Gerardo Diego:

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Gerardo Diego:
vanguardismo y fidelidad
a los temas tradicionales
Canción al Niño Jesús
(Ciclo I Primaria)
Si la palmera pudiera
volverse tan niña, niña,
como cuando era una niña
con cintura de pulsera.
Para que el Niño la viera...
Si la palmera tuviera
las patas del borriquillo,
las alas de Gabrielillo.
Para cuando el Niño quiera,
correr, volar a su vera...
Si la palmera supiera
que sus palmas algún día...
Si la palmera supiera
por qué la Virgen María
la mira... Si ella tuviera...
Si la palmera pudiera...
... la palmera...
Antología de sus versos. Versos divinos.
Madrid. Espasa-Calpe, 1996.
Colección Austral, núm. 388 A, p. 230.
En Versos divinos Gerardo Diego quiere darle a la temática religiosa
cristiano-católica un cariz completamente distinto al que tenía en nuestra
literatura tradicional: se aleja de los tópicos, de la palabrería hueca llena de
expresiones grandilocuentes que alejaban al lector de aquellas producciones.
Y lo hace con serenidad, con alegría, con elegancia, desde el fervor del
creyente convencido y estudioso, pero a la vez desde una visión moderna y
original.
Entre los poemas religiosos de Diego destacan los dedicados a temas
navideños porque los aborda muchas veces como canciones de tipo
tradicional, en la línea de Lope de Vega y los dota de agilidad, frescura y
delicada ternura. Una de sus mejores composiciones navideñas es esta
"Canción al Niño Jesús" que invita a la musicalización porque tiene un ritmo
melódico marcado tal vez por el presencia en todas las estrofas de una rima
constante (-era: pudiera, pulsera, viera, tuviera, vera, supiera...) que
concluye en el verso quebrado atípico "... la palmera..." que deja todo
suspendido en el aire como invitando al lector a recoger la pluma del
escritor y zambullirse en una creación personal evocadora y dichosa.
Y la melodía intrínseca de este poema se ve reforzada por otro elemento
fundamental: la inmensa ternura que derrochan todos sus versos. Son
tiernos los personajes (el niño, el borriquillo, el angelito, la Virgen), son
delicadas las palabras, el aroma de cada verso, la invitación al suspiro que
suponen los constantes puntos suspensivos. Y especialmente tiernos son los
diminutivos con los que dibuja a las dos criaturas más propiamente infantiles
de esta canción: el borrico que siempre acompaña la estampa navideña del
alumbramiento de Jesús en este caso se vuelve pequeñajo y el angelote que
vigila sin falta el portal parece convertirse -como por arte de magia
literario- en el cómplice ideal de juegos para el Niño.
Pero no podemos dejar de detenernos en el elemento poético central de
esta canción: la palmera. En ella vuelca Diego todo el poder simbólico, todo
el vigor metafórico, toda la capacidad figurativa y a ella confía el poder
conmovedor de su "Canción al Niño Jesús". Y resulta paradójico y
revolucionario que una composición literaria de carácter religioso -y además
navideño- focalice tanto su contenido conceptual como su carácter literario
en un elemento tan poco "divino", tan mundano como una simple palmera.
Pero esta reflexión sería superficial si no fuéramos capaces de ir más allá,
de profundizar en busca de la intención del poeta. Este protagonismo de la
palmera es meramente circunstancial, meramente "necesario", es una hábil
excusa creativa dentro del juego literario para conducir el análisis
semántico del lector hacia una reflexión nítida: debemos -o, mejor dicho,
podemos- acompañar al Niño en todo su itinerario vital hacia su destino
trágico.
Hay varios elementos que sirven de enlace, de hilo conductor, a lo largo de
todo el poema: por un lado, la palmera, que está junto al portal, cuando nace
el Niño, que le acompaña durante su infancia, en sus juegos infantiles y que
reaparece cuando Jesús se acerca al final de sus días: "Al día siguiente, la
multitud que había acudido a la fiesta, al oír que Jesús llegaba a Jerusalén,
salió a recibirlo con ramos de palma." (Jn 12, 12-13). Por otro, el mismo
borriquillo que se asoma en distintos momentos clave de la vida de Jesús:
junto al portal, durante la huida a Egipto y la misma entrada en la ciudad de
David: "Pero Jesús encontró un borriquillo y se montó en él, como estaba
escrito" (Jn 12, 14) que Diego recoge en la última estrofa de un modo sutil:
Si la palmera supiera
que sus palmas algún día...
