Informe del Grupo de trabajo de la IE sobre la globalización, el

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Informe del Grupo de trabajo de la IE sobre la globalización, el
AGCS y la formación profesional
A.
Introducción
Desde hace tiempo, la Internacional de la Educación ha manifestado su preocupación por las
constantes amenazas a que se enfrenta la educación a todos los niveles como consecuencia de la
globalización económica y la liberalización del comercio. La IE estima que las negociaciones que
tienen lugar en el marco del Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS), así como los
numerosos tratados regionales y bilaterales, podrían dar lugar a la intensificación y concentración de
las presiones de la comercialización y la privatización. Si esta tendencia siguiese adelante sin trabas,
podría suponer un importante reto para los estudiantes y los docentes incidiendo negativamente en
la calidad y accesibilidad de la educación.
La formación profesional (FP) es particularmente vulnerable a las presiones de la globalización, la
mercantilización y la liberalización del comercio. Lo que en su día fuera la responsabilidad primordial
de las instituciones de educación públicas en muchos países, la provisión de formación profesional es
ahora una actividad que se encuentra a caballo entre el sector público y el mercantil. La globalización
económica dirigida por los mercados, aunada a la desregulación del mercado laboral, han amplificado
la comercialización de la formación profesional en los planos nacional e internacional. A la vez, está
surgiendo otro peligro más inmediato al ser los servicios de formación profesional el blanco explicito
de la ronda de negociaciones actual del AGCS.
En breve, los sistemas de formación profesional se enfrentan a desafíos sin precedentes. Las fuerzas
de la globalización económica, los rápidos cambios tecnológicos, la comercialización, la privatización y
la desregulación están remodelando radicalmente el espacio que ocupa la formación profesional. Lo
que se enseña, dónde se enseña, cómo, y hasta quién lo enseña, es una realidad que se está
transformando.
Sobre la base de la resolución adoptada durante el IV Congreso Mundial de Porto Alegre, la IE
estableció este Grupo de trabajo con el objeto de profundizar el estudio de las amenazas a que se
enfrenta actualmente la formación profesional como consecuencia de la globalización económica, y
recomendar maneras de proteger la integridad de la formación profesional, sus estudiantes y
docentes. Al emprender este trabajo, el Grupo de trabajo se topó con el problema de llegar a un
acuerdo en cuanto a lo que se entiende por formación profesional. Existen grandes diferencias entre
los países por lo que se refiere al contenido y la organización de la FP.1 En varios países, la
formación profesional se entiende esencialmente como la enseñanza que se imparte después de la
educación y formación obligatoria, excluyendo los programas universitarios y superiores ofrecidos por
instituciones de educación superior, y que ofrecen a los estudiantes conocimientos y aptitudes
profesionales o vinculadas directamente a un oficio o trabajo. En otros países, sin embargo, la FP se
entiende como la educación secundaria superior que conduce a la adquisición de competencias en un
oficio calificado o a prácticas como aprendiz. El presente informe pues, debe leerse con ese contexto
en mente, entendiendo que las descripciones y análisis presentados en él no siempre se aplicarán a
todos los países.
Este informe comienza destacando los principios básicos de la FP que pensamos que la IE necesita
reafirmar con más fuerza a fin de contraponerse a la lógica de mercado que predomina en la
actualidad. Luego, describimos lo que está en juego para la formación profesional en el marco de las
negociaciones actuales del AGCS, y señalamos que la IE debe proseguir sus esfuerzos para asegurar
que el resultado de las negociaciones no someta a la FP a reglas comerciales de obligado
cumplimiento. Concluimos resumiendo una serie de recomendaciones importantes que permitirán a la
IE y sus afiliadas hacer avanzar los trabajos.
Otros términos utilizados internacionalmente incluyen instrucción y formación técnica y profesional (IFTP),
instrucción y formación técnica y profesional (IFTP), Instrucción técnica y profesional (ITP), educación profesional y
técnica (EPT), y educación y formación continua (EFC).
1
B.
Principios generales
1.
La educación: un derecho humano universal
Tal como se establece en la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, toda
persona tiene derecho a la educación, y “La instrucción técnica y profesional habrá de ser
generalizada….” Todas las personas tienen derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a la
educación a todos los niveles y a cualquier edad sin discriminación y sin que la capacidad financiera
para pagar la educación sea un criterio que determine la capacidad de proseguir los estudios.
