¡CRISTO EN MEDIO DE NOSOTROS ESTÁ Y ESTARÁ!

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¡CRISTO EN MEDIO DE NOSOTROS ESTÁ Y ESTARÁ!
criterios de una espiritualidad Laical Emproista.
ASE-032-abril de 2013
Germán Alberto Méndez. C.P.
Asesor Espiritual.
Dedicada al Santo Padre Francisco, y los guías más jóvenes
El manual de Encuentros cuando presenta los Siete Puntos para la Promoción Juvenil dice:
“SER JOVEN es audacia y espíritu. La juventud quiere trascender. Nunca tiene bastante.
Nuestra plegaria preferida es el salmo 104: ‘Envía. Señor, tu Espíritu y haremos una nueva
creación y se renovará la cara de la tierra.’
Existen dos clases de hombres: el hombre carnal y el hombre espiritual. El materialismo ha
fracasado. Las máquinas han calentado los estómagos, ¿por qué han enfriado los
corazones? La técnica no puede sustituir los valores del espíritu. Empieza la era del Espíritu
Santo”.
Este párrafo es la síntesis más exacta de toda la espiritualidad Emproista y, que en este saludo
de Pascua se quiere abordar para reflexionar y comprometer a todos en la promoción del Movimiento.
1. ¿Qué es la espiritualidad?:
La espiritualidad no son un conjunto de sentimientos y expresiones de nuestro espíritu frente a
Dios y que compartimos en un grupo. La espiritualidad es ante todo don y acción de Dios en nosotros
por medio de su Espíritu. La espiritualidad hay que definirla como la vida nueva según el Espíritu, y
consiste en seguir a Jesús, como discípulos y misioneros, con la fuerza de su Espíritu y bajo la guía de
la Iglesia. La espiritualidad cristiana es la vivencia del Reino como don y como tarea, es vivir como
hijos en el Hijo y como hermanos en el Hermano mayor, comprometidos en hacer realidad un mundo
fraterno que Dios ha proyectado y sembrado en Jesús.
La primera tarea de la espiritualidad en una comunidad de discípulos es abrirle caminos al
Reino de Dios en cada persona y en cada ambiente, derribando los muros del egoísmo y abriendo las
puertas para que la Buena Nueva invada y transforme.
Por ello cuando se aborda la palabra espiritualidad es necesario superar la tentación dualista
que separa cuerpo y espíritu como dos realidades no integradas en la única realidad de la persona.
También es necesario superar la tentación espiritualista que consiste en reducir la espiritualidad a la
"vida interior" de la persona, desentendiéndose de esta forma de todo lo demás, es decir del
compromiso cristiano y social. Al iniciar su pontificado el Papa Francisco recordó a la iglesia ese
amor entrañable por los más pobres a través de gestos y de palabras.
Toda espiritualidad se construye a partir de dos dimensiones: la fidelidad inquebrantable al
Padre y la disponibilidad absoluta al servicio del Reino, estas dos actitudes brotan de una misma
fuente: el amor a Dios y a los hombres, especialmente a los que Dios más ama, los destinatarios de la
Buena Noticia del Reino, los pobres, y en nuestro caso los jóvenes.
La búsqueda de estas actitudes principalmente de puede hacer en la Palabra de Dios, que es la
bitácora de la vida cristiana, en la liturgia y los sacramentos, y en la oración diaria, ellas son las que
alimentan, animan, impulsan y guían el caminar por las rutas del Espíritu.
Hay que recordar el punto de partida de una espiritualidad. En la tarde de entrada, al inicio del
EPJ el director espiritual le dice a los jóvenes que la principal realidad a conocer son ellos mismos, si
se saben ver a sí mismos con verdad y sin mentiras. Se subrayan las palabras realidad a conocer y,
verdad. Toda espiritualidad ha de estar encarnada en la realidad, en esa realidad de las personas con
sus situaciones que le brindan esperanza y dificultad. hay que recordar por la encarnación del Hijo,
Dios se hizo hombre, de tal forma que el encuentro con Dios se realiza a través de la humanidad de
Cristo, quien sigue presente en la historia y en cada uno de los hombres (cf. Mt 28,20; Jn 14, 23).
Así es como una espiritualidad supone una conversión al hombre, al joven y, sobre todo a
quien menos oportunidad tiene de recibir el anuncio de la Buena Nueva. El templo del encuentro con
Dios, es la realidad, y en ella los más pobres.
finalmente las principales características de la espiritualidad: La primera de ellas es que ha de
ser integral e integradora. No solo ha de recoger los aspectos más importantes de la madurez de una
persona, sino que además deberá ser útil para su acción en el mundo. La segunda característica es que
ha de ser humanizante. en el mismo sentido de lo que se considera desde la fe: la encarnación de Dios
que se hace hombre y se acerca para mostrarnos con su vida misma el camino de la salvación y de la
felicidad. Tercero la espiritualidad debe ser profética y liberadora a la vez, es decir que quien viva las
actitudes de Jesús y las integre en su vida ha de relacionarse con sus ambientes para transformarlos
aun cuando su relación le obligue a tomar distancia de ciertas posturas. Finalmente una espiritualidad
en nuestro caso ha de ser secular, pues está llamada a la evangelización de los diferentes ambientes
superando de esta manera la tentación de encerrarse en sí misma.