Y antes de poner el punto final debemos fijarnos también en la forma, en el
lenguaje que emplea el poeta para traernos al presente los recuerdos de
aquellos momentos mágicos e históricos. Y es que la palabra de Gerardo
Diego se hace aquí especialmente poética, delicadamente bella: ¡qué
hermosa metáfora la de la primera estrofa para decirnos que el tallo de la
palmera era fino y esbelto!
Si la palmera pudiera
volverse tan niña, niña,
como cuando era una niña
con cintura de pulsera.
Para que el Niño la viera...
Parece que la omnipresencia de la palabra "palmera" por todo el poema
(hasta siete veces) contribuye a acrecentar la sensación de suavidad, de
dulzura; impregna cada verso de un aroma melifluo y tierno que adereza
impecablemente la calidez que aportan el Niño, el borriquillo, el ángel y
María.
Y tu infancia...
(Ciclo I Primaria)
Y tu infancia, dime, ¿dónde está tu infancia?,
que yo la quiero.
Las aguas que bebiste,
las flores que pisaste,
las trenzas que anudaste,
las risas que perdiste.
¿Cómo es posible que no fueran mías?
Dímelo, que estoy triste.
Quince años, sólo tuyos, nunca míos.
No me escondas tu infancia.
Pídele a Dios que nos desande el tiempo.
Volverá tu niñez y jugaremos.
Antología de sus versos. Hasta siempre.
Madrid. Espasa-Calpe, 1996.
Colección Austral, núm. 388 A, p. 188.
1. "Para mí": un niño pide una letra (por ejemplo la "n"). A partir de ese
momento todas las palabras del poema que lleven esa letra son de su
propiedad. Se procede a la lectura colectiva del texto, pero teniendo en
cuenta que cuando encontremos una palabra con la "n" sólo deberá leerla el
"dueño" de dicha letra.
2. "A cazar vocales": una niña dice una vocal y los demás deben buscar y
decir una palabra del poema que empiece / termine / contenga esa vocal.
3. "Instrucciones": buscamos una palabra siguiendo las instrucciones que nos
da el animador (preferiblemente un alumno). Por ejemplo: palabra del 7º
verso que lleva tres vocales (posible); palabra que aparece cuatro veces (tu;
las); palabras que empiezan por "p" y terminan por "e" (posible, pisaste,
perdiste, pídele)...
4. "Sólo vocales": leemos el poema borrando las consonantes (la "u" de "que"
no se dicen):
y u iaia, ie, ¿óe eá u iaia?,
e o a ieo.
A aua e eie,
a oe e iae,
a ea e auae,
a ia e eie...
5. "Completando": sustituir las palabras subrayadas por otra similar:
Las aguas que
bebiste
Las aguas que
_____________
las flores que
pisaste
las flores que
______________
las trenzas que
anudaste
las trenzas que
____________
las risas que
perdiste
las risas que
_______________
6. "Puzzle poético": se pega el poema en un cartón, se recorta en 6/8 trozos
y tras mezclarlos, se intenta reconstruir.
7. "Juego de los huecos": se presenta el poema sin algunas palabras
importantes (infancia, aguas, flores, trenzas, años, jugaremos...) y cada
grupo tendrá que llenar los huecos bien poniendo las palabras originales,
bien inventando otras.
8. "Bingo de palabras": cada niño elige 3 palabras del poema (de 5 letras) y
las escribe en un cartón separando sus letras:
A
G
U
A
S
E
S
T
O
Y
N
I
Ñ
E
Z
El animador escribe una palabra cualquiera en la pizarra (que sea del poema
y no tenga cinco letras). Cada niño va tachando en su cartón las letras que
tenga de dicha palabra. Se van escribiendo palabras hasta que alguien grite
"línea", "bingo".