El acceso a la educación a todos los niveles es fundamental para el desarrollo personal de todas las
personas y es la base sobre la que se asienta la ciudadanía democrática. La plena participación de los
ciudadanos y ciudadanas en la vida social, cultural, política y económica de sus sociedades, es
propiciada en gran parte por el conocimiento, la comprensión y las aptitudes que se adquieren
mediante la educación.
La IE estima que el fomento de un mayor acceso a la formación profesional es especialmente
importante debido al papel clave que desempeña al ofrecer oportunidades a personas con distintas
trayectorias personales, incluyendo aquellas que han sido marginadas en el mercado laboral.
2.
Las metas de la formación profesional
Las instituciones educativas de todos los niveles deben ofrecer a las personas una gama de
conocimientos y competencias que les permitan no sólo desempeñar un trabajo concreto, sino
también participar plenamente en todos los aspectos de la vida social. Este principio se recoge en la
Declaración Universal de Derechos Humanos que establece que “[l]a educación tendrá por objeto el
pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y
a las libertades fundamentales.”
Como tal, la formación profesional no debe nunca focalizarse exclusivamente en la formación de las
personas para ejecutar determinadas tareas en el mercado laboral. Además de ayudar a los
estudiantes a adquirir aptitudes prácticas, deberá brindarles conocimientos generales y una
comprensión global. Tal como se estipula en el Convenio sobre instrucción técnica y profesional de la
UNESCO (1989):
Los programas de formación profesional y técnica deben reunir los requisitos técnicos de
los sectores profesionales concernidos y también ofrecer la educación general necesaria
para el desarrollo personal y cultural de la persona e incluir, entre otras cosas, conceptos
sociales, económicos y medioambientales pertinentes para la profesión u oficio en
cuestión.
Este enfoque global de la formación profesional, sin embargo, está siendo cuestionado por un gran
número de fuerzas. La globalización y la emergencia de la llamada “economía del conocimiento” han
incitado a muchos gobiernos y empleadores a presionar por la desregulación de los mercados
laborales, lo que ha dado lugar a la introducción de reformas en los sistemas de formación
profesional. Invariablemente, estas reformas han obedecido a motivaciones económicas
cuidadosamente definidas que tienen por objeto asegurar que la formación profesional contribuya de
forma directa a la competitividad económica, impulsando determinadas competencias y aptitudes en
las personas, encaminadas a satisfacer exigencias industriales cuidadosamente definidas. Si bien la FP
siempre debe tratar de atender las exigencias de los mercados laborales, debe cumplir ese objetivo
sin perjuicio de su compromiso de ofrecer conocimientos generales a los estudiantes.
3.
La educación: un bien público
La educación, con independencia del nivel considerado, tiene como finalidad potenciar el desarrollo
humano y el progreso de la sociedad. En ese sentido, la IE está firmemente convencida de que la
educación, incluida la formación profesional, debe considerarse como un bien público y no como una
mercancía privada. La educación debe regirse por los sólidos principios del servicio público que
garantizan la rendición de cuentas, la calidad, el acceso y la igualdad de oportunidades.
En tanto que bien público, la transmisión de conocimientos y competencias que permiten a las
personas ejercer su papel como ciudadanos cabales, es una responsabilidad colectiva que han de
asumir primordialmente los estados. Los gobiernos, por lo tanto, tienen un papel fundamental que
desempeñar en la financiación y regulación de un sistema global de formación profesional de máxima
calidad y fácilmente accesible.
Es preciso oponerse tajantemente a la comercialización, la individualización y la privatización de la
formación profesional. Existen estudios que demuestran que la provisión de formación profesional
privada y con afán de lucro está más orientada hacia la consecución de resultados financieros y
comerciales que hacia la educación, la adquisición de competencias, la equidad u objetivos de política
públicos. En muchos casos, los recursos son desviados del suministro directo de servicios educativos
hacia tareas administrativas o de mercadotecnia, y se concede una mayor prioridad a la reducción de
costos que a la mejora de la calidad. Además, la comercialización, la individualización y la privatización
de la formación profesional han ofrecido a los gobiernos una excusa para disminuir el nivel de
financiación estatal. El predominio de la teoría del capital humano en las políticas relativas a la
formación profesional en algunos países ha conducido a una definición cada vez más estrecha de las
competencias y a un mayor énfasis en la noción del beneficio individual, que se contrapone al
concepto de bien público, en el debate acerca de la financiación del sector.
4.
Conseguir una formación profesional de calidad
La IE estima que la educación de calidad sólo se puede garantizar cuando los docentes y el personal
en general gozan de condiciones de trabajo y de empleo decentes. En ausencia de un cuerpo de
docentes y personal general de la educación dedicado y altamente calificado, la formación profesional
de calidad es irrealizable.
