólo se saben apreciar ciertos valores
después de haberlos perdido”1 así, “Encuentro significa descubrir algo y también hallarse con
alguien. Aquí, en estos tres días vamos a hacer ambas cosas: vamos a encontrarnos con personas y
a descubrir valores. Lo vamos a hacer no de una manera abstracta, en principios, como quien
asiste a una clase, sino vivencialmente y en forma de convivencia”2 es en este momento donde el P.
José María plantea a los jóvenes los tres encuentros que se persiguen en el EPJ: Un encuentro
consigo mismo, un encuentro con los otros, y un encuentro con Dios.
El EPJ es por tanto una búsqueda consciente de muchas cosas de las que carecemos en
diferentes ámbitos de nuestra vida. El primer mensaje que el encuentro da es muy importante para
la vida siguiente dentro de la familia emproísta: me atrevo a decir que se trata en realidad de la
fuente de vida como hombres y mujeres nuevos.
Pero para ello la pedagogía del EPJ plantea cómo es la búsqueda consciente que se hace: En
primer lugar las personas quieren el placer en diversos niveles y en muchos aspectos, se buscan
novedades que satisfagan el impulso vivencial; muchas veces este esfuerzo se traduce en
actividades por actividades, sin pretender ningún rendimiento, es decir, se trata de satisfacer el
impulso vital de la actividad. En segundo lugar, se busca la seguridad personal. Para muchos
jóvenes el aprendizaje realizado en la sociedad se concentra en mantener la imagen que se tiene de
sí mismo, o que los demás se han hecho de la persona, y con ello se descuidan incluso valores muy
importantes porque las persona se polarizan por el esfuerzo de responder a esa imagen. Y en tercer
lugar se busca el propio poder, es decir el poder legítimo en sus justas medidas que es igual a lo
que se necesita para abrirse paso en la vida.
De la autovaloración que en estos tres puntos la persona realice dependerá en cada quien, su
necesidad y deseo de Dios. Por ello cuando el EPJ habla de la felicidad en las familias, en sí mismas
y en la sociedad, es posible que muchos jóvenes dejen ver en sus ojos la nostalgia de lo que buscan
con desesperación. Si se quiere llegar a motivar procesos de perseverancia más adelante en el postencuentro, si se desea que las personas que acuden a los encuentros funcionen bien, cada uno de los
guías ha de plantearse primero un buen funcionamiento a nivel experiencial, pues el testimonio es el
punto de partida de la promoción perseverante. Testimonio es creer en aquello que decimos en los
mensajes y reflejarlo con la vida.
Tener éxito es el nuevo lema de la sociedad, sin embargo no siempre es así el lema de los
jóvenes y del Movimiento. Muchos de ellos preferirían que la sociedad reconociera la utilidad de la
vida, una visión más altruista del éxito soñado. O que los demás pudieran valorar y reconocer las
1
José María Pujadas Ferrer. Manual de Promoción Juvenil, guía para la organización de encuentros de
promoción juvenil y grupos juveniles cristianos. Saludo y Mensaje: Juventud búsqueda y encuentro. Edt.
Herder 1986. Pág, 47.
2
Manual. Juventud búsqueda y encuentro. Pág. 52.
cualidades de cada quien, una visión personalista. Para muchos el éxito se trata de una convivencia
agradable y pacífica, para otros se trata de una comunicación con los demás, o de llevar a cabo
proyectos. Lo que no se excluye en todas estas lecturas de la felicidad es la paz interior que los
jóvenes quieren, y la serenidad más allá de los remolinos superficiales.
La tarde de entrada es una invitación a quedarse para siempre en el Encuentro, por ello que
se plantea la necesidad y el deseo de buscar a través de la pedagogía misma del encuentro un
conocimiento experimental de Dios, primero, quizá más adelante un convencimiento de qué Dios
es, que está a favor de las personas (de los jóvenes), aunque nos descubramos tan llenos de fallos,
pecados, y aunque parezca que no se tienen cualidades. La oración de los guías insistirá que, el
llamado y la búsqueda de los guías es permitir por el encuentro y la acogida una experiencia
profunda y convencida del amor que Dios les tiene.
Se pueden añadir muchas más cosas que se buscan conscientemente, cosas de las que
muchas veces se carece, pero no es el caso de la promoción éste sólo aspecto.
3. El Encuentro es también una búsqueda inconsciente:
Hay también una búsqueda inconsciente de muchas más cosas, de las que hay que darse
cuenta. Esta búsqueda inconsciente se manifiesta en sentimientos y estados de ánimo que se
producen en las personas según se consigan o no: muchas personas y grupos se manifiestan hoy a
través de estados de irritación, inquietud, angustia, miedo, frustración, agresividad, también de
alegría, cordialidad, creatividad, etc.
Todos estos sentimientos y estados de ánimo se producen en las personas cuando
encuentran algo que están buscando inconscientemente o porque no lo consiguen.
Así, el ser humano es un ser en búsqueda. Siempre está buscando: o por los niveles más
periféricos o por los niveles más profundos. Aquí se puede ubicar también la metodología propia de
la obra del P. José María.
4. El emproísmo es una búsqueda de Dios:
En el fondo la humanidad siempre está buscando a Dios, está buscando sus huellas y
manifestaciones aquí en la tierra, no sólo en el pasado, sino principalmente en el presente de cada
uno, en la historia (cf, fil 4,6-9).
Puede suceder que se polarice esa búsqueda de Dios porque se experimente lo cortos y
estrechos que son sus caminos naturales. Nadie dice que el encuentro con Dios sea fácil. El EPJ
quiere ser desde su origen una llamada a los jóvenes para escuchar esa especial predilección de Dios
a los pequeños, a los excluidos3, y para que escuchándolo le busquen.