9. "Alargapalabras": se escribe en la pizarra una palabra del poema
separando sus letras: i - n - f - a - n - c - i - a. Se les dice: ¿podéis buscar
palabras muy largas que empiecen por cada una de estas letras? Van
saliendo a la pizarra y las escriben en vertical. Cuando alguien tiene una más
larga, sale, borra la otra y escribe la suya. Por ejemplo, con la "i" podríamos
escribir: ir - irá - isla - Inglaterra - imaginación...
10. "Palabras a la carta": cada uno escribe en un papel una palabra del
poema que tenga más de 4 letras y se la entrega a un compañero.
Deberemos escribir otras que empiecen o terminen igual que la palabra que
hemos recibido. Por ejemplo, si la nueva palabra es "flores", podríamos
escribir palabras que comiencen por "f" o terminen por "s".
Las tres hermanas
(Ciclo II Primaria)
Estabais las tres hermanas,
las tres de todos los cuentos,
las tres en el mirador,
tejiendo encajes y sueños.
Y yo pasé por la calle
y miré... Mis pasos secos
resonaron olvidados
en el vesperal silencio.
La mayor miró curiosa,
y la mediana riendo
me miró y te dijo algo...
Tú bordabas en silencio
como si no te importase,
como si te diese miedo.
Y después te levantaste
y me dijiste un secreto
en una larga mirada,
larga, larga... Los reflejos
en las vidrieras borrosas
desdibujaban tu esbelto
perfil. Era tu figura
la flor de un nimbo de ensueño.
... Tres erais, tres, las hermanas
como en los libros de cuentos.
Antología de sus versos.
Romancero de la novia.
Madrid. Espasa-Calpe, 1996.
Colección Austral, núm. 388 A, p. 78.
El amor es uno de los grandes tema de la poesía de Gerardo Diego. Los tres
poemas que presentamos a continuación pertenecen al primer libro de
poemas de Diego, Romancero de la novia, publicado -en una minúscula edición
de tan solo 100 ejemplares- con su primer sueldo de catedrático en 1920.
En este caso se trata de la recreación de una imagen literaria tradicional: el
caballero que se acerca al castillo en busca de su amada y la encuentra
tejiendo en compañía bien de sus hermanas, bien de sus damas, argumento
muy presente en muchos de nuestros cuentos y poemas de tradición oral. Y,
como siempre, parece que todas las damas quieren coquetear con el
caballero
La mayor miró curiosa,
y la mediana riendo
me miró y te dijo algo...
menos la preferida de su corazón que mantiene un aire indiferente y
distante:
Tú bordabas en silencio
como si no te importase,
como si te diese miedo.
Pero esa frialdad -¡tan deliciosa en todo juego amoroso!- es meramente
aparente porque en seguida la dama manda salvas sutiles al caballero para
demostrarle que está prendada de él:
Y después te levantaste
y me dijiste un secreto
en una larga mirada,
larga, larga...
¡Hermosa y lírica manera de demostrar al ser amado que estamos "locos por
sus huecos"! En el amor no hacen falta palabras, los ojos son portadores de
los secretos más dulces y apasionados. Y la magia, el misterio que debe
alimentar toda relación amorosa para darle más vigor, la consigue Diego al
introducir en la escena, en el momento álgido, una atmósfera etérea que
hace que la amada se evapore ante los ojos del caballero envuelta en una
nebulosa liviana que la transporta frágil e inasible fuera de su alcance visual
y real.
Era tu figura
la flor de un nimbo de ensueño.
Al final, con estos dos versos, Gerardo Diego introduce un elemento
inesperado porque siembra en el corazón del lector una duda inquietante:
¿habrá sido todo el poema tan solo un sueño, una fantasía onírica, la
expresión de un deseo intenso del caballero que anhela el amor y la
presencia de su amada y por eso sueña con ella y con su amor? Los dos
versos finales no ayudan a iluminar el intelecto del lector, muy al contrario,
su tono semeja los finales de muchos relatos folclóricos por lo que se
acentúa el ensoñamiento.
Tal vez por todo ello es por lo que este poema puede resultar atractivo para
las niñas y niños de 8 a 10 años que están en una edad en la que todavía
aprecian los cuentos tradicionales, las historias fantásticas repletas de
personajes mágicos, a la vez temibles y tiernos, y comienzan a buscar otro
tipo de aventuras más próximas a las relaciones interpersonales y a los
sentimientos humanos cotidianos. Y ¿acaso existe una relación más intensa,
dolorosa y a un tiempo gratificante, que la que se teje entre dos personas
que se aman?