Sin embargo, habida cuenta del avance de las reformas orientadas por la industria y la desregulación
en muchos países, los docentes de la formación profesional constatan que la calidad de la educación
que pueden ofrecer se está viendo amenazada. Esta tendencia se puede comprobar analizando el
enorme aumento de la carga de trabajo de los docentes, la falta de servicios de apoyo, y el
incremento del empleo precario. La globalización económica parece estar exacerbando esas
tendencias.
Por otra parte, los docentes están siendo excluidos de la concepción y elaboración de los programas
escolares o del proceso de evaluación. Los empleadores y los organismos de certificación están ahora
exigiendo un mayor protagonismo en los programa escolares y están estableciendo nuevas normas y
criterios para las competencias y requisitos de certificación. En muchos países, los docentes de la
formación profesional solían trabajar en colaboración y asociación con los
gobiernos, las
organizaciones sectoriales, y los sindicatos en la elaboración de los materiales y programas escolares
pertinentes, así como en los mecanismos adecuados para la evaluación y la certificación. Esta
interacción, en los casos en que se ha producido de forma equilibrada, ha sido fundamental para el
desarrollo exitoso de la FP.
En numerosos países, sin embargo, este modelo de colaboración esta siendo sistemáticamente
reemplazado por otro en el que la industria afianza el desarrollo de determinadas competencias para
satisfacer necesidades específicas, los criterios de evaluación e incluso las pruebas de certificación que
luego se convierten en los requisitos estándar de un puesto de trabajo. Los sindicatos están siendo
sistemáticamente excluidos de este proceso, y los docentes de la FP son relegados a una mera
función de ejecutores del programa, de quienes se espera que impartan una formación que cumpla
criterios de evaluación elaborados por actores externos.
5.
La dimensión internacional de la formación profesional
El intercambio de conocimientos y habilidades, sumado a la movilidad de los estudiantes y los
docentes entre los países, es importante para el desarrollo de la educación y debe alentarse. Sin
embargo, la IE está firmemente convencida de que ese intercambio internacional debe ser justo y
habrá de fundamentarse en valores educativos y no en imperativos comerciales.
En la actualidad, la formación profesional internacional esta fuertemente dominada por valores
comerciales. En efecto, el número de programas de formación en línea privados o de paga se ha
disparado, lo que plantea numerosas preocupaciones y retos. Las iniciativas como el e-aprendizaje y
la e-formación, cuando se realizan de forma adecuada, pueden constituir complementos harto útiles a
las prácticas de educación y formación tradicionales ofreciendo un mayor acceso a las personas que
no pueden asistir a clases. Sin embargo, desde un punto de vista pedagógico, el e-aprendizaje nunca
podrá sustituir la instrucción que se dispensa en una aula de clases o frente a frente con el instructor.
El aprendizaje por vía electrónica puede asimismo conducir a una pérdida de calificaciones de los
docentes como consecuencia de la fragmentación y segmentación de las tareas. Además, proveedores
de servicios de calidad dudosa están utilizando la educación y formación por Internet meramente para
recortar costos socavando así las condiciones de trabajo de los docentes, en particular en los casos
de suministro de servicios educativos ‘offshore’. Este tipo de prestatarios pueden eludir regularmente
las normas y procedimientos establecidos en materia de calidad y auditoría.
Asimismo, en el marco de la provisión transfronteriza de formación profesional, queda aún por
resolver la cuestión de la idoneidad de trasponer programas escolares elaborados en el contexto de
un país a estudiantes de otro país. El riesgo es que las necesidades de los programas locales, que a
menudo reflejan una especificidad cultural y lingüística determinada, sean ignoradas, amenazando y
socavando aspectos relacionados con la identidad cultural y agravando las desigualdades existentes.
Por último, si bien la globalización ha facilitado la movilidad internacional de los estudiantes y los
docentes, ha tenido repercusiones devastadoras en muchos países en desarrollo. La “fuga de
cerebros” de personas altamente calificadas de los países en desarrollo hacia los desarrollados podría
erosionar aun más los sistemas de formación profesional en los países más pobres. Por otra parte, las
tendencias demográficas y el surgimiento de una escasez de personal calificado en muchos países
desarrollados, podría exacerbar la fuga de cerebros.
C.
El AGCS:
¿Cuáles son los riesgos para la formación profesional?