4.1. Buscar a Dios de manera egoísta:
Puede ser que en la búsqueda de Dios se mezcle el egoísmo, es decir, que se busque a Dios y
al mismo tiempo el gusto de las comunicaciones de Dios, pues hablar de Él, como guías del
Encuentro, proporciona ciertamente paz. Es muy peligroso llegar a verse tan limpio, tan puro, que
3
Ver Anexo 1. Los jóvenes en Aparecida.
se pueda sospechar una mezcla de egoísmo frente a la búsqueda de Dios. El trabajo de la Promoción
Juvenil exige ante todo humildad para seguir buscando a Dios a pesar del egoísmo del que también
hay de ser concientes.
Poco a poco, por obra de Dios en nosotros, y como consecuencia de reconocer más la propia
realidad de su presencia en la vida, el egoísmo irá desapareciendo.
4.2. Búsqueda de Dios a medias:
Puede haber también una búsqueda de Dios a medias: cuando se aplican las palabras de
Jesús: “No podéis servir a Dios y al Dinero” (Mt. 6,24). Se entiende por dinero: cualidades, estima
ajena, propia justicia, deseos en cualquier nivel no dirigidos a Dios.
Si se busca a Dios pero al mismo tiempo se está pendiente de los éxitos, de la
autovaloración, de sobresalir, de cualidades personales, del afán de ser reconocido por los demás,
incluso el sentimiento de envidia que causa dolor ante las cualidades de otra persona. No podemos
quedarnos en paz con esta búsqueda de Dios a medias, pero esta siempre puede ser un punto de
partida para orientar correctamente la búsqueda de Dios. Corregir el rumbo es de personas valientes.
4.3. Buscar a Dios de manera apasionada:
Por diversas circunstancias y modos se puede dar una búsqueda apasionada de Dios. Cuando
Dios es una necesidad vital, cuando muchos modelos de relación se han caído. Por ejemplo, al final
de los tres primeros días del EPJ, si se ha recibido una experiencia de Dios intensa, entonces ya no
se podrá vivir en paz, es decir ya no se podrá vivir sin Dios, sino con Dios, para Dios y desde Dios.
La exclamación del apóstol es cierta: “En Dios vivimos, nos movemos y existimos” (Act. 17, 28),
“es Cristo quien vive en mí”.
En el proceso de búsqueda hay que reconocer que cuando no se está en contacto con Dios
viene la tristeza, la agresividad, el trato poco respetuoso, los desánimos, la sensación de vacío, el sin
sentido de las cosas y de la vida. En la Biblia el autor del Salmo 136 cuenta esta misma situación
con estas palabras: “Cuando me olvido de ti, Jerusalén, se me paraliza la mano derecha” (Sal
136,5), es por eso que se puede y se debe reconocer con sencillez que cuando no se está en contacto
con Dios se paraliza la mano derecha, es decir somos menos eficaces. El EPJ está llamado a ser una
escuela de oración. En la tarde de entrada la reflexión espiritual del dedo oculto de la esperanza
plantea esta necesidad vital de la renovación:
“A través de la búsqueda de lo absoluto y definitivo y del deseo de interiorización, la
juventud está buscando a Dios. ¡ Cuántos lo buscan sin conocerlo! La verdad es que, como
dijo san Agustín: «Nos hiciste para ti, Señor, y nuestro corazón no está tranquilo hasta que
descansa en ti.» Entre el «yo» superficial y el «yo» profundo existen reclamos y apetencias
distintas.
Los deseos y anhelos que experimenta nuestro yo profundo nos revelan aquelia «imagen de
Dios» en que todos estamos hechos. El yo profundo busca el Absoluto; pero el yo superficial
sólo le ofrece lo relativo, placer, dominio, dinero, esto es, lo transitorio”4...
4
Manual. El dedo oculto de la esperanza, pág. 67.
y el mensaje de vida nueva en el Espíritu convertirá esta necesidad en un entrenamiento
cotidiano:
“Éste es el sentido más íntimo y maravilloso. precisamente, de la vida cristiana: dejarse
tocar, soplar, vivir, por el «Espíritu de vida» (Rom 8, 6). Es entonces cuando toda nuestra
actividad y existencia cobra un sentido más profundo, todo sube de «tono». La música toca a
una escala superior: estudiar, trabajar, hacer deporte, comer, dormir, la amistad y La
convivencia.
Para decirlo con otras palabras, entonces toda la vida se convierte en oración. Es la llamada
«oración de todas las horas», a la que se refiere san Pablo con insistencia: «Orad sin cesar».
«Orad en todo lugar» (1Tim 1, 7; 1Tim 2, 8). EL Espíritu sopla siempre, por eso puedes
siempre orar. Orar siempre y en todas partes, a la manera como respiras, aun sin pensarlo,
sin darte cuenta, constituye propiamente la vida de oración.5”
4.4. Una búsqueda que se convierte en experiencia:
Las experiencias más profundas no son tanto las que hacemos (ascética) como las que nos
hace Dios (mística), directamente o a través de la vida, y aunque sea Dios quien actúe en al historia
ayuda mucho la experiencia de buscarlo. Para esto hace falta mucho tiempo; hace falta llegar
incluso a aburrirse; llegar a sentir necesidad de evasión, pero al final después de muchos
entrenamientos se llegará a esa hora de quietud, de silencio, de soledad.
Para los antiguos monjes (laicos) del desierto la oración se convertía en un camino constante
que les impulsaba a abandonar todo lo de fuera. La oración tiene como fin llegar a considerar a Dios
en la vida personal como el filtro de todas las decisiones y de todos los comportamientos. En este
sentido la búsqueda de Dios por la oración exige desconectarse de todos los niveles del mundo
interior egocentrista, hasta por fin entrar dentro de sí mismos, que es la frontera donde Dios habita,
y donde llama: “Mira que estoy a la puerta llamando” (Ap 3,20).