La despedida
(Ciclo II Primaria)
Aquel día -estoy segurome amaste con toda el alma.
Yo no sé por qué sería.
Tal vez porque me marchaba...
-Me vas a olvidar -dijiste-.
Ay, tu ausencia será larga,
y ojos que no ven... -Presente
has de estar siempre en mi alma.
-Ya lo verás cuando vuelva.
Te escribiré muchas cartas.
Adiós, adiós... Me entregaste
tu mano suave y rosada,
y, entre mis dedos, tu mano,
fría de emoción, temblaba.
... Sentí el roce de un anillo
como una promesa vaga...
Yo no me atrevía a mirarte,
pero sin verte notaba
que los ojos dulcemente
se te empañaban de lágrimas.
Me lo decía tu mano
en la mía abandonada,
y aquel estremecimiento
y aquel temblor de tu alma.
Ya nunca más me quisiste
como entonces, muda y pálida.
... Hacía apenas tres días
que eran novias nuestras almas.
Antología de sus versos.
Romancero de la novia.
Madrid. Espasa-Calpe,
1996. Colección Austral, núm. 388 A, p. 79.
Si existe una escena dramática en toda relación amorosa es el temido
momento de la despedida, aquel en el que las dos almas que aspiran a ser una
sola han de separarse por el motivo que sea. En esta ocasión Diego
incrementa el dramatismo al ofrecernos el adiós conmovedor que se
interpone entre una recién estrenada pareja de enamorados:
... Hacía apenas tres días
que eran novias nuestras almas.
Y a lo largo de todo el poema va dibujando con una precisión magistral todos
los sentimientos y emociones que se acumulan en el corazón acongojado de
quien va a alejarse de su ser querido. Por un lado, siempre tratamos de
buscar explicaciones a lo que sucede:
Aquel día -estoy segurome amaste con toda el alma.
Yo no sé por qué sería.
Tal vez porque me marchaba...
Cuando el amante recuerda -con la parcialidad de toda añoranza desfigurada
por el paso del tiempo- la intensa pasión con la que le adoraba su amada en
el momento de la despedida trata de comprender el motivo de aquel
sentimiento que le regalaba ella y ante el dolor de un presente sin duda
menos maravilloso intuye que aquella pasión venía provocada tan solo por el
dolor de la ruptura.
El temor también suele estar presente en una despedida: miedo a ser
olvidado o, lo que es peor, a ser reemplazado en el corazón del ser querido
por otra persona:
-Me vas a olvidar -dijiste-.
Ay, tu ausencia será larga,
y ojos que no ven...
Ante las dudas del otro, solemos tender a realizar promesas entusiastas
que, la mayor parte de las veces, nosotros mismos sabemos que seremos
incapaces de cumplir: -Presente / has de estar siempre en mi alma.
y queremos contentar al objeto de nuestro amor con migajas más bien
miserables:
Te escribiré muchas cartas.
Después, se suceden los instantes más sensuales: la última caricia, el
postrer abrazo, la mirada más larga, cadenciosa, intensa, el definitivo y
efímero roce que, a la larga, será el que más huella deje porque a él
recurriremos cuando sintamos que nuestro ánimo desfallece por la ausencia:
Me entregaste
tu mano suave y rosada,
y, entre mis dedos, tu mano,
fría de emoción, temblaba.
El dolor se hace tan insoportable que apenas nos atrevemos a fijar nuestros
ojos en los del enamorado porque tememos no ser capaces de soportar
verlos cubiertos de lágrimas:
Yo no me atrevía a mirarte,
pero sin verte notaba
que los ojos dulcemente
se te empañaban de lágrimas.
Y aunque el tiempo ha pasado y dicen que su manto todo lo cura, el
abatimiento es tan desgarrador que el alma del amante se hace un nudo y le
ahoga al tener que reconocer que aquel amor murió para siempre:
Ya nunca más me quisiste
como entonces, muda y pálida.