En esencia, la globalización de la formación profesional es dirigida por intereses cuya finalidad es
crear un mercado en el que todo se mercantilice a escala mundial. En años recientes, una de las
maneras en que esta política es promovida es mediante los acuerdos comerciales internacionales
como el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS).
1.
¿Qué es el AGCS?
El Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios, o AGCS, es uno de los muchos acuerdos
adoptados en el año 1994 en el contexto de la recientemente creada Organización Mundial del
Comercio (OMC). El AGCS es un acuerdo multilateral que establece limitaciones a un gran número de
medidas gubernamentales que afectan el comercio de servicios. Tales limitaciones son de aplicación
obligatoria y su incumplimiento puede conducir a la imposición de sanciones comerciales por la OMC.
A efectos del cumplimiento de su programa de trabajo organizativo, los miembros de la OMC
recibieron el mandato de volver a abrir las negociaciones sobre el AGCS en 2000 con la misión de dar
un nuevo impulso a la liberalización del comercio en los servicios. Las negociaciones encaminadas a
ampliar el alcance del AGCS original se iniciaron en
febrero de
2000 siendo integradas
posteriormente en el denominado “compromiso único” de la Ronda de desarrollo de Doha comenzada
en la capital de Qatar en 2001.
Se había previsto que las negociaciones concluyeran en enero de 2005 pero ese plazo ha sido ahora
pospuesto varias veces. En julio de 2006, se suspendieron las negociaciones pero pueden reanudarse
en cualquier momento.
2.
Alcance y cobertura del AGCS
El AGCS es un acuerdo global que abarca todas las medidas gubernamentales que “afecten el
comercio en los servicios.” Cualquier norma o reglamento nacional y subnacional del gobierno que
afecte de una u otra manera el comercio en los servicios está sometido al AGCS y por lo tanto abierto
a un posible cuestionamiento jurídico por parte de los demás Miembros de la OMC.
Sólo la contratación pública está explícitamente excluida del AGCS. Todas las otras leyes,
reglamentos, reglas, procedimientos, decisiones, normas, acciones administrativas, y las directrices
entran dentro del ámbito del acuerdo. Algunas medidas específicas que cubre el AGCS incluyen, pero
no se limitan a las siguientes:
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



a)
Subsidios y ayudas;
Requisitos de nacionalidad;
Requisitos de residencia;
Requisitos de rendimiento;
Disposiciones en cuanto a contenido local;
Prescripciones en materia de licencia y formación;
Medidas fiscales;
Normas relativas a las licencias; y
Prescripciones en materia de transferencia de tecnología.
se abarcan todos los modos de suministro
El AGCS es mucho más que un acuerdo de libre comercio tradicional; habida cuenta de que abarca
todos los modos posibles de suministro de servicios a nivel internacional, el AGCS debe considerarse
como un acuerdo comercial, un acuerdo de inversiones multilateral, y un acuerdo de movilidad
laboral.
El AGCS define y abarca los cuatro siguientes “modos de suministro” o formas de suministrar servicios
en los mercados internacionales:
1) Suministro transfronterizo. Describe servicios que se suministran del territorio de un
Miembro al territorio de cualquier otro Miembro. Se aplica a todos los servicios internacionales
que se prestan a través del correo, teléfono, fax, tele conferencia e Internet. En el caso de la
formación profesional, un ejemplo de prestación transfronteriza sería los programas de
formación y certificación en línea ofrecidos por proveedores en otros países.
2) Consumo en el extranjero. Esta modalidad de suministro describe una situación en la que
un consumidor de un país viaja a otro país para adquirir un servicio. Por ejemplo, esto se
aplica a los estudiantes que acuden a la escuela o que siguen un programa de formación en
otro país.
3) Presencia comercial. Esto se refiere a los servicios que ofrece un proveedor de un Miembro
que está físicamente presente en el territorio de otro. Esto engloba todas las inversiones
extranjeras directas relacionadas con los servicios, como el establecimiento de filiales de
escuelas y universidades en el extranjero.
4) Presencia de personas físicas. Esta modalidad de servicio es suministrado por personas de
un Miembro que entran temporalmente para suministrar un servicio en el territorio de otro.
Este es el caso, por ejemplo, de los instructores que viajan al extranjero para enseñar en otro
país.
b)
Todos los sectores de servicios están cubiertos por obligaciones generales
El AGCS contiene una serie de obligaciones generales o “reglas horizontales” que se aplican a todos
los sectores de servicios salvo a aquellos que están explícitamente excluidos. Las reglas horizontales
incluyen los requisitos de la nación más favorecida (NMF) y la transparencia. La NMF tiene por
objeto evitar todo trato discriminatorio exigiendo que los países miembro apliquen a los demás países
los mismos aranceles comerciales y condiciones de acceso a los mercados que imponen a cualquier
otro país. La transparencia exige que los Miembros notifiquen públicamente todas aquellas medidas
gubernamentales que afecten el comercio en los servicios.