¿Quién es Dios? recuerdo que en un EPJ un joven se representó la imagen de Dios como una
experiencia indecible, fue cuando otro empezó a decir: „para mi es como algo blanco, muy blanco‟;
otro dijo en cambio” „es como algo que no se puede coger‟, „algo por lo que somos arrebatados‟
dijo otra persona, „es la realidad más inmensa, y a la vez personal y cercana‟ terminó otro. Después
de recordar esta hermosa experiencia me dije a mí mismo: „todos descubrimos que estamos en
comunicación directa con Dios‟. Es más, nos hemos relacionado directamente con Él, y por eso
cuando tratamos de compartir cada una de esas experiencias terminamos quedando en silencio ante
su misterio. Dice el salmo: “si me pongo a contarlos son mas que arena, si los doy por terminados
aun me quedas tu” (Sal 138,18). Se trata de "Soportar" la presencia de Dios, es decir de no quedarse
en actitud de ad-oración, por fuera de Él. Más bien, aprisionados por Dios: fuera del campo de
atracción de lo terreno, y dentro del campo de atracción de su amor.
4.5. En realidad somos buscados por Dios:
Cuando la oración personal o de grupo se convierte en un hábito, razonablemente podremos
decir que si nosotros buscamos a Dios es porque Él primero nos ha buscado. Éste darse cuenta de la
delantera que Dios toma para amar siempre es lo que da fuerza a los mensajes que se comunican a
5
Manual. Viva nueva en el Espíritu, pág. 275.
los jóvenes. Es decir, le buscamos, y nos encontramos dentro de Él, y afuera de Él mismo; es lo que
comunicamos su amor: que cautiva y transforma.
La búsqueda implica la toma de conciencia permanente de la realidad del hombre viejo que
a su vez acosa las decisión de vivir el proyecto cristiano. Y aunque nos apartamos de Dios por el
pecado, recordar que su Hijo viene al Mundo enviado por el Padre, para buscar la vida de quienes
no tienen Vida de Dios, es una manera de volver a recordar su amor inmenso, pues se comprueba
entonces que Jesús viene a buscar lo que se le ha perdido a Dios.
Dice el apóstol Pablo que no hay abismo alguno entre los dos: estamos en proximidad con
Dios “más ahora que conocen a Dios, o mejor dicho, que Dios los conoce a ustedes” (Gal 4,9).
También San Juan dice en una de sus cartas: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros
pecados (l Jn. 4,10). El descubrimiento está en darse cuenta que Dios toma la delantera cuando se
trata de nuestra salvación. El que suscitó a la samaritana a ir al pozo a buscar ya estaba esperando
en el pozo. El cazador cazado. El Movimiento ha de aprender por la oración a tomar la delantera por
la salvación de los jóvenes.
Dejarse encontrar primero por Dios es una experiencia formativa y pedagógica pues da las
pautas para entender el proceso de Dios que tranquilo, sereno, sobrio, da la certeza que se está de
camino. Tener los ojos fijos en Dios descubre que por la fe en Jesucristo se alcanza la vida
abundante; que Jesús es el pastor y que a su lado nada falta; que cuando se encuentra al Señor no se
carece de nada. “Corramos la carrera hasta el final, fijos los ojos en Jesús...” (Heb 12,1-2)
5. Los que buscan al Señor encuentran un Padre:
La experiencia de Dios en el Encuentro de Promoción Juvenil se orienta entonces mucho
más allá de la palabra, es alguien con quien me relaciono y a quien veo: Jesucristo es la persona del
Padre: inefable pero a su vez experimentable.
La oración de los guías empieza dirigiéndose al Padre, también la reflexión espiritual del
primer día del encuentro, el dedo oculto de la esperanza es una oración al Padre. El EPJ quiere ser
la conciencia de que el Padre cuida de nosotros, y que por ello no nos falla jamás. A medida que se
avanza en el emproísmo, siguiendo la oración de los guías, se podrá descubrir que el Padre llama,
confía, ayuda, y llena de amor a la juventud. Así es como el Padre ama por encima de todo lo que se
puede imaginar, y desemboca en un amor similar: “Que los grupos y comunidades sean conscientes
de que han sido puestos entre los jóvenes para manifestar el amor que Dios les tiene”. Ese amor no
es solamente buenos sentimientos, protección, cariño; es ante todo un amor que consiste en poseerse
a sí mismo y entregarse por cada joven y persona que lo requiera: “Que como enviados a ellos, en
este momento crucial de la historia, seamos capaces de renovarnos para anunciarles adecuadamente
la „Buena Noticia‟ de Cristo resucitado, presente en medio de nosotros”6.
Mantener la mirada fija en el Padre y descubrir que el Padre mira con enorme cariño; no
atemorizarse ante su mirada, sino "soportarla" con asombro, confianza, alegría, gratitud, es la tarea
hoy de la formación en la fe, además con la certeza que el encuentro con ese Padre nunca jamás
6
Oración de los guías.
condena, al contrario, a una persona la pueden condenar las imágenes de sí mismo, el ambiente, lo
que en cada uno ha quedado grabado por la mala educación y por los malos ejemplos recibidos,
pero el Padre no condena: ama.
La experiencia cercana de Jesús en la historia de las personas es que el Padre quiere
comunicarse con cada uno; quiere que se esté con Él, en comunicación de vida, en intimidad con Él,
así como está Jesucristo.
6. Tengo un Padre que sobrepasa toda posible experiencia:
¿Según la experiencia de Jesús que se haría por el Padre que ama como él mismo se siente
amado por Él en su búsqueda? Por no perder el amor del Padre, Jesús se entrega por los hijos y,
desde la Cruz mira con cariño, eso es el perdón: un amor reconciliador, no condena sino que toma la
iniciativa y la delantera y se pone a favor de las personas.