Hagamos disfrutar a nuestros alumnos con este hermosísimo y conmovedor
poema de Gerardo Diego porque si de algo está necesitada nuestra escuela
es de recursos y argumentos para construir pedagógicamente la llamada
"alfabetización emocional". En la medida que seamos capaces de hacer
sentir a los jóvenes lectores toda la fuerza y toda la pasión que encierran
estos versos les estaremos ayudando a comprender mejor los sentimientos
que a esas edades ya comienzan a emerger en su interior.
Además, no nos resultaría nada difícil hacer una traslación conceptual y
creativa desde la temática de la relación amorosa que recoge Diego a otra
vital para los niños y niñas del II Ciclo de Primaria: la amistad. ¡Cuánto hay
de promesas, infidelidades, encuentros/desencuentros, alegrías y tristezas
en el cariño sincero y vigoroso que une a dos amigos!
Sueños
(Ciclo II Primaria)
Anoche soñé contigo.
Ya no me acuerdo qué era.
Pero tú aún eras mía,
eras mi novia. ¡Qué bella
mentira! Las blancas alas
del sueño nos traen, nos llevan
por un mundo de imposibles,
por un cielo de quimeras.
Anoche tal vez te vi
salir lenta de la iglesia,
en las manos el rosario,
cabizbaja y recoleta.
O acaso junto al arroyo,
allá en la paz de la aldea,
urdíamos nuestros sueños
divinos de primavera.
Quizás tú fueras aún niña
-¡oh remota y dulce época!y cantaras en el corro,
al aire sueltas las trenzas.
Y yo sería un rapaz
de los que van a la escuela,
de los que hablan a las niñas,
de los que juegan con ellas.
El sueño es algo tan lánguido,
tan sin forma, tan de nieblas...
¡Quién pudiera soñar siempre!
Dormir siempre ¡quién pudiera!
¡Quién pudiera ser tu novio
(alma, vístete de fiesta)
en un sueño eterno y dulce,
blanco como las estrellas!...
Antología de sus versos.
Romancero de la novia.
Madrid. Espasa-Calpe, 1996.
Colección Austral, núm. 388 A, p. 80.
1. "Rimas por equipos": un equipo dice una palabra del poema y los otros
escriben vocablos que rimen con ella. Gana el equipo que escribe mayor
número de palabras en dos minutos.
2. "Juguemos con los fonemas": formulamos preguntas cuya respuesta sea
una palabra del texto que comienza por a/b/c/d/e/f...
/a/ ¿Cuándo soñé contigo?
_________
[anoche]
/b/ ¿De qué color son las alas del sueño?
_________
[blancas]
/c/ ¿Con quién soñé anoche?
_________
[contigo]
/d/ ¿Cómo eran nuestros sueños de
primavera?
/e/ ¿De qué tienes que vestirte?
________
[divinos]
_________
[de fiesta]
3. "Palabras encogidas": buscamos en "Sueños" palabras trisílabas a las que
al quitarles una sílaba se convierten en otra palabra válida en español.
a-no-che
=
nochecon-ti-go
=
Congo
a-cuer-do
=
cuerdopu-die-ra
=
diera
vís-te-te
=
visteé-po-ca
=
poca
4. "Macedonia de versos": presentamos varias frases que se han formado
mezclando dos versos del poema de Gerardo Diego. Descubrir cuáles son los
versos originales y reconstruirlos.
Quizás tú fueras un Original: Quizás tú fueras aún
rapaz
niña.
Y yo sería aún niña.
Y yo sería un rapaz
En las manos las
estrellas.
Original: En las manos el
rosario.
Blanco como el rosario
Blanco como las estrellas.
5. "Siglas misteriosas": cada uno escoge una palabra del poema de al menos
cuatro letras y la convierte en un conjunto de siglas.
T.R.E.N.Z.A.:. Turistas Romanos Empeñados en No
Zampar Acelgas.
N.I.E.B.L.A.
Niñas Inteligentes Españolas Bien
Limpias y Amables
6. "Sobres-sorpresa": a cada niño se le da un sobre de colores. En él tiene
que introducir un papel en el que están escritas todas las palabras de un
verso de "Sueños" de un modo desordenado. Se recogen todos los sobres y
se reparten aleatoriamente. Cada niña o niño deberá reconstruir el verso
que le toque.