Estas reglas horizontales se aplican incluso a aquellos sectores sobre los que un país miembro no ha
contraído compromisos específicos. La única excepción son los servicios “suministrados en ejercicio de
facultades gubernamentales.” Sin embargo, estos servicios gubernamentales se definen de forma
precisa como “todo servicio que no se suministre en condiciones comerciales ni en competencia con
uno o varios proveedores de servicios” [AGCS Articulo 1:3 (c)]. En otras palabras, si un servicio
gubernamental se suministra en condiciones comerciales, o si hay otros proveedores que compitan
con proveedores públicos, este servicio queda abarcado por el AGCS. En vista de que los servicios
públicos en la mayoría de los países, incluida la formación profesional, están financiados por fondos
públicos y privados y son prestados por una mezcla de proveedores públicos, y actores que operan
con y sin afán de lucro, no parece que puedan beneficiarse de esta exclusión.
c)
Obligaciones específicas
Los países miembro también negocian compromisos específicos para liberalizar el comercio en
sectores de servicios particulares. En los casos en que no se establecen limitaciones, estos
compromisos están sujetos a dos obligaciones principales: el acceso a los mercados y el trato
nacional
Las disposiciones que regulan el acceso al mercado impiden que los países mantengan o adopten
medidas que restringen el acceso al mercado interno a proveedores extranjeros. Se prohíben todas las
medidas que imponen limitaciones cuantitativas a los servicios, limitan la participación del capital
extranjero, o restringen el tipo de entidad legal (por ejemplo sin o con afán de lucro) de un proveedor
de servicios en un sector especificado por un miembro.
Según las disposiciones de trato nacional, los Miembros no pueden otorgar un trato más favorable a
los proveedores nacionales que a los de los demás Miembros en los sectores consignados en la Lista
de compromisos específicos.
d)
Reglamentación nacional
Además de las obligaciones generales y específicas existentes en el AGCS, hay negociaciones en curso
con el fin de definir nuevos criterios en materia de reglamentación nacional. Por reglamentación
nacional se entiende el conjunto de medidas adoptadas por los Gobiernos y las adoptadas por
instituciones no gubernamentales en ejercicio de facultades en ellas delegadas, como las asociaciones
profesionales, con respecto a las prescripciones y los procedimientos en materia de títulos de
aptitud, las normas técnicas, y las prescripciones en materia de licencias. Las reglas
propuestas prescribirían que esas medidas reglamentarias no habrán de constituir “obstáculos
innecesarios al comercio de servicios” y no “ser más engorrosas de lo necesario para asegurar la
calidad del servicio.”
Las normas en materia de reglamentación nacional podrían tener un impacto directo en la formación
profesional de diferentes maneras. Las disciplinas relacionadas con las prescripciones en materia de
títulos de aptitud podrían afectar la certificación profesional, los requisitos de educación, y los
procedimientos de certificación. Las normas sobre los procedimientos en materia de licencias podrían
afectar los reglamentos y criterios relativos a las licencias profesionales y la acreditación de las
escuelas. Las normas técnicas se refieren a las reglas que rigen el suministro de un servicio. Esto
podría poner en peligro los requisitos en materia de seguridad de la calidad en la formación
profesional.
Es importante destacar que las disciplinas en materia de reglamentación nacional se centran
específicamente en los reglamentos no discriminatorios. Es decir, incluso en los casos en que un
reglamento se aplica de forma equitativa a todos los Miembros y a los proveedores nacionales y
extranjeros, podría considerarse como incompatible con el AGCS.
3.
El AGCS y la formación profesional
En el AGCS, el comercio de servicios educativos se negocia sobre la base de cinco subsectores de la
educación tal como se clasifican en la Clasificación de productos central provisional de las Naciones
Unidas (CPC). Dichos subsectores son: educación primaria, educación secundaria, educación superior,
educación de adultos y otros servicios educativos.
Las categorías más pertinentes a los efectos de la FP son la educación secundaria (CPC 922), la
educación superior (CPC 923) y la educación de adultos (CPC 924). La formación profesional a nivel
secundario se registra como una subclase de los servicios de la educación secundaria (CPC 9223). La
educación superior en el AGCS abarca toda la educación postsecundaria, incluyendo los servicios de
educación técnica y profesional (CPC 9231) así como los programas de educación superior
conducentes a una titilación universitaria o su equivalente (CPC 9239). La educación de adultos se
aplica a la FP que se ofrece a los adultos fuera del sistema educativo formal.