La misma experiencia de la entrega cuando se asume por parte de los discípulos supera el
miedo y el resentimiento de la muerte y los pone en vigilante espera: así, buscar al Señor es
encontrar su ESPIRITU SANTO. El emproísmo debe señalar siempre la responsabilidad de llevar
un tesoro dentro de cada uno: el Espíritu Santo, que es la fuerza de entrega del Padre al Hijo y del
Hijo al Padre, por tanto capaz de llevar al hombre hasta la verdad completa (Jn 16,13).
Además el Espíritu Santo “todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios” (1Cor 2,10),
por ello conducidos por el mismo Espíritu se puede “adorar al Padre en espíritu y en verdad” (Jn.
4,23). El mensaje del Hombre Nuevo afirma que es el Espíritu el que viene en ayuda de nuestra
flaqueza (Rom 8,26), y aunque la persona sea débil o no sepa muchas veces cómo buscar a Dios,
cómo hacer oración, el Espíritu Santo viene en ayuda de su flaqueza. Lo importante es saber
permanecer en el mismo Espíritu.
Retomemos lo dicho: los que buscan al Señor encuentran a Jesucristo, Señor, para gloria de
Dios Padre (cf. Fil 2,11). Así, disponerse para ver a Jesucristo, para seguirlo, consagrarse a él como
guías y discípulos, es formarse para que Él mismo sea la razón de ser de la vida. por ello llegar a ver
a Jesucristo, es hacer una profunda experiencia de Él. Contemplarlo y ver que es Señor para gloria
de Dios Padre, así es como Él comunica el Espíritu Santo, que es el Amor de Dios.
Si alguien preguntara como se puede ser más discípulo de Jesús, le respondería: dejándose
dominar por su amor, recordando sus palabras: “cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos
hacia mi” (Jn 12,32).
Jesucristo es el Señor, a través de Él se comunica toda la gloria del Padre, y el gran "deseo
del Padre" es comunicar toda su Vida abundante, hacer al hombre partícipe de su Santidad, hacerlo
uno con Jesucristo. por eso los que buscan al Señor, encuentran a Jesucristo como hermano. Dice el
Apóstol Pablo: “El que se une al Señor se hace un solo espíritu con Él” (1Col 6,l7). Es decir que en
Jesucristo se recibe la misma entrega del Padre, y el mismo dinamismo del Espíritu.
6.1. Jesucristo se ha hecho hermano:
La Iglesia es la familia de los seguidores de Jesús que se me ha hecho camino, para que a
través de Él se pueda llegar hasta la presencia del Padre. En la eucaristía se ha hecho pan para todas
las aspiraciones y deseos de la humanidad. Por el bautismo se ha hecho agua fresca para la sed de
Dios que cada uno lleva. Jesucristo se ha hecho luz para que nadie camine en tinieblas, y para que
haya un mundo de luz y de paz.
También Jesús en el EPJ se ha hecho Guía, Pastor, es decir que va guiando; a veces, corta
caminos para que no se caiga en el abismo, o para que la comunicación con Dios se profundice cada
vez más.
El encuentro con Jesucristo por los procesos de maduración de la fe son a su vez una puerta,
por la cual Dios se comunica y las personas entran en su Ser íntimo. Los Obispos en Aparecida
expresaron que Jesucristo se ha hecho para todos la Fuente de Vida, para que en su Vida se pueda
llegar a la misma Vida del Padre, a la felicidad, la paz, la bondad, la seguridad. Así la experiencia
del hombre nuevo es la experiencia de la renovación del mundo por los valores de su Reino.
6.2. Los que buscan a Jesús encuentran un amigo:
“A vosotros no os llamo ya siervos; a vosotros os he llamado amigos” (Jn. 15,15), las
palabras del evangelio de Juan recuerdan esta realidad: un amigo es quien esta-con-otro, y, es-paraotro. En cada celebración litúrgica la iglesia recuerda esta gran verdad, que Jesucristo está con
nosotros: en nuestros corazones, en la Eucaristía7, en la Sagrada Escritura, cuando hay dos o más
reunidos en su nombre, en los demás, en la creación, en todos los momentos de la historia.
Pero también hay que recordar que Jesucristo es Dios para nosotros: se hace un amigo para
que el Padre, a través de Él, sea Amigo. De esta forma coloquialmente se dice que Jesús hace
confidencias: “Os hablaré claramente acerca del Padre (Jn 16,25). Así comunica la posibilidad de
conocer los secretos de su Vida en el Ser íntimo de Dios: “A vosotros se os ha concedido conocer
los secretos del Reino de los Cielos” (Mt 13,11). En el encuentro con Jesús, Él comunica lo suyo:
“Mi paz os dejo, mi paz os doy” (Jn 14,27), “os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y
así vuestro gozo sea perfecto (Jn 15,1).
6.3.. Los que buscan al Señor encuentran una Madre:
En la Cruz Jesús entrega su vida, pero antes le entrega al discípulo su Madre: la Santísima
Virgen. Con bondad y dulzura, su mirada se fija en el discípulo, le ama como ama a su propio Hijo,
y él le amará como a su propia madre.
En todas las reuniones de emproístas se insiste cada vez más en articular el mensaje mariano
del EPJ. Es el deseo de la juventud mirar a María como a una persona verdadera, real, a quien la
búsqueda de Dios le llevó a entender que su camino como discípula, tras las huellas del Hijo se vive
en el silencio. Cuando el discípulo entra en el nivel del silencio encuentra la plena comunicación
con la Santísima Virgen, también encontrará el camino para seguir a Jesús incluso en la muerte.