2. Dimensiones de la espiritualidad Emproista:
2.1. El punto de partida:
La espiritualidad emproista ha germinado en la actualidad en diversos campos. El XIV
Encuentro Internacional celebrado en Guatemala reconoció otros Movimientos y experiencias como
parte del carisma Emproista, hasta ahora todas ellas centradas en el terreno laical.
La experiencia del P. José María es muy original y se caracteriza por su disponibilidad a la
Iglesia. Ante el llamado del Papa Pablo VI, él sabe responder de inmediato aunque eso represente
dejar a un lado la actividad que venía realizando con el Movimiento de Cursillos de Cristiandad, para
dedicarse enteramente a los jóvenes en la búsqueda de un método propio, y con el acompañamiento
de sus procesos de fe. Recorrer casi toda Latinoamérica y por su puesto España realizando encuentros
para jóvenes es una pista de esta disponibilidad que el Movimiento hoy por hoy está llamado a
recuperar si quiere seguir fiel a la idea original del fundador. Más tarde, fue cunado el P. José María
experimentó el desafío de plantear los encuentros como una organización con un carácter más
internacional, lo que si es claro desde los primeros mensajes fue su esfuerzo por integrar las formas
tradicionales y los nuevos desafíos de la época en el método de hacer encuentros, y de vivir el
emproísmo en las diferentes comunidades eclesiales en que debería sembrarse el emproista.
Para el P. José María la espiritualidad de los emproistas buscaba dialogar con todo el mundo:
los ambientes de los jóvenes eran los caminos para realizar el encuentro. En ellos, los ambientes, los
guías deberían estar dispuestos a escuchar y dialogar con los jóvenes.
En los primeros años del Movimiento el padre con un equipo de profesionales interdisciplinar
fue confeccionando poco a poco el Manual de los Encuentros dirigidos exclusivamente a laicos,
excepto el primero que fue realizado con seminaristas.
Toda la riqueza del Manual parece estar bien empapada de los problemas sociales de su
tiempo, esta es otra clave de la espiritualidad hoy, pues perfilan la figura de los guías y de los
mensajes por la tensión entre fe y vida.
2.2. El desafío de la espiritualidad emproista:
Hoy en día las problemáticas de los jóvenes parecen avanzar más velozmente que en los
primeros años de fundación de la obra, también muchos de los conflictos humanos parecen estar más
exacerbados que entonces, aumenta la distancia entre fe y vida, cada vez hay más personas que se
escandalizan y se alejan de la Iglesia, y pululan sin cesar ideologías mágicas, que atraen a hombres y
mujeres jóvenes de toda condición, ávidos de satisfacer sus frustrados deseos de liberación, de amor y
amistad: de sentirse realizados como personas.
El joven laico actual está fragmentado en mil partes. Su vida transcurre en tratar de
compaginar cientos de segmentos para no perder el equilibrio. Se encuentra cuestionado y zarandeado
por su vida afectiva y de pareja, por los amigos, por su lucha laboral, académica, profesional, por su
tiempo libre, por su vida ciudadana. En este laberinto Dios no es sino un segmento más, además muy
difícil de entender pues complica más la vida fragmentada y tremendamente descentrada. Esta forma
de vivir la vida no es casualidad, está bien planeada pues es respuesta de la exigencia de eficacia,
competitividad extrema, lo cual convierte a las personas tremendamente débiles e indefensas frente a
las estructuras de poder y decisión de la sociedad. Por todo esto, no es nada extraño que estemos
sufriendo una profunda crisis de fe.
La respuesta de muchos jóvenes hoy a la propuesta de la sociedad los encierra en un
materialismo, consumidor y hedonista. No es raro que hoy los jóvenes respondan a la invitación de un
EPJ tildando a los guías como incompetentes, trasnochados religiosos, desfasados sociales, o
románticos de un mundo acabado.
En este ambiente está llamado el emproísmo a germinar como una semilla nueva, hasta crecer
y fructificar en los jóvenes laicos de hoy.
2.3. Una espiritualidad en Movimiento:
Como nunca el Movimiento ha vivido una creciente experiencia de fe y de compromiso a
través del sentido de Familia Emproista. Desde la experiencia del pre-encuentro, el Encuentro, y con
la perseverancia en el post-encuentro la vida diaria llega a hacerse más intensa. Los últimos años han
sido providenciales para el Movimiento pues ha aumentado el número de asistentes en los encuentros,
también el número de comunidades y centros de guías; que si se interpreta desde le punto de vista
global y local cada uno de estos grupos aporta con nuevos enfoques y nuevas metodologías, que
enriquecen el lenguaje total, que es otro de los ejes de la espiritualidad emproista. El documento
conclusivo de XIV Encuentro Internacional apunta hacia ello pues recoge los trabajos más
significativos realizados a lo largo de los tres años anteriores en relación al post-encuentro.