En general, los servicios educativos siguen siendo uno de los sectores menos comprometidos. Hasta la
fecha, 35 Miembros de la OMC han contraído compromisos sobre los servicios de educación
secundaria, que pueden incluir la FP de nivel secundario: Albania, Australia, Bulgaria, China, Taipei
chino, Costa Rica, Croacia, República checa, la Comunidad europea, Estonia, Georgia, Ghana, Hungría,
Jamaica, Japón, Jordania, Kirguizistán, Letonia, Lesotho, Liechtenstein, Lituania, Macedonia, México,
Moldavia, Nueva Zelanda, Noruega, Omán, Panamá, Polonia, Sierra Leona, Eslovaquia, Eslovenia,
Suiza, Tailandia y Turquía.
Treinta y siete Miembros han adoptado compromisos sobre educación superior e formación
profesional: Albania, Armenia, Australia, Camboya, China, Taipei chino, RD del Congo, Costa Rica,
Croacia, República checa, Estonia, Comunidad Europea, Georgia, Hungría, Jamaica, Japón, Jordania,
Letonia, Lesotho, Liechtenstein, Lituania, Kirguizistán, Macedonia, Moldavia, México, Nepal, Nueva
Zelanda, Noruega, Omán, Panamá, Polonia, Sierra Leona, República Eslovaca, Eslovenia, Suiza,
Trinidad y Tobago, y Turquía.
Treinta y seis Miembros han contraído compromisos sobre servicios de educación de adultos:
Albania, Armenia, Bulgaria, Camboya, China, Taipei chino, Croacia, República checa, Estonia,
Comunidad Europea, Gambia, Georgia, Haití, Hungría, Japón, Jordania, Latvia, Lesotho, Liechtenstein,
Lituania, República Kirguiz, Macedonia, Malí, Moldavia, México, Nepal, Noruega, Omán, Polonia,
Rwanda, Sierra Leona, República eslovaca, Eslovenia, Suiza, Tailandia, y los Estados Unidos.
4.
El impacto de la cobertura del AGCS
El AGCS es esencialmente un acuerdo que obliga a los Miembros a adoptar una agenda de
liberalización, no sólo eliminando obstáculos al comercio y a las inversiones sino también alentando la
liberalización interna a través de la privatización, la externalización de los servicios públicos, y la
desregulación. Esto plantea numerosos riesgos para la formación profesional. Extrapolando, si la
formación profesional quedase abarcada plenamente en las obligaciones generales y específicas del
AGCS, algunas de las medidas que podrían verse amenazadas son:
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Las condiciones relativas a la nacionalidad (como el requisito en los procesos de contratación
de conceder preferencia a los instructores que son ciudadanos del país o migrantes residentes
en él);
Restricciones sobre la presencia de instituciones de formación profesional extranjeras;
Límites en cuanto al número de proveedores de formación profesional con autorización de
ejercer actividades;
Reglas y reglamentos que favorezcan a los proveedores públicos o los proveedores que
operan sin afán de lucro frente a los proveedores mercantiles;
Reglamentos que exigen que los proveedores de formación profesional extranjeros se asocien
con instituciones locales;
Normas fiscales que discriminan en contra de escuelas en el extranjero;
Limitar los préstamos a estudiantes o los programas de ayudas a estudiantes a los ciudadanos
del país o a inmigrantes residentes, y
Conceder subsidios públicos únicamente a las escuelas o personas del país.
Asimismo, parece que otros elementos de las negociaciones del AGCS podrían también incidir en la
formación profesional. Las discusiones en torno al comercio electrónico, por ejemplo, podrían dar
lugar al establecimiento de reglas que podrían aplicarse al aprendizaje por medios electrónicos o a la
educación virtual.
a)
AGCS y la educación pública
La mayoría de los gobiernos mantienen que los servicios de educación por lo general no están sujetos
al AGCS y quedan exentos explícitamente de él en virtud del Articulo 1:3. Este artículo establece que
todos los servicios están cubiertos por las reglas de la NMF y la transparencia salvo los "servicios
suministrados en ejercicio de las facultades gubernamentales." Estos últimos servicios son definidos
más precisamente como servicios que “no se suministran en condiciones comerciales ni en
competencia con uno o varios proveedores de servicios”.