7. "Diccionario imaginario": cada alumno debe inventar el significado de las
palabras más difíciles del texto, sin consultar el diccionario.
quimera. hembra del mero que vive (a)quí
recoleta: coleta que tiene el récord de longitud
urdíamos: marcábamos goles como Urzaiz
rapaz:
muchacho capaz de raparse el pelo al
cero
lánguido: lancha en la que se toca la guitarra y se
juega al dominó
Tras leer -y disfrutar- todas las hipótesis, buscar en el diccionario las
definiciones oficiales y comentarlas. Finalmente inventar una frase con cada
una de las palabras seleccionadas.
Lluvia
(Ciclo III Primaria)
Puente arriba puente abajo
la lluvia está paseando
Del río nacen mis alas
y la luz es de los pájaros
Nosotros estamos tristes
Vosotros lo estáis también
Cuándo vendrá la primavera
a patinar sobre el andén
El invierno pasa y pasa
río abajo río arriba
Le ha visto la molinera
cruzar con la cabeza pensativa
El árbol cierra su paraguas
y de mi mano nace el frío
Pájaros viejos y estrellas
se equivocan de nido
Cruza la lluvia a la otra orilla
No he de maltratarla yo
Ella acelera el molino
y regula el reloj
El sol saldrá al revés mañana
y la lluvia vacía
volará a refugiarse en la campana
Manual de Espumas.
Versos humanos.
Madrid. Editorial Cátedra, 1995.
Colección Letras Hispánicas,
núm. 245, p. 118.
"Lluvia" es uno de los poemas más emblemáticos del espléndido Manual de
espumas de Gerardo Diego, un libro en el que el poeta santanderino "se
distancia de la realidad aparente y construye palabras en imágenes válidas
porque establecen en sí mismas una red compleja de sugerencias sin
referentes inmediatos y cuyo punto de partida es un estado de ánimo, la
exigencia de proyectar sentimientos, emociones imprecisas, sueños que se
entrecruzan en la página en blanco determinando sus propios ecos, sus
propias resonancias, porque surgen con su entidad propia [...] que si refleja
un control intelectual evidencia, asimismo, una aguda sensibilidad".
Estas atinadas palabras de Milagros Arizmendi son el pórtico de entrada
perfecto para penetrar con todas las garantías de disfrute intelectual y
emotivo en Manual de espumas, porque nos ayudarán a digerir tal cantidad
de imágenes poéticas y a entenderlas dentro de la línea creacionista de
Gerardo Diego.
Hemos seleccionado "Lluvia" a sabiendas de que es una composición poética
compleja. Cada una de las estrofas contiene varias metáforas sugestivas y
conmovedoras a cual más poética e imaginativa y eso puede parecer un
impedimento para su análisis, pero debemos considerarlo como una invitación
que el poeta hace al lector para que se adentre en su propia capacidad
interpretativa y se lance a una "personalización comprensiva" del poema.
Si siempre nos ha parecido "peligroso" jugar a interpretar el lenguaje
poético y lo hemos hecho con la humildad de quien sabe que está violando la
intimidad creadora de un ser humano que desnuda su alma para regalarnos
sus sentimientos, en este caso nos quitaremos ese peso de conciencia de
encima e induciremos a nuestros alumnos a recoger el guante que nos lanza
Diego para que parafraseen con sus mejores intuiciones.