7. Los que buscan al Señor se encuentran:
El Encuentro desde su origen y en su pedagogía propone una búsqueda de Dios que empieza
en el primer día con la tarde de entrada, pero que culmina en un quinto día, que es la plenitud
7
IGMR n.27. En la celebración de la Misa, Cristo está realmente presente, en la misma asamblea congregada
en su nombre. En la persona del ministro. En su Pablabra. Y de manera sustancial y permanente en las
especies Eucarísticas. Pablo VI añade una quinta presencia: en el pobre (Evangeli Nuntiandi).
misma del encuentro definitivo con Dios. La Plenitud de Dios es el amor, el encuentro resalta el
bien de la persona cuando se encuentra con toda la fuerza del Amor de Dios. Los que buscan al
Señor encuentran la herencia de los santos en la luz que da la certeza de vivir para Dios y de
encontrarlo en la meta final de la existencia como tesoro cierto.
El Concilio Vaticano II en la Constitución Gaudium et Spes propone a un Dios que está a
favor de la humanidad, y que se hace propuesta de felicidad y santidad. En medio de tantas cosas
que están en contra de esa felicidad deseada, el Padre, que está a nuestro favor, “nos ha hecho
capaces de compartir la herencia de los santos en la luz‟ (Col 1,12). El camino de este encuentro se
ve claramente por la dirección del perdón. Así los que buscan al Señor encuentran perdón. Es decir,
que el Padre comunica el Espíritu Santo, para que los hijos puedan reunirse con Él, ésta es la misma
imagen de la parábola del Padre misericordioso que se considera al final del primer día. Por ello, se
dice también que los que buscan al Señor encuentran el sentido de su vida.
Lo que el encuentro quiere comunicar con las preguntas de la tarde de entrada es que la
búsqueda da un sentido de la vida que no está en las cualidades, ni en los éxitos, ni en las
actividades, sino al estilo de María por el camino del silencio, donde quien se adentra para
preguntarse, para escucharse y escucharlo ve desde el comienzo, con la pedagogía de los tres días,
un cauce de vida que sólo Dios puede dar, por la entrega del Padre al Hijo, y más adelante, por la
entrega del Hijo, Jesucristo, a la persona, y al mundo entero. Ésta es la seguridad de una verdadera
fraternidad: así, los que buscan al Señor encuentran en él seguridad.
Ningún peligro es tan grande como para que debamos temblar: “El Señor es mi luz y mi
salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?” (Sal 26,1).
Las palabras del Salmo aseguran la presencia de un Dios que es a la vez Padre, pero que a la vez se
revela como Señor, Hermano, y Amigo. La búsqueda de Dios garantiza reanudar de nuevo el
camino, es decir el proyecto del Hombre Nuevo. Un plan de vida es el diseño de la defensa del
hombre nuevo por el que el joven ha optado libremente, y se convierte en perspectiva en la garantía
de la Vida de Dios en la persona. Un proyecto, insistía el P. José María, ha de ser lo suficientemente
flexible como para que se pueda reanudar la marcha, lo suficientemente radical como para que
entusiasme al joven en ideales, y lo suficientemente caritativo como para activar en él las virtudes
de la fe, la esperanza y el amor; prima en cualquier caso el amor, pues “la caridad todo lo espera”
(1Cor 13,7).
8. Aspirar los dones más perfectos es buscar a Dios:
La encarnación es el mayor regalo de Dios a los hombres de todos los tiempos, un Dios tan
grande y eterno a nuestra altura: ¡la gloria del Señor ha invadido el Santuario! Eso es Jesús, a este
misterio se dedica la reflexión espiritual Cristo, nuestro héroe, el hijo de María, el hermano de
todos los hombres: “quien es mi hermano y mi hermana y mi madre, sino aquellos que cumplen la
voluntad de Dios” (Mt 12,50), el hombre para todos los tiempos y para toda la creación.
Todo en Jesús es Presencia de Dios, todo es luz, todo es camino: de Dios a nosotros y de
nosotros a Dios. Por eso se dice que los que buscan al Señor encuentran que son familia de Dios.
Que Él es su casa, su fuerza en la debilidad: “fortaleceos en el Señor y en 1a fuerza de su poder” (Ef
6.10), pues “cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte” (2Cor 12,10).
Pero esta búsqueda a su vez ha de hacerse con indiferencia, sin esfuerzos racionales o sin
fingimientos de ningún tipo. El emproísmo no es un medio de actuación o de mentira. Dicen los
guías en muchos encuentros: „el encuentro es un estilo‟, y al decirlo tienen tal apasionamiento por
Dios que todo lo demás pasa a un segundo plano. Se comprueba cuando sigue el tiempo y se
persevera que lo que antes eran arroyos de lodo, y se creía eran fuentes de vida, en el Encuentro con
Jesús se transforma. Ahora Él es la fuente de la vida y por eso se puede rezar: "Todas mis fuentes
están en Ti" (Sal 86,7). Es el momento de pasar a la otra orilla.
En la pedagogía del encuentro no se busca el gusto en el trato con Dios, sino a Dios. Es
decir que los procesos de maduración de la fe buscan que el centro de la vida y del mundo lo ocupe
Dios y no nosotros, pues nosotros estamos al servicio de Dios, de su Reino, y no Dios a nuestro
servicio. El silencio de nuevo será la señal de la espera, cuando en medio de ese proceso del postencuentro aparezca la limitación, los compromisos débiles, las falsas promesas, e incluso las
recaídas.
Se ha repetido mucho que vivimos en Dios, con Dios, para Dios y desde Dios, ese es el lema
de la perseverancia digan lo que digan, o piensen lo que piensen, se trata es de recorrer un camino.
No se niega el sufrimiento ni las dificultades, pues se sabe que el camino de la Vida Plena pasa por
la cruz. Pero el acento no está en la muerte o el dolor que entra en medio de la existencia, sino en
saber mirar con serenidad y decisión, porque se sabe que también estos ingredientes de la vida
llevan a Dios.