Los encuentros tienen como objetivo la integración de la fe con la vida en la dinámica de la
relación y del encuentro en todas sus dimensiones: personal (afectiva, intelectual, física), de fe
(oración, proyecto de vida, vida sacramental,), comunitaria (social, profesional, políticas y eclesiales,
apostólico-misionero). Movimiento significa crecimiento tal como lo indica el lema tan aclamado:
Por Cristo más, más y mas.
2.4. Un amén a Cristo:
Toda la experiencia de los encuentros está enraizada y fundada en una espiritualidad
Cristocéntrica. el amor personal a Jesucristo es la petición insistente: vivir y hacer todo por Él.
Jesucristo es el centro, el motor, la razón de ser de los encuentros. También Él es la gran opción de fe
de los emproistas.
Conocer y amar a Jesús en tres pasos es fundamental para poder encontrarlo como la fuente de
agua fresca: la búsqueda de felicidad que surge de la vivencia radical de la propia vocación; La
respuesta de la fe en un mundo que relativiza el amor de Dios ante la la frustración, el desaliento y la
incertidumbre; y la experiencia vivificante del compromiso y la misión que sólo ese Cristo liberador,
vivo y presente en medio del mundo nos deja como testamento.
2.5. Amén por los jóvenes:
Conocer, creer y anunciar a Jesús se centra de una manera especial en los rostros los
“jóvenes”, por quien los guías de los encuentros hacemos opciones desinteresadas. En cada uno de
ellos vemos el rostro de Jesús, y encontramos la concreción exigente de nuestro compromiso y
apostolado. Cada EPJ es el punto de partida del Reino de Dios en los ambientes donde los
sembramos. La pedagogía de los encuentros a través del lenguaje total se convierte en una
herramienta de la espiritualidad emproista, pues lleva siempre a enlodarse los pies en búsqueda
servicial y fraterna de personas líderes, o con distintos problemas que buscan en cada encuentro un
encuentro con Dios, consigo mismos, y con los demás, a través de los tres objetivos dinámicos. Ello
se debe a la insistencia del manual en el misterio de la Encarnación. El Verbo se hizo carne para
seguir viviendo siempre entre nosotros: Cristo en medio de nosotros está y estará.
Optar por los jóvenes hoy exige una postura profética y política, pues contribuye a la
construcción de una sociedad más justa y solidaria en donde los jóvenes encuentran un espacio de
participación e identificación. El encuentro no es un servicios paternalista de los guías a los jóvenes,
sino un servicio cualificado, profesional, que busca ante todo la promoción integral, y el desarrollo de
las personas por un cambio de estructuras personales y sociales. Para nosotros este cambio se
encuentra unido a la experiencia de la fe y de la promoción, evangelización.
Encuentros es un compromiso con un estilo de vida, que ofrece este modo de vivir a otros
laicos que desde su caminar cercano quieren unidos, también, construir la civilización del amor.
2. 6. Amén a la Familia Emproista en la Iglesia:
La experiencia compartida de los encuentros a la luz de la persona de Jesús nos ha regalado en
muchos sitios una familia de hermanos y hermanas emproistas, con los que trabajamos juntos, y con
quienes nos empeñamos en la construcción del Reino.
La experiencia común del método nos han llevado a ideales comunes, a los que queremos
llegar en comunidad. Para ello es imprescindible aprender a trabajar en equipo. Respetamos la
diversidad, de forma que nos podamos complementar, justamente porque somos diversos, pero
unidos por amor del Padre. Así vamos creciendo en nuestra semejanza al Dios Trinitario, reza la
reflexión espiritual del último día: “Jesús portador de la Buena nueva”.
Toda la familia emproista debe estar convencida que es Dios quien llama, y que cada uno se
encuentra en marcha hacia Él por su acción evangelizadora.
3. Una espiritualidad a la Santidad:
El Vaticano II proclamó que todo cristiano debe ser consciente de la dimensión universal de
su fe. La aprobación pontificia le exige al Movimiento esta dimensión más universal. La Familia en el
mundo es una sola en el mundo: la Iglesia. Y, comparte la misma vocación: la santidad. también
comparte las mismas obligaciones, como es el caso del informe anual que enviamos a la Santa Sede y
en el que todos deberíamos empeñarnos aun más.
Es por ello que un emproista y guía de encuentros ha de estar dispuesto a vivir y trabajar por
los jóvenes en cualquier parte en donde se encuentre. Del modo que sea, enviando más jóvenes para
que vivan la experiencia (padrinazgo), por la disponibilidad en lo equipos promotores, por el
compromiso y testimonio en los ambientes, por el liderazgo transformador que acerca el Reino, en los
viajes o reuniones nacionales o internacionales, por la fidelidad al lenguaje común y al método
común, y por la alegría de contar con tantos amigos íntimos en cualquier parte del mundo, sin
importar las distancias.
Siempre adelante y arriba: ¡Ahí está Dios!
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