La atmósfera que crea la lluvia una fría tarde invernal es el marco ambiental
ideal para dar rienda suelta a la imaginación creadora: nuestro espíritu se
llena de nostalgia y anhelamos la llegada del buen tiempo:
Nosotros estamos tristes
Vosotros lo estáis también
Cuándo vendrá la primavera
a patinar sobre el andén
La luz es tenue, grisácea y neblinosa y parece que se la llevan los pájaros,
únicos seres capaces de revolcarse entre las húmedas criaturas de las
nubes y de llenar el firmamento con sus cabriolas despreocupadas a pesar
de que el cielo no parece estar dem uy buen humor:
Del río nacen mis alas
y la luz es de los pájaros
Los árboles esconden su traje de hojas estivales ("cierran su paraguas", ¡qué
metáfora más sublime!) y se enfundan la túnica transparente del hielo; y,
claro, con tanta metamorfosis, no es de extrañar que incluso los pájaros
más ancianos y avezados sean incapaces de reconocer dónde está ubicado su
hogar. Y las estrellas se embriagan de tal modo que se confunden de
domicilio:
El árbol cierra su paraguas
y de mi mano nace el frío
Pájaros viejos y estrellas
se equivocan de nido
Y aunque la lluvia a veces nos parece molesta y llena de congoja nuestro
corazón con pensamientos melancólicos, tenemos mucho que agradecerle y
no es justo que la denostemos:
No he de maltratarla yo
Ella acelera el molino
y regula el reloj
Nocturno
(Ciclo III Primaria)
Están todas
También las que se encienden en las noches de moda
Nace del cielo tanto humo
que ha oxidado mis ojos
Son sensibles al tacto las estrellas
No sé escribir a máquina sin ellas
Ellas lo saben todo
Graduar el mar febril
y refrescar mi sangre con su nieve infantil
La noche ha abierto el piano
y yo las digo adiós con la mano
Manual de espumas. Versos humanos.
Madrid. Editorial Cátedra, 1995.
Colección Letras Hispánicas, núm. 245, p. 115.
Gerardo Diego construye este poema de un modo sereno, casi de puntillas,
no quiere dejar pasar la ocasión de cantar al embrujo mágico de la noche y
de todos sus habitantes, pero lo hace sin estridencias, con sencillez, con
finura elegante. No hay palabras altisonantes, ni ideas insensibles, todo
brota con fluidez hasta componer un equilibrado cuadro de costumbres
sobre la nocturnidad atmosférica y temporal. Sin nombrarlas, comienza
iluminando el infinito con las perseverantes estrellas, luminarias tímidas
pero neurálgicas. Y las reivindica a todas, incluso a aquellas que por su fama
se encienden sólo en ciertas ocasiones (¿la estrella de Belén? o, tal vez, ¿las
estrellas fugaces que cobran protagonismo en forma de "lágrimas de San
Lorenzo"? ¡qué más da!):
Están todas
También las que se encienden en las noches de moda
Una vez más, Gerardo Diego juega a romper su propia magia creadora
dinamitando el bello escenario en el que estaba construyendo su edificio
poético para introducir elementos "disrruptivos". No quiere que el lector se
acomode en la sensación cálida evocada por el firmamento estrellado y
corre a vomitar sobre él una imagen bien distinta y desagradable:
Nace del cielo tanto humo
que ha oxidado mis ojos
un humo que no se corresponde (Manual de espuma apareció en 1924) con la
contaminación actual que nos ahoga en las grandes ciudades, sino que se
refiere más bien a la niebla interior que a veces nubla nuestro
entendimiento.
El verso siguiente (son sensibles al tacto las estrellas) es tan delicado que
parece que va a quebrarse en mil pedazos si no lo arrullamos en nuestro
regazo. El ser humano suele depositar en las estrellas tantos sueños, tantas
ilusiones frágiles que parece mantener con ellas un idilio sensual: ellas son
cobijo y escondite de nuestros secretos más íntimos hasta el punto de que
parecen reaccionar a nuestras caricias, a nuestras confidencias y a nuestros
besos.
Nueva ruptura: "no sé escribir a máquina sin ellas". ¡Vaya ganas de fastidiar
que tienes, Gerardo! ¡Otra vez destrozando el clima poético del verso
anterior con este exabrupto que no viene a cuento! ¿Qué tendrán que ver
las estrellas con las máquinas de escribir? ¡No seas tan simple lector, que el
poeta está hilando fino! ¿No se te ha ocurrido pensar que lo que hace Diego
es precisamente hilvanar magistralmente su discurso haciendo a las
estrellas depositarias ilustres de su inspiración creadora?
Ellas lo saben todo
Graduar el mar febril
y refrescar mi sangre con su nieve infantil
Las otorga no sólo la potestad divina del conocimiento universal (lo saben
todo) sino también la capacidad de controlar lar mareas marinas y la
terapéutica prerrogativa de calmar nuestra efervescencia íntima con su
níveo y luminoso bálsamo.