Cuando los problemas y sufrimientos de la vida arrinconan e incluso aplastan y desaniman
es señal que, aun se sigue actuando movido por motivaciones humanas. Cuando la vida se pone al
servicio de Dios, entonces se acepta que Él continúe su obra sin contar con nosotros, es decir, que
cuando Dios busca, es mejor dejarse devorar por Él, cuanto no nos busca es mejor permanecer en
una "soledad-acompañada". El desafío es llegar a hacer lo que nos corresponde y dejar lo demás a la
acción silenciosa del Señor de la historia.
Frente a las metas que angustian tanto habrá que aceptar con serenidad, que aunque se
trabaje doce horas para alcanzar lo que otros consiguen en dos horas, la tranquilidad del trabajo
realizado se encuentra nada más que en Dios que comunica su amor, con felicidad, y con pura
bondad: “Sabemos andar escasos y sobrados porque, de hecho, lo tenemos todo” (Fil 4,12).
En el compromiso evangelizador los emproístas no necesitamos el éxito ni ver el fruto de
nuestro trabajo, porque lo único que queremos es aportar a los demás, ser cauce libre para que la
Vida de Dios se comunique a todos los jóvenes con quienes entramos en contacto. Vivir con la
fuerza del amor, sin buscar otra retribución que la satisfacción de ver nacer hombres y mujeres
nuevos a cada Encuentro es lo que nos deja un poco de paz: “Si nos maldicen, bendecimos. Si nos
persiguen, lo soportamos. Si nos difaman, respondemos con bondad” (1Cor 4,12.13).
Al hacer este ejercicio se experimenta como algo vivido que “los que buscan al Señor no
carecen de nada”. Entonces, toda nuestra vida será acción de gracias, alabanza, sencillez, sobriedad,
tranquilidad: amor-amén a Dios en Jesús, amor-amén a nosotros mismos en la Iglesia, y amor-amén
a los jóvenes en el Movimiento.
Por Xto Más, Más y Más.
ANEXO
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LOS JOVENES EN EL DOCUMENTO DE APARECIDA
Un gran medio para introducir al pueblo de Dios en el misterio de Cristo es la catequesis. En ella se
transmite de forma sencilla y substancial el mensaje de Cristo. Convendrá por tanto intensificar la
catequesis y la formación en la fe, tanto de los niños como de los jóvenes y adultos. La reflexión
madura de la fe es luz para el camino de la vida y fuerza para ser testigos de Cristo. Para ello se dispone
de instrumentos muy valiosos como son el Catecismo de la Iglesia católica y su versión más breve, el
Compendio del Catecismo de la Iglesia católica. (Discurso inaugural)
En América Latina, la mayoría de la población está formada por jóvenes. A este respecto, debemos
recordarles que su vocación consiste en ser amigos de Cristo, sus discípulos, centinelas de la mañana,
como solía decir mi predecesor Juan Pablo II. . Los jóvenes no tienen miedo del sacrificio, sino de una
vida sin sentido (Disurso inaugural)
Quédate, Señor, con nuestros niños y con nuestros jóvenes, que son la esperanza y la riqueza de
nuestro continente, protégelos de tantas insidias que atentan contra su inocencia y contra sus legítimas
esperanzas. (Discurso Inaugural)
Nos comprometemos a defender a los más débiles, especialmente a los niños, enfermos,
discapacitados, jóvenes en situaciones de riesgo, ancianos, presos, migrantes. Velamos por el respeto al
derecho que tienen los pueblos de defender y promover "los valores subyacentes en todos los estratos
sociales, especialmente en los pueblos indígenas" (Mensaje final)
Acompañar a los jóvenes en su formación y búsqueda de identidad, vocación y misión, renovando
nuestra opción por ellos. (Mensaje final n. 5)
La avidez del mercado descontrola el deseo de niños, jóvenes y adultos. La publicidad conduce
ilusoriamente a mundos lejanos y maravillosos, donde todo deseo puede ser satisfecho por los productos
que tienen un carácter eficaz, efímero y hasta mesiánico. Se legitima que los deseos se vuelvan felicidad.
Como sólo se necesita lo inmediato, la felicidad se pretende alcanzar con bienestar económico y
satisfacción hedonista. (n. 50)
Esto nos debería llevar a contemplar los rostros de quienes sufren. Entre ellos, están las comunidades
indígenas y afroamericanas, que, en muchas ocasiones, no son tratadas con dignidad e igualdad de
condiciones; muchas mujeres, que son excluidas en razón de su sexo, raza o situación socioeconómica;
jóvenes, que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de progresar en sus
estudios ni de entrar en el mercado del trabajo para desarrollarse y constituir una familia; muchos pobres,
desempleados, migrantes, desplazados, campesinos sin tierra, quienes buscan sobrevivir en la economía
informal; niños y niñas sometidos a la prostitución infantil, ligada muchas veces al turismo sexual;
también los niños víctimas del aborto. Millones de personas y familias viven en la miseria e incluso
pasan hambre. Nos preocupan también quienes dependen de las drogas, las personas con capacidades
diferentes, los portadores y víctima de enfermedades graves como la malaria, la tuberculosis y VIH SIDA, que sufren de soledad y se ven excluidos de la convivencia familiar y social. No olvidamos
tampoco a los secuestrados y a los que son víctimas de la violencia, del terrorismo, de conflictos
armados y de la inseguridad ciudadana. También los ancianos, que además de sentirse excluidos del
sistema productivo, se ven muchas veces rechazados por su familia como personas incómodas e inútiles.
Nos duele, en fin, la situación inhumana en que vive la gran mayoría de los presos, que también
necesitan de nuestra presencia solidaria y de nuestra ayuda fraterna. Una globalización sin solidaridad
afecta negativamente a los sectores más pobres. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la
explotación y opresión, sino de algo nuevo: la exclusión social. Con ella queda afectada en su misma raíz
la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está abajo, en la periferia o sin poder, sino
que se está afuera. Los excluidos no son solamente "explotados" sino "sobrantes" y "desechables". (n.