En resumen, los servicios suministrados en ejercicio de las facultades gubernamentales tienen que
reunir el criterio de no ser suministrados en condiciones comerciales ni en competencia con uno o
varios proveedores para quedar exentos del AGCS. Es improbable que cualquier sistema de formación
profesional pueda pasar esa prueba. La provisión de formación profesional varía de un país a otro en
función del reparto de la financiación del estado y del suministro público del servicio, del grado de
disponibilidad de la educación privada, y del nivel de competencia entre los proveedores de servicios
educativos. Los sistemas combinados que permiten la presencia de escuelas públicas y privadas son
comunes. De hecho, recientemente, la mayoría de los países han estado promoviendo una mayor
privatización y liberalización de la educación profesional y de adultos.
En este sentido entonces, se podría considerar que una escuela profesional pública podría, según las
disposiciones del AGCS, competir por los mismos estudiantes con las escuelas o institutos de
formación privados, o de paga. Además, si las instituciones públicas gozan de ventajas (por ejemplo,
financiación pública, autoridad exclusiva para otorgar títulos y grados, subsidios para la investigación)
que no están a disposición de sus competidores privados, podrían surgir conflictos en el marco del
AGCS. En ese caso, las instituciones públicas no conseguirían ninguna protección de la exclusión
relativa a las facultades gubernamentales, sino que se vería sujeta a todas las reglas del AGCS
aplicables.
Habida cuenta de la naturaleza híbrida de la mayoría de los sistemas de formación profesional y la
presencia de proveedores comerciales y no lucrativos, la exclusión para los servicios suministrados en
el ejercicio de las facultades gubernamentales en el mejor de los casos se presta a interpretaciones
conflictivas, y en el peor, es inadecuada.
b)
Propuestas actuales sobre los servicios de la educación
Hasta la fecha, cuatro países, los EE UU, Nueva Zelanda, Australia y Japón, han presentado
propuestas encaminadas a obtener una mayor liberalización del comercio de los servicios de
educación. La propuesta estadounidense solicita la eliminación de una serie de "obstáculos" a los
proveedores de educación superior y de adultos que operan en otros países. Los obstáculos descritos
incluyen el trato fiscal preferencial a las instituciones nacionales, prohibición de implantación de
centros escolares extranjeros, restricciones que afectan el material de aprendizaje en línea de
proveedores extranjeros, y requisitos para los docentes extranjeros que entran y salen de los países.
Los EE UU también ha ofrecido suavizar sus propias restricciones al comercio en el campo de la
educación y formación superior. Australia y Nueva Zelanda han presentado propuestas similares a las
que figuran en el documento estadounidense.
A raíz de la reunión Ministerial de Hong Kong en diciembre de 2005, se presentó una solicitud llamada
plurilateral colectiva sobre los servicios de educación superior privados por parte de Nueva Zelanda,
y que cuenta con el respaldo de Australia, Taipei chino, Japón, Malasia y los Estadios Unidos. La
solicitud se dirige a los siguientes países: Argentina, Brasil, Chile, China, Unión Europea, Hong Kong
China, India, Indonesia, Corea, México, Omán, Filipinas, Singapur, Pakistán, Arabia Saudita, Sri Lanka,
Suiza, Tailandia, Turquía, y los Emiratos Árabes Unidos.
Esa solicitud plurilateral es un intento de asegurar a los países que desean proteger sus sistemas de
educación públicos que lo pueden hacer y que al mismo tiempo pueden aceptar abrir su sector
educativo “comercial” o “privado”. Sin embargo, la inclusión de una formación profesional comercial
en el AGCS podría suponer un gran riesgo para el sistema público. Como se señaló anteriormente,
resulta cada vez más difícil distinguir claramente entre los servicios de educación y formación públicos
y privados. Actualmente, muchas instituciones públicas disponen de dependencias comerciales
encargadas de promover productos comerciales o de conseguir fondos para el sector y trabajos de
consultoría. En algunos países, las “instituciones públicas” también albergan programas enteramente
privados. En breve, la división entre los servicios educativos "comerciales" y "públicos" es cada vez
más borrosa. Si se contraen compromisos específicos sobre los servicios de formación profesional
comerciales, los países podrían involuntariamente exponer la totalidad de sus sistemas públicos a un
acceso a los mercados y las disposiciones relativas al trato nacional del AGCS, lo que podría resultar
mucho más oneroso.