La noche ha abierto el piano
y yo las digo adiós con la mano
¡Pruebe el paciente lector a diseñar una manera más sencilla y hermosa de
concluir este canto a la noche! Seguro que fracasará en su intento porque
parir tan insignes versos sólo les está permitido a las almas prodigiosas de
unos pocos poetas. La noche desparrama por la bóveda celeste su melodía
extraordinaria haciendo que hasta el más recóndito rincón de las galaxias
infinitas se sienta acariciado por el calor azucarado de las estrellas.
Y ¡qué menos que levantar nuestro brazo para que el balanceo de nuestra
mano les devuelva con mimo todo el fuego emotivo de nuestro corazón
conmovido!
La Cometa
(Ciclo III Primaria)
Las nubes se han abierto al paso
de la luna en cuarto creciente.
El azul celeste es de raso
tras el encaje transparente.
La luna sube y sube y sube
vertiginosa y alocada.
Se encarama sobre una nube
como una cometa encantada.
Once estrellas forman su cola,
que ondea a derecha y a izquierda
y sube tan alta y tan sola
que hay el temor de que se pierda.
Trepa por el cielo ligera
y las niñas cantan a una
girando en el corro: «-Quisiera
ser tan alta como la luna».
Yo también querría volar,
«-ay, ay, como la luna-», más alto,
sobre las estrellas del mar
celeste, en un aéreo asalto,
en una asunción infinita,
sobre la nube y la ultranube,
como la blanca favorita
sube esta noche y sube y sube.
Antología de sus versos. Evasión.
Madrid. Espasa-Calpe, 1996.
Colección Austral, núm. 388 A, p. 91.
1. "Las transformaciones": se elige una palabra del poema y decidimos por
cual debemos transformarla. Se le cambia una sola letra, de forma que nos
quede otra palabra con sentido. Repetimos la operación hasta llegar a la
palabra que nos habíamos propuesto.
Sobre_ carta: sobre sobra cobra corra corta carta
Cola_cara
cola
cosa
casa cara
Luna_nube
luna
cuna cuba suba sube nube
2. "Pares-impares": dividiremos la clase en dos grupos; a uno de ellos
daremos el poema con los versos pares y al otro con los impares. Cada grupo
tendrá que inventar los versos que no están.
3. "Imaginación al poder": Tras la lectura silenciosa y el comentario
comprensivo del texto cada alumno deberá crear un poema cuyo personaje
sea una cometa. Puede emplearse la estructura y rima que desee cada uno.
4. "Poema visual": dibujar una cometa grande y escribir en su interior el
poema de Gerardo Diego de modo que las palabras se acomoden a la forma
física de la cometa.
5. "Radio poética": construimos un aparato de radio con una caja grande. En
su interior se introduce un alumno que irá diciendo determinadas palabras
de "La cometa" y sus compañeros tendrán que recitar la estrofa en la que se
encuentre dicho vocablo.
6. "Cuestionario poético": se formulan preguntas sobre los elementos más
sugestivos del poema (las nubes, la luna, el azul celeste, once estrellas...) y
se pide a los alumnos que creen respuestas también poéticas.
¿Qué son las nubes?
Paseantes eternos del cielo.
¿Por qué brillan las estrellas?
Porque esconden trocitos diminutos del sol.
¿Por qué la luna cambia de forma?
Porque le gusta dibujar siluetas diferentes en el firmamento.
7. "¿Agudas o llanas?": cada uno escoge las palabras que más le gusten del
poema y las clasifica según sean agudas o llanas.
8. "Sobrilandia": se divide la clase en tres grupos y a cada uno se le da al
azar un sobre en cuyo interior habrá una tarjeta con una de estas leyendas:
"las cosas de las niñas", "las cosas del cielo" y "las cosas del mar". Cada
grupo tendrá que escribir frases alusivas a las cualidades o elementos
propios de la realidad que le haya correspondido.
9. "Sopa de letras literaria": distribuidos los alumnos en varios grupos,
cada uno habrá de crear una sopa de letras con diez palabras del poema.
Luego se intercambiarán las sopas y habrán de ser resueltas.
10. "Pescadores de mentiras": cada alumno introducirá una "frase
equivocada" en el poema y los demás deberán encontrarla y decir cómo sería
dicho verso de un modo correcto.
Yo tampoco quería volar
Yo también querría volar.
Once estrellas forman su Once estrellas forman su
boca
cola.
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