65)
Cabe señalar, como un gran factor negativo en buena parte de la región, el recrudecimiento de la
corrupción en la sociedad y en el Estado, que involucra a los poderes legislativos y ejecutivos en todos
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sus niveles, y alcanza también al sistema judicial que, a menudo, inclina su juicio a favor de los
poderosos y genera impunidad, lo que pone en serio riesgo la credibilidad de las instituciones públicas y
aumenta la desconfianza del pueblo, fenómeno que se une a un profundo desprecio de la legalidad. En
amplios sectores de la población, y especialmente entre los jóvenes, crece el desencanto por la
política y particularmente por la democracia, pues las promesas de una vida mejor y más justa no
se cumplieron o se cumplieron sólo a medias. En este sentido, se olvida que la democracia y la
participación política son fruto de la formación que se hace realidad solamente cuando los ciudadanos
son conscientes de sus derechos fundamentales y de sus deberes correspondientes. (n.77)
En la evangelización, en la catequesis y, en general, en la pastoral, persisten también lenguajes poco
significativos para la cultura actual, y en particular, para los jóvenes. Muchas veces, los lenguajes
utilizados parecieran no tener en cuenta la mutación de los códigos existencialmente relevantes en las
sociedades influenciadas por la postmodernidad y marcadas por un amplio pluralismo social y cultural.
Los cambios culturales dificultan la transmisión de la Fe por parte de la familia y de la sociedad. Frente a
ello, no se ve una presencia importante de la Iglesia en la generación de cultura, de modo especial en el
mundo universitario y en los medios de comunicación social. (n. 100. d)
Agradecemos a Dios como discípulos y misioneros porque la mayoría de los latinoamericanos y
caribeños están bautizados. La providencia de Dios nos ha confiado el precioso patrimonio de la
pertenencia a la Iglesia por el don del bautismo que nos ha hecho miembros del Cuerpo de Cristo, pueblo
de Dios peregrino en tierras americanas, desde hace más de quinientos años. Alienta nuestra esperanza
la multitud de nuestros niños, los ideales de nuestros jóvenes y el heroísmo de muchas de nuestras
familias que, a pesar de las crecientes dificultades, siguen siendo fieles al amor. (n. 127)
Es, además, un deber de los padres, especialmente a través de su ejemplo de vida, la educación de los
hijos para el amor como don de sí mismos y la ayuda que ellos le presten para descubrir su vocación de
servicio, sea en la vida laical como en la consagrada. De este modo, la formación de los hijos como
discípulos de Jesucristo, se opera en las experiencias de la vida diaria en la familia misma. Los hijos
tienen el derecho de poder contar con el padre y la madre para que cuiden de ellos y los acompañen hacia
la plenitud de vida. La "catequesis familiar", implementada de diversas maneras, se ha revelado como
una ayuda exitosa a la unidad de las familias, ofreciendo además, una posibilidad eficiente de formar a
los padres de familia, los jóvenes y los niños, para que sean testigos firmes de la fe en sus respectivas
comunidades. (n.303)
La dimensión comunitaria es intrínseca al misterio y a la realidad de la Iglesia que debe reflejar la
Santísima Trinidad. A lo largo de los siglos, de diversas maneras, se ha vivido esta dimensión esencial.
La Iglesia es comunión. Las Parroquias son células vivas de la Iglesia 173 y lugares privilegiados en los
que la mayoría de los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo y de su Iglesia Encierran una
inagotable riqueza comunitaria porque en ellas se encuentra una inmensa variedad de situaciones, de
edades, de tareas. Sobre todo hoy, cuando la crisis de la vida familiar afecta a tantos niños y
jóvenes, las Parroquias brindan un espacio comunitario para formarse en la fe y crecer
comunitariamente. (n. 304)
En lo que se refiere a la formación de los discípulos y misioneros de Cristo, ocupa un puesto particular la
pastoral vocacional, que acompaña cuidadosamente a todos los que el Señor llama a servirle a la Iglesia
en el sacerdocio, en la vida consagrada o en el estado laical. La pastoral vocacional, que es
responsabilidad de todo el pueblo de Dios, comienza en la familia y continúa en la comunidad cristiana,
debe dirigirse a los niños y especialmente a los jóvenes para ayudarlos a descubrir el sentido de la
vida y el proyecto que Dios tenga para cada uno, acompañándolos en su proceso de discernimiento.
Plenamente integrada en el ámbito de la pastoral ordinaria, la pastoral vocacional es fruto de una sólida
pastoral de conjunto, en las familias, en la parroquia, en las escuelas católicas y en las demás
instituciones eclesiales. Es necesario intensificar de diversas maneras la oración por las vocaciones, con
la cual también se contribuye a crear una mayor sensibilidad y receptividad ante el llamado del Señor;
así como promover y coordinar diversas iniciativas vocacionales. Las vocaciones son don de Dios, por lo
tanto, en cada diócesis, no deben faltar especiales oraciones al "Dueño de la mies". (n. 314)
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Ante la escasez, en muchas parte de América Latina y El Caribe, de personas que respondan a la
vocación al sacerdocio y a la vida consagrada es urgente dar un cuidado especial a la promoción
vocacional, cultivando los ambientes en los que nacen las vocaciones al sacerdocio y a la vida
consagrada, con la certeza de que Jesús sigue llamando discípulos y misioneros para estar con Él y para
enviarlos a predicar el Reino de Dios. Esta V Conferencia hace un llamado urgente a todos los
cristianos, y especialmente a los jóvenes, para que estén abiertos a una posible llamada de Dios al
sacerdocio o a la vida consagrada; les recuerda que el Señor les dará la gracia necesaria para responder
con decisión y generosidad, a pesar de los problemas generados por una cultura secularizada, centrada en
el consumismo y el placer. A las familias, las invitamos a reconocer la bendición de un hijo llamado por
Dios a esta consagración y a apoyar su decisión y su camino de respuesta vocacional. A los sacerdotes,
les alentamos a dar testimonio de vida feliz, alegría, entusiasmo y santidad en el servicio del Señor. (n.