Limitaciones específicas
c)
La mayoría de los gobiernos, como se indicó más arriba, no han contraído compromisos específicos
sobre la educación superior y profesional en el marco del AGCS. Sin embargo, ante la fuerte presión a
que se ven sometidos los países en la actual ronda de negociaciones, muchos de ellos están
contemplando contraer compromisos en el sector de la educación, aunque a la vez están pensando
limitar el alcance de ese compromiso mediante una limitación especifica. En otras palabras, un
Miembro de la OMC podría contraer un compromiso sobre los servicios de formación privados pero
podría consignar en ese compromiso una limitación en cuanto al acceso al mercado y el trato nacional
con el fin de obtener una exención para medidas que de otra forma serian incompatibles. La mayoría
de los países ya han consignado tales limitaciones específicas en otros sectores.
Con todo, la consignación de limitaciones específicas es una vía que comporta grandes riesgos sobre
todo para la formación profesional. Es posible plantear exenciones específicas, pero una vez que han
sido redactadas, no pueden ser modificadas sin incurrir en una sanción. Los negociadores deben
también conocer absolutamente todas las medidas que deben protegerse, a todos los niveles de
gobierno. Incluso cuando los gobiernos reconocen que una política o medida debe protegerse, deben
saber cómo y cuándo someter exenciones e imponer limitaciones. En consecuencia, las limitaciones
que los países pueden aplicar en el marco del AGCS:
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

Deben redactarse con sumo cuidado,
Serán interpretadas de forma estricta,
Generalmente protegen medidas existentes, no ajustes de política futuros,
Se convierten en el punto de mira en las negociaciones en curso, y

5.
No pueden modificarse sin el pago de una indemnización.
Conclusión
Hay evidentes motivos de preocupación por las graves amenazas que plantea el AGCS a la
reglamentación de interés público, que incluyen la que rige la formación profesional. La gama de
reglamentos afectados es muy amplia y los mecanismos de protección actuales para la educación y
otros servicios públicos siguen siendo inadecuados, además de prestarse a interpretaciones
conflictivas.
La exclusión relativa a los “servicios suministrados en el ejercicio de las facultades gubernamentales”
ha demostrado ser mucho más restrictiva de los que la mayoría de países miembro de la OMC habían
supuesto. Si se hubiese ofrecido la posibilidad a los gobiernos de definir por sí solos los servicios que
suministran en el ejercicio de sus facultades gubernamentales, la exclusión hubiese sido muy amplia,
lo que hubiese permitido a los Miembros de la OMC preservar la flexibilidad necesaria para proteger
los servicios públicos de las presiones de comercialización del AGCS. Sin embargo, los negociadores
intentaron claramente restringir el alcance del Artículo 1:3, condicionando la exclusión relativa a las
facultades gubernamentales a dos criterios que deben cumplirse para que se aplique la exclusión.
Estos criterios son que un servicio no se suministre “en condiciones comerciales”, y no debe
“suministrarse… en competencia con uno o varios proveedores de servicios.” Ninguno de estos
criterios importantes se define más explícitamente en el texto del AGCS. Todos los servicios que no
encajen claramente dentro de esa definición están cubiertos por el AGCS.
Paralelamente, varios Miembros de la OMC están ejerciendo fuertes presiones para que los países
contraigan compromisos específicos sobre los servicios de formación profesional y liberalicen por
completo el sector. Los compromisos contraídos en lo tocante a los servicios de educación “comercial”
también podrían representar un peligro para una buena parte del sistema público. De hecho, como el
AGCS es un acuerdo que contiene compromisos inherentes de liberalizar y ampliar progresivamente la
cobertura de todos los sectores de servicios, los compromisos contraídos en un subsector darían pie a
que se presionara para ampliar el ámbito hasta cubrir la gama completa de los servicios de
educación.
Por último, el desarrollo de nuevas disciplinas en materia de reglamentación nacional plantea también
serios retos y preocupaciones. Los servicios de la educación están sumamente reglamentados en la
mayoría de los países con el objeto de promover la calidad, proteger a los estudiantes, y garantizar la
consecución de las prioridades sociales, económicas y culturales nacionales. La mayoría de los países
exigen que tanto los proveedores de educación nacionales como los extranjeros obtengan una
certificación para poder operar. Además, por lo general, se exige que los proveedores cumplan
determinados criterios de calidad con el fin de mantener su autorización de conceder títulos y
diplomas.
Si se adoptan compromisos en los servicios educativos, las disciplinas para la
reglamentación nacional podrían limitar la capacidad de los gobiernos de promulgar y poner en
práctica estas importantes reglas y procedimientos.
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