315)
La realidad actual nos exige mayor atención a los proyectos formativos de los Seminarios, pues los
jóvenes son víctimas de la influencia negativa de la cultura postmoderna, especialmente de los
medios de comunicación social, trayendo consigo la fragmentación de la personalidad, la
incapacidad de asumir compromisos definitivos, la ausencia de madurez humana, el debilitamiento de la
identidad espiritual, entre otros, que dificultan el proceso de formación de auténticos discípulos y
misioneros. Por eso, es necesario, antes del ingreso al Seminario, que los formadores y responsables
hagan una esmerada selección que tenga en cuenta el equilibro psicológico de una sana personalidad, una
motivación genuina de amor a Cristo, a la Iglesia, a la vez que capacidad intelectual adecuada a las
exigencias del ministerio en el tiempo actual (n. 318).
América Latina y El Caribe viven una particular y delicada emergencia educativa. En efecto, las nuevas
reformas educacionales de nuestro continente, impulsadas para adaptarse a las nuevasexigencias que se
van creando con el cambio global, aparecen centradas prevalentemente en la adquisición de
conocimientos y habilidades, y denotan un claro reduccionismo antropológico, ya que conciben la
educación preponderantemente en función de la producción, la competitividad y el mercado. Por otra
parte, con frecuencia propician la inclusión de factores contrarios a la vida, a la familia y a una sana
sexualidad. De esta forma, no despliegan los mejores valores de los jóvenes ni su espíritu religioso;
tampoco les enseñan los caminos para superar la violencia y acercarse a la felicidad, ni les ayudan a
llevar una vida sobria y adquirir aquellas actitudes, virtudes y costumbres que harán estable el hogar que
funden, y que los convertirán en constructores solidarios de la paz y del futuro de la sociedad. (n. 328).
Por lo tanto, la meta que la escuela católica se propone, respecto de los niños y jóvenes, es la de conducir
al encuentro con Jesucristo vivo, Hijo del Padre, hermano y amigo, Maestro y Pastor misericordioso,
esperanza, camino, verdad y vida, y, así, a la vivencia de la alianza con Dios y con los hombres. Lo hace,
colaborando en la construcción de la personalidad de los alumnos, teniendo a Cristo como referencia en
el plano de la mentalidad y de la vida. Tal referencia, al hacerse progresivamente explícita e
interiorizada, le ayudará a ver la historia como Cristo la ve, a juzgar la vida como Él lo hace, a elegir y
amar como Él, a cultivar la esperanza como Él nos enseña, y a vivir en Él la comunión con el Padre y el
Espíritu Santo. Por la fecundidad misteriosa de esta referencia, la persona se construye en unidad
existencial, o sea, asume sus responsabilidades y busca el significado último de su vida. Situada en la
Iglesia, comunidad de creyentes, logra con libertad vivir intensamente la fe, anunciarla y celebrarla con
alegría en la realidad de cada día. Como consecuencia, maduran y resultan connaturales las actitudes
humanas que llevan a abrirse sinceramente a la verdad, a respetar y amar a las personas, a expresar su
propia libertad en la donación de sí y en el servicio a los demás para la transformación de la sociedad.
(n.336)
Formar en la ética cristiana que pone como desafío el logro del bien común, la creación de oportunidades
para todos, la lucha contra la corrupción, la vigencia de los derechos laborales y sindicales; hay que
colocar como prioridad la creación de oportunidades económicas para sectores de la población
tradicionalmente marginados, como las mujeres y los jóvenes, desde el reconocimiento de su
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dignidad. Por ello, hay que trabajar por una cultura de la responsabilidad a todo nivel que involucre a
personas, empresas, gobiernos y al mismo sistema internacional. (n. 406. b)
El problema de la droga es como una mancha de aceite que invade todo. No reconoce fronteras, ni
geográficas ni humanas. Ataca por igual a países ricos y pobres, a niños, jóvenes, adultos y
ancianos, a hombres y mujeres. La Iglesia no puede permanecer indiferente ante este flagelo que está
destruyendo a la humanidad, especialmente a las nuevas generaciones. Su labor se dirige especialmente
en tres direcciones: prevención, acompañamiento y sostén de las políticas gubernamentales para reprimir
esta pandemia. En la prevención, insiste en la educación en los valores que deben conducir a las nuevas
generaciones, especialmente el valor de la vida y del amor, la propia responsabilidad y la dignidad
humana de los hijos de Dios. En el acompañamiento, la Iglesia está al lado del drogadicto para ayudarle
a recuperar su dignidad y vencer esta enfermedad. En el apoyo a la erradicación de la droga, no deja de
denunciar la criminalidad sin nombre de los narcotraficantes que comercian con tantas vidas humanas,
teniendo como meta el lucro y la fuerza en sus más bajas expresiones. (n. 422)
Merece especial atención la etapa de la adolescencia. Los adolescentes no son niños ni son jóvenes.
Están en la edad de la búsqueda de su propia identidad, de independencia frente a sus padres, de
descubrimiento del grupo. En esta edad, fácilmente pueden ser víctimas de falsos líderes constituyendo
pandillas. Es necesario impulsar la pastoral de los adolescentes, con sus propias características, que
garantice su perseverancia y el crecimiento en la fe. El adolescente busca una experiencia de amistad con
Jesús. (n. 442- 446)
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